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iNTRODUCCION

La ansiedad es un síntoma que puede presentarse formando parte de distintos


cuadros psiquiátricos tales como episodios depresivos, maníacos, psicóticos, etc.
Sin embargo, también puede constituir un síndrome en sí misma manifestándose
como componente emocional, cognitivo y/o comportamental (palpitaciones,
sudoración, tensión muscular, etc.) de distintos trastornos psiquiátricos como las
crisis de angustia (panic attack), el trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno
por estrés postraumático entre otros.
Desde su aparición y hasta la actualidad, las benzodiazepinas se han convertido en
los fármacos de mayor prescripción en el tratamiento psicofarmacológico de la
ansiedad. Existen también fármacos no benzodiazepínicos con perfil ansiolítico y/o
sedativo como antihistamínicos (ej. difenhidramina), buspirona y barbitúricos.
Estos últimos, desde que se dispone de benzodiazepinas, han dejado de utilizarse
para el manejo de la ansiedad dado su bajo índice terapéutico y hoy su uso ha
quedado limitado para anestesia intravenosa y como anticonvulsivantes. Los
barbitúricos fueron las drogas de mayor prescripción como ansiolíticos y sedativos
durante la primera mitad del siglo XX, sumándose hacia el año 1950 el
meprobamato (no disponible en nuestro país) de estructura similar al carisoprodol
(relajante muscular con efecto sedativo).
El desarrollo de las benzodiazepinas se produjo durante la década del ´50. En 1960
se patentó la primera de ellas, el metaminodiazepóxido, nombre genérico que luego
se modificó a clordiazepóxido. En 1963 se patentó el diazepam, fármaco de mayor
potencia ansiolítica y mayor efecto relajante muscular que el clordiazepóxido.
Actualmente se encuentran disponibles en el mercado farmacéutico varios
derivados benzodiazepínicos además del clordiazepóxido y el diazepam, como el
alprazolam, clonazepam, bromazepam y lorazepam entre otros.

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QUE ES LA ANSIEDAD

La ansiedad puede ser una emoción normal y un trastorno psiquiátrico, dependiendo


de su intensidad y de su repercusión sobre la actividad de la persona. En
condiciones normales constituye uno de los impulsos vitales que motiva al individuo
a realizar sus funciones y a enfrentarse a situaciones nuevas. La ansiedad se
convierte en patológica cuando adquiere tal categoría que, en lugar de favorecer el
comportamiento, interfiere en él, y cuando alcanza tal protagonismo que el individuo
desplaza hacia ella toda su atención.
En términos patológicos, la ansiedad puede describirse como la vivencia de un
sentimiento de amenaza, de expectación tensa ante el futuro y de alteración del
equilibrio psicosomático en ausencia de un peligro real o, por lo menos,
desproporcionada en relación con el estímulo desencadenante.
En ella coexisten, en proporción diversa, varios componentes:
a) Un sentimiento penetrante de aprensión, temor o angustia, frente a algo que
se valora como amenazante;
b) Un estado de irritabilidad que puede llegar a la pérdida de la capacidad de
concentración, y c) un conjunto de síntomas somáticos variables: sudoración,
palpitaciones, opresión precordial, fatiga, micciones frecuentes, cefalea,
mialgias, insomnio, molestias digestivas, etc.
Se considera que en los trastornos de ansiedad interviene cierta predisposición
biológica o vulnerabilidad, que puede tener una base genética o haber sido
adquirida en las experiencias de los primeros años de vida. La manera en que los
acontecimientos y el medio ambiente impacten en un cerebro bien o mal configurado
podría conducir a la aparición de la ansiedad patológica.
La ansiedad se inserta como síntoma principal en una gran variedad de cuadros
patológicos psiquiátricos. En la actualidad se distinguen los siguientes:
a) Los trastornos de ansiedad, que puede ser generalizada o debida a causas
concretas (enfermedad médica, sustancias ingeridas, separación);
b) Las crisis de angustia (panic attacks) sin o con agorafobia;
c) Fobias de diverso tipo (agorafobia, fobia social, fobia específica);
d) Trastorno obsesivo-compulsivo,
e) Trastornos por estrés (postraumático, agudo). También pueden cursar con
ansiedad enfermedades de carácter propiamente psicótico, como los
estados esquizofrénicos, los maníacos y los depresivos. En las demencias
de grado incipiente o moderado, el deterioro cognitivo implica un control
menos fino de las reacciones ansiosas ante cualquier tipo de factor
estresante, lo que facilita que se desencadenen situaciones de ansiedad que
pueden llegar a ser muy graves.

