Cuando la persona se siente apreciada incondicionalmente está cada vez más dispuesta a
seguir explorando su mundo y puede comunicar estas exploraciones con cada vez
menos embarazo.
“Que yo co-experimente lo que las persona u las cosas significan para mi cliente no
quiere decir que esté de acuerdo con su quizás unilateral punto de vista… mi co-
experiencia y aceptación implican solamente una actitud de no juzgar” (Encuentro e
integración pág. 146). Mi actitud le dice al otro que yo no lo condeno, sino que le
respeto y le aprecio porque su naturaleza es un don del ser, y que este don es
fundamentalmente bueno y por lo tanto respetable, no importa que tan velado pueda
estar por sentimientos y actitudes con las que básicamente no estoy de acuerdo.
Tengo derecho a diferir con sus opiniones en abstracto. Ejemplo: él opina que debe de
destruirse y yo no opino igual. Pero puedo escucharlo y aceptar que por determinadas
circunstancias, él piensa así. Puedo también considerar algunas conductas, enfoques,
etc., que él tiene en función de la utilidad que le representan. Ejemplo: personalmente
me disgusta la cacería pero me doy cuenta que esta actividad es muy importante para él
y puedo aceptarlo bajo ese aspecto.
Pero el aprecio positivo incondicional no se debe fingir, esto resulta más nefasto que el
mismo rechazo.
2. CONGRUENCIA O AUTENTICIDAD.
Facilitar el crecimiento del otro cuando eres el o la que eres, cuando en la relación eres
honesto, sin dobleces, abierto. Esto implica que te das cuentas de tus sentimientos, que
puedes vivirlos y comunicarlos si resulta apropiado. Tu relación es de persona a
persona y no te ocultas detrás de algún rol.
Todos conocemos personas que dicen lo que no sienten o que actúan como no son, al
menos en ocasiones. También conocemos otras que percibimos como muy auténticas, y
nos sentimos muy confiadas en su presencia.
Este aspecto es importantísimo en la relación, probablemente es el más importante de
todos y también el más delicado porque: ¿qué hay cuando mis sentimientos hacia el otro
son “negativos”?. Cabe aclarar que autenticidad no significa impulsividad ni una
“franqueza hiriente que consiste en decirle al otro algo negativo sino haberme detenido
a ver qué me está pasando. Por otro lado, el hablar francamente de mis sentimientos
reales apropiándome de lo que digo y no atribuyéndoselo al otro (Ej. “me he estado
aburriendo” y no “tú me aburres” o “qué aburrido eres”) puede ayudar a que la relación
crezca, ya que empiezan a salir más fácilmente otros sentimientos reales. No olvidemos
que la delicadez y el respeto son esenciales en las relaciones intrapersonales.
Pero la autenticidad no se debe fingir, est resulta más nefasto que la falsedad abierta.
3. EMPATÍA
¿Cuál es la actitud que mas frecuentemente encuentras cuando hablas con otros? Puede
ser la evaluativa (“estás bien” o “estás mal”), la consoladora, la indiferente, etc.
Independientemente de las buenas interacciones, no es muy probable que estas actitudes
ayuden a auto-explorarte a fondo ni a asumir la responsabilidad de lo que te pasa.
“Me imagino que cada uno de nosotros ha descubierto que esta clase de comprensión es
extremadamente rara” (Rogers, en Des. Del Pote. Hum. Vol II, pág. 125). ¿Por qué?
Porque: -dice Rogers- si me abro a la manera como tú experimentas la vida corro el
riesgo de cambiar y todos experimentamos una resistencia al cambio. “Así, tendemos a
ver el mundo de esta otra persona solamente en nuestros términos, no en los suyos”
(Ibid., pág. 126).
Por supuesto que es muy importante la exactitud de mi comprensión del otro, más el
sólo intento de entender también ayuda, ya que si estoy tratando de comprender, el
mensaje es que tus sentimientos y significados son algo que vale la pena entender.
Nadie es empático 100% ni lo es en todo momento. Cada quien lo es en distintos
grados. Pero estando la actitud empática presente y la voluntad de crecer en la empatía,
la habilidad empática es algo muy susceptible de desarrollo. Hablaremos de ella más
adelante.
Fingir comprensión puede ser más nefasto que emitir un juicio abiertamente.
ATENCIÓN Y ESCUCHA
Nadie nos enseña a escuchar. Oír es algo mecánico que se dá porque tenemos un aparato
auditivo. Pero escuchar es mucho más que oír. “La capacidad de escuchar es una
habilidad indispensable para el crecimiento personal (escuchar-se) y revela una actitud
abierta hacia los demás y el deseo de establecer una relación significativa y justa con
ellos” (Persona, Familia y Trabajo, pág. 14)
Una auténtica relación periférica, el aspecto del otro me resalta y empiezo a clasificarlo:
es alto, de ojos cafés, voz tormentosa, ingeniero, alto coeficiente intelectual, edad
mediana, ropa muy formal, etc. Más en el verdadero encuentro personal estas cosas van
dejando de llamar mi atención, ya no clasifico. Ahora empiezo a escuchar a esta persona
única e irrepetible. Su centro y mi centro han creado la comunidad de un “nosotros”.
Después de haberle escuchado a fondo ya no volveré a clasificarlo. No sabría como
comunicar a los demás que me he encontrado con esa persona.
Cuando alguien desahoga conmigo una ansiedad que no puede soportar, no puedo
responderle fría e intelectualmente. “La llamada de una persona no puede ser contestada
sino con la presencia total de otra persona. Todo lo que sea menos, es una traición a esa
llamada y una huida de la entrega de uno mismo en la auténtica relación personal”
(Ibid., pág. 20). Esta llamada puede ser muy tenue o encubierta, pero siempre contiene
una invitación a salir de uno mismo. Es una invitación a salir de mis propias
preocupaciones, a liberarme de la fascinación de mi mundo egocéntrico” (Ibid., pág.
20). Es como si el otro me dijera: durante un rato te pido que estés para mí”.
Tomemos esto en cuenta: Es esta escucha respetuosa y cercana al llamado que el otro
me hace, dejando a un lado mis preocupaciones personales y mi interés en lña impresión
que voy a causarle, es éste estar para el otro mucho más importante que mis
conocimientos y habilidades, sin que éstas últimas carezca de importancia, solo que sin
la actitud escuchante en la base, se convierte l algo vano, hueco.
LA FORMA PASIVA DE ESCUCHAR.
El no decir nada puede comunicar con toda claridad la aceptación. El silencio forma
pasiva de escuchar” constituye un fuerte mensaje no verbal que puede lograr que la
persona sienta que en verdad no esta siendo juzgada. Escuchar en silencio también
puede ayudar a que el otro valla madurando solo. Ej.: Juan empieza a quejarse de un
profesor. José lo escucha en silencio y muestra una actitud de escucha. Juan se sigue
quejando pero ahora explica porqué no tolera al profesor. Ante el silencio aceptante de
José, Juan llega a la conclusión, por sí mismo de que no todos los profesores pueden ser
agradables y que su actitud le está causando daño. Decide ser más tolerante. Este
silencio es ayudador siempre y cuando sea aceptante. Cuando cortamos al otro para
decirle que no debería sentirse así y lo aconsejamos, amonestamos, etc., bloqueamos su
propio proceso de maduración.
LA “DOCENA SUCIA”.
1. Ordenas, diriges, mandas. Ej. “no me hables así”, “deja de quejarte”, “lo que tu
tienes que hacer, es…”
2. Adviertes, amonestas, amenazas. Ej. “Si lo haces te vas a arrepentir”, “si sigues con
ése carácter te vas a quedar sola”.
3. Exhortas, sermoneas, aleccionas. (Deberías) Ej. “No deberías sentirte así”, “siempre
debes decir la verdad”, “deberías dejar de…”
4. Aconsejas, das soluciones o sugerencias. Ej. “ve y pídele perdón”, “no le hagas
caso”
6. Juzgas, criticas, culpas, estás en desacuerdo. (Juicio negativo) Ej. “No estás
pensando con claridad”, “pensas eso por tu inmadurez”, “perdóname, pero tú tuviste
la culpa”, “estás en un error”.
7. Recompensas, estás de acuerdo. (Juicio positivo) Ej. “Te doy toda la razón”, “muy
bien, eres increíblemente inteligente”.
8. Pones apodos, ridiculizas, avergüenzas. Ej. “Claro que sí, doña perfecta”, “¿no te da
vergüenza?”, “¿oyeron la tontería que dijo fulano?”
9. Interpretas, analizas, diagnosticas. Ej. “Lo que pasa es que te dan celos”, “no, finjas,
tu intención era otra”, “te gusta por tu complejo de Edipo”, “te quieres vengar”.
11. Preguntas, interrogas. (Te centras en la información, más que en la persona) “¿desde
cuándo te sientes así?” “¿Quién te metió esa idea en la cabeza?” “¿Qué harías en
caso de divorciarte?”.
12. Distraes, humorizas, entretienes. Ej. “Olvídalo ya, ¿quieres?”, “mejor me lo dices
luego”, “hablemos de algo menos deprimente”, “mátalo de plano”, “ahí te va un
chiste, para que te alegres”.
Estos patrones de respuesta son más dañinos en la medida que se convierten en nuestra
forma habitual de responder.
Prejuicios u opiniones anticipadas acerca de la otra persona que puede originarse por su
presencia física, actitudes y roles.
Dificultad para aceptar que la otra persona es diferente, y que nuestra diferencia puede
enriquecerse mutuamente.
Estar en un diálogo interno con nosotros mismos, a un volumen tan alto que no
escuchamos al otro. Generalmente procede de asuntos no resueltos que se apoderan de
nuestro campo de conciencia.
LAS METAS DE PRESTAR ATENCIÓN
2. Respeto. Una forma muy importante de vivir el respeto hacia el otro es prestarle
nuestra atención total.
4. Influencia social. Hay dos fuentes de poder en el prestar atención que es conveniente
tener bien presente para hacer un uso responsable de él. La primera es que si yo estoy
brindándote una atención tan plena, esto exige una respuesta de tu parte. La segunda es
la atención diferencial, ya que es muy probable que la conversación siga por ese tema al
cual le estoy poniendo más atención que otros. Es importante que me dé cuenta de que
esto pasa, y que lo utilice en beneficio del otro y no el mío propio.
EL FACTOR AMBIENTAL.
Un medio ambiente con pocos distractores , sin ser frío, ni incómodo, que fomente la
mutua atención.
Que no haya objetos físicos (un escritorio por ejemplo) entre los interlocutores, ya que
esto pudiera enfatizar una diferencia de posición o estatus y pone distancia.
Advertencia: aunque el ambiente físico es importante en el encuentro personal
significativo, la persona motivada puede trabajar aún en escenarios no muy apropiados
o hasta adversos.
LA ATENCIÓN FÍSICA.
LA ATENCIÓN PSICOLÓGICA
1. Escuchar la conducta no verbal del otro. “La cara y el cuerpo son extremadamente
comunicativos, aún cuando dos personas estén en silencio, la atmósfera puede llenarse
de mensajes” (El Orientador Experto, pág. 64).
El mensaje total de una persona se compone de lo que dice con las palabras de sus
mensajes corporales, que se componen de la conducta no verbal (movimientos
corporales, gestos, expresiones faciales) y de la conducta paralingüística (tono de la voz,
inflexión, espacio entre las palabras, énfasis, pausas). Es importante escuchar estos
mensajes corporales, ya que a veces subrayan, otras contradicen y otras más enriquecen
lo que la persona dice. Además, transmiten mensajes emocionales que son menos
controlados a voluntad que las palabras. Es importante escuchar el mensaje total del otro
y no estar demasiado atentos a detalles. Conviene también ser cuidadoso en la
interpretación de los mensajes no verbales.
2. Escuchar la conducta verbal del otro. Ya nos referimos al valor que tiene la escucha
pasiva. En otros momentos será más importante la escucha activa, en la que tratamos de
escuchar tanto el contenido como los sentimientos del otro. Vigila también que tu
escucha no sea selectiva (no confundirla con la atención diferencial antes mencionada).
Es decir: sólo el elogio y no la crítica, sólo lo superficial y no lo íntimo, sólo lo bello y
no lo desagradable o viceversa. Si escuchas todo ayudas también al otro a escuchar
totalmente.
Escucharse a sí mismo. Para que haya proximidad con el otro hemos de saber
escucharnos a nosotros mismos y saber comentar con él lo que nos está pasando. Ej.:
estoy conmovido, estoy aburrido, estoy alejado, estoy asustado. Todo esto puede
suceder dentro de mí y estar obstaculizando tu escucha.
Mínimos incentivos para hablar. Hay maneras de hacer notar a la otra persona que la
estamos escuchando (decir un “ahá”, un movimiento de cabeza, gestos ó inclinarse
hacia delante). A la mayoría de las personas no nos gusta hablar con alguien totalmente
impasible. Sin embargo también importa que no demos señales de escucha en forma
mecánica o excesiva. Su función es hacer que el otro se experimente a gusto para que
siga expresándose.
LA CONCRETIZACIÓN
La auto exploración tiene como meta el desarrollo del potencial de la persona a través
de la autocomprensión y del darse cuenta de los propios recursos para llevar a una vida
mejor. Mucho de esto se consigue a través de cambios de conducta, de emprender
acciones. Por esto la autoexploración debe ser concreta. “Soluciones vagas a problemas
vagos nunca conducen a una acción afectiva” (El Orientador Experto, pág. 95)
Ejemplo:
(1). Estas teniendo problemas en tus relaciones interpersonales y la solución es que te
abras a todo tipo de gente.
¿A dónde lleva esto? Seguramente a ninguna parte. Compara ahora, en el ejemplo
siguiente, las descripciones (1) y (2).
(1). A veces me siento chistosa cuando estudio.
(2). A veces, cuando estoy estudiando sola en casa, por la noche, me empiezo a sentir
sola, como si no tuvieras amigos, aunque si los tengo. Sé que es algo pasajero pero me
inquieta mucho. Salgo a la calle para estar con la gente.
(2) Es mucho más concreta que (1) y se presta mucho más al avance. Ser concreto
implica incluir sentimientos, experiencias y conductas dentro de una situación
específica. Además, que todo esto vaya unido a la problemática real de una persona. A
veces somos muy concretos para hablar de lo que no nos preocupa y nos volvemos un
punto doloroso. Es entonces comprensible que al tocar lo que duele nos refugiemos en
generalidades. Mas para avanzar en la comprensión de uno mismo es necesario
“aterrizar” las experiencias y ser concreto.
1. Hablando concretamente.
No le puedo pedir concreción al otro si yo acostumbro hablar con generalidades y tiendo
a divagar.
2. Interviniendo activamente.
A veces, como ya vimos, lo que el otro necesita es ser escuchado sin interrupción. Otras
muchas necesita que haya diálogo, que yo responda con cierta frecuencia, que tome en
mis manos algunas “hebras” que él va dejando aquí y allá que la conversación se vaya
centrando en aspectos concretos.
Es muy probable que una plática así se convierta en barril sin fondo. Esto significa de
ninguna manera que neguemos la importancia del pasado. Por lo que ha sido el pasado
somos como somos y es muy útil re-etiquetar o dar nuevos significados a lo que hemos
vivido con miras a vivir el hoy más efectivamente. En este enfoque creemos que todo lo
importante del ayer está con nosotros aquí y ahora; darnos cuenta sobre cómo estamos
viviendo en el presente y reconocer nuestros recursos para lograr el cambio hacia el
crecimiento.
Ejemplo:
(1) Soy un fracaso como maestro.
(2) No preparo mis temas a tiempo. Me enojo con los indisciplinados y no sé cómo
manejarlos. Me asusta mucho que me hagan una pregunta a la que no sé responder y
no encuentro la manera de motivar más a mi grupo en mis clases.
Probablemente pocas cosas sean tan difíciles de enseñar como la empatía. Es algo, que
más que enseñar, se aprende, teniendo contacto con personas altamente empáticas,
haciendo un trabajo psicoterapéutico personal comprometido, teniendo una amplia gama
de experiencias personales, y en general estando abierto a la vida y a la propia
actualización personal en cuanto a valores, actitudes, conductas, sentimientos, ideas, etc.
Ser empático es comprender al otro desde su propia manera de ver y vivir sus
experiencias, poniéndome “en sus zapatos”, tratando de comprender sus significados,
ideas, sentimientos y conductas desde su marco personal de referencia.
Ejemplo:
a) Fíjate que acabo de terminar mi carrera y ya conseguí un excelente trabajo, se me
hace increíble.
b) Te cuesta creer que acabas de terminar tu carrera y ya tienes un buen trabajo.
La capacidad empática
La empatía es:
“Un sentir del mundo de los significados personales” (Rogers, 1962).
“Un sentir los componentes cognitivos, perceptuales y afectivos del campo
experiencial del cliente, tal como existen en él” (Rogers, 1961).
Una sensibilidad momento a momento en el aquí y ahora, el inmediato presente. Es
un sentir el mundo íntimo de los significados personales del cliente como si fuera
propio” (Rogers, 1966).
Esta actitud de comprensión empática convierte al terapeuta en un compañero del viaje
del cliente.
Una respuesta empática es la que logra los efectos mencionados en el párrafo anterior,
mucho depende de mi actitud de estar para el otro y de afinarme como el instrumento
que escucha una realidad viva.
2. Resumir el material central. Es muy útil hacer un resumen de los aspectos relevantes
y centrales que la persona ha comunicado en forma fragmentada. No se trata de
hacer un resumen mecánicamente, sino de demostrarle al otro un cuadro más
completo de sus autoexplraciones para que aumente la comprensión de sí mismo, se
siga autodescubriendo, o bien se dé cuenta de algún asunto “clave”. Un resumen del
material importante puede resultar muy clarificante e iluminador.
4. Concretar islas. Es frecuente que no nos demos cuenta de cómo se relacionan unos
sentimientos, conductas y experiencias con otros. Ayuda mucho tender “puentes
entre las islas”
Ejemplo: “esta fatiga y ansiedad que mencionas parece deberse a que, por un lado,
se acerca tu boda, por otro lado, todavía no encuentras casa, y por otro, esa fuerte
exigencia interna que te haces de tener éxito y de llenas las aspiraciones de tus
padres puede estar consumiendo mucha de tu energía ¿no crees?”.
3. Cuando en realidad ya nos perdimos, sea por distracción, o porque el otro se está
comunicando confusamente lo mejor es comunicárselo: “me perdí”, e invitarlo a repasar
lo dicho; o bien decirle lo que le he entendido, dejando abierta la puerta para que me
corrija o me añada.
5. Divagaciones.
Si una persona divaga mucho, la conversación pierde en concreción e intensidad. En
general, es mejor intervenir con relativa frecuencia, sin que esto implique interrumpir o
invadir la comunicación del otro. Estar atento a lo que el otro necesita. A veces su
primera necesidad es desahogarse, y lo que le ayuda es la escucha pasiva. Después, si es
conveniente, se pudiera decir algo así: “todo esto te ha golpeado fuerte. Veamos si
podemos ir poco a poco. Te escuche esto y esto…”
6. Adelantarse.
Cada persona tiene su ritmo. Cuando se responde prematuramente la persona se
confunde, se siente amenazada o molesta, lo deseable es que de fondo exista un gran
respeto al otro, a su tiempo, a sus necesidades. No hay que adelantarse.
7. “Estacionarse” en la exploración.
Lo contrario a adelantarse también sucede, es decir: promovemos en el otro la
autoexploración durante un periodo larguísimo, no le hacemos algún reflejo pertinente y
no llegamos a acompañarle a una clarificación de su experiencia.
9. Responder rápidamente.
Es una tentación común el querer “llenar” los silencios o pausas del otro, esto
normalmente se debe a nerviosismo o impaciencia de parte del que escucha. A veces las
pausas son una ocasión para buscar los puntos centrales, revisar qué me pasa, etc.
Normalmente conviene responder a ambos, pero en un momento dado, uno de los dos se
convierte en más importante.
Ejemplo:
A: Esta semana se murió mi perro, me avisaron que mi solicitud fue rechazada, me
dolió mucho la muela y tuve un pleito espantoso con mi vecino, y me pasaron más
cosas. Casi no he dormido. ¡Uuuff!
B: Te sientes abrumado. Saturado.
En este caso b responde exclusivamente a los sentimientos de a porque cree que lo
predominante en él es la sensación de saturación ante tantos contratiempos. No habla
del perro, del vecino, de la muela, etc., en este momento.
Otro Ejemplo:
A: Mi papá ,e regaña por la ropa que uso, y luego le dice a mis tíos que le encanta mi
“estilo exótico”. Regaña a mi hermano por “X” cosa y en cambio a mi hermana la
felicita por lo mismo. A veces es cariñoso con mi mamá y otra no hace más que burlase
de ella.
B: Estás viendo a tu papá reaccionando contradictoriamente ¿no es así?
Aquí b se concentra en el contenido porque cree que es lo que más ayudará a que a siga
autoexplorando.
LA FORMA DE SUPERVISAR LAS ENTREVISTAS: LA RETROALIMENTACIÓN
“La habilidad para dar y recibir retroalimentación es uno de los recursos más
importantes para que una persona avance en su proceso de desarrollo individual y
social” (Persona, Familia y Trabajo pág. 45). Abre la posibilidad de saber cómo nos ven
los otros y también a ellos de saber cómo los percibimos.
Instrucciones: Lee con cuidado cada aseveración e indica, si a tu juicio, es falsa o verdadera.
Encierra en un círculo la letra F si la aseveración es falsa, o la letra V si es verdadera.
17. Es mejor quedarte callado que comunicar tus emociones al haber reci- V F
bido retroalimentación.
REVISA LAS RESPUESTAS
1. FALSO. Solo se retroalimenta a otra persona cuando se le da información útil, que le sirva
para mejorar.
3. FALSO. Al dar retroalimentación es importante evitar los juicios de valor como “malo”,
“bueno”, etc.
6. FALSO. No basta con ser sincero, se requieren ciertas habilidades como claridad,
concreción y percepción, entre otras.
7. FALSO. Para dar retroalimentación efectiva se debe buscar el momento en que la otra
persona esté más dispuesta a recibirla.
9. VERDADERO. Es más útil para la otra persona recibir información sobre aspectos
concretos de su comportamiento.
10. FALSO. Es necesario estimar cuanta retroalimentación es capaz de recibir la otra persona
para que no pierda sus efectos positivos.
13. VERDADERO. Hay aspectos que uno mismo no puede ver, por eso también se necesita
recibir retroalimentación de los demás.
14. VERDADERO. Estos aspectos son los verdaderamente importantes para tu crecimiento
personal.
15. FALSO. Al recibir retroalimentación hay que evitar caer en la tentación de defenderse, es
mejor escuchar con atención.
1. Pide a otros que te den sus impresiones sobre tu comportamiento. Sé tolerante, ellos
probablemente violarán las reglas de una buena retroalimentación (pueden no ser
“expertos” en retroalimentación).
2. Escucha atentamente. Entrégate generosamente a atender.
3. Procura no dejar que tus defensas crezcan. Toma nota (mentalmente) de tus dudas y
desacuerdos.
4. Verifica frecuentemente si lo que oyes coincide con lo que te dicen aunque creas
haber entendido, para verificar tu percepción.
5. Pide ejemplos para que comprendas mejor.
6. Agradece la retroalimentación que te dan. Te haya gustado o no, puede ser
información útil para ti.
7. Aprende y acostumbrate a sólo escuchar y suprimir toda idea de discutir, defenderte
o hacerle sentir al otro que no eres tan malo o tan bueno como parece decir. Quédate
con toda la información y no la dejes pasar.
Una sugerencia final: “Cuando tengas que retroalimentar a alguien acerca de un aspecto
de su conducta que no es el adecuado, acostúmbrate también a decirle lo que más te
gusta de su comportamiento. (Rodríguez, 1987, pág. 52)
BIBLIOGRAFÍA:
Fuster, Joaquín Ma. Cómo Potenciar la Autorealización. Ed. Mensajero, Bilbao, 1977.
Gordon, thomas. P.E.T.: Padres Eficaz y Técnicamente Preparados. Ed. Diana, México,
1977.
Lafarga, juan & Gómez del Campo, josé (Comp.) Desarrollo del Potencial Huamno.
Vol. 1 y 2. Ed. Trillas, México, 1982.
Rodríguez c. Carlos y otros. Persona, familia y Trabajo: ¿Crisis o equilibro?. Ed. Diana,
México, 1987.
Carl R. Rogers
Capítulo tercero del libro: La Persona Como Centro. Ed. Herder.
En este artículo defiendo la tesis de que deberíamos reexaminar y volver a considerar una
especialísima manera de ser en relación con otra persona, la denominada empática, Creo que, en general,
concedemos muy poco valor a un elemento extremadamente importante tanto para la comprensión de la
dinámica de la personalidad como para la producción de cambios en la personalidad y de mayor poder de
que disponemos. Pese a todo lo ya dicho y escrito sobre el tema, esa manera de ser rara vez se encuentra
en forma integral en las relaciones interpersonales. Comenzaré por mi propia historia, un tanto fluctuante
en relación a este asunto.
Titubeos Personales
Muy al principio de mis actividades como terapeuta, descubrí que el solo hecho de escuchar
atentamente a mi cliente era una manera muy importante de ayudar. Así, cuando tenía dudas en cuanto a
lo que debía hacer, en la aceptación activa del término, me limitaba a escuchar. Me pareció sorprendente
que esta forma pasiva de interacción pudiese ser tan útil.
Una asistente social de formación rankina me ayudo a comprender poco después que la forma
más eficaz de encarar un problema consiste en observar con atención los sentimientos y las emociones,
perceptibles a través de las palabras del cliente. Creo que fue ella quien me sugirió que la mejor respuesta
sería “reflejar” estos sentimientos hacia el cliente; con el tiempo, “reflejar” se convirtió en una palabra
que me hace temblar de miedo. Pero en aquella época, ella mejoró la calidad de mi trabajo terapéutico,
por lo que le quedé agradecido.
Pasé entonces a desempeñar un cargo, con dedicación total, en la universidad, donde, con la
ayuda de mis alumnos, me decidí a pedir insistentemente un equipo para grabar nuestras entrevistas. No
es posible exagerar la emoción que sentíamos, apiñados en torno al aparato, al ver que podíamos oírnos a
nosotros mismos, repitiendo infinitas veces un punto dudoso en el que la entrevista se había llevado mal,
o aquellas frases en las que el cliente progresaba de modo significativo. Sigo pensando que esta técnica es
la mejor manera de perfeccionarnos como terapeutas. Entre las muchas lecciones que nos proporcionaron
estas grabaciones, está el hecho de haber observado que el estar atentos a los sentimientos y “reflejarlos”
constituía un proceso muy complejo. Descubrimos que era posible detectar la respuesta del terapeuta que
hacían que un fructífero flujo de expresión significativa se transformase en algo superficial e inútil. Del
mismo modo podíamos detenernos en la intervención del terapeuta que convertía la palabrería del
paciente en una autoexploración.
No obstante, esta tendencia a hacer las respuestas del terapeuta del foco de la cuestión tenía
consecuencias que me asustaban. Me habían enfrentado a reacciones hostiles, pero éstas eran peores. En
pocos años, ese enfoque pasó a tenerse por una técnica. “Terapia no directiva”, decían, “es la técnica que
consiste en reflejar los sentimientos del cliente”. O, en una criatura aún peor, “en la terapia no directiva se
repiten las últimas palabras del cliente”. Me conturbó tanto esta completa distorsión de la realidad de
nuestros procedimientos, que durante unos cuantos años no dije prácticamente nada más respecto a la
atención empática y, cuando lo hice, fue para mostrar la importancia de una actitud empática, y haciendo
poquísimos comentarios sobre la forma en que podría ponerse en práctica en los distintos tipos de
relación. Preferí discutir sobre las cualidades de la consideración positiva y de la congruencia del
terapeuta, que serían, por hipótesis y al lado de la empatía, los promotores del proceso terapéutico.
También se interpretaron mal muchas veces, pero al menos sin caricaturizarlas.
La necesidad actual
Con el transcurso de los años, los datos de la investigación siguieron acumulándose, llevándose a
la conclusión de que un alto grado de empatía quizá sea el factor más relevante en una relación, siendo sin
duda uno de los más importantes en la promoción de cambios y en el aprendizaje. Por eso es por lo que
creo llegado el momento de olvidar las caricaturas y las desfiguraciones del pasado y mirar la empatía
cono ojos nuevos.
Me parece oportuno hacerlo por otra razón además. Durante la última o las dos últimas décadas,
destacaron en los Estados Unidos varios enfoques terapéuticos nuevos. La terapia gestálica, el
psicodrama, la terapia del grupo primario, la bioenergética, la terapia emotivo-racional y el análisis
transaccional son, entre otros, algunos de los más conocidos. Parte de la atracción que ejercen reside en el
hecho de que el terapeuta es en la mayoría de los casos un perito que manipula activamente la situación, a
menudo pudiendo impresionar profundamente al cliente, a quien trata de alcanzar. Si no me engaño,
declina la fascinación por este tipo de habilidad en la orientación de las personas. En relación con la
terapia del comportamiento, otro concepto terapéutico basado en la especialización, creo que, por el
contrario, está en alza. La sociedad tecnológica se sintió encantada al descubrir una tecnología mediante
la cual se puede modelar el comportamiento de un individuo, incluso sin su conocimiento o su aprobación
según unos objetivos escogidos por el terapeuta o por la sociedad. Pero también en este caso, personas
ponderadas han presentado serias objeciones a medida que aparecen como más evidentes las
implicaciones filosóficas y políticas de la “modificación del comportamiento”. Observé así que existen
muchas personas dispuestas a revisar las maneras de estar con personas, que hagan posibles los cambios
autodirigidos y localicen el poder en la persona y no en el especialista; este hecho me leva, una vez más, a
examinar cuidadosamente el significado que atribuimos a la empatía y lo que sabemos respecto a ella.
Quizá haya llegado el momento de reconocer su valor.
La definición inicial
Muchas son las definiciones que se dieron de éste término; yo mismo presenté muchas de ellas.
Hace más de veinte años (aunque no se publicase hasta 1959) intenté formular una definición bastante
precisa, como parte de la presentación formal de los conceptos y de la teoría por mí elaborados. Esta
definición fue la siguiente: “El estado de empatía o de ser empático consiste en darse cuenta con precisión
del cuadro de referencias interno de otra persona, juntamente con los componentes emocionales y los
significados a ella pertenecientes, como si fuéramos la otra persona, sin perder nunca la condición de
“como si” estuviésemos tristes o alegres, etc. Si perdemos esta condición de “como si”, tendremos un
estado de identificación. (Rogers, 1959, pág. 210-211; véase también Rogers, 1957).
Definiciones operacionales
La definición que antecede no es operacional, adecuada para su empleo en investigaciones, pero
si se enunciaron otras muy usadas. Existe el inventario de relaciones de Barret-Lennard, que han de
rellenar los participantes en una relación, y en el que la empatía queda definida operacionalmente
mediante los ítems utilizados. Transcribimos a continuación algunos de ellos, los cuales indican la
amplitud que existe entre lo empático y lo no empático.
“El tiene en cuenta lo que mi experiencia significa para mí”.
“Comprende lo que digo, desde un punto de vista imparcial, objetvo”.
Puesto que los sentimientos son tan difíciles de manejar, por lo menos así parece y puesto que
continuamente nos urgimos un control emocional de ellos, pienso que es importante hablar acerca del uso
constructivo de los sentimientos.
Voy hacer una afirmación llana: Pueden ustedes considerarla como un prejuicio mío, pero esta es mi
aportación: “No existe control de sentimientos por el simple hecho de ignorarlos”. No se pueden controlar
los sentimientos negándolos. Cuando se intenta negar e ignorar los sentimientos, se puede el control de
ellos; son entonces los sentimientos los que controlan, por ejemplo, si me siento enojado u me convenzo a
mi mismo de que no siento enojo, esto es posible porque me he entrenado a mi mismo a no sentir este tipo
de sentimientos, pero estos permanecen a pesar de todo, seguirán su ruta normal y a no sentir este tipo de
sentimientos, pero estos permanecen a pesar de todo, seguirán su ruta normal y afectaran mi conducta.
Adelante diré mas acerca de esto; por el momento quiero subrayar que se controlan los sentimientos
usándolos. No ignorándolos. Los sentimientos son una fuente de información acerca de nuestra relación
Con el mundo y en la medida que somos conscientes de esta información, quedamos a merced de un
proceso que apenas conocemos. Es como si dijera: “Los colores son tan molestos, que desde ahora no voy
a ponerles atención”. Si pudiera llegar a ver únicamente blanco y negro, podría morir en un accidente por
pasarse la luz roja. Los colores proporcionan información importante acerca de lo que nos rodea. En una
forma semejante, los sentimientos que se experimentan en el interior son una fuente informativa
importante acerca de lo que nos rodea. Por que tienen sentimientos los hombres, si le son tan destructivos
y si le causan tantos problemas. No sería mejor si se pudiera educar a los niños de tal modo que se
despojaran de los sentimientos al ir creciendo. Pienso que hacer eso sería lesionarlos, y dejarlos limitados
para un efectivo intercambio social, y la razón de esto es que los sentimientos revelen lo que una situación
significa para uno: se es agradable o no, etc.
Esta mañana les decía que una persona tiene una intención que es expresada por medio de la acción, y que
resulta en algún efecto. El efecto es un estado de sentimiento. Lo que quiere decir es que el efecto está
directamente relacionado con las intenciones que se atribuyen a la persona. Necesitamos desarrollar un
punto en relación con este esquema; intención – acción – efecto. Por alguna razón, parece que los
humanos pretendemos igualar los extremos: intenciones y efectos, como si se tratara de una ecuación. Si
una persona hace algo, yo no se cual es su intención, porque es algo que le pertenece, algo privado. Pero
si hace una acción que me lastima, y me siento humillado, entonces le atribuyo una intención negativa,
puesto que el efecto que yo experimento es negativo. En una forma semejante, si el efecto, y entonces
supongo que es lo que esa persona quería que yo sintiera. Por tanto identifico el efecto en mi con mis sus
intenciones. Un ejemplo: Un amigo me platico algo que ocurrió. Quería hacer un regalo a unos amigos,
para expresar su agradecimiento por haberlo invitado a pasar con ellos un fin de semana. Entonces, pidió
a su secretaria consiguiera ese modelo de mantel. Así pues, cuando digo que los sentimientos revelan lo
que una situación significa para ti como persona, estoy diciendo que el efecto producido por la conducta
de la otra persona aparece como la explicación de lo que hizo. No aparece como una explicación lógica;
aparece como un sentimiento. De acuerdo con esto, ustedes podrían admitir que el sentimiento juega el
papel de fusible. Si en la casa vemos la caja de la corriente eléctrica, y encontramos un fusible quemado,
el fusible nos dice que hay algo mal en el circuito en alguna parte. Investigamos para encontrar donde
estuvo la sobrecarga: corregimos el error y reemplazamos el fusible. Es decir, ponemos en el circuito algo
que se quemará antes que cualquiera otra parte del mismo: un fusible. Si quitamos el fusible del circuito,
y hacemos las conexiones directas, puede incluso llegar a quemarse la casa, es pues, muy importante tener
un fusible como parte del circuito, una parte que se hecha a perder antes que la situación se haga
demasiado adversa.
