Nuevas visibilidades de lo
cultural y nuevos regímenes
de lo estético
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Nuevas visibilidades de lo cultural y nuevos regímenes de lo estético
del arte. Ahora las relaciones entre las cul- como moral pública el más radical de los
turas pasan por unos modelos de comu- dualismos: mientras en la ciudad letrada
nicación entre los pueblos que provienen se hallaría el último resquicio y baluarte
de las tecnologías y los mercados. Y, por del pensar vivo, crítico, independiente, el
otra parte, se ensancha la relación arte/ mundo audiovisual nos atrapa en su ava-
diseño replanteando el sentido de la in- lancha de frivolidad, espectacularización
teracción entre estandarización e inno- y conformismo. Pero ese apocalíptico
vación estética, entre racionalización y logocentrismo nos ha estado impidiendo
experimentación, entre formas cultura- por demasiado tiempo que nos hagamos
les y formatos industriales, exigiéndonos preguntas como éstas: ¿cómo es posible
pensar la convergencia digital como di- hoy comprender las oscilaciones e
mensión constitutiva del entorno cotidia- hibridaciones de que están hechas las
no y fuente de nuevos lenguajes. identidades sin auscultar la recuperación
actual de los imaginarios populares por
1. Nuevos regímenes de las imaginarias electrónicas de los relatos
audiovisuales, incluyendo el cruce de
visibilidad cultural arcaísmos y modernidades que hacen su
éxito, y los nexos que enlazan a las nue-
Los conservadores culturales dicen que la vas sensibilidades con un orden visual so-
televisión por cable es la última ofrenda cial en el que “las tradiciones se desvían
de la caja de Pandora y la transmisión por pero no se abandonan, anticipando en las
satélite coronará la torre de Babel. Al transformaciones visuales experiencias
mismo tiempo una nueva clase de que aun no tienen discurso”?1 Es frente a
intelectuales, que dirige los centros en que toda una larga y pesada carga de sospe-
operan las nuevas tecnologías culturales e chas y descalificaciones que se abre paso
informáticas, hablan confiadamente de su una mirada nueva que, de un lado, des-
‘producto’. Ninguna de esas posturas es un cubre la envergadura actual de las
suelo firme. Lo que tenemos es una pésima hibridaciones entre visualidad y tecnici-
combinación de determinismo tecnológico dad y, de otro, rescata las imaginerías
y pesimismo cultural. Porque no hay nada como lugar de una estratégica batalla cul-
que la mayoría de esas instituciones tural. En América Latina la hegemonía
quiera ganar o defender más que el audiovisual pone al descubierto las con-
pasado, y el futuro alternativo traería tradicciones de nuestra modernidad otra,
precisa y obviamente la pérdida final de esa a la que acceden y de la que se apro-
sus privilegios. pian las mayorías sin dejar su cultura oral,
Raymond Williams mestizándola con las imaginerías de la
visualidad electrónica.
Ahorrándose la densa trama de con- Pues aunque atravesados por las lógicas
tradicciones y rupturas de que está he- del mercado, los medios y las tecnologías de
cha la historia, y hurtándose a muchas de la comunicación constituyen hoy espacios
las incertidumbres del presente, buena decisivos de la visibilidad y del reconocimien-
parte de la intelectualidad, y en especial to social, ya que más que a sustituir, ellos han
la académica, carga a los medios audio- entrado a constituir una escena fundamen-
visuales con la responsabilidad por la cri- tal de la vida pública, a hacer parte de la tra-
sis de la lectura y el empobrecimiento cul- ma de los discursos y de la acción política
tural en general. Un amargado desencan- misma. La mediación televisiva refuerza cier-
to, travestido de profetismo, proclama tamente la funcionalización mercantil de la
1
S. Gruzinski, La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a Blade Runner, 1994.
política pero a la vez produce una fuerte den- humanidad civilizada, o se la exalta como
sificación de las dimensiones simbólicas, ri- la salvación del hombre actual, en ambos
tuales y teatrales que siempre tuvo la políti- casos –tan distantes como el de un tecnó-
ca. De manera que por las imágenes pasa logo y el de un politólogo– la metafísica
una construcción visual de lo social que re- acaba suplantando a la política.
