Grupo 137
Sistemas Penales Procesales
Dr. Freddy Miguel Paternina Arroyo
TALLER No. 1
C-209/2007
C-1154/2005
ARTÍCULO 132. VÍCTIMAS. <Aparte tachado INEXEQUIBLE> Se entiende por víctimas, para efectos de este
código, las personas naturales o jurídicas y demás sujetos de derechos que individual o colectivamente
hayan sufrido algún daño directo como consecuencia del injusto.
La condición de víctima se tiene con independencia de que se identifique, aprehenda, enjuicie o condene
al autor del injusto e independientemente de la existencia de una relación familiar con este.
1. Víctima en el preacuerdo
Sentencia C-059/10: En el inicio de la sentencia es posible identificar el siguiente apartado que nos
muestra a la victimas como parte de los acuerdos y preacuerdos:
Artículo 11. Derechos de las Víctimas. El Estado garantizará el acceso de las víctimas a la administración
de justicia, en los términos establecidos en este código.
2. Conclusiones en relación a las victimas sobre aspectos que determinen quienes son victimas
En la siguiente jurisprudencia se encuentran conclusiones sobre las víctimas, las cuales me permito
enunciar tácitamente con el fin de dar respuesta a la pregunta del punto (2) y como referencia académica
para el aprendizaje:
Ley 975/2005
Artículo 5°. Modificado por el art. 2, Ley 1592 de 2012. Definición de víctima. Para los efectos de la
presente ley se entiende por víctima la persona que individual o colectivamente haya sufrido daños
directos tales como lesiones transitorias o permanentes que ocasionen algún tipo de discapacidad física,
psíquica y/o sensorial (visual y/o auditiva), sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo de sus
derechos fundamentales. Los daños deberán ser consecuencia de acciones que hayan transgredido la
legislación penal, realizadas por grupos armados organizados al margen de la ley.
También se tendrá por víctima al cónyuge, compañero o compañera permanente, y familiar en primer
grado de consanguinidad, primero civil de la víctima directa, cuando a esta se le hubiere dado muerte o
estuviere desaparecida.
Igualmente se considerarán como víctimas a los miembros de la Fuerza Pública que hayan sufrido lesiones
transitorias o permanentes que ocasionen algún tipo de discapacidad tísica, psíquica y/o sensorial (visual
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o auditiva), o menoscabo de sus derechos fundamentales, como consecuencia de las acciones de algún
integrante o miembros de los grupos armados organizados al margen de la ley.
Texto subrayado declarado EXEQUIBLE por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-370 de
2006, por los cargos examinados, en el entendido que la presunción allí establecida no excluye como
víctima a otros familiares que hubieren sufrido un daño como consecuencia de cualquier otra conducta
violatoria de la ley penal cometida por miembros de grupos armados al margen de la ley.
Artículo declarado EXEQUIBLE por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-029 de 2009, siempre
que se entienda que, cuando corresponda, sus previsiones, en igualdad de condiciones, se aplican
también a los integrantes de las parejas del mismo sexo.
Artículo 4°. La demostración del daño directo a que se refiere el artículo 5° de la Ley 975 de 2005, así como
los artículos 1° y 2° del presente decreto, se podrá realizar mediante alguno de los siguientes documentos:
a) Copia de la denuncia por medio de la cual se puso en conocimiento de alguna autoridad judicial,
administrativa, o de policía el hecho generador del daño, sin que sea motivo de rechazo la fecha de
presentación de la noticia criminal. Si no se hubiera presentado dicha denuncia se podrá acudir para tal
efecto a la autoridad respectiva, si procediere;
b) Certificación expedida por autoridad judicial, administrativa, de policía o por el Ministerio Público que
dé cuenta de los hechos que le causaron el daño;
c) Copia de la providencia judicial por medio de la cual se ordenó la apertura de la investigación, impuso
medida de aseguramiento, o se profirió resolución de acusación o sentencia condenatoria, o del registro
de audiencia de imputación, formulación de cargos, o individualización de pena y sentencia, según el caso,
relacionada con los hechos por los cuales se sufrió el daño;
d) Certificación sobre la vecindad o la residencia respecto del lugar y el tiempo en que presuntamente
ocurrieron los hechos que produjeron el daño, la cual deberá ser expedida por la autoridad competente
del orden municipal;
e) Certificación que acredite o demuestre el parentesco con la víctima, en los casos que se requiera, la que
deberá ser expedida por la autoridad correspondiente.
