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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN CIVIL

Magistrado Ponente:
CÉSAR JULIO VALENCIA COPETE

Bogotá D.C., trece (13) de diciembre de dos mil cuatro (2004).

Referencia: Expediente No. 7356

Procede la decisión del recurso de


casación interpuesto por la parte demandada contra la
sentencia de 29 de abril de 1998, proferida por la Sala Civil
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, en el
proceso ordinario iniciado por CAMPOS Y ASOCIADOS
LIMITADA contra SKANDIA SEGUROS GENERALES S.A.

I. ANTECEDENTES

1. Por demanda presentada el 22 de


marzo de 1994 ante el Juzgado Veintinueve Civil del Circuito
de Bogotá, la sociedad demandante solicitó que, respecto de
la demandada, se hicieran estas declaraciones y condenas:

“1.) Se declare que existió


efectivamente una Póliza Automática para el seguro de
transporte de mercancías, distinguida bajo el No. 103531 del
8 de junio de 1992, suscrita entre la firma CAMPOS &

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ASOCIADOS LTDA y SKANDIA SEGUROS GENERALES
S.A. (antes SKANDIA SEGUROS DE COLOMBIA S.A.),
adquirida por medio de AS. LTDA.”

“2.) Se declare igualmente que dentro


de la vigencia de la Póliza Automática No. 103531 se dio el
siniestro conocido ya por la aquí demandada en su
oportunidad, vale decir cuando se hizo la respectiva
reclamación.”

“3.) Que como consecuencia lógica de


lo anterior, se declare igualmente que SKANDIA SEGUROS
GENERALES S.A. (antes SKANDIA SEGUROS DE
COLOMBIA S.A.) debe cancelar el valor del riesgo
asegurado, consistente en el pago de los US $ 17.800.oo
dólares o su equivalente en Moneda Nacional al momento de
efectuarse el pago y por ende, con cargo a la Póliza
Automática No. 103531 del 8 de junio de 1992 a favor de la
firma CAMPOS & ASOCIADOS LTDA.”

“4.) Se ordene igualmente a SKANDIA


SEGUROS GENERALES S.A. (antes SKANDIA SEGUROS
DE COLOMBIA S.A.) a cancelar los Intereses de Mora a
razón del 4% mensual desde cuando se hizo exigible la
obligación y hasta cuando se verifique su cancelación, con
base en la certificación de la Superintendencia Bancaria que
se anexa.”

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“5.) Se condene igualmente a la aquí
demandada al pago de las Costas, costos y agencias en
derecho que cause esta Acción.”

2. Como sustento de las súplicas se


invocaron estos hechos.

a. Campos y Asociados Ltda. importó


de Polonia herramientas por valor de $17.800.00 dólares de
los Estados Unidos de América, según registro 040268 y
formulario 0515695, modificados el 5 de mayo de 1992, en
cuanto al puerto de embarque, como aparece en los
formularios 0098771 y 0109778.

b. El 8 de junio de 1992, la misma


sociedad suscribió con Skandia Seguros Generales S.A., por
intermedio de As Asesores de Seguros Ltda. - As Ltda. -, la
póliza automática 103531 y el certificado de seguro 250366,
de conformidad con el artículo 1117 y siguientes del Código
de Comercio, denominado “transporte de mercancías
mediante el sistema de póliza automática para el seguro de
transportes de mercancías”, contrato que amparó los riesgos
anejos a los despachos que el “ tomador - beneficiario y
asegurado ... efectúe desde cualquier lugar del mundo a
Puerto Colombiano”.

c. El 17 de junio de 1992 fue


expedida la factura 10592-1, donde se observan los números

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de la póliza automática y del certificado de seguro,
respectivamente.

d. El 27 de octubre de 1992
Impexmetal comunicó a la aseguradora el embarque de la
mercancía, que se transportaría en el vapor Swedwind /
Authory v. 2032, desde Gdynia (Polonia) hasta Cartagena.
Posteriormente, el 6 de noviembre, Campos y Asociados
Ltda. pidió a As Ltda. la modificación de la póliza y del
certificado, en lo concerniente al trayecto asegurado, que
sería de Hamburgo a Cartagena, según documento 010983
de 8 de octubre.

e. Navemar Ltda. informó a Campos


y Asociados Ltda., el 30 de noviembre, sobre el valor de los
fletes, recargos y la fecha aproximada de llegada de la
mercancía - 6 de diciembre - .

f. El 15 de diciembre de 1992
Asesoría y Servicios Aduaneros de Colombia Ltda. - Asercol
- solicitó a Navemar información acerca de la fecha y
persona a la que se habían entregado las mercancías
llegadas el 6 de diciembre en el vapor Eurocolombia v. 2532,
consignadas a Campos y Asociados Ltda., según
conocimiento de embarque 31121174 de Hamburgo, con 3
“pallets”, pues desconocía su paradero. Requerimiento
similar se hizo el 24 de diciembre a Puertos de Colombia, y
el 28 de diciembre nuevamente Asercol pidió a Navemar que
precisara las condiciones y circunstancias de entrega de las

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mercaderías a Puertos de Colombia, toda vez que el 16 de
diciembre aquélla le había comunicado que los bienes se
encontraban en la bodega 10 del terminal marítimo, como
consta en la misiva respectiva y en el control del
contenedores 74795, marcado como “vaciado”.

g. El 15 de enero de 1993 Asercol


reiteró a Puertos de Colombia su petición sobre la
localización y estado de la mercancía, sin obtener respuesta,
lo que ocasionó que el 28 de enero siguiente devolviera la
documentación a Campos y Asociados Ltda., indicándole
que había adoptado infructuosamente todas las medidas
para enterarse de los bienes.

h. En vista de lo anterior, la
demandante notificó a la aseguradora sobre el siniestro,
manifestando que los contenedores llegaron al terminal y allí
fueron saqueados.

i. Por solicitud de la compañía, el 16


de marzo Campos y Asociados Ltda. remitió a As Ltda.
diversos documentos atinentes al siniestro, y esta última, a
su turno, por comunicación de 5 de abril responsabilizó a
Puertos de Colombia por la pérdida de la mercancía.

j. El 16 de abril de 1993 Ajustadores


Asociados Ltda. envió a Campos y Asociados Ltda., para su
visto bueno, la relación de importaciones efectuadas entre el
1° de junio de 1992 y el 31 de marzo de 1993, dentro de la

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cual aparece la número 164, correspondiente a la mercancía
en cuestión.

k. El 4 de mayo de 1993 la
demandante remitió documentos adicionales a As Ltda. y le
solicitó agilizar ante la compañía el trámite y pago de la
reclamación.

l. Mediante comunicación de 7 de
mayo de 1993 la aseguradora objetó la reclamación, bajo el
argumento de que no existía contrato para la fecha de la
pérdida de las mercancías, por lo que no surgió ningún tipo
de responsabilidad indemnizatoria, decisión que ratificó en
dos oportunidades - 7 de junio y 9 de agosto de 1993 - ,
después de que As Ltda. y el apoderado de la actora le
pidieran reconsiderarla.

m. El 4 de agosto de 1993 Campos y


Asociados Ltda. solicitó a Puertos de Colombia una
constancia sobre la pérdida de los bienes, y el 10 del mismo
mes el Banco de Bogotá certificó que la primera le adeudaba
$17.800.00 dólares desde el 27 de abril, derivados de la
carta de crédito 10046584, de la que había cubierto
intereses por $881.236.00 hasta el 20 de julio.

