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Bacterias

De todos los tipos de células reveladas por el microscopio, las bacterias tienen la estructura
más simple y se acercan a mostrarnos la vida despojada de lo esencial. De hecho, una
bacteria no contiene esencialmente orgánulos, ni siquiera un núcleo para contener su ADN.
Esta propiedad la presencia o ausencia de un núcleo se utiliza como base para una
clasificación simple pero fundamental para una clasificación simple pero fundamental de
todos los seres vivos. Los organismos cuyas células tienen un núcleo se llaman eucariotas
(del griego eu, que significa “bien” o “verdaderamente”, y karyon un “núcleo”). Los
organismos cuyas células no tienen un núcleo se llaman procariotas (del griego pro que
significa “antes”). Los términos bacteria y procariota se usan a menudo indistintamente,
aunque la categoría de procariotas también incluye otra clase de células, las arqueas, que
están tan remotamente relacionas con las bacterias que se les da un nombre separado.
(Alberts, et al., 2010). El reino de las bacterias es un grupo muy diverso de microorganismos
y se pueden encontrar en cualquier ambiente donde el agua líquida este presente. Hay más
de 5000 especies de bacterias reconocidas, que se distinguen por características
estructurales y bioquímicas. Sin embargo, comparten una organización celular básica (Batt
& Trotorello, 2014). La clasificación tradicional de los procariotas se basó en un gran número
de características fenotípicas (por ejemplo, morfología, motilidad, características
bioquímicas, sensibilidad a los antibióticos). en los años ochenta, el potencial para
establecer relaciones evolutivas a través de las diferencias en la secuencia de genes y el
desarrollo de técnicas de secuenciación temprana condujo a estudios filogenéticos basados
en secuencias de 16S rRNA y 18s rRNA genes, que están presentes en todas las células
procariotas y eucariotas, respectivamente. Estos genes poseen regiones de secuencia
altamente conservada, facilitando la alineación, y regiones variables e hipervariables, que
permiten la discriminación entre diferentes organismos. La cuantificación de la distancia
genética, al comparar las diferencias de secuencia entre organismos, permite estimar la
distancia evolutiva. Estos estudios mostraron que las arqueas y las bacterias son, en
términos de distancia filogenética o evolutiva, tan distintas entre sí como son de eucariotas
(Eldor, 2015). La mayoría de las células bacterianas son esféricas, en forma de bastón, o
espiral, con diámetros que oscilan de a 1 a 10 um. Su contenido de ADN varía desde unos
0.6 millones a 5 millones de pares de bases, cantidad suficiente para codificar unas 5000
proteínas diferentes (Cooper & Hausman, 2014). La célula procariota exhibe la organización
más simple de las membranas celulares. Tienen una o dos membranas intracelulares que
limitan un compartimiento con funciones especializadas. Ejemplos de estos últimos incluyen
tilakoides, magnotesomas y clorosomas. Un núcleo organizado tal como el que se
encuentra en eucariotas está ausente de procariotas. Generalmente se encuentra en la
célula un único genoma circular de ADN. (Yeagle, 2016). Las bacterias tienen una pared
celular que tiene un grosor aproximadamente de 20 a 40 nm y es importante para mantener
la forma bacteriana. También la bacteria soporta una presión osmótica interna de 5 a 20
atmósferas. Esto es posible gracias a la presencia de una capa de peptidoglicano fuerte y
flexible. La pared celular permite el paso de macromoléculas desde el medio externo hasta
la membrana citoplasmática, y de allí al citoplasma. Si la pared celular se rompe, el
contenido citoplasmático puede perderse y la célula bacteriana experimenta lisis. Mediante
microscopía óptica, basándose en la aplicación de la tinción de Gram, las bacterias se
pueden dividir en dos grupos: Gram negativas y Gram positivas. La base de la diferente
reacción de tinción de los dos grupos se ha establecido mediante microscopía electrónica
(Tang, et al., 2015). Esta gran diferencia arquitectónica ayuda a dictar estrategias para la
supervivencia en el medio ambiente. Por ejemplo, la pared celular gruesa de las bacterias
Gram positivas, como Bacillus y Clostridium, les ayuda a resistir las duras condiciones
físicas que se encuentran en los ambientes del suelo. Por otro lado, la arquitectura más
compleja de la célula rodea a bacterias Gram negativas como Pseudomonas y Shewanella
parece estar ayudando a estos microorganismos en la interacción con superficies minerales
y solutos en el medio ambiente obteniendo los nutrientes necesarios para el metabolismo
(Pepper, et al., 2015)

Las bacterias son pequeñas y se pueden replicar a gran velocidad, simplemente


dividiéndose en dos mediante fisión binaria. cuando el alimento es abundante, la
supervivencia del más apto significa generalmente la supervivencia de los que pueden
reproducirse con mayor rapidez. En condiciones óptimas, una misma célula procariota se
puede dividir cada 20 minutos, y por lo tanto dar lugar a 5 millones de células en menos de
11 horas. La capacidad de dividirse con rapidez permite que las poblaciones de bacterias
se adapten rápidamente a los cambios de su ambiente. Por ejemplo, en condiciones de
laboratorio una población de bacterias mantenida en un gran recipiente evoluciona en unas
cuantas semanas, mediante mutación espontánea y selección natural, y consigue utilizar
como fuente de carbono nuevos tipos de moléculas, y consigue utilizar como fuente de
carbono nuevos tipos de moléculas de azúcar (Alberts, et al., 2010). Las bacterias tienen
una amplia variedad de requerimientos nutricionales y estos microorganismos pueden ser
autotróficos, parasitorios o saprofíticos con respecto a la manera en que obtienen sus
requerimientos nutricionales. La mayoría de las bacterias son inofensivas, y muchas
colonizan el cuerpo humano, especialmente el tracto digestivo. Se reproducen
asexualmente, por lo general dividiéndose por la mitad, y se pueden encontrar como células
individuales o como racimos o filamentos (Gerardi & Zimmerman, 2005). Las bacterias son
críticas para la ecología de la tierra, pero algunas causan enfermedades serias: peste
bubónica (muerte negra) por Yersinisa pestis, faringitis estreptocócica por Streptococcus,
tuberculosis por Mycobacterium tuberculosis, ántrax maligno por Bacillus anthracis, cólera
por Vibrio cholerae, intoxicación por alimentos por ciertos tipos de E. coli y Salmonella. Los
seres humanos somos albergues móviles de bacterias, como también lo son en cierta
medida las plantas y todos los animales. Proporcionamos alimento y refugio para un número
asombroso de microorganismos, con la mayor concentración en nuestros intestinos. Las
bacterias nos ayudan a digerir los alimentos y a su vez son capaces de reproducirse
(Lodish, et al., 2004).

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