Artículo 37. Derechos de las víctimas. El Estado garantizará el acceso de las víctimas a la administración de
justicia. En desarrollo de lo anterior, las víctimas tendrán derecho:
38.3 A una pronta e integral reparación de los daños sufridos, a cargo del autor o partícipe del delito. Texto
subrayado declarado EXEQUIBLE por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-575 de 2006, en el
entendido que todos y cada uno de los miembros del grupo armado organizado al margen de la ley,
responden con su propio patrimonio para indemnizar a cada una de las víctimas de los actos violatorios
de la ley penal por los que fueren condenados; y también responderán solidariamente por los daños
ocasionados a las víctimas por otros miembros del grupo armado al cual pertenecieron.
38.5 A recibir desde el primer contacto con las autoridades y en los términos establecidos en el Código de
Procedimiento Penal, información pertinente para la protección de sus intereses; y conocer la verdad de
los hechos que conforman las circunstancias del delito del cual han sido víctimas. Texto subrayado
declarado EXEQUIBLE por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-370 de 2006, en el entendido
que conforme al artículo 30 de la Ley 600 de 2000, y de acuerdo con la exequibilidad condicionada de
esa norma declarada mediante la sentencia C-228 de 2002, la víctima o los perjudicados pueden acceder
directamente al expediente desde su iniciación, para ejercer los derechos a la verdad, justicia y
reparación.
38.6 A ser informadas sobre la decisión definitiva relativa a la persecución penal y a interponer los recursos
cuando ello hubiere lugar.
38.7 A ser asistidas durante el juicio por un abogado de confianza o por la Procuraduría Judicial de que
trata la presente ley.
38.9 A ser asistidas gratuitamente por un traductor o intérprete, en el evento de no conocer el idioma, o
de no poder percibir el lenguaje por los órganos de los sentidos.
Es de anotar que en la definición adoptada en el artículo 132 del actual Código es –en cierta medida–
coherente con la normativa internacional, en especial con la Declaración sobre los Principios
Fundamentales de Justicia para las Víctimas de Delitos y del Abuso de Poder18 contenida en la Resolución
40/34 de las Naciones Unidas, la cual define como víctimas de delitos a: Las personas que, individual o
colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida
financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u
omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados Miembros, incluida la que proscribe el
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abuso de poder. Igualmente, la misma Declaración sobre los Principios considera: ’víctima’ a una persona,
con arreglo a la presente Declaración, independientemente de que se identifique, aprehenda, enjuicie o
condene al perpetrador e independientemente de la relación familiar entre el perpetrador y la víctima. En
la expresión ‘víctima’ se incluye además, en su caso, a los familiares o personas a cargo que tengan relación
inmediata con la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la
víctima en peligro o para prevenir la victimización.
3. Clases de victimas
TIPOLOGÍAS VICTIMOLÓGICAS: La tipología no es el simple hecho de ordenar los fenómenos, sino que
debe servir también para orientar las nuevas investigaciones. La Victimología intentó tipologías propias,
que permitieran comprender mejor el papel desempeñado por la víctima en el fenómeno de la
victimización.
Mendelsohn (MENDELSHON: 1981) Las primeras tentativas de clasificación de las víctimas se fundamenta
en la correlación de culpabilidad entre la víctima y el infractor. La hipótesis, de base es que hay una
correlación inversa entre la culpabilidad del agresor y la del ofendido, a mayor culpabilidad de uno menor
culpabilidad del otro. La segunda parte de la hipótesis es que las relaciones entre criminal y víctima tienen
siempre un origen biopsicosocial en la personalidad de la víctima.
delincuente, pues nos indicará qué tan culpable puede ser la víctima en la comisión del delito, restando
ésta a la responsabilidad del infractor.
Von Hentig. (VON HENTIG: 1979: 356) Hans Von Henting se aparta de criterios legales para proponer cinco
categorías de «clases generales» y seis de «tipos psicológicos».
En la parte final de su obra «El delito», Von Hentig da un tratamiento diferente, y sin intentar propiamente
una clasificación, divide a las víctimas según cuatro criterios: según la situación, los impulsos y eliminación
de inhibiciones; la capacidad de resistencia; la propensión a ser víctima.