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Ansiolíticos: definición y objetivos

Se considera que un fármaco ansiolítico es aquel que alivia o suprime el síntoma de


ansiedad, sin producir sedación o sueño. Durante mucho tiempo existió una clara
tendencia a considerar el efecto ansiolítico como el primer paso de una línea
continua de efectos progresivos: el de los ansiolíticos sedantes-hipnóticos. Según
ello, dosis crecientes de cualquiera de los componentes producirán sedación,
sueño, anestesia, coma y muerte. Este concepto se fundamentaba en los efectos
provocados por los fármacos: barbitúricos, meprobamato y benzodiazepinas. Con
los barbitúricos era difícil diferenciar en la práctica la acción ansiolítica de la sedante
e hipnótica. El meprobamato significó un avance en la diferenciación entre ansiolisis
y sedación. Las benzodiazepinas se acercaron al ansiolítico ideal porque, aunque a
dosis elevadas producen sedación y sueño, es posible manejarlas con mayor
eficacia y menor riesgo. Un enorme paso adelante en la definición de la acción
ansiolítica ha sido poder diferenciar subtipos de receptores GABA responsables de
las acciones ansiolítica e hipnótica de las benzodiazepinas que, además, está
permitiendo el diseño de nuevas moléculas con acción ansiolítica mucho más
selectiva. Por otro lado, es interesante destacar el hecho de que la mayoría de los
trastornos por ansiedad responden al tratamiento con fármacos de naturaleza
antidepresiva, lo que sugiere un solapamiento fisiopatológico- terapéutico entre los
trastornos por ansiedad y la depresión.
Todo esto pone de manifiesto hasta qué punto el análisis de la acción molecular de
los fármacos está contribuyendo a revelar las anomalías neuroquímicas que
acompañan los diversos cuadros de ansiedad y a establecer nuevas dianas
terapéuticas para conseguir su normalización.
Lo que antecede no excluye, en modo alguno, el inmenso valor de otras formas de
terapia no farmacológica para afrontar el tratamiento de las diversas formas de
trastornos por ansiedad. Más aún, debe prevalecer el criterio de que el fármaco
ansiolítico es, en muchas ocasiones, un complemento y no el protagonista de la
terapia ansiolítica.

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Clasificación de los ansiolíticos
Desde un punto de vista funcional, los ansiolíticos se clasifican de la siguiente
manera:
a) Fármacos moduladores del receptor GABAA: benzodiazepinas.
b) Fármacos agonistas parciales de receptores 5-HT1A: las
azaspirodecanodionas buspirona, ipsapirona y gepirona.
c) Fármacos con acción antidepresiva.
d) Otros fármacos: antihistamínicos, neurolépticos, bloqueantes β-
adrenérgicos, anticonvulsivantes.

FARMACOS ANSIOLITICOS

Existen muchos fármacos eficaces en el tratamiento de la ansiedad. Algunos son


eficaces como consecuencia de su efecto depresor genérico sobre la actividad del
sistema nervioso y, por lo tanto, inespecíficos en su acción ansiolítica; entre ellos
que cabe citar los derivados opiáceos, los antipsicóticos o los anticonvulsionantes.

Benzodiacepinas

Las benzodiacepinas son el grupo farmacológico más empleado en el tratamiento


de la ansiedad, por lo que su nombre a veces se utiliza casi como sinónimo de
ansiolíticos. El conocimiento de su capacidad para generar dependencia y los
fenómenos asociados a su utilización en poblaciones de riesgo, como ancianos o
pacientes con enfermedades respiratorias, han limitado su empleo y hoy existen
importantes condicionamientos para su utilización continuada.
Las benzodiacepinas son sustancias en general lipófilas y constituyen varias
familias en función de su estructura química: las 1,4-benzodiacepinas,
caracterizadas por tener dos átomos de nitrógeno en las posiciones 1 y 4 del anillo
B, dentro de las cuales se encontrarían las triazobenzodiacepinas que incorporan
una estructura triazólitica, y las 1,5-benzodiacepinas.
Las benzodiacepinas son un grupo de fármacos con propiedades ansiolíticas,
hipnóticas, anticonvulsivas y relajantes musculares, variando dichos efectos de las
características de cada molécula y de las dosis empleadas. Así, por lo general, en
dosis bajas las benzodiacepinas son ansiolíticas, en dosis mayores son hipnóticas
y miorrelajantes y, finalmente en dosis altas son anticonvulsionantes. Así mismo,
pueden producir amnesia anterógada, efecto que puede ser utilizado en clínica, en
la inducción de la anestesia.

