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ACUERDO

En la ciudad de La Plata, a 14 de octubre de 2009, habiéndose

establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá

observarse el siguiente orden de votación: doctores Kogan, Soria, Negri, Pettigiani,

de Lázzari, Domínguez, Natiello, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte

de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa C.

89.688, "Marcos, Roberto Julio contra Banco Francés. Daños y perjuicios".

ANTECEDENTES

La Sala I de la Cámara Segunda de Apelación en lo Civil y

Comercial del Departamento Judicial de La Plata revocó el pronunciamiento de primera

instancia que había hecho lugar a la excepción de prescripción opuesta por la

accionada (fs. 114/121).

La demandada interpuso recurso extraordinario de inaplicabilidad

de ley a fs. 126/132.

Dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en

estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente

CUESTION

¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley?

VOTACION

A la cuestión planteada, la señora Jueza doctora Kogan dijo:

I. La Cámara revocó el fallo de primera instancia que había

declarado prescripta la acción.

Basó su decisión, en lo que interesa al recurso, en que:

a) El actor y el demandado estaban unidos por una relación de

naturaleza contractual, tal así que el representante de la entidad financiera al absolver


posiciones reconoció que el actor había cancelado los créditos y que no existía deuda

pendiente (fs. 115).

b) Si el reclamo indemnizatorio se fundaba en el error cometido

-que tiene como antecedente inmediato la celebración de un contrato de mutuo entre el

banco y el cliente- no puede sostenerse que la responsabilidad endilgada a la entidad

financiera revista el carácter de extracontractual, pues el accionar del banco deriva de

una relación jurídica convencional (fs. 115).

c) No se concibe que si había un vínculo contractual entre la

actora y la demandada, ésta a raíz del supuesto incumplimiento de la convención -falta

de pago del préstamo- consumara una conducta reprochable, calificando al actor como

deudor moroso cuando no lo era y comunicara indebidamente al Banco Central y a la

entidad "Veraz" el monto de la deuda impaga, pretendiendo luego que su

responsabilidad es de naturaleza extracontractual para oponer la prescripción (fs. 115

vta.).

d) Tratándose de un supuesto de responsabilidad contractual, no

cabe duda que el plazo de prescripción que debe aplicarse es el establecido en el art.

4023 del Código Civil, por lo que la acción deducida no ha prescripto (fs. 115 vta.).

e) La cuestión procesal relativa al trámite que debe aplicarse no

puede prevalecer sobre las disposiciones de derecho sustancial que rigen la institución

de la prescripción (fs. 315 vta.).

II. Contra este pronunciamiento se alzó la demandada mediante

recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que denunció la vulneración de los

arts. 512, 1109, 4023 del Código Civil, 320, Código Procesal Civil y Comercial y de la

doctrina legal que cita.

Expuso que la acción se hallaba prescripta toda vez que la


misma era de naturaleza extracontractual, encuadre que deriva tanto de los hechos

ocurridos, como de la tipificación legal de los mismos (fs. 126 vta./127).

Adujo que la demanda no se cimentó en la celebración de un

contrato, sino en el error negligente y temerario del banco, al insertarlo en el "Veraz"

como deudor moroso, sin referencia a mutuo alguno, al punto que la relación

convencional que vinculó a las partes, había concluido y no existían obligaciones

pendientes de cumplimiento (fs. 127).

Agregó que -como lo admitiera el banco al contestar la acción

meramente declarativa- al remitir la información relativa a los deudores morosos, se

consignó erróneamente un número de documento de identidad que coincidió

fortuitamente con el del actor, y que el monto de la deuda comunicada tampoco

coincidiría con la real situación del otrora mutuario, patentizando la inconexión entre el

error que comete el banco y la relación que mantuviera oportunamente con ese cliente

(fs. 127).

Indicó que en tanto el daño no surja del incumplimiento negocial,

la responsabilidad será extracontractual, debiendo para ello existir un contrato válido y

vigente, por lo que si el contrato que unía a las partes se agotó por haberse cumplido

las prestaciones emergentes, estamos fuera de la órbita de la responsabilidad

contractual (fs. 127 vta./128 vta.).

