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La diversidad es tanto un tema de equidad como un impulsor de la innovación y el rendimiento, según

defienden algunos. Para evaluar este último argumento, llevamos a cabo un amplio estudio transnacional sobre
la relación entre múltiples aspectos de la diversidad gerencial, la presencia de condiciones propicias -como el
apoyo del liderazgo a la diversidad- y los resultados de la innovación.

Encuestamos a más de 1.700 empresas de ocho países (EE. UU., Francia, Alemania, China, Brasil, India, Suiza
y Austria) y a una variedad de industrias y compañías de diferentes tamaños para examinar la diversidad en
puestos directivos -medida con respecto al sexo, la edad, origen nacional, trayectoria profesional, antecedentes
en la industria y educación. Nos asociamos con la Universidad Técnica de Múnich (Alemania) para el
análisis estadístico de los resultados. Examinamos la correlación de estas variables, tanto individual como
colectivamente, con el porcentaje de ingresos provenientes de productos introducidos en los últimos tres años,
como un proxy para el impacto de la innovación. Se considera que las empresas innovadoras son aquellas con
portafolios de productos más frescos y, como era de esperar, también resultaron ser las más rentables.

Descubrimos que, efectivamente, había una relación estadísticamente significativa entre la diversidad y los
resultados de innovación en todos los países examinados. Además, cuantas más dimensiones de diversidad
se representaban, más fuerte era la relación, aunque los patrones precisos de diversidad y rendimiento eran
diferentes en todas las culturas. También descubrimos que la diversidad había ganado fuerza como tema en
más del 70% de las empresas encuestadas, especialmente en las de las economías en desarrollo.

Lo más importante es que descubrimos que las empresas más diversas también fueron las más innovadoras,
según lo medido por la originalidad de su combinación de ingresos. De hecho, las empresas con una diversidad
total superior al promedio, medido como el promedio de seis dimensiones de diversidad (migración, industria,
carrera, género, educación, edad), tuvieron un 19% más de ingresos por innovación y un 9% de mayores
puntos de márgenes de media. Las seis dimensiones de la diversidad tenían correlaciones estadísticamente
significativas con la innovación, tanto individual como colectiva, aunque la industria, la nación de origen y el
género tenían efectos levemente mayores. Los efectos de las diferentes dimensiones de la diversidad fueron en su
mayoría aditivos, con la excepción de antecedentes educativos/edad y carrera/industria, que se correlacionaron
de alguna manera. En base a estos hallazgos, un enfoque de base amplia para la diversidad que valora múltiples
aspectos de la diversidad es, por lo tanto, más beneficioso en términos de resultados de innovación.

Cuando analizamos las condiciones propicias para la diversidad, incluidas las prácticas de empleo equitativo
(como la igualdad salarial), el liderazgo participativo, el apoyo de la alta dirección para la diversidad y las
prácticas de comunicación abierta, menos del 40% de las empresas las utilizaba. No es de extrañar que las
empresas que tenían tales prácticas obtuvieran mejores puntuaciones de diversidad y, como resultado, un mejor
rendimiento de la innovación. Esto sugiere que la diversidad representa una oportunidad tangible perdida y un
importante potencial de crecimiento para la mayoría de las empresas. En total, la presencia de estos factores
habilitantes vale hasta el 12,9% de los ingresos por innovación.

¿Cuál es el impacto potencial de la diversidad para la empresa encuestada promedio? Calculamos, en base
a los datos de nuestra encuesta, que los ingresos de innovación podrían aumentar en un 1% al enriquecer la
diversidad del equipo de gestión, 1,5% con respecto al origen nacional, 2% con respecto al origen de la industria,
2,5% con respecto al género y 3% con respecto a los gerentes con diferentes trayectorias profesionales. Con
mayores aumentos en más dimensiones, el potencial de levantamiento total podría ser aún más significativo.

Dada la importancia de la globalización y la tecnología como impulsores del rendimiento, también analizamos
el impacto de estos dos factores en la relación entre diversidad y rendimiento. Encontramos que el impacto de
la diversidad fue mayor para las empresas que tenían un gran énfasis en la innovación digital, medida por sus
inversiones digitales como una proporción de los gastos operativos. Puede que esto no sea sorprendente dado
el alto potencial de innovación y el bajo grado de madurez de la tecnología digital. Dado que muchas empresas
apuestan por la convergencia digital, creemos que la diversidad es una herramienta subestimada y poco
valorada para magnificar los esfuerzos de innovación. También descubrimos que la relación entre la diversidad
y la innovación era más fuerte para las empresas con operaciones e intereses significativos en varios países. Esto
tampoco es sorprendente, ya que las empresas globales están en una mejor posición para aprovechar y explotar
la diversidad de impacto, si aprovechan la oportunidad de forma proactiva.