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FARMACOCINETICA DE LAS BENZODIAZEPINAS

En la figura 1 se representa una vía de degradación característica de las


benzodiazepinas para la sustancia activa diazepam: en primer lugar se hidroliza el
grupo metilo del nitrógeno en posición 1, y posteriormente (o al mismo tiempo) se
produce una hidroxilación sobre el átomo de carbono en posición 3, con lo que se
genera así el fármaco oxazepam.
Estos metabolitos que circulan transitoriamente son biológicamente activos. La
sustancia pierde su actividad recién a través de la conjugación del grupo OH
(posición 3) con ácido glucorónico, y asi puede eliminarse fácilmente como
compuesto hidrófilo por vía renal. La degradación metabólica del desmetildiazepam
(nordiazepam) constituye el paso más lento. Algunas otras benzodiazepinas
también se incorporan en esta sucesión de metabolitos, y por lo tanto pueden ser
consideradas como precursores del desmetildiazepam, por ejemplo, el prazepam y
el clordiazepóxido (la primera benzodiazepina)
Algunas benzodiazepinas con un grupo NO2 en lugar de un átomo de cloro en el
amillo benzol y un átomo de flúor en el sustituyente fenilo del carbono número 5
muestran un patrón de metabolitos muy similar, por ejemplo, el flunitrazepam. Todas
estas sustancias tienen un efecto prolongado, a excepción del oxacepam. Esta
sustancia es representante de aquellos derivados de benzodiazepinas que se
inactivan con solo paso metabólico, la semivida sigue siendo de 8 ± 2 horas. Solo
la incorporación de otro “anillo nitrogenado” con un grupo metilo, que puede
hidrolizarse muy rápidamente durante el metabolismo, origina sustancias con
semivida más corta. A este grupo de benzodiazepinas tetracíclicas pertenecen el
midazolam, el brotizolam y el triazolam. Los dos últimos se utilizan como hipnóticos,
mientras que el midozolam administrado por vía intravenosa se emplea para la
inducción de la anestesia.
Otra posibilidad de obtener compuestos efectivos de mediana duración consiste en
reemplazar de mediana duración consisten en reemplazar el átomo de cloro de
diazepam por un grupo NO2 (que se reduce rápidamente a un grupo amino con
acetilación inmediata) o por un átomo de bromo (induce la apertura del anillo en el
organismo). En estos casos, la inactivación biológica también está dada por una
reacción de un solo paso.

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Fig. 1 Biotransformación de las benzodiazepinas

PRPOPIEDADES FARMACOLOGICAS

Casi todos los efectos de las benzodiazepinas se producen por acciones de estos
fármacos en el SNC. Los más relevantes son sedación, hipnosis, disminución de la
ansiedad, relajación muscular, amnesia anterógrada y actividad anticonvulsiva.
Sólo dos efectos de estos fármacos parecen resultar de acciones en los tejidos
periféricos: vasodilatación coronaria, que se observa después de la administración
intravenosa de dosis terapéuticas de ciertas benzodiazepinas, y bloqueo
neuromuscular, que ocurre sólo con las dosis muy altas.

Se han observado in vivo e in vitro diversos efectos del tipo de los producidos por
las benzodiazepinas, y se han clasificado como efectos agonistas completos (es

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decir, que imitan las acciones de medicamentos como diazepam, con ocupación
fraccionaria de los sitios de fijación relativamente baja) o efectos agonistas parciales
(es decir, producen menos efectos máximos o requieren una ocupación
relativamente alta en comparación con agentes como el diazepam). Algunos
compuestos tienen efectos opuestos a los del diazepam en ausencia de agonistas
del tipo de las benzodiazepinas, y se han denominado agonistas inversos; se
reconocen también agonistas inversos parciales.
La mayor parte de efectos de agonistas y agonistas inversos se puede revertir o
prevenir por medio del antagonista de benzodiazepinas flumazenilo, que compite
con agonistas y con agonistas inversos por la unión a receptor de GABAA. Además,
las modalidades de diversas clases de compuestos se comportan como el
flumazenilo, y su única función es bloquear los efectos de los agonistas o de los
agonistas inversos.

SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

Aunque las benzodiazepinas afectan la actividad a todos los niveles del neuroeje,
ciertas estructuras se afectan de manera preferente. Las benzodiazepinas no
pueden generar los mismos grados de depresión neuronal que los barbitúricos y los
anestésicos volátiles. Todas tienen perfiles farmacológicos muy semejantes. De
todas maneras, estos medicamentos difieren en su selectividad y, por tanto, varía
en grado considerable la utilidad clínica de cada uno.
Conforme se incrementa la dosis de una benzodiazepina, la sedación progresa
hasta hipnosis y, a continuación, a estupor. El material clínico publicado al respecto
se ocupa a menudo de los efectos “anestésicos” y de las aplicaciones de ciertas
benzodiazepinas, pero estos fármacos no producen anestesia general verdadera,
puesto que sigue persistiendo la percepción por parte del paciente, y no puede
lograrse relajación suficiente para permitir la intervención quirúrgica. Sin embargo,
en dosis “preanestésicas” sobreviene amnesia de los sucesos subsecuentes a la
administración del fármaco, lo cual puede crear la ilusión de anestesia previa.
Se han hecho intentos notables para separar las acciones ansiolíticas de las
benzodiazepinas, de sus efectos sedantes hipnóticos, pero no se ha tenido buen
éxito en tal empresa.
Las mediciones de ansiedad y sedación son difíciles en el ser humano, y no está
clara la validez de los modelos animales de ansiedad y sedación. La existencia de
múltiples receptores para las benzodiazepinas explica en parte la diversidad de las
reacciones farmacológicas en las diferentes especies.

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Blancos moleculares para la acción de las benzodiazepinas en el sistema nervioso central.

Se cree que las benzodiazepinas ejercen la mayor parte de sus efectos al


interactuar con receptores neurotransmisores inhibidores activados de manera
directa por GABA. Los receptores GABA son proteínas unidas a membrana que
pueden dividirse en dos subtipos principales: receptores GABA A y GABAB. Los
receptores GABAA ionotrópicos están compuestos de cinco subunidades que se
coensamblan para formar un canal de cloruro integral. Los receptores GABAA
causan la mayor parte de la neurotransmisión inhibidora en el SNC. En contraste,
los receptores GABAB metabotrópicos son receptores acoplados a proteínas G. Las
benzodiazepinas actúan en receptores GABAA, pero no en los GABAB al unirse de
manera directa a un sitio específico que difiere del que se utiliza para unión de
GABA. Al contrario de los barbitúricos, las benzodiazepinas no activan de manera
directa a receptores GABAA, pero requieren GABA para expresar sus efectos; esto
es, sólo regulan los efectos del GABA. Las benzodiazepinas y los análogos del
GABA se unen a sus sitios respectivos sobre membranas cerebrales, con afinidad
nanomolar. Las benzodiazepinas regulan la unión a GABA, y este último altera la
fijación de benzodiazepinas de una manera alostérica.
Las benzodiazepinas y compuestos similares actúan como agonistas, antagonistas,
o agonistas inversos en el sitio de unión con ellas en los receptores GABAA. Los
agonistas en el sitio de unión se incrementan y los agonistas inversos disminuyen
la cantidad de corriente de cloruro generada por la activación del receptor GABAA.
Los agonistas en el sitio de unión con benzodiazepinas desplazan la curva de
respuesta, con base en la concentración de GABA, hacia la izquierda, en tanto que
los agonistas inversos lo hacen hacia la derecha.
Estos dos efectos pueden quedar bloqueados por antagonistas en el sitio receptor
de benzodiazepina. En ausencia de un agonista de receptor de benzodiazepina o
de un agonista inverso, un antagonista de receptor de benzodiazepina no afecta a
la función de receptor GABAA. Un agonista de ese tipo, el flumazenilo, se utiliza en
clínica para revertir los efectos de dosis altas de benzodiazepinas. Los efectos del
comportamiento y electrofisiológicos de las benzodiazepinas también se pueden
reducir o prevenir mediante tratamiento previo con antagonistas (p. ej., bicuculina)
en el sitio de unión a ácido aminobutírico γ.

Absorción, biotransformación y excreción.


