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INFORME DE TRABAJO
Proyecto de recolección documental para el estudio de
la historia de los estibadores de Talcahuano y San Vicente
en los albores del siglo XX: La prensa obrera (1893-1948)

A cargo de

CAMILO SANTIBÁÑEZ REBOLLEDO

Marzo, 2018

2
3
- [Decidme marítimos,] ¿Dónde se lo pasa el jefe?
- Indisponiendo a los empleados en la oficina, esplotando a los
lancheros en su cantina y mui rara vez como hombre en su lugar.
- ¿Quién es el jefe?
- El ser que jamás ha caído al peso de la razón, el que con su orgullo
mojigato a todos pretende humillar.
- ¿Cuáles son los humillados?
- Los jornaleros, los estibadores, lancheros y los empleados que a la
orden de él por desgracia están.

L. Oscar Guzmán
Talcahuano, diciembre 18 de 1920.1

1
“Doctrina escrita entre Valparaíso y Talcahuano”, ¡Adelante!, 18 de diciembre de 1920,
Talcahuano.

4
INTRODUCCIÓN

Basado en 1.754 números, correspondientes a 17 periódicos diferentes2,


este informe resume los hallazgos encontrados en la prensa obrera de
Talcahuano sobre los estibadores y otros trabajadores de este puerto y
San Vicente durante el medio siglo transcurrido entre 1893 y 1948. El
propósito fue iniciar un estudio exploratorio para comenzar a revertir el
escaso conocimiento histórico con que se cuenta sobre los trabajadores
portuarios de la región en dicho período; pues, como se señaló en el
proyecto, estos representan una deuda historiográfica importante en
comparación con los obreros portuarios contemporáneos en el resto de la
costa nacional.3
El texto está dividido en dos capítulos complementarios: El
primero reúne y presenta algunos aspectos relativos a las condiciones de
vida y de trabajo de los obreros portuarios de Talcahuano y San Vicente;
el segundo narra los principales conflictos que éstos enfrentaron,
centrándose principalmente en los acontecidos entre 1917 y 1921.

2
El León Porteño (1893-1894), El Republicano (1893-1894), La Justicia (1894), El
Comunista (1912), ¡Adelante! (1917-1925), La Chispa (1921-1926), El Soviet (1922-1923),
La Chispa Comunista (1923), El Esfuerzo (1923), El Arrendatario (1925), Regeneración
(1926-1927), El Despertar (1932), La Avanzada (1934-1939), El Pescador (1936), Combate
(1938), Clarinada (1938) y La Voz del Puerto (1943-1948).
3
Camilo Santibáñez Rebolledo, Huelgas y lockouts portuarios por “la redondilla”: Los
conflictos por el control de la contratación en los muelles chilenos (1916-1923), Tesis para
optar al grado de Magíster en Historia por la Universidad de Santiago de Chile, Santiago,
2015; “Posiciones estratégicas y fuerza obrera: Apuntes en torno a un ciclo huelguístico de
los estibadores del salitre (Chile, 1916-1923), Izquierdas, 30, octubre 2016: 188-214; “Los
trabajadores portuarios chilenos y la experiencia de la eventualidad: Los conflictos por la
redondilla en los muelles salitreros (1916-1923)”, Historia N°50, vol. II, julio-diciembre 2017:
699-728. Valentina Leal Román y Carlos Aguirre González, Estiba y desestiba. Trabajos y
relatos del Valparaíso que fue (1938-1981), Valparaíso, 2012.

5
6
CAPÍTULO 1

CONDICIONES DE VIDA Y DE TRABAJO EN TALCAHUANO-SAN


VICENTE DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

1.1 Las condiciones de vida

Durante las primeras décadas del siglo XX, la mayoría de los trabajadores
de Talcahuano vivía “en miserables, sucios y fétidos conventillos; en
piezas que a lo sumo [tenían] 4X4 metros”.4 Según el único antecedente
encontrado, las habitaciones de los jornaleros portuarios fueron descritas
como “miserables e inmundas ratoneras, situadas en los barrios
arrabalescos”.5 El exterior de estas viviendas parece haber sido todavía
más insalubre. Mientras que las calles que cercaban tales conventillos
estaban inundados de aguas servidas estancadas6, en la playa, “mujeres
y niños se [disputaban] los desperdicios que los carros de basura
[botaban] junto al mar”. Hacia 1919, los periódicos describían esta
situación del siguiente modo:

Hemos visto cómo un anciano andrajoso recojía (sic)


del montón un trozo de carne en completo estado de
descomposición, y que luego de sacarle un poco la
tierra, iba a parar al fondo de un saco (…) mujeres
jóvenes todas sucias y harapientas se disputaban
pedazos de pan (…) días atrás se encontraron un
chancho muerto que estaba ya en estado de
descomposición, y sin embargo una verdadera
avalancha de aves de rapiña se dejaron caer sobre
esos restos y en menos de un minuto había
desaparecido [en] el fondo de los costales que cada
‘rebuscador’ lleva consigo (…) montones de perros
muertos y espuestos (sic) al calor del sol, despiden un
olor que se hace insoportable desde una larga

4
“La hijiene en Talcahuano”, ¡Adelante!, 14 de julio de 1917, Talcahuano.
5
“Capítulos de nuestra historia”, ¡Adelante!, 23 de marzo de 1921, Talcahuano.
6
“Las aguas servidas”, ¡Adelante!, 8 de febrero de 1918, Talcahuano.

7
distancia; otros canes se encargan de devorar a sus
hermanos.7

Junto con ser conocida como “la ciudad de las tabernas”8, Talcahuano era
considerado como “el puerto más peligrosos para la salud [de las
tripulaciones foráneas]”, debido a “la más desenfrenada prostitución”.9 En
una fecha tan posterior como 1935, Talcahuano seguía figurando como el
pueblo con “el auge más pavoroso” en padecimientos de “trascendencia
social”, con radios de contagio que involucraban a más de dos tercios de
la población; a la persistencia de altos índices de tifus, tuberculosis y sífilis
que se arrastraban a lo largo de todo el siglo transcurrido, se agregaba la
propagación de otros tipos de enfermedades venéreas, anquilostomiasis,
tifus exantemático, fiebre tifoidea, raquitismo, amigdalitis y afecciones
dentarias; todo lo que redundaba, además, en una severa mortalidad
infantil.10
Aunque el balneario de San Vicente comenzó a perfilarse como
un puerto pesquero durante esta misma fecha, su infraestructura todavía
presentaba “un estado embrional” (sic): adolecía de instalaciones para el
desembarque, para el embalaje y para el almacenaje frigorífico, además
de una buena comunicación ferroviaria y de caminos para la distribución
regional.11 Pese a que durante mediados de la década siguiente
efectivamente presenció un incremento de la actividad industrial y
portuaria sin precedentes12, San Vicente, como todo el Departamento de
Talcahuano –y particularmente los barrios obreros y “las bodegas de las
casas de comercio de importación y exportación”- seguía mostrando una
lastimera y riesgosa situación de higiene.13
Si la mortalidad era un indicador de las malas condiciones de vida,
también lo eran las condiciones de la mortalidad. En el caso de los obreros
marítimos y portuarios en particular, esta dimensión de la miseria parece
haber sido bastante significativa. A mediados de 1917, por ejemplo, el mar

7
“Recorriendo la playa”, ¡Adelante!, 21 de enero de 1919, Talcahuano.
8
“La ciudad de las tabernas”, ¡Adelante!, 23 de marzo de 1921, Talcahuano.
9
“Talcahuano plagado de enfermedades de trascendencia social”, La Avanzada, 28 de
agosto de 1935, Talcahuano.
10
“Concepción, Talcahuano, Coronel, Lota, Penco, Tomé, ciudades de vital importancia
industrial, son las que acusan el más elevado porcentaje de enfermedad y mortalidad”, La
Avanzada, 19 de junio de 1937, Talcahuano.
11
“San Vicente. El futuro Puerto Pesquero”, El Pescador, 19 al 25 de febrero de 1936,
Talcahuano.
12
“San Vicente progresa”, La voz del puerto, 19 de febrero de 1944, Talcahuano.
13
“Talcahuano invadido por un ejército de ratones”, La voz del puerto, 18 de noviembre de
1944, Talcahuano.