3. Por conducto de procurador


judicial, la empresa demandada se opuso a las súplicas y, en
cuanto a los hechos, dijo no constarle la mayoría de ellos,
mas admitió la celebración del contrato de seguro de

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transporte de mercancías en la modalidad automática, con
vigencia a partir del 8 de junio de 1992, para amparar por
todo riesgo, sin exclusiones, el trayecto desde cualquier
lugar del mundo hasta puerto Colombiano y de ahí a las
bodegas del asegurado, por vía terrestre, marítima o aérea,
en una cuantía de $40’000.000.00 por despacho. Agregó
que en desarrollo del contrato expidió el certificado de
seguro de transporte para la importación de herramientas,
con cobertura de $13’049.483.00 para el trayecto marítimo y
$16’794.685.00 para el interior. De la misma forma, precisó
que la reclamación fue objetada por cuanto el asegurado
incumplió la garantía asumida conforme al artículo 1061 del
Código de Comercio, consistente en informar verazmente la
totalidad de los despachos efectuados durante la vigencia de
la póliza, lo que generó la terminación del contrato desde el
momento de la infracción, o la nulidad relativa.

Formuló, por tanto, las excepciones de


mérito que denominó “inexistencia total de la obligación que
pretende la demandada” (sic), principalmente, por nulidad
relativa del contrato de seguro o, en subsidio, por
terminación del mismo antes del siniestro, y “cualquier otra
excepción que resulte probada dentro del proceso”.

4. Mediante sentencia de 24 de julio


de 1996, el Juzgado Veintinueve Civil del Circuito de Bogotá
puso término a la primera instancia, en orden a lo cual
rechazó las excepciones y condenó a la demandada a la

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cancelación de $17.800.00 dólares o su equivalente en
moneda legal, más los intereses moratorios liquidados al 4%
mensual, desde el 7 de mayo de 1993 hasta cuando se
verifique el pago.

5. Apelada la sentencia por la parte


demandada, el Tribunal Superior de este Distrito Judicial, la
confirmó íntegramente.

II. LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

1. Tras señalar el lleno de los


presupuestos procesales y la ausencia de vicios en la
actuación, el ad quem dijo desconocer los motivos de la
impugnación, a causa de su falta de sustentación, añadiendo
que no se afectaba la presunción de acierto del fallo de
primer grado, lo que conducía a su confirmación. Sin
embargo, como en su opinión ello no impedía la revisión
global del asunto, procedió a hacerlo.

2. Para empezar, advirtió la


presencia de la póliza de seguro de transporte 103531
expedida el 8 de junio de 1992, en la que la demandada
amparó automáticamente los despachos de mercaderías,
por vía marítima, terrestre y aérea, desde cualquier lugar del
mundo a puerto colombiano y de éste a las bodegas de la
actora, contra los riesgos de pérdida o daño material

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producidos con ocasión del transporte. Destacó igualmente
que en la misma fecha se emitió, en aplicación de la póliza
anterior, el certificado de seguro de transportes 250366, por
el cual se aseguraron herramientas por $17.800.00 dólares,
despachadas por Impexmetal desde Hamburgo a Cartagena,
a través de los transportes marítimo y terrestre, documento
que cumplió la función prevista por el artículo 1117 del
Código de Comercio, es decir, especificar y valorar las
mercancías genéricamente designadas en la póliza
automática.

De esta forma, prosiguió el


sentenciador, se individualizó y declaró el interés asegurado,
sin que quedara duda del amparo de los bienes, hecho este
que, además, aceptó la demandada cuando respondió el
libelo.

Seguidamente anotó que el 27 de


octubre de 1992 se embarcaron las herramientas en Gdynia
(Polonia), como se informó a la aseguradora, por conducto
de As Ltda., y que la compañía, a su vez, reportó tal hecho,
como consta en la lista elaborada por la firma ajustadora a
su servicio y en las comunicaciones de 7 de mayo y 9 de
agosto de 1993, donde aceptó el envío del conocimiento de
embarque y la reclamación, pero negó el pago aludiendo al
incumplimiento de la garantía, que dio lugar a la terminación
del contrato con antelación al siniestro. Remató, entonces,
diciendo que aunque no se aportó el mentado título valor, no
se está haciendo efectivo ningún derecho derivado del

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mismo; que tal omisión quedó suplida con la aceptación de
su existencia y enteramiento por parte de la aseguradora; y
que de las cartas de 28 de enero, 16 de marzo y 7 de mayo
de 1993 se desprende que el original de dicho documento
reposa en tal compañía, que, incluso, reconoció la
realización del transporte.

A continuación, comentó el Tribunal que


por el principio de universalidad de riesgos previsto por el
artículo 1120 del Código de Comercio, el seguro de
transporte cobija todos aquellos que puedan presentarse
desde que el transportador recibe la mercancía hasta que la
entrega al destinatario, y que las partes pueden extender la
cobertura a la permanencia de los bienes en los lugares
iniciales o finales del trayecto. Si en la demanda se afirma
que el riesgo ocurrido fue la pérdida de las mercaderías
transportadas, anotó, resulta que se configuró el siniestro,
pues aquéllas no fueron encontradas ni entregadas al
destinatario, pese a las indagaciones que, en representación
de la demandante, adelantó inútilmente Asercol Ltda. desde
el 15 de diciembre de 1992, y a que Navemar informó al
comienzo que los bienes se encontraban en la bodega 10 del
terminal marítimo.

Concluyó, entonces, que por lo anterior


“nació ... la obligación a cargo de la sociedad aseguradora
de pagar la prestación asegurada conforme a las
disposiciones del contrato de seguro, es decir, conforme a la
prestación económica pactada en el contrato, la cual se

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extrae de la póliza y de los documentos que hacen parte de
la misma (Arts. 1054 - 1048 del Código de Comercio).”

3. Por otra parte, de cara a las


defensas con las que la demandada “niega la existencia del
derecho que alega haber adquirido la demandante”,
manifestó que se basan en la garantía incorporada en la
cláusula octava de las condiciones generales, consistente en
“aplicar a esta póliza todos sus despachos y a informar
verazmente acerca de cada uno de ellos”, la cual, a juicio de
la aseguradora, fue incumplida por el tomador, quien dejó de
aplicar a la póliza todos los despachos, pues no informó
acerca de 31 de los 33 efectuados entre el 8 de junio de
1992 y el 31 de marzo de 1993, dando lugar a una violación
que, a la luz del artículo 1061 del Código de Comercio,
genera la anulación del negocio jurídico o, subsidiariamente,
su terminación.

En cuanto a las garantías, a partir del


último precepto anotado y de las opiniones de un autor
nacional, puntualizó que pueden ser afirmativas o de
conducta; las primeras, son declaraciones positivas o
negativas que se realizan en el momento de celebración del
contrato, determinantes del consentimiento del asegurado,
cuyo incumplimiento hace anulable el acuerdo; las
segundas, conllevan la obligación del tomador de hacer, no
hacer, o de cumplir cierta exigencia, como medida para
dificultar la realización del riesgo, cuya inobservancia faculta
al asegurador para terminar retroactivamente el contrato.

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Entre sus características, resaltó las
siguientes: a). ellas suponen una declaración del tomador
que determina la voluntad del asegurador para asumir un
riesgo, o una obligación o carga de hacer o no hacer
determinada cosa o cumplir con una exigencia; b). deben
constar inequívocamente por escrito en la póliza o en los
documentos que la conforman; c). han de cumplirse
estrictamente, so pena de acarrear la anulabilidad del
contrato o la posibilidad de su terminación; y d). deben
relacionarse con el riesgo asegurado, e influir positivamente
en él, de modo que su infracción incremente la probabilidad
de ocurrencia del siniestro.

Apoyado en estas premisas, el fallador


encontró que como la cláusula octava alude a obligaciones
que deben cumplirse con posterioridad al perfeccionamiento
del contrato, cuyo incumplimiento permite su terminación,
ello viene a descartar la posibilidad de anularlo, y, por
consiguiente, basta para desechar la nulidad relativa
propuesta como primera excepción.

Del mismo modo, notó que si el pacto


abarcó las cargas de “aplicar a esta póliza todos sus
despachos” e “informar verazmente acerca de cada uno de
ellos”, emerge que ninguna de ellas se relaciona con el
riesgo asegurado, pues “no existe ninguna ... conexión
causal posible entre la omisión de aplicar a la póliza
automática todos los despachos de mercancía del tomador

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en los trayectos indicados en ella y el riesgo asegurado,
porque, tal omisión no hace más arriesgada la pérdida o
daño de la mercancía transportada”, de suerte que, “no
puede afirmarse que por el incumplimiento de la obligación
de informar los despachos que el tomador haga sea más
posible la pérdida o daño de la mercancía transportada o
ésta se exponga más durante los trayectos”.

Por tanto, estimó el Tribunal, si las


garantías a cumplir durante la vigencia del contrato obran
como precauciones que el tomador debe adoptar para evitar
la ocurrencia del siniestro, “no cabe duda que la omisión ...
de informar todos los despachos de mercancía que haga del
exterior, no tienen el carácter de precauciones del siniestro”,
como pudiera suceder, por ejemplo, con la exigencia de
tener determinada clase de extintores o matafuegos para
sofocar incendios, que “si tiene relación con el riesgo
asegurado”.

En este orden de ideas, la garantía


estudiada debe “desestimarse o tenerse por no escrita” y
“carece de sentido, por su misma naturaleza impertinente
frente al contrato de seguro”, conclusión a la que igualmente
se arribaría con sólo observar que el clausulado de las
condiciones generales “no fue legal y oportunamente
allegado al proceso”, por lo que, al no poderse dar por
terminado el convenio, fracasa también la segunda
excepción planteada.

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III. EL RECURSO DE CASACIÓN

Cinco cargos se han formulado contra


la sentencia del Tribunal, todos ellos sustentados en la
causal primera de casación, así: el primero, por violación
indirecta de la ley sustancial, como consecuencia de error en
la apreciación probatoria; el segundo y el cuarto, por
infracción directa del artículo 1061 del Código de Comercio,
entre otros; y, el tercero y quinto, por vulneración indirecta de
normas de derecho material, a causa de errores de hecho en
la apreciación de diversos medios demostrativos.

La Corte sólo despachará la primera,


tercera y cuarta acusaciones, que son las que guardan
relación con la garantía pactada en las condiciones
generales de contratación, conforme al artículo 1061 del
Código de Comercio, tema alrededor del cual giraron las
excepciones formuladas por la parte demandada. El cargo
segundo, pese a que también trata el asunto de garantía, no
será resuelto, por cuanto conlleva un planteamiento
ligeramente diverso del que se hace en el cuarto ataque.
Tampoco se abordará el cargo quinto, por ser ello
innecesario, habida cuenta que la primera y cuarta
acusaciones están llamadas a prosperar y aparejan el
quiebre del fallo del Tribunal.

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CARGO PRIMERO

1. En esta acusación se denuncia un


“evidente error de apreciación probatoria” al desconocer los
artículos 87, 92, 120, 121 y 398, inciso 1°, del Código de
Procedimiento Civil, y, consecuentemente, la infracción del
artículo 1061 del Código de Comercio, por falta de
aplicación, así como de los artículos 822, 870, 871 y 900,
inciso 2°, de la misma codificación, 1546, 1602, 1603, 1741,
inciso 3°, 1743, inciso 1°, y 1746 del Código Civil.

2. Para sustentarla se acude a la


afirmación plasmada en el colofón de la sentencia, según la
cual: “ De esta consideración resulta que la garantía prevista
en el numeral 8.1 de la cláusula 8 de las condiciones
generales de la póliza automática debe desestimarse o
tenerse por no escrita. A esta conclusión también se llegaría
solo de tener en cuenta que el clausulado de las condiciones
generales, no fue legal y oportunamente allegado al
proceso... ” (se subraya).

Alega el censor que tal aseveración


carece de respaldo objetivo, pues nunca se había dudado de
la existencia de la prueba, como para que el Tribunal lo
hiciera, basado, al parecer, en un aspecto propio de su
aportación al proceso, que significa simplemente que, al no
estar demostrada la garantía que apuntalaba las

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excepciones, no podía aplicarse el artículo 1061 del Código
de Comercio.