Las propiedades fisicoquímicas y farmacocinéticas de las benzodiazepinas afectan
en gran medida su utilidad clínica. En la forma no ionizada, todas tienen coeficientes
altos de distribución en lípidos y agua; de todas maneras, su lipofilidad varía más
de 50 veces, según la polaridad y la electronegatividad de los diversos sustitutivos.

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En esencia, todas las benzodiazepinas se absorben por completo, con excepción
del clorazepato; este fármaco se descarboxila con rapidez en el jugo gástrico hasta
N-desmetildiazepam (nordazepam), que a continuación se absorbe por completo.
Algunas benzodiazepinas (p. ej., prazepam y flurazepam) llegan a la circulación
general sólo en forma de metabolitos activos.
Los fármacos activos al nivel del receptor de las benzodiazepinas se pueden
clasificar en cuatro categorías, según su semivida:
1) benzodiazepinas de acción ultrabreve;
2) agentes de acción breve con semivida menor de 6 h, entre ellos el triazolam,
la no benzodiazepina zolpidem (semivida de cerca de 2 h), y la zopiclona
(semivida de 5 a 6 hrs)
3) agentes de acción intermedia con semivida de 6 a 24 h, entre ellos estazolam
y temazepam,
4) agentes de acción prolongada con semivida, mayor de 24 h, entre ellos
flurazepam, diazepam y quazepam.
Las benzodiazepinas y sus metabolitos activos se fijan en proteínas plasmáticas. El
grado de la fijación se relaciona con su solubilidad en lípidos, y varía alrededor de
70% en el caso del alprazolam y casi 99% en el del diazepam. La concentración en
el líquido cefalorraquídeo (LCR) es aproximadamente igual a la que tiene el fármaco
libre en el plasma. Aunque puede haber competencia con otros medicamentos que
se fijan en proteínas, no se han informado ejemplos que tengan importancia clínica.
Las concentraciones plasmáticas de la mayor parte de las benzodiazepinas
manifiestan características compatibles con modelos de dos compartimientos, pero
parecen más apropiados los modelos de tres compartimientos para los compuestos
con la solubilidad más alta en lípidos. Por tanto, ocurre captación rápida de las
benzodiazepinas en el encéfalo y otros órganos con gran riego después de la
administración intravenosa (o del suministro oral de un compuesto de absorción
rápida); la captación rápida va seguida de la fase de redistribución hacia los tejidos
que están bien regados, en especial músculo y tejido adiposo. La redistribución es
más rápida para los fármacos con la solubilidad más alta en lípidos. En ocasiones,
en los programas que se usan para la sedación durante la noche, la velocidad de
redistribución puede influir más que la de biotransformación, en la duración de los
efectos en el SNC. La cinética de la redistribución del diazepam y otras
benzodiazepinas lipófilas se complica por la circulación enterohepática.
Los volúmenes de distribución de las benzodiazepinas son grandes, y en muchos
casos se incrementan en ancianos. Estos fármacos cruzan la barrera placentaria y
se secretan a través de la leche materna. Las benzodiazepinas se metabolizan de
manera extensa por enzimas de la familia del citocromo P450 (cytochrome P450,
CYP), en particular CYP3A4 y CYP2C19. Algunas benzodiazepinas, como el
oxazepam, se conjugan de manera directa y no son metabolizadas por estas
enzimas. Eritromicina, claritromicina, ritonavir, itraconazol, ketoconazol, nefazodona
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y jugo de uvas son inhibidores de la CYP3A4 y pueden afectar el metabolismo de
las benzodiazepinas (Dresser et al., 2000). Dado que los metabolitos activos de
algunas benzodiazepinas se biotransforman con mayor lentitud que el compuesto
originario, el tiempo de acción de muchas benzodiazepinas guarda poca relación
con la semivida del fármaco que se administró. Por ejemplo, la semivida del
flurazepam en el plasma es de 2 a 3 h, pero la de un metabolito activo mayor (N-
desalquilflurazepam) es de 50 h o más. A la inversa, la velocidad de
Biotransformación de los agentes que se inactivan por reacción inicial es un aspecto
determinante de importancia de lo que dura su acción; entre estos medicamentos
están oxazepam, lorazepam, temazepam, triazolam y midazolam. El metabolismo
de las benzodiazepinas se produce en tres etapas principales.
En el figura 2 se ilustran éstas y las relaciones entre los fármacos y sus metabolitos.

