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ENCUENTRO DEL CACIQUE NICARAO Y EL CONQUISTADOR GIL

GONZALEZ.

Un día como hoy, a principios del siglo XVI, tuvo lugar en el poblado indígena de Quauhcapolca
(“lugar de las grandes arboledas”, llamado erradamente Nicarao-callí por algunos historiadores) el
encuentro pacífico de los primeros conquistadores con los indígenas de filiación náhuatl que
habitaban el istmo de Rivas. Aquí se sintetiza y se registran la mayoría de las interpretaciones que
sobre dicho encuentro (“diálogo de los siglos” lo llamó un historiador guatemalteco) se han
realizado.

El requerimiento y su justificación legal

A una jornada de la sede del cacique Nicaragua (en realidad su nombre indígena era Macuil
Miquiztli) el conquistador Gil González Dávila envió a sus cuatro intérpretes (muchachos de
Nicoya capturados en 1819 por dos lugartenientes de Pedrarias y conducidos a Panamá, donde
aprendieron español) con la propuesta rutinaria que justificaba legalmente las acciones de los
invasores: el llamado “requerimiento”. Es decir: que se convirtiese al cristianismo y se
transformase en vasallo del Rey de España, a quien representaba, porque si se negaba a ello iba a
reducirlo a la fuerza.

El Cacique contestó el mensaje mandándole a decir, con cuatro de sus principales, que aceptaba la
amistad por el bien de la paz, y aceptaría la fe nueva si le parecía tan buena como se la elogiaban.
Y en la soleada mañana del lunes 5 de abril de 1523, González Dávila ordenó a su tropa marchar
en orden, con sus cuatro caballos adelante y las banderas desplegadas. Al sonido de trompetas y
timbales fueron al encuentro del gran cacique, quien les dio la bienvenida y alojó en las viviendas
reservadas a sus nobles. Les entregó el equivalente en oro de 18,500 pesos castellanos, la mayor
contribución ofrecida a los extraños huéspedes hasta ese momento. En retribución, González
Dávila obsequió a Nicaragua un traje de seda, una camisa de lino y una gorra de color rojo.

Las preguntas del cacique Nicaragua

Durante dos o tres días, Cacique y Capitán sostuvieron una conversación sobre cosas terrenales y
celestiales. Según Mártir de Anglería, el primero le hizo al segundo once preguntas:
1) acerca “de un cataclismo pasado que había ahogado la tierra con todos los hombres y animales
[...] y si vendría otro” (el diluvio);
2) “si alguna vez la tierra se voltearía boca arriba”;
3) “del fin general del linaje humano, y de los paraderos destinados a las almas cuando salen de la
cárcel del cuerpo, del estado del fuego que un día ha de enviar, cuándo se cesarán de alumbrar el
sol, la luna y demás astros; del movimiento, cantidad, distancia y efectos de los astros y de otras
muchas cosas”;
4) “sobre el soplar de los vientos, la causa del calor y del frío, y la variedad de los días y las
noches”.

5) “Si se puede sin culpa comer, beber, engendrar, cantar, danzar, ejercitarse en las armas”;
6) “qué deberían hacer ellos para agradar a aquel Dios que él (González Dávila) predicaba cual
autor de todas las cosas”;
7) debido al desacuerdo manifestado ante la inminente privación del ejercicio de la guerra,
preguntó: “adónde habían de tirar sus dardos, sus yelmos de oro, sus arcos y sus flechas, sus
elegantes arreos bélicos y sus magníficos estandartes militares”, razonando: “¿Daremos todo esto
a las mujeres para que ellas lo manejen? ¿Nos pondremos nosotros a hilar con los husos de ellas,
y cultivaremos nosotros la tierra rústicamente?”

Finalmente, Nicaragua preguntó:

8) sobre “el misterio de la cruz y utilidad de adorarla; y


9) “acerca de la distribución de los días” (de las actividades según la doctrina cristiana).

El mismo Anglería revela dos preguntas más dirigidas por el cacique al intérprete:

10) “Si esta gente tan sabia [los españoles] venían del cielo”; y
11) “si habían bajado en línea recta, o dando vueltas o formando arcos”.

Cabe considerar un dato curioso y oportuno, se abstuvo de explicar “las ceremonias y sanguinaria
inmolación de víctimas humanas”. Siguiendo al cronista, esta actitud fue interpretada como un
mecanismo de ocultación, del que se percató el capitán español, y sin haber sido requerido, habló
al respecto, condenando tales sacrificios paganos.

Pero Gil González no pudo resolver todo ese corpus de interrogantes cosmológicos y
antropológicos. Dice el cronista del Papa: “Aunque Gil es hombre de ingenio y aficionado a leer
libros traducidos del latín, no tenía la erudición necesaria para dar acerca de ellos otra respuesta”.

Si añadimos las cuatro preguntas que consigna el cronista López de Gómara fueron quince, en
esencia, las que formuló Nicaragua:
“Preguntó, asimismo, si moría el Santo Padre de Roma, vicario de Cristo, Dios de los cristianos
(12);
y cómo Jesús, siendo Dios, es hombre, y su madre, virgen, pariendo (13);
y si el emperador y rey de Castilla, de quien tantas proezas, virtudes y poderío contaban, era mortal
(14);
y para qué tan pocos hombres querían tanto oro como buscaban” (15).