8
arrojó a la playa el cadáver de Arístides Santos Chávez; un obrero de los
faluchos apostados al costado de los vapores, que había perecido
ahogado durante las faenas. El traslado del cuerpo al Cuartel de Policía
se hizo con tal despreocupación por parte de estos últimos que todos los
transeúntes pudieron presenciarlo. Al respecto, uno de los diarios obreros
locales describió y preguntó consecutivamente: “amoratado el rostro, los
ojos medios comidos, cayéndosele el pelo por los rápidos movimientos
que le imprimían al andar los portadores de la camilla, el cuerpo hinchado
y un sanguinolento hilo mucoso que brotaba de las narices”; “¿no hubo
por casualidad un trapo sucio y miserable siquiera para cubrir
piadosamente el rostro de ese hijo del trabajo y víctima del mismo?”. 14
Unas semanas más tarde, con motivo de la muerte del estibador Máximo
Núñez, que había caído por una escotilla hasta el fondo del buque y cuyo
cadáver “[había sido tirado] a la sepultura con un irritante desprecio”, el
mismo periódico sentenció: “A su familia nuestro más sentido pésame”, “y
a los que cuando muere un Oficial le decretan pompas y honores, nuestra
amarga censura”.15

1.2 – Las condiciones de trabajo

El trabajo de los estibadores de Talcahuano tiene una representación


paradójica a inicios del siglo XX. Era reconocido por su importancia para
el desarrollo comercial e industrial –y las paralizaciones de faenas eran
proporcionalmente temidas-, pero también considerado como “el más
vilmente explotado y el más inicuamente tratado por contratistas y
capitanes de buques y hasta por cualesquier mediocre pilotín de la más
insignificante nave”. Su labor era descrita como “brutal” y “de verdaderas
bestias”, porque debían cargar sacos que superaban comúnmente los
cien kilos, ocurriendo casos “en que un hombre sólo [tenía] que cargar
sobre sus hombros bultos que [pesaban] hasta doscientos kilos y andar
con ellos largos trechos, con perjuicio directo de su salud”. Para peor, “a
veces [las faenas se prolongaban] las completas 24 horas de que se

14
“Ahogado” y “Expectáculo macabro”, ambos en ¡Adelante!, Talcahuano, 21 de julio de
1917.
15
“Fallecimiento”, ¡Adelante!, Talcahuano, 19 de diciembre de 1917.

9
compone el día”, y a los obreros “se les [alimentaba] mal y se les [pagaba]
peor”.16
El circuito portuario involucraba en distintas faenas a estibadores,
lancheros, jornaleros de playa y de aduana, fleteros y trabajadores del
cabotaje.17 En las faenas de carga, por ejemplo, los sacos de trigo y harina
eran cargados por los jornaleros desde los carretones tirados por caballos
a los lanchones en el malecón18, al igual que los barriles de vino, desde
donde eran conducidos al costado de los buques para ser embarcados
por los estibadores. Según los mismos trabajadores, el embarque de
madera era particularmente difícil porque hacía que se les desgarraran
las manos y se les destrozaran las uñas.19 Como acontecía con el carbón
para la Empresa de Ferrocarriles transportado desde Lebu, también había
empresas que contaban con sus propios obreros 20: los jornaleros
descargaban el mineral transportado por faluchos remolcados por
vapores y conducidos por lancheros. 21
Desafortunadamente, los pocos relatos que permiten imaginar
cómo se realizaban estas faenas corresponden a otros lugares de la
región. La crónica escrita por el socialista Enrique Díaz Vera sobre la
tragedia acontecida el 11 de diciembre de 1926 en la bahía de Lota es un
ejemplo particularmente útil:

Como en cinta cinematográfica vemos vajar (sic) con las


primeras luces del alba a los esforzados cargadores de
carbón y embarcarse para iniciar la brutal y agotadora
faena diaria.
El día es borrascoso, como los del interminable
invierno. Las pequeñas embarcaciones que los

16
“Movimiento obrero. Perspectiva de una huelga marítima en todo el litoral”, ¡Adelante!,
Talcahuano, 7 de julio de 1917. La descripción parece corresponder a los jornaleros de playa
en particular: “Capítulos de nuestra historia”, ¡Adelante!, 23 de marzo de 1921, Talcahuano.
17
“Gran comicio público al pueblo de Talcahuano”, El Soviet, segunda quincena de junio de
1922, Talcahuano; “¡Trabajadores Marítimos! Estibadores, lancheros, jornaleros de playa,
jornaleros de aduana. ¡Alerta!”, El Esfuerzo, 20 de mayo de 1923, Talcahuano; “A los
trabajadores marítimos”, Regeneración, 5 de junio de 1926, Talcahuano.
18
“Accidente”, Regeneración, 3 de agosto de 1927, Talcahuano.
19
“Incidente promovido en el muelle por los compañeros estibadores”, ¡Adelante!, 15 de
noviembre de 1923, Talcahuano.
20
La huelga declarada por los obreros de la refinería de azúcar de Penco, por ejemplo,
involucró además a los trabajadores de la fábrica de abono, de platos, la compañía molinera
“y toda la Jente de Mar”. “En Penco 1.400 obreros se declaran en huelga”, ¡Adelante!,
Talcahuano, 10 de octubre de 1919.
21
“Los días trájicos”, ¡Adelante!, 21 de enero 1919, Talcahuano.

10
conducen a la faena semejan cáscaras de nueces entre
el embate del mar embravecido.
Chorreando agua los amasadores de la fortuna
ajena llegan animosos a iniciar la pesada labor que agota
las fuerzas y entumecen sus músculos de acero.
Son las seis de la tarde; en trabajo febril y
agotador las cuadrillas que se componen de 96 hombres
concluyen el brutal trabajo. La labor es sólo de 8 horas
diarias, pero los intereses del capitalismo exijen (sic)
redoblar la pesada jornada. El vapor anclado en cuyo
vientre caben 4 mil toneladas no puede permanecer en
la bahía después de las 12 de la noche, so pena que la
Compañía Carbonífera pague los perjuicios de atraso.
El dilema es fatal; o se sigue trabajando para no
perjudicar a la Compañía Carbonífera o al otro día nadie
más tiene trabajo.
Los cansados jigantes (sic) del trabajo miran con
mirada angustiada hacia la montaña del mineral.
De las ventanas de las casitas del Galpón N°1,
suspendidas en lo alto de un cerro cortado a pique, salen
efluvios mortecinos de luz, que la obscuridad (sic) y el
vendaval disipan a intervalos. Esas lucesitas (sic) tan
queridas, tan conocidas, tan amorosamente ubicadas por
los fieros hombres cargadores, hablan mudamente a los
nobles corazones de esos esforzados soldados del
trabajo.
Y muda y resignadamente acatan la voz de orden
del inquisitorial capataz que ordena proseguir el trabajo
hasta concluir el carguío y la estiba.
Son las 10½ de la noche de ese día aciago; los
hércules chilenos, en espasmo de cansancio agónico se
tiran a la cubierta para descansar algunos minutos,
mientras se apresta la embarcación que ha de
devolverlos a los intranquilos hogares.
Arriba, en la montaña, tras los empañados vidrios
de las ventanas, ojos cariñosos de madres y de hijas, de
hermanas y novias atisvan (sic) nerviosamente los

11
vericuetos del camino. Pero la fatalidad en acecho hace
que en complicidad con la avaricia capitalista los
confiados amasadores del oro negro se embarquen en
un vapor inadecuado para esa noche de tempestad. Y la
ley fatal se cumple despiadadamente horrorosa.
El pequeño remolcador no resiste el peso de la
confiada carga humana y se hunde en el clamoreo de
agonía, en el fondo del océano.
67 familias obreras, han permanecido toda la
noche del sábado y del domingo frente a la playa en
ademán solemnemente suplicante […]
[La] Gobernación Marítima dio el visto bueno
para que 96 hermanos trabajaran bajo el imperio de un
temporal, y autorizó la movilización de un remolcador
roído por los años e insuficiente para que en noche de
furiosa tempestad movilizara a esa preciosa carga
humana.
Mañana, cuando la vindicta social haga luz sobre
las causales que precipitaron la horrorosa trajedia (sic)
de la noche del sábado 11, la opinión pública se
serciorará (sic) con asombro de la concomitancia o
maridaje que existe desde hace muchos años entre la
Gobernación Marítima y los fabulosos intereses de los
Cousiños y Cía.22

Como puede deducirse de las condiciones laborales reseñadas, la


accidentabilidad era frecuente en las primeras décadas del siglo. La caída
que sufrieron tres estibadores a inicios de 1918, desde siete metros de
altura al fondo vacío de la bodega del vapor, ejemplifica el modo más
típico en que tales incidentes ocurrían: “El travesaño de la boca escotilla
que en jerga marinera se llama ‘gaviota’ no tenía el largo suficiente, lo que
fue causa que durante la operación de retirar las escotillas, se corriera la
gaviota y toda la tapa de la boca escotilla se fuera al fondo de la bodega,
arrastrando en su caída a los obreros”. Los tres estibadores resultaron
con graves contusiones internas; además, uno de ellos resultó con

22
“La horrorosa tragedia marítima producida en la bahía de Lota”, Regeneración, 15 de
diciembre de 1926, Talcahuano.

