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Santo Tomás de Aquino, Sobre la eternidad del mundo1.

Traducción Francisco O’Reilly

Si bien aceptamos, de acuerdo con la fe católica, que el mundo tuvo un comienzo de


su duración, sin embargo ha surgido la duda de si pudiera haber existido siempre. Para
poder explicar la verdad sobre este problema, primero debemos distinguir aquello sobre
lo cual estamos en conformidad con nuestros adversarios de aquello sobre lo cual
diferimos de ellos. Por un lado, si se piensa que algo distinto de Dios pudo haber existido
siempre en el sentido que algo pueda existir pero no sea hecho por Dios, esto es un error
abominable, no solo de acuerdo con la fe, sino también de acuerdo con los filósofos
quienes admiten y demuestran que absolutamente nada podría existir si no fuera
causado por Él, quien posee el ser en el más alto grado y de la manera más verdadera2.
Si, por otro lado, se piensa que algo siempre ha existido y aún así ha sido causado
completamente por Dios, debe investigarse sobre si este puede ser el caso.

Ahora bien, si se dice que esto es imposible, esto se dirá ya sea porque Dios no puede
hacer algo que siempre haya existido, o porque, incluso si Dios pudiera hacerlo, no pudo
ser hecho. En la primera parte, considerando el poder infinito de Dios, todos concuerdan
que Dios pudo haber hecho algo que siempre existió. Resta, por lo tanto, ver si es posible
que algo pueda hacerse de manera que haya existido siempre.

Ahora bien, si se dice que esto no puede ser, hay solo dos razones o dos modos de
entender el porqué: ya sea por una ausencia de una potencia pasiva, o por una
contradicción entre los términos. En el primer modo, se puede decir que antes de que

1
Para el texto latino ver: Santo Tomás de Aquino, De aeternitate mundi, en Opera omnia, edición Leonina,
vol. 43, 1976, pp. 49-89.
2
Todos filósofos sobre los que se hace mención aquí concuerdan en que hay una primera causa que hace
el mundo de alguna manera. Santo Tomás no tuvo experiencia de un filósofo que no reconociera que haya
un cierto tipo de primera causa del mundo.
Sobre la Eternidad del Mundo|2

un ángel fuera hecho, “no se podía hacer un ángel”, porque no pre-existía una potencia
pasiva a su ser, en cuanto que no fue hecho desde una materia preexistente. De todos
modos, Dios fue capaz de hacer un ángel, y Él pudo hacerlo de manera que el ángel
comenzó a ser, porque Él hizo [el ángel] y [el ángel] fue hecho. Si entendemos el
problema de este modo, debe ser concedido absolutamente, de acuerdo con la fe, que
algo causado no puede existir siempre, porque sostener esto sería sostener que una
potencia pasiva habría existido siempre, lo cual es herético3. Sin embargo, de aquí no se
sigue que Dios no haya podido hacer algo que exista siempre.

En el segundo modo, se dice que algo no se puede hacer por inconsistencia lógica,
como en el caso de que no puedan ser simultáneamente ciertas una afirmación y una
negación, aunque algunos dicen que Dios puede hacer que esto sea. Otros, sin embargo,
dicen que ni siquiera Dios puede hacer eso porque de hecho, tal cosa no es nada.
Finalmente, está claro que Dios no puede hacer que esto se dé [que una afirmación y
una negación sean simultáneamente verdaderas], porque la misma afirmación por la
cual esto se sostiene implica su propia negación. Más aún, si se sostiene que Dios es
capaz de hacer que este tipo de cosas existan, la afirmación no es herética, aunque sí
creo que es falsa, al igual que [decir] que el pasado no sucedió incluye en sí una
contradicción. De acuerdo con esto Agustín, en el libro Contra Faustum [dice]:
“cualquiera que diga esto: ‘si Dios es omnipotente, que haga que las cosas que han
sucedido, no hayan sucedido’, no ve que esto significa: ‘si Dios es omnipotente, puede