Las relaciones entre innovación y diversidad que descubrimos fueron sólidas en todas las geografías, aunque la
situación fue diferente en cada caso. No solo difirieron las posiciones de inicio en cada dimensión de diversidad,
sino también su énfasis relativo y grado de impacto. Como resultado, los patrones de éxito para la innovación
a través de la diversidad fueron distintos en cada país. En la posición inicial, la diversidad educativa fue, por
ejemplo, significativamente menor en Alemania que en la India, probablemente debido a los niveles educativos
generalmente más altos. El énfasis recaía en las dimensiones inherentes de la diversidad como la edad y el
género en los países desarrollados como Estados Unidos y Francia, pero se centraba más en las dimensiones
de diversidad adquirida, como la industria y los antecedentes educativos en países en desarrollo como la India,
China y Brasil. En términos de impacto, la diversidad en antecedentes nacionales fue un impulsor más fuerte
de la innovación en Francia y EE. UU., mientras que la diversidad en la industria fue más fuerte en Brasil,
China y la India. Por lo tanto, existen múltiples caminos para aprovechar la diversidad, independientemente de
las diferencias en la cultura y el punto de partida.

Recientemente se ha criticado mucho, justificadamente, a la "diversidad estructural" de no avanzar lo


suficientemente rápido en términos de igualdad de acceso a puestos de trabajo sénior e igualdad de remuneración
para las personas con diferentes antecedentes. Tal vez la estrecha relación que hemos encontrado entre la
diversidad, la innovación y el rendimiento agrega una motivación adicional económica y tecnológica para
abordar la brecha.

A veces, la diversidad ha sido criticada como un concepto culturalmente normativo. Sin embargo, nuestros
resultados muestran que la diversidad puede impulsar el rendimiento de la innovación en países tan diferentes
como Alemania y la India. Además, también implican que puede llevarlo a cabo de varias formas.

Por lo tanto, el secreto para hacer que la diversidad funcione es aplicar el concepto en varios niveles; abordando
diversas dimensiones de la diversidad y estando abierto a diversas rutas para lograr el éxito. Por supuesto, las
correlaciones que observamos no garantizan que la diversidad humana impulse la innovación. El poder de la
diversidad aún necesita ser desbloqueado con prácticas habilitantes, como un ambiente de trabajo no hostil,
una cultura inclusiva y en donde las diversas ideas resultantes de una diversidad en antecedentes sean libres de
competir.
Usted se graduó como ingeniero industrial. ¿Cómo se inclinó por estudiar economía posteriormente?

Estudié ingeniería industrial debido a que estaba interesado en el tema organizacional, pero,al final de la carrera, percibía
que esta no me brindaba las estructuras conceptuales para poder enfrentar los problemas de sostenibilidad en los medios
rurales, tema que me interesaba mucho. Por otro lado, la economía siempre llamó mi atención, principalmente por la
influencia de la visita del economista chileno Manfred Max Neef a Colombia, pues, en ese momento, estaba cogiendo
mucha fuerza una idea que él venía trabajando, la cual se llamaba la “economía descalza”. Esta visión presenta a la
economía como una disciplina de campo y cercana a las realidades. Por ello, decidí hacer mi maestría y doctorado en
economía ambiental y de recursos naturales.

Dentro de la economía, ¿qué campos de investigación trabaja?

Mi trabajo de investigación gira alrededor del uso de herramientas experimentales de la economía, para tratar de estudiar
el comportamiento humano en situaciones que implican el uso y disposición de recursos de uso común. Lo que he hecho,
en estos 20 años que he utilizado esas herramientas, es, precisamente, aplicar juegos económicos en el trabajo de campo
con comunidades que utilizan recursos naturales en distintos contextos.

¿De qué tratan las herramientas experimentales de la economía?