coge el emplazamiento que, a la lucha por la Lo que sucede en la otra orilla no es
representación, le plantean hoy las crecien- menos tendencioso. La tendencia del pen-
tes demandas de reconocimiento. Pues lo samiento hegemónico entre los exaltados
que los nuevos movimientos sociales y las predicadores de la cultura audiovisual es
minorías –las etnias y las razas, las mujeres, a pensar la “sociedad de la comunicación
los jóvenes o los homosexuales– demandan generalizada” como una sociedad trans-
ya no es tan sólo ser representados sino tam- parente,5 entendiendo por eso la suma de
bién el verse reconocidos, esto es, el hacerse la autorregulación, que resulta de la
visibles socialmente en su diferencia, desde retroacción y la circulación constantes, y
la que se está dando lugar a un modo nuevo la transparencia, que proporciona la exis-
de ejercer políticamente sus derechos. tencia de un lenguaje al que serían tra-
Las posiciones del dualismo latino- ducibles todas los idiomas y discursos. Es-
americano más radical han encontrado taríamos ante una sociedad capaz de “or-
apoyo en algunos pensadores europeos denar y traducir esas nubes de socialidad
de la talla del politólogo italiano2 quien a matrices de input output, según una ló-
identifica la videocultura con el post pen- gica que implica la conmensurabilidad de
siero, es decir, con el fin del pensamien- los elementos y la determinabilidad del
to, o en la condena proferida por G. Stei- todo”.6 Transparente es entonces una so-
ner sobre el rock, esa nueva esfera sono- ciedad en la que ser y saber se correspon-
ra identificada con “un martilleo estri- den puesto que lo que ella es coincide con
dente, un estrépito interminable que, con la información que posee acerca de sí mis-
su espacio envolvente, ataca la vieja au- ma. Ello significa que lo social, tanto en
toridad del orden verbal”,3 y hasta en M. su trama cultural como política, pierde su
Kundera para quien el rock es “el aullido opacidad al superar la naturaleza conflic-
extático en que quiere el siglo olvidarse tiva de sus relaciones, y al descubrir que
de sí mismo”.4 Es como si, a medida que su más valiosa riqueza se halla en la in-
el mundo audiovisual se torna socialmen- formación acumulada.
te más relevante y culturalmente más es- No resulta entonces tan extraño que,
tratégico, ello exasperara cierto rencor ante el vacío de utopías que atraviesa el
intelectual, del que hablara Nietzsche ámbito de la política, se vea llenado en
hasta el paroxismo. Ahí está demostrán- los últimos años por las utopías prove-
dolo el profundo parentesco entre los tí- nientes del campo de la tecnología y la
tulos de dos libros que, situados en las an- comunicación: “aldea global”, “mundo
típodas de la denigración y la celebración virtual”, “ser digital”, etcétera. Y la más
de las tecnologías audiovisuales y electró- engañosa de todas, la “democracia direc-
nicas, convergen sin embargo en la des- ta”,7 que atribuye al poder mismo de las
carada apelación a la metafísica: Homo redes informáticas la renovación de la
videns de Giovanni Sartori y Ser digital de política y da por superadas las viejas for-
Nicolas Negroponte. El dilema no puede mas de la representación por la expre-
ser más tramposo: o se desvaloriza la vi- sión viva de los ciudadanos que se halla-
deocultura declarándola enemiga de la ría en la votación por Internet desde la
2
G. Sartori, Homo videns.Televisione e post-pensiero, 1997; N. Negroponte, Ser digital, 1999.
3
G. Steiner, No castelo do Barba Azul. Algumas notas para a redefiniçao da cultura, 1992, pp. 118 y 121.
4
M. Kundera, Los testamentos traicionados, 1994, pp. 247 y 249.
5
Criticada por G. Vattimo en el texto central del libro que lleva ese nombre: La sociedad transparente, 1990.