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MECANISMO DE ACCION

Cualquier persona que luche por suspender la toma de benzodiacepinas se dará


cuenta de que, además de los efectos terapéuticos, estas drogas ejercen otros
efectos profundos en la mente y en el organismo. Las benzodiacepinas, en efecto,
influyen directa o indirectamente en casi todos los aspectos de las funciones
cerebrales. Para todo aquél que esté interesado en saber cómo y por qué esto
sucede, aquí abajo damos una breve explicación de los mecanismos a través de los
cuales las benzodiacepinas son capaces de producir efectos de tan largo alcance.

Todas las benzodiacepinas actúan aumentando la acción de una sustancia química


natural del cerebro, el GABA (ácido gamma-aminobutírico). El GABA es un
neurotransmisor, es decir, un agente que transmite mensajes desde una célula
cerebral (neurona) hacia otra. El mensaje que el GABA transmite es un mensaje de
inhibición: le comunica a las neuronas con las que se pone en contacto que
disminuyan la velocidad o que dejen de transmitir. Como más o menos el 40% de
los millones de neuronas del cerebro responden al GABA, esto significa que el

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GABA tiene un efecto general tranquilizante en el cerebro: de cierta forma, es el
hipnótico y tranquilizante natural con que cuenta el organismo. Las benzodiacepinas
aumentan esta acción natural del GABA, ejerciendo de esta forma una acción
adicional (frecuentemente excesiva) de inhibición en las neuronas.

FIG.3. (1,2) Impulso nervioso que hace que el GABA sea liberado de los sitios en que está
almacenado en la neurona 1. (3) El GABA liberado en el espacio interneuronal. (4) El GABA
reacciona con los receptores de la neurona 2; la reacción permite la entrada de los iones
de cloruro (Cl-) en la neurona. (5) Este efecto inhibe o detiene el progreso del impulso
nervioso. (6,7) Las benzodiacepinas reaccionan con el sitio de refuerzo de los receptores
GABA. (8) Esta acción aumenta los efectos inhibidores del GABA; el impulso nervioso en
curso puede quedar bloqueado completamente.

La forma en que el GABA transmite su mensaje inhibidor es a través de


lo que podríamos llamar un inteligente dispositivo electrónico. Su reacción
con los sitios especiales (receptores GABA) ubicados en la parte exterior
de la neurona que lo recibe abre un canal, permitiendo así que las
partículas con carga negativa (iones de cloruro) entren en la neurona.
Estos iones negativos "sobrecargan" la neurona, debilitando la respuesta
de la misma a otros neurotransmisores que, en condiciones normales, la
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excitarían. Las benzodiacepinas también reaccionan en sus propios sitios
especiales (receptores benzodiazepínicos) que precisamente están
ubicados en los receptores GABA. La combinación de una benzodiacepina
con su receptor potencia la acción del GABA, lo cual permite que entre en
las neuronas una mayor cantidad de iones de cloruro, aumentando así la
resistencia de la neurona a la excitación. Los distintos subtipos de
receptores benzodiazepínicos tienen acciones levemente distintas. Uno de
estos subtipos, (el alfa 1) es el responsable de los efectos sedativos, otro
(el alfa 2) es el que ejerce efectos ansiolíticos, mientras que ambos, el
alfa 1 y el alfa 2, como también el alfa 5, son los responsables de los
efectos anticonvulsivos. Todas las benzodiacepinas se combinan, en
mayor o menor grado, con todos estos subtipos y todas aumentan la
actividad del GABA en el cerebro.

Como resultado de este incremento de la actividad inhibidora del GABA


causada por las benzodiacepinas, disminuye la producción cerebral de
neurotransmisores excitativos, incluso se reduce la producción de
norepinefrina (noradrenalina), serotonina, acetil-colina y dopamina. Estos
neurotransmisores excitativos son necesarios para las funciones
involucradas en el estado normal de vigilia y alerta, memoria, tono
muscular y coordinación, respuestas emocionales, secreciones de las
glándulas endocrinas, control del ritmo cardíaco y de la tensión sanguínea
y para muchas otras funciones, todas las cuales pueden ser perjudicadas
por las benzodiacepinas. Hay otros receptores benzodiazepínicos, no
relacionados con el GABA, que se encuentran en el riñón, colon, células
sanguíneas y corteza suprarrenal, y que pueden ser afectados por algunas
benzodiacepinas. Estos efectos directos e indirectos son responsables de
los bien conocidos efectos adversos causados por el uso de las
benzodiacepinas.

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