CAPÍTULO II
PRODUCCIÓN, DISTRIBUCIÓN–CAMBIO Y
CONSUMO: UN ENFOQUE CLÁSICO EN
TRANSICIÓN
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Producción, Distribución–Cambio y Consumo: Un enfoque clásico en transición
también como objetivo final, se sitúa a decir verdad fuera de la economía, salvo cuando a
su vez reacciona sobre el punto de partida e inaugura nuevamente un proceso.(pp: 9–10)
No se debe perder de vista, por lo tanto, que su encadenamiento no es
superficial, sino más bien, dialéctico y que describe no relaciones entre conceptos,
sino relaciones sociales reales. Por ello, sin necesidades no hay producción, pero
el consumo reproduce las necesidades. Como señala MARX (2005):
En la producción, la persona se objetiva, en el consumo la cosa se subjetiva. En la
distribución, la sociedad asume la mediación entre la producción y el consumo por medio
de determinaciones generales y rectoras; en el cambio, la mediación opera a través del
fortuito carácter determinado del individuo. (p: 9)
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1. Producción
a) Producción material
El término producción designa normalmente una apropiación social de la
naturaleza para cubrir necesidades humanas. Sin embargo, pensándolo con MARX
(2005), se trata de una generalidad, una abstracción que pone de relieve lo
común, es decir, la producción en general. Entendemos pues, que la producción
material es siempre una rama particular de la producción social, en otras palabras,
es una totalidad cuando se delimita en función de lo que produce, y es particular
cuando se considera también como consumo de lo producido socialmente. Así
pues, la relación de apropiación que se hace de la naturaleza se establece a partir
del trabajo, fundando el ser de los entes producidos, es decir, de los artificiales,
como apunta ENRIQUE DUSSEL. (en MARX, 1984: 47)
La producción material es a la vez consumo, o dicho de otra manera,
consumo productivo. Es consumo de fuerzas vitales y materias primas que según
señala MARX (2005) “es una segunda producción, surgida del aniquilamiento del
primer producto. En la primera, el productor se objetivaba; en la segunda, la cosa
creadora por él se personificaba”. (p: 11)
Es por eso que la producción y el consumo, según la teoría marxista, tienen
una relación dialéctica y es difícil separarlos. Sin embargo y aún cuando cada
producto tenga un comportamiento particular en materia de producción, es posible
estudiarlos en su comportamiento productivo, desde el punto de vista de su
tipología general.
Dicha tipología se deriva de la propuesta que nos presenta Colin G. Clark
(1905– 1989), y que divide la producción en tres sectores principales por medio de
los cuales se pueden entender las actividades productivas de una economía, en:
“…el sector primario , que comprende faenas agrarias, ganaderas, extractivas, de
caza y de pesca; el sector secundario, que agrupa la industria, la producción de
energía eléctrica, y en general, las actividades de transformación, y el sector
terciario, compuesto por transporte, la administración, la informática, los servicios
profesionales, la publicidad, el marketing y una muy amplia gama de servicios.”(en
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47 FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: I; 219) nos señala que la productividad es la medida del progreso técnico; es la
relación entre el volumen físico de la producción y el total de horas trabajadas para elaborar el producto concluido, a
partir de la materia prima.
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48 Aquí apunta MARX (sin fehca): “La composición del valor capital, en cuanto se halla determinada por su composición
técnica y es un reflejo de ésta es lo que nosotros llamamos la composición orgánica del capital”. (p: 155)
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c) Producción en serie
El desarrollo de esta forma de producción fue consecuencia de la
implementación del taylorismo y el fordismo49, su resultado fue el incrementó del
volumen de la producción, y el abaratamiento del precio final de los productos. La
producción en serie que devenía de la estandarización de la fuerza de trabajo
terminó estandarizando el producto y alcanzando lo que se conoce como
producción masa. Este desarrollo exigió a su vez una modificación en el consumo,
el cual pasó a ser consumo masa, fenómeno que dio pauta para la creación en las
naciones desarrolladas, lo que se conoce como los centros de consumo mundiales
ó sociedades consumistas. Así, se consolidó la forma de producción característica
del siglo XX, como menciona REVELI (1996), “fundada en la centralidad absorbente
de la gran fábrica y en el despliegue de un dominio de su racionalidad estratégica
sobre toda la retícula social” (URL [DOC: 2]).
