mediante la cual un grupo de individuos debían retribuir a otro en trabajo, especie o por otro medio, para disfrutar de un bien o una prestación que hubiesen recibido. La institución de la Devotio estaba establecida en la encomienda desde el bajo Imperio hasta principios de la Edad Moderna. Así, existía una Relación dependencia por la que el más fuerte daba protección al más débil a cambio de comprometerse a guardar fidelidad y entregarle determinados servicios.
A principios del siglo XVII había en el virreinato
peruano unos 300 obrajes, lo que nos da una idea de su importancia. La baja calidad y sus menores precios fueron determinantes para garantizar su supervivencia frente a la competencia europea. Sin embargo, en el contexto americano de los siglos XVI y XVII los obrajes eran empresas caras y su precio superaba al de las explotaciones agrícolas y ganaderas debido al elevado coste del equipo, los insumos y la mano de con la titularidad
La producción artesana no cubría toda la demanda
urbana y minera. Por eso desde el siglo XVI se desarrollaron los obrajes textiles, que requerían una inversión de capital mayor que los talleres artesanales y orientaban su producción a mercados más grandes. Al demandar abundante mano de obra, solían ubicarse en las zonas más pobladas de Nueva España, Perú, Quito o el Río de la Plata. Los obrajes se clasificaban de acuerdo al numero de telares y la cantidad de trabajadores. En promedio solían tener 45 trabajadores aunque alguno alcanzó los 120. Los obrajes enteros tenían mas de doce telares y su correspondiente dotación de trabajadores indígenas, y los medios, entre seis y doce.