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La ínsula: anatomía y funciones de esta parte del cerebro

Repasamos las características, anatomía y funciones de esta región cerebral.

A estas alturas ya es conocido por la gran mayoría de la población que el cerebro


humano está dividido en cuatro lóbulos cerebrales.
Con una simple imagen del encéfalo seríamos capaces de localizar un gran
número de partes del cerebro. Sin embargo, hay una estructura muy relevante que
puede permanecer oculta a la observación visual, teniendo en cuenta que se
encuentra a una cierta profundidad tras uno de los principales surcos del cerebro.
Esta estructura es la llamada ínsula.

¿Qué es la ínsula?
También considerada como el quinto lóbulo cerebral, la ínsula es una estructura
de la corteza cerebral situada en la profundidad de la cisura de Silvio, en el punto
en que confluyen los lóbulos temporal, parietal y frontal, siendo delimitada por
sus respectivos opérculos.
La ínsula forma parte del mesocórtex, o sistema paralímbico, junto al
orbitofrontal y a otras estructuras. Se trata de un centro de conexión entre sistema
límbico y el neocórtex, participando en muy diversas funciones sea de forma
directa o indirecta.
Componentes de la ínsula
La ínsula no es únicamente una estructura uniforme que realiza de manera
homogénea las mismas funciones, sino que diferentes partes de esta estructura
se encargan de diversas tareas. Concretamente, la ínsula se encuentra dividida
en ínsula anterior y posterior, separadas ambas partes por el surco insular central.
La región posterior de la ínsula se encuentra principalmente más inervada con las
neuronas somatosensoriales, que son las que crean un "mapa" de las sensaciones
de posición relacionadas con las distintas partes del cuerpo. con lo que la
participación de esta región va a vincularse más con control de las vísceras y
órganos internos.
La parte anterior de esta estructura cerebral presenta mayor vinculación con el
sistema límbico, siendo su funcionalidad más orientada a la integración
emocional de las experiencias y percepciones como una sensación unitaria y
global.

Funciones principales de la ínsula


Veamos algunas de las principales funciones de la región insular.
Tal y como hemos visto, la ínsula influye en una gran cantidad de procesos
básicos y superiores (relacionados con pensamiento abstracto y toma de
decisiones), y es un elemento de gran importancia para el correcto
funcionamiento e incluso la supervivencia del organismo. En este sentido las
investigaciones realizadas en el ámbito de las neurociencias reflejan que la
ínsula participa en los siguientes procesos.

1. Percepción del gusto y olfato


El sentido del gusto tiene su principal área sensorial primaria en el extremo
inferior de la ínsula y en la corteza parietal. Es en este punto donde la
información gustativa se hace consciente, apareciendo como una experiencia
privada y subjetiva pero relacionada con los elementos del entorno que
saboreamos.
También se ha observado que la ínsula participa en la percepción del olfato, si
bien este sentido tiende a tener una red neuronal dispersa a lo largo del encéfalo.
2. Control visceral y somatopercepción
La ínsula también tiene un importante papel en la regulación de las vísceras
y órganos. Concretamente se ha observado que su manipulación experimental
produce importantes variaciones en la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
También participa en las sensaciones provenientes del sistema digestivo,
participando asimismo en la gestión de este sistema y del sistema respiratorio.

3. Función vestibular
La función vestibular, la cual hace referencia al equilibrio corporal y al control
del cuerpo en relación al espacio, también presenta aferencias a la región insular,
siendo un núcleo relevante en su percepción consciente. Así pues, gracias a la
ínsula una persona sana es capaz de saber qué posición ocupa en todo momento
cada una de las principales partes de su cuerpo.

4. Integración información emocional y perceptiva


La ínsula, como se ha mencionado con anterioridad, actúa como zona de
asociación entre muy diferentes observaciones, especialmente en lo que se
refiere a la asociación entre percepción y emoción.
Asi´pues, gracias en parte a esta región cerebral aprendemos de nuestras
experiencias, ya que vinculamos sensaciones subjetivas agradables o
desagradables a aquello que hacemos y decimos y, de ese modo, vamos
asociando comportamientos a consecuencias a través de lo que percibimos.

5. Implicación en adicciones: deseos y craving


Debido a su relación y sus conexiones con el sistema límbico, se ha explorado la
vinculación de la ínsula con el sistema de recompensa cerebral. Las
investigaciones realizadas han reflejado que esta estructura interviene en los
procesos de adicción a ciertas drogas, contribuyendo a mantener la conducta
adictiva.
Esta relación se debe a la implicación de la región insular con la integración
entre emoción y cognición, estando implicada especialmente en el fenómeno
del craving o intenso deseo de consumo.
6. Empatía y reconocimiento emocional
Antes hemos visto que la ínsula tiene grandes conexiones con el sistema límbico.
En este aspecto, recientes investigaciones han indicado que esta región de la
corteza cerebral presenta un papel clave en la capacidad de reconocimiento
de emociones y de la empatía. Así, se ha manifestado que aquellos individuos sin
ínsula presentan un reconocimiento mucho menor, especialmente en lo que
respecta a las emociones de alegría y sorpresa, así como de dolor.
De hecho se ha planteado que los déficits encontrados son muy semejantes a
algunos casos de autismo, trastorno límite de la personalidad y problemas de
conducta, con lo que se podrían realizar investigaciones con respecto al
funcionamiento de esta zona cerebral en determinados trastornos.

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