Pienso que los sentimientos tiene la función de un fusible en las relaciones interpersonales; antes de que
se heche a perder totalmente, alguien experimenta resentimiento; antes de que una situación llegue a un
punto donde no pueda mejorarse, alguien se aburre. Ahora bien, que son los sentimientos?. Son señales de
que algo necesita ser revisado. Estoy sugiriendo, pues, que los sentimientos manifiestan lo que tiene que
ser revisado. Si se quiere mantener y reforzar la relación que ya tiene. Supongamos que estamos de
acuerdo en que los sentimientos tienen un papel importante.
Tenemos entonces que considerar otra característica de ellos; se puede centrar la atención en los
sentimientos, o concentrarla en otra parte. La atención es selectiva: podemos admitir algunas cosas y
podemos rechazar otras. Ejemplo: Sospecho que hasta ahora que lo menciono, ustedes no han estado
sintiendo la presión que ejerce su pie contra la suela del zapato. Ahora que lo he mencionado, pueden
ustedes sentirla. Estaba ahí antes? Estaba fuera del campo de atención pudo cambiar el foco de su
atención diciendo: "Ahora hàganse conscientes de la lengua de su boca". Ha estado ahí todo el tiempo,
pero no pensaban ustedes en eso. Puedo pues, cambiar el foco de su atención respecto a estas sensaciones
particulares, y podrían apostar que no hay aquí ninguna persona que pudiera decir: "No, yo no siento la
lengua en mi boca". Hay un modo de lograr esto, pero solo es posible distrayendo la atención en la
presión que el pie hace contra la suela del zapato, y así es posible evitar mi sugerencia acerca de la
lengua. Esto es lo que hacemos cuando ignoramos un sentimiento, hemos aprendido maneras de centrar
nuestra atención en algo distinto a los sentimientos. En lugar de concentrarla en mis sentimientos la
centro en las características de alguien o algo. Por ejemplo: puedo haberme lastimado un tobillo, lo que es
muy molesto, pero si voy al cine y este me interesa ya no siento dolor. Las molestias están ahí todavía,
todas las sensaciones, todos los cambios fisiológicos, pero en la medida en que el cine me absorbe, soy
menos consciente al dolor. En forma semejante mis sentimientos pueden ser: me siento inferior,
incompetente, lastimado y este es un estado muy injusto, insensible". Hablo acerca del, y me convenzo de
que no tengo sentimientos, porque ahora mis sentimientos salen a la superficie expresados en sus
características. En resumen conversamos los sentimientos fuera del campo de atención por medio del
desarrollo de hábitos de expresión que nos impiden hacernos conscientes de ellos. Sin embargo, sea que
estén dentro o fuera del campo de atención, de todas maneras influenciarán nuestra conducta. Esto nos
hace regresar al punto que señale anteriormente; nos es posible controlar los sentimientos obligándolos a
salir del campo de atención. Solamente se pueden controlar los sentimientos dejándolos en el campo de
atención y utilizándolos como ayuda para encontrar que es lo que está mal en una situación, o qué es lo
que está bien. Un ejemplo: una mamá que estaba decidida a ser una buena mamá. Sentía que el enojo y la
impaciencia eran sensaciones innobles y desagradables y se quedó sorprendida cuando su hijita se acercó
y le preguntó si estaba enojada. La mamá le respondió: "No, no estoy enojada. Qué te hizo pensar esto?".
La niña la miró y le dijo: "Bueno, es que caminas enojada: La mamà tenìa sentimientos que creìa no debìa
tener. Los obligó a salir del campo de la conciencia, y el resultado final fue que se manifestaban en su
manera de andar, y no con palabras. Hace algunos años, una señora acudió a mí, y me dijo que cada vez
se sentía más mal en su trabajo. Tenía insomnios, dificultades digestivas. Había consultado doctores, que
habían hecho de todo lo que había podido, sin encontrar ningún mal físico en ella. como último recurso,
quería ella hablar con alguien acerca de lo que podía, haber detrás de todo esto. En el curso de la
conversación me describió su matrimonio como notablemente feliz; ella y si esposo habìa realmente
gozado juntos, de reoente, èl habìa muerto; no despuès deuna enfermedad, "nunca llorò". mis hijos
hablaban de mi gran presencia de ánimo de mi entereza. Decían "Nuestra mamá es muy fuerte, se
mantiene firme ante esto, y me alababan ante otras gentes. Esto sucedió hace tres años, y nunca he llorado
por mi esposo. Pero no me gusta hablar acerca de él. Yo le pregunté por qué podría ser desagradable,
teniendo en cuenta que había pasado cuarenta años de un matrimonio feliz, y que usted había amado
mucho a su esposo, en una relación maravillosa" por qué no puede usted permitirse el tener recuerdos de
esa relación. ¿Porqué tiene usted que hacerlos salir del campo de atención? le pregunté. Entonces me
respondió. "Temo que podría llorar". Era esta una mujer que estaba suprimiendo deliberadamente una
parte de su vida, porque sentía que el precio que tendría que pagar sería demasiado elevado. Cual era el
precio? Experimentar sus propios sentimientos de pesar. No hice ninguna sugerencia, esto es lo que
conversamos. Regresó varias semanas después, muy cambiada y mejorada, y me dijo, "sabe qué es lo que
hice. Conseguí que mi doctor me internara en el hospital, y lloré": y yo le decìa que era a lo que habìa ido,
y que llorarìa todo lo que quisiera. Le llevo tres años llegar a este punto. Estos son unos ejemplos. Uno
sencillo y otro dramático, que prueba que, a pesar de haber reforzado los sentimientos fuera del campo de
atención, éstos siguen aún operando,
porque están tratando de dar a conocer la forma como uno se relaciona con la vida que esté a nuestro
alrededor. Ignorar estos sentimientos es ser algo menos que una persona incompleta.
Los sentimientos pueden influir en la conducta de diferentes maneras. Enunciaré algunas. Un estado de
sentimiento puede dar lugar a una acción si por ejemplo, me enojo con alguno de mis hijos y le pego, el
sentimiento me llevo a la acción. Como también puedo acariciarlo cuando me siento afectuoso y
amigable.
Otra forma como los sentimientos salen a la superficie es con signos psicosomáticos. No diré mucho
acerca de esto, porque no se trata de un curso de dificultades psicosomáticas, pero ustedes saben
perfectamente que muchos cambios fisiológicos se derivan de los sentimientos que tiene una persona. No
es, por ejemplo, el sonrojarse algo maravilloso? Hay todo un cambio en la circulación de la sangre igual
que si le hubieran dado un golpe en la mejilla. ¿Cómo es posible que la sangre cambie el curso que
llevaba simplemente porque se presenta un sentimiento? El sentimiento puede aparecer como una
expresión. Esto sería equivalente a los gruñidos de los animales, o a los ronroneos,. Cuando los
sentimientos salen a la superficie como expresiones, son ordinariamente bastante imperativos. Como por
ejemplo, "Cállate". Esto es un mandato, pero cual es el sentimiento detrás? El sentimiento es: "Estoy
enojado", pero no dice: "Estoy enojado" sino "Cállate". Se podrían dar mas ejemplos. También hay
ronroneos: "Eres una persona admirable". Otro modo es lo que llamo reporte. Reporte significa que uno
hace dos cosas: a) Se indica que uno es el que está en juego y b) que el sentimiento está en uno por medio
de expresiones como "Estoy enojado" y "Te amo". Yo soy el que te amo. No he dicho que tù mereces mi
amor, ni que eres la más hermosa criatura del mundo. Digo que te amo y esto es algo distinto.
Es mucho mayor la cantidad de sentimientos que podemos experimentar, que los términos adecuados para
expresarlos. Sería imposible tener un número suficiente de términos para matizar la infinita variedad de
sentimientos en una forma única e individual por medio de las metáforas. "Me siento como un huérfano"
revela más que "me siento solo". Una persona hizo el reporte de sus sentimientos a un grupo en esta
forma: Me siento como un pigmeo en medio de una compañía de gigantes que me han vuelto la espada";
mucho más expresivo que: "Me siento rechazado e inferior". Así pues, la primera manera de hacer un
reporte de sentimientos es decir "Siento" y añadir un epíteto: la segunda es decir "siento" y añadir una
metáfora. El tercer modo es decir "siento" y enseguida describir las acciones que pueden ser originales
por ese sentimiento" "Me siento como con ganas de darte un abrazo", o "me siento como con ganas de
sacudirte" Estos serían reportes directos.
