Hugh Hefner, fundador del imperio Playboy, recuerda que fue criado en un
ambiente en el que el sexo sólo era concebido para la procreación y el resto
constituía un pecado.
Rob Bell dice: “existen en sexualidad dos extremos: por un lado negar nuestra
sexualidad, y por el otro, dejarnos llevar por ella. Cuando negamos la dimensión
espiritual de nuestra existencia, acabamos viviendo como los animales y tenemos
sexo por instinto. Cuando negamos la dimensión física y sexual de nuestra
existencia, acabamos viviendo como ángeles. Y ambas maneras resultan
destructivas, porque Dios nos hizo seres humanos”.
¿Sabías que algunas parejas nunca han tenido una relación sexual desde que se
casaron? Son los llamados matrimonios blancos o no consumados.
Negar la dimensión sexual resulta muy peligroso, pues quien así vive, corre el
riesgo de pasarse al otro extremo, hacia la permisividad y el libertinaje. Una
continencia continuada suele dar lugar a una incontinencia desenfrenada.
Vivir como ángeles resulta tan destructivo como vivir a semejanza de los animales.
Evitar, reprimir, censurar y/o enseñar que la sexualidad es algo horrible, sucio y
carnal es inducir a practicar lo que se quiere evitar.
Si tienes dudas, presta atención a los siguientes datos: una encuesta entre 256
adultos cristianos de entre 30 y 50 años reveló que el 100% de los que cometieron
aborto fueron personas que tuvieron relaciones sexuales prematrimoniales. Ante
una consecuencia de la actividad sexual, como fue el embarazo no deseado, en
vez de asumir la responsabilidad, silenciaron el hecho mediante un aborto. El 92%
de los que practicaron un aborto crecieron bajo una educación represiva y
sexofóbica.