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Los Trastornos Mentales y La Responsabilidad Penal

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


UNIVERSIDAD BICENTENARIA ARAGUA
VICERRECTORADO ACADEMICO
DECANATO DE INVESTIGACION, EXTENSION Y POSTGRADO
SAN JOAQUIN DE TURMERO-ESTADO ARAGUA

AUTOR: NEIDA JOSEFINA PEREZ MORILLO


C.I. 6.347.726

San Joaquin de Turmero, Agosto 2011


INTRODUCION
En este capítulo se presentan, en primer lugar, algunos conocimientos
jurídicos necesarios para entender la práctica pericial psicológica tales como el
concepto jurídico de imputabilidad, sus derivaciones y limitaciones así como las
figuras legales que en el Código Penal español eximen de responsabilidad penal.
A continuación, se revisan aquellos trastornos mentales de mayor relevancia y
trascendencia en el peritaje psicológico de la imputabilidad.

La evaluación psicológica forense tiene como objetivo principal proporcionar


la información necesaria al Juez y a las partes sobre la presencia de anomalías,
alteraciones o trastornos psíquicos y de su puesta en relación con la cuestión legal
de que se trate. El perito como experto emite un juicio valorativo y debe ser
considerado como auxiliar del Juez.

TRASTORNOS MENTALES Y RESPONSABILIDAD PENAL

Desde la redacción del primer Código Penal Venezolano se admite la


posibilidad de eximir de responsabilidad penal a los individuos que presentan
ciertas alteraciones psicológicas en el momento de cometer el acto delictivo. El
esclarecimiento del estado mental de los sujetos con relación a la comisión de
hechos delictivos fue el primer tópico por el que solicitaron las intervenciones
periciales psicológicas en el derecho penal.

Concepto de imputabilidad

El concepto de imputabilidad, que tiene una base psicológica, comprende el


conjunto de facultades psíquicas mínimas que debe poseer un sujeto autor de un
delito para que pueda ser declarado culpable del mismo.

Según la doctrina dominante en la actualidad, la imputabilidad requiere dos


elementos: a) capacidad de comprender el carácter antijurídico del hecho; b)
capacidad de dirigir la actuación conforme a dicho entendimiento.

La inteligencia y la voluntad son pues la base psicológica de la


imputabilidad penal. Cuando se hayan abolido o estén gravemente perturbadas, la
imputabilidad no existe. De lo anterior se deduce que toda alteración mental que
afecte a estas funciones psicológicas es causa de inimputabilidad. Sin embargo, el
examen psicológico forense no debe limitarse a evaluar exclusivamente las
capacidades intelectivas y volitivas, sino que debe ampliarse al resto de las
funciones psíquicas, así como deberá tener en cuenta las características del delito
imputado para poder valorar de forma global como se encontraba la imputabilidad
del sujeto en un momento dado y ante unos hechos determinados.

Se han venido utilizando tres grados jurisprudenciales de apreciación de la


imputabilidad:

Imputable: su entendimiento y voluntad no están distorsionados ni


sometidos a deficiencias, alteraciones o enfermedades mentales.

Semi-imputable: la persona sufre o ha sufrido en el momento del hecho por


el que se le juzga una perturbación, deficiencia o enfermedad mental que, sin
anular completamente su inteligencia o voluntad, sí interfiere en sus funciones
psíquicas superiores.

Inimputable: su capacidad de conocer u obrar con arreglo a ese


conocimiento está anulada.

Si bien la inimputabilidad excluye la responsabilidad legal, no excluye la


posibilidad de imposición de medidas de seguridad. Al suponer una anormalidad
psíquica, la inimputabilidad puede delatar una personalidad peligrosa, razón por la
cual la ley prevé medidas de seguridad para ciertos inimputables (ej. internamiento
en un establecimiento psiquiátrico).

La presencia de anomalía o alteración psíquica como causa de


inimputabilidad no se resuelve sin más con la constatación de la existencia de un
trastorno psicopatológico sino que lo relevante es el efecto psicológico que ese
trastorno produce en la mente del sujeto. El efecto psicológico ha de consistir en la
perturbación de las facultades psíquicas que impida al sujeto conocer lo ilícito de
su conducta u orientar su actividad conforme a ese conocimiento. Consecuencia
de que sea el efecto psicológico lo que determine el que un trastorno mental sea o
no eximente es que no se pueden establecer listas de trastornos mentales que se
consideren como eximentes. Al no hacerse de esta forma más simplificada, el
proceso se complica.

La labor del psicólogo en el peritaje psicológico de la imputabilidad pasa


concretamente por tres momentos (Vázquez y Hernández, 1993):

Determinar la presencia de un trastorno mental, su entidad, significación,


evolución y, en su caso, pronóstico.

Analizar cómo dicho trastorno altera la capacidad de comprender lo injusto


del hecho ("capacidad cognitiva") o la capacidad de controlar o dirigir su conducta
("capacidad volitiva").

Poner en relación de causalidad el trastorno con los déficit de capacidades


asociados y la conducta delictiva en cuestión.

Causas de exclusión de la imputabilidad en el Código Penal Venezolano

El Código Penal Venezolano no contiene ninguna definición de


imputabilidad sino que se limita a enumerar varias causas que la doctrina
considera que excluyen la imputabilidad.

Las causas que eximen de la responsabilidad criminal en el Código Penal


Venezolano:

1º El que al tiempo de cometer la infracción penal, a causa de cualquier anomalía


o alteración psíquica, no pueda comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme
a esa comprensión.

El trastorno mental transitorio no eximirá de pena cuando hubiese sido provocado


por el sujeto con el propósito de cometer el delito o hubiera previsto o debido
prever su comisión.

2º El que al tiempo de cometer la infracción penal se halle en estado de


intoxicación plena por consumo de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas,
estupefacientes, sustancias psicotrópicas u otras que produzcan efectos análogos,
siempre que no haya sido buscado con propósito de cometerla o no se hubiese
previsto o debido prever su comisión, o se halle bajo la influencia de un síndrome
de abstinencia, a causa de su dependencia a tales sustancias, que le impida
comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión.

3º El que por sufrir alteraciones en la percepción desde el nacimiento o desde la


infancia tenga alterada gravemente la conciencia de la realidad.

4º Las causas expresadas en el capítulo anterior cuando no concurrieren todos los


requisitos necesarios para eximir de responsabilidad en sus respectivos casos.

5º La de actuar el culpable a causa de su grave adicción a las sustancias.

La primera causa de inimputabilidad es la anomalía o alteración psíquica. Para


que una anomalía o alteración psíquica de lugar a inimputabilidad se deben
cumplir dos criterios

Criterio cualitativo: la anomalía o alteración psíquica ha de afectar a los elementos


integrantes de la imputabilidad penal que son la capacidad de conocer o
inteligencia y la capacidad de determinarse de acuerdo a ese conocimiento o
voluntad.

Criterio cuantitativo: es necesario que la afectación sea completa y absoluta. Es


decir, el acusado se ha de hallar privado de modo total y completo de la capacidad
de comprender y de controlar.

En el caso de que la anomalía o alteración psíquica no cumpla


estrictamente con los dos criterios establecidos anteriormente, entonces nos
encontraríamos con una circunstancia atenuante de la pena y no eximente.

Otro de los presupuestos contemplados en la legislación penal como


eximente de responsabilidad criminal es el trastorno mental transitorio.

Las eximentes de trastorno mental transitorio y de anomalía o alteración


psíquica se han incluido en un mismo artículo del Código Penal. "... El trastorno
mental transitorio no eximirá de pena cuando hubiese sido provocado por el sujeto
con el propósito de cometer el delito o hubiera previsto o debido prever su
comisión".

El Tribunal Supremo ha entendido por trastorno mental transitorio, una


perturbación mental pasajera, de aparición más o menos brusca producida por
causas inmediatas y exógenas. El efecto psicológico debía ser el mismo que en el
caso de la eximente por anomalía o alteración psíquica, es decir, que anulara o
perturbara plenamente la capacidad intelectual o la capacidad volitiva. La
intensidad de la perturbación debía ser la misma. La única diferencia estaba en la
transitoriedad de dicho efecto psicológico.

La tercera eximente de la responsabilidad criminal es el estado de


intoxicación plena y el síndrome de abstinencia.

La intoxicación plena dará lugar a inimputabilidad siempre que el sujeto no


haya buscado ese estado con el propósito de cometer una infracción penal o no
hubiese previsto o debido prever su comisión. La intoxicación plena puede ser:

Fortuita: cuando no ha sido ni requerida ni prevista pues el sujeto ignora los


efectos del tóxico. Esta situación reúne los requisitos de la inimputabilidad.