Como apunta IVÁN ESCALONA (2004: URL), y técnicamente hablando, la
producción en serie se realiza en torno a una línea de producción, un flujo
continuo y estandarizado de materia prima, y utilizando una banda transportadora
que permite el ensamble de las partes, la cual adicionalmente regula el ritmo del
trabajo de los obreros, estableciendo un control y una cadencia de producción. Es
importante hacer constar que la tecnología empleada en la producción en serie
tenía un cierto índice de fallas, lo que implicaba dos cosas, 1) para evitar un
probable paro en la línea central de producción, debido a alguna falla en las
máquinas, se necesitaba hacer acopio de una cantidad relativamente grande de
las piezas producidas por aquellas, para que, en caso de falla, no se detuviese el
flujo de la producción general al interior de la fábrica y 2); dada la característica
jerárquica de la fábrica, es decir, a su organización eran probables ciertas
negligencias o resistencias de los trabajadores durante el proceso productivo y lo
cual, aunado a la baja confiabilidad de las máquinas, se hacían necesarios ciertos
controles de calidad, aunque eficaces, también representaban ciertos gastos y
derroche de energías y de materias primas. Los cuales no eran vistos como un
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d) Producción inmaterial
La etapa conocida como el postfordismo devino de la necesidad de adecuar
el modo de producción a nuevas condiciones a fin de poder mantener el proceso
de valorización del valor, lo que significó una recomposición organizativa y técnica
de los principios del taylorismo y el fordismo. En síntesis la nueva estrategia
consistía en promover una democracia industrial, rechazando la individualización y
descalificación de los obreros a cambio de la organización de grupos autónomos
con capacidades limitadas de decisión, además de una recomposición de la banda
de montaje donde se promoviera la idea de una organización sociotécnica. Este
primer aspecto dio pauta a nuevas tendencias que se resumen en la flexibilización
de las empresas y la entrada significativa de los procesos automatizados a través
de componentes electrónicos.
A medida que la electrónica ha ido sustituyendo a los simples principios mecánicos, la
composición técnica y la composición de valor de los productos–mercancías han alterado
totalmente las condiciones de producción y valorización del valor mercantil. (CORIAT, 2005:
173)
En la definición del nuevo paradigma productivo, se ha establecido la
posibilidad de una integración del trabajo científico en el trabajo industrial y
terciario, a través de actividades de investigación, de concepción, de gestión de
los recursos humanos. Y la cual, como señala MAURICIO LAZZARATO y ANTONIO
NEGRI (1991), “se convierte en una de las principales fuentes de productividad y
pasa a través de los ciclos de producción” (URL [DOC: 2]) de los cuales se puede
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50 En la acepción de Taylor.
51 Del francés, se traduce literalmente como: saber hacer
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52 La propiedad privada, el mercado, los factores productivos: capital, trabajo y tecnología, etc.
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todo relación de capital” (URL) relación de capital que si bien ha cambiado del
enfoque clásico al de la fabrica integrada, y cuyos cánones o prerrequisitos siguen
presentes, es también que para seguir reproduciendo la esencia de ganancia del
capital,53 requirió de una superación de la dicotomía, como propone BAKHTINE (en
LAZZARATO, 2000) entre "trabajo material/trabajo intelectual" y nos muestra la
creatividad como proceso social (URL). El capital, se apropia sólo de las formas
materiales, valorizadas por lo la cooperación de los agentes de la producción
material. Para LAZZARATO (2000):
Hora bien, para ésta producción de capital, el savoir faire, del que fue
despojado históricamente el trabajador en el proceso técnico de mejoramiento del
conocimiento científico en la técnica de producción, se encuentra presente aún en
los mismos progresos técnicos creados para poder descalificarlo, concretados así
en la mercancía tecnología. Se trata de un conocimiento implícito en la tecnología
aplicada al proceso productivo, es decir, de un savoir faire ahora alienado del
trabajador, extraño a él. (Se trata de un trabajo pasado objetivado que plasma
órdenes en un mundo digital).