Sostuvo que el banco no infringió una cláusula contractual y, por

lo tanto, su responsabilidad surge de la obligación genérica de no dañar (fs. 129 vta.).

Finalmente, dijo que el rechazo del actor al trámite ordinario no

era una mera cuestión procesal, sino que evidenciaba una declaración de voluntad

orientada a desconocer el carácter contractual del daño que reclama (fs. 130).

II. Entiendo que no le asiste razón al recurrente.


Liminarmente, cabe recordar que no es posible para quien

acciona, optar entre los sistemas de responsabilidad contractual y extracontractual, ya

que en cada supuesto debe analizarse cuál es la causa fuente, a fin de determinar el

régimen de reparación aplicable al hecho generador del daño el cual es resuelto por la

propia ley conforme al supuesto de hecho específicamente delimitado (art. 1107 del

Código Civil; conf. Ac. 57.993, sent. del 28-X-1997; Ac. 74.627, sent. del 19-II-2002,

"D.J.B.A." 163-134).

Así, la responsabilidad por culpa es contractual si entre los

interesados existía una obligación preestablecida -cualquiera sea la fuente que dé

origen a la obligación-; mientras que será extracontractual cuando se vulnere el deber

general de no causar daño a otro, a lo que cabe agregar, que el trámite impuesto a la

demanda o bien solicitado por alguna de las partes, es ineficaz para modificar la

naturaleza de la responsabilidad, tal como pretende el quejoso.

Más aún, analizados los antecedentes de autos entiendo que la

demanda intentada contra una entidad bancaria por los daños causados a un cliente a

raíz de haber suministrado información errónea a un banco de datos, tiene estricta

relación con el vínculo contractual habido originariamente entre las partes.

Al respecto, tiene capital importancia la obligación de seguridad

que emana del principio de la buena fe del art. 1198 del Código Civil que rige las

convenciones, y que ha sido caracterizada por la doctrina como "aquélla en virtud de la

cual una de las partes del contrato se compromete a devolver al otro contratante, ya

sea en su persona o en sus bienes- sanos y salvos a la expiración del contrato" (conf.

Barbier, Eduardo Antonio, "Contratación bancaria", "El Derecho", Astrea, Bs. As., 2002,

pág. 592), obligación en principio, escindible, por significar una construcción autónoma

del deber genérico de no dañar a otra persona.


Así las cosas, la obligación de seguridad puede invocarse cuando

se afecta la integridad de la prestación durante la ejecución del contrato, pero también

es debida antes y después de la extinción del vínculo negocial; y en este orden de

ideas, la responsabilidad contractual excede el incumplimiento de la prestación

principal, y se convierte "en la responsabilidad por el daño producido entre quienes

están ligados por un vínculo obligatorio, aunque el interés afectado sea un interés

distinto del de la prestación". Es el deber de conducta prudente o de seguridad, ligado

a la actividad de cumplimiento, pero interés diverso al de la prestación (conf. Mosset

Iturraspe, “Responsabilidad por daños”, Ed. Rubinzal- Culzoni, 1998, Tº II, pág. 60).

Así, se ha dicho que sea que el dato haya sido mal administrado

o mal generado, la acción resarcitoria tendrá fundamento en la responsabilidad

extracontractual cuando el agente dañador sea la central de información; o en la

violación del deber de indemnidad u obligación de seguridad cuando el daño provenga

de su banco (conf. Barbier, Eduardo Antonio, "Contratación bancaria", Ed. Astrea, Bs.

As., 2002, pág. 624).

Concluyo, entonces, en que los daños derivados de la inclusión

como deudor en el banco de datos se insertan en el ámbito contractual, dado que el

banco asumió una obligación de seguridad enderezada a preservar al cliente de

eventuales perjuicios emergentes de su calidad de contratante, por lo que no cabe

hacer lugar a los agravios expuestos por el recurrente en ese sentido.

Todo lo expuesto me lleva a dar mi voto por la negativa.