Un bautizo aparente

Al margen de su cuestionador repertorio, el Cacique aceptó ser bautizado con su familia y 9,017
de los suyos; convino también en erigir una cruz sobre un montículo escalonado, en el orchilobo
(posiblemente el altar de sacrificios), lo cual llevó a cabo seguido por su séquito en procesión
solemne, acto que conmovió a los mismos españoles. Correspondió al fraile mercedario Diego de
Agüero, único religioso de la expedición, hacer llover agua bendita sobre las miles de cabezas de
los nuevos conversos, quienes imitaron obedientes el extraño rito al que se había sometido en
apariencia su señor.

Toma de posesión de la Mar Dulce

Los españoles no se percataron de inmediato de la presencia del Lago, pero lo descubrieron y


tomaron posesión del mismo pocos días después: el lunes 12 de abril. Relata el escribano de la
expedición San Juan de Salinas: “Allegóse [González Dávila] a la costa de la dicha mar dulce”.
Bebió agua —recogida en mi sombrero—, con sus acompañantes —entre ellos el tesorero
Cereceda y el cura Agüero— hizo la toma y mandó al alférez alzar tres veces la bandera real,
diciendo: “Biba la muy católica cesárea majestad del emperador e rey nuestro señor e rey natural
de toda esta costa e mar dulce, descubierto e por descubrir e posehedór de ella”. Al salir del agua,
cortó con su espada las ramas de un árbol vecino y arrancó algunas yerbas del suelo, en señal
igualmente de posesión y dominio; en seguida, los restantes peninsulares --dispuestos a agredir a
quien manifestase lo contrario-- expresaron su disposición de defender lo descubierto y poseído
en nombre de la corona.

“Toba, toba, xuja”

Trasladándose seis leguas hacia el norte, a la “provincia” de Nochari —integrada por seis
pueblos—, González Dávila logró que se bautizasen 12,600 indios, y recibió 33,000 pesos en oro
como tributo, según la cuenta el tesorero Andrés de Cereceda.

Estando en Coatega, llegó a visitarle otro poderoso cacique: Diriangén, acompañado de una
comitiva deslumbrante. Diriangén no aceptó el bautismo inmediato, sino que prometió volver a
los tres días. Esto lo hizo el sábado 17 de abril, a mediodía, para combatirlo. El jefe indígena fue
vencido (indudablemente por la superioridad de las armas), pero González Dávila tuvo que
retirarse. Al pasar por Quauhcapolca, los indios del cacique Nicaragua, ocultos, le esperaban
armados y lucharon contra las huestes conquistadoras desde las once de la mañana hasta caer la
tarde. Al fin solicitaron la paz, y el capitán español se las concedió. Ellos le contestaron antes de
que González Dávila partiese: “teba, teba, xuja”: “está bien, ándate, vete en buena hora” y “Toya,
toya”, varias veces, que quiere decir “Anda, corre”. “Toya” funciona como imperativo del verbo
toyana que expresa la idea de rapidez. Le instaban, en pocas palabras, a largarse. Evidentemente,
ambos caciques combatieron, nada más que en forma distinta.

La anterior resistencia fue confirmada por otro cronista de indias, pero en lengua italiana: Girolamo
Benzoni, quien vino a Nicaragua en 1546 y permaneció aquí más de doce meses. En esa visita
trató a otro cacique del pueblo de Nicaragua, llamado don Gonzalo, que había sobrevivido a la
etapa sangrienta de la conquista, hablaba fluido castellano y se había bautizado. Pues bien, Benzoni
inserta el testimonio de don Gonzalo, o visión de los vencidos, más un singular razonamiento sobre
la bribonería conquistadora, ya dentro de las concepciones cristianas. Tal razonamiento era la de
un auténtico converso y tan admirable como el de su antecesor, el cacique Nicaragua, reconocido
por los cronistas citados.
Darío, PAC, Láscaris, Incer

De ellos sobresale López de Gómara al dejar esta frase memorable sobre su curiosidad filosófica:
“Y nunca indio alguno, a lo que alcanzo, habló como él a nuestros españoles”. Frase que nuestro
Rubén Darío, en su libro El viaje a Nicaragua (1909) fue el primero en transcribir y valorar. Otra
acotación, relacionada con la frase que acuñó Gómara, pertenece a Pablo Antonio Cuadra: “A
través del cuestionario del Cacique, la agudeza y sabiduría aparecen muy compendiadas, ya que
los cronistas, aunque admirando al indígena filósofo, no nos copian sus pláticas, réplicas y contra-
réplicas, sino la lista escueta de algunas de sus preguntas. En ellas se advierte, sin embargo, una
extraordinaria inquietud por conocer y saber, más una curiosidad científica por hallar respuesta a
los grandes problemas de los hombres de su tiempo y su relación con el universo y la naturaleza”.

Más concreto resultó Constantino Láscaris, que ante todo confirma el adjetivo de filósofo al
Cacique, y no duda de la autenticidad de las preguntas, “pues corresponden al nivel animista de su
pueblo” y responden a tres preocupaciones: “información sobre los españoles, información sobre
su dios, y las dos últimas, que piden información sobre el estatus de su pueblo cuando dependan
del dios de los españoles”. Y agrega que el diálogo en cuestión “debe leerse en función del
requerimiento”.

