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Arqueología y Globalización.

El problema de la
definición del “otro” en la Postmodernidad
Archaeology and Globalization. The problem on the definition
of the “other” in Post-modernity
Almudena HERNANDO GONZALO
Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense. 28040 Madrid
hernando@ghis.ucm.es
Recibido: 13-06-2005
Aceptado: 20-09-2005

RESUMEN

Este texto tiene dos objetivos: por un lado, reflexionar sobre el papel que la Arqueología ha tenido y tiene
en la construcción de la identidad en la Modernidad. Por otro, desvelar la relación que esa función sos-
tiene con la legitimación del discurso de la globalización. Se defiende que la Arqueología constituye un
discurso nada inocente, que aparentemente estudia grupos del pasado, y que sin embargo tiene un efecto
(destructivo) directo sobre los grupos del presente que no pertenecen a la Modernidad. La definición del
“otro”, es un mecanismo universal para definir al propio grupo social, y constituye una estrategia etno-
céntrica y alienante en todas las culturas. Sin embargo, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros
momentos históricos u ocurre en sociedades no-modernas del planeta, la capacidad técnica y las deman-
das expansivas que caracterizan a nuestra sociedad están provocando que esa convicción constituya la
amenaza de muerte de las últimas sociedades orales del planeta. Se defiende que la Arqueología forma
parte del discurso que sostiene la globalización y se reflexiona sobre la posibilidad de realizar una
Arqueología que no colabore en la destrucción de la “diferencia” cultural.

PALABRAS CLAVE: Identidad. Evolucionismo. Arqueología post-colonial. Postmodernidad.

ABSTRACT

This text has two aims: first, to analyze how Archaeology helped to construct social identity in Modernity.
Second, to make clear how it contributed to the legitimation of the globalization discourse. It is defended
that Archaeology is a non-inocent discourse, apparently related to groups of the past, but affecting in a
direct (and destructive) way to all those groups in the present that do not belong to Modernity. The defini-
tion of the “other” is an universal mechanism to define the “us” in all the cultures. Therefore, it is always
ethnocentric mechanism, but in our culture it has a destructive effect, as our technological capacity and
an expansive demand transforms that conviction in a death threat for the last oral societies of our planet.
It is defended that Archaeology supports globalization and it is asked whether it is possible to practice an
Archaeology which doesn’t support it.

KEY WORDS: Identity. Evolutionism. Post-colonial Archaeology. Post-modernity.

SUMARIO 1. Introducción. 2. “Nosotros” versus “los otros”. 3. Mecanismos de construcción de la iden-


tidad del grupo. 4. La definición del “nosotros” en la Modernidad. 5. La definición del “nosotros” en la post-
modernidad. 6. ¿Qué Arqueología puede existir en la postmodernidad? 7. Epílogo.
Complutum, 2006, Vol. 17: 221-234 221 ISSN: 1131-6993
Almudena Hernando Gonzalo Arqueología y Globalización

