Docente en Neurociencias
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Consejos para el aula
El cerebro de los niños y jóvenes se halla en pleno desarrollo, y las áreas del
cerebro involucradas en el freno de nuestras reacciones emocionales, ubicadas
principalmente en la corteza prefrontal, todavía se encuentran inmaduras. Por
esto, muchas veces nuestros alumnos pueden llevar adelante actos que pueden
ser considerados muy crueles, ya que generan en sus compañeros miedo o
tristeza, por consiguiente, debemos hacer todo lo posible para evitarlas.
Gran parte del desarrollo del cerebro y de nuestros valores como seres
humanos suceden en un aula y, para que nuestros alumnos puedan expresarse
en su máximo potencial, debemos crear contextos adecuados.
El hecho de que seamos seres sociales nos invita a incorporar a las clases la
mayor cantidad posible de actividades grupales que les permitan a los chicos
formar equipos y sentirse parte importante de un grupo, dándoles la posibilidad
de ser líderes en los temas que se sientan más fuertes, de forma que cada
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chico pueda sentir que tiene un rol importante en su proceso de aprendizaje y
en el de sus compañeros.
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En definitiva, por sí mismo, el trabajo por grupos no garantiza la felicidad. Para
que verdaderamente contribuya a la causa de cerebros más felices, deberá ir
acompañado por acciones concretas, cuidadas y pensadas como espacios de
interacción donde todos puedan sentirse partícipes de un proyecto en común.
Si no tenemos en cuenta algunos detalles, quizás y sólo quizás, Dios, La Patria
y nuestro cerebro nos demanden… un poco más de felicidad.
Por un lado, el aprendizaje hace más impacto cuando el cuerpo es parte del
aprendizaje. Es muy interesante la posibilidad sumar actividades para que los
chicos puedan expresarse con sus palabras y, también, con movimientos y
juegos. Por otro, debemos intentar que las aulas sean lugares coloridos y que
los alumnos puedan colaborar en su decoración. Además, la iluminación y la
circulación del aire deben de ser lo mejor posible.
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De hecho, existen algunos consejos provenientes de diversos estudios
científicos que podemos enseñarles a los estudiantes para atenuar o sortear sus
nervios:
Ofrecer una educación física formal de 150 minutos por semana en el nivel
primario y de 225 minutos en secundario;
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Existen otras propuestas para reducir el estrés y la ansiedad previa a un
examen, tales como mantener una buena rutina de sueño, escuchar música o
interactuar con nuestras mascotas.
Aún más relevante es que a partir de los 11 años el 9,9% de los encuestados
dormía menos de 7 horas al día, aunque esta cifra aumenta a niveles
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alarmantes, llegando a más del 40% de los participantes de entre 17 y 20
años.
Infantes: 12 a 15 horas.
Adolescentes: 8 a 10 horas.
Adultos: 7 a 9 horas.
Ver nuestros hábitos en papel nos permite de una forma muy concreta y
sencilla ser conscientes de la situación en la cual nos encontramos y de qué tan
cerca estamos de una rutina ideal para nuestro desarrollo y rendimiento
académico. Por ello los adolescentes pueden realizar encuestas dentro de su
propio grupo etario -ya que los pares a esta edad acaparan toda su atención-
proponiendo campañas por las redes sociales de concientización de la
importancia del descanso para nuestro cerebro (una vez realizada la
investigación sería importante cotejar las distintas fuentes). Para los más chicos
el mundo sigue siendo el entorno familiar por lo que se les puede proponer
realizar una campaña intra familiar donde ellos sean los generadores y
multiplicadores de conductas positivas para nuestro cerebro.
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alumnos. De esta manera fomentaremos que entre ellos compartan sus
conocimientos y aprendizajes. Al mismo tiempo, ya que las instituciones
educativas son comunidades en las cuales las familias de los estudiantes son un
pilar importante, es interesante armar reuniones, talleres, carteleras, notas
informativas, etc., para que se involucren y concienticen sobre la importancia
del descanso a la hora de potenciar nuestros cerebros. De este modo se podrán
realizar nuevos acuerdos familiares que favorecerán una vida cerebralmente
más saludable.
