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Tribunal: Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires(SCBuenosAires)

Fecha: 08/04/1986

Partes: Sacaba de Larosa, Beatriz E. c. Vilches, Eduardo R. y otro -Ac. 33.155

Publicado en: LA LEY 1986-D, 483, con nota de Félix A. Trigo Represas.

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SUMARIOS:
La doctrina que propicia la neutralización de riesgos apoyada en una suerte de compensación, carece de todo
fundamento legal.

El ómnibus en funcionamiento es productor de riesgo.

La teoría del riesgo creado regula la atribución de la responsabilidad civil al dueño o guardián de las cosas,
cuando éstas intervienen activamente en la producción del daño y constituye el principio rector de ese tema.

Resulta inadmisible la supresión de la teoría del riesgo creado cuando se ha producido un encuentro entre dos
vehículos (en el caso: ómnibus y bicicleta), porque el choque que los puede dañar no destruye los factores de
atribución de la responsabilidad.

Sean cuales fueren las circunstancias del accidente, si hubo actuación en él de una cosa que presenta riesgo o
vicio, responden de los daños causados tanto el dueño como su guardián, salvo que se haya acreditado que la
víctima mediante su comportamiento haya causado su propio daño (art. 1113, Cód. Civil -Adla, XXVIII-B,
1799-).

En los casos de colisión entre cosas que presentan riesgos o vicios, cada dueño o cada guardián debe afrontar
los daños causados a otro (art. 1113, Cód. Civil -Adla, XXVIII-B, 1799-).

TEXTO COMPLETO:

La Plata, abril 8 de 1986.

¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley?

El doctor Cavagna Martínez dijo:

1. La Cámara considera que lo único que se ha probado en autos son las lesiones de la actora, pero no la
forma en que se produjeron, descartando la versión de que la demandante fue encerrada por el colectivo en
una curva, y sugiriendo como posible, que la bicicleta fuese la que embistiera al colectivo, como que la actora
perdiera el equilibrio al pretender pasar entre dicho automotor y el cordón de la vereda.

Agrega que no es de aplicación en el "sub lite" la teoría del riesgo creado, según lo ha resuelto reiteradamente
esa sala, por considerar que en los casos en que se produce una colisión entre vehículos, al utilizar ambas
partes cosas riesgosas, dicha teoría se neutraliza, y para la prueba de la "imputatio iuris" cobra plena vigencia
la teoría de la culpa subjetiva, que rige el principio general de nuestro ordenamiento jurídico. No rige en
consecuencia la inversión del "onus probandi" aunque uno solo de los intervinientes en el hecho reclame
indemnización, debiendo en consecuencia ambas partes arrimar a los autos las piezas de convicción a efectos
de demostrar la culpa del contrarió y la propia conducta irreprochable.

Y concluye sosteniendo que la aplicación de dicha teoría y la inversión del "onus probandi", con la presunción
de culpa que surge del segundo párrafo del art. 1113 del Cód. Civil no se aplica cuando uno de los partícipes
es un ciclista, que conduce también una máquina riesgosa. No se trata de si es más o menos riesgosa que el
colectivo, sino que es capaz de generar riesgos para terceros y para el que la conduce. Hay riesgo compartido,
en el colectivo mayor que en la bicicleta, pero ello basta para hacer aplicable los principios de la culpa
subjetiva y la norma general del art. 1109 del Cód. de fondo.

2. Tiene razón el recurrente cuando sostiene que la sentencia viola el art. 1113 y aplica erróneamente el art.
1109 del Cód. Civil, porque la doctrina que propicia la neutralización de riesgos, apoyada en una suerte de
compensación, carece de todo fundamento legal y se sustenta sólo en una afirmación dogmática.

No encuentro apoyo legal ni doctrinario que sirva para proponer tal interpretación.

La teoría del riesgo creado regula la atribución de la responsabilidad civil por el hecho de las cosas y
constituye el principio rector de ese tema.

Cuando en la producción del daño interviene activamente una cosa son responsables su dueño y su guardián,
salvo que demuestren la concurrencia de alguna excepción legalmente prevista.

Resulta inadmisible la supresión de esta teoría cuando se ha producido un encuentro entre dos vehículos (un
ómnibus y una bicicleta, en este caso) porque el choque que los puede dañar no destruye, de ninguna manera,
los factores de atribución de la responsabilidad (Mazeaud y Tunc, "Tratado teórico práctico de la
responsabilidad civil delictual y extracontractual", t. II, vol. II, núm. 1535, ed. 1977).

La solución en los casos de colisiones entre cosas que presentan riesgos o vicios, es la misma: cada dueño y
cada guardián deben afrontar los daños causados a otro. No existe norma ni principio jurídico que permita
otra interpretación del art. 1113 del Cód. Civil.

