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UNIVERSIDAD POLITECNICA Y ARTISTICA

TRABAJO PRACTICO DE DERECHO


ADMINISTRATIVO II

INTEGRANTES:
Gabriela Gaona - 4.947.121
4to. Lic. Administración

Leticia González - 5.210.281


4to. Ciencias Contables

María Gayoso - 2.188.677


4to. Ciencias Contables

Alejandra Morinigo - 4.401.999


4to. Lic. Marketing

LUQUE – PARAGUAY
2018
INDICE

Introducción 2

Principios Fundamentales del Derecho Administrativo 3

Principio de Legalidad 4

Principio de Legalidad Administrativa 5

Supremacía del Interés Público sobre el Particular 5

Principio de Igualdad 6

Derechos humanos y el Derecho Administrativo 6

Responsabilidad de la administración y sus agentes 6

Principio de Legalidad 7

Principio de Publicidad 7

Principio de Eficiencia 7

Principio de Continuidad 8

Principio de Jerarquía 8

Moralidad 8

Justicia Administrativa 9

Conclusión 11

1
INTRODUCCION

Derecho administrativo es aquella rama del Derecho público que se encarga de


estudiar la organización y funciones de las instituciones del Estado, en especial,
aquellas relativas al poder ejecutivo.

Tradicionalmente, se ha entendido que Administración es una subsunción del


Gobierno encargada del buen funcionamiento de los servicios públicos
encargados de mantener el orden público y la seguridad jurídica y de entregar a
la población diversas labores de diversa índole (económicas, educativas, de
bienestar, etc.).

En la forma más simple, se ha dicho que el derecho administrativo es "el derecho


relativo a la administración", expresión esta que nos da un concepto cabal de
materia. Este concepto se desprende del hecho de que la actividad
administrativa (publica) engendra necesariamente relaciones entre ellas y los
administradores; relaciones que requieren normas jurídicas para ser ordenadas
y eficaces. Estas normas constituyen lo que se llama Derecho Administrativo.

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PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO

Principios generales del derecho. Breve referencia conceptual

Los principios generales del derecho son el origen o el fundamento de las


normas, y participan de la idea de principalidad, que les otorga primacía frente
a las restantes fuentes del derecho. Se fundan en el respeto de la persona
humana o en la naturaleza misma de las cosas. Por ello, se ha destacado
que todo principio del derecho lleva consigo la necesidad de su estricta
observancia

A su vez, si bien el sentido o alcance de los principios generales del derecho


no ha sido ni es uniforme ni siempre coincidente, en cuanto a la necesidad
de caracterizarlos, como bien se ha dicho y aunque pueda parecer una
simplificación o un juego de palabras, es posible hacer coincidir la definición
de los principios generales del derecho con su designación por medio de las
tres palabras que conforman su nombre. En primer lugar, son principios, por
cuanto constituyen los soportes primarios estructurantes del sistema jurídico
todo, al que prestan su contenido. Ello es así porque en todo sistema jurídico
hay una cantidad de reglas de gran generalidad, verdaderamente
fundamentales, en el sentido de que a ellas pueden vincularse, de un modo
directo o indirecto, una serie de soluciones expresas del derecho positivo a
la vez que pueden resolverse, mediante su aplicación, casos no previstos,
que dichas normas regulan implícitamente. En segundo lugar, son reglas de
carácter general, porque trascienden un precepto concreto y no se
confunden, entonces, con apreciaciones singulares o particulares. Dicha
cualidad permite que tales principios puedan acomodarse mejor a la realidad,
que se presenta siempre como nueva y cambiante. En tercer lugar, los
principios generales son de derecho, ya que se trata de fórmulas técnicas del
mundo jurídico y no de simples criterios morales, buenas intenciones o vagas
directivas. A pesar de que no se presentan habitualmente con la estructura
típica de una regla del derecho, ninguna duda puede existir acerca de que
revisten el carácter de tal. Sentado ello, podemos decir que los principios
generales del derecho cumplen distintas funciones, articuladas entre sí y
relativas a su esencia, a su valor preceptivo o a su alcance cognoscitivo para
dilucidar el sentido de una norma o dar la razón de ella y hasta para integrar
nuevas formulaciones jurídicas. Ciertamente, los principios generales del
derecho se presentan en esencia en tres estadios. En los dos primeros
supuestos se tratará de principios jurídicos; en el tercero serán generales. En