Los docentes nos enfrentamos a un gran desafío: en los últimos años las
nuevas generaciones se adaptaron a un mundo donde los estímulos varían
continuamente, e incluso, de forma combinada. Si observamos a un joven, muy
probablemente, lo veamos frente a la televisión, a la par que lee los mensajes
que recibe a través de Whatsapp, mientras que —entre mensaje y mensaje—
chequea su Facebook. Estas situaciones de la vida cotidiana nos llevan a
preguntarnos qué podemos hacer nosotros solo con un pizarrón y una tiza en
nuestras aulas si ninguno de estos tres tipos de estímulos tan complejos atrae
el 100% de su atención.
Para nuestra tranquilidad, podemos vencer a estos estímulos, puesto que hay
algo más fuerte que la tecnología: la interacción persona a persona. Los seres
humanos somos individuos sociales por excelencia y el sentirnos parte activa de
un grupo es lo que más disfrutamos.
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Pero, para lograrlo, los alumnos deben sentirse importantes en clase. No deben
percibirse solo como receptores de información, sino también como emisores de
conocimiento, siendo ellos, junto con los docentes, parte del aprendizaje. El
alumno es el eje del aprendizaje y, el docente, el facilitador y promotor de la
reflexión constante sobre lo que aprende.
Un buen recurso es iniciar el año con una breve encuesta acerca de los gustos
e intereses de los alumnos con la finalidad de lograr un acercamiento a través
de sus propias inquietudes y, de esta manera, encontrar el nexo para
aproximarnos a un nuevo aprendizaje.
Las ciencias sociales suelen explicar, interpretar y comprender los hechos o los
procesos haciendo intervenir múltiples variables. Todo hecho social es producto
de complejas interacciones entre diversos elementos. En este sentido, es cada
vez más frecuente la integración de diversos espacios por la mirada integral de
lo social, miradas que, a veces, convergen y otras no, pero que sin dudas
aportan desde sus particulares marcos interpretativos.
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consideran que se originaron algunas palabras, o por qué naranja es sinónimo
de una fruta y de un color, qué sospechan que se originó primero, o por qué
algunas letras tienen una forma determinada, y qué cosas de su hogar creen
que representan esa forma y, a la vez, demostrándoles que ellos pueden ser
parte activa en diversos momentos de la clase.
En matemática, los niños suelen jugar con cartas con determinados valores,
desde allí puede matematizarse la situación. El aprendizaje tendrá sentido en
tanto y cuanto el estudiante pueda acceder a la información de una manera
que le interese, lo desafíe, lo invite a explorar nuevas situaciones que lo alejen
de lo mecánico de una ejercitación vacía. Consideremos lo expresado por
Patricia Sadovsky en La matemática es más que un jueguito de ingenio: es
desafío intelectual.
Si los docentes les demostramos a nuestros alumnos que sus palabras son
importantes y sus conocimientos valorados, no habrá tecnología que compita
con nosotros.
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Diseñar la clase pensando en la capacidad de atención.
Siin dudas es muy difícil lograr que los niños y jóvenes (también los adultos)
estén atentos durante toda una clase, siendo un gran responsable de esto
nuestra biología. Esto se debe a que la capacidad de atención selectiva y
sostenida a lo largo del tiempo es sumamente agotadora para nuestro cerebro.
De hecho, diversas investigaciones estiman que los niños pueden estar atentos
a una clase durante unos 10 minutos y los jóvenes difícilmente superen los 20
minutos.
Por esta razón, muchas veces los docentes nos enfrentamos ante el gran
desafío de tener que dar clases sobre temas con los cuales nuestros alumnos se
sentirán poco identificados y casi no despertarán su curiosidad (puntos vitales
para que el interés en la clase perdure). Sin embargo, aunque el tópico pueda
resultarles atractivo, la duración de la clase muchas veces es mayor a sus
posibilidades atencionales.
Para ayudarlos, les brindamos algunas ideas prácticas que pueden aplicar para
que el cerebro de sus estudiantes juegue a su favor:
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- Luego de captar su atención, utilicemos los primeros minutos (cuando la
atención es más alta) para brindar los contenidos más complejos (o aburridos).
Esto no durará mucho tiempo, pero, al menos, debemos intentar introducir los
contenidos más importantes en este lapso de tiempo.
¿Sabían que el caballo que montó San Martín durante el combate y murió en
el mismo era un regalo que había recibido el día anterior de un vecino de
San Lorenzo?