6
J. F. Lyotard, La condición postmoderna, 1984, p. 10.
7
O. Monguin, “La démocratie à l’utopie de la communication”, en Face au scepticisme, 1994, pp. 109-131.
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8
G. Chartron, Pour une nouvelle économie du savoir, 1994; A. Renaud, “L’image: de l’économie informationelle àla pensée
visuelle, 1995, p.14 y ss.
9
P. Lévy, L’intelligence colective. Pour une anthropologie du cyberespace, 1994; O que é o Virtual ?, 1996.
10
M. Foucault, Les mots et les choses, 1966.
11
J. M. Catalá Domènech (coord.), “Imagen y conocimiento ”, 2001.
12
M. Levin, Modernity and hegemony of vision, 1993; T. Lenain, (coord.), L’image. Deleuze, Foucault, Lyotard, 1996.
13
P. Virilio, La máquina de visión, 1984; Esthétique de la disparition, 1989.
14
G. Lascaut et al, Voir, entendre, 1986.
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15
W. Benjamin, Essais sur Bertolt Brecht, 1969, p. 111.
16
W. Benjamin, op.cit., 1969, p.120.
17
Walter Benjamin, Discursos interrumpidos I, 1982, p. 44.
18
Ibídem, p. 52.
19
Toni Negri y Michel Hardt, Multitud. Guía y democracia en la era del Imperio, 2005.
20
W. Benjamin, Discursos interrumpidos I, 1982, p.47.
112
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21
W. Benjamin, Paris, capitale du XIX siècle. Le livre des passages, 1989.
22
B. Lafargue (coord.), Anges et chiméres du virtuel. Figures de l’art 6, 2002; J. La Ferla (comp.), De la pantalla al arte transgénico,
2000; A. Machado, Maquina e imaginario. O desafio das poéticas tecnologicas, 1996.
23
J. Baudrillard, La transparencia del mal, 1991; P. Virilio, L’art du moteur, 1993.
24
A. Huyssen, Memorias do modernismo, 1996. Este libro recoge textos de dos libros de Huyssen: After the great divide:
Modernism,mass culture, postmodernism y Twilight memories:Marking time in a culture of amnesia, 1995.
25
R.Williams, “Estructuras del sentimiento” en Marxismo y literatura, 1980, pp. 150-159.
26
A ese propósito: H.R. Jauss, Las transformaciones de lo moderno, 1995. M. De Micheli, Las vanguardias artísticas del siglo XX, 1979.
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27
W. Benjamin, Discursos interrumpidos I, 1982., p.187.
28
G. Vattimo, El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura postmoderna, 1986, p. 14.
29
M. Heidegger, “La pregunta por la técnica”, en Filosofía, ciencia y técnica, 1997, pp.111-149.
30
G. Vattimo, La sociedad transparente, 1990, p. 88.
31
G. Vattimo, Más allá del sujeto. Nietzsche, Heidegger y la hermenéutica, 1989, p. 12 y ss.
32
N. Richard, La insubordinación de los signos, 1994, p.31.
activa,33 activadora del pasado, que nos riamente venimos, está siendo minada
permita desplegar los tiempos amarra- bruscamente por una globalización que
dos, obturados, por la memoria oficial y des-ubica lo nacional fragmentándolo, al
nos posibilite hacer estallar el historicis- mismo tiempo que desarraiga las cultu-
mo que sutura al pasado como único ras y las empuja a hibridarse desde las ló-
depositario de los valores y esencias de gicas del mercado. La decisiva pregunta
la identidad nacional. por cómo articular una historia nacional
El primer escenario del replantea- a partir de la diversidad de memorias que
miento sobre el sentido futuro del museo la constituyen y la desgarran, pasa hoy por
es la crisis que atraviesa la concepción tra- una radical redefinición de lo patrimonial,
dicional del patrimonio, a cuya gestión capaz de des-neutralizar su espacio para
han estado dedicados los museos nacio- que en él emerjan las conflictivas diferen-
nales como tarea central, pues ninguna cias y derechos de las colectividades a sus
otra área del campo cultural vive una tal territorios, sus memorias y sus imágenes.