Voluntaria: cuando se conocen los efectos de la droga y se consume


voluntariamente aunque no se desea que den origen a conflictos judiciales. Para
que esta situación de lugar a inimputabiidad se requiere que la intoxicación no
haya sido buscada con el propósito de cometer la infracción penal y que no se
hubiese previsto o debido prever su comisión.

Intencional: se llega a ella intencionadamente para cometer un delito buscando la


acción facilitadora o des inhibitoria de la droga tóxica. Esta situación daría lugar a
imputabilidad.

El síndrome de abstinencia dará lugar a inimputabilidad cuando se de tal


intensidad que ocasione una abolición de la capacidad intelectiva (le impida
comprender la ilicitud del hecho) o de la capacidad volitiva (le impida actuar
conforme a esa comprensión).

En ocasiones, el perito deberá valorar si el sujeto actuó a causa de su grave


adicción a las sustancias antes mencionadas en cuyo caso será semi-imputable.

Se declara también exento de responsabilidad criminal al que por sufrir


alteración en la percepción desde el nacimiento o desde la infancia, tenga alterada
gravemente la conciencia de la realidad. Esta eximente se refiere a aquellas
personas que por tener alteradas sus facultades perceptivas, especialmente la
vista y el oído, no han tenido el necesario proceso de socialización y el resultado
es un erróneo conocimiento y representación de la realidad, del mundo exterior y
de las relaciones sociales. El acusado estaría incapacitado para reconocer el
sentido antijurídico de sus actos.

Trastornos mentales relacionados con la ausencia de imputabilidad

A continuación se revisan aquellos trastornos mentales de mayor relevancia


y trascendencia en el peritaje psicológico de la imputabilidad.

Retraso mental

La característica esencial del retraso mental es una capacidad intelectual


general significativamente inferior al promedio que se acompaña de limitaciones
significativas de la actividad adaptativa.

La capacidad delictiva asociada al retraso mental depende del nivel de


gravedad del retraso mental y de su modalidad clínica. Por un lado, a mayor grado
de retraso mental, menor será la posibilidad de que cometa actos delictivos. Por
otro lado, la forma erética (intranquila, irritable o activa) da lugar a mayor
conflictividad que la forma tórpida (apática, tranquila o pasiva).

En los niveles profundos de retraso mental, la posibilidad de delinquir es


escasa debido a su misma incapacidad psicofísica. El delito aumenta en
frecuencia y variedad en las formas moderadas y leves de retraso mental.

No cabe duda de que los sujetos con retraso mental profundo son
inimputables. Existen, sin embargo, una gran cohorte de casos límites o
fronterizos en los que la pericia psicológica es delicada. Sólo del estudio global del
sujeto y de los hechos presumiblemente delictivos, se podrá deducir si cumplen o
no los requisitos que marca la ley para ser inimputables.

En muchos casos, la existencia de un retraso mental será sólo atenuante de


responsabilidad ya que las características del tipo de delito ejecutado no precisan
de un elevado nivel intelectual para comprender su ilicitud. En otras ocasiones la
complejidad delictiva es mayor y requiere también una más elevada capacidad
intelectual para ejecutarlo. En estos casos se puede abogar por la inimputabilidad
o semi-imputabilidad. Habrá casos en los que la imputabilidad sea plena ya que el
individuo a pesar del déficit intelectual que presenta puede entender que está
ejecutando una acción ilegal. No obstante, como dice la jurisprudencia, habrá que
ir al caso concreto y no aplicar principios doctrinales generales.

Delirium

El paciente con delirium presenta importantes dificultades para mantener la


atención, grave deterioro de la memoria (sobre todo de la memoria a corto plazo),
desorientación (espacio-temporal) y alteraciones del lenguaje (que van desde la
incoherencia hasta un lenguaje vago e irrelevante).

Por definición este trastorno supone un cierto grado de incapacidad que


puede llegar a ser absoluta. Es un trastorno que limita e incluso puede anular las
capacidades cognoscitivas y volitivas del sujeto. En cada caso será preciso
determinar el grado de deterioro de las funciones psíquicas superiores.

Si se demuestra que la acción se produjo en un estado de delirium


establecido y pleno, la inimputabilidad será total ya que la clínica de un delirium le
impide obviamente comprender lo injusto del hecho y orientar su voluntad con
arreglo a ese conocimiento. No obstante, hay situaciones intermedias en las que la
sintomatología no es tan intensa como para anular completamente la imputabilidad
dando lugar a situaciones de semi-imputabilidad, teniendo siempre que analizar
cada caso en particular y valorar con precisión todas las circunstancias que
concurran.

Para algunos autores constituye una de las pocas veces en que está
justificada la eximente de trastorno mental transitorio. En estos casos se exige que
se trate de una perturbación mental de causa inmediata evidenciable, pasajera,
que termine con la curación sin secuelas, desarrollada sobre una base patológica
probada y que sea de tal intensidad que produzca la anulación de la voluntad y
entendimiento.
Este trastorno plantea al perito la problemática de que, en ocasiones, la
exploración tiene lugar cuando ha desaparecido el cuadro de delirium, teniendo
que hacer un diagnóstico retrospectivo.

Demencias

Las demencias se caracterizan por el desarrollo de múltiples déficits


cognoscitivos que incluyen el deterioro de la memoria. Las demencias más
relevantes son la demencia tipo Alzheimer y la demencia vascular.

Son uno de los casos más claros de eximente de responsabilidad. El


problema surge en los períodos iniciales de la enfermedad en los que la
sintomatología todavía no es muy evidente. Un completo examen neuropsicológico
y clínico nos dará la clave del trastorno y, por tanto, de la inimputabilidad en
materia penal.

Sí es necesario matizar que aunque la infracción delictiva cometida en los


primeros momentos de desarrollo de la demencia debiera inclinar a la propuesta
de semiimputabilidad, la mayoría de los autores opinan que nunca una persona
con demencia debería ser sancionada. Es conocida la condición progresiva de la
mayoría de las demencias. Esta persona que está desarrollando una demencia
aún no suficientemente grave como para serle ininmputable su acción, muy pronto
carecerá de medios para conocer el valor de la sanción que no podrá comprender
en toda su plenitud. La labor del perito es comprobar la capacidad de conocer y
querer en el momento de comisión del delito pero también es su deber informar al
jurista sobre la índole del trastorno y el desarrollo que éste experimenta con el
tiempo.

Drogodependencias

No cabe duda de la trascendencia que la toxicomanía tiene en la actualidad,


no sólo por sus repercusiones socio-sanitarias, sino por la elevada tasa de
delincuencia que con tanta frecuencia lleva asociada. Toda ingestión de drogas
tiene una gran repercusión psicológico forense ya sea por sus efectos tóxicos, ya
sea por su acción desinhibidora de psicopatología latente o exacerbación de la ya
existente, ya sea por la progresiva desestructuración psicosocial del consumidor o
por la proclividad a cometer delitos.

Siendo los legisladores conscientes de que las drogodependencias son un


problema de primera magnitud han previsto la adopción de una serie de medidas
de seguridad que sustituyen a la prisión quedando a criterio del Tribunal sustituir
las penas privativas de libertad por internamientos en centros de deshabituación.

El perito forense debe valorar si, en el momento de la comisión del delito, el


sujeto se encontraba en alguno de los tres supuestos: en estado de intoxicación
plena, bajo la influencia de un síndrome de abstinencia o actúa a causa de su
grave adicción.

Uno de los mayores problemas que plantea el peritaje de un


drogodependiente es saber si, en el momento de los hechos (los peritajes se
hacen muchas veces tiempo después de transcurridos los hechos), el presunto
delincuente drogodependiente se encontraba bajo los efectos de un síndrome de
abstinencia, ya que el índice de simulación, disimulación y falsedades es elevado.
Los drogodependientes conocen muy bien la clínica propia de estas afecciones lo
que puede contribuir a dudar si es una situación real o simulada. Por ello, es
importante el reconocimiento médico de forma inmediata al hecho delictivo.