Las víctimas determinadas, son aquellas escogidas específicamente por el criminal, al que no da lo mismo
victimizar a cualquier otra. Las víctimas resistentes lo pueden ser en forma real o en forma presunta, la
primera se defiende de manera efectiva, la segunda es victimizada en forma tal, que nos indica que el
criminal sabía que se iba a defender. Las víctimas coadyuvantes, (CARNELUTTI: 1961: 233) son aquellas
que participan activamente en el delito. La clasificación del maestro español tiene una gran coherencia al
tomar un criterio general; sólo haremos la observación de que en la víctima indiferente o indefinida puede
encontrarse también la resistente y la coadyuvante, aunque se suponga que la víctima siempre ha de
defenderse, en la realidad esto no sucede con la frecuencia esperada. (MIR PUIG: 1996: 324)
En el artículo los derechos de la víctima del delito en la Ley 906 de 2004: análisis de su reconocimiento y
evolución jurisprudencial, se menciona:
Por medio del nuevo Código de Procedimiento Penal o Ley 906 de 2004, se pretendió que el papel de las
víctimas del delito en el interior del proceso penal fuera fortalecido; es así como se dijo que “Un aspecto
crucial, que marca gran diferencia con el modelo de proceso penal anterior, es el referente a la posición y
el papel de las víctimas.
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Esta pretensión de fortalecer los derechos de las víctimas fue en su momento uno de los caballos de batalla
del entonces Fiscal General de la Nación Luis Camilo Osorio Isaza4 para la aprobación tanto del Acto
Legislativo 03 de 20025 como de la Ley 906 de 2004.
Con la sentencia C-228 de 2002, surge un cambio relevante del significado de las víctimas y de la
participación de las mismas en el proceso penal. Si bien es cierto, las normas demandadas en aquella
ocasión hacían parte de la ley 600 de 2000, el cambio jurisprudencial fue más de fondo que de forma, toda
vez que sus consecuencias sirvieron para adoptar cambios significativos dentro del ordenamiento jurídico
penal que hoy rige con la ley 906 de 2004.
a Corte Constitucional en aquella ocasión, recogió los postulados internacionales de las altas cortes de
Derechos Humanos, para determinar que sus disposiciones debían ser adoptadas dentro de nuestro
ordenamiento jurídico como lo expresa el artículo 93 de la carta política, que reza: “los derechos y deberes
consagrados en esta Carta, se interpretarán de conformidad con los tratados internacionales sobre
derechos humanos ratificados por Colombia”, como a continuación veremos, la Corte Constitucional le da
un significado más amplio a los derechos de las víctimas, ya que deja claro que dichos derechos no solo
van enmarcados a la exigencia de factores económicos, sino también al acceso a la justicia y la búsqueda
de la verdad, circunstancia que marcó la diferencia más trascendental con las posturas anteriores y que
sirvió de argumento para variar la postura jurisprudencial de la Corte Constitucional.
En la sentencia C-228 de 2002, la Corte, realiza una explicación histórica sobre el papel que han
desempeñado las víctimas en los procesos penales de los diferentes ordenamientos jurídicos del mundo,
siendo dicho recorrido de gran relevancia para nuestro estudio, pues nos permite conocer los cambios
internacionales que sin lugar a duda, obedecen a las transformaciones sociales de la humanidad y a
factores determinantes como la segunda guerra mundial.
Sentencia C-209/2007
Artículo 137. Intervención de las víctimas en la actuación penal. Las víctimas del injusto, en garantía de
los derechos a la verdad, la justicia y la reparación, tienen el derecho de intervenir en todas las fases
de la actuación penal, de acuerdo con las siguientes reglas:
3. Para el ejercicio de sus derechos no es obligatorio que las víctimas estén representadas por un
abogado; sin embargo, a partir de la audiencia preparatoria y para intervenir tendrán que ser
asistidas por un profesional del derecho o estudiante de consultorio jurídico de facultad de derecho
debidamente aprobada.
4. En caso de existir pluralidad de víctimas, el fiscal, durante la investigación, solicitará que estas
designen hasta dos abogados que las represente. De no llegarse a un acuerdo, el fiscal determinará
lo más conveniente y efectivo.