Aunque el Tribunal no precisó las


razones de dicha conclusión, el impugnador asume que ello
pudo obedecer a que dicho documento - condiciones
generales - fue anunciado con la contestación de la
demanda, pero se allegó con un memorial posterior a ella.
Sobre el particular, aduce que si la notificación personal del
libelo se produjo el 19 de abril de 1994 y el término para
replicarlo vencía el 18 de mayo, no resulta extemporánea la
respuesta presentada el día 12, como tampoco el memorial
complementario radicado el 17, “advirtiendo que tal
clausulado se había anunciado con la contestación pero no
se había incluido con la misma ... ”.

Si el término beneficia exclusivamente


al demandado y éste puede utilizarlo como a bien lo tenga,
renunciar a él o aprovecharlo total o parcialmente, mientras
no se haya agotado, resulta que el Tribunal cometió un error
evidente y trascendente, pues si hubiera tenido por oportuna
la aportación de las condiciones generales de contratación,
habría podido constatar la existencia de la garantía, su
viabilidad e incumplimiento, en consonancia con las demás
pruebas militantes en el expediente.

3. En este evento, pues, se abría


paso la aplicación del artículo 1061 del Código de Comercio,
que impone la observancia de la garantía, sea sustancial o

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no, para concluir, entonces, que la actitud del asegurado
vició el consentimiento del asegurador y la validez del
contrato desde su comienzo, o, subsidiariamente, que con
ella surgió la posibilidad de terminar el contrato por
incumplimiento o mora de una de las partes.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. El reproche apunta a combatir la


postura del Tribunal frente al documento de condiciones
generales, habida cuenta que estimó que “no fue legal y
oportunamente allegado al proceso”.

Primeramente, resulta fundamental


establecer la existencia física del documento en el proceso,
al igual que las condiciones de tiempo y modo en que llegó a
él, así: a). El auto admisorio de la demanda fue dictado el 4
de abril de 1994 (C. 1, fl. 54) y notificado al representante
legal de la demandada el día 19 del mismo mes y año (C. 1,
fl. 55); b). La contestación de la demanda se presentó el 12
de mayo de 1994; y c). A folios 70, 71 y 72 (C. 1) reposa en
formato preimpreso el texto de las “condiciones generales”,
correspondientes a la “Póliza Automática de seguro de
transporte de mercancías”, incorporadas al expediente el
17 de mayo de 1994, con la indicación de haberse enunciado
en la contestación de la demanda, sin anexarse, y la petición
de que fueran tenidas como prueba (C. 1, fl. 69).

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Ahora, determinado que el documento
obra en autos, es evidente, como se infiere de la fecha de su
aportación, que ésta tuvo lugar después de la presentación
del escrito contentivo de la contestación de la demanda, y
queda, entonces, por precisar, frente a la oportunidad
señalada por la ley, si puede aceptarse que la aducción del
formulario fue adecuada y tempestiva, pues se había
cumplido con la respuesta al libelo, es decir, si el escrito
adicional puede entenderse integrado al inicial, o, por el
contrario, escindido de él.

2. Al respecto, cabe analizar


someramente la finalidad del término que se concede a la
parte demandada para la contestación del libelo, como
manifestación básica del derecho de defensa.
Esencialmente, puede decirse que tal lapso permite que el
interesado despliegue todas las actividades que estime
pertinentes para la protección de sus derechos, lo que se
traduce no sólo en una garantía personal, desde luego, sino
también en una recíproca para las partes, pues, a más de
que posibilita el ejercicio de una facultad procesal, delimita
con precisión los extremos fácticos y jurídicos del debate.

El de contestación de la demanda es un
término individual y preclusivo de la parte, cuyo empleo
depende de la voluntad de ésta, quien puede allanarse,
replicar el libelo, proponer excepciones, o demandar en
reconvención, entre otras conductas, o simplemente guardar
silencio; dicho de otra manera, la parte decide la actitud que

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asumirá dentro de la controversia, y, por lo mismo, en ella
estará agotar el término que la favorece, sin que pueda
considerarse que su actuación inicial, a través de uno o
varios escritos, cierra toda ocasión para corregir, adicionar,
complementar o suprimir la gestión previa, en el entendido
de que esto último se adelante dentro de los concretos
límites temporales y sin que haya mediado una renuncia de
términos - artículo 122 del Código de Procedimiento Civil - ,
pues, al fin de cuentas, cuando se venza el plazo, todos eso
actos habrán de calificarse de manera integrada.

Resumidamente, la aportación de
pruebas anunciadas en la demanda y no adjuntadas a ella,
la petición adicional de pruebas en escrito posterior, la
proposición de excepciones, la presentación de demanda de
reconvención, entre otros, son actos válidos, a condición de
que se realicen antes del vencimiento del término otorgado
para contestar el libelo, es decir, siempre que no hubiere
precluido, lo que puede acontecer por su agotamiento o por
el acto dispositivo de renuncia de la parte a quien beneficia.

3. En este orden de ideas, si el


término de que disponía la demandada para contestar el
libelo, conforme al artículo 398 del Código de Procedimiento
Civil, se cumplía el 18 de mayo de 1994, no queda duda que
el documento respectivo fue incorporado antes de su
vencimiento, de modo que constituye parte de un todo, en
tanto que su aducción fue oportuna y válida, entendiéndose,
por ende, cobijado por el decreto de pruebas por el cual el

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juez de conocimiento dispuso tener “como prueba la
documental acompañada con el escrito de contestación de la
demanda” (C. 1, fl. 88), sin reparo de la parte demandante.

La conclusión contraria del Tribunal, por


la que infundadamente descalificó el documento, evidencia,
sin hesitación alguna, un yerro en la contemplación jurídica
de la prueba, que, como lo ha pregonado esta Corporación,
ocurre cuando el juzgador “no se ha ceñido fielmente a las
normas legales de disciplina probatoria que rigen, aparte de
los puntos relativos a la petición, producción, aducción y
contradicción, en la valoración de la prueba, en cuanto se le
niegue a un medio el mérito que la ley le concede o se le
otorgue uno del cual carece” (sentencia de 25 de mayo de
2004, exp. 7127, no publicada aún oficialmente). Semejante
postura del sentenciador lleva de la mano la infracción de las
normas sustanciales denunciadas, como consecuencia de la
errada concepción de que las condiciones generales - y por
consiguiente la garantía - no existían dentro del proceso, lo
que, de paso, impedía el examen de las excepciones
perentorias propuestas por la parte demandada.