La economía experimental viene de una corriente que surgió hacia los años cincuenta. Digamos que surge en el encuentro
afortunado de trabajos que abordaban disciplinas como la psicología y matemática, y la economía, lo cual genera un
cuerpo de conocimiento asociado al comportamiento humano. La idea es entender cómo los seres humanos resuelven
o intentan resolver la llamada “tragedia de los comunes”, término que se desprende de un famoso artículo escrito por
Garrett Hardin. Este postula que cuando un recurso natural es compartido por muchas personas, este se sobreexplota y,
posteriormente, se degrada. Yo he tratado de explorar esa conjetura y ver hasta dónde los grupos humanos organizan sus
propias reglas y sistemas de autogobernanza, para poder elaborar estrategias que enfrenten el riesgo de la sobreexplotación
de recursos compartidos.

¿Cómo son estos juegos económicos que mencionó anteriormente?

Estos consisten en la creación de situaciones controladas en las que ponemos a un grupo de personas a tomar decisiones
utilizando una serie de incentivos reales, como dinero, reglas e información. La finalidad de ello es observar cómo se
comportan al tomar distintas decisiones, pues en el juego estas decisiones tienen consecuencias económicas significativas
no solo individuales, sino que también involucran a otros participantes.

¿Ha aplicado esas técnicas en su labor de docente?

Utilizo mucho esta metodología. En mis cursos, hago uso de los juegos económicos y otras técnicas de la economía
experimental para explicar modelos económicos y paradojas de la conducta humana. La metodología consiste en
enfrentar a los estudiantes, por medio de experimentos económicos, a los posibles incentivos, y se trata de crear un
espacio de aprendizaje a partir de la empatía, en el que se tienen que poner en el lugar de los personajes que estamos
estudiando en la teoría. En resumen, sería tratar de vivir lo que aprendemos teóricamente, planteando una situación de
comportamiento real de una estructura de mercado, incentivos y gobernanza, así los alumnos puedan apropiarse un
poco más del conocimiento gracias a una experiencia pedagógica más vivencial y menos unidireccional.

¿Considera que el trabajo de campo es indispensable para los estudiantes?

Definitivamente es importante. Sin embargo, la formación en economía que tenemos hoy, desafortunadamente, todavía
está muy lejos de involucrar a los estudiantes en los problemas y fenómenos reales que se busca estudiar a partir de
todo ese bagaje teórico. Creo que sería óptimo dejar que los alumnos se involucren más, a través de los experimentos
económicos y el trabajo de campo, para poder entender mejor las situaciones que se presentan en la teoría y se obtengan
resultados reales.
El nuevo gobierno no la tendrá fácil en economía. Me parece que hay cuatro problemas a afrontar: primero, reactivar el
consumo privado, que representa más del 70% de la demanda y que en 2017 solo creció a 2.4%. En los 15 años previos,
siempre lo hizo por arriba de 3% anual. ¿De dónde se obtiene dinero para gastar más sin asumir deuda en exceso? La
principal fuente es el empleo, que en 2017 cayó 2.8%. Por lo tanto, la segunda tarea será aumentar la inversión privada,
grande, mediana y pequeña, para elevar el empleo y así el consumo.

En tercer lugar, definir una trayectoria de reducción del déficit fiscal, que crece y representa el exceso de gastos sobre
ingresos del sector público. Hay que hacerlo porque cada año con déficit significa un aumento de la deuda pública para
financiarlo. El problema es que la deuda está en 27% del PBI y si alcanza un valor mayor que 30%, entonces crece la
posibilidad de perder el grado de inversión, lo que significa que cuando una entidad financiera o no financiera pida un
préstamo del exterior, lo obtendrá a una mayor tasa de interés.

En cuarto lugar, comenzar las reformas que conecten las cifras económicas con el bienestar de la población. Sectores que
requieren ser reformados, como educación, salud, trabajo, tributación, Poder Judicial, entre otros, son fundamentales y
no se hizo casi nada en los 18 meses previos. Sin reformas, no es posible crecer de manera sostenida y menos aspirar a
elevar la calidad de vida de la población. Reconstruir no solo el norte, sino todo el país, en un contexto de un gobierno
creíble y con liderazgo que nos represente a todos es el objetivo mayor. Como en el fútbol, sin liderazgo ni resultados, no
se cambian las expectativas; los peruanos necesitamos volver a creer.