5. Si la víctima no contare con medios suficientes para contratar un abogado a fin de intervenir,
previa solicitud y comprobación sumaria de la necesidad, la Fiscalía General de la Nación le
designará uno de oficio.
6. El juez podrá en forma excepcional, y con el fin de proteger a las víctimas, decretar que durante
su intervención el juicio se celebre a puerta cerrada.
7. Las víctimas podrán formular ante el juez de conocimiento el incidente de reparación integral,
una vez establecida la responsabilidad penal del imputado.
La forma como puede actuar la víctima en el proceso penal de tendencia acusatoria implantado por el Acto
Legislativo 03 de 2002, depende de varios factores: (i) del papel asignado a otros participantes, en
particular al Fiscal; (ii) del rol que le reconoce la propia Constitución a la víctima; (iii) del lugar donde ha
previsto su participación; (iv) de las características de cada una de las etapas del proceso penal; y (v) del
impacto que esa participación tenga tanto para los derechos de la víctima como para la estructura y formas
propias del sistema penal acusatorio.
El estatus de parte adquirido por la víctima en el proceso penal afianzado por la Sentencia C-228 de 2002
varió de manera sustancial con el Acto Legislativo 03 de 2002 y la Ley 906 de 2004, donde se consideró
que, por las características del propio sistema acusatorio, la víctima como parte no tenía cabida, toda vez
que se trata de un sistema adversarial donde solamente son partes procesales la Acusación y la Defensa.
En esta medida, la participación de la víctima se vio reducida a unos pocos escenarios, especialmente al
ejercicio del incidente de reparación integral, quedando la defensa de sus intereses en el proceso en
manos de la Fiscalía General de la Nación.
En primer lugar, la Sentencia C-209 de 200736 señaló que, aunque no tiene la calidad de parte, la víctima,
de acuerdo con el numeral 7 del artículo 250 de la Constitución, puede actuar en todo el proceso penal sin
desplazar al fiscal, en calidad de interviniente especial.
A este respecto la Corte Constitucional señaló: Se resalta, no obstante, que los derechos específicos que
se le reconocen a la víctima no le quitan su carácter de interviniente, sino que la proyectan como una
figura especial en las distintas etapas del proceso penal de tendencia acusatoria, para que haga valer sus
derechos a la verdad, la justicia y la reparación integral. Su intervención no se circunscribe a una
participación final en el incidente de reparación una vez concluido el juicio, ya que ello no se compadece
con lo señalado en el artículo 250 (7) citado, y significaría una restricción de sus derechos a la verdad y a
la justicia puesto que la víctima participaría activamente sólo a efectos de exigir reparación.
(…) En primer lugar, considera esta Corporación que si bien la Constitución previó la participación de la
víctima en el proceso penal, no le otorgó la condición de parte, sino de interviniente especial. La asignación
de este rol particular determina, entonces, que la víctima no tiene las mismas facultades del procesado ni
de la Fiscalía, pero sí tiene algunas capacidades especiales que le permiten intervenir activamente en el
proceso penal. En segundo lugar, dado que el constituyente definió que la víctima podría intervenir a lo
largo del proceso penal, es preciso tener en cuenta los elementos específicos de cada etapa procesal y el
impacto que tendría la participación de la víctima en cada una de ellas. En ese contexto, es necesario
resaltar que cuando el constituyente definió que la etapa del juicio tuviera un carácter adversarial, enfatizó
las especificidades de esa confrontación entre dos partes: el acusador y el acusado, dejando de lado la
posibilidad de confrontación de varios acusadores en contra del acusado. La oralidad, la inmediación de
pruebas, la contradicción y las garantías al procesado se logran de manera adecuada si se preserva ese
carácter adversarial.
Por el contrario, la participación de la víctima como acusador adicional y distinto al Fiscal generaría una
desigualdad de armas y una transformación esencial de lo que identifica a un sistema adversarial en la
etapa del juicio. Por otra parte, el constituyente no fijó las características de las demás etapas del proceso
penal, y por lo tanto delegó en el legislador la facultad de configurar esas etapas procesales. De lo anterior
surge entonces, que los elementos definitorios de la participación de la víctima como interviniente especial
en las diferentes etapas del proceso penal depende de la etapa de que se trate, y en esa medida, la
posibilidad de intervención directa es mayor en las etapas previas o posteriores al juicio, y menor en la
etapa del juicio.
