El término “neoclásico” mismo se originó en una crítica global de Thorstein Veblen - fundador de
la escuela institucionalista (norte)americana- quien lo utilizó para referirse a quienes él
consideraba compartían las percepciones no científicas de la escuela clásica, especialmente la
utilización de la teoría del valor, incluyendo la tentativa marginalista de reemplazarla con la
teoría del valor subjetivo y la percepción que “más es necesariamente mejor”. Esto incluye a
quienes son generalmente considerados marginalistas.
La economía clásica partía del principio de escasez, como lo muestra la ley de rendimientos
decrecientes y la doctrina malthusiana sobre la población. A partir de la década de 1870, los
economistas neoclásicos como William Stanley Jevons en Gran Bretaña, Léon Walras en Suiza, y
Karl Menger en Austria, imprimieron un giro a la economía, abandonaron las limitaciones de la
oferta para centrarse en la interpretación de las preferencias de los consumidores en términos
psicológicos. Al fijarse en el estudio de la utilidad o satisfacción obtenida con la última unidad, o
unidad marginal, consumida, explicaban la formación de los precios, no en función de la
cantidad de trabajo necesaria para producir los bienes, como en las teorías de Ricardo y de Marx,
sino en función de la intensidad de la preferencia de los consumidores en obtener una unidad
adicional.
2. MARGINALISMO:
Esta escuela centra su atención en el análisis del funcionamiento de los mercados y en la teoría
de la formación de los precios. La teoría de la distribución de la renta es para el
marginalismo una prolongación de la teoría de los precios. Con el descubrimiento de la noción
de incremento del valor marginal fue posible hacer un mayor uso de las matemáticas
(concretamente, del cálculo diferencial) en el análisis de los problemas económicos, que les
permitió a los economistas marginalistas elaborar una teoría de la formación de los precios de
los bienes de consumo, de los factores de la producción y de las condiciones de satisfacción
o bienestar de los consumidores en un orden económico de mercado lógicamente consistente.
Como ha señalado Kenneth E. Boulding, el análisis marginal no es otra cosa que una teoría de
la optimización.
El concepto de valor tuvo una revisión posterior, pues el mercado no refleja del mismo modo
este concepto de valor; cada bien no tiene un valor inmutable, sino que guarda relación entre el
propio bien y las personas que tienen o quieren el bien. Este cambio se produce a finales del
siglo XIX (entre los setenta y ochenta) a impulso de autores que inicialmente establecieron el
valor en la correlación entre costes de producción y otros elementos subjetivos, lo que
posteriormente se denominó oferta y demanda. Esta nueva teoría se llamó Revolución Marginal
que se incluye en la teoría de la economía neoclásica. Constituye el núcleo central de
la economía neoclásica. Su principal característica es el uso para el análisis económico del
concepto de valor marginal o valor en el margen (de los ingresos, costes, rendimientos, utilidad,
etcétera).
El inglés Stanley Jevons (1835-1882), el francés Leon Walras (1834-1910) y el austríaco Carl
Menger (1840-1921) fueron los fundadores de las principales escuelas marginalistas. Los tres
consideraban, al igual que Condillac, que la intensidad de un deseo disminuye con su
satisfacción, y sostenían que para un bien supuestamente divisible la última parte de dicho
bien (la menos deseada) determina el valor del conjunto.
A finales del siglo XIX y principios del XX el marginalismo perdió parte de su reputación. Al hacer
de la economía una ciencia aparentemente neutra sus adeptos se apartaron de las realidades
concretas, en particular de las relativas a la combinación de los factores de producción en
el proceso, sumamente complejo, de la revolución industrial. Por otro lado, al reducir sus
investigaciones a los deseos del hombre los marginalistas tendieron a reforzar el individualismo
propio de la sociedad liberal.
La escuela marginalista (tradición inglesa que pone el énfasis en la teoría de la utilidad) será el
antecedente más directo de la escuela neoclásica (la tradición del equilibrio general: Walras,
Pareto) que funda la visión más formalista de la economía ortodoxa. La metodología de la
escuela marginalista era básicamente axiomática-deductiva. El objetivo era establecer un
sistema lógico completo (libre de valores) y no el de responder a cuestiones políticas.
Ésta es la razón por la que el cuerpo teórico desarrollado durante esta época es conocido
como “síntesis neoclásica keynesiana”.
Así, nuevos problemas metodológicos llegaron al aparecer la urgencia de dar razón explicativa a
los casos en donde el “desequilibrio” teórico aparecía. Era preciso desarrollar algún tratamiento
explícito del desequilibrio que mostrara un proceso dinámico que encajara en el modelo del
equilibrio.