cantidad y seriedad de desafíos. Empe- Pues ha sido la neutralización del espacio
zando por aquella paradoja con la que –lo patrimonialmente nacional por enci-
Nietzsche se burla de los anticuarios, cuyo ma de las divisiones y conflictos de todo
afán de fabricar antigüedad se convierte orden– la que ha estado impidiendo, so-
en una “incapacidad de olvido”, que les focando, tanto los movimientos de apro-
lleva a ¡hacer de la vida un museo ! De esa piación del patrimonio local como los de
concepción anticuaria del patrimonio construcción de patrimonios transnacio-
han vivido nuestras instituciones nacio- nales, como el latinoamericano.
nales y de ella queda aún mucho en las Es a partir de ese debate y estallido que
propuestas de renovación. Pues el patri- se hace posible pensar el patrimonio, pri-
monio funciona en Occidente, y especial- mero como “capital cultural” que se
mente en muchos de nuestros países, reconvierte, produce rendimientos y es
huérfanos de mitos fundadores, como el apropiado en forma desigual por lo diver-
único aglutinante, cohesionador de la sos grupos sociales.34 Capital que es ne-
comunidad nacional. Pero, ¿a qué costo? cesario expropiar a sus antiguos/anticua-
Primero, el de un patrimonio asumido rios dueños para que las comunidades
esencialístamente, esto es como ámbito regionales y locales se lo apropien,35 para
que permite acumular sin el menor con- que a través de sus múltiples usos se des-
flicto la diversa, heterogénea riqueza cul- pierte en la conciencia de las comunida-
tural del país, y en el que se neutralizan des el derecho a su memoria cultural, a
las arbitrariedades históricas y se disuel- indagarla, a reconocerse en ella, cuidarla,
ven las exclusiones sobre las que se ha ido ampliarla, interpretarla, y rentabilizarla
construyendo su pretendida unidad. Se- en todos los muy diversos sentidos de ese
gundo, un patrimonio conservado ritual- término. Y ante la creciente conciencia en
mente, como un don que viene de arriba las comunidades del derecho a incorpo-
y por lo tanto algo a reverenciar, no dis- rar a su vida colectiva el patrimonio ma-
cutible ni revisable. Y tercero, un patrimo- terial y espiritual, arqueológico y
nio difundido verticalmente, esto es no ecológico, como parte de sus bienes y va-
vinculable a la cotidianidad cultural de los lores, se hace imperioso un cambio de fon-
ciudadanos y mucho menos usable social- do que permita des-centrar el patrimo-
mente. Esa concepción culturalista, que nio nacional, para que museo nacional
hace del patrimonio un modo de evasión sea no sólo el de la capital sino también
hacia el pasado glorioso del que imagina- los museos regionales y municipales. Para
33
N. Richard, “Políticas de la memoria y técnicas del olvido”, en Residuos y metáforas. Ensayos de crítica cultural sobre el Chile
de la transición, 1998, pp. 25-76.
34
N. García Canclini, “El porvenir del pasado”, en Culturas híbridas, 1990, pp. 149-190.
35
AA.VV., Somos patrimonio. Experiencias de apropiación social del patrimonio cultural, 1999.