4. Prospera el cargo.

CARGO TERCERO

1. Señala la censura que el Tribunal,


a causa de “evidentes errores de hecho en la apreciación de
las pruebas”, aplicó inadecuadamente el artículo 1061 del

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Código de Comercio, y dejó de aplicar los artículos 822, 871,
y 900, inciso 2°, del mismo estatuto, 1602, 1603, 1741,
inciso 3°, 1743, inciso 1°, y 1746 del Código Civil.

2. Expone que se apreció e interpretó


incorrectamente la cláusula octava de las condiciones
generales, al deducir que ella “se refería a deberes u
obligaciones que el asegurador (sic) debía cumplir con
posterioridad al perfeccionamiento del contrato de seguros,
siendo preciso concluir que la violación de la garantía no
podía generar en ningún caso la nulidad relativa del mismo”.

Tal compromiso, continúa el


impugnador, no puede entenderse “sino como una obligación
determinante de la expresión del consentimiento del
asegurador para celebrar el contrato en circunstancias tan
especiales y particulares, y no simplemente como un
conjunto de deberes que se van haciendo exigibles a medida
que el contrato avanza en su ejecución”, de suerte que se
“abría paso a una correcta aplicación del artículo 1061 del C.
de Co., debiéndose concluir forzosamente en que la actitud
del asegurado vició el consentimiento de la Aseguradora y
en dicha medida afectó irremediablemente ... la validez del
contrato desde su comienzo, para aplicar de contera las
normas sustanciales en que se apoya la nulidad del contrato,
consecuencia directa del incumplimiento de la garantía,
alegada como excepción por la demandada ... ”.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

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1. De entrada es preciso advertir,
como de antiguo se ha sostenido, que la interpretación de
los contratos es una gestión encuadrada dentro de la
discreta autonomía con que cuentan los jueces para
observar y ponderar las situaciones fácticas; por lo mismo, la
hermenéutica del sentenciador se encuentra amparada, en
principio, por la presunción de acierto, que sólo puede ser
derribada cuando la censura consigue demostrar un error de
hecho que se ajuste plenamente a los perfiles exigidos por la
ley, es decir, que sea, a más de notorio o evidente,
trascendente.

Ciertamente, este tipo de yerro debe


irrumpir de forma inequívoca, hipótesis que, prácticamente,
sólo se presentará cuando la exégesis de la cláusula
contractual propuesta por el casacionista sea la única
admisible a la luz de las circunstancias particulares, y se
muestre, consecuentemente, como un planteamiento tan
sólido y persuasivo que, por su propio peso, sea capaz de
revelar la contraevidencia en la comprensión del Tribunal.
En sentido contrario, si la estipulación negocial resiste varios
entendimientos, todos razonables, quedará inmediatamente
descartado el desatino e incólume el raciocinio del fallador,
que habrá de respetarse, justamente, por su conformidad
con la lógica y sensatez.

2. Sostiene el recurrente que el


acuerdo plasmado en la garantía - numeral 8.1 - determinó

C.J.V.C. Exp. 7356 22


el consentimiento de la aseguradora, y no puede leerse
como lo hizo el ad quem, esto es, a manera de una
obligación por cumplir “con posterioridad al
perfeccionamiento del contrato”.

Prontamente hay que decir que no se


está frente a un error de las mencionadas características.
En efecto, la obligación del asegurado consistente en
“aplicar a esta póliza todos sus despachos e informar
verazmente acerca de cada uno de ellos” aparece como una
promesa futura e incondicional por virtud de la cual su
otorgante debe ejecutar una serie de conductas informativas
a lo largo de la vigencia de la póliza. Se trata, pues, de un
compromiso que no se agota - ni puede agotarse - en el
instante de la conclusión del contrato, sino que gravita
permanentemente sobre el asegurado y le impone una
actuación diligente y transparente frente a la aseguradora,
que habrá de desplegar sucesivamente en el tiempo,
cuantas veces sea necesario, en orden a lograr la
efectividad de la cobertura.

Prueba de que esta obligación


pertenece a la fase de ejecución del contrato, y que, como
ha dicho la Sala, lo “nutre - o tonifica - ... ,en lo particular, así
como lo hace operante - o dinámico - ” (sentencia de 30 de
septiembre de 2002, exp. 4799, no publicada aún
oficialmente), es que su mismo clausulado prevea una
especie de decaimiento de la póliza flotante o automática,
que se presenta cuando transcurre cierto tiempo sin que se

C.J.V.C. Exp. 7356 23


haya producido una declaración de esta naturaleza.
Específicamente, dentro de las condiciones generales de
contratación - numeral 24 - , se establece: “Falta de
aplicaciones a la póliza. El presente contrato vencerá
automáticamente cuando durante el término de seis (6)
meses, el Asegurado no haga aplicaciones al mismo, es
decir, no enviar e informar ningún despacho dentro de este
lapso” (C. 1, fls.71 - 72).

En suma, si el artículo 1061 del Código


de Comercio indica, en lo pertinente, que ante el
incumplimiento de la garantía “el contrato será anulable”, y
que cuando ella se refiera a un “hecho posterior a la
celebración del contrato, el asegurador podrá darlo por
terminado desde el momento de la infracción” (se subraya),
aflora que no se equivocó el Tribunal cuando consideró que
la condición pactada en el numeral 8.1. se ubicaba en la
etapa de desenvolvimiento de la relación contractual y, por
tanto, de ser desacatada, no podía ocasionar anulabilidad,
sino la terminación del contrato por voluntad de la compañía.

3. Sin más, no prospera el cargo.


CARGO CUARTO

1. En éste se aduce que la sentencia


vulneró directamente los artículos 1061 del Código de
Comercio, por interpretación errónea, 822, 870, 871, 900,
inciso 2°, del mismo ordenamiento, 1546, 1602, 1603, 1741

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inciso 3°, 1743, inciso 1°, y 1746 del Código Civil, por falta
de aplicación.

2. Como preámbulo, el recurrente


hace un detallado comentario alrededor de las modalidades
de contratación del seguro de transporte - específico y
automático - , como acerca del certificado de seguro y la
declaración de alimento, apoyado en doctrina y antecedentes
legislativos, entre otros.

Posteriormente manifiesta, en resumen,


que cuando el ad quem avocó la tarea de averiguar la
relación entre la garantía insertada en las condiciones
generales y el riesgo, comprendió erradamente el artículo
1061 del Código de Comercio, pues consideró que la “única
relación aceptable ... sería aquella que implique algún grado
de ingerencia (sic) con la pérdida o daño de la mercancía
transportada”, a la vez que “únicamente se pueden entender
como eficaces aquellas garantías que exclusivamente
impliquen un aumento de riesgo físico o que influyan en el
siniestro propiamente dicho”.

