— Nuestros pensamientos y nuestras motivaciones tienen que estar puestas más allá de este mundo. — Aunque es necesario preocuparse de las cosas terrenales y prever situaciones futuras (falta de trabajo, jubilación, etc.), no debe ser ésa la meta principal de nuestra vida. — Debemos ser coherentes con nuestra fe. Nuestra confianza no debe estar puesta en lo terrenal, sino en Dios. Administrando gracia. 1ª de Pedro 4:10. — De todo lo que Dios nos da, la gracia que nos es dada en Jesucristo es el don más precioso de todos (Efesios 2:8). — La gracia que Dios nos manifiesta de diversas formas no es solo para que nos la quedemos y la disfrutemos, sino para que la compartamos con los demás (Mateo 10:8). — La ofrenda de nuestros tesoros, talentos y tiempo permite que otros puedan conocer la salvación. B Las ofrendas de gratitud. La calidad de la ofrenda. Números 18:29-30. — Debemos mostrar nuestro agradecimiento por los dones recibidos ofreciendo a Dios lo mejor. — Dado que nuestras monedas, billetes y transferencias bancarias tienen siempre el mismo valor, ¿a qué tipo de ofrendas podríamos aplicar este principio de dar “lo mejor”? — ¡Tal vez un frasco de perfume especial para ungir a nuestro Señor! (Lucas 7:37-47). La motivación del oferente. 2ª de Corintios 8:12. — Solo Dios puede conocer los motivos que nos llevan a entregar nuestras ofrendas, sean pequeñas o grandes. Nadie más puede juzgar estos motivos (Santiago 4:12). — Podemos realizar acciones correctas por motivos equivocados (para recibir parabienes, por quedar bien, …). — La dadivosidad abnegada tiene su motivación en el amor. Un amor que es respuesta al amor de Dios que hemos recibido y experimentado. El gozo de ofrendar. 2ª de Corintios 9:7. — Cuando hemos experimentado el amor de Dios, podemos comprender que Él siempre busca nuestro bien. Nunca nos pedirá algo que pueda perjudicarnos. Esto incluye, por supuesto, su pedido a que seamos dadivosos. — Ofrendar es un acto de fe, una expresión de gratitud por lo que recibimos de Jesús. A medida que damos de forma voluntaria, generosa y alegre, estamos reflejando el carácter de Dios y aumentando nuestra confianza en Él. — Experimentemos el gozo de dar a Dios lo primero y lo mejor de nuestro dinero, nuestro tiempo y nuestras capacidades.