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EL AGUA EN LOS CULTIVOS

Las necesidades de agua para riego dependen de las necesidades hídricas de los cultivos y del
agua que está disponible para los mismos de forma natural (precipitación efectiva, humedad del
suelo, etc.). Una parte puede estimarse basándose en las condiciones climáticas, pero otra
depende de procesos fisiológicos de la planta para los que no hay cifras disponibles, lo que hace
necesario el uso de modelos.

El 80% de las tierras cultivadas se riegan con lluvia. El 20% restante que es regadío supone el
40% de la producción total de alimentos.

La capacidad de un suelo para retener agua disponible para las plantas depende principalmente de
la textura del suelo. En general, los suelos arcillosos pueden retener mayor cantidad de humedad
que los suelos livianos o arenosos. El agua se mueve a través del suelo principalmente por el flujo
masal generado por los gradientes de presión en la masa de suelo. De esta forma el agua se
mueve desde regiones de alto contenido de humedad, donde hay macroporos llenos de agua,
hacia regiones de menor contenido de humedad, donde solo hay agua en poros de menor tamaño.
A medida que la planta absorbe el agua del suelo, cerca de la superficie de la raíz se crea una
zona donde el potencial osmótico es bajo, con lo cual se genera un flujo masal de agua
proveniente de regiones del suelo cercanas y con mayor potencial osmótico.

Los ecosistemas naturales y la agricultura son los mayores consumidores del agua dulce de la
Tierra. Por esta razón es tan importante aprender a utilizarla de manera eficiente para conservar la
sostenibilidad del ecosistema.

Se debe incrementar la productividad del agua en la agricultura. Para lo cual es necesario crear
estrategias que ordenen los recursos hídricos de forma cuidadosa y estudiada.

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