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2. Distribución
Comúnmente, a la distribución de la producción se le asocia con el servicio
de colocación de bienes terminados en lugares precisos para que estén
disponibles cuando los consumidores los deseen. Sin embargo, no podemos
olvidar, como señala R. B. HEFLEBOWER (1975: vol. 2; 455b) que los productores,
las más de las veces, no venden los productos acabados directamente a los
consumidores, pues se olvida el papel de los proveedores y de los revendedores.
Dado que la producción se realiza en algún punto geográfico específico,
muchas veces alejado de la localidad de consumo, se hace necesario acopiar
cantidades de la mercancía, por minoristas, para mantener un flujo continuo de
oferta para el consumidor final “…en el momento y lugar por ellos preferido…”
(HEFLEBOWER 1975: vol. 2; 456a). Si bien, el costo de los servicios distributivos se
encuentra incluido en el precio del producto final al consumidor en el punto de
venta minorista.
Por otro lado, la venta del mismo producto, en un modelo clásico, según
HEFLEBOWER (1975: vol. 2), “resulta más fácil” si se ofrece junto con productos que
posean “…características parecidas desde el punto de vista de los consumidores,
aunque puede variar mucho su uso por parte del consumidor…” (p: 156b). Por lo
que la distribución es simbólicamente productiva ya que facilita su consumo.
En el marco de la economía política clásica, no se puede pensar la
distribución como independiente de la producción, pues como MARX (2005)
señala, “la distribución es ella misma un producto de la producción”, (p: 15) pues
no sólo puede referirse al objeto de lo producido, sino a la forma en la que se
distribuye lo producido y por lo tanto, el modo en el que se participa de la
producción. Es decir, aquellos que pueden producir, y aquellos que pueden
acceder a lo producido, se encuentran en una posición específica debido a su
posición social con respecto a su posesión en propiedad. Regresamos entonces a
la cuestión de la distribución antes de ser distribución de productos, como ya
hemos mencionado más arriba, es la producción la que está determinada y
organizada por la distribución. MARX (2005) nos dice que se trata de “1)
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a) ¿Distribución inmaterial?
El postfordismo no significa la negación de ciertos principios del fordismo
donde se producía y consumía masivamente. Actualmente se ha mantenido y
acrecentado la capacidad productiva, si bien con nuevas características que lo
deslindan de la idea de producción en serie y masa, que definía un producto
estandarizado y un excedente no siempre absorbido por el mercado. Este último
aspecto, aparece también en el postfordismo, pero ahora potenciado ya que los
mercados mundializados no son homogéneos, lo que exige estrategias de difusión
que hacen necesaria la distribución a lugares de consumo alterno.
HEFLEBOWER (1975: vol. 2), afirma que a mediados del siglo XX, entra “la
función económica de la distribución a los consumidores de los productos en su
forma física final, consiste en proporcionarles la «utilidad de lugar y momento», a
la que puede añadirse la utilidad de información»” (p: 456a). De esta manera, las
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otras palabras significa que desde tu casa puedes acceder al consumo de los
productos, materiales e inmateriales, que cumplen el efecto de la distribución.
3. Consumo
Al igual que la producción material es consumo, también el consumo es
producción, en cuanto crea los productos que son el objeto para el cual ellos son
lo que son, es decir, el producto sólo se vuelve producto en el acto de consumo, al
tiempo que, por otro lado, el consumo crea el impulso de la producción, fundando
la necesidad de una nueva producción, pues reproduce las necesidades.