Focalizando su atención en algunas de las preguntas, Jaime Incer observa: “No podía responder
Gil González a las preguntas del Cacique. En aspectos cosmológicos, la Europa del principio del
siglo XVI todavía aceptaba el modelo geocentrista de Ptolomeo. Como una paradoja, el cómputo
del tiempo era menos preciso en el viejo continente, que el heredado por los varios grupos
mesoamericanos de los sabios atrónomos de Copán”. Y puntualiza sobre el aspecto señalado por
Darío: “Los indígenas pusieron también reparo a todo lo que impidiera el baile y la embriaguez,
aduciendo que con tales actos no perjudicaban a nadie. En realidad, ambas acciones eran parte
importante de la propia liturgia indiana.”

Conclusión
Otros autores han dedicado su atención al Encuentro: pero no es posible resumirlos esta vez. Basta
concluir que nuestra tierra fue el único escenario en el continente americano donde se dio un
encuentro de indiscutible dimensión filosófica. Láscaris recuerda la diplomática-desconcertada de
Moctezuma y la viril de Cuauhtemoc; pero la de Nicaragua es peculiar. “No es simplemente un
cacique curioso —anota—, o receloso, o amistoso”. Él sabía que tendría que ir a la guerra. Pero
antes, prudentemente, aceptó escuchar al “otro” e intentó comprenderlo, dando un ejemplo y una
lección. Un ejemplo de apertura inteligente y una lección de racional defensa, aliándose con el
cacique vecino tan poderoso como él. Prefirió la reflexión estratégica antes que la directa acción
bélica, pero digna y orgullosa, de Diriangén. Por algo el cronista Herrera llama a éste “cacique
guerrero y valiente”. Y López de Gómara define a Nicaragua —frase ya citada por Darío— “agudo
y sabio en sus ritos y antigüedades”.

LIC:RENE DAVILA / 10090011


Diálogo entre el Cacique Nicarao y Gil González Dávila. Ficción o
realidad
10 Febrero 2015 , Escrito por Franklin Sandino Etiquetado en #Cultura

En una de las crónicas de Pedro Mártir de Angleira, referente a la expedición de Gil


González a Nicaragua al partir de Panamá en 1522, al encontrarse en la provincia del
Cacique Nicarao; se nos revela algo que resultó inesperado para el expedicionario: la innata
curiosidad que abrumaba al gran líder y jefe de aquella provincia. Dávila en sus
negociaciones con Nicarao para el sometimiento de la tribu a la corona española, se vio
sorprendido e invadido por una serie de preguntas acerca de la naturaleza, donde el
expedicionario al verse desarticulado, sin recursos para responder titubeó enrumbando la
conversación más bien a una predica. Nicarao a pesar de que entabló amistad con González,
no era fácil de convencer, aquellas nuevas ideas basadas en un Dios providencialista
omnipotente y omnisciente debían ser el reemplazo a todo aquel agregado de creencias
politeístas llenas de rituales y sacrificios, propios de su cultura. Presentar al Rey de España
como la máxima autoridad al que le deberían obediencia y respeto, autorizado por el
representante de Cristo en la tierra para colonizar al nuevo mundo.

Entre las preguntas del Cacique figuran:

¿Cuáles son las causas del calor y del frío?

¿Por qué el día y la noche?

¿Alguna vez la Tierra se va a voltear boca arriba?

¿Ha escuchado hablar de un gran diluvio que acabo con la humanidad? ¿Volverá Dios a
naufragar la tierra?
¿Qué sucede después de la muerte?

¿Cómo se mueven el Sol, la Luna y las Estrellas? ¿A qué distancia se encuentran? ¿Cuándo
dejaran de brillar?

¿Cuándo cesará de alumbrar el sol?

Dada la escasa instrucción de Gil González, narra de Angleira, no le quedó más que asignar
todos los fenómenos a la Divinidad.

A pesar de los cuestionamientos del escritor Fernando Silva, quien aduce que esta podría
ser una historia ficticia. Pero suponiendo que fuera real, es digna de admiración la
inteligencia del Cacique Nicarao que a su vez cuestiona: si ya hubo un Diluvio,_ ¿entonces
vendrá otro? dado que el primero se debió a las inequidades de los hombres. _Gil, No habrá
otro, un día ha de suceder que todo quede reducido a ceniza por llamas de fuego enviadas
desde el cielo. También interrogó acerca de los misterios de la Cruz, donde González
respondió sin dificultad. Todo indica que Nicarao tenía cierto grado de escepticismo a las
nuevas creencia, su sentido de la razón lo condujo a llevar la fiesta en paz y no
comprometer la seguridad de su tribu. Gil González gran predicador su principal misión
evangelizar, a través de este proceso civilizar y poner aquellas tierras a disposición de la
corona. No así Diriangén quien les hizo creer de su convencimiento, para luego resistir y
batallar obligándolos a retirarse.

Probablemente los nicaragüenses estemos impregnado con esa chispa de curiosidad de la


que disponía Nicarao por saber y conocer sobre el mundo , algo típico de nuestros
aborígenes la capacidad que supuestamente tenían de generar preguntas y buscar una
explicación convincente, puede ser una señal de que en la actualidad estemos buscando
respuestas a muchas dudas que todavía nos asedian.