Posteriormente, la Sentencia C-516 de 2007 reiteró la participación de la víctima en todas las instancias
procesales, así como sus facultades probatorias: Al asumir un estudio sistemático de las normas que
concurren a estructurar un esquema de intervención de las víctimas en materia probatoria, conforme al
modelo diseñado por la ley 906 de 2004, la Corte ha considerado que el derecho a probar forma parte
esencial del derecho de las víctimas a la verdad, a la justicia y a la reparación (C-454 de 2006), y garantizado
su intervención en los diferentes momentos procesales (C-209 de 2007), atendiendo las especificidades
del sistema.43 Además de lo anterior, la mencionada Sentencia C-516 de 2007 estableció la
inconstitucional del aparte del artículo 11, literal “h”, que condicionaba la participación de la víctima
asistida por abogado durante la etapa del juicio y el incidente de reparación integral a que “el interés de
la justicia lo exigiere”, así como la limitación que imponía el numeral 4° del artículo 137 al establecer que
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“En caso de existir pluralidad de víctimas, el fiscal, durante la investigación, solicitará que estas designen
hasta dos abogados que las represente. De no llegarse a un acuerdo, el fiscal determinará lo más
conveniente y efectivo”
6. Formas de victimización
Es por esto que dependiendo del enfoque que se utilice, la victimización va a ser definida de esa manera.
Sin embargo, en la literatura victimológica se ha considerado que existen tres grados de victimización,
sobre los cuales hay consenso.
Estos grados de victimización hacen referencia a las consecuencias producidas por la acción de un delito.
La victimización secundaria, es aquella que se deriva de las relaciones de la víctima con el sistema de
justicia. Esta es considerada más negativa, ya que es producida por el propio sistema, que victimiza a quien
se dirige a solicitar justicia. En ocasiones las víctimas sienten que están perdiendo el tiempo y dinero, y
que además no son comprendidas.
La victimización terciaria, es el resultado de las consecuencias negativas de las dos anteriores y consiste
en el comportamiento que adopta la víctima como resultado de la victimización, intentando sacar
provecho o aceptando su rol como tal. De igual manera, a veces emerge como resultado de las vivencias
y los procesos de adscripción y etiquetamiento, cuando alguien consciente de su victimización primaria y
secundaria, deduce que le conviene aceptar esa nueva imagen de los mismos, y decide desde ese rol,
vengarse de las injusticias sufridas, de sus victimarios.
La victimización también es entendida como señalábamos anteriormente desde el punto de vista socio
estructural, institucional y colectivo y abuso del poder. La victimización socio cultural es percibida en países
como la India, donde el homicidio de niños de familias pobres, que no pueden abastecer la dote a su futuro
esposo, por lo cual son abandonados e incluso se les da muerte en el momento de nacer. Los delitos por
odio, donde la característica fundamental es el status simbólico de la víctima del delito, son otra muestra
de este tipo de victimización, aquellos donde la víctima pertenece a un grupo de referencia que simboliza
lo que el grupo de pertenencia - al que pertenecen los autores- no quiere ser, y por lo tanto, quiere dejar
claro su no aceptación y su repudio. Los delitos sirven para consolidar la solidaridad e identidad del grupo
de pertenencia y a la vez para fortalecer la consciencia sobre el valor personal de cada miembro, como
ocurre con los delitos cometidos a los homosexuales y lesbianas.
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Victimización que sucede con mucha frecuencia en lugares como: ancianatos, guarderías, cárceles,
reformatorios, etc. También, sucede en aquellas organizaciones donde existe una clara diferencia
jerárquica entre el estamento directivo y los empleados, donde la distribución del poder es desigual, y
donde la toma de decisiones y el control, este concentrado en muy pocas manos y la mayoría de los
miembros se rigen por un reglamento, donde la posibilidad de cambiarlo no es posible desde las instancias
inferiores.
La victimización colectiva, va dirigida contra la población entera y contra grupos sociales específicos. Este
tipo de victimización, en la mayoría de las ocasiones, no es conocida por la víctima sobre el papel que
cumplen dentro del proceso de victimización. Ejemplos reveladores de este tipo, son los producidos por la
criminalidad económica, la criminalidad contra el medio ambiente, el abuso del poder político, la
segregación racial, las violaciones a los derechos humanos, el genocidio, etc.