A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo:

1. Disiento con la opinión expuesta por mi colega que me

precede en la votación.

a. A fin de determinar el plazo de prescripción aplicable al sub


lite, a partir de la brecha existente entre el lapso previsto en el art. 4023 del Código

Civil y el más breve contemplado en el art. 4037 del citado ordenamiento, es necesario

discernir el régimen de responsabilidad bajo cuya órbita ha de dilucidarse la presente

acción.

i] En la especie, el actor articula su pretensión resarcitoria contra

el BBVA Banco Francés S.A. en razón de su errónea inclusión como "deudor moroso

irrecuperable" en la base de datos del Banco Central de la República Argentina y en el

sistema informativo Veraz.

En su escrito inicial, relata el nombrado que "... con motivo de

solicitar un préstamo personal en el mes de marzo de 1997 ... ante el Banco Municipal

La Plata, se [l]e notifica por esta entidad bancaria, que el día 21 de marzo de 1997, se

recibió el informe VERAZ ... en donde consta que según información remitida a ese

servicio ... por el Banco de Crédito Argentino S.A." -hoy Banco Francés S.A.- "[s]e

encuentr[a] en carácter de deudor moroso por la suma de $ 4.200, y calificado como

DEUDOR 100% IRRECUPERABLE", información ingresada por la demandada en

diciembre de 1996 (v. fs. 9).

Seguidamente, refiere que "... en años anteriores tuv[o] trato

comercial con dicho Banco, en donde se [l]e otorgaron dos préstamos personales, los

cuales abon[ó] correctamente e inclusive adelant[ó] el pago de los mismos cancelando

anticipadamente los saldos", el primero de ellos con fecha 15 de junio de 1993 y el

segundo, el 13 de septiembre de igual año, restituyéndosele los títulos cambiarios

suscriptos en garantía y otorgándose la correspondiente cancelación de prenda.

Agrega que "... [t]ambién tuv[o] una cuenta corriente en tal entidad bancaria, la que por

razones de organización personal, cerr[ó] en fecha 27 de enero de 1995, remitiendo

nota de tal hecho, al entonces Gerente del mismo Sr. Oscar D’Ambrossio, la que fue
recibida por la Contadora Alicia Barcia" (v. fs. 9/vta.). Finalmente, funda su pretensión

en lo normado por los arts. 1109 y 1113 del Código Civil (v. fs. 15) y solicita que la

presente causa tramite bajo las reglas del proceso sumario en orden a lo dispuesto por

el art. 320 inc. 2º ap. k del Código Procesal Civil y Comercial (v. fs. 1 vta., 15 y 29).

De tales circunstancias, sintéticamente expuestas pero

representativas del objeto de la causa, cabe deducir que las relaciones contractuales

habidas entre las partes en litigio se encontraban extinguidas al momento en que se

produjo la errónea comunicación a la base de datos del Banco Central y al VERAZ.

Esa indebida calificación como moroso del accionante tampoco

se vinculó con aquellos contratos ya finalizados hacía más de un año y medio atrás,

sino que obedeció al error en que incurriera la emplazada al consignar el documento de

un deudor de la Sucursal Comodoro Rivadavia, cuyo número de libreta de enrolamiento

fortuitamente coincidió con el número de documento nacional de identidad del señor

Marcos (v. contestación de demanda de fs. 70/vta., informe de fs. 106/107 y absolución

de posiciones de fs. 165/166 de los autos acollarados "Marcos, Roberto Julio contra

Banco de Crédito Argentino s/Acción Declarativa").