Esquizofrenia

Es un diagnóstico psiquiátrico en personas con un grupo de trastornos


mentales crónicos y graves, caracterizados por alteraciones en la percepción o la
expresión de la realidad.[1] La esquizofrenia causa además una mutación
sostenida de varios aspectos del funcionamiento psíquico del individuo,
principalmente de la conciencia de realidad, y una desorganización
neuropsicológica más o menos compleja, en especial de las funciones ejecutivas,
que lleva a una dificultad para mantener conductas motivadas y dirigidas a metas,
y una significativa disfunción social.
El concepto de esquizofrenia comenzó históricamente con el término
«demencia precoz» de Bénédict Morel a mediados del siglo XIX. En 1898 Emil
Kraepelin delimitó dentro de la demencia precoz a varios trastornos como la
hebefrenia y la catatonia. Precisamente, debido a las múltiples combinaciones
sintomáticas posibles, se ha sugerido que la esquizofrenia se trataría de varios
trastornos y no de uno solo. Por esta razón, Eugen Bleuler prefirió utilizar el plural
schizophrenias para referirse a esta patología cuando acuñó el nombre en 1908. A
pesar de su etimología, la esquizofrenia no es lo mismo que el trastorno de
identidad disociativo (o «trastorno de personalidad múltiple», o de «doble
personalidad»), con el que ha sido frecuentemente confundida. Actualmente, el
manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales distingue cinco
variables o subtipos dentro de la esquizofrenia, mientras que la Organización
Mundial de la Salud distingue siete subtipos. Por otro lado, existe una amplia
variedad de modelos categoriales y dimensionales que tratan de abordar y
explorar los síntomas de la esquizofrenia y su diagnóstico.

Los síntomas de la esquizofrenia suelen comenzar en adultos jóvenes y


aproximadamente 0,4-0,6% de la población se ve afectada. Una persona con
esquizofrenia, por lo general, muestra un lenguaje y pensamientos
desorganizados, delirios, alucinaciones, trastornos afectivos y conducta
inapropiada. El diagnóstico se basa en las experiencias reportadas por el mismo
paciente y el comportamiento observado por el examinador. No existen
actualmente pruebas de laboratorio para el diagnóstico de la esquizofrenia y
ninguno de los síntomas es patognomónico de esta condición, lo que dificulta el
diagnóstico.

Algunos estudios sugieren que la genética, defectos durante el


neurodesarrollo, el entorno durante la infancia o procesos psicológicos y sociales
son factores importantes que pudiesen contribuir a la aparición de la esquizofrenia.
Ciertos medicamentos y el uso recreativo de drogas parecen causar o empeorar
los síntomas. La investigación psiquiátrica actual se centra en el papel de la
neurobiología, pero no se ha encontrado ninguna causa orgánica. Se ha notado un
consistente aumento en la actividad de la dopamina en la vía mesolímbica del
cerebro en las personas esquizofrénicas. Sin embargo, la dirección de la
causalidad biológica continúa siendo una incógnita.

El tratamiento farmacológico de primera línea son los medicamentos


antipsicóticos, que fundamentalmente actúan suprimiendo la actividad de la
dopamina. Las dosis de los antipsicóticos empleados son generalmente más bajas
que en las primeras décadas de su uso. La psicoterapia y la rehabilitación
profesional y social también son importantes. En casos más graves, donde hay
riesgo para el mismo paciente y para otros a su alrededor, puede ser indicada la
hospitalización involuntaria, aunque la estadía hospitalaria es menos frecuente y
por períodos más cortos que en tiempos pasados. Por lo general, los trastornos de
la cognición contribuyen a problemas persistentes de la conducta. Los pacientes
esquizofrénicos suelen tener otros problemas de salud, incluyendo
drogodependencia, depresión y trastorno de ansiedad,[10] así como problemas
sociales como desempleo, pobreza y baja calidad de vida. La esperanza de vida
de los pacientes con esquizofrenia es de 10 a 12 años menor que los individuos
sin la enfermedad, por razón de los problemas de salud y una mayor frecuencia de
suicidio.

Síntomas positivos y negativos

Existe debate sobre si la división clásica entre síntomas negativos y


positivos fue formulada por primera vez por John Russell Reynolds o por John
Hughlings Jackson. En 1853 Reynolds, estudiando la epilepsia, publicó un artículo
en la que distinguía entre síntomas positivos que consideraba como «meras
acciones vitales modificadas», y negativos, que consideraba «como la negación
de propiedades vitales». Mientras tanto, en 1875, para Jackson los síntomas
negativos eran motivo de una lesión, mientras que los síntomas positivos eran
ocasionados por tejido no dañado que trataba de compensar las pérdidas,
ocasionando un desequilibrio finalmente.[34] [37]

La clasificación que distinguía entre síntomas negativos y positivos fue introducida


por primera vez al ámbito psiquiátrico por De Clérambault en 1942. Clérambault
solía ver los síntomas positivos como fenómenos intrusivos (alucinaciones y
delirios) y a los síntomas negativos como fenómenos inhibitorios (deterioro del
pensamiento y la atención). Durante la primera mitad del siglo XX esta
clasificación permaneció discreta y no fue sino hasta la década de los 80, gracias
a los trabajos de Tim Crow, que se comenzó a dar difusión nuevamente a los
términos que distinguen entre síntomas negativos y positivos.

Quizá sean las esquizofrenias el grupo de enfermedades mentales más


representativo de lo que popularmente se conoce como "locura". Su presencia
incapacita al sujeto para valorar adecuadamente la realidad y para gobernar
rectamente su propia conducta.

Entre los síntomas más característicos de la esquizofrenia se encuentran la


presencia de ideas delirantes, alucinaciones, lenguaje desorganizado,
comportamiento catatónico o desorganizado, aplanamiento afectivo, etc.

El esquizofrénico debe ser considerado a efectos penales como inimputable


dada la grave afectación imperante. No obstante, no es lo mismo peritar un delito
cometido en pleno delirio que el cometido por un esquizofrénico residual con una
discreta afectación de la personalidad. Por ello, no es prudente hablar
taxativamente de inimputabilidad para todos los delincuentes con esquizofrenia.
Siendo siempre necesario poner en relación la enfermedad (forma, evolución,
número de brotes, tratamientos, etc.) con el hecho delictivo en cuestión.

Consideraciones especiales merecen la peligrosidad del paciente con


trastorno delirante (paranoia) que radica, por un lado, en su aparente normalidad
psíquica ya que sólo está afectada una parcela del psiquismo, aquella a la que se
refiere su deliro, manteniendo intactas sus facultades intelectivas y, por otro, en el
fuerte convencimiento de sus ideas delirantes y ausencia completa de conciencia
de enfermedad.
Los delitos del paranoico están relacionados con el contenido de sus ideas
delirantes.

Aunque el perito no tiene dudas respecto a la inimputabilidad o


semiimputabilidad de estos pacientes, una cosa es la convicción personal y clínica
y otra muy diferente la exposición y la debida argumentación de los informes
periciales ante los Tribunales de Justicia. Es a veces muy difícil convencer a
jueces y magistrados de que el paranoide es inimputable o semiimputable, tanto
más cuanto que el resto de su vida social suele ser incluso un ejemplo de
perfección y organización. Para ello el informe pericial se deberá basar en una
completa y detallada historia clínica y en una prolongada observación a través de
la cual se pondrá en relación el delito con la temática delirante, siendo esta
relación causa-efecto la condición esencial, como ocurría en el esquizofrénico,
para determinar la imputabilidad. Si su delito está vinculado a su trama delirante,
será fruto de esas ideas patológicas. Demostrada la existencia del estado delirante
y la adecuación del delito al contenido del delirio, no se puede concluir sino la
inimputabilidad. De acuerdo a esta opinión, es posible que el paciente realice un
delito al margen de su delirio. En tal caso, si estudiando el delito, tanto en su
motivación como en su utilidad inmediata, no se encuentra ninguna relación con el
contenido delirante, se debería pronunciar por la imputabilidad.

El Psicópata como enfermo mental

Los medios de comunicación social tienden a presentar a los psicópatas


como sinónimo de locos o enfermos mentales; esto es, como psicóticos. De ahí
que sea necesario diferenciar a los asesinos psicópatas de aquellos otros que
cometen crímenes en serie o de modo único, pero debido a una enfermedad
mental o psicosis. En estos casos, la gratuidad, el absurdo de esos crímenes no
responde a un patrón de personalidad peculiar, como es el caso de los psicópatas
, sino a una mente trastornada.

Por otra parte, es cierto que la palabra psicopatía significa


etimológicamente enfermedad de la mente ( de psico, mente, y patía, enfermedad)
y así fue empleada en los orígenes de la psiquiatría. Pero actualmente se sabe
que los psicópatas no tienen una pérdida de contacto con la realidad, ni
experimentan los síntomas característicos de la psicosis, como alucinaciones,
ilusiones o profundo malestar subjetivo y desorientación. A diferencia de los
psicóticos, los psicópatas son plenamente racionales y conscientes de lo que
hacen y por qué lo hacen. Su conducta es el resultado de su elección, libremente
realizada.