Aquí se trae otro aporte en cuenta al tema y la opinión de los víctimólogos, existen tres formas de
victimización:
La victimización primaria, que hace relación a las consecuencias directas del hecho delictivo, tanto
en la víctima como en sus allegados, e incluso en algunos casos en la comunidad.
La victimización secundaria, que hace el énfasis en el desamparo y el maltrato que se produce en
el contacto con los operadores del sistema penal.
La victimización terciaria, que es el resultado del desamparo de la asistencia social, la ayuda
pública y la materialización del acto de justicia, que pueden producir venganza o aprovechamiento
de la condición de víctima.
Por lo tanto, es indispensable una atención pronta a las necesidades de la víctima, con el objeto de que
esta tenga de inmediato una primera atención jurídica, médica, psicológica y social asistencial, y que al
mismo tiempo le informen y les permitan el acceso a los servicios especializados en cada caso en particular.
Los derechos de la víctima del delito a la verdad, la justicia y la reparación integral también se encuentran
protegidos en el sistema penal con tendencia acusatoria instaurado por la Ley 906 de 2004, pero dicha
protección no implica un traslado automático de todas las formas y esquemas de intervención en los que
la víctima ejerció sus derechos en el anterior sistema procesal penal regulado por la Ley 600 de 2000, sino
que el ejercicio de sus derechos deberá hacerse de manera compatible con los rasgos estructurales y las
características esenciales de este nuevo sistema procesal, así como con las definiciones que el propio
constituyente adoptó al respecto, v.gr, caracterizar a las víctimas como intervinientes especiales a lo largo
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del proceso penal, no supeditadas al fiscal, sino en los términos que autónomamente fije el legislador
(artículo 250, numeral 7 C.P.).
(…)
La condición de víctima se tiene con independencia de que se identifique, aprehenda, enjuicie o condene
al autor del injusto e independientemente de la existencia de una relación familiar con este.
Sentencia C-516/07
En cuanto al carácter “directo” del perjuicio, se ha considerado que tal cualidad no constituye un elemento
o condición de existencia del daño, sino que plantea un problema de imputación, en cuanto pone de
manifiesto el nexo de causalidad que debe existir entre el daño y el comportamiento de una persona. De tal
manera que cuando el legislador en el artículo 132 asigna al daño el calificativo de “directo” para el sólo
efecto de determinar la calidad de víctima, está condicionando tal calidad a la concurrencia de un elemento
de imputación que corresponde a un análisis posterior que debe efectuar el juez, al determinar tanto la
responsabilidad penal como la civil del imputado o acusado. Este calificativo indudablemente restringe de
manera inconstitucional la posibilidad de intervención de las víctimas en el proceso penal y su derecho a un
recurso judicial efectivo. La determinación de la calidad de víctima debe partir de las condiciones de
existencia del daño, y no de las condiciones de imputación del mismo.
VICTIMA DIRECTA-Concepto
En materia penal la idea de víctima “directa” se suele identificar con el sujeto pasivo de la conducta delictiva,
o con la persona titular del bien jurídico que la norma tutela; es claro que un hecho delictivo trasciende esa
esfera de afectación ocasionando perjuicios individuales o colectivos ciertos, reales y concretos a otros
sujetos de derechos. En la teoría del daño civil se usa la categoría de “víctima directa” o “damnificado
directo” para hacer referencia a la calidad en la cual se comparece a solicitar el resarcimiento de un
perjuicio. Si se trata de la persona directamente afectada por el hecho generador del daño se considera
“víctima o damnificado directo”, en tanto que son víctimas o damnificados “indirectos” los herederos o los
comuneros.