El juicio del fallador fue desfigurado,


más allá de la autonomía propia de su labor, prosigue,
habida cuenta que desconoció la naturaleza del contrato de
seguro de transporte en la modalidad de póliza automática,
lo que le impidió apreciar la relación entre riesgo asegurado
y garantía, que no puede ser solamente física; igualmente,
dice que se mezclaron las nociones de riesgo y siniestro,

C.J.V.C. Exp. 7356 25


para buscar el ligamen entre garantía y siniestro, que no
entre la primera y el riesgo; y, adicionalmente, que se olvidó
la posibilidad de que las garantías no estén atadas al riesgo
físico, sino como actitud ética o moral del asegurado.

3. Con tal proceder, remata, el


sentenciador cometió errores que no le permitieron
establecer claramente el grado de relación entre riesgo y
garantía, sino desechar indebidamente las excepciones
propuestas por la parte demandada.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. Para comenzar ha de decirse


brevemente, aunque es bien sabido, que las acusaciones
formuladas por la vía directa se caracterizan por contener un
planteamiento de orden estrictamente jurídico, y, por ende,
alejado de los aspectos fácticos y probatorios concernientes
al debate, con los que el recurrente debe mostrar absoluta
conformidad.

2. En este caso, la controversia gira


específicamente en torno al entendimiento dado al artículo
1061 del Código de Comercio, que, en materia de seguros,
regula la institución de la garantía, en los siguientes
términos:

“Se entenderá por garantía la promesa


en virtud de la cual el asegurado se obliga a hacer o no

C.J.V.C. Exp. 7356 26


determinada cosa, o a cumplir determinada exigencia, o
mediante la cual afirma o niega la existencia de determinada
situación de hecho”.

“La garantía deberá constar en la póliza


o en los documentos accesorios a ella. Podrá expresarse en
cualquier forma que indique la intención inequívoca de
otorgarla”.

“La garantía, sea o no sustancial


respecto del riesgo, deberá cumplirse estrictamente. En caso
contrario, el contrato será anulable. Cuando la garantía se
refiere a un hecho posterior a la celebración del contrato, el
asegurador podrá darlo por terminado desde el momento de
la infracción”.

3. A partir de lo estipulado en el
numeral 8.1 de las condiciones generales de contratación
aplicables a las pólizas automáticas de seguro de transporte
de mercancías expedidas por Skandia Seguros Generales
S.A., la sociedad Campos y Asociados Ltda. se comprometió
a “aplicar a esta póliza todos sus despachos e informar
verazmente acerca de cada uno de ellos”, pacto este que, a
juicio del Tribunal, debe desestimarse o tenerse por no
escrito, por impertinente, dado que no tiene relación con el
riesgo asegurado, pues su eventual incumplimiento “no hace
más arriesgada la pérdida o daño de la mercancía
transportada”, ni hace que sea “más posible la pérdida o
daño” o que aquélla “se exponga más durante los trayectos”,

C.J.V.C. Exp. 7356 27


como tampoco constituye una precaución respecto del
siniestro.

Contrariamente, la censura se duele de


un error interpretativo y apunta a tres aspectos, que, en
apretada síntesis, corresponden, por un lado, a que la
relación implícita en el artículo 1061 ibídem “no solamente es
aquella que existe en forma directa con el riesgo físico, sino
que incluye otro tipo de relaciones”; a que se buscó la
relación entre la garantía y el siniestro, que no entre aquélla
y el riesgo, “lo cual es totalmente diferente”, por el otro; y,
finalmente, a que se desconoció la posibilidad de convenir
garantías “relacionadas no solamente con el riesgo físico,
sino con el riesgo entendido como actitud ética o moral del
asegurado”.

Ahora, al estar descritos los extremos


del litigio, pertinente es recordar un pronunciamiento de la
Sala, que desató un asunto similar. En efecto, se dijo que “la
garantía -entendida en su estructura medular
preponderantemente como promesa del candidato a
tomador-, en un todo de acuerdo con la regulación
actualmente vigente, ..., reviste pues varias características
capitales, sin perjuicio de otras, por de pronto, de menor
rango:

“1. Está concebida y definida,


primigeniamente, se itera, como una arquetípica “promesa”
(...)”.

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“2. Debe constar por escrito, bien en
la póliza extendida por el asegurador, o en los documentos
accesorios a ella (art. 1048, C. de Co.)”.

“3. Puede expresarse en cualquier


forma que indique el propósito manifiesto, amén de fidedigno
de otorgarla, ‘… vale decir, que debe pactarse de tal manera
que, según lo define el Diccionario de la Real Academia de la
Lengua, ‘no admita duda’, ni se preste a equívocos’
(Sentencia de 19 de Noviembre de 2001, Exp 5978; Vid. en
el mismo sentido, Sentencia de 14 de diciembre de 2001,
Exp. 6230) (...)”.

“4. Puede ser sustancial o insustancial


respecto del riesgo asegurado, dependiendo de los términos
en que haya sido acordada por las partes. En desarrollo del
principio de interpretación consagrado en el artículo 28 del
C.C., las palabras de la ley deben entenderse en su sentido
natural y obvio, luego, el adjetivo ‘sustancial’, utilizado por el
legislador en el artículo 1061 del Código, significa ‘que
constituye lo esencial o más importante de algo’(...)”.

“Así, la garantía será sustancial al


riesgo si se exige como presupuesto determinante -o basilar-
de la asunción de éste por parte del asegurador e,
insustancial en caso contrario, en el que podría exigirse,
entre otros cometidos, con la confesada y precisa misión de
preservar el equilibrio técnico que, respecto de la relación

C.J.V.C. Exp. 7356 29


aseguraticia, en línea de principio rector, debe existir entre el
riesgo y la prima, sin que por ello esta exigencia se torne
anodina o estéril, como quiera que la ausencia de
sustancialidad, de plano, no quiere denotar trivialidad o
nimiedad, expresiones de suyo divergentes (...)”.

“5. Sea o no sustancial, en los términos


ya reseñados, debe tener o guardar –alguna- relación con el
riesgo (...), esto es, con el suceso incierto que no depende
exclusivamente de la voluntad del tomador, asegurado o
beneficiario (art. 1054 C. de Co), que es asumido por el
asegurador, a voces del artículo 1.037 del estatuto mercantil,
puesto que de lo contrario, ello se prestaría para la
incubación de abusos y conflictos que, al unísono,
eclipsarían la teleología bienhechora de la institución del
seguro. Sobre el particular, está de acuerdo la communis
opinio patria(...). Tanto es así que el artículo en comentario,
al proclamar la sustancialidad o insustancialidad, lo hace de
cara al riesgo, como quiera que éste es el punto de
referencia empleado por el legislador vernáculo –en lo
pertinente-, lo que denota, entonces, que en cualquiera de
los prenotados supuestos, incluso el de la insustancialidad,
el riesgo debe hacer presencia, así sea moderada o
sutilmente (...)”.