1. Introducción se emplea y la forma que adopta esa lógica, la cien-


cia en general y la Arqueología en particular sostie-
El mundo está atravesando un umbral histórico, nen un orden cultural que se siente más maduro que
resultado previsible de todo el desarrollo previo del ningún otro, más completo, más “evolucionado” y
mundo occidental, pero no por ello menos alarman- mejor. Y esto tiene un efecto destructivo y directo
te: en virtud del llamado proceso de globalización, sobre los seres humanos que comparten con noso-
el capitalismo postmoderno está acabando con los tros el presente, pero que no participan de nuestro
últimos reductos de diferencia cultural del planeta. orden cultural.
Dentro de unos años, habrán desaparecido los últi- La Arqueología constituye uno de los discursos
mos cazadores-recolectores del mundo, las últimas más directamente relacionados con la identidad del
sociedades orales que pueden demostrarnos que la grupo social que la ha creado y sostiene, y por tan-
capacidad del ser humano de sobrevivir en este to, es uno de los discursos más directamente impli-
mundo tan complejo como inabarcable es mucho cados en el avance globalizador de la sociedad ca-
mayor que la que nunca podríamos sospechar si sólo pitalista actual. Los arqueólogos no pensamos en
conociéramos nuestra cultura, si sólo imagináramos esto cuando hacemos prehistoria, limitando la refle-
cómo se entiende el mundo cuando se interpreta y xión a aspectos aparentemente técnicos o teóricos
describe a través de la escritura. o incluso antropológicos, pero en todo caso no vin-
Dentro de unos cuantos años, los arqueólogos culados al presente, de las sociedades que estudia-
evolucionistas-positivistas creerán tener razón mos. Porque se supone que los prehistoriadores, los
cuando proyecten su propio modo de entender el arqueólogos, estudian sociedades pasadas, y por
mundo a los seres humanos del pasado, porque ya tanto, desaparecidas. Sin embargo, esta misma ne-
nadie podrá demostrar que existen seres humanos gación de las implicaciones que nuestro trabajo tie-
que entienden por realidad una cosa distinta a la ne en la legitimación del orden mundial actual es
que ellos entienden, que construyen de otro modo en sí misma culpable, porque sólo queriendo no sa-
el mundo en el que viven, que modelan de otro mo- ber se puede seguir en la ignorancia de lo que el
do su identidad, que colocan sus miedos en lugares discurso evolucionista ha significado para las cul-
diferentes, que no se aferran al cambio para tener turas orales del presente.
la sensación de que viven, que no sienten curiosi- Este texto va a discurrir sobre éste y otros aspec-
dad por lo que no conocen, que no sienten poder tos de la misma índole relacionados con nuestra ac-
sobre lo que sí conocen, que no temen a los miem- tividad profesional. Su origen no se gestó en un có-
bros de su propio grupo, que no están hechos de modo despacho de un departamento universitario,
ansiedad, ni de contradicción…, como estamos he- sino en la contemplación, directa y sin cristales tor-
chos los que los estudiamos. nasolados, del estado de esclavitud en el que se en-
Dentro de unos años, la Arqueología habrá com- cuentra un grupo de cazadores-recolectores de Tai-
pletado un ciclo exitoso que se abrió con un discur- landia, los Mlabri1, a quienes el gobierno de su país
so evolucionista y etnocéntrico que parecía afectar –en virtud de un discurso sostenido desde el privi-
sólo a inexistentes seres del pasado, para demostrar legiado mundo europeo y occidental y representado
toda la eficacia que ese discurso tenía en la aniqui- en sus propias universidades, que identifica grupos
lación de los seres humanos del presente que no cazadores-recolectores con grupos del pasado– in-
pertenecen a la modernidad. La Arqueología habrá tenta absorber en la modernidad a costa de aniqui-
demostrado entonces que el discurso de la ciencia lar su “primitivismo” y hacer desaparecer un modo
no es un discurso inocente, ni inocuo, ni limitado de vida tan “inapropiado” en un país “moderno”.
al abstracto mundo de las ideas, sino que tiene un Este texto es resultado del impacto que provocó
efecto concreto y directo sobre la sociedad que lo observar, en vivo y en directo, el efecto extermina-
genera, un efecto sostenedor del orden que le da dor que tiene en poblaciones actuales que intentan
sentido y que lo contiene, un efecto legitimador de sostener un modo de vida de caza-recolección o de
la estructura de la que es expresión. Y al igual que agricultura de roza, la identificación entre esas es-
sostiene el orden androcéntrico y patriarcal de la trategias y “modos de vida del pasado”. Este texto,
sociedad del presente a través de mecanismos que se plantea, en fín, la pregunta de por qué atribuir a
pueden ser tan sutiles como difíciles de detectar un grupo la condición de “habitante del pasado” (ya
porque residen en la pura estructura de la lógica que localicemos ese pasado en el tiempo de la Prehisto-
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ria o en espacios de la actualidad) puede ser inter- 2. “Nosotros” versus “los otros”
pretado como sinónimo de ser inferior, menos cohe-
rente o menos “maduro” culturalmente que nuestra El universo del que formamos parte es demasia-
propia sociedad moderna o postmoderna occidental. do complejo y definitivamente inabarcable para la
Por qué se sigue sosteniendo esa equivalencia ilus- mente humana. Si los seres humanos tuviéramos
trada, de orden moral, entre sociedad menos com- presente la complejidad de la realidad en la que
pleja en términos socio-económicos y sociedad hemos de sobrevivir, la angustia nos colapsaría, y
“inferior”, peor, atrasada… La respuesta a esta pre- nos impediría hacerlo. Así que los seres humanos
gunta reside en el discurso que hemos hecho los hemos desarrollado distintas estrategias para creer
prehistoriadores, porque somos nosotros quienes que tenemos la capacidad de controlar las circuns-
hemos establecido la equivalencia entre “gente del tancias en las que vivimos, y de esa forma desarro-
pasado” y “gente inferior” que en el presente sirve llar eficaces sistemas de control y supervivencia.
para justificar el exterminio de cualquier grupo al Existen varios mecanismos muy inconscientes y
que se atribuye la condición de “habitante del pasa- comunes a todas las sociedades humanas a partir
do”. Y es que nosotros, en virtud de nuestros plan- de la aparición del Homo sapiens y de su capacidad
teamientos positivistas, siempre valoramos a los de uso de símbolos, pero la base de todos ellos con-
grupos del pasado como una función de nosotros siste, como he tenido ocasión de explicar en otras
mismos, un embrión de lo que luego hemos llegado ocasiones (Hernando 2002), en construir cogniti-
a ser, una etapa inicial de nuestro desarrollo adulto vamente la realidad en la que vivimos, de forma
posterior. Nunca hemos hecho discursos en los que que todos los seres humanos nos sentimos perfec-
la diferencia que existía entre los grupos del pasa- tamente capaces de controlar las condiciones en las
do y nuestra propia sociedad pudiera leerse en tér- que desarrolla nuestra existencia, independiente-
minos de igualdad, en que se reconociera que ellos mente del grado de desajuste de esta percepción
también fueron grupos humanos “maduros”, “adul- con la realidad de las cosas. Y esto es porque cons-
tos”, completos y coherentes, aunque distintos. truimos cognitivamente la realidad en la que vivi-
Que, aunque tenían un desarrollo tecnológico y una mos a la medida de nuestra capacidad de controlar-
complejidad socio-económica menores, el desarro- la, de forma que todos tenemos la misma seguridad
llo de su capacidad simbólica y la atribución de en nuestras posibilidades de supervivencia, seamos
significados al mundo era tan compleja, que conse- cazadores-recolectores o habitantes del mundo
guían exactamente el mismo objetivo, y con igual post-industrial.
o superior éxito, que nosotros con nuestra cultura: No vamos a analizar en esta ocasión los aspectos
vivir en un mundo que de ninguna manera se puede más estructurales de este mecanismo (ya tratados,
controlar, con la absoluta seguridad, sin embargo, como digo, en otros lugares, cfr. Hernando 1997,
de que podían hacerlo en la medida suficiente. Este 2002), sino un aspecto muy concreto de él: parte de
texto se pregunta por qué la Arqueología nunca se esa seguridad que todos tenemos acerca de las po-
interesó por conocer en toda su dimensión cultural sibilidades de supervivencia de nuestro grupo, se
a los seres humanos del pasado, por qué nunca los basa en la confianza de que el nuestro (sea cual sea
ha tratado con el respeto que merece un igual. Y éste) es el “grupo elegido”, el único, entre todos los
veremos que al intentar responder esta pregunta se demás, que conoce el verdadero secreto de la super-
irán desbrozando también algunas de las cuestiones vivencia. Toda sociedad humana cree que ella es
que, a mi juicio, debe plantearse hoy día la Arqueo- privilegiada frente a las demás, porque conoce lo
logía si no quiere seguir colaborando en este exter- que las demás no conocen, lo que le va a permitir
minio culpable de las últimas sociedades orales del a ella sobrevivir cuando las demás desaparezcan, el
presente, porque exigirá plantearse cuál es la rela- secreto que la hace “mejor” que las demás porque
ción entre la Arqueología y la construcción de la ha sido elegida por la instancia de la que deriva la
identidad moderna, cuál es el papel de la Arqueo- seguridad para transmitírselo –sea esa instancia dios
logía en la globalización, o qué posibilidades hay o el destino–. Todos los grupos humanos hemos ela-
de desarrollar una Arqueología que no sirva de le- borado un discurso sobre la realidad que nos de-
gitimación a la expansión capitalista de la sociedad muestra que nosotros somos el grupo “elegido”
occidental. frente a los demás. Por eso, el “nosotros” se define