3
“Sostener que una potencia pasiva habría existido siempre” sería herético porque sería sostener que
existe otra cosa distinta de Dios que no fue creada por Dios. Una potencia pasiva preexistente podría existir
antes de la creación; luego tal potencia pasiva sería increada. Santo Tomás conoció por el decreto del IV
Concilio de Letrán (1215, Firmiter credimus), que Dios es el “Creador de todas las cosas, visibles e invisibles,
espiritual y corporal”, y que Él creó ambos tipos de criaturas, “en el principio de los tiempos” y “desde la
nada” (Echiridion symbolorum, ed. Heinric Denzinger, Herder, Freiburg, 1932, §428). Ver también: James
Weisheipl, “The date and context of Aquinas’ De aeternitate mundi” en Graceful Reason: Essay in Ancient
and Medieval Philosophy Presented to Joseph Owens, ed. Lloyd Gerson, Pontifical Institute of Medieavela
Studies, Toronto, 1983, pp. 239-271, en p. 253.
Sobre la Eternidad del Mundo|3

hacer que aquello que es verdadero en sí mismo sea falso’”4. Sin embargo, algunos
grandes hombres dijeron piadosamente que Dios es capaz de hacer que el pasado no lo
fuera, y esto no fue considerado herético.

Queda por examinar aún si existe una contradicción entre estas dos ideas, que algo
pueda ser creado por Dios y que sin embargo siempre haya existido. Sea cual fuere la
verdad en esta materia, no será herético decir que Dios es capaz de hacer, si fuera el
caso, que algo creado por Dios haya existido siempre. Creo, sin embargo, que si hubiera
una contradicción, sería falso sostener tal afirmación, pero si no hubiera contradicción,
no solo no sería falso sino que tampoco sería imposible. Sería erróneo afirmar algo
diferente. En cuanto es característico de la omnipotencia de Dios que exceda toda
comprensión y poder, quienquiera que diga que de alguna criatura puede pensarse que
no haya sido hecha por Dios deroga expresamente la omnipotencia divina. El ejemplo
de los pecados no es aplicable ya que como tales no son nada5. Por lo tanto, está es la
cuestión: si el haber sido creado absolutamente por Dios y el no tener un comienzo en
la duración son mutuamente inconsistentes o no.

Que no son mutuamente inconsistentes se muestra de la siguiente manera. Si fueran


inconsistentes, esto puede ser solamente por una de estas dos razones, o por ambas:
(1) o porque la causa eficiente debe preceder a [sus efectos] en la duración, (2) o porque
el hecho de que se diga de la criatura que es creada desde la nada requiere que el no

4
San Agustín, Contra Faustum Manicheum, 26, 5 (PL 42: 481; CSEL 25. 1:723); Cfr. “Reply to faustus the
Manichean”, trad. Richard Stothert, en The Nicene and Postnicene Fathers [first series], ed. Philip Schaff,
14 vols. Christian Literature Company, 1886-1940, 4. 151-365, p. 322.
5
El caso del pecado parece ser un ejemplo contrario, porque es algo que puede ser pensado pero que
Dios no puede hacer. La característica pecaminosa de un acto, sin embargo, es una carencia del orden
moral más que algo que realmente existe. Cualquier acción considerada en sí misma es algo positivo, algo
que puede y verdaderamente existe. La cualidad moral de un acto, sin embargo es algo que trasciende el
acto en aquello que concierne a la relación del acto con un orden de bienes. Una acción buena tiene la
cualidad moral de la bondad, pero una acción mala carece de tal cualidad.
Sobre la Eternidad del Mundo|4

ser la preceda en la duración.

(1) Lo primero que deseo mostrar es que no es necesario que una causa eficiente, a
saber Dios, preceda su efecto en la duración, si Él lo ha querido [que Él no precediera su
efecto]. Primero, [argumento] de la siguiente manera. Ninguna causa que
instantáneamente produce su efecto precede a su efecto necesariamente en la
duración. Pero Dios es una causa que produce su efecto, no por medio de movimiento,
sino instantáneamente. Por lo tanto, no es necesario que Él preceda su efecto en la
duración. La primera [premisa] es clara por inducción en todos los cambios instantáneos,
como la iluminación6 y las cosas de este tipo, pero sin embargo puede ser demostrado
por la razón como veremos a continuación.

En cualquier momento en que se asume que una cosa existe, puede asumirse que su
acción comenzó, como es claro en todas las cosas que son generadas, porque en el
mismo momento en el cual el fuego comienza a ser, comienza a calentar. Pero en una
operación inmediata el comienzo y el termino de ella son instantáneas, o mejor,
idénticas como en todos los indivisibles. Por lo tanto, en cualquier momento en que de
un agente se asume que produce su efecto instantáneamente, puede ser asumido
asimismo el término de su acción. Pero el término de la acción es simultáneo con la cosa
completada. Luego, no es inconsistente afirmar que si la causa produce su efecto
instantáneamente, no precede su efecto en la duración. Aunque es inconsistente en los
casos en que la causa produce sus efectos por movimiento, porque el principio del
movimiento debe preceder su fin. Y como el hombre está acostumbrado a considerar la
producción [de cosas] que implican movimiento, por ello el hombre no comprende con
facilidad que la causa eficiente no tiene que preceder [necesariamente] su efecto en la
duración. Así es que aquellos con poca experiencia y observaciones superficiales son los

6
Esto es, tan pronto como hay luz hay iluminación; lo último es un efecto de lo anterior. Santo
Tomás también piensa que la luz atraviesa las distancias instantáneamente.
Sobre la Eternidad del Mundo|5

más rápidos en hacer afirmaciones.