“6. Por último, ella debe cumplirse


estrictamente. En la Exposición de Motivos del proyecto de
1958, la Comisión redactora claramente expresó que “La
garantía sea o no sustancial al riesgo, ha de ser objeto de

C.J.V.C. Exp. 7356 30


cumplimiento estricto. La declaración debe ser
substancialmente exacta. No siéndolo se afecta la validez
misma del contrato. Esto que se predica de la celebración
del contrato vale también respecto de su ejecución. El no
cumplimiento de la garantía, aunque no sea substancial al
riesgo, significa terminación del contrato, por constituir
infracción de las obligaciones o cargas que él origina”. (se
subraya; op. cit, pag. 562)” (sentencia de 30 de septiembre
de 2002, exp. 4799, no publicada aún oficialmente).

4. Vistas así las cosas, emerge que


la necesaria conexión que ha de existir entre la garantía y el
riesgo, no tiene - ni puede tener - el significado que, en
exclusivos términos físicos o materiales, le asignó el
Tribunal, cuando exigió, desde dicha óptica, que la
inobservancia de la “promesa” habría de aumentar
forzosamente la probabilidad de “realización del riesgo
asegurado”. Ciertamente no. Si la misma ley distingue las
garantías sustanciales respecto del riesgo de las que no
ostentan dicho linaje, y, en cualquier caso, les atribuye un
carácter válido y vinculante, desde luego, bajo el supuesto
de que su contenido esté relacionado - en mayor o menor
medida - con el riesgo, o, dicho de otra manera, sea
“aplicable al contrato”, como lo prevé el artículo 1062 del
Código de Comercio, resulta que la motivación que induce a
las partes a convenirla, no ha de estar indefectiblemente
atada al propósito de disminuir la probabilidad de
materialización del riesgo - siniestro - , sino que puede tener
un sustrato de otra índole, verbi gratia moral, económico o

C.J.V.C. Exp. 7356 31


técnico, 1 siempre que, y en esto vale la pena insistir,
aparezca algún género de vinculación con el riesgo.

Sin embargo, aunque de lo dicho se


desprenda que la prestación incorporada en la garantía
puede tener un alcance mayor al que en esta ocasión le fijó
el Tribunal, no por ello puede perderse de vista que el pacto
respectivo debe enmarcarse, en todo caso, dentro de los
lineamientos trazados por la lealtad y corrección contractual,
según resulten aplicables a las circunstancias concretas, de
modo que el contenido de la cláusula, siendo razonable y
proporcionado, no constituya un mecanismo abusivo en el
marco de las relaciones propias del tráfico jurídico.

Particularmente, frente a la garantía


que es objeto de estudio, por la cual el asegurado se obligó
a “aplicar a esta póliza todos sus despachos e informar
verazmente acerca de cada uno de ellos”, es de verse que,
tratándose de una póliza flotante o automática, mantiene una
incuestionable conexión con el riesgo, pues corresponde a la
denominada “declaración de alimento o abono” o “aviso de
seguro”, mediante la cual se suministran a la aseguradora
los datos específicos acerca de los despachos o
cargamentos, en temas como trayecto, medio de transporte,
bienes objeto del transporte, entre otros, y que, como lo
sostuvo la Corte en la providencia citada, no sólo “no resulta
contraria al postulado de la buena fe, ni al justo equilibrio
negocial”, sino que, además, “armoniza con la arquitectura y
1
En este sentido, Ossa G. J. Efrén, Teoría General del Seguro, El contrato, Temis,
1991, pag. 364.

C.J.V.C. Exp. 7356 32


con la teleología del seguro contratado, a la par que cumple,
entre otros, dos cometidos fundamentales: a) nutre - o
tonifica - el contrato, en lo particular, así como lo hace
operante - o dinámico -, y b) permite el establecimiento de la
prima que, ministerio legis, debe pagar el tomador”.

5. Anduvo, entonces, errado el


Tribunal, cuando descalificó una estipulación contractual
válida, con una interpretación que, como queda visto,
desatiende el tenor del artículo 1061 del Código de
Comercio, y, por lo mismo, apareja el éxito del ataque.

IV. SENTENCIA SUSTITUTIVA

Como efecto de la prosperidad de los


cargos primero y cuarto se ha establecido, por un lado, la
oportuna y debida aportación al expediente de las
condiciones generales de contratación, y, por el otro, la
validez de la garantía contenida en el numeral 8.1 de dicho
documento.

Con miras a emitir la sentencia de


instancia correspondiente, al margen de las consideraciones
del Tribunal acerca de la acreditación del siniestro y su
cuantía, resta examinar si se presentó la infracción de la
garantía en comento, circunstancia que sustenta las
excepciones propuestas por la institución aseguradora.

C.J.V.C. Exp. 7356 33


1. En la contestación de la demanda,
la compañía argumentó que el fundamento de la objeción a
la reclamación formulada por Campos y Asociados Ltda., y
que, asimismo, soportaba su defensa, descansaba sobre el
hecho de que “Skandia designó como ajustador a
Ajustadores Asociados Ltda., quienes encontraron que la
asegurada ... no había informado ... de la totalidad de los
despachos efectuados a partir de la vigencia de la póliza
(junio 8 de 1.992) y que sólo informó de dos (2) de un total
de treinta y tres (33) que había efectuado entre junio 8 de
1.992 y marzo 31 de 1.993; los restantes 31 correspondían a
despachos efectuados por vía aérea y los 2 reportados
habían sido realizados por vía marítima” (C. 1, fl. 77).
Afirmó, consiguientemente, que la
asegurada “violó la garantía estipulada en el contrato de
seguro consistente en la obligación de aplicar a la póliza
todos los despachos que efectuara, pues dejó de aplicar e
informar SKANDIA 31 despachos de los 33 que realizó entre
el 8 de junio de 1.992 y el 31 de marzo de 1.993”.

