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LA INTIMIDAD AL AIRE: ACERCA DE ‘LO PÚBLICO’ Y ‘LO PRIVADO’

Sonia Luz Carrillos Mauriz

https://hablasonialuz.wordpress.com/2010/02/11/la-intimidad-al-aire-acerca-de-lo-publico-y-lo-
privado

Vidas que no tienen secretos para una importante masa de consumidores que no sabemos si
ávidos o, simplemente, indiferentes y aburridos, siguen sus incidencias más truculentas;
periodistas que proclaman satisfacer así el derecho ciudadano a la información; medios que gritan
a los cuatro vientos los vicios privados, conforman el panorama de la comunicación no sólo local.
Un mundo con la intimidad al aire – donde los conceptos de lo público y lo privado han
desdibujados sus límites – hace sugerente indagar acerca de los orígenes y las consecuencias
actuales del fenómeno.

Los conceptos de lo público y lo privado

En primer lugar, es útil observar el concepto de lo público en su uso corriente. Se trata de un


adjetivo que proviene del latín publicus y tiene como primera acepción: “Notorio, patente,
manifiesto, visto o sabido por todos”; encontramos también que es aquello “que pertenece a
todo el pueblo” y que “se contrapone a privado”. De otro lado, se dice del “conjunto de personas
reunidas en determinado lugar para asistir a algún espectáculo o con otro fin semejante.” Por
extensión, algo que se realice en público connota que es un hecho que se produce “a la vista de
todos”.

En cuanto a privado hallamos que es un adjetivo que procede del latín privatus, que define aquello
“que se ejecuta a vista de pocos, familiar y domésticamente, sin formalidad ni ceremonia alguna”;
también que se trata de un hecho “particular y personal de cada uno”. Mientras, privativamente
es aquello “propio y singular, con exclusión de todos los demás”.

Posteriormente, el uso de público y publicidad “denota una variedad de significaciones


concurrentes” que provienen de diferentes etapas históricas, hecho que en opinión de Habermas,
requiere de mayores precisiones porque genera confusión:

“No sólo el lenguaje cotidiano contribuye a ello, especialmente maculado por la jerga de la
burocracia y de los medios de comunicación de masas; también las ciencias, sobre todo la ciencia
jurídica, la politología y la sociología son manifiestamente incapaces de sustituir categorías
tradicionales como ‘público’ y ‘privado’, ‘publicidad’ y ‘opinión pública’ por conceptos más
precisos”[1]

No obstante estos reparos es necesario vincular estos conceptos a la actividad informativa tal
como la presenta la televisión contemporánea en la medida que ayudan a dilucidar las
implicancias de una información “desprovista de valor o relevancia significativa”, de aquellas que
sí son “objetivamente importantes” porque “son las informaciones que constituirán una opinión
pública sobre problemas públicos, sobre problemas de interés público” (Sartori, 1997: 80).
Contemporáneamente son los medios de comunicación los que en definitiva están determinando
qué es de interés público y qué no lo es, con el riesgo de la invasión de lo privado por lo público y
viceversa. (Vásquez, Aldo, 1999:32).

Evolución de los conceptos de lo público y lo privado

Para explicar el estado actual de las concepciones de lo público y lo privado debemos tener en
cuenta su evolución a través de la historia. Es en Grecia donde hallamos la noción de la polis y, por
ende, la diferencia entre uno y otro espacio. La familia era el ámbito de satisfacción de las
necesidades básicas, en tanto la sociedad políticamente organizada era el espacio de la ciudadanía
y la libertad.

“En la ciudad – estado griega, la esfera de la polis, común al ciudadano libre (koiné), está
estrictamente separada de la esfera del oikos, en la que cada uno ha de apropiarse aisladamente
de lo suyo (idia). La vida pública, bios politikos se desenvuelve en el ágora, pero no está
localmente delimitada: La publicidad se constituye en la conversación (lexis), que puede tomar la
forma de la deliberación y del tribunal, así como en el hacer común (praxis), sea ésta la conducción
de la guerra o el juego pugnaz… El orden político descansa en una economía esclavista de forma
patrimonial. Los ciudadanos están descargados del trabajo productivo pero la participación en la
vida pública depende de su autonomía privada… La esfera privada no está solamente en el nombre
ligada a la casa, la riqueza mueble y la disposición sobre la fuerza de trabajo constituyen poder
sobre la economía doméstica y sobre la familia, como a la inversa la pobreza y la carencia de
esclavos constituyen de por sí un obstáculo para la admisión en la polis.”[2]

Los romanos mantuvieron la distinción entre ambas esferas. La categoría de lo público quedará
definida en el Derecho Romano como res pública, base de la noción república, en las acepciones
de cuerpo político de una nación y también ‘causa pública’, es decir, del común de la gente.