Quisiera señalar que expresar y "reportar" sentimientos, son modo de dejar que salgan sentimientos, pero
tienen consecuencias diversas. Ustedes habrán notado con frecuencia uso la expresión "sea directo".
Cuando la uso, en realidad quiero decir: "Sea directo en hacer su reporte", y no "sea directo en la
expresión". Muchos de sus grupos han estado de acuerdo en el convenio de ser directos. Esta fue su
primera tarea. Me queda como interrogante cuántos de los grupos han sido realmente directos desde ese
acuerdo ¡encuentran ustedes alguna dificulta en éste? Si están ustedes aburridos, o insatisfechos, o
resentidos, o sintiéndose realmente bien por estar en el grupo; han hecho un reporte directo? si ustedes
ponen esfuerzo en la práctica, espero que recuerden que la forma en que estoy empleando el término
"directo" se refiere al reporte directo, y no a la expresión directa. Es muy diferente decir: quisiera tener
una oportunidad de hablar ahora", o "Me estoy aburriendo con lo que dices", son afirmaciones directas de
mi estado interno, que necesitan ser conocidas si voy a establecer una relación auténtica con otra persona.
La expresión directa, -el ruido o el ronroneo-, es de menor valor o ayuda. La última categoría es la
expresión directa.
Una expresión indirecta es siempre un juicio. En este caso he dejado de enfocar los sentimientos que
tengo, para atender a las características de otra persona. Así en lugar de decir "estoy enojado" digo "No
sirves para nada". Es muy distinto que una mamá diga a su hijo: "Estoy enojada porque esta es la tercera
vez que vienes a la mesa sin lavarte las manos", a que diga "Eres el niño más descuidado y sucio". En el
primer caso queda claro que es en ella en quien está el sentimiento de disgusto; en la segunda aunque el
enojo está detrás, ella da al niño la impresión de que lo está describiendo a él, y no al propio enojo.
Vemos si ustedes pueden clasificar algunas afirmaciones posibles. Señalen si se trata de un reporte, de
una expresión indirecta o juicio o de una expresión. Supongan que alguien dice: "Las prácticas de esta
semana han estado terribles". Es una expresión indirecta porque se refiere a las prácticas. Pero supongan
que alguien dice: "Estoy muy disgustado por lo que sucedió en nuestro grupo esta mañana". Se trata ahora
de un reporte, porque es claro que este sentimiento es el de la persona. La misma persona podría estar
enojada por lo que sucedió en el grupo y decir: "Este es un grupo terrible". "Vete al cuerno".- Expresión
directa. "La comida estuvo maravillosa en el banquete de ayer en la noche" Expresión indirecta porque se
refiere a la comida. "me gustó la cómoda", sería el reporte directo. Es clara la distinción. No se podría
convertir en un reporte directo solo con decir: "Siento que la comida estuvo magnifica en el banquete de
ayer en la noche". En cambio, cuando se dice: "Me gustó la comida" se describe la reacción de
sentimiento ante ella. "Estoy muy disgustado contigo. Reporte directo. "¿Quién diablos te crees?"
Expresión directa. "Estoy confundido". Reporte directo. "No deberías haber comprado un regalo tan
caro". Expresión indirecta. No dice cual es el sentimiento sino lo que la otra persona debería de haber
hecho. Se refiere al mundo exterior. Aparta la atención de mis sentimientos. "Me siento como violín
tercero en el grupo". Reporte directo, porque es una metáfora con la que pretendo expresar mi
sentimiento, con la que tengo un término adecuado. "Si las cosas no mejoran aquí, me voy" Es una
descripción indirecta, porque aunque parece una descripción de las circunstancias, en realidad proyecta
los sentimientos en esa circunstancia. El reporte directo sería algo así como: "Temo que no pueda cumplir
bien con mi trabajo, y me da pena pedir ayuda. "Me da pena venir molestando con este problema tan
pequeño, a usted que está ocupado". Reporte directo, que siento y porqué. "fulano de tal es la persona más
desagradable que he conocido". Expresión indirecta. ¡"Cuál es el sentimiento que oculta?"! No sabemos.
Probablemente solo quiere decir: "no me cae mal fulano de tal", o quizá: "Cada vez que estoy con fulano
de tal me siento inferior". Un último ejemplo: Hay un pasajero en un automóvil que va a 150 km. y dice
al chofer: ¿Cree usted que es seguro viajar a esta velocidad? Es una expresión indirecta. Cómo sería el
reporte directo? "Tengo miedo". Esto lo aprendí de una experiencia personal. Mi esposa iba manejando a
una velocidad que me parecía peligrosa sobre la carretera mojada. Habíamos tenido un malentendido
precisamente antes de empezar el viaje y llevábamos ya buen tiempo sin hablarnos. Todo se juntó, y
como resultado, me puse muy disgustado y nervioso. Traté de pensar para encontrar un modo de decirle
que iba muy aprisa, pero sin lastimarla. "¿No vas manejando demasiado a prisa?" Seguro no respondería:
"¿Porqué estás criticando continuamente mi modo de manejar?". Al fin llegue a la conclusión de lo único
que me quedaba por hacer un reporte directo de mi sentimiento, entonces dije: "Me da miedo ir así de
rápido sobre el pavimento mojado", no dijo nada, pero disminuyó la velocidad, y esto me hizo sentirme
bien, porque si no la hubiera disminuido, yo no hubiera podido saber si le interesaban mis sentimientos.
Este es el riesgo que hay que tomar.
Es necesario tener en cuenta que cuando se reporta el reporte no debe ser imperativo. No puedo, por
ejemplo, decir: "Tengo miedo y a ver si haces algo". Todo lo que puedo hacer es decir: "Tengo miedo", si
es algo que verdaderamente le interesa a la persona, lo toma en cuenta. Sospecho que si la reacción de
ustedes es como la de mucha gente, esta diferencia entre el reporte directo y la expresión
indirecta les ha interesado, y van a caer en la cuenta de que numerosas son las expresiones de
sentimientos indirectos.
Pero me gustaría hacerles una pregunta: ¿Cómo hemos desarrollado estos modos de expresar los
sentimientos? Cuando niños, nos engañaron o quedamos en ridículo, por causa de algunos actos. Esto
desarrolló sentimientos en relación con estos actos, per también en relación con sentimientos que
experimentamos cuando nos castigaron. Si se castiga a un niño por pegarle a su hermanita, aprende a no
pegarle, pero el estaba enojado cuando le pegó, aprende también a no enojarse. Esto es un aprendizaje
muy significativo; ha aprendido un sentimiento. Un niño que espontáneamente es afectuoso con su papá
es ridiculizado por alguien. Aprende, no solamente a no expresar abiertamente sus sentimientos, sino
también a sentirme inquieto cuando se siente afectuoso. El resultado final es que, y adulto, no deja que los
sentimientos de afecto entren en el campo de su atención, porque le es demasiado incómodo. Se pueden
desarrollar sentimientos de sentimientos hasta un nivel tan lejano de la experiencia inmediata, que nos
perdamos en esa maraña. Por ejemplo, en el primer nivel, nuestro sentimiento podría ser: "Me siento
inferior porque tu respondiste la pregunta correctamente, mientras yo me quedaba callado... en realidad,
resultó que yo ya sabía también la respuesta correcta"! este es mi sentimiento directamente. Un
sentimiento acerca de esto es el segundo nivel. "Estoy muy enojado porque esto me hace sentirme
inferior". El tercero "Pero cuando me enojo, esto solo perjudica mi trabajo, me impide concretamente, y
me disgusto conmigo mismo por haberme enojado por sentirme inferior". en el cuarto nivel: "Estoy
deprimido porque siempre me disgusto cuando me enojo por sentirme inferior. Esto representado en
esquema quedaría así: S4 ----- acerca de S3 ----- acerca de S2 ----- acerca de sentimiento 1 ----- Hecho ----
-. En muchos casos tenemos sentimientos acerca de nuestros sentimientos: cuando le digo a alguien:
"Porqué no reportas tus sentimientos directamente?" Me respondo: "Ya no se cuales son". No se sabe ya
cuáles son porque un sentimiento se desarrolla acerca de otro sentimiento, hasta que se hace imposible
reportar uno en particular, porque es uno consciente también de los otros.