Epilepsia
Es una enfermedad crónica caracterizada por uno o varios trastornos
neurológicos que deja una predisposición en el cerebro para generar convulsiones
recurrentes, que suele dar lugar a consecuencias neurobiológicas, cognitivas y
psicológicas.

Una convulsión o crisis epiléptica o comicial es un evento súbito y de


cortaduración, caracterizado por una anormal y excesiva o bien sincrónica
actividad neuronal en el cerebro. Las crisis epilépticas suelen ser transitorias, con
o sin disminución del nivel de consciencia, movimientos convulsivos y otras
manifestaciones clínicas.

La epilepsia puede tener muchas causas. Puede tener origen en lesiones


cerebrales de cualquier tipo (traumatismos craneales, secuelas de meningitis,
tumores, etc.) pero en muchos casos no hay ninguna lesión, sino únicamente una
predisposición de origen genético a padecer las crisis. Cuando no hay una causa
genética o traumática identificada se llama Epilepsia idiopática y los genes juegan
un papel de modulación del riesgo de que ocurra un episodio y también en la
respuesta al tratamiento.[2] Las Benzodiazepinas tienen buen pronóstico en el
control de esta enfermedad.
Para diagnosticar un paciente epiléptico se requiere conocer los antecedentes
personales y familiares y, por lo general, se corrobora con un
electroencefalograma (EEG). También forman parte del diagnóstico estudios de
imagenología, mientras que se reservan los procedimientos diagnósticos más
especializados para casos muy puntuales. El tratamiento consiste en la
administración de medicamentos anticonvulsivos. En los casos refractarios, se
apelan a otros métodos incluyendo la cirugía. La epilepsia causa múltiples efectos
en la vida cotidiana del paciente, de manera que el tratamiento debe incluir el
abordaje de estos efectos.
Esta enfermedad también afecta a los animales, especialmente a los domésticos,
sean gatos o perros, los síntomas son los mismos descritos para el ser humano.

Síndromes epilépticos

Existen más de 40 tipos diferentes de epilepsias. Síndrome epiléptico es el


nombre de un conjunto de signos y síntomas específicos, que incluyen uno o más
tipos de crisis epiléptica junto con sintomatología no necesariamente convulsiva,
como por ejemplo, retardo mental o psicomotor, y que pese a constituir una
entidad diferenciable clínicamente, puede tener diversas causas.
Existen también enfermedades epilépticas, que por razón de sus características,
específicas y bien definidas, cursan con convulsiones repetitivas. Habitualmente
tiene nombre propio, como la Enfermedad de Unverricht-Lundborg o el síndrome
de Lennox-Gastaut. Otros síndromes epilépticos incluyen:
 Encefalopatía epiléptica : en la cual se cree que las propias crisis convulsivas
contribuyen al establecimiento de un trastorno progresivo de la función cerebral.
 Síndrome epiléptico benigno: se considera benigno aquel síndrome epiléptico
que es fácilmente tratable o no necesita tratamiento por ser autolimitado en el
tiempo y remitir sin secuelas.
 Síndrome epiléptico/epilepsia refleja: son aquellos síndromes epilépticos en los
que todas las crisis comiciales se desencadenan por un estímulo sensorial.
 Síndrome epiléptico/epilepsia reactiva: son aquellas epilepsias relacionadas
con una situación previa, como las crisis convulsivas por deprivación alcohólica.
 Epilepsia de ausencia infantil: es una epilepsia idiopática generalizada que
afecta a niños entre las edades de cuatro y doce años. Las crisis de ausencia se
manifiestan con disminución o pérdida del estado de conciencia, a veces con
características motoras de menor importancia, tales como parpadeos o
movimientos de la mandíbula.
 Síndrome De Epilepsia en niñas asociada a Retraso Mental: Es una epilepsia
genética que se da en niñas dentro de los tres primeros años de vida, las crisis
pueden ser de distinto tipo las más frecuentes son las crisis tonico-clónicas
generalizadas o unilaterales, normalmente comienzan con convulsiones en serie,
suele confundirse con otros Sindromes como el Dravet o el de Rett, las niñas entre
los 14 meses y 36 meses pueden tener regresiones, retraso mental, autismo u
trastornos del comportamiento, pese a todo hay un porcentaje de niñas con
coeficiente intelectual normal o límite. Las crisis pueden comenzar con fiebre, sin
fiebre y/o con las vacunas (Importante señalar que las vacunas no son la causa,
son el detonante) como ocurre con el Sindrome de Dravet. En 2007 se encontró la
mutación causante de la enfermedad, el PCDH19. Esta epilepsia también es
llamada síndrome de Juberg - Hellman
 Epilepsia catamenial: es aquella que varía la frecuencia de las crisis
dependiendo de la fase del ciclo menstrual en el que se encuentre una mujer. La
mayoría presentan crisis epilépticas inmediatamente antes o durante la
menstruación, o un incremento de éstas.
 Epilepsia nocturna del lóbulo frontal autosómica dominante (ADNFLE):
trastorno hereditario que causa convulsiones durante el sueño que duran entre 5
segundos y 5 minutos. Estos ataques surgen de los lóbulos frontales y consisten
en movimientos motores complejos. Es causada por una mutación en uno de los
varios genes que codifican para los receptores nicotínicos.
 Epilepsia occipital benigna de la infancia: la mayoría de las autoridades
incluyen dos subtipos, un subtipo de inicio temprano con entre tres y cinco años, y
uno de inicio tardío, entre los siete y los diez años. Los pacientes más jóvenes
suelen experimentar síntomas similares a la migraña con náuseas y dolor de
cabeza, mientras que los pacientes mayores suelen quejarse de alteraciones
visuales como escorotomas o amaurosis.
 Epilepsia primaria de la lectura: en los individuos susceptibles, la lectura
provoca crisis parciales típicas, afectando a los músculos de la masticación y a la
vista. El desarrollo se suele dar durante la postpubertad. Las crisis las provoca
independientemente cualquier texto y las induce con una mayor frecuencia la
lectura en voz alta.

Tratamiento
La epilepsia así como las crisis epilépticas pueden en la actualidad recibir
un tratamiento con resultados aceptables. En la mayoría de los casos, las
epilepsias de la infancia se curan en la pubertad. Cuando la epilepsia se debe a
una lesión claramente visible y esa lesión es eliminada quirúrgicamente, se reduce
la intensidad y frecuencia o bien, en muchos casos, se cura la epilepsia. Por lo
tanto, al comienzo del tratamiento se examina al individuo, en busca de causas de
la epilepsia que se puedan eliminar, por ejemplo, la operación de un tumor
cerebral o la supresión o mitigación de un trastorno metabólico.
En otros casos esto no es posible, ya sea porque no se ha encontrado ninguna
causa o porque ésta no pueda ser eliminada, como es el caso de cicatrices,
malformaciónes en el cerebro o una predisposición inherente a las convulsiones.
El objetivo en estos casos es la eliminación de los ataques por medio de
medicamentos u operaciones quirúrgicas.

En algunos casos un tratamiento quirúrgico puede ser más ventajoso que el


farmacológico; esto sucede normalmente sólo en el caso de epilepsias focales y
de momento afecta a menos de un 5% de todos los enfermos epilépticos

Neurosis
El término neurosis fue propuesto por el médico escocés William Cullen en
1769 en referencia a los trastornos sensoriales y motores causados por
enfermedades del sistema nervioso. En psicología clínica, el término se usa para
referirse a trastornos mentales que distorsionan el pensamiento racional y el
funcionamiento a nivel social, familiar y laboral adecuado de las personas.
Existe una confusión generalizada sobre el término neurosis. Por un lado se
aplica, como síntoma, a un conjunto heterogéneo de trastornos mentales que
participan de mecanismos inadaptativos ligados a la ansiedad. Por otra parte, su
uso popular (como sinónimo de obsesión, excentricidad o nerviosismo) ha
provocado su extensión a terrenos no estrictamente ligados a la enfermedad
mental.

Generalidades
El término clásico hace referencia a un trastorno mental sin evidencia de
lesión orgánica que se caracteriza por la presencia de un nivel elevado de
angustia y una hipertrofia disruptiva de los mecanismos compensadores de la
misma. El sujeto mantiene un adecuado nivel de introspección y conexión con la
realidad, pero presenta la necesidad de desarrollar conductas repetitivas y en
muchos casos inadaptativas con objeto de disminuir el nivel de estrés. Se trata, en
realidad, de un rasgo caracterial que acompaña al sujeto durante toda su vida, de
gravedad muy variable, desde grados leves y controlables hasta situaciones
gravemente incapacitantes que pueden llegar a precisar hospitalización.
Los psicoanalistas afirman que, para protegerse de la angustia, las personas
recurren a mecanismos de defensa como la represión, la proyección, la negación,
la intelectualización y el desplazamiento, entre otros. Cuando se observan
patrones crónicos de mala adaptación que simulen una neurosis, es posible que
se trate de un trastorno de personalidad. Para identificar la neurosis, existen
distintas pruebas psicológicas.