Observados desde el punto de vista de la comunicación es fácil constatar que cada ámbito crea
una forma específica de intercambio de mensajes, de comunicación. Sobre este punto de los
espacios y la forma de comunicación que generan, el psicólogo español Pablo Fernández ha
tratado el tema. Dice por ejemplo en sugerente posición que: “Los verdaderos modos de
comunicación de masas no pasan de cinco y ninguno de ellos es la televisión, y tampoco ninguno
es novedad de nuestro tiempo.” Interpreta luego:

“El primero es griego y se llama plaza pública que tiene físicamente la forma de la comunicación
porque es un lugar plano, amplio, abierto y que produjo, entre otras cosas, la democracia; la
democracia es estrictamente un estilo de comunicación. La comunicación para entender la vida y
encontrarle algún sentido que haga que valga la pena vivirla… Alrededor de la plaza pública
aparecen las calles, el espacio se va haciendo más privado” [3]

En la Edad Media, tal como recuerda Habermas, una economía y organización del trabajo social
basada en el señorío de la tierra “proporciona indicios de que no se dio una contraposición entre
lo público y la esfera privada”. Y esto porque hay ‘superioridades’ y prerrogativas altas y bajas
pero “no un status fijado desde el punto de vista del Derecho”.
“El dominio de la tierra (y el señorío basado en él) puede todavía, incluyendo a todos los
derechos señoriales sueltos, contemplarse como juridictio; pero no puede acomodarse a la
contraposición de disposición privada (dominium) y autonomía pública (imperium).[4]

Desde el punto de vista de los espacios en los que se produce los actos comunicativos, Fernández
reseña:

“Las calles forman un área menos pública dentro del espacio público y la Edad Media se encarga
de desarrollarlas… la ciudad medieval tiene el urbanismo del laberinto y la arquitectura de la
sorpresa. Las calles se mueven al compás de la gente y si como dice Wittgenstein ‘la arquitectura
es un gesto’ el gesto gótico es el más parecido al que utiliza la gente para estar cerca unos de
otros.”[5]

[1] Habermas, Jurgen. Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona/ México: Gustavo Gili, S.A.
1994, p. 41

[2] Habermas, Op. Cit., p. 43

[3] Fernández Christlieb, Pablo. “El emplazamiento de la memoria colectiva: Crónica psicosocial”
En Revista de Psicología Social N° 6, 2. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, 1991, p. 162

[4] Habermas, p. 45

[5] Fernández. Ibídem.

[6] Fernández, Ibíd..

[7] Fernández, p. 165

[8] El origen del café es confuso y existen muchas leyendas acerca del mismo. Parece ser que el
café es originario de Persia o de Etiopía. Cuenta la leyenda que un cabrero etíope se dio cuenta de
que sus animales se ponían muy eufóricos después de masticar ciertas bayas abundantes en su
campo. La llegada del café a Europa y América no está suficientemente determinada, sin embargo,
sí se conoce que durante muchos años la exportación de plantas de café fuera de las naciones
musulmanas estuvo prohibida. Tal era el celo con el que se guardaba esta deliciosa bebida.
Algunos cristianos creían que el café era una bebida diabólica. Sin embargo, el Papa Vicente III
decidió probarlo antes de prohibirlo y le gustó tanto que exclamó: “El café es tan delicioso que es
una lástima dejárselo exclusivamente a los infieles”. El cafeto y café no eran conocidos en Europa
antes de 1450. En esa fecha se bebía café en Adén, llegando a La Meca a finales de ese siglo. En
1510 ya se encuentra en El Cairo, en 1555 en Estambul y así va avanzando en el Mundo Islámico
entre períodos de prohibición y tolerancia.

[9] Fernández. Ibídem.

[10] Habermas. Op. cit., pp. 216 – 217


[11] Artículo 12 de la Declaración de los Derechos Humanos. En: Serra Callejo, Javier. Legislación
sobre el honor, la intimidad y la propia imagen. Madrid: Tecnos, 1988, p. 63.

[12] Wolton, Dominique. Elogio del gran público. Una teoría crítica de la televisión. Barcelona:
Gedisa, 1995, p. 21

[13] Wolton, p. 44

[14] Cebrián H. Mariano. Información televisiva. Madrid: Editorial Síntesis, 1998, p. 39

En caso de usar la información se ruega citar la fuente

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