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siempre a través de mecanismos etnocéntricos en periencia –“esto está más allá de aquello”, o “detrás”
el que el “otro” nunca es un igual, porque no está en o “delante”,…– y otra integrada por referencias
posesión del secreto que nos distingue a “nosotros”, móviles pero de movimiento recurrente para que
que tiene que ver con una consideración siempre sirvan como referencias de orden –“esto sucedió
mítica o sagrada (y por tanto no consciente ni críti- antes o después de la salida del sol, o en esta fase
ca). El problema es que esa valoración fue tenien- de la luna, o después de este movimiento de la ma-
do efectos destructivos sobre los “otros” a medida necilla del reloj, o sea, a tal hora…”– es contem-
que se establecían diferencias en el grado de com- plado como parte de la realidad. El resto no existe,
plejidad socio-económica entre los grupos huma- sencillamente. No se puede pensar. Con la escritu-
nos, cuando la capacidad expansiva, tecnológica, ra se empiezan a utilizar referencias abstractas para
invasiva y destructiva de unos comenzaba, poco a el tiempo y el espacio, y así, comienzan a utilizar-
poco, a ser significativamente mayor que la de esos se los relojes o los calendarios para el primero, o
“otros” considerados no-elegidos, marginados, in- los mapas y las fronteras para el segundo. De esa
feriores. Este efecto ha alcanzado su grado máxi- forma, la gente que entiende esos signos puede
mo, al punto de poner en riesgo de extinción a los contemplar como parte de la realidad todos aque-
“otros”, con el capitalismo postmoderno y post-in- llos fenómenos que alguien haya puesto en rela-
dustrial. Y es en todo este juego de definiciones de ción con ellos, de forma que el mundo empieza a
“nosotros” y los “otros”, de “elegidos” y “margina- estar integrado por territorios y lugares que el que
dos”, donde la Arqueología ha jugado un papel que lee el mapa puede no haber visitado jamás, o por
escapa, en general, a la reflexión que los arqueólo- sucesos y acontecimientos que alguien registró al-
gos hacemos sobre nuestra propia función social. guna vez y que han desaparecido completamente
de la memoria directa de la gente que habita el pre-
sente (Hernando 2002). Sin embargo, cuando no se
3. Mecanismos de construcción de la identidad dispone de escritura, como sucede en las sociedades
del grupo: el “nosotros” en grupos de escasa orales, los únicos elementos que se pueden ordenar
complejidad socio-económica son los que se han visitado personalmente, porque
el mundo quedará ordenado espacialmente a través
Como decía, el universo es demasiado complejo de referencias que existen en la propia naturaleza,
para el ser humano, tanto que si fuera consciente de que no son abstractas: ese árbol, aquella montaña.
hasta qué punto le supera en fuerza y complejidad, Es decir, las dimensiones del mundo cambian para
simplemente se paralizaría de angustia y se sentiría los distintos seres humanos, aunque esto no signi-
incapaz de sobrevivir en él, lo cual le impediría ha- fica de ninguna manera que el mundo sea más sim-
cerlo. Así que lo que hacemos todos los grupos hu- ple para los de menor complejidad socio-económi-
manos es crear la “realidad” a la medida de nuestra ca, los que no tienen escritura. Por el contrario, da-
capacidad de controlarla. Es decir, ningún grupo do que ellos no han desarrollado fórmulas científi-
humano contempla la posibilidad infinita de fenó- cas que les permitan describir el mundo a través de
menos y elementos que componen el universo, sino mecánicas abstractas, y dado además, que no tie-
sólo aquellos que, de una manera u otra, se consi- nen tecnología que les permita controlar material-
dera en condiciones de controlar. Esto se puede ha- mente esos fenómenos que sólo serán controlables
cer porque la mente humana necesita imponer un cuando se entiendan a través del desciframiento de
orden al mundo para poder comprenderlo, así que sus mecánicas –y viceversa–, explican el dinamismo
dependiendo de cuáles son los elementos y fenó- del mundo a través del único comportamiento que
menos que ordena, la realidad que contempla tendrá conocen: el comportamiento humano. Así que el
dimensiones distintas: la dimensión adecuada a su mundo en el que viven se llena de emociones y de
capacidad de controlarla. relaciones personales con seres de apariencia distin-
El ser humano sólo entiende por realidad el con- ta a la humana, pero de comportamiento semejante
junto de fenómenos o elementos que están ordena- (nubes, ríos, árboles, animales, plantas, etc.) que
dos a través del espacio y del tiempo (Gell 1996; constituyen una proyección directa de su propio
Elías 1992). Sólo aquello que hemos referido a estas comportamiento social. Eso es el mito, y el mundo
dos dimensiones (una integrada por elementos fijos del mito tiene otra lógica que no es formal (que só-
a los que referir los hechos desordenados de la ex- lo se desarrolla con la escritura), donde caben pre-
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sencias simultáneas en sitios distintos, diálogos con la instancia sagrada sólo les seguirá protegiendo si
seres de apariencia no-humana pero que saben en- mantienen inalterada la forma de vida que les trans-
contrar el modo de comunicarse con los que sí la mitió (Eliade 1988: 91). Lo sagrado es atemporal y
tienen, espacios paralelos adonde se puede ir pero la eternidad no tiene cambios. Así que la ansiedad
no siempre volver, identificación de energías gene- tampoco forma parte de la experiencia emocional
radas o consumidas por seres distintos, etc., etc.. de los miembros de estos grupos. Uno sabe quién
(Eliade 1988; Cassirer 1972; Douglas 1991; Leen- es porque es parte del grupo al que pertenece –y no
hardt 1997; Levy-Bruhl 1985). Y a ello hay que por sus particularidades–, y sabe que existe una ins-
añadir un último rasgo: todos esos seres de compor- tancia sagrada protectora y quiere que la vida sea
tamiento humano pero de apariencia distinta son igual a como era ayer, porque ésa es la única garan-
percibidos como detentadores de un poder superior tía de supervivencia. Debe entenderse que este mo-
al del grupo social, porque en efecto, la naturaleza do de relacionarse con la realidad no es “más sim-
tiene la capacidad de dar y quitar la vida al grupo ple” que el que caracteriza a la sociedad post-in-
humano, tiene más poder que él. Así que lo que se dustrial, sino que juega con otras categorías de la
hace es proyectar el propio orden social a toda la realidad y la dota de otras dimensiones. Como ya
naturaleza, pero sacralizando a ésta. Es decir, se dijera Mircea Eliade, en el mito no se cree, en el
crea a la instancia sagrada a imagen y semejanza mito se vive. Las verdades en las que se cree a tra-
del grupo y luego se interpreta que el grupo vive y vés de los mitos son del orden de la fe, y no admi-
se comporta a imagen y semejanza de la instancia ten el cuestionamiento de verdad y falsedad de las
sagrada. Éste es un mecanismo potentísimo de se- verdades científicas (Pannikkar 1979: 30; Elías
guridad y reafirmación, porque de esta manera, to- 1990: 101). Así que la realidad en la que vive la
dos los grupos que se relacionan con la realidad a gente que interpreta su realidad a través de una lec-
través de los mitos consideran siempre que han si- tura mítica y no científica se llena de dimensiones
do “el grupo elegido” por la instancia sagrada para que los demás desconocemos, pero que alcanzan
transmitirles el modo de vida que, si es mantenido, una extremada complejidad. Es un mundo de segu-
garantizará siempre la supervivencia del grupo por- ridades, donde la duda no existe, donde la protec-
que es el orden de lo sagrado. De hecho, el nombre ción está garantizada si se mantiene una relación
con el que se auto-denominan significa siempre en de sometimiento y respeto a la divinidad –lo que se
su propia lengua “los seres humanos verdaderos”, hace a través de los ritos–, y si se siguen satisfacien-
los “auténticos seres humanos”, “la gente” (Vivei- do sus deseos, los únicos que deben conocerse y
ros de Castro 1996; Eliade 1968) o términos de es- cumplirse –y no los personales, que se desconocen
ta índole, a través de los que se sitúan por encima porque no se ha desarrollado la individualidad, entre
de todos los demás, como los únicos que han al- otras razones estructurales–. Es un modo de vida
canzado el máximo desarrollo del espíritu humano, profundamente gratificante y cohesivo, donde el
los que conocen el verdadero lenguaje del mundo, grupo es el núcleo de la identidad (Leenhardt 1997:
el que garantiza la supervivencia. Por eso, a pesar 153; Levy-Bruhl 1985: 61) y el vínculo con el mun-
de que los grupos de menor complejidad socio- do, puramente emocional. No se objetiva el mundo,
económica son los que menos controlan material- sino que cada ser humano forma parte y se define
mente las circunstancias en las que viven, son, sin a sí mismo a través de una intrincada red de relacio-
embargo, los que más seguros se sienten, porque se nes inter-personales con todos los elementos diná-
saben completamente privilegiados frente a cual- micos de la realidad (cfr. por ej. Douglas 1991: 97
quier otro grupo humano. Ellos saben cómo se debe o Viveiros de Castro 1996). Cada ser humano se
vivir, así que ellos sobrevivirán. Por supuesto que define porque es parte de un “nosotros” que le hace
este orden económico-social y cognitivo no incluye sentir fuerte frente a una naturaleza que tiene todo
el cambio, no lo desea (Eliade 1988), porque dado el poder. Tanto más fuerte cuanto que, además, ese
el escaso nivel de desarrollo tecnológico, siempre “nosotros” es el grupo elegido, mejor que cualquier
implica riesgos y además, la estrategia productiva otro, el que se sabe en posesión del secreto que los
no incluye proyectos a largo plazo ni de rendimien- demás no han alcanzado, porque sólo ellos viven en
to diferido ni implica posibilidades distintas que se el seno de la instancia sagrada que rige la realidad.
puedan elegir o cambiar, así que se idealiza la au- Independientemente del tipo de transformación
sencia de cambios a través de la convicción de que sufrida por las trayectorias históricas particulares,