Igual si la historia es falsa como aduce el Doctor Fernando Silva, quien la inventó tuvo que
basarse en algún encuentro y una interacción; quizás por señas, dada la dificultad del
idioma entre los aborígenes y los conquistadores. Lo medular es resaltar que en esa época el
oscurantismo predominante no daba lugar al saber científico, la imperante verdad absoluta
e incuestionable de los medievales debió verse amenazada por aquellos supuestos bárbaros
a los que no fue tarea fácil perpetrar la transculturización, sin lugar a duda una etapa donde
los colonos no disponían de explicaciones convincentes a los fenómenos de la naturaleza.

http://benjamin71.over-blog.com/2015/02/dialogo-entre-el-cacique-nicarao-y-gil-gonzalez-davila-
ficcion-o-realidad.html

Nicaragua: Cacique Nicarao, un inteligente sumiso


Nicarao. el entregista

Nicarao, un cacique existente en una etapa de conquista y dominación española, después


que Cristobal Colon llegara a Nicaragua el 12 de septiembre de 1502, era el siglo 16

El Cacique tenía dominios que se encontraban entre el lago de Nicaragua y el litoral


Pacifico. Dicen que cooperó con el conquistador español Gil González Dávila en su
penetración hacia el Norte del territorio nicaragüense, pero presionado por los pobladores
tuvo que atacar a su regreso en 1522. Su nombre dio origen al de Nicaragua.

El cacique Nicaragua o Nicarao, considerado como el más poderoso cacicazgo del pacífico
de Costa Rica y Nicaragua al momento de la llegada de los españoles. Fueron contactados
por el capitán de conquista Gil González Dávila, en 1519.

Dicen que el famoso cacique obligó al capitán a un diálogo filosófico inusual que dejó
perplejo al peninsular. Más tarde, en 1524, combatidos y asolados por el conquistador
Francisco Hernández de Córdoba.

Nicarao de origen nahua, Sus antepasados arribaron al territorio nicaragüense en el siglo


XII. Procedentes del centro de México, de las regiones de Ticomega y Maguatega, en el valle
de Cholula, de donde migraron alrededor del año 800 d.C., a la zona del Soconusco, en el
sureste mexicano, donde permanecieron un período.

Corresponde a la época de la caída de Teotihuacan y a la dispersión de los toltecas, a manos


de pueblos olmecas. Las fuentes refieren que alrededor del año 1200 d.C. arribarían a
Nicaragua, desplazando de la zona del istmo de Rivas a los Chorotegas a quienes derrotaron
militarmente.

Nicarao aún Hablaba el idioma mexicano antiguo o nahuat y aún asumía parte de la cultura
y cosmovisión mesoamericana de la época, incluyendo el calendario, el poder político
militarista y la religión (Chapman; 1974).

Nicarao manejó un sistema político de un cacicazgo, con gobierno centralizado,


patriarcal, con un consejo de ancianos que llamaban Monexico, donde se tomaban decisiones
de importancia pública.
Especialistas contemporáneos estiman que Nicarao manejó una población de los
Nicaraos de 70 mil personas (Carmack, 2002; Werner, 2000).

Es posible conocer elementos de la cultura de Nicarao de la época y. el diálogo de


Nicarao y el conquistador Gil González, por medio de lenguas o traductores,

La misma fue recogida por el cronista italiano Pedro Martyr de Angleria, quien tomó la
información de las cartas del mismo conquistador así como el testimonio de Andrés de
Cereceda,

El cronista Cereceda fue uno de los cinco testigos de ese diálogo.El Italiano Pedro Martyr
de Angleria la publicó en 1524. En el diálogo se expresa la cosmovisión d y pensamiento de
los nicaraos.

Los cronistas españoles, en especial la obra lograda por el cura Bobadilla, publicada por
Oviedo. Ellos interrogan s los pueblos de Nicaraos , Chorotegas y Maribios.

El interrogatorio entre conquistadores y los caciques indígenas, revelan nociones sobre la


cosmovisión indígena así se puede apreciar la cultura de los españoles en la forma en que se
construían las preguntas. Es interesante el diálogo entre Nicarao y Gil González sobre el
diluvio:
la conversación sobre varios asuntos, fue entre Gil, capitán de las tropas invasoras, y el
cacique Nicaragua, mediante un intérprete nacido no lejos del reino de Nicaragua y educado
por Gil, y que hablaba bastante bien el idioma de ambos,

Hablaron acerca de un cataclismo pasado que había anegado toda la tierra con todos
los hombres y animales, según él lo había oído de sus mayores. Gil le dijo que se creía lo
mismo. Preguntó si se pensaba que vendría otro, le respondió Gil que no, sino que así
como una vez habían perecido todos los animales, excepto unos pocos, en un diluvio de agua
a causa de las iniquidades de los hombres
.
Aunque Gil tenía buen ingenio y era aficionado a manejar libros en romance, traducidos del
latín, pero no había alcanzado tanta instrucción que pudiera dar a todo esto otra respuesta
sino que la Providencia se reservaba en su pecho el conocimiento de aquellas cosas.