El hecho de que Dios es una causa eficiente voluntaria no debilita la fuerza de este
argumento, porque no es necesario incluso que una voluntad preceda su efecto en la
duración, y un agente voluntario solo [precede su efecto en la duración] cuando obra
por deliberación, lo cual nunca podremos atribuir a Dios7.

Más aún, una causa que produce la totalidad de la sustancia de una cosa no tiene
menos poder al producir el total de la sustancia que una causa que produce la forma en
la producción de la forma. Por el contrario, su poder es mucho mayor porque no lo
produce educiéndolo desde la potencia de la materia, como sucede con aquel que
produce la forma. Pero algunos agentes que producen solamente la forma son capaces
de producir la forma siempre que ellos existan, como es claro en el caso del sol que nos
ilumina. Por lo tanto, más aun, Dios, quien produce la sustancia toda de una cosa, es
capaz de hacer que su efecto exista siempre que Él exista.

Más aún, si existe una causa que su efecto no exista al mismo tiempo que la causa
existe, esto solo puede suceder porque algo está faltando a la causa que haría que esta
se complete, porque una causa completa y lo causado son simultáneos. Sin embargo, no
hay nada que le falte [que se necesite] para completar a Dios. Por lo tanto, desde que
se afirma a Dios como existente, se pueden afirmar sus efectos como existentes, y no es
así necesario que Él preceda [sus efectos] en la duración.

Más aún, la voluntad de quien algo quiere no disminuye su poder, y esto es cierto en
Dios. Pero todos aquellos que cuestionan los argumentos de Aristóteles según los cuales
se muestra que las cosas [causadas] por Dios han existido siempre porque quien es
siempre lo mismo siempre realiza lo mismo, dicen que esto sería así si Él no fuera un

7
Dios no delibera al tomar una decisión, esto es, Él no obra por un proceso de revisión de las razones,
una por una, para tomar la decisión; la mente de Dios no entiende por proceso sucesivo temporal de
razonamiento, como la mente humana lo hace, por lo cual no hay deliberación en la mente de Dios.
Sobre la Eternidad del Mundo|6

agente con voluntad. Por lo tanto, incluso si Él es considerado como un agente con
voluntad, se sigue que Él es capaz de producir, en este caso, algo causado por Él siempre
existente. Y así está claro que no es inconsistente decir que el agente no precede a su
efecto en la duración, porque Dios no es capaz [solamente] de hacer aquellas cosas que
son lógicamente inconsistentes.

(2) Ahora nos queda ver si es inconsistente sostener que algo que ha sido hecho ha
existido siempre porque, en cuanto se dice que fue hecho desde la nada, su no ser debe
necesariamente precederlo en la duración. Que en esto no hay inconsistencia se
muestra por aquello que ha dicho san Anselmo en su Monologion, capítulo 8, donde
explica cómo se dice que la criatura está hecha desde la nada: “La tercer interpretación”
dice, “según la cual se dice que algo está hecho desde la nada es [aquella según la cual]
queremos significar que algo fue verdaderamente hecho pero no hay nada desde lo cual
fue hecho. Del mismo modo, cuando se dice de un hombre que se ha entristecido sin
causa, se dice de él que se ha entristecido por nada. No será inconsistente, por lo tanto,
si aquello que se ha concluido es entendido según este significado, que con excepción
de la esencia suprema, todas las cosas que han sido hechas desde la nada, es decir, no
desde algo”8. Luego, es claro, conforme a esta explicación, que no debe suponerse un
orden entre aquello que ha sido hecho y la nada, como si aquello que fue hecho tuviera
que haber sido nada antes de llegar a ser.