Historia de la neurosis
"El arte procede de una necesidad interna del alma". Kandinsky opinaba que el
desequilibrio conducía a la creación.

El origen del término neurosis se encuentra a finales del siglo XVIII aunque su
máximo uso se circunscribe al XIX, en plena eclosión de la especialidad
psiquiátrica, siendo empleado originalmente para describir cualquier trastorno del
sistema nervioso.
El médico escocés William Cullen publica en 1769 su obra Synopsis nosologiae
methodicae, refiriéndose con el término neurosis a un trastorno general del
sistema nervioso, sin fiebre ni otras lesiones orgánicas demostrables, y capaz de
alterar las capacidades sensitivas y motoras del individuo, mezclándose en este
concepto patologías tan dispares como mareos y desmayos, el tétanos, la rabia,
las crisis histéricas, la melancolía (posteriormente denominada depresión) o la
manía.Sigmund Freud desarrolló diversos trabajos en relación con la histeria y los
trastornos obsesivos, publicados entre 1892 y 1899, sentando las bases
psicogénicas de lo que él denominó psiconeurosis. A partir de sus trabajos se
elaboró una clasificación, ya en desuso, que distinguía varios tipos de neurosis (en
función de la expresión final de los síntomas provocados por el síntoma nuclear de
la angustia): Neurosis de angustia, neurosis fóbicas, neurosis obsesivo-
compulsivas, neurosis depresivas, neurosis neurasténicas, neurosis de
despersonalización, neurosis hipocondríacas y neurosis histéricas.
El principal interés de Freud se centró en lo que denominó neurosis de angustia,
descrita en torno a un estado de elevada excitabilidad del paciente expresada
como "espera angustiosa" sobre la que el sujeto elabora expectativas funestas de
futuro basadas en simbolismos (determinado sonido significa que un familiar
acaba de morir, un gesto inapropiado acarreará mala suerte, etc.). Para Freud el
paciente posee un caudal de angustia que permanentemente se va depositando
en forma de miedos, fobias, ataques de angustia (taquicardia, taquipnea,
sudoración), etc.
En 1909 Pierre Janet publica Las neurosis, obra en la que establece el concepto
de "enfermedad funcional" frente al modelo anatómico-fisiológico. Desarrolla así el
paradigma médico que basa el daño no en la alteración física del órgano, sino en
su función. Las funciones superiores, adaptativas, provocan cuando se ven
alteradas o disminuidas, un estado "neurasténico" (o de "nerviosismo") en el que
se sobreexpresan otros estados inferiores como la agitación o la histeria.
Aspectos clínicos
El término neurosis fue abandonado por la psicología científica y la psiquiatría.
Concretamente, la O.M.S. (CIE-10) y la A.P.A. (DSM-IV-TR) han cambiado la
nomenclatura internacional para referirse a estos cuadros clínicos como
trastornos, entre los que se incluyen:
1. Trastornos depresivos (distimia, ciclotimia, episodios depresivos leves,
moderados o graves [con o sin síntomas somáticos])
2. Trastornos de ansiedad (fobias, trastorno obsesivo-compulsivo,
agorafobia, crisis de angustia, trastorno por estrés postraumático, trastorno
de ansiedad generalizada)
3. Trastornos somatoformes (dismorfofobia, trastorno de conversión,
hipocondría, dolor somatoforme, trastorno de somatización)
4. Trastornos disociativos (Trastorno de identidad disociativo, fuga y
amnesia psicógenas, trastorno de despersonalización, trance y posesión)
5. Trastornos sexuales:
1. Parafilias (exhibicionismo, fetichismo, froteurismo, pederastia,
masoquismo, sadismo, travestismo, voyeurismo)
2. Disfunciones sexuales (deseo inhibido, aversión al sexo,
anorgasmia, impotencia, eyaculación precoz, dispareunia,
vaginismo)
6. Trastornos del sueño (insomnio, hipersomnia, parasomnias, terrores
nocturnos, sonambulismo, disomnia)
7. Trastornos facticios
8. Trastornos del control de impulsos (cleptomanía, trastorno explosivo
intermitente, ludopatía, piromanía, tricotilomanía)
9. Trastornos adaptativos
10. Factores psicológicos que afectan al estado físico
11. Trastornos de la personalidad
1. Códigos V (simulación, problemas interpersonales, duelo patológico,
problemas funcionales, rol de enfermo, etc.)
TRASTORNOS MENTALES ORGÁNICOS
La Décima Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), de 1992, de la
OMS, considera como Trastornos Mentales Orgánicos (TMO) a un amplio, variado
y complejo conjunto de desórdenes psicológicos y conductuales que se originan
en una pérdida o anormalidad de la estructura y/o función del tejido cerebral.
Fueron llamados anteriormente síndromes orgánicos cerebrales.
Esta disfunción puede ser calificada como primaria, en el caso de enfermedades,
lesiones o daños que afectan el cerebro de un modo directo y selectivo, o
secundaria, cuando otras enfermedades sistémicas o alteraciones orgánicas
determinan el mal funcionamiento cerebral. Los trastornos cerebrales secundarios
al consumo de sustancias (incluyendo alcohol), lógicamente, pertenecen a este
grupo, pero por conveniencia taxonómica se les considera en una sección aparte.
La Asociación Psiquiátrica Americana (USA) en 1994, en su cuarta revisión de los
trastornos mentales (DSM IV), propone que el término mental orgánico no sea
usado, pues parecería implicar el concepto erróneo de que algunos desórdenes
mentales no incluidos en este grupo, como la esquizofrenia, la psicosis maníaca, y
otros, no estarían relacionados con procesos o factores biológicos.
SINTOMATOLOGÍA
Se distinguen dos categorías de síntomas:
a) Síntomas básicos o propios del trastorno. Tales son:
- Alteraciones del estado de la conciencia: incapacidad para fijar la atención y
desorientación en todas las esferas.
- Alteraciones cognoscitivas: compromiso de la memoria reciente, deterioro
intelectual, mengua del juicio y comprensión.
- Alteraciones de la afectividad: pérdida del control afectivo, labilidad emocional.
b) Síntomas accesorios o facultativos (que pueden o no presentarse), se
vinculan al funcionamiento de la personalidad premórbida y a conflictos
psicosociales actuales. Pueden ser:
- Compensatorios, como respuesta de adaptación a los síntomas primarios, tales
como el aislamiento, la perseveración, el orden exagerado, la fabulación. De fallar
este intento de adaptación pueden presentarse actitudes inadecuadas de
dependencia, regresión, negación de la enfermedad, rechazo al tratamiento, u
otros que suelen llevar a un estado de invalidez.
Síntomas de tipo neurótico; como ansiedad, depresión, fobias, obsesiones; o de
tipo psicótico, como ideas delusivas, generalmente de contenido paranoide,
pseudopercepciones, u otros. Esta sintomatología se presenta mayormente con
síntomas primarios leves o moderados.

CLASIFICACIÓN
Atendiendo al tipo de síntomas los T.M.O. pueden diferenciarse en dos grupos
principales:
a) Con predominio de síntomas básicos, en los cuales destacan los disturbios de
las funciones cognoscitivas (memoria, inteligencia, capacidad de aprendizaje) o
los del sensorio (alteraciones de la conciencia y atención).
b) Con predominio de sintomatología accesoria o facultativa, en los cuales las
manifestaciones cognoscitivas o sensoriales son mínimas o difíciles de comprobar,
siendo lo más destacable las alteraciones de la percepción (alucinaciones), del
contenido del pensamiento (ideas delusivas), del humor y de las emociones
(depresión, euforia ansiedad), o de los rasgos generales de la personalidad y
formas del comportamiento.
De un modo más específico, la CIE-10 establece las siguientes entidades clínicas:
1. Demencia
2. Delirium
3. Síndrome amnésico
4. Alucinosis orgánica
5. Trastorno catatónico orgánico
6. Trastorno delusivo orgánico
7. Trastorno afectivo orgánico
8. Trastorno de ansiedad orgánico
9. Trastorno disociativo orgánico
10. Trastorno de labilidad emocional orgánico
11. Trastorno cognoscitivo leve
12. Trastorno orgánico de la personalidad y del comportamiento
13. Trastorno mental orgánico o sintomático sin especificación
Según Lipowski, la Demencia y el Delirium, son síndromes con alteración
simultánea y global de todas las funciones cognoscitivas, aunque no en el mismo
grado, debido a patología cerebral difusa.
Los síndromes amnésicos, alucinosis y trastorno de la personalidad y del
comportamiento de origen orgánico, pueden ser selectivos o parciales de acuerdo
a la anormalidad o menoscabo psicológico dominante. La etiología es más focal
que difusa y tiene un cierto valor diagnóstico de localización e implicancia
terapéutica, para compensar este defecto circunscrito.
Los síndromes delusivos, afectivos y otros, pueden no tener rasgos evidentes de
organicidad (síntomas primarios), pero se les vincula a un trastorno orgánico por
que la presencia de una enfermedad sistémica, daño o disfunción cerebral se
relaciona con su inicio, desarrollo y recuperación. Si desaparece el factor orgánico
desaparece la sintomatología.
El DSM-IV señala dos grandes grupos de trastorno de causa orgánica:
1. Delirio, demencia, trastornos y otros desórdenes cognitivos, señalando sus
variedades.
2. Trastornos mentales debidos a un Estado Médico General