12
“ambos brazos [incrustados de] trozos de maderas”, otro lesionado en el
rostro y el tercero con el cráneo severamente dañado. 23 Un segundo caso
recurrente había ocurrido dos meses antes, en medio de una descarga de
durmientes desde una lancha: la lingada pescante dejó caer uno de ellos,
e impactó el fondo de la embarcación, varándola; pero, “por fortuna, los
obreros que habían hecho la lingada se habían retirado a un rincón de la
lancha”.24
Cuando los accidentes no eran fatales, la asistencia médica
tampoco reportaba un respaldo confiable a los obreros portuarios. Por
ejemplo, en 1921, el obrero Bartolo Mariguaia se quebró un pie
trabajando. Sin embargo, el médico emitió un certificado señalando que
no tenía ningún daño; cosa que eximió a la Casa embarcadora de hacer
el pago correspondiente.25
Lógicamente, lo endeble de la infraestructura portuaria guardaba
gran relación con esta accidentabilidad. Durante todo el medio siglo
examinado, los temporales figuran frecuentemente arrojando y
destrozando las embarcaciones menores contra los muelles en los que
posteriormente las faenas se retomaban sin mayores revisiones ni
mejorías.26
En otra faceta, y como en buena parte de los puertos, un aspecto
relevante de las fricciones en las que se veían involucrados los
trabajadores guardaba relación con los robos. La Policía Marítima
acostumbraba tratar a los estibadores como delincuentes. En numerosas
ocasiones éstos se quejaron por haber sido desvestidos “a media noche
y bajo una lluvia torrencial” tras retornar de los vapores.27 Bastaba que a
algún jornalero de la aduana le metiesen algún material en el bolsillo del
paletó para expulsarlo de las faenas; tal como ocurrió con los más hábiles

23
“Grave accidente a bordo del Dreneckin”, ¡Adelante!, Talcahuano, 23 de febrero de 1918.
Ver también: “Accidente”, ¡Adelante!, 23 de marzo de 1920, Talcahuano.
24
“Descuidos censurables”, ¡Adelante!, 17 de enero de 1918, Talcahuano. Los accidentes
no afectaban únicamente –aunque sí en mayor medida- a los trabajadores. En mayo de
1921, por ejemplo, la manila del pescante arrojó a un capataz sobre una chata, provocándole
contusiones graves que le costaron la vida. “Crónica”, ¡Adelante!, 26 de mayo de 1921,
Talcahuano.
25
El trabajador consultó otro médico que dio cuenta del daño. “La Prostitución en la ciencia
Médica”, ¡Adelante!, 11 de marzo de 1921, Talcahuano y “Lo del Doctor Burucúa”,
¡Adelante!, 24 de marzo de 1921, Talcahuano. Se sabe todavía demasiado poco respecto
de la continuidad de algunas prerrogativas decimonónicas de carácter mutualista además
de la previsión. Por ejemplo, hacia fines de 1917, la Junta Directiva de la Oficina de
Movilización y Descarga tuvo que solicitarle al gobierno la devolución de $17.000.000 que
éste mantenía en resguardo, por disposición reglamentaria, correspondientes a la Caja de
Ahorros del conjunto de los jornaleros y los empleados de aduana. “Por la Aduana”,
¡Adelante!, Talcahuano, 17 de noviembre de 1917.
26
“Temporal en la bahía”, Regeneración, 1 de junio de 1917, Talcahuano.
27
“Crónica”, ¡Adelante!, 26 de mayo de 1921, Talcahuano.

13
organizadores.28 Incluso sin pruebas, la mera acusación les significaba
duros castigos a los trabajadores. Por ejemplo, la imputación hecha por
el piloto de un vapor les significó pasar treinta y nueve días presos a cinco
estibadores a comienzos de 1918. 29 Para 1924, todavía pueden leerse
quejas obreras sobre cómo cualquier robo en los vapores provocaba que
se allanaran las casas de los trabajadores con quienes la policía tenía
rivalidades.30
Pese a todo esto, el trabajo en el puerto parecía menos
arriesgado que otras faenas marítimas en ciertos aspectos, como los
pagos. Por ejemplo, en 1918, esperando un pago no menor a los
cuatrocientos pesos, los hombres embarcados durante siete meses tras
la caza de cetáceos recibieron horrorizados “cinco o diez pesos cada
uno”, tras haberles sido descontados “cuarenta o cincuenta que habían
pedido en mercaderías”.31 En 1919, los trabajadores que habían sido
contratados para faenas no especificadas en la Isla Santa María
denunciaron que llevaban más de un mes comiendo únicamente “agua
con sal”. Además, alegaban respecto del patrón: “nos hace levantar a las
4 de la mañana hasta las 18 horas sin descansar más que el tiempo
necesario para comer, no nos paga por el sobre tiempo, para nosotros no
hay diferencia entre el día domingo y el de trabajo”; “cuando llega la hora
de acostarnos tenemos que convertirnos en verdaderos gatos para ver en
la oscuridad porque este señor ni se digna de pasarnos una vela”. La
única respuesta que habían recibido a las quejas presentadas, agregaron,
era que “al que le [parecía] mal [podía] irse”; desdén que el patrón podía
permitirse al saber que los trabajadores “[no disponían] de medios de
locomoción para escapar de sus garras, y también [que perderían el]
salario”32.

28
“Procedimientos infames”, ¡Adelante!, 4 de febrero de 1920, Talcahuano.
29
“Injusticia con los estibadores”, ¡Adelante!, Talcahuano, 9 de enero de 1918.
30
“Sección Jente de Mar”, ¡Adelante!, 21 de mayo de 1924, Talcahuano.
31
“Cómo se explota a los obreros”, ¡Adelante!, Talcahuano, 22 de enero de 1918.
32
“De la Isla Santa María”, ¡Adelante!, 8 de enero de 1919, Talcahuano.

14
15
CAPÍTULO 2

LAS HUELGAS PORTUARIAS DE 1917-1921 EN TALCAHUANO

En 1922, al referir los albores del mismo siglo, la prensa obrera regional
catalogó el puerto de Talcahuano como “uno de los principales centros de
agitación social”; atribuyéndole incluso la organización de todos los
trabajadores restantes de la provincia de Concepción. 33 En lo que refiere
a la participación de los trabajadores portuarios en dicho proceso, ésta ha
recibido una atención tangencial y demasiado limitada por parte de los
historiadores, principalmente asociada a huelgas de otros obreros, como
las de 1902-1903 en Coronel y Lota.34 En consecuencia, no resulta
extraño que la imagen de los trabajadores portuarios de Talcahuano sea
poco más que fantasmagórica durante las mismas décadas, y penda
todavía demasiado de las condescendencias editoriales de la prensa afín.
Por ejemplo, según el periódico de la Federación Obrera de Chile, La
Chispa, había sido ésta la que civilizó a los estibadores. Con anterioridad
a su adscripción en 1920, el periódico aseveró que “los trabajadores de
mar andaban por las calles borrachos, inconscientes, groseros, y eran el
terror para la tranquilidad del pueblo, porque siempre llevaban sus
puñales o revólveres para cuando les daba la gana [descargarlos] sobre
cualquiera”.35 En aquel entonces, según la propia Federación, “los
patrones y los capataces eran sanguijuelas insaciables que sin sesar (sic)
chupaban la preciosa sangre de los componentes de este laborioso
gremio”, y “solamente tenían derecho a trabajar los individuos que fueran
buenos bebedores, los que poseyeran fuerzas brutales y los mansos que
no protestaban jamás de aquel terrible oprobio”.36 Cuestión que
provocaba un embrutecedor círculo vicioso.
Este capítulo tiene como objeto dilucidar dicha representación
examinando los conflictos suscitados en el período 1917-1921; una
coyuntura clave en la legislación de las faenas de estiba. Está dividido en

33
“El Soviet”, El Soviet, primera quincena de junio de 1922, Talcahuano.
34
Sergio Grez Toso, “Transición en las formas de lucha: Motines peonales y huelgas obreras
en Chile (1891-1907), Historia N° 33, 2000: 141-225.
35
“La cuestión social debe ser basada en la moral”, La Chispa, 2ª quincena de marzo de
1921, Talcahuano.
36
“Capítulos de nuestra historia”, ¡Adelante!, 23 de marzo de 1921, Talcahuano.

16
tres subtítulos que relatan de manera correlativa el derrotero huelguístico
de dichos obreros: la huelga de 1917, la de 1920 y la de 1920-1921.

2.1 – La huelga de 1917

El primero de los conflictos del ciclo 1917-1921 ocurrió al calor de la


movilización contra el decreto gubernamental dictado al término de 1916,
con el propósito de obligar a todos los trabajadores portuarios del país a
retratarse para incorporar su fotografía a la libreta de matrícula.37
Nacionalmente, la reacción adversa de los trabajadores comenzó
al terminar marzo en el puerto de Antofagasta, mediante una huelga que
se prolongó hasta el 11 de abril sin resultados. No obstante, la
paralización de la bahía de Valparaíso, cinco días más tarde, consiguió
retardar la entrada en vigencia del decreto hasta el 21 de julio, lo que
brindó tiempo a los obreros para celebrar una Convención Marítima
nacional en Valparaíso, con el expreso propósito conformar una
organización nacional y suspender la aplicación del retrato. 38
Designados por la Sociedad Carlos Condell, dos trabajadores
marítimos de Talcahuano asistieron a la Convención –Carlos Espinoza y
Armando Arias-, donde acordaron el siguiente petitorio, junto a una
treintena de delegados provenientes de Arica hasta Punta Arenas:
aumento salarial, jornada máxima de ocho horas diarias, seguridad en los
materiales de trabajo para garantir la vida de los obreros, peso mínimo
para los bultos que se cargaban al hombro, establecer un mínimo de
hombres para las cuadrillas, abolición de los contratistas e intermediarios
en las faenas marítimas y reconocimiento de una Oficina General del
Trabajo “donde se [tuviera] al día el movimiento estadístico del trabajo de
mar en todo el país”.39

37
Cabe señalar que, como bien indica el historiador Fernando Ortiz, en 1917 “no [había]
ninguna ley sobre identificación obligatoria”. El movimiento obrero en Chile, 1891-1919,
Ediciones Michay, Madrid, 1985, p. 211. El primer documento de este tipo se creó en 1924.
En 1913, no obstante, los trabajadores ferroviarios también habían sido forzados a
retratarse; la resistencia que presentaron ha sido estudiada por Eduardo Godoy en
La Huelga del Mono. Los anarquistas y las movilizaciones contra el retrato obligatorio
(Valparaíso, 1913), Editorial Quimantú, Santiago, 2014.
38
La reacción suscitada en los demás puertos del país fue tratada en Huelgas y lockouts
portuarios por “la redondilla”. Los conflictos por el control de la contratación en los muelles
chilenos (1916-1923), Universidad de Santiago de Chile, Santiago, 2015; sobre todo las
páginas 68-71.
39
“Movimiento obrero. Perspectiva de una huelga marítima en todo el litoral”, ¡Adelante!,
Talcahuano, 7 de julio de 1917.