Más aún, supongamos que el orden de la nada implicado en la proposición (desde la


nada), permanezca afirmado, de tal manera que el sentido es que la criatura fue hecha
desde la nada, esto es, que fue hecha después de la nada. Esta palabra “después” implica
absolutamente un orden. Sin embargo, hay distintos tipos de orden, tales como el de la
duración y el de la naturaleza. Si lo propio y lo particular no se sigue por lo común y lo

8
San Anselmo, Monologion §8, en Opera Omnia, ed. Francis S. Schmitt, 6 vols. Thomas Nelson,
Edinburgh, 1938-1961; 1: 23.
Sobre la Eternidad del Mundo|7

universal, no sería necesario que nada preceda en la duración a aquello que viene luego,
solo porque se dice de la criatura que fue hecha después de la nada; pero es suficiente
que nada sea anterior por naturaleza al ser. Lo que es naturalmente anterior a todas las
cosas es aquello que pertenece a si mismo más que aquello que se tiene solamente por
otro. Ahora, una criatura no tiene el ser a no ser [que lo tenga] por otro, y si se la
considera en sí no es nada. Así, nada en la criatura es naturalmente anterior al ser. Y
esto no implica que nada y ser sean simultáneos porque [la nada] no precede [al ser] en
duración. Si la criatura ha existido siempre, no se supone que en algún momento era
nada, pero se supone que su naturaleza es tal que sería nada si fuera abandonada a sí
misma. Por ejemplo, si decimos que el aire fue siempre iluminado por el sol, sería
correcto decir que el aire fue hecho lúcido por el sol. En cuanto que todo lo que lo que
se hace se hace desde una incompatibilidad, esto es, desde aquello que no es
compatible que exista al mismo tiempo con aquello que se dice que debe comenzar a
ser, sería correcto decir que lo que fue hecho luminoso [fue hecho tal] desde la no
luminosidad o desde la oscuridad, no porque aquello fuera en algún momento no
luminoso u oscuro, sino que sería tal cosa si el sol lo dejara solo. Esto está muy claro en
las estrellas y los cuerpos celestes que son siempre iluminados por el sol.

Por lo tanto, queda claro que el decir que algo ha sido hecho por Dios y que ha
existido siempre no es contradictorio. Si hubiese una contradicción, es extraño que san
Agustín no lo viera, porque este sería el modo más contundente de refutar la eternidad
del mundo. Sin embargo, cuando él argumenta contra la eternidad del mundo en los
libros 11 y 12 de La ciudad de Dios, omite completamente este modo. Por el contrario,
parece sugerir que no hay contradicción, pues dice en el libro 10 de La ciudad de Dios,
capítulo 31, cuando habla sobre los platónicos: “Ellos se encontraron que para entender
esto, hay que decir que no hay un comienzo en el tiempo sino solamente de
dependencia. Ellos dicen, por ejemplo, que si un pie existió desde la eternidad sobre el
Sobre la Eternidad del Mundo|8

polvo, habría siempre una huella allí, pero sin embargo, nadie dudaría que la huella fue
hecha por la persona que posó allí su pie. Y uno no es anterior al otro, aunque uno fue
hecho por el otro. Así, dicen, ambos, el mundo y los dioses creados en él han existido
siempre, a condición de que quien los hizo haya existido siempre, y sin embargo ellos
fueron hechos”. Y Agustín nunca dice que allí haya una contradicción, pero argumenta
contra ellos de otra manera. También dice en el libro 11, capítulo 4: “Aquellos que
sostienen que el mundo ha sido hecho por Dios pero no le conceden un principio en el
tiempo, sino solamente un comienzo en el sentido de haber sido creado, de modo que,
en un sentido que puede entenderse con dificultad, el mundo fue hecho siempre, dicen
algo sensato”. La razón por la cual esto “puede entenderse con dificultad” se dio en el
primer argumento9.

Es también asombroso que los más nobles filósofos no hayan notado esta
inconsistencia [alegada]. De hecho, Agustín dice en el mismo libro, capítulo 5, hablando
sobre aquellos a los que hacía referencia en el texto anterior, “estamos tratando con
aquellos que concuerdan con nosotros en que Dios es el Creador de todos los cuerpos y
de todas las naturalezas que no son Él mismo”10. Sobre los cuales agrega: “ellos
superaron a los otros filósofos en notoriedad y autoridad”. Estas mismas cosas se le
presentarán a cualquiera que considere con detenimiento lo que ha sido dicho por
aquellos que pensaron que el mundo ha existido siempre y sin embargo fue hecho por
Dios, y no ven contradicción en ello. Por lo tanto, aquellos que han visto tan sutil
inconsistencia son los únicos [que lo han hecho], y con ellos [puede ser que estos
piensen] se presenta toda la sabiduría.