Así, en el acto dialéctico entre consumo–producción se produce no sólo
objetivamente, sino también subjetivamente, pues se produce también al
consumidor. En donde el consumo como necesidad es el mismo momento interno
de la relación productiva. MARX (2005) nos dice que “el individuo produce un
objeto y, consumiéndolo, retorna a sí mismo, pero como individuo productivo y que
se reproduce a sí mismo.”(p: 14). Es decir, al producir la necesidad de lo que
produce, reproduce la necesidad de que se le siga comprando su trabajo para
valorizar lo producido por él.
Por otro lado, en materia del comportamiento de los productos de acuerdo
con su consumo, tomando en cuenta las consecuencias que tienen para los
mismos productos, como señala FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1), en lugar
de las técnicas de su producción, consideramos las necesidades de consumo.
Dichas necesidades se encuentran regidas por distintos factores, “tanto biológicos,
fisiológicos, psicológicos, afectivos como sociológicos ó económicos, y que hacen
evolucionar la demanda, los que son preponderantes y previsibles.” (p: 222) Así, el
deseo de consumo de ciertos satisfactores, se encuentra limitado por
constituciones físicas o fisiológicas –dado es el caso de satisfactores alimenticios–
, aunque en el caso del deseo de “consumir” ciertos servicios –como viajes,
enseñanza– o de poseer objetos (productos) no encontramos dichos limites. Y es
por ello que existen comportamientos desiguales en cuanto al consumo de los
productos y servicios.
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a) Equilibrio producción–consumo
En el capitalismo industrial se ha aspirado a lograr un equilibrio entre la
producción y el consumo, con el propósito de evitar las crisis de superproducción.
Esto se ha intentado produciendo bajo un margen “controlable” en función de la
demanda probable, en un marco también de probabilidades sobre las necesidades
o deseos de los consumidores, y tratando de vender todo lo que se produce, por lo
que nos dice JEAN FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1; 219) es necesario el
uso de una ciencia económica que atienda a la dialéctica producción–consumo.
Ahora bien, los productos tienen tantos comportamientos originales en su
relación de producción–consumo como productos existen. Así, como esta relación
no se encuentra fija en el tiempo, –pues responde a la incidencia del mismo
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progreso técnico que las ha hecho posibles en un principio– los productos pueden
migrar de un sector a otro, dependiendo de las condiciones que imperen en su
producción.
Es importante distinguir, lo que de algún modo ya se ha tratado más arriba,
y que como señala FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1): 1) la producción en
su comportamiento característico del sector primario es aquella que se ha
beneficiado de un progreso sensible, pero no obstante moderado de la aplicación
de la técnica, 2) mientras que el sector del consumo primario, se comporta de
acuerdo a una demanda que aumenta rápidamente y luego alcanza rápidamente
su saturación,
…los productos agrícolas en su conjunto tienen un comportamiento global netamente
primario tanto en la producción como en el consumo. Igualmente, los productos industriales
considerados globalmente: 1) han sido y siguen siendo fuertemente influidos por el
progreso técnico; 2) tienen una curva de consumo continuamente creciente, pero que no
obstante tiende a hacerse más lenta. La gran mayoría de los productos industriales poseen
esa doble propiedad y tienen, por tanto, un comportamiento secundario. Por último, la gran
mayoría de los productos artesanales y los servicios se benefician; 1) de un progreso
técnico escaso; 2) de una demanda notablemente creciente y sin tendencia aparente a
estancarse: tienen pues, en general, un comportamiento terciario en la producción e
igualmente un comportamiento terciario en el consumo. (p: 224)
Es aquí donde FOURASTIÉ (en FRIEDMANN, 1985: vol. 1), insiste en que hace
su análisis considerando implícitamente a la población activa55, pues hace énfasis
en que “dada una productividad, la población activa es el factor preponderante de
la producción y todo problema de la vida económica se reduce, finalmente, a
problemas de población activa.” (p: 224)
En el sector industrial, la variable productividad, a consecuencia de la
aplicación de la tecnología ha aumentado rápidamente, aunque en el caso el
factor de la demanda tiende a incrementarse, en éste sector, más rápido que el de
la productividad (sin olvidar la diferencia en el comportamiento productivo y de
consumo de cada producto particular).