17
Tras su retorno a Talcahuano, “con una concurrencia desbordante
[que] no pudo penetrar toda en el local [de la Sociedad]”, los delegados
rindieron cuenta a todos los trabajadores de la ribera respecto de los
acuerdos y resolvieron conjuntamente las demandas y las acciones a
seguir. El 24 de julio presentaron el pliego de peticiones a la Gobernación
Marítima y a los gerentes de las casas comerciales y agencias navieras
de Talcahuano, dándoles dos días para contestar.
Respectivamente, las notas fueron las siguientes:

Señor Gobernador Marítimo.- Pte.


Estimado señor:
Incluimos en la presente el pliego de
condiciones, pasado por el Gremio de Estibadores y
Jornaleros de Playa, a los distintos representantes de
Casas Comerciales y Compañías de Vapores que
existen en Talcahuano.
Queremos suponer señor Gobernador, que con
su elevado criterio y el sano dictado de justicia que le
impone su conciencia, que en la presente emerjencia
(sic) nos ha de dar en todo la razón.
Están de parte nuestra factores poderosos, para
creerlo así, puesto que Ud. sabe tan bien como nosotros
la enorme carestía de los artículos de primera necesidad;
la vida que actualmente llevamos, señor Gobernador, es
de perpetua miseria.
Ante el dilema de permanecer en esta situación
de angustia i (sic) sufrimientos y el de levantarnos a
reclamar un pedazo más de pan, optamos por lo último:
y tranquilamente, confiados en la razón y la justicia de
nuestra causa, esperamos la respuesta de los señores
Jerentes (sic), las cuales, al ser desfavorables, nos
impulsarían a la huelga.
Hemos también de manifestarle al señor
Gobernador Marítimo que objeto principal de la presente
huelga, es obtener la derogación del decreto que nos
impone el retrato forzoso.

18
Esta verdadera Marca humana la rechazamos
señor Gobernador fundado en que somos hombres libres
dentro una República libre y Democrática y porque
estimamos que no es a los hombres de trabajo fecundo
a los que se debe imponer semejante estigma.
-
(Nota pasada a los Jerentes [sic])
No se escapará al elevado criterio del señor
Jerente (sic) que lo pedido por nosotros es en estremo
(sic) moderado, si se toma en cuenta la enorme carestía
de los principales artículos de consumo.
En realidad de verdad señor Jerente (sic), desde
hace mucho tiempo, el jornal que se nos paga, no nos
alcanza para subvenir a las principales necesidades de
la vida.
Las horas de trabajo son también excesivas y
como Ud. debe estar enterado, en la mayor parte de las
naciones civilizadas, los obreros marítimos no trabajan
más de estas horas; el trabajo que realizamos es pesado
y nuestros cuerpos no pueden resistir la larga jornada
que se nos impone hoy día.
La reducción en el peso de los sacos a 90 kilos
es también perfectamente fundada: países americanos
como la Arjentina (sic) y el Brasil, tienen como peso
máximo el de 70 kilos.
El enorme peso de los bultos que se nos obliga
a cargar y a caminar con ellos largos trechos, nos llevan
rápidamente a un decrecimiento de nuestra enerjía física,
y en verdad señor Jerente (sic), somos mui (sic) pocos
los que llegamos a una edad avanzada, puesto que
nuestros pulmones se destrozan al peso de enormes
sacos y bultos que se nos obliga a cargar.
En lo referente al no trabajo nocturno, en el
huano, carbón y cal, tenemos que hacer presente a Ud.
que son varios los compañeros fallecidos por efectuar
este trabajo en las noches; queremos evitar con ello el

19
sacrificio de vidas útiles para el trabajo, sus familias y el
país.
El respeto que exijimos (sic) para los
trabajadores, es también, señor Jerente (sic),
perfectamente fundado: hasta hoy, capitanes, pilotos o
simples contramaestres, nos han vejado de palabras y en
ocasiones de hecho; queremos que como hombres
fecundos, puesto que con nuestros brazos y nuestro
trabajo contribuimos al progreso material del país y de las
casas en que trabajamos, se nos respete en nuestra
dignidad de seres humanos.
El plazo que fijamos para que Ud. de una
respuesta definitiva a nuestra justa petición es de 48
horas, las cuales vencen el miércoles […]
Sin otro particular y esperando se dé por
notificado de todo cuanto pedimos, nos suscribimos
como sus atentos y S. S.
La Comisión.40

Tras no haber respuestas, los estibadores y lancheros decretaron el paro


general la fecha señalada, bajo la consigna “no tomar ni trabajar mientras
dure la huelga”. Según la prensa, “jamás Talcahuano había presenciado
reuniones tan numerosas y tan entusiastas del Gremio Marítimo”. 41 Dos
días más tarde se sumaron los carretoneros, los capitanes, maquinistas y
fogoneros de remolcadores y también el gremio de carpinteros y
calafates, resultando paralizadas todas las faenas del puerto y sus
dependencias.42
Según narraron los trabajadores, el Gobernador Marítimo había
recibido bien las demandas obreras que apuntaban al incremento salarial,
e incluso había citado al comité de la huelga y a los jefes de las casas
comerciales para tratar de llegar a acuerdos. 43 Aunque al mismo tiempo

40
“La Huelga Marítima”, ¡Adelante!, 24 de julio de 1917, Talcahuano. La Comisión estaba
conformada del siguiente modo: “Por Williamson Balfour, Rodolfo Pinto; por Gibbs,
Rudecindo Cisternas; Comunidad El Morro, Ramón Vega; Casa Franklin, Pedro Reyes;
Casa Roland, Ignacio Aravena; Duncan Fox, Efraín Ramírez; Grace, Efraín Urbina; M.
Gleisner, Julio Lara; por los Estibadores, C. Espinoza, I. Lagos y D. Pradenas”.
41
“La Huelga Marítima”, ¡Adelante!, 26 de julio de 1917, Talcahuano.
42
“La Huelga Marítima”, ¡Adelante!, 28 de julio de 1917, Talcahuano.
43
“La Huelga Marítima” y “Manifiesto”, ¡Adelante!, 28 de julio de 1917, Talcahuano.

20
permitió que los marinos fuesen empleados para descargar las lanchas
atracadas en el muelle fiscal.44
Sin embargo, dicha recepción parece efectiva a la luz de la rápida
resolución de la huelga en Talcahuano apenas iniciado agosto, a
diferencia de lo acontecido en el resto del país. Nacionalmente, la
paralización había comenzado a desmembrarse de manera irreversible la
misma primera semana de agosto; principalmente por la acción conjunta
de la represión y el reemplazo de los obreros por las mismas tropas.
En efecto, los estibadores y lancheros de Talcahuano obtuvieron
un 40% de aumento en los jornales y los carretoneros acordaron retornar
al trabajo pese a no haber concluido las tratativas con el mismo propósito.
La negociación con los jornaleros de playa resultó más friccionada,
porque los jefes de las casas comerciales resistieron los acuerdos, pero
nuevamente el Gobernador Marítimo comprometió mediar el asunto para
evitar un nuevo paro y los trabajadores le concedieron dos días de plazo;
lapso en el que parece haber conseguido su objeto, pues no hay registros
de conflictos en los días siguientes.45
Respaldando la impresión ofrecida en torno a la resolución
general de la huelga, la interpretación que los propios obreros de
Talcahuano hicieron de su excepcional éxito en el fracasado paro nacional
fue que se habían mantenido “[compactos] como un solo hombre”;
cuestión que, en efecto, no desligaron del también excepcional respeto al
derecho a huelga.46
Ninguna referencia fue hecha respecto del retrato forzoso al
término del conflicto; lo que, al igual que en otros puertos, parece haber
sido relegado como prioridad en las negociaciones en beneficio de las
demandas económicas. Tampoco hay registros en lo referido a las horas
de trabajo, el peso de los sacos ni el trabajo nocturno; anuencia que
también debió facilitar la resolución del conflicto.

44
“La Huelga Marítima”, ¡Adelante!, 28 de julio de 1917, Talcahuano.
45
“La Huelga Marítima”, ¡Adelante!, 2 de agosto de 1917, Talcahuano.
46
“La Huelga Marítima”, ¡Adelante!, 25 de agosto de 1917, Talcahuano. Ver también:
“Manifiesto a los obreros del dique, estibadores, lancheros, jornaleros de playa, carretoneros
y trabajadores en jeneral”, ¡Adelante!, 4 de septiembre de 1917, Talcahuano.

