La función de asesoría Técnica pedagógica, retoma su esencia a partir de la
aprobación de las leyes de la reforma educativa en el 2013. Anterior a ello no había claridad en las acciones de quienes ostentaban una comisión para realizar tal función. Por eso, se aprovechaba la estancia de los asesores en las supervisiones escolares o en las escuelas, en acciones administrativas, sindicales y en ocasiones, lo más inaudito, en actividades políticas. Aprobada la ley, se asignan las condiciones para que los docentes puedan acceder a una plaza de Asesor Técnico Pedagógico. Como principal requisito, la preparación profesional y la aprobación de un examen de conocimientos, habilidades y actitudes. Lo que da un poco más de certeza y confianza a los docentes, sobre quien brinda la asesoría. A raíz de lo anterior, Tobón (2015), afirma que los asesores técnicos pedagógicos surgidos de esta nueva legislación, tienen como función principal, asesorar a docentes y contribuir a mejorar la calidad de la educación. El cumplimiento de la función concebida de esta manera genera muchos retos al asesor. Asesorar a docentes implica contar con las competencias suficientes para coordinar acciones entre asesorados, que posibiliten el mejoramiento de las prácticas de enseñanza. Para ello es necesario desarrollar habilidades de manejo de grupos, desarrollar actitudes de solidaridad, empatía, colaboración y respeto, de igual forma, contar con los conocimientos suficientes sobre contenidos del nivel donde se desempeña y de estrategias didácticas, para facilitar la intervención de los maestros en el aula. Esto obliga a los docentes con funciones de asesoría, a mantenerse en un programa permanente de actualización. Situación enunciada como derecho, en la Ley General del Servicio Profesional docente, de la reforma educativa en curso en nuestro país. Contribuir al mejoramiento de la calidad de la educación, lleva al asesor a replantear su función, su trabajo debe permear en la formación de los alumnos dentro del contexto atendido. El nuevo paradigma es formar ciudadanos para la sociedad del conocimiento. Individuos con pensamiento crítico, que trabajen colaborativamente y contribuyan al desarrollo social( Tobón, 2015). Esto implica, primeramente, que los asesores desarrollen actitudes de compañerismo y colaboración entre pares y con los docentes asesorados, así, podrán, encausar propuestas de estrategias de intervención de profesores con sus alumnos, dentro del aula. Para enfrentar todos estos retos como asesor, cuento con una serie de elementos que pueden facilitar la función que desempeño y que constituyen las fortalezas. El ánimo de haber participado en un proceso de selección de asesores, refleja la disposición de cumplir con tal tarea. De igual forma, el cumplimiento de los requisitos para desempeñar la función, fundamenta la preparación profesional. Por otro lado, creo tener la experiencia suficiente de trabajo en el aula, para poder proponer estrategias de enseñanza a los docentes y que se tenga confianza en lo que hago. Manejo de las TIC, en el conocimiento de los principales programas de uso escolar y didáctico. Más sin embargo, debo reconocer, que se requiere de capacitación constante para estar actualizado. Los cambios tecnológicos y sociales son muy rápidos, y debemos estar actualizados para las circunstancias del momento. Así mismo, creo que me falta desarrollar actitudes de trabajo colaborativo con otros asesores, en ocasiones por la creencia de que no la ocupo, pero reconozco lo necesario que es para mejorar la función. Además para poder hacer propuestas de trabajo de este tipo con los maestros asesorados.
Video: “Retos del Asesor Técnico Pedagógico”. Consultado en línea el 13 de
febrero de 2018.Desde https://www.youtube.com/watch?v=4VZ4zqTUfYc