2. Este aserto fue corroborado dentro


del proceso, por los siguientes elementos demostrativos:

a. A folios 65 y 66 del cuaderno 1


obra el listado de las importaciones realizadas por Campos y
Asociados Ltda. en el período comprendido entre el 1 de
junio de 1992 y el 31 de marzo de 1993, elaborado por la
firma Ajustadores Asociados Ltda. y firmado por Carmen
Rosa Campos Mesa, subgerente de la primera sociedad, en

C.J.V.C. Exp. 7356 34


señal de aceptación. La información corresponde a un total
de 33 despachos, de los cuales 2 fueron realizados por vía
marítima y 33 por vía aérea.

b. En la versión que rindió Carmen


Rosa Campos Mesa, como se dijo, subgerente de la
sociedad demandante, relató: “Nosotros tenemos dos clases
de impostaciones (sic), las que viene (sic) por vía marítima
de Europa, y las que viene (sic) Vía aérea de Miami -
Bogotá, reportamos las que venían vía marítima, con
certificado individual de seguro, las mercancías que vienen
vía aérea Miami - Bogotá no se reportaron porque vienen
aseguradas por el transportador. Entonces no podíamos
ponerle doble seguro ya que en el caso de riesgo no pagan
doble seguro”. Posteriormente, tras manifestar que la
contratación de la póliza automática se gestionó a través de
As Ltda., anotó que “según nuestro criterio no era obligación
reportarlo, porque ya estaba asegurado por otro lado”, y que
“el corredor de seguros sabía que nosotros traíamos esa
mercancía con seguro de transportador y ellos no le
informaron a su compañía representada. En estos casos
uno habla con el corredor de seguros y el corredor de
seguros le hace el contrato” (C. 1, fls. 105 - 109).

c. Enrique Quisiboni Palomino,


gerente de As Ltda, reconoció que esta sociedad asesoró a
la demandante en la contratación de la póliza flotante, y que
no estuvo de acuerdo cuando la aseguradora objetó la
reclamación, pues si las mercancías procedentes de los

C.J.V.C. Exp. 7356 35


Estados Unidos eran aseguradas por el despachador, no
había motivo para tomar otro seguro en Colombia. Ante el
interrogante de si esta situación había sido puesta en
conocimiento de la aseguradora, aseveró: “De pronto hubo
alguna omisión si la podemos llamar así en el sentido de no
decirle a la compañía o de hacer claridad sobre lo que
ocurría con las importaciones de E.E.U.U. pero en ningún
momento ni de parte de la firma Campos & Asociados ni de
parte nuestra haya sido algo premeditado en realidad de
parte nuestra pudo haber un olvido involuntario en verdad si
alguna de las dos se iba a manejar por eso era que yo nunca
había tenido esas pólizas con E.E.U.U. porque ellos traían
esas pólizas aseguradas hasta que por fin nos llamaron a
decirnos que les tocaba traer mercancías de otras partes
del mundo y como no tenía nada que ver con los
despachadores de los E.E.U.U. de MIAMI las tenía que
asegurar en Colombia tomar la póliza (sic)” (C. 1, fls. 109 -
115).

d. Por su parte, José Guillermo Peña


González y Alberto Rairan Hernández, en su orden,
representante legal y abogado de la compañía demandada,
recontaron los hechos y coincidieron al comentar que la
objeción de la reclamación obedeció al incumplimiento de la
garantía pactada en las condiciones generales, que ocasionó
la terminación del contrato.

C.J.V.C. Exp. 7356 36


3. Así las cosas, del escrutinio de las
pruebas que se dejan resaltadas, emergen estas
conclusiones:

a. La circunstancia de que no todos


los despachos que recibiría Campos y Asociados Ltda.
serían aplicados a la póliza automática no se informó a la
aseguradora en la etapa precontractual como tampoco
durante la ejecución del acuerdo -salvo después del
siniestro-, de modo que no pudo ser considerada ni tenida en
cuenta dentro del contenido del negocio jurídico que vinculó
a las partes.

b. Por tanto, la garantía plasmada en


el numeral 8.1. mantuvo el alcance general con que se
encuentra originalmente redactada en las condiciones
estándar de contratación, pues no se celebró pacto alguno
en sentido contrario, ni se limitó su ámbito de aplicación,
como tampoco se excluyó ningún tipo de despacho o
cargamento. Véase cómo el compromiso del asegurado
consistió llanamente en “aplicar a esta póliza todos sus
despachos y a informar verazmente acerca de cada uno de
ellos” (se subraya).

c. Con independencia de los motivos


que tuviera el asegurado para no aplicar a la póliza todos los
despachos, lo cierto es que desde el mes de junio de 1992,
cuando omitió, por primera vez, el suministro de información

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relativa a los despachos, infringió la garantía prevista para la
póliza automática.

d. El artículo 1061 del Código de


Comercio dispone que la garantía, sea sustancial o no
respecto del riesgo, “deberá cumplirse estrictamente” (se
subraya), de modo que, al estar acreditada su inobservancia
injustificada, se impone la aplicación de las consecuencias
legales pertinentes.

e. Tratándose, como se vio al


despachar el cargo tercero, de una garantía referida a “un
hecho posterior a la celebración del contrato”, fuerza concluir
que ha de abrirse camino la excepción que subsidiariamente
propuso la parte demandada, en el sentido de que se
produjo la terminación del contrato, a partir del momento en
que se desatendió la obligación incorporada en la garantía.

V. DECISIÓN

En armonía con lo expuesto, la Corte


Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,
CASA la sentencia de 29 de abril de 1998, proferida por la
Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá
en este proceso ordinario, y, en sede de instancia,

RESUELVE

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1. REVOCAR en todas sus partes la
sentencia fulminada el 24 de julio de 1996 por el Juzgado
Veintinueve Civil del Circuito de Bogotá.

2. DECLARAR probada la excepción


propuesta por SKANDIA SEGUROS GENERALES S.A.,
denominada “inexistencia total de la obligación ... el contrato
de seguro de transporte contenido en la póliza automática
103531 terminó antes de ocurrido el siniestro”, fundada en el
incumplimiento de la garantía prevista en el numeral 8.1 de
las condiciones generales de contratación.

3. ABSOLVER, como consecuencia


de la anterior declaración, a SKANDIA SEGUROS
GENERALES S.A. de las pretensiones planteadas en su
contra por la sociedad demandante.

4. CONDENAR a la parte
demandante al pago de las costas de ambas instancias.
Liquídense oportunamente. No hay lugar a costas en el
recurso de casación, por la prosperidad del mismo.

Cópiese, notifíquese y devuélvase al


Tribunal de origen.

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PEDRO OCTAVIO MUNAR CADENA

MANUEL ISIDRO ARDILA VELÁSQUEZ

JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR

CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO

SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO


(Con excusa)

CÉSAR JULIO VALENCIA COPETE

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EDGARDO VILLAMIL PORTILLA

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