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todas ellas comenzaron con ese tipo de relación ma- generalizando, cada vez mayor porcentaje de la so-
terial-cognitiva con el mundo, relacionada estruc- ciedad participaba de él. Este proceso era parte de
turalmente con la ausencia de división de funciones uno mucho más amplio, en el que los hombres (que
y especialización del trabajo (más allá de la atribui- no las mujeres, insisto) del grupo social iban ocu-
da a cada uno de los géneros). Algunas se consi- pando posiciones cada vez más especializadas y
guieron mantener así, y otras la recuperaron des- diversas, por lo que poco a poco iban sintiéndose
pués de pasar por fases más complejas (como suce- distintos entre sí y en consecuencia, iban definién-
dió en algunas sociedades amazónicas, por ejem- dose por sus particularidades, y no por lo que les
plo). En nuestra propia trayectoria, la división de asemejaba a su grupo social. Es decir, la individua-
funciones y la especialización del trabajo fue un lización masculina iba avanzando como forma de
proceso gradual que ha tenido características dis- identidad personal en el grupo social que protago-
tintivas respecto a cualquier otro proceso histórico nizaba la historia de lo que hoy conocemos como
(Hernando 2002: 111-118), razón por la cual desa- Europa. Sus posiciones cambiaban a lo largo de la
rrollamos disciplinas científicas como la Arqueolo- vida, al tiempo que el cambio empezaba a definir el
gía, inexistente en ninguna otra tradición cultural. propio modo de vida a medida que la complejidad
A este proceso nos referiremos a partir de ahora, socio-económica implicaba una actividad produc-
para intentar comprender qué tiene que ver nuestra tiva de resultados que superaban los de la mera su-
disciplina con el modo en que nuestro grupo cons- pervivencia y con unas posibilidades de variación
truye la idea del “nosotros”. mayores. A medida que los fenómenos de la natu-
raleza se iban entendiendo y describiendo a través
de la ciencia, dejaban de considerarse sagrados, así
4. La definición del “nosotros” en la Modernidad que la instancia sagrada iba ocupando ámbitos cada
vez menos naturales, más abstractos. Sin embargo,
A medida que la división de funciones y la espe- mientras el nivel de complejidad socio-económico
cialización del trabajo fueron aumentando, el des- de la sociedad no alcanzó determinado punto, el
arrollo tecnológico permitió controlar más fenó- cambio seguía valorándose básicamente como un
menos de la naturaleza, es decir, entender sus me- riesgo, así que el mecanismo básico de seguridad
cánicas y poderlas planificar. Así que, poco a poco, seguía consistiendo en sentirse el grupo “elegido”
iban dejando de considerarse sagrados aquellos fe- por la divinidad para mantener un orden que debía
nómenos que el ser humano iba consiguiendo enten- respetarse como sagrado. El término “riesgo” –al
der y en consecuencia, controlar. Con la aparición igual que el de “individuo” para designar a las per-
de la escritura este proceso se disparó, porque a sonas (Elías 1990: 185-6)– no apareció hasta el si-
través de símbolos abstractos podían imaginarse y glo XVII (Giddens 1997: 143), porque sólo enton-
describirse las reglas del comportamiento de esos ces comenzó a ser un concepto imaginable en la
fenómenos, podían ampliarse los límites del mundo sociedad, lo que da idea de la resistencia al cambio
a través de los mapas, y el pensamiento en general que pervivió hasta esas fechas. Así que, a pesar de
podía ir centrándose no sólo en los acontecimientos que un número creciente de hombres iba sintiendo
concretos de la experiencia, sino en la lógica pura que el origen de su seguridad no residía en la pro-
de los razonamientos, en las mecánicas abstractas tección divina, sino en la capacidad de entender y
de las relaciones numéricas, en lo que no era huma- controlar el mundo a través de la razón, de buscar
no, ni divino, sino pura idea abstracta (cfr. Olson los cambios que mejoraran las condiciones de vida,
1994 y Ong 1996). Al principio, sólo unos cuantos su número no era aún suficiente como para trans-
hombres (no es éste el lugar para entrar en cuestio- formar la convicción social más generalizada de
nes de género, pero quede constancia de que este que “más vale lo malo conocido que lo bueno por
proceso sólo lo ha vivido nuestra sociedad a través conocer”, porque el cambio seguía siendo un ries-
de los hombres, y no de las mujeres, hasta llegar a go para una mayoría que no estaba entrenada en la
la modernidad, cfr. Hernando 2000, y no lo han vi- escritura ni ocupaba posiciones especializadas en
vido más que los hombres en cualquiera de todas la sociedad.
las demás trayectorias históricas) participaban de Sin embargo, el aumento de la complejidad so-
esta nueva manera de relacionarse con el mundo, cio-económica de la sociedad occidental era un
pero poco a poco, a medida que la escritura se iba proceso imparable, así que la capacidad de explicar
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y controlar los fenómenos de la naturaleza no-hu- plica, es precisamente lo que hace pensar que se le
mana iba convenciendo a esos hombres cada vez controla, generando así sensación de seguridad.
más especializados y entrenados en el uso de la ra- Mientras en el mito dios es el único sujeto (recuér-
zón abstracta, que en el uso de los modelos “racio- dese el bíblico “Yo soy el que soy”, el único suje-
nales” de explicación del mundo residía el secreto to), en la relación de conocimiento que establece la
de la supervivencia, y que el cambio era su condi- ciencia, el científico es el que ocupa ese lugar. Por
ción. De esta manera, acompañando a la revolu- eso, entre otras razones que iremos desarrollando,
ción industrial, comenzó a surgir un nuevo discur- la Arqueología, que apareció para explicar las pri-
so social, del que formaba parte la Arqueología, en meras etapas de esos cambios, tenía que considerar
el que el secreto de la supervivencia ya no se depo- objetos y no sujetos a los protagonistas del pasado,
sitaba en el fiel mantenimiento del incuestionado no podía otorgarles una condición de iguales. Pero,
orden sagrado, sino en la seguridad que daba inte- como digo, ésa no es la única razón.
rrogar a la realidad a través de la duda metódica de La Modernidad es un estado de cultura que co-
la ciencia, en el desarrollo de la tecnología y en la rresponde a una sociedad industrializada, individua-
capacidad de cambiar. El ser humano sustituía a lizada y capitalista. Las categorías de relación con
dios como agente de su destino, y la razón tomaba el mundo –el sujeto y la razón– expresan esa distan-
el lugar que hasta entonces había ocupado la fe co- cia emocional que define al “yo”, al sujeto moder-
mo principal mecanismo de seguridad y de super- no, y sin duda, la capacidad de describir, prever e
vivencia (compaginándose ambos tanto más cuan- incluso controlar los comportamientos de esa natu-
tos más aspectos de la realidad siga sin explicar raleza que nosotros ya consideramos no-humana es
mecánicamente cualquier persona del grupo social). muy superior a la de los grupos de menor comple-
De esta forma, en el siglo XIX se consolidó un jidad socio-económica. Ahora bien, aun así, el uni-
nuevo discurso de legitimación social, que se había verso sigue siendo demasiado complejo para que
ido gestando desde el Renacimiento, y que explica- podamos contemplarlo en su totalidad, por lo que
ba el presente no como expresión inmutable de un en nuestra cultura funcionan exactamente los mis-
inmemorial orden sagrado, sino como evidencia de mos mecanismos que en todas las demás. Obvia-
la superioridad que otorgaba el destino a quien sa- mente, nosotros no somos conscientes de ellos,
bía cambiar, pues sólo a través de esos cambios se porque en su inconsciencia reside precisamente la
había ido produciendo la comprensión de las me- clave de su operatividad, pero al igual que cual-
cánicas físicas de la naturaleza y su consiguiente quier otra sociedad, nosotros hemos creado un dis-
control. Darwin, Marx o Freud contribuyeron de curso que nos hace sentir que somos el grupo “ele-
manera significativa a la construcción de ese nue- gido” entre todos los demás, porque a diferencia de
vo discurso que explicaba el presente en función de ellos, nosotros sí que hemos descubierto el lengua-
los cambios desde el pasado, y la Arqueología re- je con el que habla el universo, su naturaleza ocul-
presentó su más pura plasmación disciplinar. Por ta, su verdadero orden: es el lenguaje científico, el
su parte, quien organizaba y construía el discurso que nos hace sentirnos privilegiados, fuertes, segu-
venía de ese modo a sustituir a dios como agente ros y “superiores” a los demás.
del que emanaba la seguridad convirtiendo a su pro- Como parte de esa irrenunciable necesidad de
pio grupo social en el agente exclusivo de su propia definirnos a nosotros mismos como algo distinto y
seguridad, es decir, en sujeto de una realidad que por ende “mejor” que los demás grupos humanos,
objetivaba a medida que iba “descifrando” su com- fueron surgiendo disciplinas que nos definían a tra-
portamiento no-humano. De esta forma, se iba con- vés de lo que éramos (la Sociología, la Economía o
solidando un discurso en el que el cambio –y no la la Psicología, por poner sólo algunos ejemplos), y
inmutabilidad de lo sagrado– era el eje sobre el que disciplinas encargadas de definirnos a través de lo
debía discurrir, y la objetivación de cualquier fenó- que “no” éramos, es decir, a través de la identifica-
meno explicado, el secreto de la seguridad que ción de los “otros”. Y es así como surgió la Arqueo-
confería. Es decir, la ciencia positiva “objetiva”, logía, cuyo papel esencial era definir al “otro” en el
cosifica, por definición, aquello que estudia, pues tiempo, o la Antropología que definía a los “otros”
el establecimiento de esta relación, la pretensión de en el espacio (Fabian 1983). Pero esta definición
que se ha descifrado la mecánica que guía al fenó- tenía que cumplir inevitablemente la misma fun-
meno estudiado, el alejamiento emocional que im- ción esencial y trascendente que los mitos a los que
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Almudena Hernando Gonzalo Arqueología y Globalización