El fenómeno de filicidio materno constituye una problemática global. Los


EE.UU. tienen la mayor tasa de filicidio, la cual se encuentra más cercana a la de
suicidios que a la de homicidios. Estas proporciones probablemente estén
subestimadas, debido a fallos jurídicos incorrectos y cuerpos nunca hallados.
Cuando un niño es asesinado, el primer sospechoso es uno de sus progenitores, o
bien su madrastra o padrastro.
Se considera filicidio materno al asesinato de un niño por parte de su madre;
infanticidio, al asesinato de un niño durante el primer año de vida; neonaticidio, al
asesinato de un niño durante las primeras 24 horas de vida (Resnick). Tras una
revisión de la bibliografía mundial acerca del asesinato de niños por parte de sus
madres, Resnick diferenció 5 motivaciones principales que delimitan 4 tipos de
filicidios:
a) el "filicidio altruista", concretado por la madre que piensa que la muerte de su
hijo es la mejor opción; por ejemplo, una madre psicótica que pretende salvar a su
descendencia de un peligro que percibe, o la madre suicida que siente que salva
al niño de un destino intolerable;
b) el "filicidio psicótico agudo", que no tiene razón aparente, cometido por una
madre delirante o psicótica, la cual, por ejemplo, podría ser víctima de
alucinaciones auditivas que le dan la orden de asesinar;
c) el "filicidio por maltrato fatal" constituye el resultado acumulativo del abuso
infantil, aunque la muerte no sea el fin buscado por el perpetrador; por ejemplo, el
síndrome de Münchausen por poderes, negligencia, etc.;
d) en el "filicidio de un niño no deseado", éste representa un obstáculo para su
madre;
e) en el "filicidio por venganza marital", que es el más raro, el niño es asesinado
con el objetivo específico de dañar al padre. Estas madres tienen personalidades
patológicas, y con frecuencia presentan depresión, psicosis y pensamientos
suicidas.
Los resultados de las investigaciones varían entre países, ya sea por diferencias
culturales, legales u otras. Las muestras de la población psiquiátrica o en reclusión
no son homogéneas, por lo que no se puede inferir que sean equivalentes a los
fines de efectuar comparaciones; tampoco lo son las actitudes y los motivos de
condena en las distintas culturas; en algunos países en vías de desarrollo, la
preferencia por los niños de sexo masculino puede predisponer al asesinato de las
niñas.
En este trabajo, se describen las investigaciones más recientes acerca del
filicidio materno con el objetivo de proponer estrategias potenciales de prevención.
Se efectuó una extensa búsqueda en bases de datos de revisiones científicas en
inglés, realizadas durante los últimos 25 años, acerca del filicidio materno. Debido
a que los estudios en la población general difieren de aquellos realizados en
poblaciones de reclusas o en pacientes psiquiátricas, las investigaciones se
separaron por el tipo específico de población. El filicidio-suicidio materno fue
considerado un tema aparte.
1.- La anormalidad mental en los delitos sexuales.

Un trastorno mental o del comportamiento se caracteriza por una perturbación


de la actividad intelectual, el estado de ánimo o el comportamiento que no se
ajusta a las creencias y las normas culturales. En la mayoría de los casos, los
síntomas van acompañados de angustia e interferencia con las funciones
personales.

Los trastornos mentales producen síntomas que son observables para la


persona afectada o las personas de su entorno. Entre ellos pueden figurar:

A.- síntomas físicos: como trastornos y trastornos del sueño.

B.- síntomas afectivos: como tristeza, miedo y ansiedad.

C.- síntomas cognitivos: como dificultad para pensar con claridad, creencias
anormales y alteraciones de memoria.

D.- síntomas de comportamiento: como conducta agresiva, incapacidad para


realizar las tareas corrientes de la vida diaria y abuso de sustancias.

E.- alteraciones perceptivas: como percepción visual o auditiva de cosas que otras
personas no ven u oyen. Los signos precoces específicos varían de un trastorno
mental a otro. Las personas que presentan uno o varios de los síntomas
enumerados deben consultar a un profesional si esos síntomas persisten,
provocan un sufrimiento importante o interfieren con las tareas cotidianas.

La depresión, el abuso de sustancias, la esquizofrenia, el retraso mental, el


autismo en la infancia y la demencia son ejemplos de trastornos mentales. Pueden
aparecer en varones y mujeres de cualquier edad y en cualquier raza o grupo
étnico. Aunque no se conocen perfectamente las causas de muchos trastornos
mentales, se cree que dependen de una combinación de factores biológicos,
psicológicos y sociales, como sucesos estresantes, problemas familiares,
enfermedades cerebrales, trastornos hereditarios o genéticos y problemas
médicos. En la mayoría de los casos, los trastornos mentales pueden
diagnosticarse y tratarse eficazmente.

2.- La enfermedad mental en el filicidio o infanticidio.

Filicidio

Consiste en atentar contra la vida y que es cometido por un genitor


(padre/madre) hacia un menor hijo propio.

Investigaciones sobre el filicidio materno


Se incluyeron los siguientes países con literatura en inglés sobre este tema:
Australia, Austria, Brasil, Canadá, Finlandia, Hong Kong, Japón, Irlanda, Nueva
Zelanda, Suecia, Turquía, Reino Unido y EE.UU. Además de estudios de madres
que asesinaron a sus hijos, en algunos de los trabajos incluidos se investigó la
prevalencia de pensamientos filicidas en distintas poblaciones.
Infanticidio
La información actual acerca del infanticidio materno en la población general
muestra que la mayoría de las mujeres involucradas son desempleadas, con
trastornos psiquiátricos, con edades entre los 20 y 25 años, y que muchos casos
se producen en el contexto de maltrato infantil; sólo algunas madres tuvieron
intentos de suicidio asociados. Si bien Inglaterra y Gales cuentan con un acta de
infanticidio (Infanticide Act) y Escocia no la tiene, el índice de casos fue similar. Un
estudio norteamericano sobre infanticidio efectuado a gran escala encontró
mayores tasas de filicidio asociadas con estrés económico. Por otra parte, en
Japón las víctimas con frecuencia presentaron anomalías físicas.
Filicidio materno en la población general
En la población general se encontró un patrón de madres con problemas de
relación o víctimas de violencia doméstica, que se encontraban socialmente
aisladas, tenían desventajas socioeconómicas y eran únicas responsables de sus
niños. Algunas habían perpetrado algún tipo de abuso infantil y otras presentaban
enfermedades mentales y manifestaban devoción hacia sus hijos. Muchas madres
negligentes eran adictas a drogas de abuso. En ocasiones, el llanto persistente y
factores propios del niño precipitaron el asesinato. Fue frecuente el hallazgo de
mujeres sicóticas, depresivas y con conductas suicidas.
Muestras de madres filicidas en instituciones correccionales
Las madres presas por filicidio fueron predominantemente solteras,
desempleadas y víctimas de abuso, con un bajo nivel de educación y limitado
apoyo social. Con respecto al entorno, éste incluyó factores de estrés múltiples,
tanto económicos como sociales, antecedentes de abuso y problemas de relación
con la pareja, entre otros. Esto se asoció frecuentemente con dificultades para
cuidar al niño, por ser en general sus únicas cuidadoras. Algunas de estas madres
presentaron un cociente intelectual bajo y veían a sus hijos como anormales.
También fueron habituales los antecedentes de depresión, psicosis, abuso de
sustancias, conductas suicidas y de atenciones psiquiátricas previas.