55 La población activa según PIERRE NAVILLE (en FRIEDMANN, 1985: I), es esencialmente, la que “trabaja”, la que
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c) Consumo inmaterial
Al poder caracterizar la producción inmaterial, como una producción
comunicativa, tenemos que señalar, por consecuencia el carácter del consumo
inmaterial, es decir, consumo de información a través de un círculo comunicativo.
Para que pueda consumarse éste ciclo debe asegurarse la existencia de un
vínculo de doble vía entre quien envía y quien recibe la información, para que
puedan intercambiarse arbitrariamente los papeles.
Así, y como ya habíamos comentado más arriba, la producción inmaterial
no sólo es productiva, cuando hay apropiación de lo producido socialmente, sino
también de la producción de la subjetividad, tanto del productor como del
consumidor. Del primero como reproducción de su medio subjetivo y del segundo
cuando posibilita la producción de la “capacidad de consumo, del impulso al
consumo, de la necesidad de consumir”, por medio de un proceso de trabajo, pero
que a fin de cuentas no es otra cosa que una relación de capital. De ésta manera,
es como se puede caracterizar como publicidad, pues se trata de información que
orienta la capacidad de consumir, el impulso al consumo y la necesidad de
consumir, al incrementar la presencia de algún producto dado, en la subjetividad
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Por lo que existe un proceso dialéctico “entre las formas de vida que producen la
actividad de los sujetos que las constituyen” (URL) y lo económico, que se
encarga de gestionar y reglamentar, la actividad inmaterial del trabajo por medio
de dispositivos de control, que han creado al público/consumidor, y las
herramientas de doble vía en las que se pueden constituir, hablo del potencial
dominio sobre las tecnologías de la comunicación, y la información.
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causas de esta crisis fueron tanto políticas como económicas. BORJA (2002: vol. 1)
sostiene que “el autoritarismo llevado a sus más extremas expresiones junto con
la ineficiencia de la estatificación de los instrumentos productivos causaron el
desastre” ya que, en última instancia se trataba de los instrumentos productivos al
servicio de un “interés de clase” de la alta burocracia. Donde el “estatismo
económico y la ineficiencia conspiraron contra la cantidad y la calidad de la
producción.”(p: 273a) Por lo que muchas veces se privilegiaron estos intereses
sobre la innovación técnica lo que a la larga les llevó a perder competitividad
frente a los mercados internacionales. Así, las causas políticas se combinaron con
las económicas y estos regímenes empezaron a entrar en crisis a partir de 1989,
aunque, si bien, ya desde a década de los años 60, no habían crecido
significativamente.
Esta breve historia nos deja con tres enfoques distintos para abordar las
crisis del capitalismo, el primero es el que se deriva del enfoque liberal, el segundo
es el enfoque marxista, y el tercero es el que viene del capitalismo regulado
conocido comúnmente como keynesianismo. Para BORJA (2002: vol. 1, 273a),
desde el primero las crisis son el resultado de comportamientos “aberrantes” que
desequilibran los mecanismos autocorrectivos de la economía, y que pueden ser
causados por los comportamientos tanto de los individuos actuando en su
conjunto –como especuladores– como por las acciones del Estado, al intervenir en
la economía, por medio de tributaciones, el manejo de la política monetaria,
subsidios, del crédito, etc. El segundo enfoque, el marxista, como ya se mencionó,
sostiene que las crisis recurrentes de la economía son un fenómeno típico modo
de producción capitalista. Este enfoque sostiene que las crisis se deben a la
“superproducción de bienes que la demanda se muestra incapaz de absorber”, y
que “ellas forman parte de las propias «contradicciones» de un sistema económico
que produce en su forma social pero que distribuye individualmente lo producido”
(p: 274a). Por lo que, desde éste enfoque se ha argumentado que este fenómeno
no se daría en economías centralmente planificadas, pues el Estado tendría la
capacidad de tomar medidas anticíclicas para estabilizar la economía. Sin
embargo, ha sido una realidad la crisis política y económica en que terminaron los
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