1. LA IGUALDAD
Toda persona, por el solo hecho de serlo, tiene derecho a la libertad de la cual
se desprende la igualdad; se trata de un estatus jurídico que conforma la
igualdad civil, cuya aplicación más clara es la eliminación de las
discriminaciones arbitrarias entre los hombres.
Por otra parte, además de la igualdad ante la ley que llama al legislador a
tratar a todos los hombres de igual manera en los términos expresados,
existe también la igualdad jurídica, que es igualdad ante el Estado, ante la
ley, ante la Administración, ante la jurisdicción, y ante y entre los
particulares.
2. LA DISCRIMINACION
En el derecho del trabajo surge entonces una necesaria correlación del Bloque
Federal Constitucional, sobre todo en lo atinente a los artículos 16 y 14 bis de
la Constitución, los convenios (OIT) 100 y 101, la ley 23592, y los artículos
17 y 81 de la ley de contrato de trabajo. Así como también los artículos 172,
180, 182 y concordantes del mismo cuerpo legal, el 7º de la ley 23551 y el
29 de la ley de empleo.
Por cierto, que la ley incluye el ámbito laboral en todos sus alcances.
Es que resultan de aplicación no sólo el artículo 1044 del Código Civil, sino
también los artículos 1056, 1067, 1068, 1083 y concordantes del mismo
cuerpo legal.
Claro está que los magistrados deben tener en cuenta en cada caso la
naturaleza del derecho conculcado, juntamente con la entidad del perjuicio
producido.
También es cierto que la nulidad no agota las sanciones a las que da lugar la
discriminación, ya que a ello puede unirse el reclamo de reparación del daño
producido.
Empero, la norma convocante en este tema es la del artículo 178, que crea
una presunción "iuris tantum", y establece que el despido de la mujer
trabajadora obedece a causas de maternidad o embarazo cuando fuese
dispuesto dentro del plazo de siete meses y medio anteriores o posteriores a
la fecha del parto, siempre y cuando la mujer haya cumplido con su
obligación de notificar y acreditar en forma el embarazo, así como, en su
caso, el nacimiento. En tales condiciones, dará lugar al pago de una
indemnización igual a la prevista en el artículo 182 de la ley.
Recordemos que cuando un hecho goza de presunción legal, sea que admita o
no prueba en contrario (en este caso la admite), está exento de prueba y tal
es, como señalan los procesalistas, el objeto de las presunciones. La
presunción no es prueba, sino exención o dispensa de prueba, en este caso
para la trabajadora, quedando la carga pertinente de acreditar la existencia
de otra causal en cabeza del demandado.
Por cierto que no procede distinguir a estos efectos entre despido directo e
indirecto, ya que en lugar de despedir como reacción ante el estado de
embarazo, el empleador puede poner a la trabajadora en un estado de
imposibilidad de proseguir con la relación laboral en los términos del artículo
242 de la ley de contrato de trabajo y la situación sería similar.
Es una nulidad que puede ser también pedida por el Ministerio Público en
interés de la moral y de la ley, y que no es susceptible de confirmación.
También en este caso se trata de una presunción "iuris tantum", que puede
ser enervada por el empleador si acredita justa causa para la decisión
rescisoria.
Esa sanción surge precisamente del artículo 182 y alcanza también a un año
de remuneraciones que se acumula a la indemnización del artículo 245, al
preaviso y en su caso, a la integración del mes de despido. La base, también
aquí, alcanza al último año trabajado y debe computarse el sueldo anual
complementario; el importe cubre todos los años y el equivalente al año de
sueldos, no registra tope alguno.
Claro está que en temas tan delicados tanto para el trabajador como para el
empleador debe campear una extraordinaria prudencia.
CONCLUSIONES
Parece razonable plantearse además, para cada caso, el tipo de sanción más
viable, jurídico, prudente y efectivo, ¿será mejor una norma perfecta o
pluscuamperfecta? ¿Debe apelarse a la nulidad como sanción o a la
reparación del daño o a ambas?