¿Sabían que entre los prisioneros intercambiados luego del combate había
un lanchero paraguayo que se unió al regimiento y fue su último jefe? Fue
el coronel Félix Bogado.
¿Sabían que San Martín no pudo escribir el parte del combate por una
luxación de hombro a causa de la caída de su caballo, y quien lo redactó fue
Mariano Necochea (que nació en Buenos Aires, pero estudió matemáticas,
humanidades e idiomas en España)?
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La importancia de una buena alimentación.
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Luego de una noche de sueño en la cual el cuerpo lleva horas sin recibir
alimentos, las reservas de glucosa –su principal combustible– llegan a niveles
muy bajos. De hecho, se estima que entre nuestra sangre e hígado las
provisiones para el normal funcionamiento del cuerpo y cerebro son de unos 45
minutos. Después de transcurrido ese tiempo sin conseguir nuevas fuentes de
energía se activará un “sistema de emergencia” con el objetivo de buscar
alternativas como las proteínas ubicadas en las células musculares,
transformadas en glucosa por el hígado. Llegar a este punto es muy perjudicial
no solo para el desempeño académico sino también para el desarrollo de todo
el organismo.
Para poder trasladar esta información a nuestros alumnos, uno de los colegios
participantes de la investigación, el San Agustín de la Ciudad de Buenos Aires,
Argentina, llevó adelante un proyecto ideado por la docente Silvina Fernandes
llamado Desayuno amigable. Para realizarlo, los chicos registraron la
información de su desayuno a lo largo de una semana, para así conocer qué
hábitos debían mejorar y la importancia de una buena nutrición. De este modo,
se buscó motivar a los estudiantes de nivel secundario a que incorporen estos
aprendizajes en los recreos. Una de las actividades principales fue la creación
de equipos de a dos, en los cuales, de forma alternada, cada día debían llevar
una colación saludable para ellos mismos y su compañero para analizar cómo
se sentían después del recreo (en cuanto al humor, la atención y el nivel de
energía) luego de haberla consumido en lugar de golosinas y cómo enfrentarían
el almuerzo.
Entre los resultados más interesantes se encuentra el hecho de que los chicos
llevaron comida mucho más sana nutricionalmente al tener que compartirla con
su compañero, comparativamente a cuando debían hacerlo para ellos solos.
Bibliografía:
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Colaboración y revisión:
Miembro de: British Neuroscience Association; Cambridge Neuroscience; The Danna Foundation;
ASCD.
En su carrera docente se desempeño como profesora del Instituto Privado San José, Instituto
Leaders, Luna Gorda, San Patrick Collage, Mecenas House.
Bibliografía:
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Colaboradores y revisores:
Carrera docente: Jardín de Infantes Pequeño Nido; Colegio Codesa; Colegio Dante Alighieri;
Colegio Divina Misericordia.
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Profesor de Neurología y Neurocirugía I de la Facultad de Ciencias Médicas de la Pontificia
Universidad Católica de Buenos Aires (UCA).
Bibliografía:
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Colaboradores y revisores:
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d) Consejos para el aula: invitar a los alumnos a ser parte de su aprendizaje
Bibliografía:
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Colaboración y revisión:
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Directora del nivel secundario del Instituto Pizzurno de Enseñanza Integral, Lanús,
Argentina.
Carrera directiva: Escuela Privada N° 1 "Justo José de Urquiza", 2003 a 2007; Instituto
Nuestra Señora del Huerto, 2009 a 2013; Instituto Pizzurno de Enseñanza Integral, 2013
hasta la actualidad.
Carrera docente: Nivel primaria: Instituto Pizzurno de Enseñanza Integral; Escuela N° 55;
Escuela N° 72; Escuela N° 13; Escuela N° 36. Nivel secundaria: Escuela de Educación Media
N° 5; Escuela de Educación Técnica N° 2; Instituto Ricardo Güiraldes; Escuela de Educación
Media N° 1; Colegio Nacional de Tandil; Instituto Pizzurno de Enseñanza Integral; Instituto
Nuestra Señora del Huerto; Colegio Palermo Chico.
Directora del nivel primario del Instituto Pizzurno de Enseñanza Integral, Lanús, Argentina.
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