sustituía, por lo que la Arqueología nació con un ropeas, traspasando a éstas la misma atribución de
discurso teleológico y positivista, en el que todo el salvajismo y barbarie que hasta entonces habían
pasado se leía con las claves que rigen el presente, encarnado los homines agrestes (cfr. también Todo-
de forma que todos los grupos que nos habían pre- rov 1991). Era necesario definir al salvaje para de-
cedido representaban simples escalones o etapas linear al civilizado occidental, porque a través de
que conducían a explicar nuestra propia aparición saber lo que no éramos podíamos entender el ver-
y la del secreto de nuestra supervivencia, el que dadero alcance de lo que habíamos llegado a ser.
nos convierte en los elegidos. A través de un dis- Y esto es lo que siguió sucediendo en la moder-
curso evolucionista y positivista, sólo se identifica- nidad con esas sociedades vivas que presentan me-
ban en los grupos del pasado aquellos rasgos que nor complejidad socio-económica que la sociedad
tenían que ver con lo que nos define a nosotros en occidental. La cuestión es que, a partir del surgi-
la actualidad: el cambio, el desarrollo tecnológico miento de las disciplinas científicas, semejante va-
y el control material de la realidad. Así que la Ar- loración se justificó racionalmente, entre otros ar-
queología nació abocada a identificar al “otro” del gumentos, a través de la Arqueología. Al generali-
pasado con una especie de embrión del “nosotros” zar la idea de que los grupos del pasado fueron
actual, que se iría completando y madurando hasta simplemente versiones incompletas, más simples,
llegar al presente que se pretendía legitimar. De inacabadas, de nuestra propia sociedad, y al identi-
esta forma, la imagen del “otro” nacía como una ficar “pasado” con “menor desarrollo tecnológico”,
imagen alienada por necesidad, pues no lo hacía se llevaba simbólicamente a los grupos vivos con
para existir por sí mismo, sino en función del privi- esta característica allí, al pasado (Fabian 1983),
legiado “nosotros” del presente. No se trataba de convirtiéndolos, por concatenación lógica de la lí-
conocer a los otros, sino de compararlos con nos- nea argumental, en embriones o versiones simples
otros a través de nuestra propia vara de medir la de nuestra propia sociedad. De nada servía que
realidad, y concluir que, efectivamente, “nosotros” esos grupos estuvieran sobreviviendo de una ma-
somos los que vamos a sobrevivir, los “seres hu- nera eficaz a través de una interpretación del mundo
manos verdaderos”, porque sólo nosotros hablamos radicalmente distinta de la nuestra, porque eran sis-
el lenguaje de la instancia protectora: el lenguaje temáticamente valorados sólo en función del grado
de la razón y de la ciencia. “Nosotros” volvíamos de desarrollo que en ellos alcanzaban los rasgos
a ser, de esta manera, el grupo elegido, el más com- que a nosotros nos definían. De esta forma, la Ar-
pleto, el más humano, y para construir esa imagen queología colaboraba, de manera fundamental, en
era necesario que imagináramos al “otro” como me- la legitimación de la expansión capitalista moder-
nos completo, no tan humano, exactamente igual na y en la destrucción de la diferencia cultural. Y
que sucede en cualquier otra sociedad. El problema así, al igual que el capitalismo inicial se iba expan-
es que, en nuestro caso, debido a la complejidad so- diendo a través de batallas bendecidas en misas ad
cio-económica que nos caracterizaba, esa imagen hoc, porque aún se legitimaba la superioridad del
servía para justificar la colonización que estaba te- grupo que lo sostenía a través del mito, el capitalis-
niendo lugar, la destrucción de la diferencia. mo de la pura modernidad ya sólo necesitaba acu-
En un pormenorizado estudio, Roger Bartra dir a la ciencia –y dentro de ella, a la Arqueología,
(1996, 1997) demostró cómo para construir la ima- por ejemplo– para justificar la superioridad sobre
gen del “nosotros” europeo, el imaginario social ha- esos grupos a los que se consideraba inferiores, y
bía recurrido siempre a confrontarlo con un “otro” por tanto, susceptibles de legítima dominación.
salvaje. Desde el siglo XII, la literatura y el arte En Europa no solemos hacer de este hecho un
europeos ofrecen múltiples ejemplos de la figura objeto de reflexión. No nos planteamos las terribles
del “hombre salvaje” (homines agrestes), figura consecuencias que está teniendo el positivismo en
mítica que arranca en su concepción de los salva- nuestras valoraciones de las culturas humanas de
jes clásicos: faunos, centauros, cíclopes, necesarios menor complejidad socio-económica, pero ello no
para definir lo civilizado y social. El problema es implica que esas consecuencias no se estén produ-
que cuando tuvo lugar la colonización de América, ciendo. De hecho, como he repetido ya en diversas
a finales del siglo XV y principios del XVI, esas ocasiones, creo que estamos viviendo un umbral
imágenes fantaseadas e irreales fueron sustituidas histórico, en el que la diferencia cultural está a pun-
por la imagen real de poblaciones indígenas no eu- to de desaparecer. Dentro de muy pocas generacio-
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Arqueología y Globalización Almudena Hernando Gonzalo