Una de las cosas que perdemos al irnos haciendo adultos es la habilidad de conocer nuestros sentimientos
inmediato (ver el nivel de sentimientos), que son los que necesitamos emplear para relacionarnos con la
gente que nos rodea. ¡ Cómo puede uno volverse a hacerse consciente de ellos? ¿Cómo puede uno
deshacerse de los niveles superfluos? Creo que es necesario practicarlo en un reporte directo de
sentimientos acerca de las cosas que suceden, en el tiempo en que suceden. Esto quiere decir que ustedes
traten de hacer sus afirmaciones en una forma parecida a esto: 1) "Siento", y añadir una metáfora, o
3)"Me siento como", y expresar lo que mueve a la acción. Si no puedes reportar un sentimiento en esta
forma, es mejor que sigas intentándolo, porque esto indica que no tiene mucho contacto con el nivel de
sentimientos. Por ejemplo: pienso en una persona que trataba de reportar sus sentimientos acerca de otra
persona. Dijo: "Te voy a decir qué es lo que siento... Eres arrogante". Le indiqué que ese no era reporte de
sus sentimientos, simplemente estaba atribuyendo una característica a esa persona. ¿Qué era lo que sentía
acerca de ella? "bueno, me dijo, siento que nos trata como si fuéramos un grupo de conejillos de indias".
"Está bien, pero, cómo se siente un conejillo de indias?, me siento muy inferior a él".
Sugería que cuando ustedes tengan un sentimiento negativo acerca de lo que está sucediendo se pregunten
si están reteniéndolo porque esas personas no les interesan o porque sí les interesan, y también al estar
relacionadas con ellas. Si es esto lo último, digan los dos sentimientos: "Realmente me cae bien este
grupo y mucho tiempo estuve esperando el estar aquí, pero me han desilusionado mucho el que hayamos
tenido hasta ahora una discusión". Estas son las dos partes, los dos sentimientos. Uno puede caer en la
cuenta de que todos los demás están sintiendo lo mismo, pero no lo saben.
Resumiendo, pues, ¿Cómo se usan los sentimientos constructivamente? Recuerden que es natural tener
los sentimientos. Acepten sus sentimientos como propios. Experiméntenlos. No sientan que tienen
ustedes que justificarlos o probar que deben tenerlos.
1) Es un hecho simple que si suelto est gis, va a caer. Así también, el que mientras yo sea humano, y en
tanto lo sea, tendré sentimientos. Son simples hechos. Tú y la otra persona, ambos, tienen derecho a sus
sentimientos. Uno tiene el derecho de sentirse enojado, temeroso, solo alegre, desanimado, tranquilo,
infeliz, de experimentar amor, la sorpresa, desilusión, satisfacción, contento, culpabilidad, orgullo, etc.
Esto es lo que nos hace seres humanos. Experimentemos nuestros sentimientos.
2) Conforme vallan ustedes progresivamente estando a tono con sus sentimientos, recuerden que tienen
una función de fusible. Los sentimientos positivos son indicios de que uno se siente seguro de que se
confía en la otra persona, de que se siente libre para ser uno mismo, para cambiar su manera de pensa,
libre de crecer. Puede uno, por ejemplo, decir: "Hoy pienso distinto a ayer y no me preocupa. No tengo
que proteger ni defender lo que pensaba ayer"... Los sentimientos negativos son indicios de que algo no
está bien en una relación, de que algo necesita ser clarificado, ser entendido mejor.
3) Supongan atención a los sentimientos de la otra persona, y cuando ella emplee expresiones indirectas,
traten de describir si están ustedes leyendo sentimientos que están detrás. Una palabra de atención: cuiden
de no caer en la trampa de ir por ahí diciendo a todo mundo que deben expresar sus sentimientos
directamente. Cuando alguien emplee una expresión indirecta, acéptala como una expresión indirecta;
traten únicamente de ponerla en otras palabras para comprobar si la han entendido.
4) Cuando sea apropiado, reporten sus propios sentimientos de tal forma que esto conduzca a una mayor
clarificación de la relación entre ustedes y la persona. Me dio mucho gusto cuando un día, mi esposa me
llamó para decirme algo, y la forma que lo hizo. Me dijo: "Me gustaría emplear unos minutos para hablar
contigo acerca de los sentimientos de enojo que me causa lo que tú estás haciendo
ahora mismo. Porque si lo sigues haciendo, me voy a ir enojando cada vez más hasta que esto estalle, y
entonces no sabremos de dónde vino todo. Por eso me gustaría hablarte acerca de mi disgustado ahora
que todavía puedo dominarme. Tratemos de encontrar que es lo que lo origina." Para mi esto fue un
detalle de delicadeza por su parte. Puedo asegurarles que hubiera sido muy diferente si tres semanas
después ella me hubiera dicho: "Ya estás otras vez, es la centésima vez que haces lo mismo...", bueno,
ustedes pueden imaginarse cuál hubiese sido mi reacción. Probablemente no hubiera sido un reporte de
sentimientos directo, porque cuando los sentimientos llegan a un grado muy alto es difícil reportarlos
directamente.
Hay que dejar en claro que uno está siempre tratando de reportar sus propios sentimientos, y no haciendo
acusaciones o juicios, ni mandando a la otra persona. Igualmente, los sentimientos propios revelan que
algo debe estar pando, y que esto mismo dos persona lo sienten de forma diferente o captan de modo
diverso. Me gustaría terminar con un ejemplo esto: Una persona que tenía una entrevista con otra persona
y estaba muy intranquilo e incierto acerca de lo que pudiera resultar. Cuando la persona entró, él estaba
sentado: "Si simplemente pudiera yo encontrar el modo de romper el hielo, de hacer que se sienta a gusto.
¿Serviría el que dijera un chiste? ¿Sé de algún tema que pudiera ser apropiado? Al fin de cuentas, lo que
ya en la entrevista fue: "Ha estado sentado aquí tratando de pensar algo que pudiera romper el hielo. Me
siento incomodo". Esto fue lo que rompió el hielo. Todo lo demás siguió muy bien, porque este reporte
directo dio a la otra persona la información necesaria.
Para explicitar estos caracteres conviene resumir la posición del terapeuta rogersiano
ante su paciente: la problemática de éste es concebida como procedente de un error
perceptivo, es decir, de la forma distorsionada en que se percibe a sí mismo y a la
realidad entorno. El objetivo del terapeuta es, por ello, ayudar a su paciente a lograr una
reorganización perceptiva. Aquí no se trata tanto de percibir "nuevos hechos" de su vida
o desenterrar memorias traumáticas, cuanto de percibir "nuevas relaciones" entre hechos
más o menos conocidos. Esto equivale a una reordenación gestálica del actualizante" del
mismo paciente. Pero esta tendencia no se moviliza terapéuticamente, en general, si no
media un tipo particular de relación interpersonal; esta relación es la que intenta proveer
el terapeuta y es en este momento cuando entra en juego la actitud rogersiana, cuyos
caracteres básicos hemos visto ya: empatía, consideración positiva incondicional,
autenticidad.
Esta actitud, cuyas raíces son innatas, puede sin embargo ser desarrollada por
aprendizaje con terapeutas rogersianos y especialmente por prácticas supervisadas. Esto
último suele ser necesario ya que no basta poseer la actitud mencionada: en efecto, lo
importante es que el paciente capte esa actitud de su terapeuta, lo cual exige que éste
sea capaz de comunicarla. Tal cosa no se obtiene explícitamente, es decir, informando al
paciente que se le comprende, respeta, etc.; más bien esto sería contraproducente, pues
tendería a provocar la suspicacia y desconfianza del paciente. En cambio se demuestra
operativo el comunicar implícitamente la actitud rogersiana, lo cual sucede cuando el
terapeuta trata de (y puede) asumir empáticamente el marco de referencia interno del
paciente y logra expresarlo junto con una auténtica consideración
positiva. Cuando esta actitud es genuina, opera en forma catalítica sobre el paciente,
como hemos visto, movilizando el impulso hacia la autodagaciòn de su problemática.
Para que este proceso - habitualmente penoso- tenga continuidad es necesario que la
actitud del terapeuta se estable como un faro que guía infaliblemente en las borrascas.
La actitud "centrada en el paciente" debe mantenerse invariable a través de toda la
terapia, pues ella es la que alimenta la "noción de yo" del paciente con experiencias
valorizantes y aseguradoras, las que son esenciales para la reorganización psicológica.