Muestras de madres filicidas en instituciones psiquiátricas


El promedio de edad de las madres filicidas en instituciones psiquiátricas fue de
25 a 30 años, algunas con bajo cociente intelectual y diagnóstico previo de
trastorno de la personalidad. Fue común el antecedente de trauma vivencial
importante. Más de un tercio de los homicidios se produjeron durante el embarazo
o en el primer año del posparto. Los autores estudiaron en 2 estados
norteamericanos los fallos de madres consideradas inocentes por insania; se halló
que éstas presentaron habitualmente depresión y alucinaciones auditivas por las
que recibían la orden de matar a sus hijos. Por otro lado, y en términos generales,
casi todas las madres arguyeron motivos "altruistas" o presentaban en ese
momento un episodio psicótico agudo. Un pequeño estudio neozelandés, en el
cual se entrevistó a las madres filicidas poco tiempo después del crimen, mostró
que aquellas con psicosis aguda habían asesinado impulsivamente sin demasiada
meditación, mientras que las madres depresivas tuvieron estas ideas durante días
y semanas. Como era previsible, también en esta muestra las mujeres tenían con
frecuencia antecedentes de psicosis, depresión, ideas suicidas y atenciones
psiquiátricas previas.
Filicidio-suicidio materno
De las madres de niños pequeños que se suicidan, aproximadamente el 5%
termina con la vida de por lo menos 1 de sus hijos. Un número importante de
filicidios se asocia con el suicidio efectivo de la madre, y muchos otros, con
intentos fallidos de suicidio. Los filicidios-suicidios tienen mucho en común con los
crímenes cometidos por madres con enfermedades mentales graves. Es muy
frecuente que estas madres tengan motivaciones altruistas. Un estudio
norteamericano reciente probó, al igual que otros trabajos, que los filicidios-
suicidios involucran a niños mayores (promedio de 6 años) con mayor frecuencia
que a los más pequeños. Estas madres presentaban depresión o psicosis y fue
característico que acabaran con la vida de todos sus hijos.
Prevalencia de pensamientos filicidas
Hay una alta prevalencia de pensamientos filicidas en la población psiquiátrica.
Un estudio efectuado en madres deprimidas con hijos menores de 3 años mostró
que el 41% tenía la fantasía de lastimar a sus hijos en comparación con el 7% del
grupo control (Jennings y colaboradores). Un estudio pediátrico realizado en la
población general indicó que el 26% de las madres de niños con cólicos tuvieron
ideas filicidas durante los episodios de dolor, y el 36% de estas mujeres presentó
algún tipo de comportamiento infanticida. Del total, el 70% experimentó ideas
explícitamente agresivas. Las conductas se asociaron con una reacción materna
negativa a la separación, con ideas psicóticas acerca del niño y con el sexo
femenino del niño. Las encuestas recientes realizadas en 2 instituciones
académicas norteamericanas mostraron que los psiquiatras raramente preguntan
a las madres específicamente acerca de ideas filicidas. Se infirió que los
psiquiatras subestiman la prevalencia de madres depresivas con fantasías de
lastimar a sus hijos.

Infanticidio

Es la práctica de causar la muerte de un infante de forma intencionada.

Con respecto al filicidio podemos hablar de las madres de niños pequeños que
se suicidan, aproximadamente el 5% termina con la vida de por lo menos 1 de sus
hijos. Un número importante de filicidios se asocia con el suicidio efectivo de la
madre, y muchos otros, con intentos fallidos de suicidio. Los filicidios-suicidios
tienen mucho en común con los crímenes cometidos por madres con
enfermedades mentales graves. Es muy frecuente que estas madres tengan
motivaciones altruistas. Un estudio norteamericano reciente probó, al igual que
otros trabajos, que los filicidios-suicidios involucran a niños mayores (promedio de
6 años) con mayor frecuencia que a los más pequeños. Estas madres
presentaban depresión o psicosis y fue característico que acabaran con la vida de
todos sus hijos.

Con respecto al infanticidio podemos decir que la información actual acerca del
infanticidio materno en la población general muestra que la mayoría de las
mujeres involucradas son desempleadas, con trastornos psiquiátricos, con edades
entre los 20 y 25 años, y que muchos casos se producen en el contexto de
maltrato infantil; sólo algunas madres tuvieron intentos de suicidio asociados. Si
bien Inglaterra y Gales cuentan con un acta de infanticidio y Escocia no la tiene, el
índice de casos fue similar. Un estudio norteamericano sobre infanticidio efectuado
a gran escala encontró mayores tasas de filicidio asociadas con estrés económico.
Por otra parte, en Japón las víctimas con frecuencia presentaron anomalías
físicas.

Leyes de infanticidio
Con respecto a la legislación, la British InfanticideAct de 1922 (enmendada en
1938), permite a las madres con problemas psiquiátricos ser juzgadas por
homicidio culposo en vez de asesinato; esto se basa en un concepto obsoleto de
psicosis puerperal, nunca modificado debido al deseo público de justificar a las
madres a pesar de los datos actuales que desacreditan esta dolencia. Como regla
general, las leyes de infanticidio reducen las penas de las madres que asesinan a
sus hijos de hasta 1 año de edad, y en términos generales les suelen dar libertad
condicional y reclusión psiquiátrica, en vez de prisión. La definición de infanticidio
varía de un país a otro, pero la mayoría de las leyes de este tipo siguen las
especificaciones de la British InfanticideAct en lo que respecta al asesinato de
niños menores de 1 año por parte de sus madres. Los detractores de esta ley
argumentan que es mucho menos clemente con los padres infanticidas. Por otra
parte, hay grupos feministas que critican la excepción que se hace con las madres
infanticidas dado que se las consideraría "incapaces", lo que refutaría el plano de
igualdad con los hombres.
Sugerencias para la prevención
La prevención es dificultosa, dado que son muchos los factores de riesgo
materno, como depresión y bajo nivel socioeconómico, que también están
presentes en madres no filicidas. Se ha sugerido que se debe evaluar
sistemáticamente el riesgo de filicidio, así como se hace con el de suicidio. En la
entrevista médica, se debe indagar sobre pensamientos y temores de dañar a los
hijos y no subestimar las amenazas de las madres. Además, se propone
considerar menos requerimientos para la hospitalización de madres con
enfermedades mentales debido a la posibilidad de múltiples muertes por filicidio-
suicidio. Los delirios de mujeres psicóticas en los que manifiestan que a sus hijos
les espera un destino peor que la muerte deben ser motivo de hospitalización o
bien de separación de los niños. Es muy importante la detección temprana de
enfermedad mental, tanto en el período prenatal como en el posterior al
nacimiento. La Edinburgh Postnatal DepressionScale es útil a estos fines.
La educación de la comunidad tiene importancia en los tiempos actuales en que
las estadías posparto son cada vez más breves, lo que se asocia con menor
detección de la psicosis puerperal. Se debe brindar apoyo a las madres y
garantizar ayuda psiquiátrica accesible para las poblaciones en riesgo. Se
producen más filicidios como consecuencia del maltrato infantil que por patologías
psiquiátricas maternas. El maltrato infantil habitualmente tiene antecedentes; por
lo tanto, adquiere relevancia la intervención temprana en estos hogares. Los
organismos de protección de menores desempeñan un papel primordial. Para la
prevención de maltratos fatales, se ha propuesto instituir clases sobre maternidad,
apoyo emocional y atención telefónica de emergencia para cuando la madre se
siente abrumada, además de abordar la toxicomanía materna y separar a los
niños de las madres que se encuentran en peligro de abuso infantil.
El filicidio por venganza marital puede producirse en el contexto de infidelidad
del esposo, o cuando la madre piensa que el niño será víctima de abuso sexual si
queda en custodia de éste; en este caso, hay pocas posibilidades de intervención,
dado que este tipo de asesinatos se produce sin pródromos. La mayoría de los
homicidios de niños menores de 2 años sucede durante el invierno, en tanto que la
mayoría de los homicidios de niños entre los 5 y 14 años se produce durante el
verano. Los factores que afectan al niño, como cólicos y autismo, aumentan
estadísticamente las posibilidades de filicidio. Esto podría brindar al pediatra un
papel importante en la prevención.

Hay diferentes motivaciones para el filicidio materno. Asimismo, la prevalencia


de pensamientos filicidas es relativamente elevada, especialmente en la población
de madres con trastornos psiquiátricos. El conocimiento de los motivos más
frecuentes de filicidio ofrece un marco para establecer la prevención; no obstante,
ésta se encuentra obstaculizada por factores de riesgo como el bajo nivel
socioeconómico y la depresión en la población general.
3.- El trastorno en el delincuente alcohólico o en el estado de embriaguez.