21
2.2 – La estancia en la FOCH y la primera huelga de 1920

Como puede inferirse del relato previo, los distintos gremios portuarios se
habían congregado al alero de la Sociedad Unión Marítima Carlos Condell
hacia 1917. En los últimos días de 1919, sin embargo, los mismos gremios
ingresaron a la Federación Obrera de Chile (FOCH) con el nombre
Federación de Jente de Mar Carlos Condell, conformando el Cuerpo
Federal N°2 de Talcahuano.47
Este ingreso a la FOCH parece haber sido un movimiento táctico
de estos gremios tanto como de la propia Federación, pues 1920 inició
con la bahía de Talcahuano completamente paralizada. Empleados de
bahía y malecones, estibadores, lancheros, jornaleros de cabotaje y
bodegas, carpinteros de ribera, calafates, capitanes, maquinistas,
fogoneros, marineros de remolcadores y las obreras de las bodegas
habían desatado el conflicto por motivos económicos. 48 Para el 3 de
enero, este derivó en la mediación del Gobernador Departamental. Los
lancheros obtuvieron alzas de salarios, del sobretiempo, de los trabajos
nocturnos y del trabajo en días de descanso. Los jornaleros de playa
pactaron la jornada de ocho horas, la publicación visible de las tarifas y el
alza de las mismas. Los estibadores firmaron igualmente la jornada de
ocho horas, un aumento de jornal e igualmente de la cantidad de
cuadrillas cuando fuera pertinente, el pago de sobretiempos y de días
festivos como tales, además de la consignación de distintos pagos antes
no considerados (lamentablemente ilegibles en el documento oficial) y de
la siguiente cláusula: “En el caso de que las cuadrillas no quisieren seguir
trabajando, queda entendido que paralizarán el trabajo a las diez y siete
horas, previo aviso para renovar el personal. Los trabajadores tienen
derecho para la comida, de las diez y siete a las diez y ocho. En caso de
convenirse media hora para la comida se les abonará una hora de
sobretiempo, y en caso de convenirse la supresión de esta hora, se les
abonará pago doble”.49

47
“Los trabajadores marítimos”, ¡Adelante!, Talcahuano, 14 de diciembre de 1919.
48
“La huelga jeneral en la bahía”, ¡Adelante!, 3 de enero de 1920, Talcahuano.
49
“Gremio de lancheros”, ¡Adelante!, 3 de enero de 1920, Talcahuano. Un buen punto de
comparación respecto de las condiciones laborales regionales puede conseguirse
observando el petitorio que los obreros portuarios presentaron en el puerto de Lota
(Compañía Lota y Coronel) durante 1921. Los lancheros pidieron las ocho horas de trabajo
diarias; doce pesos por cada lanchada de carbón descargado; que se les abonara el 10%
por cada lancha que descargaran –“en plancha o cachimba”-, y el 20% en horas
extraordinarias o días festivos; que los trabajos que efectuaban “en plancha, cachimba o
eslingas en vapores particulares” se les abonara tres lanchadas por cada lanchada

22
Tras el triunfo huelguístico, los gremios portuarios renunciaron a
la Sociedad Carlos Condell, convirtiéndose en el Consejo N°2 de Jente
de Mar de la Federación Obrera de Chile; 50 cuyo exitoso estreno ocurrió
a escasos días, doblegando mediante un boicot a la única empresa que
trató de evadir el tarifado acordado, y nuevamente unos días más tarde,

descargada, y el ciento por ciento en horas extraordinarias; que “las composturas de las
eslingas y achicaduras de lanchas” se hicieran con un abono de 125 pesos mensuales; que
los aperos para las lanchas se distribuyeran de la siguiente forma: “Lona para las eslingas,
7 metros semanales. Cabo manila para patas de eslingas, diez brazas de tres pulgadas
semanales. Cabo para relingar, seis brazas semanales cuando sea necesario”; la
renovación de las lanchas, “porque [estaban] en estado inservible y [peligraban sus] vidas;
tres vaporcitos para remolcar lanchas, “porque los actuales [eran] insuficientes y en mal
estado; que se les pagara la levantada de las lanchas con un abono de tres pesos por cada
una; y que el horario en invierno y verano fuese acordado con los trabajadores. Los patrones
de las lanchas pidieron además un abono de 25 pesos mensuales para cada uno, “en vista
de la responsabilidad que [llevaban], o sea el honorario”. Los jornaleros (estibadores del
carbón), pidieron las mismas cuatro primeras cuestiones que los lancheros; un abono de
$12 diarios sin perjuicio del tonelaje; que la Compañía pusiera un vaporcito o bote para
transportar a los trabajadores a bordo o a tierra, “y no como se [hacía], que se [transportaba]
a la jente como carga en las lanchas, peligrando sus vidas en las subidas de los vapores”;
que “cuando los vapores sean muy costosos para el embarque del carbón, pudiesen
reservarse el derecho de pedir por nuestro trabajo en mutuo convenio con los patrones”; que
les diera ropa de agua en invierno y palas para el trabajo. Los capataces pidieron un
aumento de 70% y diez centavos por cada lancha descargada. Los obreros de los
remolcadores también pidieron ocho horas de trabajo diario. Los capitanes de los mismos
pidieron un sueldo de $15 diarios, con un abono doble en horas extraordinarias y días
festivos. Los maquinistas de los remolcadores un sueldo de $12 diarios y el ciento por ciento
en horas extraordinarias y días festivos. Los voceros un sueldo de $8 diarios e igualmente
el ciento por ciento de abono en horas extraordinarias y días festivos. La gente restante que
trabajaba para los remolcadores solicitó aumento de salarios en el siguiente modo: herreros
70%; oficiales de herreros, un sueldo mínimo de $7 diarios; oficiales de mecánico $8 diarios
y un abono del ciento por ciento en horas y días extraordinarios. Los trabajadores del
corralón, en tanto, solicitaron las siguientes mejoras: los tumbadores y trancadores $9
diarios; los muleros, putilleros y meseros $7 diarios; ambos pidieron las ocho horas de
trabajo diarias, el cien por ciento por horas extraordinarias y días festivos, y $2 la hora, e
igualmente que se les diera ropa de agua en invierno. Los maquinistas del muelle de carbón
pidieron un 70% de aumento y un fogonero más en cada máquina. Los carreros pidieron
que se les pagara seis centavos por llevar los carros a la mesa o “tumbar en el corralón”, y
que la cuadrilla no superara los doce hombres. Los maquinistas del transporte pidieron un
sueldo de $10 diarios. Los meseros y aceiteros, $6 diarios; igual que los puntilleros y
mojadores. Todos exigieron las ocho horas de trabajo, el pago doble por días festivos u
horas extraordinarias, que su trabajo fuese “esclusivamente en el transporte y Cía. Arauco
Limitada” y que se les diera ropa de invierno cuando se les mandara a tumbar carros durante
esta estación. Los calafates y carpinteros pidieron $12 como sueldo diario fijo. Los oficiales
de calafates y carpinteros, en tanto, pidieron un sueldo mínimo de $6. Todos pidieron las
ocho horas de trabajo diarias, que las horas extraordinarias y los días festivos se les
abonaran cien por ciento, que se les diera ropa de agua para trabajar en la intemperie y que
se les abonara dos pesos diarios por comida cuando se les enviara a trabajar a bordo. La
denominada Cuadrilla de Flores, compuesta por trabajadores llenadores de carros, exigió
$9 diarios de sueldo y $1 por cada carro. Los capataces exigieron $12 diarios y el 5% de “la
llenadura de carros”. Todos pidieron las ocho horas de trabajo diario, el abono doble en días
festivos y horas extraordinarias y ropa de agua en invierno. Los hombres que trabajaban con
el buzo pidieron un 70% de aumento para quienes ganaban $5 o más diarios, y 80% a
quienes ganaban menos; ocho horas de trabajo diario, ciento por ciento de abono en caso
de horas extraordinarias y días festivos y ropa de agua en invierno. Todos los trabajadores
pidieron el reconocimiento oficial de la Federación Obrera de Chile, que todos los obreros
que hubiesen laborado durante doscientos cincuenta días en el año, sin faltar, recibieran
una utilidad de 10% respecto de los sueldos obtenidos en el mismo período, y que se le
dieran dos carretadas de carbón al mes a los trabajadores que vivían en Lota alto y Lota
bajo. En: “Noticias de Lota”, ¡Adelante!, 22 de abril de 1921 y 26 de abril de 1921,
Talcahuano.
50
“Federación de Jente de Mar”, ¡Adelante!, 7 de enero de 1920, Talcahuano y “Crónica”,
¡Adelante!, 21 de enero de 1920, Talcahuano.