Cuando una mujer se queda embarazada su vida cambia radicalmente. Si se trata de una adolescente, las
consecuencias son mucho mayores. La educación queda en entredicho, las posibilidades de trabajar en el futuro
se ven mermadas, y las relaciones sociales y familiares pasan a otra dimensión. Si ese embarazo se produce,
además, en un país en vías de desarrollo, lo más probable es que la joven quede más expuesta a la pobreza.

El despertar de la sexualidad es un componente crucial de la adolescencia, tanto por las manifestaciones


biológicas y los cambios hormonales que los jóvenes experimentan, como por el deseo de afirmar su identidad
y su lugar en el ámbito social. Por todo ello es fundamental que los jóvenes experimenten de manera segura
tanto afectiva como sexualmente.

A veces se afirma que los adolescentes son temerarios porque confían exageradamente en su invulnerabilidad.
Jess P. Shatkin, psiquiatra de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York y padre de dos adolescentes,
sostiene que a esa edad las decisiones obedecen más a un comportamiento impulsivo que a la razón debido
a desequilibrios en el desarrollo neurológico. Por lo tanto, es inútil prevenir el riesgo infundiendo temor o
castigando, la clave está en el apoyo y la empatía. Muchos adolescentes piensan que ellos saldrán indemnes de
los riesgos que toman o, incluso, ni siquiera son conscientes de estar asumiendo riesgo alguno.

Las actitudes, preferencias y prácticas de los adolescentes son claves para evitar resultados indeseados en su
vida sexual como embarazos e infecciones de transmisión sexual. Sin embargo, esto no depende únicamente
de decisiones personales. Los jóvenes, en especial, las niñas y adolescentes, son muy vulnerables a la violencia
sexual y de género. Los abusos, la explotación y los entornos culturales que toleran la iniciación sexual temprana
o el matrimonio precoz incrementan los riesgos. De igual forma, la ausencia de educación sexual en los colegios
o la falta de acceso a métodos anticonceptivos condicionan la libertad de decisión de los adolescentes, en
particular de las mujeres.

América Latina y el Caribe es la segunda región del mundo con las tasas más altas de embarazos en mujeres
menores de 18 años. Para atajar esta realidad, se han puesto en marcha múltiples iniciativas que parecen
confirmar el planteamiento de Shatkin que sugiere que los programas que más contribuyen a la mejora de
la salud sexual y reproductiva adolescente combinan la difusión de información útil, el desarrollo de las
habilidades socioemocionales de los adolescentes y el acceso a métodos de cuidado, tanto en las escuelas como
en las clínicas de salud.

La empatía, y no la prohibición, es la forma de abordar conductas arriesgadas, especialmente si afectan a su


sexualidad

Hay que aplicar estrategias bien definidas que puedan contribuir a que los adolescentes adopten conductas
sexuales y reproductivas seguras en las que hagan uso sistemático de métodos anticonceptivos, se abstengan de
consumir alcohol o lo hagan de manera moderada para no exponerse a relaciones sin protección o mantenidas
sin consentimiento y busquen asesoramiento cualificado para la prevención y protección.

Esta tarea es un desafío para todos los países, no solo los de menores ingresos. Costa Rica, por ejemplo, a
pesar de gozar de un alto nivel de desarrollo humano presenta una tasa de fertilidad de 56 hijos por cada 1000
mujeres con edades comprendidas entre los 15 y los 19 años, datos muy por encima de los índices de la OCDE,
las economías más desarrolladas del planeta. Por ello, desde 2014 la Iniciativa Salud Mesoamérica, financiada
por el Banco Interamericano de Desarrollo con el apoyo de otras instituciones, trabaja en la prevención del
embarazo adolescente en este país centroamericano.

Los nuevos protocolos de atención en este programa se alejan de la prohibición o la intimidación. Trabajan con
adolescentes y proveedores de servicios para lograr una mayor aceptación y un uso continuado de métodos
modernos de anticoncepción de larga duración. El secreto para llegar a los 43.000 adolescentes que ya han
sido atendidos ha sido la cercanía de los profesionales para compartir información con ellos, ayudándoles
a discriminar entre prácticas de riesgo y seguras y, sobre todo, subrayando la importancia de la salud y el
autocuidado.

No se trata de criar jóvenes temerosos, pero sí de ampliar la idea juvenil de “a mí no me va a pasar” por la de
“a mí también me podría pasar”.

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