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el primero, ofreciendo solidez y confirmación a la solución que en la ley o la
costumbre se encuentra. En el segundo, fecundando las reglas aisladas que
en la ley se encuentran y ampliando el círculo de su eficiencia y aplicación,
deduciendo de la masa de disposiciones concretas del derecho positivo los
más generales y elementales principios. Finalmente, una tercera fase, en la
que se presentan complementando el derecho positivo y creando nuevas
reglas de solución, formulando un derecho nuevo fuera y aparte del
promulgado. En resumen, los principios generales del derecho constituyen el
basamento en que se asienta y fundamenta el ordenamiento positivo en
general, la fuente perenne de renovación y reinvento para todo ese
ordenamiento; sus funciones esenciales, como se dijo, son las siguientes: 1.
constituyen el fundamento del ordenamiento positivo; ellos no son la
consecuencia del ordenamiento positivo sino, por el contrario, constituyen su
fundamento; 2. orientan la labor interpretativa de las normas del derecho
positivo; 3. son fuente en caso de insuficiencia de ley y de costumbre. Son,
de esta manera, la fuente inagotable del derecho y el expediente arbitrado
para resolver el problema de las lagunas de la ley.

Principio de legalidad

El principio de legalidad o primacía de la ley es un principio fundamental,


conforme al cual todo ejercicio de un poder público debe realizarse acorde a
la ley vigente y su jurisdicción y no a la voluntad de las personas. Si un Estado
se atiene a dicho principio entonces las actuaciones de sus poderes estarían
sometidas a la constitución y al estado actual o al imperio de la ley.

Se considera que la seguridad jurídica requiere que las actuaciones de los


poderes públicos estén sometidas al principio de legalidad. El principio se
considera a veces como la "regla de oro" del derecho público, y es una
condición necesaria para afirmar que un Estado es un Estado de derecho,
pues en el poder tiene su fundamento y límite en las normas jurídicas. En
íntima conexión con este principio, la institución de la reserva de Ley obliga
a regular la materia concreta con normas que posean rango de ley,
particularmente aquellas materias que tienen que ver la intervención del
poder público en la esfera de derechos del individuo. Por lo tanto, son
materias vedadas al reglamento y a la normativa emanada por el poder
ejecutivo. La reserva de ley, al resguardar la afectación de derechos al Poder
legislativo, refleja la doctrina liberal de la separación de poderes.

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Esta relación entre el principio de legalidad y el de reserva de la ley esta
generalmente establecida -en una democracia- en el llamado ordenamiento
jurídico y recibe un tratamiento dogmático especial en el derecho
constitucional, el derecho administrativo, el derecho tributario y el derecho
penal. A cumplir una condena a los que se les implica la sentencia para
retomar el crimen que pudo haber ocurrido.

Principio de legalidad administrativa

En su planteamiento original, conforme al principio de legalidad, la


Administración pública no podría actuar por autoridad propia, sino que
ejecutando el contenido de la ley. Ello obedecía a una interpretación estricta
del principio de la separación de poderes originado en la Revolución francesa.

Esta tarea de ejecución, a poco andar, llegó a ser interpretada como una
función de realización de fines públicos en virtud de la autonomía subjetiva
de la Administración, pero dentro de los límites de la ley (doctrina de la
vinculación negativa). La ley sería entonces un límite externo a la actividad
administrativa, dentro de cuyo marco la Administración es libre. El Estado
sólo puede hacer o dejar de hacer lo que la ley le permita y mande, o sea que
nada queda a su libre albedrío.

Actualmente, en cambio, se considera que es el derecho el que condiciona y


determina, de manera positiva, la acción administrativa, la cual no es válida
si no responde a una previsión normativa actual. El principio de legalidad
opera entonces como una cobertura legal previa de toda potestad: cuando la
Administra con ella, su actuación es legítima (doctrina de la vinculación
positiva).

Supremacía del interés público sobre el particular

El interés público es aquel que se refiere a la sociedad en general y es la


finalidad única de la administración pública. Cuando un acto administrativo
pone el interés de un particular sobre el interés público, se dice que el mismo
acto está viciado y se considera un abuso de poder porque se está alejando
de la finalidad única.

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Principio de igualdad

La Constitución establece que todos los habitantes somos iguales en


dignidad y derechos, sin admitirse discriminación. Este principio significa, sin
embargo, que, en cuanto a las relaciones de la administración pública con
sus propios empleados y los particulares, se debe tratar de forma igual al que
es igual y tratar de forma desigual al que es desigual. Por ejemplo, no puede
ser tratado de la misma forma el pequeño contribuyente y el gran
contribuyente.

Derechos humanos y el Derecho Administrativo

El Derecho Administrativo regula la relación entre las autoridades estatales y


el ciudadano. Es, por ende, una de las materias más delicadas y
controvertidas para el debido funcionamiento del Estado de Derecho, que
depende no solamente de una fuerte institucionalidad sino igualmente del
respeto a los derechos del individuo. El Estado en su actuar debe perfilar y
aplicar las reglas de Derecho Administrativo tomando en cuenta los derechos
fundamentales garantizados en las constituciones y en instrumentos
internacionales, como la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Esto es particularmente relevante en el caso de los tribunales administrativos,
ya que son ellos los encargados de velar por la protección de los derechos
de las personas frente a la acción estatal. De ahí que es condicionante que
los tribunales administrativos cuenten con un alto grado de independencia de
la Administración Pública, de manera que no se tornen en tribunales
puramente protectores del estado o del “interés general”, sino que sean
tribunales que apliquen la normativa ponderando entre los derechos
humanos e intereses particulares y las necesidades de la acción estatal.