23
decretando la huelga por las represalias tomadas contra algunos
jornaleros de la aduana.51
Con posterioridad a estas fricciones, la Jente de Mar federada
manifestó que “[esperaba] contar con la cooperación de la Cámara de
Comercio, de los Jefes de las diversas Casas Comerciales y de los
autoridades para llevar a la práctica [el] ideal de justicia y solidaridad
social entre los dos elementos vitales para la actual sociedad: Capital y
Trabajo”.52 Cuestión que intentaron materializar exigiéndole a todas las
casas importadoras y exportadoras, a los gobernadores departamental y
marítimo y a la Cámara de Comercio, la conformación conjunta de una
Cámara de Trabajo o tribuna permanente de arbitraje; “así”, propusieron,
“una mayor cordialidad se impondría entre patrones y obreros”, pues “las
huelgas se producirían sólo en casos mui (sic) extremos y la normalidad
del trabajo no sería interrumpida”.53 Sin embargo, la fisonomía de las
relaciones laborales de 1920-1921 evidenciaría que patrones y
autoridades habían resuelto tomar un camino diferente para el mismo
objeto.

2.3 – La huelga de 1920-1921

Según narró el mismo Consejo N°2, “la primera obra de sus iniciadores
[había sido] unir a todos los gremios relacionados con las faenas
marítimas: estibadores, tarjadores, lancheros, jornaleros de playa y
aduana, etc.”. Seguramente refiriéndose a la huelga de inicios de 1920, la
reseña apuntó: “lo que más urjía (sic) era mejorar la situación económica
de estos gremios, con este objeto declaramos la primera huelga al capital
y obtuvimos algunas pequeñas mejoras y libertades, lo que constituyó
nuestro primer triunfo”.
Su logro más significativo del mismo período, sin embargo, fue
apuntado a renglón seguido:

51
“Crónica”, ¡Adelante!, 21 de enero de 1920, Talcahuano, “Un nuevo triunfo de la
Federación de Jente de Mar”, ¡Adelante!, 31 de enero de 1920, Talcahuano y “La huelga de
los trabajadores de aduana”, ¡Adelante!, 7 de febrero de 1920, Talcahuano.
52
“Una carta”, ¡Adelante!, 14 de febrero de 1920, Talcahuano.
53
“¿Camino de la Cámara del Trabajo?”, ¡Adelante!, 14 de febrero de 1920, Talcahuano.
Cabe apuntar que, para 1920, los trabajadores portuarios habían conseguido formar un
“Club Atlético i de Fútbol Jente de Mar” y un “Centro Literario y Estudiantina Jente de Mar”.
“Club Atlético i de Fútbol Jente de Mar”, ¡Adelante!, 24 de febrero de 1920, Talcahuano y
“Centro Literario y Estudiantina Jente de Mar”, ¡Adelante!, 27 de mayo de 1920, Talcahuano.

24
Los patrones y capataces llevaban a trabajar a aquellos
individuos que les conviniera, en beneficio de sus
insaciables faltriqueras; en vista de esto, la organización
nuestra ideó el turno numerado que consistía en que
cada estibador tenía su número: llegaba un vapor y pedía
cuarenta estibadores, iban del 1 al 40; llegaba otro y
pedía 50 estibadores, iban del 41 al 91, y así
sucesivamente hasta que volvía a llegar al 1.54

Según los antecedentes con los que se cuenta, este sistema, denominado
“redondilla”, había surgido en Talcahuano tras las fricciones en la estiba
del carbón, en 1918. En dicha ocasión, tras la no concurrencia de los
obreros a las faenas por “abusos del capataz”, la Federación Obrera
contribuyó a llegar a acuerdos: “se hizo una lista de los obreros que
[trabajaban] de firme, con intervención directa de los propios
trabajadores”, y “se armaron tres cuadrillas de diez hombres y una lista
aparte de 16 niños.55
Es sintomático constatar que los problemas de este carácter se
repetían en las diferentes faenas portuarias donde había intermediarios,
lo que torna plausible el degradante círculo vicioso señalado en el inicio
de este apartado. Por ejemplo, los obreros del sector El Morro se
quejaban de que buena parte de sus jornales terminaba en manos de los
bodegueros, que eran propietarios de cantinas “[donde explotaban]
miserablemente a los hombres”; según denunciaron en 1917, el
bodeguero de la Casa Gibbs tenía instalado el ‘chinchel’ en la misma
bodega de la casa. En la casa Grace, los trabajadores acusaban que el
bodeguero “no [tenía] burdel: pero [expedía] vales para alcohol en
negocios particulares; de estos vales le [daban] a él un tanto por ciento”.
“Lo criminal”, indicaron los obreros, “[era] que los citados bodegueros
[procedían] arbitrariamente con [los] trabajadores, al negarles trabajo a

54
“Capítulos de nuestra historia”, ¡Adelante!, 23 de marzo de 1921, Talcahuano. Según el
Consejo, este sistema “llamó la atención (…) a los gremios marítimos del norte, y trabajaron
para adaptarlo, con la tenaz oposición del capital y de las autoridades”, lo que había causado
“más de alguna encarnizada huelga”. “La redondilla”, ¡Adelante!, 17 de noviembre de 1923,
Talcahuano. Este antecedente es verdaderamente significativo respecto de los orígenes de
la redondilla, cuya historia en los puertos nortinos ha sido tratada con exhaustividad en:
Camilo Santibáñez Rebolledo, “Los trabajadores portuarios chilenos y la experiencia de la
eventualidad: Los conflictos por la redondilla en los muelles salitreros (1916-1923)”, Historia
N°50, vol. II, 2017: 699-728.
55
“Huelga que triunfa”, ¡Adelante!, 11 de octubre de 1918, Talcahuano.

25
los que [consumían] poco vino y no son borrachos consuetudinarios: el
hombre sobrio, que [bebía] poco, [duraba] sólo una o dos semanas en la
bodega, porque se le [molestaba] y se le [despedía]: en cambio el que
[derrochaba] su dinero en alcohol que les [bridaban] los bodeguero, esos
sí que [tenían] trabajo permanente”. 56 En 1920 hay registro de estas
mismas quejas en San Vicente, respecto de capataces que tenían
“boliches” sin patente pero amparados por la policía, donde alcoholizaban
a los trabajadores y hostilizaban a aquellos que no bebían tanto. 57
Sin embargo, y siempre según los trabajadores, la “redondilla” fue
proscrita en 1921 por el nuevo Gobernador Marítimo –de apellido
Calderón Cousiño- a poco de designado. Para los obreros portuarios de
Talcahuano, la irracionalidad de la medida radicaba en que Cousiño
aducía acatar leyes de la República, pero mantuvo el sistema en San
Vicente, Tomé y Penco; todos puertos de su jurisdicción. 58
Como los párrafos siguientes procuran evidenciar, sin embargo,
la seguidilla de sucesos acontecidos entre 1920 y 1921 sugiere que la
derogación de la redondilla en Talcahuano fue una medida
deliberadamente tomada contra los obreros federados.
En las postrimerías de 1920, los estibadores del Consejo Federal
N°2 habían acusado una hostilización permanente por parte del
Gobernador Marítimo con el objeto de darle cabida en las faenas al
denominado Consejo D; un grupo de trabajadores dependientes de “la
Bandera Blanca Papal de Valparaíso” y representado por dos hermanos

56
“La Huelga Marítima”, ¡Adelante!, 28 de julio de 1917, Talcahuano.
57
“Una carta”, ¡Adelante!, 14 de febrero de 1920, Talcahuano. El diputado demócrata Juan
Pradenas, que había sido estibador, coincide con esta apreciación: “[En Talcahuano]”,
señaló, durante 1921 “los capataces que embarcaban obreros para las faenas de carga o
descarga, elejían (sic) sólo a los obreros que consumían bastante alcohol, a los más
borrachos, a los que más derrochaban, para que dejaran en sus tabernas todo su jornal, el
pan de sus familias. [Con la redondilla dejó de ocurrir eso], porque los trabajadores, por
derecho propio, iban a trabajar a bordo cuando les correspondía por turno y así hemos visto
que el elemento trabajador de Talcahuano, antes harapiento y famélico, hoi (sic) día tiene
elementos de vida para ellos y para sus hijos, porque no derrocha ya el dinero en el vicio
nefasto del alcohol, por imposiciones superiores. “En la Cámara de Diputados, ¡Adelante!,
17 de noviembre de 1921, Talcahuano. El origen social de los intermediarios es algo difuso,
aunque parece haberse tratado mayormente de ex–obreros. En 1917, respecto de un
capataz (o mayordomo) en los Arsenales de Marina de Talcahuano, los cargadores y
descargadores de carbón señalaron que, habiendo sido trabajador como ellos, se había
convertido “en el peor verdugo de sus propios hermanos”. Según detalla la nota, este
capataz “[llevaba] vino en una chata para darles en el trabajo a sus hombres, y (…) aunque
no se [tomaran] la medida que les da en un tarro de duraznos, siempre [tenían] que pagar
los ochenta centavos, precio fijo que [tenía] para la venta”. Además, el contador del
Apostadero empleaba a Santa Cruz como intermediario para los pagos, y éste “[pasaba] a
tanto el día cada operario; y una vez [que recibía] el dinero, les [ajustaba] arbitrariamente, al
precio que se le [ocurría]: 3.50 o 4 pesos al día”. “Ecos del 1º de mayo”, ¡Adelante!, sábado
9 de junio de 1917, Talcahuano.
58
“Capítulos de nuestra historia”, ¡Adelante!, 23 de marzo de 1921, Talcahuano y “La
redondilla”, ¡Adelante!, 17 de noviembre de 1923, Talcahuano.

