James Joyce, magistral escritor irlandés, concede en su obra “retrato del artista adolescente”
a las que ésta conlleva en un entorno tan tradicional y estricto como la Irlanda de finales del
siglo XIX. Es por esta razón que para el análisis de la adolescencia escogí uno de los puntos,
a mi parecer, más críticos y tortuosos para la conformación del artista, la etapa en la que debe
reconciliar su profuso deseo sexual con los ideales rígidos de religiosidad y, al mismo tiempo,
con el impacto catastrófico de este en el sentido de sí mismo, con la culpa como elemento
culpa de la crisis sexual del adolescente nuclear, que choca con un superyó estricto y le hace
debatirse entre su realidad corporal y sus ideales de pureza, obligándolo a escoger uno de los
La adolescencia suele ser uno de los periodos más tormentosos de la vida, pues es cuando
nos vemos obligados a mirarnos frente al espejo y dar respuestas a la mirada inquisitiva que
se refleja. Sin embargo, como con cada característica de los seres humanos, tiene variaciones
como personas hay en el mundo, por eso cada caso particular ofrece un matiz distinto según
la experiencia previa y la disposición natural del sujeto. Ahora bien, si nos vamos al caso
educación religiosa, que además debe vivir la decadencia económica de su familia. A lo largo
del relato se evidencia los cambios que tiene Stephen, quien pasa de tener el pensamiento
distractil de un niño, a realizar abstracciones poéticas en sus reflexiones sobre la vida, hasta
Stephen es entonces un reflejo de las luchas por las que se pasa normalmente en la
adolescencia, las mismas descritas en algunos textos dedicados al abordaje de esta temática.
Guillermo Carvajal (1993) al describir la etapa nuclear del adolescente recalca la rigidez que
tiene el joven respecto a las normas y valores que ha interiorizado, las cuales aplica con
rudeza al mundo que lo rodea pero procurando conciliarlas con sus actos, de modo que
pueden presentarse contradicciones entre lo que predica y su actuación. Por otra parte
Carvajal señala la búsqueda de un compañero para las actividades masturbatorias, que a pesar
erótica de la actuación, todo esto sin llegar a compartir realmente el acto, pues el joven aun
no es capaz de asimilar al otro como algo distinto a un objeto que satisface sus necesidades.
Este deseo por el otro motiva al adolescente heterosexual a buscar una mujer con la cual
satisfacer su necesidad, aun así el joven teme el encuentro del objeto sexual pues todavía no
En el caso de Stephen vemos la desesperada búsqueda por una compañera sexual por las
calles de Dublín, pues ya hastiado con sus fantasías necesita la reivindicación de otro “ser de
su misma naturaleza” para “pecar con ella”. Esta pesquisa le lleva hasta el barrio de las
prostitutas, donde una de las meretrices lo lleva a un cuarto y, luego de desnudarse le pide un
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beso, Stephen se encuentra incapaz de dárselo, incluso cuando ella le rodea con los brazos y
ambivalencia por la figura femenina, la misma que buscaba desaforadamente pero que a la
la culpa que siente y el deseo de limpiar su impureza, esto agravado por su profundo fervor
religioso que relaciona también con el miedo a la muerte y su deseo de identificarse con lo
Aberastury y Knobel (1971) mencionan el fervor religioso como un esfuerzo del adolescente
por alcanzar una identificación positiva, que le ayude a solventar su miedo a la muerte y la
mismo en esta idealización. Esta reflexión narcisista hacia lo religioso permite al joven
alcanzar una identificación positiva de sí mismo, de modo que su búsqueda por una identidad
es apaciguada en parte por la rigidez de la doctrina religiosa, que brinda lineamientos claros
respecto a cómo debe ser, quitándole ese peso de encima. Por ende, para Stephen, contradecir
las normas de conducta religiosas implica no solo la angustia de castración por desear a la
a nivel psicológico por ceder a sus impulsos carnales, a nivel social al sentirse alejado de
todos aquellos que viven sin el pecado y a nivel moral al no poder mantener las pautas de
conducta del buen católico, además de implicar la necesidad de una nueva identificación que
(Álvares, 2005)
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Así, Stephen pasa por los tormentos de sentirse dividido entre el inevitable impulso sexual y
su instinto y apegarse con mayor rigidez a la doctrina religiosa, la cual rechazará cuando se
religiosa se ve limitada por su verdadera pasión por el arte, no así cuando era su emergente
pero intensa sexualidad la que se contraponía a la religión. Peter Blos (1980) alude este
de jóvenes que han acudido a consulta, resulta común que los jóvenes experimenten un
desmedido apetito en las primeras etapas de su despertar sexual, el que a medida que logran
de manera que su impulso erótico queda en segundo plano. En el caso de Stephen, antes de
privaciones y sin sentidos que muestra depararle a Stephen al seguirla le frena de continuar,
en parte debido a que la energía de Stephen supera las barricadas que ofrece la doctrina,
su familia y afrontar sus desventuras amorosas, a modo que catetiza la actividad creadora en
lugar del objeto de amor tierno, por el cual ha mantenido una idealización relativamente
constante desde las primeras etapas de su desarrollo, incluso antes de llegar a la pubertad.
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En consiguiente podemos inferir el alto grado de narcisismo que presenta Stephen, que antes
composición poética que le permite amar al objeto sin acercarse a él, de algún modo
manteniendo su pureza por sobre su deseo de proximidad. Blos hace referencia del fenómeno
creativo en los varones al mencionar el miedo y la envidia por la madre; miedo al temer la
proximidad con las figuras que la representan y la envidia al desear concebir un hijo, un
angustia e impulso.
Llegados a este punto podemos decir que Stephen es sin duda un joven excepcional, el cual
atraviesa por los oscuros callejones de la adolescencia con delimitado éxito, logrando una
deseo sexual sometiéndolo a la sublimación del impulso, el que primero tiene la forma de
creencia, mortificándolo por acciones pecaminosas que sin importar lo que intentara no podía
evitar, tales como tener un mal pensamiento o disfrutar de una comida. Este autoflagelo
constante excede los límites de tolerancia de Stephen, al punto que su impulso se ve guiado
hasta la capacidad creadora, la cual le permite aliviar sus cargas libidinales sin el sentimiento
intenso de culpa que hasta el momento le acompañaba. Es quizás por esta búsqueda
incansable que uno de los títulos alternativos de la obra que pensó Joyce era ”Stephen el
héroe”, haciendo mención del poderoso espíritu de lucha que demuestra el joven sorteando
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los obstáculos de su medio para la creación artística, sobreviviendo a una educación rígida y
REFERENCIAS
Paidós.
Joaquín Moritz,
Joyce, J. (1982) Retrato del Artista Adolescente. Bogotá DC, Colombia: Editorial la
oveja negra.