Una mirada sistemática de la normatividad y los pronunciamientos de esta Corporación sobre los derechos
de intervención de las víctimas permite afirmar que si bien, en efecto, es en la audiencia de formulación de
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TEMAS: SISTEMA PENAL ACUSATORIO-Juicio oral: Cambio del juez en su desarrollo, valor de los
registros de las audiencias /SISTEMA PENAL ACUSATORIO-Juez: Su cambio puede
excepcionalmente afectar el principio de inmediación /SISTEMA PENAL ACUSATORIO-Juicio oral:
Cambio del juez en su desarrollo, valor de los registros de las audiencias
HECHOS: C.M.O.C. fue condenado como coautor de “dos homicidios agravados en grado de
tentativa y uno consumado, en concurso con fabricación, tráfico y porte de armas, municiones y
explosivos de uso privativo de las fuerzas armadas agravado”. Lo anterior, por el atentado contra
la vida de J.E.A.C, E.S.P.P. y el menor B.A.G.S, este último quien falleció como consecuencia de los
disparos propinados.
EL RECURSO: La defensa alega la “violación del debido proceso por desconocimiento de los
principios de inmediación y concentración”
PRINCIPALES ARGUMENTOS:
De acuerdo con la jurisprudencia vigente, cuando la persona del juez que presenció las pruebas en las
cuales se basa la sentencia, no es la misma que después anuncia el sentido del fallo y profiere la sentencia,
la violación a los principios de inmediación y juez natural es de tal trascendencia que trastoca la estructura
del debido proceso y las garantías fundamentales de los acusados
«La Sala advierte necesario reexaminar el punto al que llegó en las sentencias de casación del 7 de
septiembre de 2011 y del 26 de noviembre de 2011, pues, aunque no se discute que los principios de
concentración e inmediación, en cuanto soporte del principio de oralidad, son parte sustancial del sistema
penal acusatorio, no es posible mantener una regla rígida de repetición del juicio en los casos en que la
persona del juez que presenció las pruebas en las cuales se basa la sentencia, no es la misma que anuncia
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el sentido del fallo y profiere la sentencia, pues, debe precisarse, en la medida que no se trata de principios
absolutos, en todos los eventos será necesario ponderar los efectos del ámbito de protección de los
principios procesales, en orden a precaver la afectación de principios de mayor alcance tuitivo o decisiones
infortunadas, arbitrarias e injustas frente a los derechos de las víctimas o terceros involucrados en la
actuación
Estima la Sala necesario, para una correcta evaluación del tema, asumir el examen de los siguientes tópicos
el principio de acceso a la administración de justicia; (Il) el principio de inmediación frente a otros
principios y derechos; (Ill) el caso concreto.»
«Aparece evidente que el principio de inmediación no comporta la naturaleza y efectos superlativos que
se estimaron en las decisiones jurisprudenciales ampliamente reseñadas en precedencia y, en
consecuencia, su limitación o afectación no necesariamente implica que deba acudirse al mecanismo
extremo de la nulidad. La Sala, visto que el principio en estudio debe balancearse con otros de igual o
superior cariz protectivo, entre ellos el de acceso a la justicia en su componente de celeridad, junto con
los derechos de los menores, las víctimas y testigos, ha de advertir que no necesariamente debe
propenderse por el remedio extremo de la nulidad en los casos en los que el funcionario encargado de
emitir el fallo estuvo ausente de la práctica probatoria fuerte.
Ello, se resalta, porque en sí mismo el principio de inmediación no representa un valor constitucional, legal
o procesal obligado de respetar de manera absoluta, superior, y ni siquiera de la misma jerarquía, a otros
inmanentes que deben privilegiarse. (…) De esta manera, nunca la sola afirmación de que el juez encargado
de emitir el fallo –o su sentido- es distinto de aquel encargado de presenciar la práctica probatoria
trascendente, puede conducir a la anulación del juicio oral, consecuencia que, de solicitarse, obliga
demostrar grave afectación de otros derechos o principios fundamentales.»
«La nulidad sólo puede decretarse excepcionalmente, cuando se cumplan (en conjunción) dos
presupuestos: (i) que no se afecten de forma importante o grave otros derechos fundamentales; (ii) que
el cambio de funcionario no obedezca a situaciones ingobernables para el funcionario o la administración.
Debe precisar la Corte que la decisión en ciernes no significa sacrificar absolutamente, o mejor, eliminar
el núcleo central del principio de inmediación, en tanto, no puede desconocerse cómo al día de hoy los
adelantos tecnológicos, facultan remplazar con una fidelidad bastante aceptable la verificación in situ que
realiza el juez dentro de la audiencia.>>
DECISIÓN: No casa.