Después de esto, descendiendo Nicaragua y sus cortesanos a las cosas terrenas,


preguntaron si se puede sin culpa comer, beber, engendrar, jugar, cantar, danzar,
ejercitarse en las armas. Les respondió de este modo: dijo que es preciso comer y beber,
pero que en esto se ha de evitar la gula

Habko Gil también, que es lícito el trato conyugal pero solo con una mujer.y ésta unida con
el vínculo del matrimonio. ..La cultura de los Nicaraos, como la de los chorotegas, de
Nicaragua, tiene una estrecha relación con el agua, el aire, la tierra y el fuego.

Los antecesores de Nicarao a su arribo a Nicaragua está relacionado a un mito de origen


que los liga a OMETEPE término que no solamente es el nombre que dieron a la isla situada
en el Lago de Nicaragua o Lago Cocabolca o Cocibolca, sino que ésta, caracterizada por
poseer dos volcanes, uno de ellos activo, para la época y contiene un principio mitológico
sobre la morada de una pareja de dioses creadores.

El lago también era llamado AYAGUALO, traducido por los filólogos como el círculo del
agua. El hecho de constituir Ometepe una ideología que sustenta el acontecimiento histórico
de su llegada al pacífico de Nicaragua y el desplazamiento militar que hicieron de sus
parientes los Chorotegas,

Ya Nicarao compartía el concepto mítico de Ometepe, y era una característica


mesoamericana de ambas culturas, como lo viene a ser su apego a las guerras floridas y a los
sacrificios humanos para el contento de sus violentos dioses.

Nicarao siguió la profecía de uno de sus sacerdotes que les orientaba en su migración
desde el Soconusco, México, a la búsqueda de una isla con dos volcanes, de allí Ometepe,
que en nahua significa ome, dos; tepe, cerro o volcán.

Ometepe a la vez está ligado a los dioses creadores Tamagastat y Cipattoval, la pareja
de teotes creadores del universo que asumia entenderlo asi Nicarao, ademas que creía que la
morada se encontraba en el lugar donde nace el sol.

Desde la posición de la capital de los nicaraos, llamada Quatzapolca, situada en la orilla


continental de lago, el sol surgía de los dos volcanes de la isla. Tamagastat y Cipattoval
recrearon el mundo, la gente, los animales, las estrellas, todo lo existente, luego de una
catástrofe provocada por el agua que inundó el mundo y acabó con la vida.

La lluvia, el agua, es proporcionada por Quiateot, hijo de Omeyateite y Omeyatecigoat,


que también tienen su morada donde sale el sol, y están representados por los volcanes de la
isla.

El aire es representado por Chiquinat y Hecat.

-Los conquistadores se aparecieron desde tres flancos, con Pedrarias, Cortés y Gil González.
Este último llegó a la Villa Puerto de Bruselas en el Golfo de Nicoya.

El cacique Nicoya los recibió con miedo , sin oponerles resistencia, se sometió y bautizó a
sus indios para deshacerse de los extranjeros y pasan a tierras del cacique Nicarao, o
Nicaragua, que vivía más al Norte, donde ahora es Rivas, a orillas del Gran Lago.

Nicarao Calli , advertido por su vecino Nicoya, también recibió a los españoles con regalías
de oro, se sometió y bautizó a su gente sin oponerles tampoco resistencia. Lo mismo hicieron
los caciques Ochomogo, Mombacho, Nandaime y Gotega, de la Provincia de Nochari.

Nicarao, pasándose de vivo, quiso aprovechar la presencia de los invasores que creía
inmortales, para que se enfrentaran al poderoso Cacique Diriangén, con quien se mantenía
peleando por los territorios de caza, y vivía más al Norte, en lo que ahora es Carazo y parte
de Managua y León.
Diriangén, que no era ningún pendejo, mandó una comitiva de 200 indios con adornos de
oro, indias vírgenes, frutas y abundante comida y bebida. Pero su seguridad iba en esa
comitiva y observaba a los inmortales con mucha atención.

Al día siguiente, después de la noche de bacanal y orgía, uno de los espía de Diriangén
observó a un español que salía de la choza vomitando por la gran goma de chicha y la hartada
de la noche anterior.

El indio lo siguió de cerca y observó cuando el conquistador se quitaba el casco metálico, la


coraza y la espada, se bajaba los pantalones y evacuaba, limpiándose con las hojas del
matorral donde se había agazapado.

El indígena no se quedó con la duda y fue a inspeccionar lo que el español había dejado, y
metiendo el dedo en la torta amarilla y caliente, se llevó el dedo a la nariz con el natural
rechazo, refiere una crónica india

Según el relato, la comitiva regresó a los territorios de Diriangén cargando con todas las
mujeres desveladas, y cuando el cacique preguntó a sus emisarios cómo eran esos hombres
inmortales.

El que había observado toda la escena del español, “cuadrándose militarmente” ante el
cacique, le expresó:”mire jefe, esos se hartan más que los sahinos, beben más que los
pescados, tienen sexo y defecan como nosotros, – SE MUEREN-- resumió el Indigena

Y así, el cacique Diriangén informado de las debilidades humanas de los “inmortales


conquistadores”, dirigió sus tribus en armas contra ellos el 17 de abril de 1523, y los sacó
huyendo hasta Panamá, colindante con Nicaragua, pues ni La Nueva Cartago ni la Costa Rica
existían entonces.