Responsabilidad de la administración y sus agentes

La actividad de la Administración puede generar riesgos y, por tanto, daños


sobre los particulares. Para cubrir esos daños residuales de la acción
administrativa, no deliberadamente procurados, pero inevitables, se configura
un principio de responsabilidad patrimonial de la Administración.

La exigencia de responsabilidad de la Administración Pública no es sino una


aplicación de las consecuencias del Estado de Derecho que impone la
sumisión de la Administración al ordenamiento jurídico como cualquier otro

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sujeto de Derecho y constituye uno de los pilares fundamentales en la
construcción del Derecho Administrativo como un derecho garantizador.
Obviamente, se funda también en el principio de solidaridad, en cuanto no
sería justo que un solo sujeto lesionado tuviera que hacer frente a las
consecuencias lesivas de los actos de los poderes públicos. De este modo,
la admisión de la responsabilidad administrativa repercute el daño causado
en toda la Hacienda de los Entes públicos, que deben hacer frente a la
indemnización u obligaciones que se derivan de la responsabilidad.

Principio de legalidad

Las autoridades administrativas deben actuar con respeto a la Constitución,


la ley y al derecho, dentro de las facultades que les estén atribuidas y de
acuerdo con los fines para los que les fueron conferidas. De acuerdo a esto,
la autoridad administrativa solo puede hacer lo que le está autorizado por la
ley. La autoridad administrativa solamente puede realizar lo que la ley le
autoriza, al contrario que un particular, que puede hacer todo aquello que la
ley no le prohíbe. Por ejemplo, la legislación administrativa indica cómo las
administraciones públicas deben adquirir bienes y servicios (contratación
directa, concurso de precios y licitaciones) y, por este principio, puede utilizar
expresamente estas herramientas dentro de las condiciones estipuladas para
cada una.

Principio de publicidad

La acción administrativa debe ser transparente, por lo que se permite el


control de la conducta del administrador. Las excepciones a este principio
son los asuntos de seguridad nacional e investigaciones específicas. Es
decir, la sociedad en general puede conocer lo que la administración pública
está realizando dentro de sus funciones y cómo se están utilizando los
recursos.

Principio de eficiencia

El administrador no debe, tan solamente, perseguir las finalidades previstas


o consagradas en la ley. Se busca el resultado óptimo que combine los
factores de rapidez, perfección y rendimiento.

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Principio de continuidad

Los servicios públicos no pueden parar, porque no paran las demandas de


la colectividad. El servicio público es la forma por la cual el Estado
desempeña funciones esenciales o secundarias a la colectividad y, por lo
tanto, no pueden ser paralizados. Por ejemplo, la Policía Nacional no puede
dejar de funcionar y asegurar la seguridad de la sociedad.

Principio de jerarquía

Los órganos de la administración pública se estructuran de tal forma que


existe una relación de subordinación entre unos y otros, cada cual con
atribuciones definidas en la ley. Por ejemplo, ministerios y secretarías.

Existen varios principios más, pero lo más interesante es ver cómo estos
funcionan. Sin constituirse en una ley o norma específica, sirven de guía para
la interpretación y aplicación de la legislación al día a día.

Moralidad

En la opinión pública, el tema de la contratación esta- tal ha generado amplios


cuestionamientos desde el punto de vista del manejo de los recursos
gubernativos que evidencian el área de la contratación pública como sensible
a la corrupción. Esta preocupación ha genera- do la implementación de
diversos mecanismos jurídicos que pretenden evitar estas prácticas; entre
ellos, la acción popular se erige como medio de protección de los derechos
colectivos, uno de los cuales es la moralidad pública. No obstante, la
incorporación de este instrumento procesal presenta varios interrogantes
jurídicos en su aplicación práctica, que van desde la posible lesión a los
derechos de los contratistas hasta las dificultades que debe afrontar el juez
al precisar y delimitar la moralidad en los contratos estatales como derecho
colectivo objeto de tutela. El presente artículo constituye una revisión
bibliográfica del tema, y encuentra que el referido derecho colectivo es una
concreción más de los tradicionales principios éticos del derecho
administrativo, como son el «interés general» y el «bien común», y las
dificultades que han venido enfrentando ante las prácticas individua- les y
lesivas para la comunidad. El derecho colectivo a la moralidad administrativa,
se erige como otro capítulo del derecho administrativo en defensa de los

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derechos humanos y los intereses de la comunidad, en la gestión de los
recursos públicos.