Entonces, contrariamente a lo afirmado por el tribunal a quo, el

error en que se gestó el reclamo de autos no tuvo como antecedente inmediato la

celebración de un contrato entre el banco y su cliente. Los hechos que motivaron la

incoación del proceso fueron ajenos a ese vínculo convencional, excedieron las

eventuales vicisitudes de un incumplimiento o un negligente obrar de la entidad

bancaria frente a quien, en rigor, el reclamante ya no revestía el carácter de cliente.

ii] En la esfera aplicativa de la responsabilidad contractual, la

obligación de reparar el daño surge como consecuencia de la trasgresión de un deber

calificado, preexistente, cuyos alcances están definidos o perfilados en la base del


negocio jurídico y que vincula a cada una de las partes con la otra. De su lado, en la

responsabilidad extracontractual, entra en juego la violación del deber general de no

dañar impuesto por la ley a toda persona, y es recién luego de generada dicha

conducta lesiva que se concreta el vínculo más específico, relativo a la obligación de

reparar (conf. Picasso, Sebastián en Bueres, Alberto J.-Highton, Elena I., Código Civil y

normas complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial, Edit. Hammurabi, Bs.

As., 1999, t. 3-A, com. art. 1107, p. 346), genérico mandato de no dañar, que se

traduce en la imposición a todo sujeto de una conducta negativa, de una abstención -la

reflejada en la incolumidad de persona y bienes de cada cual-.

iii] Ahora bien, no hay duda que pesa sobre los bancos frente a

sus clientes una obligación de seguridad, cuyo incumplimiento abre las puertas de la

responsabilidad contractual. En el marco de las contrataciones que atañen a su giro

comercial, los bancos no sólo tienen el deber de no ocasionar un daño -que pesa

indeterminada y genéricamente sobre todos- sino que sobre ellos recae una obligación

que les impone la carga de realizar todas las acciones que exija la naturaleza del

contrato tendientes a evitar perjuicios a sus clientes (art. 1198, su doct. del C.C.).

Frente al cliente afectado por el obrar indebido o negligente del

ente financiero, en principio, la consecuente responsabilidad ha de ser enmarcada

dentro del ámbito convencional. Pero ello supone que el daño proviene de la

inejecución de la obligación de seguridad creada por el contrato, quedando a salvo

aquellas hipótesis en que efectivamente el entuerto es extraño al negocio jurídico no

obstante su producción en ocasión del mismo.

En sub lite no puede concluirse válidamente que la

responsabilidad que se imputa a la demandada sea correlato de un incumplimiento a

una estipulación pactada o aplicable al negocio jurídico. Los hechos en que se sustenta
la acción acaecieron transcurrido más de un año y medio de extinguida la convención

entre las partes, y el accionante no invocó, en su demanda, la subsistencia por aquel

entonces de las obligaciones nacidas del vínculo convencional. Además, la razón que

motivara su errónea calificación como deudor moroso y determinara su ingreso como

tal en las bases de datos del VERAZ y del Banco Central de la República Argentina

tampoco obedeció ni fue vinculada a los préstamos o cuenta corriente que años antes

tuviera el actor en el ente financiero demandado. Antes bien, fue producto de la

desacertada individualización del documento de otro deudor de la accionada,

circunstancia esta última no rebatida por el demandante.

De todo lo cual se sigue que la sentencia impugnada ha

transgredido la norma aplicable en orden a la prescripción de la pretensión resarcitoria

instaurada.

2. Por consiguiente, corresponde hacer lugar al recurso de

inaplicabilidad de ley articulado por la parte demandada y, en consecuencia, revocar el

pronunciamiento de la sala I de la Cámara Segunda de Apelación en lo Civil y

Comercial de La Plata que encuadra la presente acción en la órbita de la

responsabilidad contractual de la entidad bancaria y aplica, en consecuencia, el plazo

de prescripción que -para tales supuestos- determina el art. 4023 del Código Civil. Con

costas al actor vencido (arts. 68 y 289 del C.P.C.C.).

Voto por la afirmativa.

El señor Juez doctor Negri, por los mismos fundamentos de la

señora Jueza doctora Kogan, votó también por la negativa.

A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo:

I. Adhiero al voto del doctor Soria.

II. Asimismo considero que es de aplicación en autos, conforme


el criterio propiciado por el citado colega, el instituto de la apelación adhesiva (conf. Ac.

79.135, sent. del 20-IV-2005; entre muchas otras).