nes, apenas quedarán grupos cazadores-recolectores su diferencia en términos de igualdad. Desde ella
o campesinos en el mundo, porque el capitalismo trabajo. Pero, en realidad, a medida que profundi-
habrá conseguido alcanzar los últimos rincones del zo en nuestra disciplina y que conozco a “otros”
planeta. Y la Arqueología habrá sido uno de sus grupos del presente y veo la relación que el mundo
instrumentos de legitimación. occidental sostiene con ellos, no estoy segura de
La cuestión es si es posible una Arqueología no que la Arqueología pueda representar otra cosa que
evolucionista y no positivista. Si es posible cons- un instrumento de legitimación del capitalismo, en
truir al “otro” del pasado de una forma no-alienan- el caso de nuestros días, del capitalismo globaliza-
te, concediéndole todo el respeto que merece un dor de la postmodernidad. Porque sospecho que la
igual. El problema y la cuestión van mucho más Arqueología postcolonial y postmoderna puede no
allá de la Arqueología, y comenzaron a hacerse ser otra cosa que la última adaptación de nuestro
explícitos a partir de la publicación (en 1997 en su discurso a las cambiantes características del capita-
primera edición en inglés) de Orientalismo, el fa- lismo postmoderno. Es éste el último punto que me
moso libro en el que Edward W. Said demostraba gustaría tratar aquí.
que Occidente había creado artificialmente la ima-
gen de “Oriente” como la del “otro” de un modo
que le permitía definirse a sí mismo y situarse en 5. La definición del “nosotros”
una posición de dominio sobre él. Su documentado en la postmodernidad
y fundamentado estudio sirvió de punto de partida
a los defensores de la llamada Arqueología postco- Como se ha señalado en otros lugares (Benavi-
lonial, que desde fechas recientes, intentan denun- des 2005), mientras el capitalismo moderno nece-
ciar el uso que Occidente ha hecho de los no-occi- sitaba “excluir” la diferencia, resistirla, anularla, el
dentales para definirse a sí misma, y defienden la capitalismo postmoderno, definido a través de ese
necesidad de establecer una nueva relación con el fenómeno que conocemos como “globalización”,
“otro”, que contemple su diferencia en términos de exige “incluírla” para poder seguir expandiéndose.
respeto e igualdad y no de dominación colonial La sociedad occidental siguió un proceso que po-
(Gandhi 1998; González Ruibal 2003). El proble- dríamos calificar como gradual o uniforme o lineal
ma, a mi juicio, es que “construir al otro” significa hasta alcanzar un determinado límite de división de
objetivarle siempre en alguna medida, someterlo a funciones y especialización del trabajo, el límite que
algún tipo de reduccionismo simplificador. Y, so- podía alcanzarse con la participación exclusiva de
bre todo, definirle a través de los instrumentos con los hombres de la sociedad. Llegó un momento en
los que se construye el discurso propio de la socie- que el sistema se encontró con una contradicción
dad que lo define, lo que, en sí mismo, como ya de- estructural: no podía mantenerse la tendencia que
mostrara Foucault (1970), establece una relación definía el proceso (el aumento de división de fun-
de poder. Y creo que en esta trampa se encuentra ciones y especialización del trabajo) si no se alte-
encerrada, y sin salida, nuestra disciplina. raba sustancialmente una de las bases sobre las que
En teoría, yo creo que existe la posibilidad de había discurrido hasta entonces: las mujeres tenían
hacer una Arqueología que devuelva al “otro” del que empezar a ocupar también puestos especializa-
pasado –y en consecuencia al del presente, o vice- dos en la sociedad. De otro modo, el crecimiento
versa– la condición de igual, y en consecuencia, el no era sostenible. Así que las mujeres comenzaron
respeto que se le debe. Para ello, es necesario com- a ser entrenadas en la escritura y la educación su-
prender que una menor complejidad socio-econó- perior (entrenamiento que hasta entonces les había
mica o tecnológica no implica una mayor simplici- sido vetado) y empezaron a ocupar funciones espe-
dad cultural, porque la percepción del mundo, la cializadas dentro la sociedad. Pero obviamente, su
realidad en la que creen vivir los distintos grupos modo de relación con el mundo no era la misma
humanos, varía en relación estructural –lo que evi- que la de los hombres, porque ellas se habían espe-
ta caer en relativismos hermenéuticos inaborda- cializado históricamente en el dominio de las emo-
bles– a su grado de control material de los fenóme- ciones –en parte porque ellas mismas reproducían
nos de la naturaleza (Hernando 2002). Desde esta el sistema y en parte porque los hombres necesita-
convicción, se hace imposible la jerarquización de ban que alguien supliera el déficit de relación emo-
esos grupos y se abre la posibilidad de considerar cional con el mundo que ellos experimentaban a
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medida que dejaban de relacionarse con el mundo teóricos” y discursos sociales en los que la imagen
a través de los mitos (Hernando 2000)–. Así que, del “nosotros” comienza a cambiar: “nosotros” ya
aunque comenzaran a ocupar puestos similares a no somos sólo los elegidos por el destino por el he-
los que hasta entonces habían ocupado los hom- cho de que hemos desarrollado la razón hasta un
bres, las mujeres no podían relacionarse con el punto que nos permite controlar materialmente el
mundo de la misma manera. Por un lado, porque mundo y sentirnos seguros en los cambios como
no tenían hombres que cumplieran la función de ningún otro grupo humano, sino que “nosotros” so-
apoyo emocional que ellas habían cumplido tradi- mos además el único grupo que se define a través
cionalmente con los hombres, y por otro, porque de la existencia de diferencias entre sus miembros,
sabían que una relación emocional sana con el mun- que acepta la diferencia, que la considera parte sus-
do es esencial para sentirse seguras y equilibradas tancial del núcleo del sistema. Porque sólo acep-
dentro de él. Ahora bien, esto significaba entonces tando esa diferencia (primero de las mujeres, des-
que las mujeres iban a empezar a introducir un dis- pués inter-personales en general) conseguiremos
curso que incluye una mayor conciencia subjetiva sobrevivir. Obviamente, este discurso se entremez-
y emocional –que sólo se está comenzando a refle- cla dentro de la sociedad con el discurso anterior,
jar en los últimos años–, que implicaba alguna “di- patriarcal, evolucionista y positivista, donde la di-
ferencia” con respecto al que había caracterizado a ferencia, dentro o fuera del sistema se identifica con
esa sociedad capitalista previa e inicial, cuyas posi- lo “otro” y era valorada sistemáticamente con lo
ciones de poder y especialización eran ocupadas “inferior”. Y al igual que durante la segunda mitad
exclusivamente por hombres. Un discurso cuya del siglo XIX y principios del XX el discurso mítico
“diferencia” se podría aceptar sólo en tanto que no de legitimación, la seguridad sustentada en la pro-
fuera incompatible con la estructura básica del sis- tección divina, convivía con el discurso laico que
tema, con el orden individualista, productivo y ca- depositaba la confianza en la razón, desde finales
pitalista de la sociedad que de ese modo se estaba del siglo XX el discurso que despreciaba la dife-
permitiendo sobrevivir. Es decir, para seguir avan- rencia y el que comienza a incluirla en supuestas
zando en el control tecnológico del mundo, el cam- condiciones de igualdad conviven en proporciones
bio que servía de clave a la seguridad exigía incluir diversas dentro de nuestro conjunto social.
ahora la “diferencia” como parte del propio discur- El hecho es que, como parte del mismo proceso,
so, pero sólo en la medida que esa diferencia no la sociedad que así se legitimaba seguía expan-
fuera amenazante para el sistema, sino parte de los diéndose y colonizando los rincones más recóndi-
mecanismos hegemónicos (o contra-hegemónicos, tos del planeta. La necesidad de seguir encontran-
cfr. infra) que le permitirían sobrevivir. Así que el do recursos y materias primas, de seguir generan-
discurso de legitimación, el “nosotros”, comenzó a do consumidores que justificaran la constante ex-
integrar supuestas variaciones internas, posibilida- pansión del sistema productivo, o la de entrenar
des distintas de entender la vida. productores para sostener ese mismo sistema en las
Por otra parte, ese discurso encontró significati- escalas más indeseables del mismo, iban condu-
va aceptación social, porque la fragmentación indi- ciendo a la sociedad moderna occidental a ampliar
vidualista de la postmodernidad iba generando pro- irrefrenablemente los límites de su esfera de actua-
gresivo conflicto psíquico en los miembros de una ción. Y así ha llegado a invadir los territorios más
sociedad que se iban sintiendo tanto más podero- marginales que quedaban, los más inaccesibles o
sos en términos materiales, cuanto más solos y frá- los más ocultos, aquellos donde aún quedaban gru-
giles en términos emocionales. Así que la concien- pos humanos cuya lógica de supervivencia era tan
cia de diferencia entre-sujetos, fueran hombres o coherente y tan lúcida como la nuestra, pero cuyo
mujeres, iba aflorando y expresándose en cualquier nivel de complejidad socio-económica no les per-
ámbito cultural, básicamente en los más individua- mitía competir tecnológicamente, ni por tanto de-
lizados, esto es, en aquellos en los que la raciona- fenderse, frente a la modernidad. Ahora bien, mien-
lización del mundo había alcanzado cotas más tras a comienzos del siglo XX la sociedad moderna
altas: el mundo del conocimiento científico. Como occidental aniquilaba a esos grupos “diferentes”, la
este ámbito es el encargado de crear el discurso de de comienzos del siglo XXI los absorbe, preten-
legitimación de la sociedad en la modernidad, fue- diendo respetar su diferencia. La Arqueología post-
ron apareciendo –y se van consolidando– “modelos colonial se desarrolla paralelamente a la Antropolo-
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Arqueología y Globalización Almudena Hernando Gonzalo