Justicia Administrativa

El principio de legalidad recogido de la Constituciónordena que la actividad


de la administración pública se produzca conforma a la ley. Con el fin de
mantener los actos de juridicidad de aquella, el derecho prevé diversos
mecanismos de fiscalización que constituyen el régimen legal de la justicia
administrativa.

El estudio de la justicia administrativa es un tema controvertido en el Derecho


Administrativo. El estudio de la justicia administrativa trastoca muchas
proposiciones jurídicas del pasado, y en lugar de destacarse ahora, la fuerza
de un poder de autoridad que debía ser imperativamente obedecido, se pone
acento en la existencia de un individuo integrante de la colectividad como
persona humana y portador de derecho individuales que debe ser respetado
en forma igualitaria y en la promoción de prestaciones se deberá ser justo
cumpliendo los principios de moralidad administrativa.

El actual derecho administrativo, al referirse al tema de la de la justicia


administrativa, extiende su ámbito más allá de aquel que los autores
denominan "el contencioso administrativo" y a la que se redujo durante más
de medio siglo de nuestra enseñanza.

El termino Justicia Administrativa comprende el estudio de las garantías de


la Administración para ser eficaz, justa y también las garantías que debe tener
el administrado para asegurar la legalidad y moralidad administrativas y el
respeto por sus derechos y sus intereses. No trata solamente el estudio de
los recursos del procedimiento, formas de actuaciones, órganos con
competencias especiales y el proceso posterior ante los órganos judiciales.

La justicia administrativa comprende institucionalmente el estudio


sistemático, orgánico y procesal de todas las garantías que tiene el
administrado para la correcta y justa aplicación de la legalidad por la
Administración.

"La justicia administrativa comprende el conjunto de principios y


procedimientos que establecen recursos y garantías de que disponen los
particulares para mantener sus derechos."

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La materia relativa a las acciones que corresponden al Estado, como a los
particulares con motivo de la función pública, no se encuentra debidamente
explorada.

Los recursos administrativos no originan juicios en su sentido procesal, ya


que deben considerarse como revisiones que de sus actos hace la
Administración para enmendar sus errores.

La justicia administrativa concede relevancia al procedimiento administrativo,


el que sistematiza principios, normas, órganos e instituciones que rigen el
proceso funcional de la Administración Pública y constituye uno de los
principales capítulos que integra la temática de la justicia administrativa. Hay
varias clases de procedimientos dentro de la Administración.

Los procedimientos administrativos integran el proceso de la Administración


pública con el fin de seguridad, orden y eficacia de todo su quehacer. El
procedimiento administrativo de la justicia administrativa tiene esos mismo
fines pero además tiende a garantizar las relaciones jurídicas del
administrado.

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CONCLUSION

Tal como se desprende de la simple lectura del trabajo que hemos preparado,
podemos ver cómo, a ciencia cierta, los principios generales del derecho revisten
una importancia fundamental en toda rama del derecho, ya que ellos tienden a
facilitar la injerencia de las normas y disposiciones de su derecho positivo a cada
caso en particular, colman las lagunas que en ellos siempre existen y ayudan a
encontrar nuevas soluciones a los nuevos y variados problemas que la realidad
y el mundo actual nos presentan, en orden a los valores superiores que siempre
deben informarlos. Sin embargo y como hemos visto, la importancia y la
trascendencia de dichos principios generales del derecho resultan
especialmente relevantes en el campo del derecho administrativo, ello habida
cuenta de que éstos no solamente cumplen muy bien las diversas funciones que
antes hemos indicado, sino que a la vez se presentan como un elemento
indispensable para lograr la unidad de sus previsiones, luchar contra las posibles
arbitrariedades del poder y como un elemento informador sustancial que
colabora y ayuda de modo evidente para lograr el tan mentado equilibrio que
debe existir y por el cual debemos luchar, entre las prerrogativas del poder
administrador y las facultades y los derechos de los particulares, que como
sabemos constituyen la sabia madre y el objetivo fundamental que informan todo
nuestro derecho administrativo.

Ciertamente, estos principios generales del derecho, tales como los que hemos
tratado de enunciar muy someramente en este trabajo, constituyen herramientas
indispensables que no podemos dejar de lado a la hora de analizar los diversos
institutos que conforman nuestra disciplina, para perfeccionarlos y mejorarlos,
lograr corregir sus posibles deficiencias y solucionar sus muchos problemas,
dinamizarlos y adaptarlos a las nuevas necesidades sociales, y prepararnos para
enfrentar con real solvencia las nuevas pruebas que los cambios de la realidad
y el futuro nos deparan, siempre en miras a resguardar debida y adecuadamente
los intereses generales de la sociedad y los derechos y las facultades de los
particulares, y en pos siempre de buscar para cada caso en particular soluciones
justas y equitativas.

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