Los españoles en su huida dejaron la mitad del oro regalado y robado, y al verlos pasar en
estampida, hasta los otros indios antes tan sumisos les gritaban improperios a los barbudos
españoles para que se fueran de sus tierras

Nicarao era inteligente, pero su grnio no sirvió para evitar el genocidio de los españoles
posteriormente y desde entonces “la nicaraguanidad misma”, se forjó y quedó marcada
indisolublemente y para siempre.

El encuentro de Gil González en el Golfo de Chira, San Lúcar o Nicoya, con el cacique
Nicoya, en cuyas tierras los españoles fundaron antes de León y Granada la Villa de
Bruselas”, y influyeron en Nicarao que habitaba San Jorge (Rivas)-

Nicarao dicen que era teólogo y su referencia principal, es haber efectuado un diálogos con
el conquistador Gil González)

El diálogo se produjo en el lugar donde ahora se yergue un triste monumento a la cobardía


y a la sumisión de Nicoya y Nicarao, y simboliza para algunos “El Encuentro de Los dos
Mundos” que también llaman “ La Cruz de España”
Esto es una muestra antropológica de un sector de nicaragüenses que dejaron la sumisión de
los españoles y acogieron a otros extranjeros, Ingleses en el caso del Caribe

Posterior acogieron a los norteamericanos y unos cuantos llamaron a la intervención gringa


, iniciada con William Walker y posterior asumieron las invasiones y hasta hoy, todavía
entienden que la voz de Dios esta en boca del Presidente de turno de los Estados Unidos de
América es la que debe oírse, no la nuestra, igual que Nicoya y Nicarao lo hicieron con los
españoles-

https://carlosagaton.blogspot.com/2010/03/nicaragua-cacique-nicarao-un.html

Nicaragua-Gil González hace 486 años

Encuentro del cacique y el conquistador


Un día como hoy, a principios del siglo XVI, tuvo lugar en el poblado indígena de
Quauhcapolca (“lugar de las grandes arboledas”, llamado erradamente Nicarao-callí por
algunos historiadores) el encuentro pacífico de los primeros conquistadores con los indígenas
de filiación náhuatl que habitaban el istmo de Rivas

Un día como hoy, a principios del siglo XVI, tuvo lugar en el poblado indígena de
Quauhcapolca (“lugar de las grandes arboledas”, llamado erradamente Nicarao-callí por
algunos historiadores) el encuentro pacífico de los primeros conquistadores con los indígenas
de filiación náhuatl que habitaban el istmo de Rivas. Aquí se sintetiza y se registran la
mayoría de las interpretaciones que sobre dicho encuentro (“diálogo de los siglos” lo llamó
un historiador guatemalteco) se han realizado.

El requerimiento y su justificación legal


A una jornada de la sede del cacique Nicaragua (en realidad su nombre indígena era Macuil Miquiztli)
el conquistador Gil González Dávila envió a sus cuatro intérpretes (muchachos de Nicoya capturados
en 1819 por dos lugartenientes de Pedrarias y conducidos a Panamá, donde aprendieron español) con
la propuesta rutinaria que justificaba legalmente las acciones de los invasores: el llamado
“requerimiento”. Es decir: que se convirtiese al cristianismo y se transformase en vasallo del Rey de
España, a quien representaba, porque si se negaba a ello iba a reducirlo a la fuerza.

El Cacique contestó el mensaje mandándole a decir, con cuatro de sus principales, que aceptaba la
amistad por el bien de la paz, y aceptaría la fe nueva si le parecía tan buena como se la elogiaban. Y
en la soleada mañana del lunes 5 de abril de 1523, González Dávila ordenó a su tropa marchar en
orden, con sus cuatro caballos adelante y las banderas desplegadas. Al sonido de trompetas y timbales
fueron al encuentro del gran cacique, quien les dio la bienvenida y alojó en las viviendas reservadas
a sus nobles. Les entregó el equivalente en oro de 18,500 pesos castellanos, la mayor contribución
ofrecida a los extraños huéspedes hasta ese momento. En retribución, González Dávila obsequió a
Nicaragua un traje de seda, una camisa de lino y una gorra de color rojo.

Las preguntas del cacique Nicaragua


Durante dos o tres días, Cacique y Capitán sostuvieron una conversación sobre cosas terrenales y
celestiales. Según Mártir de Anglería, el primero le hizo al segundo once preguntas: 1) acerca “de un
cataclismo pasado que había ahogado la tierra con todos los hombres y animales [...] y si vendría
otro” (el diluvio); 2) “si alguna vez la tierra se voltearía boca arriba”; 3) “del fin general del linaje
humano, y de los paraderos destinados a las almas cuando salen de la cárcel del cuerpo, del estado
del fuego que un día ha de enviar, cuándo se cesarán de alumbrar el sol, la luna y demás astros; del
movimiento, cantidad, distancia y efectos de los astros y de otras muchas cosas”; 4) “sobre el soplar
de los vientos, la causa del calor y del frío, y la variedad de los días y las noches”.