26
de apellido Vera, que habían presentado una lista con medio centenar de
hombres, quejándose de que “los del N°2 habían monopolizado los
trabajos en la bahía”.59
Según denunciaron los estibadores de Talcahuano, el
Gobernador Marítimo estaba confiriendo autorizaciones para trabajar en
las faenas de estiba “a individuos que jamás habían bajado a la bodega
de un vapor y ni conocían un estrobo, ni menos sabían hacer una lingada”.
El gremio puntualizó además que en la lista había únicamente tres o
cuatro viejos estibadores, a quienes no tenían reparo en incorporar, y que
la mayoría restante eran jornaleros de San Vicente, donde tenían trabajo.
Según infirió la prensa obrera local, el objetivo era introducir hombres a
las faenas para “dejar al gremio que hoy trabaja en la miseria, y que
obligados por la necesidad, [volvieran] como mansos corderos al trabajo
en las mismas condiciones de hace un año atrás”, aludiendo a 1919. 60
Pese a que el gremio de estibadores acordó designar un Tribunal
Arbitral con el Consejo D, en presencia del Gobernador del
Departamento61, la Gobernación Marítima habilitó a dicho Consejo para
que laborara en los vapores en nombre de la libertad de trabajo,
desconociendo el fallo. Lo que significó dejar sin trabajo a más de
doscientos “verdaderos trabajadores marítimos”, empujándolos a la
huelga.62
Aunque el Consejo D efectivamente trató de suplir la demanda de
brazos acudiendo a los trabajadores de San Vicente, estos manifestaron
que no traicionarían a los obreros de Talcahuano. Al mismo tiempo, el
Secretario General del Consejo N°2, Armando Arias, fue encarcelado sin
ningún motivo, y la Gobernación Marítima autorizó a los marineros para
que reemplazaran a los huelguistas; lo que provocó que la Junta
Provincial y los Consejos Carboníferos les ofrecieran su respaldo. 63

59
“Los Trabajadores Marítimos son obligados a declarar la huelga”, ¡Adelante!, 23 de
diciembre de 1920, Talcahuano
60
“Los canallas en acción”, ¡Adelante!, 7 de diciembre de 1920, Talcahuano.
61
“La huelga marítima continúa en estatuquo”, ¡Adelante!, 29 de diciembre de 1920,
Talcahuano.
62
“La huelga de los marítimos toma caracteres bastante graves”, ¡Adelante!, 30 de
diciembre de 1920, Talcahuano.
63
“Los Trabajadores Marítimos son obligados a declarar la huelga”, ¡Adelante!, 23 de
diciembre de 1920, Talcahuano y “La huelga de los obreros marítimos continúa
inquebrantable”, ¡Adelante!, 24 de diciembre de 1920, Talcahuano. En plena Junta Provincial
de la Federación Obrera, Juan Pradenas –demócrata- le recordó a los presentes que “en la
huelga carbonífera [pasada] el Consejo N°2 de Jente de Mar de Talcahuano, de reciente
fundación en ese entonces, [había vaciado] su caja de fondos para ayudar a los compañeros
en huelga”; cuestión que empujó a la Junta a “hacer causa común”, perfilando una huelga
general en la región. “La Federación Obrera de Chile y la política”, ¡Adelante!, 30 de
diciembre de 1920, Talcahuano. La Jente de Mar de Coronel anexionó un pliego de

27
“No volveremos al trabajo mientras no se acceda a nuestras
justas peticiones”, declaró el Consejo N°2 al cierre de 1920, precisando:
“Retiro del actual gobernador marítimo; se reponga a los compañeros
procesados en su trabajo; se ponga en libertad al compañero Armando
Arias; se aprueben las peticiones de mejoras de sueldos de los jornaleros
de playa y lancheros por los jefes de las casas comerciales”. 64
Pero fue entonces que, organizados en una Asociación Jeneral
de Comerciantes, los patrones redactaron e hicieron llegar a los
trabajadores un documento con las nuevas condiciones que proponían
para regir las faenas marítimas. Únicamente contamos con el resumen
que los propios trabajadores confeccionaron del mismo:

Las casas se reservan el derecho de rechazar la jente


que no convenga, ya sea por incapacidad, falta de
respeto u honradez.
Los capataces serán nombrados por las casas.
Los vapores contratarán únicamente el número
de cuadrillas que estimen conveniente, reservándose el
derecho de trabajar ya sea parcial o totalmente con su
propia tripulación.
Las condiciones estipuladas rijen (sic) en todos
los vapores, pero cada uno será considerado como
contrato separado y queda entendido que si la junta
abandona su trabajo antes de terminarlo, cualquiera que

peticiones propias a las casas comerciales, que incluyó: “que en vez de 10 pesos de
gratificación que se [les daba] por cada embarcación, cuando los estibadores trabajan por
toneladas se [les pagara] 20 pesos”; “[que] el sobre tiempo se [les pagara] igual que [le
pagaban] a los estibadores”; “que se [hicieran] los días inhábiles como hábiles para la
estadía y que la estadía [fuese] la lanchada por la casa y por de fuera $2.20”; “[que cuando
se saliera] con la embarcación fuera del Faro ya sea Penco o Tomé se les [pagara] el 100
por 100”; “[que] el viaje falso que [se pagaba] 3.30 se [les pagara] 10 pesos”; “que se [les
pagara] 10 pesos por embarcación en vez de 5 pesos (…) cuando llueva”; “[que] al levantar
las anclas del fondero a embarcaciones [se les pagara] 5 pesos en vez de 2.50”; “que la
harina se [les pagara] 5 pesos por cada 200 sacos en vez de 300”; “que el afrecho de 250
sacos por lanchada se [les pagara] 5 pesos uno con otro”; “que el trigo por cada 100 sacos
[se pagara] la tonelada 5 pesos”; “que la avena por 125 sacos [se pagara] por lanchada 5
pesos”; “que [quedara] a 20 fardo lana cuero o sacos por lanchada”; “[que] en vez de 70
barriles [de cemento, fueran] 60 por lanchada”; “que al [notificarles] que [había] trabajo y [no
les hicieran] trabajar, se [les pagara] 4 pesos por la asistencia, ya sea en el río [o] en el
puerto por el día”; “[que] la madera al embarcarse a pulso se [les pagara] 8 pesos la
lanchada”. “La huelga de los compañeros Marítimos”, ¡Adelante!, 28 de diciembre de 1920,
Talcahuano.
64
“La huelga de los marítimos toma caracteres bastante graves”, ¡Adelante!, 30 de diciembre
de 1920, Talcahuano.

28
sea el pretexto, perderá todo derecho al jornal ya ganado,
que será pasado a beneficio del Hospital. 65

Después de dieciséis días de huelga y con catorce arrestos más a


cuestas, los estibadores tuvieron que permitir el ingreso de los cincuenta
trabajadores del Consejo D, dejando irresueltas las demandas de los
lancheros y jornaleros de playa, y en una posición debilitada respecto de
la mantención de la redondilla.66
“Ahora vemos cuál era el fin que perseguían los hermanos Vera
al presentar a la Gobernación la lista de los 50”, escribieron; “Pretendían
los Vera nada menos que ser capataces jenerales (sic): es decir que se
les dieran ciertas compañías de vapores para mandar la jente (sic). Creían
estos granujas que de acuerdo con los jefes del comercio marítimo y las
autoridades iban a deshacer el turno e implantar el antiguo réjimen (sic)
de explotación”;67 cuestión que los patrones parecen haber conseguido
efectivamente, pues las acusaciones contra los capataces de Talcahuano
respecto de la formación arbitraria de cuadrillas, con la anuencia de las
casas comerciales y en desconocimiento de los acuerdos tomados,
reaparecieron a los pocos días de terminada la huelga. 68
En este sentido, el problema de la organización de los turnos de
trabajo, originado como solución a los abusos de los capataces e
intermediarios, había decantado en un problema por el control de la
contratación que los patrones resolvieron a su modo. Tras lo cual inclusive
retomaron la idea originalmente propuesta por la FOCH, respecto de la
conformación de una instancia para dirimir conflictos laborales sin tener
que llegar a paralizaciones.69
En lo sucesivo, la redondilla se tornaría el centro de las
discusiones nacionales relativas al trabajo portuario, hasta ser finalmente

65
Ibídem.
66
“La comedia toca a su término”, ¡Adelante!, 12 de febrero de 1921, Talcahuano.
67
“La comedia toca a su término”, ¡Adelante!, 12 de febrero de 1921, Talcahuano. Las
tensiones entre los obreros de la Federación Obrera y de la Bandera Blanca se trasladaron
hacia Coronel, donde pocos días más tarde el enfrentamiento entre éstos por la adscripción
de trabajadores concluyó con tres hombres muertos y varios heridos. “Un nuevo y sangriento
choque entre los miembros de la Federación Obrera y de la Bandera Blanca”, ¡Adelante!, 11
de enero de 1921, Talcahuano.
68
“Sección Jente de Mar”, ¡Adelante!, 22 de enero de 1921, Talcahuano.
69
“La sociedad jeneral de comerciantes de Talcahuano y los obreros marítimos de este
puerto”, ¡Adelante!, 19 de marzo de 1921, Talcahuano.