Sin embargo, porque algunas autoridades parecen coincidir con ellos, se debe
mostrar que [tales autoridades] proveen un sustento muy débil para ellos. Por ejemplo,

9
San Agustín, De civitate Dei, X, 31 (PL, 41: 311; CCL 47, 309) y XI, 4 (PL, 41; 319; CCL 48; 324).
10
De civitate Dei, X, 5 (PL, 41: 319-320; CCL, 48: 325);
Sobre la Eternidad del Mundo|9

el Damasceno dice en el libro I, capítulo 8: “aquel que es traído del no ser al ser, no es
naturalmente apto para ser coeterno con aquel que es sin comienzo y es siempre”11.
También Hugo de San Víctor al comienzo de su libro Sobre los sacramentos, dice “el
poder inefable de la omnipotencia no permite que ninguno sea coeterno con Él, de tal
manera que Él pudiera ser ayudado en su propia actividad”12.

Sin embargo, el modo de comprender estas autoridades u otras similares queda


aclarado en lo que dice Boecio en el último libro de la Consolación de la Filosofía:
“Cuando alguien escucha que el mundo no fue entendido por Platón con un principio en
el tiempo y sin un fin en el futuro, juzga incorrectamente [cuando concluye] que el
mundo fue creado de este modo para ser co-eterno con el creador. De hecho, una cosa
es tener una vida sin final, la cual Platón atribuye al mundo, pero otra cosa es el tener la
presencia total, en un instante, de una vida sin final, lo cual es claramente la propiedad
de la Mente Divina”13. Está, por lo tanto, claro también que la objeción de algunos no se
sigue a esto, aquella que dice que la criatura [aunque siempre existiera] sería igual a
Dios en la duración.

Puede ser dicho así que nada puede ser coeterno de modo alguno con Dios, porque
nada es inmutable excepto Dios; esto queda aclarado por lo que dice Agustín en el libro
XII de la ciudad de Dios, capítulo 16: “En cuanto que el tiempo siempre fluye no puede
ser coeterno con la eternidad inmutable. Así, incluso si la inmortalidad de los ángeles no
sucede en el tiempo, ni su pasado como si no existiera más, ni su futuro como si todavía
no existiera, aún así sus acciones, por las cuáles los tiempos son marcados, se
desvanecen desde donde será hacia donde ha sido. Aún así no pueden ser coeternos

11
Juan Damasceno, De fide orthodoxia, 1, 8 (PG 94; 814b); ed. Eligius M Buytaert, Franciscan
Institute, St. Bonaventure, NY, 1955; p. 32.
12
Hugo de San Víctor, De sacramentis, I, 1 (PL, 176: 187b.
13
Boecio, De consolatione philosophiae, V, 6 (PL, 63; 859b; CCL 94; 101).
S o b r e l a E t e r n i d a d d e l M u n d o | 10

con el creado; de cuyas acciones no se puede decir que lo que fue no es más, o que lo
que será no es todavía”. Así mismo también dice en el libro VIII de Sobre la interpretación
literal del génesis, “Por el hecho de que la naturaleza de la Trinidad es completamente
inmutable, se sigue que es eterna de tal modo que no puede haber nada coeterna con
ella”. Dice algo semejante en el libro XI de las Confesiones14.

También [algunos objetores] agregan por su cuenta argumentos que los filósofos
trataron y respondieron, entre los cuales el más difícil es aquel sobre la infinidad de
almas. Si el mundo siempre existió, es necesario que ahora exista un número infinito de
almas. Pero este argumento no tiene relevancia, porque Dios puede haber creado el
mundo sin hombres, almas ni animales, o hacerlos efectivamente cuando los hizo,
aunque haya hecho el mundo desde la eternidad. Así no es necesario hablar de un
número infinito de almas después [de la muerte] de los cuerpos. Más aún, no ha sido
aún demostrado que Dios no pueda hacer un número infinito de cosas en acto […non
est adhuc demostratum quod Deus non possit facere ut sint infinita actu].

Omito aquí una respuesta a otros argumentos, tanto por el hecho de haberlos
respondido en otro lugar, como por el hecho de que algunos de ellos son tan débiles
que, por esta causa, parecen aportar plausibilidad a la otra parte de la discusión.

14
Las referencias de los textos de san Agustín son los siguientes: De civitate Dei 12, 16 (PL 41: 364-365;
CCL 48; 372); De genesi ad litteram 8, 23 (PL 34; 389; CSEL 28. 1: 262; y Confessiones 11, 30 (PL 32; 826;
CCL 27; 215).

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