gía o la Literatura post-colonial, y comparte con la diferencia cultural”, lo que exige que la diferen-
ellas la misma clave de partida: encontrar y respe- cia cultural se incluya en el tipo de negociaciones
tar la diferencia. Pero ¿es esto posible? ¿Es posible y relaciones con el poder, es decir, que adopte es-
realmente que la “diferencia” siga existiendo cuan- trategias hegemónicas, aunque sea mediante el sos-
do queda absorbida por nuestro sistema? ¿Es posi- tenimiento de discursos contra-hegemónicos. A tra-
ble que las disciplinas científicas cumplan otra vés de la adaptación de sus recursos simbólicos a
función que la de apoyar al orden moderno-capita- los nuevos requerimientos del poder de la postmo-
lista-postindustrial? dernidad, el movimiento indígena ecuatoriano
construye la figura del indígena como un “otro”,
insistiendo en su “autenticidad” y su “victimización”
6. ¿Qué Arqueología puede existir (Benavides 2005: 12), recurso que le permite gozar
en la postmodernidad? de los beneficios que la nueva estrategia del capi-
talismo globalizador y postmoderno otorga a la
En un reciente artículo sobre el papel del movi- “diferencia”. La cuestión es que para hacer esto ca-
miento indígena de Ecuador, Hugo Benavides (2005: ricaturiza esa diferencia, la reduce a una mera apa-
18) decía que: riencia, pues sólo así encontrará el lenguaje y la
manera de negociar esos beneficios. En conclusión:
“la búsqueda por una autenticidad efímera se los representantes del movimiento indígena ecuato-
ha vuelto uno de los principales valores post- riano utilizan un discurso contra-hegemónico para
modernos, precisamente porque la sociedad participar en la regulación hegemónica del Estado
global, definida desde un punto de vista de oc- nacional; manipulan la “diferencia” verdadera de
cidente, se encuentra cada vez más alentada por los indígenas para participar de las negociaciones y
encontrar diferenciación y desarrollarla. Es esta alianzas de poder del orden respecto al que recla-
contradicción global, una vez más en esencia man su diferencia. Mi duda es si la Arqueología
definitoria del momento postmoderno que vivi- postmoderna y postcolonial no está utilizando el
mos, en donde organismos financieros trans- mismo tipo de recursos contra-hegemónicos, de for-
nacionales como el Banco Mundial, cada vez ma que su honesta y reflexiva aportación no cons-
más conscientes de la creciente homogeneiza- tituirá en el fondo simplemente la forma en que la
ción cultural de occidente, busca nativos y di- Arqueología ha sabido “mutar” para seguir consti-
ferencias para desarrollar y apoyar. Sin mucha tuyendo un instrumento de legitimación del orden
consciencia de que esta misma búsqueda (…) de la modernidad-postmodernidad.
implicará una desaparición de la misma dife- Como sabemos, el principal objetivo de la Ar-
rencia que se busca apoyar”. queología postprocesual y postcolonial es recono-
cer y caracterizar la diferencia, llamar la atención
Me temo que la Arqueología postmoderna, que sobre ella en la literatura del mundo occidental, pe-
tanto se preocupa de identificar, recuperar y defen- dir el respeto para esas minorías que hasta ahora
der la diferencia, no es sino la evidencia de que es- habían sido excluidas del discurso arqueológico
te mismo proceso se está dando también respecto –grupos indígenas, mujeres, etc.–. Pero con ello, no
del “otro” del pasado. Para hablar de ambos proce- se hace otra cosa que incluirlas en la lógica hege-
sos, entra en juego el concepto de hegemonía, cru- mónica desde la que las describimos, consiguiendo
cial para comprender las últimas corrientes teóricas determinados beneficios aparentes para ellas, pero
de las Ciencias Sociales (Chakrabarty 1996; Butler a un precio tan alto que, como el movimiento indí-
et al. 2000). El concepto de hegemonía hace alusión gena de Ecuador, resulta demasiado difícil de reco-
a esa forma de poder que incluye el consenso de la nocer: al precio de mantener la diferencia sólo a tra-
parte dominada, desde que Gramsci lo utilizara pa- vés de la apariencia, de la caricatura, de la exage-
ra referirse a la manera en que la burguesía consi- ración, mientras que la diferencia profunda y real
guió establecer y sustentar su dominio en las demo- queda absorbida y neutralizada, porque no puede
cracias occidentales (Fernández 2004; Lears 1985). ser descrita desde nuestro propio discurso. Tanto en
Estoy de acuerdo con Benavides (2005: 19) en que la Arqueología postcolonial como en el movimiento
“la dominación política de la globalización está indígena ecuatoriano descrito por Benavides, los re-
marcada por la incorporación y no por el desdén de presentantes de los “diferentes” sólo comparten con
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ellos la apariencia, porque el núcleo de sus identi- y el modo en que se contempla el mundo y la reali-
dades, que podía coincidir en origen, está profun- dad en cualquier grupo humano, para ayudar a ha-
damente transformado. Un representante de una cer valer mi propia convicción de que no se puede
sociedad indígena oral es un indígena de origen, ob- juzgar a los demás grupos humanos (lo que inclu-
viamente, pero en la inmensa mayoría de los casos ye a los del pasado) utilizando los criterios que nos
no podría ocupar el papel de interlocutor si no fuera definen a nosotros, porque de esa manera sólo en-
porque utiliza el discurso de la razón y la lógica contramos que ellos los tienen menos desarrollados
formal, que pasa por el conocimiento de la lectura que nosotros y ocultamos la increíble sofisticación
y la escritura y que subvierte radicalmente el orden de los que ellos utilizan. Y cuando se entienden los
cognitivo de los indígenas a los que representa. En sutilísimos mecanismos que utiliza la mente huma-
este sentido, el representante indígena es un miem- na para sobrevivir en este mundo inabarcable, la
bro más de la sociedad cuyo discurso combate, pero coherencia de quienes han desarrollado categorías
es que ésta es la condición para que pueda ser escu- distintas de las nuestras genera un inevitable respeto
chado en ella. por su diferencia. Sin embargo, lo cierto es que no
Lo mismo sucede entre los arqueólogos. No cabe estoy segura que, en el fondo, incluso este interés
duda de que también los arqueólogos postcolonia- no forme parte de un mecanismo renovado de defi-
les y postmodernos obtienen beneficios académicos nición del “nosotros”, de acuerdo con la fórmula
–y por tanto, rendimientos en clave de poder–, sin que corresponde a la postmodernidad y que exige
que por ello parezca contradictorio enarbolar dis- la aceptación –sólo aparente– de la diferencia.
cursos contra-hegemónicos o de resistencia. Los Si esto fuera así, entonces quedaría aún mucha
discursos de defensa del “otro” se elaboran en ese reflexión por hacer para desvelar los mecanismos a
lugar nuclear del sistema encargado de producir el través de los cuales la Arqueología postmoderna
conocimiento que da consistencia y confianza al contribuye a la construcción del sujeto de la post-
propio sistema: la universidad. Desde ella se genera modernidad, porque si su fin principal es ése, en-
el discurso legitimador, se transforma el conoci- tonces, inevitablemente, aunque sea de manera su-
miento que permite al resto de la sociedad seguir til, siempre acabará con considerar que “nosotros”
creyendo que somos el pueblo elegido. No es posi- somos, de alguna forma, los elegidos, y seguirá uti-
ble pensar que su discurso no forma parte de las lizando a los “otros” para confirmar la convicción
alianzas hegemónicas que sostienen el poder del nuclear de nuestra construcción identitaria. El pro-
mundo occidental, aunque sea a través, como el mo- blema es que dentro de muy pocos años, como de-
vimiento indígena de Ecuador, de discursos contra- cía al comienzo, no quedarán testigos en el mundo
hegemónicos que ponen el énfasis en la diferencia, de ninguna población oral, ajena a la escritura,
la captan y la neutralizan. Si esto es así, entonces completamente extraña a nuestro mundo. Porque
la Arqueología postmoderna estaría manteniendo con la honesta pretensión de demostrar que existen,
la misma alianza hegemónica que su anterior ver- que nuestro orden no es el único, ni el verdadera-
sión moderna de una manera mucho más sutil, pero mente humano, ni el mejor, ni el más coherente, ni
no menos culpable en su avance destructor de toda el único maduro, que la gente que protagonizó
diferencia. nuestro pasado desarrollaba mecanismos tan com-
Mi reflexión no conduce a ningún puerto de lle- plejos como los nuestros para construir su relación
gada, sino que aspira, simplemente, a expresar las con el mundo, buscamos a grupos actuales que nos
dudas que invaden mi propio trabajo. Creo que la enseñen esos mecanismos en los últimos rincones,
Arqueología postmoderna se interesa muy respe- identificamos su diferencia, y al hacerlo, establece-
tuosamente por los “otros”, del pasado y del presen- mos las condiciones de su asimilación. Quizás sea
te, valora su complejidad cognitiva y no sólo tecno- éste el sutil mecanismo de la postmodernidad para
lógica, de forma que los coloca, y así pretende llegar a demostrar que, en efecto, nosotros somos
mostrarlos a la sociedad, en planos de igualdad y los elegidos, porque dentro de unos cuantos años,
no de inferioridad respecto de la sociedad occiden- todo el mundo globalizado parecerá concedernos
tal. Personalmente me interesa desvelar, no desde definitiva e irreversiblemente la razón: sólo nuestro
la Arqueología postcolonial, sino desde un plante- orden cultural habrá conseguido sobrevivir, y todos
amiento estructuralista, las correlaciones que exis- sus miembros podrán ordenarse, ahora sí, en fun-
ten entre el nivel de complejidad socio-económica ción del desarrollo de los rasgos que sólo los que
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Arqueología y Globalización Almudena Hernando Gonzalo