29
derogada en diciembre de 1923, tras una huelga de tres meses de
duración en Iquique.70
En Talcahuano, dicha ofensiva trajo raudamente aparejado el
desconocimiento de las conquistas obreras recientes. En marzo de 1921
las casas comerciales dejaron de pagar doble jornal por las horas
extraordinarias en la descarga del carbón, a los lancheros se les volvió a
pagar el carbón inglés como mercadería nacional, y a los jornaleros se les
pagó siguiendo el peso y no el volumen de las cargas. 71 No hay rastros
de la depuración de las cuadrillas, pero si las gerencias se comportaron
como en Antofagasta e Iquique, lo más probable es que esta fuera la peor
de las consecuencias para los trabajadores organizados.
Magullado, el Consejo N°2 comenzó a dar cuenta de problemas
intestinos que culminaron con su salida de la FOCH y su adscripción a la
IWW (la otra cabeza del movimiento obrero nacional) en marzo de 1921.72
El prolongado silencio que la prensa obrera local guardó respecto de las
faenas de estiba a partir de entonces, parece corroborar el pésimo
pronóstico esbozado en el párrafo previo. 73
Según se quejó El Soviet, a mediados de 1922, “los trabajadores
marítimos, que se [habían beneficiado] en gran proporción dentro de la
Federación, y se les respetaba en su dignidad”, “ya no se les [respetaba]
porque [estaban] desunidos”.74 En el mismo periódico obrero, el Sindicato
de la Construcción les reclamó: “Vosotros, que ayer nada más manteníais
con una soberbia potencia la Federación Obrera en este puerto y gracias
a vuestra unión y solidaridad conseguisteis mejoras económicas, como
también obtuvisteis que se os respetara vuestros derechos y dignidad (…)
habéis abandonado la organización y el enemigo, los capitalistas, se han
aprovechado de vuestra desorganización para explotaros y tiranizados sin

70
Camilo Santibáñez Rebolledo, “Los trabajadores portuarios…”, Óp. cit. En Talcahuano, la
Gobernación Marítima regularizó el registro de matrículas en diciembre de 1922; según
señala la documentación, habían tres grupos de estibadores: A, B y C. “Por la Gobernación
Marítima”, ¡Adelante!, 30 de diciembre de 1922, Talcahuano.
71
“La sociedad jeneral de comerciantes de Talcahuano y los obreros marítimos de este
puerto”, ¡Adelante!, 19 de marzo de 1921, Talcahuano.
72
A mediados de marzo de 1921 hay acusaciones de algunos lancheros respecto de gastos
de dineros; el Consejo respondió exponiendo la escasa cotización de los mismos. “Sección
Oficial del Consejo 2 Jente de Mar”, ¡Adelante!, 18 de marzo de 1921, Talcahuano. Sobre el
cambio de filiación federal: “Consejo Jente de Mar N°2”, La Chispa, 29 de marzo de 1921,
Talcahuano. Cabe consignar que, para mediados del mismo 1921, este periódico terminaría
convirtiéndose en el órgano de prensa oficial de la IWW de Talcahuano. En junio de 1921,
la IWW hizo encarcelar a tres trabajadores por estafa, por recibir sueldo del Consejo N°2 de
Jente de Mar, que ahora los wobblies conducían (y declararon disuelto). “Infamia
inconcebible”, ¡Adelante!, 8 de junio de 1921, Talcahuano.
73
“¡Ya es hora!, ¡Adelante!, 26 de enero de 1923, Talcahuano.
74
“El Soviet”, El Soviet, primera quincena de junio de 1922, Talcahuano.

30
que tengáis derecho a reclamar nada porque si reclamas, se os echará a
la calle, porque permanecéis aislados de los demás trabajadores”. 75
Incidentes acontecidos a fines de 1923 preconizaron el período
venidero de manifiesta debilidad para contrarrestar las afrentas
patronales y gubernamentales contra los trabajadores. Como ejemplo
puede mencionarse que los vapores comenzaron a trabajar con hombres
embarcados de otras partes76 y las acusaciones al Gobernador Marítimo,
un año más tarde, por hacer trabajar a “individuos ineptos, incapaces para
desempeñar las pesadas labores de carga y descarga en los vapores,
únicamente porque [habían] sido recomendados por personas amigas de
la autoridad”77.78

2.4 – Colofón

El derrotero de los obreros portuarios de Talcahuano aquí relatado guarda


una notoria concordancia con la imagen del trabajador portuario civilizado
por la FOCH, tal como fue señalada en el comienzo del capítulo.
Evidentemente, al provenir gran parte de las fuentes de la misma
Federación, esta concordancia no puede resultar sorpresiva: todos los
réditos reivindicativos conseguidos por los obreros parecen derivarse del
resguardo provisto por la FOCH; y, consecuentemente, su fracaso parece
el castigo por haber abandonado el resguardo federativo.
Pese a que semejante interpretación puede resultar plausible, las
relaciones laborales suelen ser bastante más complejas que esta lectura

75
“A los trabajadores y pueblo de Talcahuano”, El Soviet, 29 de octubre de 1922,
Talcahuano.
76
“Abuso incalificable cometido con el Grupo A de Obreros Marítimos por el jefe señor
Smith”, ¡Adelante!, 24 de noviembre de 1923, Talcahuano. Ver también: “Los jornaleros de
Playa”, ¡Adelante!, 15 de noviembre de 1923, Talcahuano.
77
“Sección Jente de Mar”, ¡Adelante!, 21 de mayo de 1924, Talcahuano. Según relatos de
los estibadores, se les abonaba menos tonelaje del correspondiente y les mantenía a bordo
durante horas, “sin ganar un centavo, sufriendo las inclemencias del tiempo y sin que [se les
pusiera] el remolcador a su debido tiempo”. “Sección Jente de Mar”, ¡Adelante!, 17 de mayo
de 1924, Talcahuano.
78
“A los trabajadores marítimos”, ¡Adelante!, 20 de agosto de 1923, Talcahuano,
“¡Marítimos, alerta!”, ¡Adelante!, 23 de febrero de 1924, Talcahuano. “A los trabajadores
marítimos”, Regeneración, 5 de junio de 1926, Talcahuano. Para mediados de 1927, la
redondilla fue nuevamente puesta en práctica por las casas comerciales, “pero no en forma
oficial del Gobierno”; no hay más referencias al respecto en la prensa consultada. “Crónica.
Los Gremios Marítimos y la redondilla”, Regeneración, 1 de junio de 1927, Talcahuano. El
salto en la información disponible se prolonga hasta 1944, cuando, tras cuatro meses de
esperar respuestas a un pliego de peticiones presentado a la Cámara de Comercio, y haber
agotado todos los medios conciliatorios reglados, el Sindicato de Estibadores de Talcahuano
declaró la huelga legal. “Huelga declararon estibadores!”, La voz del puerto, 26 de febrero
de 1944, Talcahuano.

31
editorial. Aunque cabe apuntar que la rotura del círculo vicioso provocado
por el control que los contratistas mantenían sobre la contratación
efectivamente parece haber provisto tanto de mejoras como de conflictos
a los obreros.
Estos contrapuntos tornan en tarea imprescindible la posibilidad
de examinar documentos diferentes –y de períodos no abordados por la
prensa consultada- para una comprensión más cabal de la fuerza de
trabajo portuaria de Talcahuano y San Vicente aquí presentada.79 Pero,
en un balance general, sí puede sostenerse que, durante los
denominados ‘tiempos dorados’ para los contratistas –que es el período
más conflictivo y por tanto más abordado en la prensa y más retratado en
este informe-, los trabajadores portuarios de Talcahuano y San Vicente
sufrieron y confrontaron los abusos de estos intermediarios, e intentaron
resolverlos de distintos modos. Fuese organizando la repartición del
trabajo de manera equitativa y rotativa o formando cuadrillas propias,
estos intentos derivaron en una legislación nacional que efectivamente
terminó apartando a dichos intermediarios, aunque con severos costos
para los trabajadores.
La puesta en perspectiva histórica de esta reivindicación, cuyo
origen puede rastrearse hasta la derogación de los gremios
decimonónicos en 1890, pone de manifiesto la importancia de la cultura
contractual de los obreros portuarios chilenos y su conflictiva persistencia
en las décadas posteriores. En esta dirección, seguir el rastro de los
sistemas de contratación parece permitir saber tanto del modo en que los
hombres se convirtieron en trabajadores portuarios, como de los
márgenes que definieron los conflictos que éstos protagonizaron y siguen
protagonizando.

79Debe incorporarse, por ejemplo, la papelería de la Inspección de la Oficina del Trabajo en


Concepción, albergada en el Archivo Histórico Nacional; e igualmente documentos
archivados en la Biblioteca del Congreso Nacional, como el Folleto sobre el ingreso a la Caja
de la Marina Mercante, escrito alrededor de la mitad de la centuria por la Unión Industrial de
Obreros Marítimos, sección Estibadores de Talcahuano, en el que figuran los relatos de
trabajadores de hasta ochenta años de edad que trabajaron prácticamente desde niños.

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