5) “Si se puede sin culpa comer, beber, engendrar, cantar, danzar, ejercitarse en las armas”; 6) “qué
deberían hacer ellos para agradar a aquel Dios que él (González Dávila) predicaba cual autor de todas
las cosas”; 7) debido al desacuerdo manifestado ante la inminente privación del ejercicio de la guerra,
preguntó: “adónde habían de tirar sus dardos, sus yelmos de oro, sus arcos y sus flechas, sus elegantes
arreos bélicos y sus magníficos estandartes militares”, razonando: “¿Daremos todo esto a las mujeres
para que ellas lo manejen? ¿Nos pondremos nosotros a hilar con los husos de ellas, y cultivaremos
nosotros la tierra rústicamente?”

Finalmente, Nicaragua preguntó: 8) sobre “el misterio de la cruz y utilidad de adorarla; y 9) “acerca
de la distribución de los días” (de las actividades según la doctrina cristiana). El mismo Anglería
revela dos preguntas más dirigidas por el cacique al intérprete: 10) “Si esta gente tan sabia [los
españoles] venían del cielo”; y 11) “si habían bajado en línea recta, o dando vueltas o formando
arcos”. Cabe considerar un dato curioso y oportuno, se abstuvo de explicar “las ceremonias y
sanguinaria inmolación de víctimas humanas”. Siguiendo al cronista, esta actitud fue interpretada
como un mecanismo de ocultación, del que se percató el capitán español, y sin haber sido requerido,
habló al respecto, condenando tales sacrificios paganos.

Pero Gil González no pudo resolver todo ese corpus de interrogantes cosmológicos y antropológicos.
Dice el cronista del Papa: “Aunque Gil es hombre de ingenio y aficionado a leer libros traducidos del
latín, no tenía la erudición necesaria para dar acerca de ellos otra respuesta”.

Si añadimos las cuatro preguntas que consigna el cronista López de Gómara fueron quince, en
esencia, las que formuló Nicaragua: “Preguntó, asimismo, si moría el Santo Padre de Roma, vicario
de Cristo, Dios de los cristianos (12); y cómo Jesús, siendo Dios, es hombre, y su madre, virgen,
pariendo (13); y si el emperador y rey de Castilla, de quien tantas proezas, virtudes y poderío
contaban, era mortal (14); y para qué tan pocos hombres querían tanto oro como buscaban” (15).

Un bautizo aparente
Al margen de su cuestionador repertorio, el Cacique aceptó ser bautizado con su familia y 9,017 de
los suyos; convino también en erigir una cruz sobre un montículo escalonado, en el orchilobo
(posiblemente el altar de sacrificios), lo cual llevó a cabo seguido por su séquito en procesión
solemne, acto que conmovió a los mismos españoles. Correspondió al fraile mercedario Diego de
Agüero, único religioso de la expedición, hacer llover agua bendita sobre las miles de cabezas de los
nuevos conversos, quienes imitaron obedientes el extraño rito al que se había sometido en apariencia
su señor.

Toma de posesión de la Mar Dulce


Los españoles no se percataron de inmediato de la presencia del Lago, pero lo descubrieron y tomaron
posesión del mismo pocos días después: el lunes 12 de abril. Relata el escribano de la expedición San
Juan de Salinas: “Allegóse [González Dávila] a la costa de la dicha mar dulce”. Bebió agua —
recogida en mi sombrero—, con sus acompañantes —entre ellos el tesorero Cereceda y el cura
Agüero— hizo la toma y mandó al alférez alzar tres veces la bandera real, diciendo: “Biba la muy
católica cesárea majestad del emperador e rey nuestro señor e rey natural de toda esta costa e mar
dulce, descubierto e por descubrir e posehedór de ella”. Al salir del agua, cortó con su espada las
ramas de un árbol vecino y arrancó algunas yerbas del suelo, en señal igualmente de posesión y
dominio; en seguida, los restantes peninsulares --dispuestos a agredir a quien manifestase lo
contrario-- expresaron su disposición de defender lo descubierto y poseído en nombre de la corona.

“Toba, toba, xuja”


Trasladándose seis leguas hacia el norte, a la “provincia” de Nochari —integrada por seis pueblos—
, González Dávila logró que se bautizasen 12,600 indios, y recibió 33,000 pesos en oro como tributo,
según la cuenta el tesorero Andrés de Cereceda.

Estando en Coatega, llegó a visitarle otro poderoso cacique: Diriangén, acompañado de una comitiva
deslumbrante. Diriangén no aceptó el bautismo inmediato, sino que prometió volver a los tres días.
Esto lo hizo el sábado 17 de abril, a mediodía, para combatirlo. El jefe indígena fue vencido
(indudablemente por la superioridad de las armas), pero González Dávila tuvo que retirarse. Al pasar
por Quauhcapolca, los indios del cacique Nicaragua, ocultos, le esperaban armados y lucharon contra
las huestes conquistadoras desde las once de la mañana hasta caer la tarde. Al fin solicitaron la paz,
y el capitán español se las concedió. Ellos le contestaron antes de que González Dávila partiese: “teba,
teba, xuja”: “está bien, ándate, vete en buena hora” y “Toya, toya”, varias veces, que quiere decir
“Anda, corre”. “Toya” funciona como imperativo del verbo toyana que expresa la idea de rapidez. Le
instaban, en pocas palabras, a largarse. Evidentemente, ambos caciques combatieron, nada más que
en forma distinta.