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que utilizando todas las posibilidades de Esta des-ubicación del viejo museo, y su
la tecnología multimedia, el museo na- reubicación en el campo de la industria cul-
cional sea ese museo plural que recoge tural, está produciendo tres tipos de actitu-
al máximo la heterogeneidad cultural de des que se traducen en tres modelos de po-
la nación y hace de ella presencia hasta lítica cultural. 37 Uno es el modelo de la
en los más apartados municipios del país. compensación, según el cual el museo,
El segundo escenario de dis-locación como toda la cultura, hace hoy el oficio de
del museo se halla hoy especialmente en oasis: frente al desierto cultural en que se
su desbordamiento del museo-edificio por han convertido nuestras sociedades, presas
mil lados. Comenzando por las largas fi- de la aceleración histérica del ritmo de vida
las exteriores que, en muchos países, dan y de la frivolidad ambiente, el museo está
cuenta del crecimiento enorme de sus vi- ahí para sacarnos de este loco mundo y per-
sitantes, de la hasta hace poco impensa- mitirnos un remanso de calma y de profun-
ble reconciliación del museo con las ma- didad. Este modelo conservador devela su
sas juntando la arrogancia del experto con visión en la manera como recupera al mu-
el placer del paseante, y que si habla de la seo para la cultura nacional, convertida en
cooptación del museo por la lógica de las compensación por la pérdida de capacidad
industrias culturales,36 habla también de de decisión de la política nacional, y por el
una nueva percepción que, rompiendo el rechazo a asumir la multiculturalidad de lo
museo como caja fuerte de las tradiciones, nacional y menos de lo extranjero. Un se-
lo abre hasta convertirlo en espacio de diá- gundo modelo es el del simulacro, que ha
logo con las culturas del presente y del hallado su expresión más extrema en la teo-
mundo. De otro lado, en ese des-borde se ría baudrillardiana,38 según la cual el mu-
hace visible la nebulosidad que presenta seo no es hoy más que una máquina de si-
la frontera entre museo y exposición, que mulación, que en el mismo acto de “preser-
acerca el museo al mundo de la feria po- var lo real” está encubriendo el desangre de
pular, haciendo que el curador pase de la realidad y prolongando su agonía, pues,
guardián de colecciones a alguien capaz en últimas musealizar no es en verdad pre-
de movilizarlas, de juntar la puesta en es- servar sino congelar, esterilizar y exhibir,
cena con la puesta en acción. Pero el ma- esto es espectacularizar el vacío cultural en
yor desborde del museo tradicional lo pro- la pseudo profundidad de unas imágenes
duce la nueva relación entre museo y ciu- en las que no habría nada que ver: estaría-
dad, que, de un lado se cumple en la res- mos ante el colapso de la visibilidad. La con-
tauración de barrios enteros convertidos cepción que guía este modelo se halla atra-
en espacios culturales que el turista reco- pada en la “estrategia fatal” que busca de-
rre con ayuda de un guía –en algunos ca- nunciar: ante la imposibilidad en que está
sos una comparsa de teatro– que le mues- la sociedad actual de distinguir lo real de su
tra recorridos y le permite explorar el in- simulación, no hay política posible ni cam-
terior de ciertas casas. Y de otro, el hecho bio pensable, estamos en un mundo fatal-
de que en buena medida el atractivo de mente a la deriva y cualquier cambio acele-
muchas ciudades reside hoy en la cali- ra el desastre. Aparte de no proponer alter-
dad y cantidad de sus museos, con lo que nativa alguna, hay en este modelo varias
ello significa de presión para que los mu- trampas a develar. Una, que nunca las reli-
seos entren a ser parte de la industria quias han estado libres de un mínimo de
del turismo y de sus mil formas de re- puesta en escena pues el presente siempre
cordación: libros, afiches, videos, tarje- ha mediado el acceso al “misterio origina-
tas, ropas, artesanías. rio”, y por tanto la puesta en escena que
36
N. García Canclini, op. cit., 1990, pp. 96-129.
37
Ver a este propósito los que A. Huyssen llama “modelos explicativos”, en op. cit., 1996, pp. 238-252.
38
Esa teoría arranca en Simulacres et simulation, 1981, y se despliega en Las estrategias fatales, 1984; La trasparencia del mal,
1991 y Le crime parfait, 1995.
efectúa el museo no acaba con la ambigüe- historia o la identidad nacional. Los desa-
dad del pasado, esto es con la mezcla de fíos que nuestra experiencia tardo-moder-
muerte y vida, de seducción e irritación que na y culturalmente periférica le hacen al
nos produce la reliquia. Otra, que confun- museo, se resumen en la necesidad de que
dir el ver del museo con el de la televisión sea transformado en el espacio donde se
es desconocer la necesidad individual y co- encuentren y dialoguen las múltiples na-
lectiva que experimenta mucha gente hoy rrativas de lo nacional, las heterogéneas
de algo diferente, de exponerse a experien- memorias de lo latinoamericano y las di-
cias otras, fuera de serie, de adentrarse en versas temporalidades del mundo.
otras temporalidades, largas, extrañantes.
