5- Plan de evaluación
6- Resultados evaluación
1- Introducción
Con cierta frecuencia recibimos en nuestras consultas familias que se quejan de
comportamientos muy impulsivos en sus hijos (baja tolerancia a la frustración, quejas
continuadas, fuertes rabietas, poca capacidad de autocontrol) y, a veces, desafiantes
hacia los padres y otras figuras de autoridad como maestros o educadores. Muchos de
estos niños nos llegan ya con sospecha o diagnóstico de un posible TDAH. Sea como
fuere, la cuestión es que los padres solicitan desesperadamente ayuda, especialmente
en aquellos casos en los que la impulsividad toma la forma de insultos, manipulación
emocional o amenazas de hacer o hacerse alguna lesión.
4- Historia evolutiva
Nacido de parto natural pero con ayuda de fórceps. Primeras palabras a los 14-15
meses. Empezó a andar al año y medio. Percentiles de peso y talla siempre por encima
de su edad. No hay enfermedades relevantes ni ningún tipo de intervención o
accidente. Control de esfínter nocturno no asumido hasta los 6 años. Alergia a algunos
alimentos (algunos tipos de fruta).
Cuidadores habituales los padres hasta los 7 meses que empezó en la guardería.
Juan tiene cierta torpeza motriz.
Patrón de sueño bastante normalizado si bien hay días que parece muy inquieto con
despertares nocturnos.
Los primeros informes escolares (P-4, P-5) determinan una buena adaptación a la
escuela y la consecución sin ningún tipo de problema de los objetivos de aprendizaje.
Actualmente está en el ciclo de Primaria y no hay ningún tipo de problema o retraso en
su aprendizaje.
Los padres definen a Juan como desafiante e impulsivo (primero hace, luego piensa). A
nivel emocional como muy sensible y baja autoestima, si bien, puede mostrarse
también alegre en muchas ocasiones.
5- Plan de Evaluación
Tras la recogida de datos en entrevista personal a la familia y efectuado el cuestionario
evolutivo, nos planteamos evaluar el nivel de inteligencia y obtener el perfil cognitivo.
Aunque, en principio, no teníamos problemas de aprendizaje, sí creíamos necesario
determinar su CI y observar su patrón de funcionamiento durante las pruebas
estructuradas. Escogimos por edad el WPPSI-III. Aunque se trata básicamente de un
test de inteligencia nos permite observar a través de la ejecución del niño, la posible
presencia de déficit de atención, impulsividad y/o hiperactividad. Estos factores
también fueron evaluados mediante los criterios diagnósticos recogidos en el DSM-IV y
posteriores.
Complementamos la recogida de información con el BASC (Padres) y aplicamos
diferentes test proyectivos (familia, árbol, casa). También el Test de Bender y el A-EP
(autoestima).
6- Resultados evaluación
Los resultados con esta prueba determinan un elevado CI Total (120) lo que lo sitúa en
una franja superior respecto a su grupo normativo. No hay diferencias significativas
interescalas aunque sí intraescalas (en Cubos p.e.=7 y Conceptos p.e.=16, dentro de la
escala Manipulativa). La mala puntuación en Cubos se explica en parte por una alta
precipitación e impulsividad. También por una tendencia a rotar las diferentes figuras.
Al ver sus dificultades en la ubicación en el espacio pasamos a comprobar su
lateralidad, mostrando una lateralidad cruzada (diestro de mano y pie pero con
dominancia ocular izquierda). Es muy habitual encontrar niños del colectivo TDAH o
con impulsividad elevada presentando mala lateralización o lateralidad cruzada.
Pese a ser precipitado en su ejecución, Juan puntúa alto en Velocidad de
Procesamiento (p.e.=15 en Bs y Cl.) con un CI en esta escala de 130. De hecho se tomó
la prueba como un reto y no paró de dar golpes con el pie al suelo mientras duró la
prueba.
Destacar también la buena ejecución, dentro de la Escala Manipulativa, en Matrices y
Conceptos (p.e.=15 y 16 respectivamente). Juan es capaz de relacionar la información
visual y ordenarla según categorías lógicas con un nivel significativamente más alto
que lo esperado por su edad.
En definitiva, Juan tiene un buen potencial de aprendizaje, no obstante tiene algunas
dificultades para situarse en las coordenadas espaciales y esto puede acarrearle ciertas
dificultades en las tareas de coordinación visomotriz como la escritura. De hecho en el
Test de Bender presentó muchas dificultades con mala distribución de los elementos,
rotaciones, distorsiones y elementos mal integrados. Curiosamente el tamaño de los
diferentes dibujos era pequeño respecto a la muestra, lo cual no era esperable en un
niño impulsivo caracterizado, en general, por el agrandamiento de las formas. Esto
podría explicarse por el hecho de que Juan intentó hacerlo bien y para ello le era más
fácil controlar una representación de figura pequeña que no hacerlas más grandes.
Contrariamente en el dibujo libre, Juan se expresaba utilizando todo el espacio.
En los test proyectivos, Juan presentó unos dibujos muy desestructurados donde
abundaban líneas expansivas sin finalidad aparente, también elementos extraños y
violentos (guerra, peleas, etc.).
En el BASC (P2) aparecían como elementos clínicamente relevantes la Agresividad
(T=78); Problemas de Conducta (T=72); Depresión (T=83). Las escalas de control
estaban dentro de la normalidad. Estas escalas, basadas en información proporcionada
por los padres, ponían en evidencia la presencia conjunta de manifestaciones
conductuales (agresividad) pero también emocionales (celos, conductas de
victimización, desesperanza: “no puedo cambiar”, “soy malo”…).
En la escala AE-P (Autoestima) obtuvo un percentil de 64 y, por tanto, según esta
prueba, Juan no estaría en un nivel bajo de autoestima, si bien, suele suceder con los
niños (especialmente los más listos) que tengan una tendencia a sesgar las respuestas
en el sentido de la deseabilidad social y respondiendo más conforme a lo que ellos
saben que tienen que hacer que no a lo que realmente sienten o hacen. Juan, muchas
veces, se negaba a hablar de lo que le pasaba o de lo que había hecho, especialmente
con su madre. Podríamos decir que había una especie de recelo y necesidad de
guardar los hechos de los que era consciente de que eran negativos y podían dañar su
imagen. Frecuentemente alegaba que formaba parte de un secreto con su madre y no
quería traicionarla. Evidentemente Juan sabía manipular muy bien los hechos para
parecer más normalizado.
Curiosamente en el colegio parecía controlarse, si bien pronto empezaron a aparecer
conductas de baja tolerancia a la frustración, especialmente a perder en juegos con sus
compañeros. En un episodio llegó a lanzar un cuaderno sobre la cabeza a un
compañero suyo que lo acababa de ganar en un juego.
Evaluados los criterios diagnósticos para el TDAH, Juan cumplía con los requisitos
formulados en el DSM-IV, si bien predominaban los factores de impulsividad e
hiperactividad versus los de atención. También apuntaba cierto oposicionismo o
desafio pero, de momento, muy centrado con la madre.
No obstante, se observan también muchos factores de tipo emocional implicados en el
caso lo que nos hizo sospechar de un posible Trastorno del vínculo.
Trabajo a nivel emocional con todos los miembros de la familia para que
incorporaran nuevos espacios de comunicación y fomento de la expresión de
emociones.
Tratamiento farmacológico.