La anterior resistencia fue confirmada por otro cronista de indias, pero en lengua italiana: Girolamo
Benzoni, quien vino a Nicaragua en 1546 y permaneció aquí más de doce meses. En esa visita trató
a otro cacique del pueblo de Nicaragua, llamado don Gonzalo, que había sobrevivido a la etapa
sangrienta de la conquista, hablaba fluido castellano y se había bautizado. Pues bien, Benzoni inserta
el testimonio de don Gonzalo, o visión de los vencidos, más un singular razonamiento sobre la
bribonería conquistadora, ya dentro de las concepciones cristianas. Tal razonamiento era la de un
auténtico converso y tan admirable como el de su antecesor, el cacique Nicaragua, reconocido por los
cronistas citados.

Darío, PAC, Láscaris, Incer


De ellos sobresale López de Gómara al dejar esta frase memorable sobre su curiosidad filosófica: “Y
nunca indio alguno, a lo que alcanzo, habló como él a nuestros españoles”. Frase que nuestro Rubén
Darío, en su libro El viaje a Nicaragua (1909) fue el primero en transcribir y valorar. Otra acotación,
relacionada con la frase que acuñó Gómara, pertenece a Pablo Antonio Cuadra: “A través del
cuestionario del Cacique, la agudeza y sabiduría aparecen muy compendiadas, ya que los cronistas,
aunque admirando al indígena filósofo, no nos copian sus pláticas, réplicas y contra-réplicas, sino la
lista escueta de algunas de sus preguntas. En ellas se advierte, sin embargo, una extraordinaria
inquietud por conocer y saber, más una curiosidad científica por hallar respuesta a los grandes
problemas de los hombres de su tiempo y su relación con el universo y la naturaleza”.

Más concreto resultó Constantino Láscaris, que ante todo confirma el adjetivo de filósofo al Cacique,
y no duda de la autenticidad de las preguntas, “pues corresponden al nivel animista de su pueblo” y
responden a tres preocupaciones: “información sobre los españoles, información sobre su dios, y las
dos últimas, que piden información sobre el estatus de su pueblo cuando dependan del dios de los
españoles”. Y agrega que el diálogo en cuestión “debe leerse en función del requerimiento”.

Focalizando su atención en algunas de las preguntas, Jaime Incer observa: “No podía responder Gil
González a las preguntas del Cacique. En aspectos cosmológicos, la Europa del principio del siglo
XVI todavía aceptaba el modelo geocentrista de Ptolomeo. Como una paradoja, el cómputo del
tiempo era menos preciso en el viejo continente, que el heredado por los varios grupos
mesoamericanos de los sabios atrónomos de Copán”. Y puntualiza sobre el aspecto señalado por
Darío: “Los indígenas pusieron también reparo a todo lo que impidiera el baile y la embriaguez,
aduciendo que con tales actos no perjudicaban a nadie. En realidad, ambas acciones eran parte
importante de la propia liturgia indiana.”

Conclusión
Otros autores han dedicado su atención al Encuentro: pero no es posible resumirlos esta vez. Basta
concluir que nuestra tierra fue el único escenario en el continente americano donde se dio un
encuentro de indiscutible dimensión filosófica. Láscaris recuerda la diplomática-desconcertada de
Moctezuma y la viril de Cuauhtemoc; pero la de Nicaragua es peculiar. “No es simplemente un
cacique curioso —anota—, o receloso, o amistoso”. Él sabía que tendría que ir a la guerra. Pero antes,
prudentemente, aceptó escuchar al “otro” e intentó comprenderlo, dando un ejemplo y una lección.
Un ejemplo de apertura inteligente y una lección de racional defensa, aliándose con el cacique vecino
tan poderoso como él. Prefirió la reflexión estratégica antes que la directa acción bélica, pero digna y
orgullosa, de Diriangén. Por algo el cronista Herrera llama a éste “cacique guerrero y valiente”. Y
López de Gómara define a Nicaragua —frase ya citada por Darío— “agudo y sabio en sus ritos y
antigüedades”.
DEL TRÓPICO

¡Qué alegre y fresca la mañanita!


Me agarra el aire por la nariz:
los perros ladran, un chico grita
y una muchacha gorda y bonita,
junto a una piedra, muele maíz.

Un mozo trae por un sendero


sus herramientas y su morral:
otro con caites y sin sombrero
busca una vaca con su ternero
para ordeñarla junto al corral.

Sonriendo a veces a la muchacha,


que de la piedra pasa al fogón,
un sabanero de buena facha,
casi en cuclillas afila el hacha
sobre una orilla del mollejón.

Por las colinas la luz se pierde


bajo el cielo claro y sin fin;
ahí el ganado las hojas muerde,
y hay en los tallos del pasto verde,
escarabajos de oro y carmín.

Sonando un cuerno corvo y sonoro,


pasa un vaquero, y a plena luz
vienen las vacas y un blanco toro,
con unas manchas color de oro
por la barriga y en el testuz.

Y la patrona, bate que bate,


me regocija con la ilusión
de una gran taza de chocolate,
que ha de pasarme por el gaznate
con la tostada y el requesón.

Rubén Darío

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