España ha puesto una china en el zapato de Nueva Zelanda. La distribución gratuita en
escuelas de Secundaria y universidades de 430 ejemplares de un libro sobre el posible descubrimiento de las islas por marinos ibéricos ha hecho vibrar los cimientos de la confortable historiografía nacional, sustentada en la idea de que fue el holandés Abel Tasman el primero en arribar a las antípodas en 1642. El volumen, publicado en inglés en 2015 y traducido después al castellano, reúne toda una colección de indicios recabados por Winston Cowie (Dargaville, Nueva Zelanda, 1982), uno de los estudiosos que en los últimos años han recalado en A Coruña en busca de los eslabones perdidos del supuesto desembarco o naufragio de expediciones que cruzaban el Pacífico persiguiendo especias un siglo antes de llegar Tasman. Nueva Zelanda, un puzzle histórico: Tras la pista de los conquistadores españoles recaba las piezas que podrían formar parte de ese rompecabezas tan molesto para algunos eruditos del país y "fascinante" para otra parte del público. "Debería ser una lectura obligatoria para todos los estudiantes neozelandeses", comentaba Michael Muir, portavoz de un centro público, tras leer el libro de Cowie, mientras reputados historiadores de la nación ponían el grito en el cielo y alertaban sobre el lavado de cerebro que podían sufrir los ciudadanos a causa de estas tesis. "Deseo que los alumnos lean esto y que, al convertirse en profesores ellos mismos, cambien la percepción sobre el descubrimiento europeo de Nueva Zelanda", declaraba por su parte en una visita a Galicia el autor del Puzzle Histórico. "Lo que se necesita es un debate público de gran calado y más investigación", reivindicaba Winston Cowie. De momento, lo que han conseguido él y la Embajada de España es que la mismísima enciclopedia nacional, Te Ara Encyclopedia of New Zealand, incluyese el libro en su bibliografía. La entrada correspondiente a la European discovery of New Zealand dice actualmente lo siguiente en el apartado "Before Tasman": "Españoles o portugueses (...) pudieron haber alcanzado o bien naufragar en la costa de Nueva Zelanda. Pero no hay evidencias firmes de la arribada de europeos antes de Abel Tasman. Pese a que información fragmentaria hallada en archivos portugueses y españoles sugiere la posibilidad de desembarcos anteriores, nadie antes de Tasman informó del descubrimiento de una nueva tierra que puede ser identificada como Nueva Zelanda".
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