Asimismo, tal estabilidad solo puede garantizarla una correcta y constante
instrumentalización rogersiana. Para clarificar ésta, y por vía de contraste, resulta
oportuno examinar otros tipos de instrumentalización y sus efectos en la relación
terapeuta-paciente. Fuera de la actitud "no-directiva", la mayoría de los enfoques
psicoterápicos parten de la iniciativa del terapeuta: éste apoya, juzga, interpreta, guía,
etc., según su orientación doctrinaria. Tomemos uno de los modelos más conocidos: la
interpretación. Sabido es que ésta constituye la pieza instrumental más sólida de la
praxis psicoanalítica. La intención de Freud era "hacer consciente lo inconsciente"; para
ello contaba con que mediante la interpretación del analista la psicodinámica profunda
del paciente se hiciera reconocible por su conciencia. Es indudable que el analista, al
observar "desde afuera" el material aportado (asociaciones, sueños, lapsus, etc.) puede
entresacar según su intuición, experiencia y habilidad, el "contenido latente" con más
facilidad que el propio paciente, que se halla sujeto a los fenómenos represivos. Pero el
hecho que la interpretación provenga de una fuente exterior (el analista), gravita
negativamente en la posibilidad de que lo interpretado sea reconocido ampliamente por
la conciencia del paciente. En efecto, al recibir éste una interpretación referida a sí
mismo, experimenta una serie de procesos que perjudican, precisamente, su actitud para
conscientizar aquello que se le interpreta: ante todo sufre el impacto de comprobar que
él no es bastante hábil para autoconcentrarse, pues otro le está mostrando mayor
capacidad ¡y su propio terreno! luego, su autoestima, al menos en este aspecto, tiende a
deteriorarse. En términos rogersianos, se diría que su "noción de yo" se ve afectada,
incrementándose la negación defensiva, lo cual conspira contra los propios objetivos de
la terapia. Cabe agregar que debido a esa experiencia, emanada del ser objeto de
interpretación, autoconocimiento, factores básicos de la recuperación psicológica.
Además, se fomenta la dependencia, ya que si otro parece conocerlo mejor que èl
mismo, convendría entonces delegar en ese otro la tarea del esclarecimiento ed su
propia personalidad.
Veamos ahora cómo opera el reflejo: toda comunicación verbal suele ser incompleta en
relación con lo que intenta expresar, especialmente tratándose de contenidos
psicológicos, como es el caso de las comunicaciones del paciente. Por ello, en lo que
dice éste a su terapeuta hay mucho más contenido latente que el expresado en la escueta
significación verbal. Para ejemplificar esto tomamos una comunicación de R. M; uno de
mis pacientes (se trata de un hombre joven, violinista, que padece un “track” ante el
público).
Estos y otros contenidos más importantes aún para la dinámica de sus conflictos están
inevitablemente correlacionados con la sencilla comunicación del ejemplo. Este es un
hecho reconocido, pues en el individuo todo fenómeno psíquico forma parte de un
conjunto organizado, la “esfera psíquica”, por lo cual siempre tiene conexión con
cualquier otro fenómeno de su psiquis. El reflejo oportuno (como puede sucede con un
silencio también oportuno) tiende a proyectar luz sobre las conexiones marginales,
permitiendo así una neva perspectiva del problema.
Rogers y sus colaboradores han estudiado minuciosamente, casi con preciosismo, los
sutiles y delicados matices del reflejo. Tras examinar numerosas grabaciones y
protocolos de entrevistas “centradas en el paciente” han extractado diversas
modalidades de esta instrumentalización y analizado sus efectos psicoterápicos.
P: “tuve un ataque de odio feroz hacia Silvio, un competidor, que empezó a estudiar
para concertista mucho después que yo. Es 5 o 6 años menor que yo… hay una „pica‟
entre los dos. Me afecta mucho que él tenga éxito”… es más „trepador‟ que yo…
Cuando observé toda esta bronca contra él tuve la sensación… la seguridad de que
estaba descubriendo la verdad sobre mí mismo.”
T: Al observar su rabia a Silvio le pareció que estaba descubriendo la verdad sobre
usted mismo. (Reflejo simple)
P: “Sí… Me llamó la atención ese odio… tenía dificultad para verlo bien… estaba lleno
de fantasías sádicas… Es la primera vez que me pasa.”
T: Esto es nuevo para usted. (Reflejo simple.)
P: “Me parece que si el progreso de este „tipo‟ me trae tanto odio, no voy a progresar…
más porque los otros sentirán lo mismo hacia mí…”
T: Ese odio le hace pensar que si usted progresa, lo odiarán. (Reflejo simple.)
P: “Aquí hay una agresividad terrible mezclada con miedo y envidia hacia la gente…
tengo la sensación de ser chiquito y de que debo protegerme de los gigantes hostiles que
son los demás… Veo el sueño de mi vida: orientar las relaciones yo…”
T: Ser usted el gigante.
P: “Sí… si no mato, me matan. Pienso en mi manera de hablar y ahora me doy cuenta:
es prepotente y aplastante… por otro lado vivencio que todo se debe a mis sentimientos
de humillación infantil… toda la infancia me veo sometido, violentado… quizás por los
juegos eróticos… con los chicos… a los 6 años… o antes… como obligado a hacerlos,
como si todos se hubieran abusado de mí… Es como si la gente tratara de „pasarme‟ a
mí… entonces tengo que adelantarme… Sin embargo no tengo un recuerdo concreto de
un hecho humillante. Vivo protegiéndome de la gente… No puedo trabar las relaciones
más o menos amistosas… De ahí surgen los problemas artísticos con la gente… ¡Ahora
me puedo ver algo! Pero pierdo… me falta un rato aún… Me cuesta creer que la gente
no me odia… lo mismo me pasa con usted.”
T: Le parece difícil que yo no lo odie. (Reflejo simple.)
P: “A usted lo tolero porque estoy solo… pero no creo que nadie tenga buenos
sentimientos. Al entrar en una casa me parece que me odian… pero creo que es…
¿cómo le dicen?… ¿una proyección? Creo que todo es así… quizás viene los dos
años…lo debo haber sacado de mis padres”.
T: Le parece que el odio que usted ve en los demás sale, de usted mismo.
P: “Quizás esté relacionado con el violín…me cuesta sacar un sonido dulce, tierno…”
b) Reflejo del sentimiento o reflejo propiamente dicho. Esta variedad procura que el
paciente tome consciencia del sentimiento o intención implícitos en su comunicación;
esto significa arrojar más luz sobre el “fondo” gestálico de lo expresado para que, el
tema central, la “figura”, se realce y complete. Mientras el reflejo simple estabiliza la
“figura” el reflejo del sentimiento amplía. De esta manera, los sentimientos e
intenciones marginales tienden a ser conscientizados y expresados por el paciente en
forma espontánea, estimulados a ello por este reflejo, dentro de la atmósfera de acogida
creada por el terapeuta. Este se esfuerza por captar y reflejar empáticamente el
contenido emocional de la comunicación, procurando que sus reflejos trasunten
comprensión y respeto genuinos por los sentimientos del paciente, cualesquiera que
ésos fuesen. Tales comprensión y respeto se extienden a las interpretaciones, erróneas o
no, que el paciente hace sobre sus propias comunicaciones. Esta posición del terapeuta
implica seguir con tenaz consecuencia el principio de atenerse sólo al mundo perceptual
del paciente, evitando cuidadosamente proyectar el propio, a través de las respuestas
psicoterápicas. Eludiendo así toda valoración personal sobre lo comunicado, la óptica
del paciente es empática y sistemáticamente reflejada. Con frecuencia; los sentimientos
e interpretaciones del paciente no resistirán una crítica basada en las normas
convencionales, pero el terapeuta se abstiene de toda crítica pues ve que ésta es la fuerza
que alimenta el proceso de recuperación psicológico y aunque pueda estar mal
momentáneamente, mal orientada, comprende que su misión no es reorientar tal fuerza
desde “afuera” sino dar al paciente la oportunidad de que él mismo efectúe ese proceso
desde “adentro”.
Esta libertad, esta ausencia de presiones, que emanan del reflejo del sentimiento,
permite que el paciente progrese hacia una crítica cada vez más objetiva de sus
“experiencias” y valoraciones conexas. De esta manera se observan crecientes
rectificaciones de sus conceptos rígidos y dolorosos sobre sí mismo y, por ende,
respecto del mundo entorno. Tales rectificaciones, en vea de resultar traumáticas para la
“noción de yo” (como podría suceder fuera de la terapia) por el contrario son
gratificantes, pues el verse capaz de corregir sus desenfoques valoriza precisamente la
misma “noción de yo”. A ello cabe agregar que los resultados adaptativos de una óptica
perfeccionada y más realista son necesariamente positivos, y por lo tanto, gratificantes.
Para ejemplificar lo anterior veamos algunas secuencias de una de las sesiones de R.M.
La experiencia con esta terapia muestra que pese a su mayor “brillantez”, la elucidación
tiene menor efectividad que el reflejo elemental. Por ello dice M. Kinget.” …guardando
las proporciones, el valor terapéutico de una respuesta tiende a ser inversa mente
proporcional a su valor intelectual”.
Como corolario de lo expuesta sobre reflejos, hay que enfatizar que los mismos, dentro
de esta terapia, apuntan a “centrar” la interacción trapeuta-paciente en este último y no
en el problema circunstancial.