3. Según los hechos que la Cámara considera acreditados y que enumeré en el punto 1, resulta de toda
evidencia que el ómnibus tuvo actuación en el accidente.

No se encontraba estacionado con observancia de las normas reglamentarias. Por el contrario, se encontraba
en funcionamiento y es parte de su funcionamiento detenerse durante instantes para permitir el ascenso y el
descenso de los pasajeros, porque eso es lo que acostumbra suceder (art. 901, Cód. Civil). La actuación del
vehículo es intermitente en su desplazamiento. Actúa no sólo cuando se traslada, sino cuando se estaciona
durante breves lapsos, para proseguir su camino.

Ya sea que la actora fue encerrada por el ómnibus, ya sea que la bicicleta embistiera al colectivo, ya sea que la
demandante perdiera el equilibrio al pasar entre el automotor y el cordón de la vereda, en todo los supuestos,
hay actuación del vehículo de transporte, tal cual se desprende de las declaraciones de testigos que el a quo
merita a fs. 348.

4. Sobre la base de lo expuesto corresponde resolver el caso por aplicación del art. 1113 del Cód. Civil.

No se encuentra acreditado, según los hechos que el a quo considera ciertos, que la víctima mediante su
comportamiento haya causado su propio daño.

Subsisten y concurren, sin menoscabo, la responsabilidad de la empresa propietaria del automotor y del
conductor que lo tuvo a su cuidado.

Por los fundamentos expuestos, voto por la afirmativa para que se revoque la sentencia de fs. 347 y que, en
consecuencia, vuelvan los autos al tribunal de origen, el que integrado con jueces, hábiles, dicte nuevo
pronunciamiento de conformidad con lo resuelto precedentemente.

El doctor Mercader, por los mismos fundamentos del doctor Cavagna Martínez, votó también por afirmativa.

El doctor San Martín dijo: Coincido plenamente con lo dicho.

Mas, toda vez que siendo juez de primera instancia hube de acatar la doctrina de este tribunal según la cual
cuando ambas partes de un juicio por indemnización de daños y perjuicios usaron cosas de riesgo potencial
existe una compensación de éste, cuyo efecto es el de revivir y hacer aplicables los principios tradicionales
relativos a la carga de la prueba (causa Ac. 23.280, sent. del 26/IV/77, publicada en A. y S., t. 1977-I, p. 898
-Rep. LA LEY, t. XXXVIII, A-I, p. 612, sum. 630-), paréceme necesario dejar asentada mi discrepancia con
respetables opiniones que -sosteniendo que la responsabilidad por riesgo constituye una excepción al
principio general de la responsabilidad y, por ende, un beneficio en favor de un damnificado en inferioridad
de condiciones respecto a la carga de la prueba- entienden que esa responsabilidad no juega cuando se
enfrenta con otra de igual naturaleza.

Tal como lo señalara este tribunal, al introducirse en el art. 1113 del Cód. Civil el concepto de riesgo creado,
ha variado el esquema clásico de la responsabilidad (en D.J.B.A., t. 127, p. 414 y sus citas -DT, t. 985-A, p.
80-), pero no para establecerse un sistema que resulta aplicable sólo en algunos supuestos, porque esta
interpretación restrictiva llevaría "a un retorno al sistema de la culpa, superado en estos casos" (del fallo
recién citado de esta Corte).

Al contrario, tengo para mí que cuando un automotor causó menoscabo a un tercero, debe aplicarse el
régimen previsto para el daño derivado del riesgo o vicio de la cosa, no cabiendo hacer diferencias si el daño
proviene de una colisión de aquél con otro vehículo.

Por supuesto -no está de más recordarlo- ello es así siempre que el automotor, según las circunstancias del
caso, genere un riesgo en el que pueda ser comprendido el daño sufrido por la víctima (conf. sent. en
D.J.B.A., t. 127, p. 414, ya mencionada). Y como bien se explica en el primer voto, el ómnibus en
funcionamiento es productor de riesgo. Voto por la afirmativa.

Los doctores Negri y Laborde, por los mismos fundamentos del doctor Cavagna Martínez, votaron también
por la afirmativa.

Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se hace lugar al recurso extraordinario interpuesto y, en
consecuencia, se revoca la sentencia de fs. 347, debiendo volver los autos al tribunal de origen para que,
integrado con jueces hábiles, dicte nuevo pronunciamiento de conformidad con lo aquí resuelto. Costas de
esta instancia a la parte demandada (art. 68, Cód. Procesal).- Miguel A. Mercader. - Mariano A. Cavagna
Martínez. - Héctor Negri. - Guillermo D. San Martín. - Elías Hornero Laborde. - Ante mí: Adolfo A. Bravo
Almonacid.

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