Las bebidas alcohólicas, a diferencia de otras drogas, son de libre consumo


público o privado, salvo las restricciones legales por razón del lugar o el suministro
a menores de edad. Sin embargo, el uso en exceso de tales bebidas genera
distintos grados y clases de intoxicación o embriaguez.

En el caso del alcohólico crónico estamos ante un inimputable, "pues no puede


dirigir libremente su conducta: el vicio lo ha dominado, ha perdido el control de su
voluntad, y la compulsión alcohólica resulta insuperable para el adicto. Su
situación es asimilable a un trastorno mental.

La adicción a las bebidas alcohólicas puede causar alcoholismo crónico o


dipsomanía, situaciones en que el sujeto pierde un control de su autoestima y cae
en una patología severa con "delirium tremmens" y síndromes de abstinencia
severas graves.

4.- El trastorno mental en el imputado drogadicto.

Una adicción, fármaco-dependencia o drogadicción es un estado psicofísico


causado por la interacción de un organismo vivo con un fármaco o sustancia,
caracterizado por la modificación del comportamiento y otras reacciones,
generalmente a causa de un impulso irreprimible por consumir una droga en forma
continua o periódica, a fin de experimentar sus efectos psíquicos y, en ocasiones,
para aliviar el malestar producido por la privación de éste, es decir, el llamado
síndrome de abstinencia.

El deterioro cognoscitivo (como la lentificación global de la vida psíquica,


deterioro del estilo reflexivo cognitivo, alteraciones en la atención y concentración
y consecuente trastorno en los aprendizajes y rendimientos ), o del estado de
ánimo ( oscilaciones en el humor, tendencias depresivas, ansiedad) son los
síntomas más frecuentes asociados a las sustancias tóxicas, y se encuentran
presentes en el imputado.- Referencia a sintomatología específica ante la carencia
de sustancias ( Marihuana, Cocaína) al ser detenido, dan cuenta al menos de la
existencia de dependencia psíquica . Al tiempo que en el examen realizado se
constatan deficiencias posiblemente de índole secuelar.

La característica esencial de la dependencia de sustancias consiste en un grupo


de síntomas cognoscitivos, comporta-mentales y fisiológicos que indican que el
individuo continúa consumiendo la sustancia, a pesar de la aparición de problemas
significativos relacionados con ella. Existe un patrón de repetida
autoadministración que a menudo lleva a la tolerancia, la abstinencia y a una
ingestión compulsiva de la sustancia.-

Trastorno en el drogadicto
Una investigación realizada en la Universidad de Granada (UGR) demuestra que
siete de cada diez consumidores de drogas que ingresan en comunidades
terapéuticas de Andalucía presentan algún tipo de trastorno mental, como
depresión, psicosis y ansiedad, aunque por norma general estos centros basan su
tratamiento en tratar la conducta adictiva y dejan en un segundo plano el resto de
psicopatologías.

Con este trabajo de investigación se ha constatado por primera vez en


Andalucía el aumento progresivo de pacientes con este perfil dentro de las
comunidades terapéuticas de drogodependientes, poniendo de relieve la
necesidad de diseñar tratamientos específicos a fin de conseguir unos mejores
resultados terapéuticos.

Esta investigación revela que todos los pacientes que ingresan en estos centros
presentan un deterioro psicosocial generalizado y necesitan un mínimo de tres
meses de estancia para empezar a apreciar una mejoría relevante, informa en un
comunicado la UGR.

Además, constata una alta prevalencia de patología dual y pone de manifiesto


que estas personas no mejoran de la misma manera que los que sólo presentan
problemas relacionados con el consumo de sustancias. De esta manera, los
resultados de este estudio corroboran la hipótesis inicial de que aquellos pacientes
con presencia de comorbilidad psicopatológica tienen una peor evolución a lo
largo del tratamiento.
Dos años y medio de trabajo

Para llevar a cabo este trabajo, sus autores trabajaron con 227 pacientes
procedentes de las seis comunidades terapéuticas públicas del Plan Andaluz
sobre Drogas y Adicciones, situadas en Tarifa y La Línea (Cádiz), Cartaya
(Huelva) y Los Palacios (Sevilla) -con plazas exclusivas para hombres-; y Mijas
(Málaga) y Almonte (Huelva) con plazas también para mujeres. Todos estos
centros comparten un protocolo clínico homogéneo y aprobado por la Dirección
General para las Drogodependencias y Adicciones. El trabajo de campo se ha
llevado a cabo durante dos años y medio.

Según algunos resultados, los investigadores consideran prioritario realizar un


diagnóstico psicopatológico protocolizado, "si bien los propios sistemas de
clasificación diagnóstica presentan ciertas carencias, ya que no siempre abarcan
la complejidad clínica de esta dualidad patológica", advierten.
Además, destacan que la mayoría de los pacientes con comorbilidad
psicopatológica hasta el momento del ingreso y de su participación en el estudio
nunca habían sido diagnosticados, y apenas la mitad fueron tratados en algún
servicio de salud mental, lo que tiene implicaciones relevantes.

"Resulta imprescindible que en la historia clínica del paciente conste una


evaluación diagnóstica completa y sistemática. Por tanto, pensamos que es
importante organizar y protocolizar la evaluación diagnóstica para que, en
cualquier recurso de la red asistencial, el terapeuta que trabaje con el paciente
conozca el diagnóstico del mismo", afirman los investigadores de la UGR.

Perspectiva de género

Al mismo tiempo, resulta fundamental analizar la patología dual en pacientes


drogodependientes desde una perspectiva de género, "ya que existen diferencias
específicamente relacionadas con el sexo y el género, y en función de ello se
deben diseñar las respuestas a nivel terapéutico y preventivo más adecuadas para
cada grupo".

Los autores principales de esta investigación han sido Esperanza Vergara


Moragues, del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento
Psicológico de la UGR y miembro de la Fundación para la Atención a las
Drogodependencias e Incorporación Social (FADAIS), y Francisco González Saiz,
de la Unidad de Gestión Clínica del Hospital de Jerez de la Frontera (Cádiz), entre
otros expertos.

La investigación ha sido financiada por el Plan Nacional sobre Drogas del


Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad y parte de sus resultados han
sido publicados recientemente en la revista científica 'Trastornos Adictivos'.
5.- La responsabilidad penal en el retrasado mental.

La característica esencial del retraso mental es una capacidad intelectual


general significativamente inferior al promedio que se acompaña de limitaciones
significativas de la actividad adaptativa.

La capacidad delictiva asociada al retraso mental depende del nivel de gravedad


del retraso mental y de su modalidad clínica. Por un lado, a mayor grado de
retraso mental, menor será la posibilidad de que cometa actos delictivos. Por otro
lado, la forma herética (intranquila, irritable o activa) da lugar a mayor conflictividad
que la forma tórpida (apática, tranquila o pasiva).
En los niveles profundos de retraso mental, la posibilidad de delinquir es escasa
debido a su misma incapacidad psicofísica. El delito aumenta en frecuencia y
variedad en las formas moderadas y leves de retraso mental.
No cabe duda de que los sujetos con retraso mental profundo son inimputables.
Existen, sin embargo, una gran cohorte de casos límites o fronterizos en los que la
pericia psicológica es delicada. Sólo del estudio global del sujeto y de los hechos
presumiblemente delictivos, se podrá deducir si cumplen o no los requisitos que
marca la ley para ser inimputables.
En muchos casos, la existencia de un retraso mental será sólo atenuante de
responsabilidad ya que las características del tipo de delito ejecutado no precisan
de un elevado nivel intelectual para comprender su ilicitud. En otras ocasiones la
complejidad delictiva es mayor y requiere también una más elevada capacidad
intelectual para ejecutarlo. En estos casos se puede abogar por la Inimputabilidad
o semi-imputabilidad. Habrá casos en los que la imputabilidad sea plena ya que el
individuo a pesar del déficit intelectual que presenta puede entender que está
ejecutando una acción ilegal. No obstante, como dice la jurisprudencia, habrá que
ir al caso concreto y no aplicar principios doctrinales generales.
6.- El trastorno mental transitorio en los delitos pasionales.

El trastorno mental transitorio es una manifestación concreta del concepto de


alteración o anomalía psíquica, caracterizado por su limitada duración, se trata de
una Inimputabilidad transitoria sin que sea exigible ni esencial la base patológica.

La Inimputabilidad que caracteriza al trastorno mental transitorio es la falta de la


necesaria capacidad de conocer lo ilícito y de dirigir la propia conducta según ese
conocimiento, es decir, que se ha de producir una perturbación tal en la mente
del sujeto que determine una plena anormalidad en su conocimiento de la
situación o en las condiciones de su autocontrol.

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