ocupamos posiciones centrales al sistema habremos lo que garantiza que vamos a sobrevivir. Y aunque
desarrollado en su totalidad: el “nosotros” integrará nos sea mucho más fácil contemplar nuestro ejer-
a todos los seres humanos (del pasado y del presen- cicio a través del tupido velo de la ignorancia sobre
te), pero sólo unos cuantos, seremos, en realidad, sus efectos, no por ello ésos dejan de producirse,
los “elegidos”. como los de los bombardeos nocturnos en las gue-
rras actuales retransmitidas por televisión.
La Arqueología es parte de los mecanismos de
7. Epílogo construcción de la identidad del sujeto de la moder-
nidad, y siempre actuará con esa función, como
¿Qué se puede hacer? Me doy cuenta del pesi- cualquier otra disciplina científica. La cuestión es
mismo de mi discurso y del callejón sin salida al que que, con la excepción de la Antropología, la Arqueo-
conduce. Como señalé al principio, he volcado aquí logía es la disciplina más directamente implicada
una serie de reflexiones resultantes del impacto en la construcción y valoración de los “otros”, los
que me produjo la contemplación de algo de lo que incluyamos o no dentro del propio “nosotros” de la
nunca, como hasta ahora, había sido consciente: el postmodernidad. Y creo que quizás, aunque en últi-
discurso que hacemos los arqueólogos tiene efectos ma instancia no haya escapatoria, la reflexión y la
directos en poblaciones vivas del presente. En el auto-crítica sobre los efectos que el positivismo ha
avanzado, tecnificado y aséptico mundo occiden- tenido y tiene sobre grupos vivos del presente pue-
tal, en que las guerras ya sólo son retransmitidas de de ser la única vía que permita luchar por salvar los
noche, para que no veamos los efectos de los bom- últimos restos de “diferencia” cultural en el planeta
bardeos ni por tanto nos alteren o solivianten las –aunque eso vaya en contra de la lógica expansiva
emociones que eso produciría, los arqueólogos cree- del conocimiento científico y del capitalismo en
mos que nuestra labor se circunscribe a igualmente general–, o que permita respetar los restos de “dife-
asépticos trabajos de campo, laboratorio u ordena- rencia” que puedan salvarse tras ser absorbidos. En
dor que sólo afectan a poblaciones extinguidas de cualquier caso, se trata de una reflexión necesaria,
las que a veces apenas quedan restos materiales, que contiene la única posibilidad de generar un dis-
difíciles de interpretar. Pero no es verdad. Nuestro curso social más justo y real sobre el verdadero va-
trabajo produce conocimiento que sirve a la socie- lor de esos “otros” grupos humanos sin cuya luci-
dad, antes y por encima de ningún otro objetivo, dez y coherencia nunca hubiéramos llegado a ima-
para generar la sensación de que vivimos en un ginar la versatilidad y complejidad de nuestra pro-
mundo que entendemos y que podemos controlar, pia mente humana.

AGRADECIMIENTOS
1. Proyecto de investigación “Etnoarqueología de los Mlabri de Tailandia. Primera parte: estudio de los mecanismos de cons-
trucción de su identidad”, financiado por el Vicerrectorado de Investigación. Universidad Complutense. Madrid (PR3/04-
12460).

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Almudena Hernando Gonzalo Arqueología y Globalización

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