Ello fundamentalmente porque tanto al momento de contestar el

traslado de la excepción de prescripción como al tiempo de articular la apelación contra

el fallo adverso de primera instancia, el actor plantea en contra de la procedencia de la

defensa de marras lo siguiente: a) la interrupción del curso de la misma (art. 3986 del

C. Civ.) por el proceso de declaración de certeza (ver fs. 76 y 95 vta. del expediente

18.862) en donde expresamente hace reserva de reclamar por daños y perjuicios (fs.

62 vta., expediente 13.244); b) un nuevo hecho interruptivo de agosto de 1999

conforme el acta notarial obrante a fs. 1 y 2 del proceso de daños, alegado en igual

oportunidad a la circunstancia anterior no obstante que en fs. 76 vta./77 y 96 y vta.

Defensas oportunamente articuladas que, conforme el temperamento propiciado y al

que presto mi adhesión, adquieren en esta instancia plena operatividad.

Por ello, corresponde que esta Corte asuma competencia positiva

y resuelva el litigio planteado (art. 289 del C.P.C.C.).

III. En tal sentido dable es hacer las siguientes consideraciones.

1) En lo que respecta a la alegada interrupción del curso de la

prescripción cabe señalar que, dado que los procesos en cuestión son diametralmente

diferentes tanto en el plano procesal como sustancial, tal circunstancia conlleva el

rechazo del planteo. Máxime si se considera que la exégesis de lo previsto en el art.

3986 del Código Civil refiere a la propia demanda que porta la pretensión específica

-en el caso la indemnizatoria- aún cuando adolezca de los vicios precisados en la

norma citada, y no la mera reserva en otro proceso con objeto adjetivo distinto. Ello

evidencia que el presupuesto fáctico esgrimido por el excepcionado es ajeno a la

norma invocada en su defensa por lo que la misma no prospera.


2) En relación con el nuevo hecho interruptivo acompañado en

acta notarial, lo constatado por el funcionario público actuante es extraño a la causa de

la pretensión deducida y que motivara el objeto del presente litigio (art. 163 inc. 6 del

C.P.C.C.).

IV. Por todo ello, entiendo corresponde, por aplicación del art.

4037 del Código Civil, dar por prescripta la acción articulada en estos actuados (arts.

289 y 352 inc. 2 del C.P.C.C.).

Costas al actor en todas las instancias (art. 68 del C.P.C.C.).

Así lo voto.

El señor Juez doctor de Lázzari, por los mismos fundamentos del

señor Juez doctor Soria, votó también por la afirmativa.

A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Domínguez

dijo:

Adhiero al voto de la doctora Kogan por sus mismos

fundamentos, a los cuales solo a mayor abundamiento aduno los siguientes.

Soy también de la opinión que los posibles daños causados al

accionante tienen una estrecha relación con el vínculo contractual. De no haberse

celebrado el contrato la entidad bancaria no tenía posibilidades de suministrar los datos

personales del actor, ya que no hubiera contado con ellos en sus registros.

Voto por la negativa.

A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Natiello dijo:

Adhiero al voto de la doctora Kogan, a cuyos argumentos me

remito brevitatis causae, toda vez que entiendo que el daño producido tiene un nexo

directo con la relación contractual que hubieron las partes.

Voto por la negativa.


Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente

SENTENCIA

Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, por mayoría, se

rechaza el recurso extraordinario interpuesto; con costas (arts. 68, 289, C.P.C.C.).

Los depósitos previos de $ 2.500, efectuado a fs. 125 y $ 12.500,

efectuado a fs. 135, quedan perdidos para el recurrente (art. 294, C.P.C.C.), debiendo

el tribunal dar cumplimiento a lo dispuesto por los arts. 6 y 7 de la Resolución 425/2002

(texto Resol. 870/2002).

Notifíquese y devuélvase.

HILDA KOGAN

HECTOR NEGRI EDUARDO JULIO PETTIGIANI

EDUARDO NESTOR DE LAZZARI DANIEL FERNANDO SORIA


FEDERICO GUILLERMO DOMINGUEZCARLOS ANGEL NATIELLO

CARLOS E. CAMPS

Secretario

FUENTE: www.scba.gov.ar

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