No puede confundirse todo reencanta-
miento con el fetichismo de la mercancía. Referencias bibliográficas
Es en contravía con la tendencia con- -AA.VV., Somos patrimonio. Experiencias de
servadora y con la tentación apocalíptica apropiación social del patrimonio cultural, Bogotá,
del fatalismo, pero sin desconocer todo lo CAB, 1999.
que de diagnóstico hay en ambas actitu- -BAUDRILLARD, J.: Simulacres et simulation, Paris,
des, que se configura actualmente un Galilée, 1981,
-BAUDRILLARD, J.: Las estrategias fatales, Barcelona,
modelo de política cultural que busca ha- Anagrama, 1984
cer del museo un lugar no de apacigua- -BAUDRILLARD, J.: Le crime parfait, Paris, Galilée, 1995.
miento sino de sacudida, de movilización -BAUDRILLARD, J.: La transparencia del mal, Barcelo-
y estremecimiento, de shock, como diría W. na, Anagrama, 1991.
Benjamin, de la memoria. La posibilidad de -BENJAMIN, Walter: Paris, capitale du XIX siècle. Le
livre des passages, Paris, Du Cerf, 1989.
que el museo llegue a ser eso va a requerir -BENJAMIN, Walter: Essais sur Bertolt Brech, Paris,
que el museo se haga cargo de la nueva Maspero, 1969.
experiencia de temporalidad que enuncia- -BENJAMIN, Walter: Discursos interrumpidos I ,
mos en la primera parte, y que se concreta Madrid, Taurus, 1982.
en el “sentimiento de provisionalidad” que -CATALÁ DOMENECH, J. M. (coord.): “Imagen y
conocimiento”, en Anàlisi N° 27, Barcelona, 2001.
experimentamos. Pues en esa sensación -CHARTRON, G.: Pour une nouvelle économie du
de lo provisional hay tanto de valoración savoir, Rennes, Presses Universitaires, 1994.
de lo instantáneo, corto, superficial, frívo- -DE MICHELI, M.: Las vanguardias artísticas del siglo
lo, como de genuina experiencia de des- XX, Madrid, Alianza-Forma, 1979.
vanecimiento, de fugacidad, de fragmen- -FOUCAULT, M.: Les mots et les choses , Paris,
Gallimard, 1966.
tación del mundo. A partir de ahí lo que se -GARCÍA CANCLINI, N.: “El porvenir del pasado”, en
configura es la propuesta de un museo Culturas híbridas, México, Grijalbo, 1990.
articulador de pasado con futuro, esto es -GRUZINSKI, S.: La guerra de las imágenes . De
de memoria con experimentación, de re- Cristobal Colón a Blade Runner, México, FCE, 1994.
sistencia contra la pretendida superiori- -HEIDEGGER, M.: “La pregunta por la técnica”, en
Filosofía, ciencia y técnica, Santiago de Chile,
dad de unas culturas sobre otras con diá- Editorial Universitaria, 1997.
logo y negociación cultural, y de un mu- -HUYSSEN. A.: Memorias do modernismo, Río de
seo sondeador de lo que en el pasado hay Janeiro, Editora UFRJ, 1996.
de voces excluidas, de alteridades y “resi- -HUYSSEN. A.: After the great divide: Modernism,mass
duos” en el sentido que da a ese concepto culture, postmodernism, Bloomington, Indiana UP, 1986.
-HUYSSEN. A.: Twilight memories: Marking time in
R. Williams,39 de fragmentos de memorias a culture of amnesia, New York, Columbia University,
olvidadas, de restos y des-hechos de la his- 1995.
toria cuya potencialidad de des-centrarnos -JAUSS, H. R.: Las transformaciones de lo moderno,
nos vacuna contra la pretensión de hacer Madrid, Visor, 1995.
del museo una totalidad expresiva de la -KUNDERA, M.: Los testamentos traicionados ,
39
R. Williams, “Estructuras del sentimiento”, en Marxismo y literatura, 1980, pp.143-150.
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