Una de las soluciones para superar este flagelo que nos está afectando
seriamente nuestro sistema político, está en la valiente decisión de saber elegir a
nuestros mandatarios, optar por programas de gobiernos realizables, ajustados a
nuestra realidad, que brinden soluciones efectivas, que satisfagan a cabalidad las
necesidades del pueblo como titulares de la soberanía y que promuevan la
equidad social y el desarrollo.
La corrupción se combate cuando nuestros gobernantes están formados bajo los
cimientos de la ética y la moral, cuando desde sus hogares son educados e
ilustrados con las reglas mínimas de comportamiento del correcto actuar de un
individuo. La ética profesional juega un papel importante, ya que esta indica el
camino a seguir de una persona que ejerce funciones públicas y que trabaja para
la administración, su comportamiento debe estar ajustado a los valores morales y
principios, que le permitan aportar sus habilidades y conocimientos de manera
seria y eficaz en el desarrollo de la administración pública.
CONCLUSION: