Anda di halaman 1dari 6

Siglo XIX: Creación de la Política Expansionista e Imperialista Norteamericana

Estados Unidos a los pocos años de obtener su independencia de Inglaterra, ya mostraba las bases de sus
tres objetivos a seguir como nación. Primero, instaurar en Latinoamérica como su área de influencia, segundo,
expandir sus límites territoriales hacia los cuatro puntos cardina-les del continente americano, y en último
objetivo, convertir y mantener a América Latina como su punto de comercialización más importante.
La idea de integrar al continente Americano y más concretamente a América Latina tiene sus orígenes con
Simón Bolívar. El libertador de las Américas ya desde 1820 trato de fomentar la integración Latinoamericana,
ya que entendía que las naciones americanas deberían de estar unidas contra los embates de los intereses
extranjeros tales como España, o los Estados Unidos, y procurar la independencia de los países que seguían
bajo los dominios de los colonizadores europeos.
En el 1822 Estados Unidos fue la primera nación en reconocer las nuevas naciones que en Hispanoamérica
acababan de separarse de España. Aquel mismo año inquietaron a los Estados Unidos dos iniciativas
procedentes de Europa y dirigidas hacia el nuevo continente: Primero el zar Alejandro I proclamó los derechos
de Rusia sobre la costa del Pacifico y las aguas vecinas desde Alaska, que pertenecían entonces a Rusia, hasta
la parte norte de la isla de Vancouver. Ante esta amenaza el gobierno del gobierno norteamericano bajo la
presidencia de James Monroe, se le informó al ministro de Rusia que los Estados Unidos “debían discutir el
derecho de Rusia a cualquier establecimiento territorial en este continente y debían afirmar claramente que el
continente americano no se hallaba ya supeditado a cualquier nuevo establecimiento colonial europeo y tal vez
no halla momento más favorable para decir franca y explícitamente al gobierno ruso que la paz futura y el
interés de la propia Rusia no pueden verse facilitados por el establecimiento de Rusia en cualquier parte del
continente americano”
La segunda concernía más específicamente a las intenciones que las potencias europeas pudiesen tener
sobre América Latina. Monroe pedía con firmeza a las potencias europeas que no interviniesen en América.
Asimismo, confirmando la política de neutralidad inaugurada por George Washington, adquiría el compromiso
de no intervenir en los asuntos europeos.
Ya para esta época los Estados Unidos comenzaba a ansiar un puerto en la costa del Pacifico para comerciar
con Asia y fortalecer su posición ante Europa como la potencia del continente americano. En otoño de 1822,
en el Congreso de Verona, Francia y las potencias de la Santa Alianza (Rusia, Austria y Prusia) decidieron
intervenir en España, donde una revolución había obligado a Fernando VII a aceptar una Constitución Liberal.
En 1823 el rey francés Luis XVIII envió un ejército al otro lado de los Pirineos para ayudar a los Carlistas a
restaurar su poder absoluto. Los Estados Unidos temieron que las potencias de la Santa Alianza, se ocupasen
luego de sus antiguas colonias hispanoamericanas.
En 1823 el presidente de los Estados Unidos, James Monroe, decide responder a los sucesos que estaban
sucediendo en Europa con la creación de la Doctrina Monroe, que establecía la exclusión del continente
americano de la política de poder al estilo europeo.
La Doctrina Monroe podemos interpretarla en dos sentidos: primero, como una declaración unilateral con
proyección hemisférica de la política norteamericana del aislacionismo; y segundo, como una estratégica a los
efectos de evitar cualquier avance europeo en el continente americano. Que si bien en el mensaje se habla de
que los Estados Unidos no admite la intromisión de ninguna potencia extranjera en el continente “americano”,
sin embargo esta alusión estaba dirigida principalmente contra Inglaterra y sobre todo contra los designios que
Inglaterra tenía en cuanto a la isla de Cuba.
Para el 4 de marzo de 1845, la anexión de Texas pudo lograrse mediante una trampa legal. El gobierno
mexicano protestó de inmediato ante esta medida. México jamás había manifestado que la anexión de tal
territorio a la Unión Americana sería considerada como un acto de hostilidad y una causa suficiente para la
declaración de la guerra. México terminó perdiendo Texas, California, Nuevo México y reconociendo el rio
Bravo como límite meridional como su nueva frontera con los Estados Unidos.
En 1885, los Estados Unidos superaban a Inglaterra en producción de productos manufacturados y a finales
de siglo consumía más energía que Alemania, Francia, Austria-Hungría, Rusia, Japón e Italia juntos. Los
aumentos de producción, vías de acero y el kilometraje de las vías férreas sobrepasaban con creces cualquier
línea europea. Hubo tentaciones de parte de los dirigentes norteamericanos para crear un verdadero imperio
con tanto aumento en poderío, así tenemos las ideas del secretario de estado Stewars de anexionar México y
Canadá, o del gobierno de Grant (1869-1877) de anexionarse la Republica Dominicana y la isla de Cuba. Este
era el estilo de pensamiento de las potencias europeas, pero el senado de los Estados Unidos se preocupó más
de los asuntos domésticos, como por ejemplo, el de aumentar y mejorar el ejercito que en 1890 era inferior al
búlgaro y las fuerzas navales muy inferiores que las italianas.
S.XX: Perfeccionamiento de la Política Expansionista e Imperialista Norteamericana
Los Estados Unidos entraron al siglo XX como una poderosa maquinaria colonialista y muy poderosa. La
adquisición de nuevos territorios al final del siglo XIX, abrió las puertas a un intenso debate en cuanto a esos
territorios y a sus ciudadanos en relación al sistema político estadounidense. En comparación con la manera
en que las potencias europeas construyeron sus imperios, el periodo de codicia de Estados Unidos argumenta
que fue limitado en su ámbito y de corta duración. Después de la guerra Hispanoamericana, los
norteamericanos justificaron sus acciones con el argumento de que preparaban a las naciones para la
democracia. Pese a las críticas antiimperialistas, la mayoría de los estadounidenses creían que el conflicto con
España había sido oportuno y estaban ansiosos de hacer sentir el poder de los Estados Unidos.
El 28 de Febrero de 1901, el senador norteamericano Orville Platt, propone enmendar la ley de gastos del
ejército, incluyendo en una cláusula que regulara las relaciones entre el nuevo estado independiente cubano y
los Estados Unidos. Esta enmienda recibe el apoyo de la legislatura de Estados Unidos y de su presidente, tras
lo cual el gobernador militar de Cuba entrega la resolución a la Convención Constituyente. Los representantes
cubanos reciben la enmienda sin mucho agrado, debido a varias de sus condiciones:
Que el gobierno de Cuba nunca celebrara con ningún poder o poderes extranjeros ningún tratado u otro
convenio que tienda a menoscabar la independencia de Cuba o que permita a otros poderes extranjeros obtener
para colonización o para propósitos militares o navales control sobre ninguna porción de la isla.
Que dicho gobierno no asumirá o contraerá ninguna deuda pública para el pago de cuyos intereses y
amortización, resulten inadecuados los ingresos ordinarios.
Que el gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de intervenir
para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un gobierno adecuado para la protección
de vidas, propiedad y libertad individua.
Que el gobierno cubano venderá o arrendara a los Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras
o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el presidente de los Estados
Unidos.
El pueblo cubano negocia a través de sus delegados durante tres meses sin lograr cambios sustanciales, a
pesar de la creación de una comisión que viaja a Washington a fin de negociar directamente con el presidente
estadounidense. El 8 de junio de 1901 el secretario de guerra estadounidense proclama que la ley deberá
cumplirse tal cual fue aprobada por el legislativo.
Así comienza el siglo XX para la política prepotente e imperialista para la nueva potencia en América. En
1902 Inglaterra cesó en su empeño de controlar la América Central, luego de observar el poderío
norteamericano durante la guerra Hispanoamericana y observar el fin de España como potencia. Ese mismo
año el presidente Roosevelt expone que los Estados Unidos debían hacer sentir mundialmente su influencia y
si sus intereses chocaban con los de otra potencia, tendría que utilizar la fuerza. Esta posición del presidente
Roosevelt hizo que la Doctrina Monroe se volviera más intervencionista.
No obstante lo antes mencionado sobre la Doctrina Monroe, no hubo defensa continental por parte de
Estados Unidos para frenar en 1902 el bloqueo a Venezuela por las armadas de Italia, Inglaterra y Alemania
para cobrar la deuda pública que este país Suramericano tenía con aquellos gobiernos, motivando el
pronunciamiento del Canciller argentino Luis María Drago bajo el principio de que “la deuda pública no puede
dar lugar a intervención armada, ni menos a la ocupación material del suelo de las naciones americanas por
una potencia europea”. Drago hacía referencia en su comunicación al gobierno norteamericano, que este
principio ya estaba proclamado en la Doctrina Monroe. La respuesta del gobierno de los Estados Unidos fue
que impediría la intervención de cualquier potencia extra-americana por el cobro de las deudas contractuales,
pero intervendrían ellos mismos a los efectos de que se haga justicia en el caso. Esta solución al problema por
parte de los Estados Unidos, no era para proteger a un país bajo una situación como la que vivía Venezuela,
sino para evitar que la actitud coercitiva asumiera la forma de adquisición de territorio por una potencia no
americana. Dadas las circunstancias de la época, era muy probable que los Estados Unidos intervinieran en un
Estado Americano porque corriera el peligro de una invasión por un estado extra-americano, especialmente si
este era Inglaterra.
Luego de la Primera Guerra Mundial todo el débil equilibrio de la posguerra se quebrantó completamente
con la ascensión al poder de Hitler en Alemania en el 1933, y el desinterés, por desilusión y aburrimiento, de
los estados Unidos sobre los asuntos europeos. Esta situación se plasma en la desaparición de las ideas
internacionalistas en los Estados Unidos perdiendo todo objetivo en mantener el viciado Tratado de Versalles,
y con la nueva intervención en 1934 en México a partir de una revolución allí ocurrida.
Al ser elegido a la presidencia norteamericana Franklin Delano Roosevelt, fue el comienzo de la
desaparición del aislamiento como principio básico de la política exterior de los Estados Unidos y la toma del
liderazgo mundial. El hecho de que el avance alemán en Europa se convirtiera en una amenaza mundial por
sus ansias de dominación mundial, al mismo tiempo que Franklin Delano Roosevelt asume el poder es pura
coincidencia. Estados Unidos se había convertido en una potencia mundial y le apoyaba una industria en
continuo crecimiento y con potenciales impredecibles.
Franklin Delano Roosevelt en 1939 justo antes de la invasión alemana de Polonia afirmaba que la Doctrina
Monroe ya no podía sostenerse en un mundo donde el Océano Atlántico ya no era una barrera infranqueable a
las naciones que ambicionaban el dominio del mundo. Poco después de que Alemania invadía Polonia, el 3 de
septiembre de 1939, Inglaterra declara la guerra a los alemanes; pero los Estados Unidos continúan alegando
sus leyes de neutralidad en Europa, no obstante el presidente ya había conseguido modificarlas en el Congreso,
para que Francia e Inglaterra pudieran comprar armamento de fabricación norteamericana. La ruptura de la
neutralidad de los Estados Unidos se produjo en el mismo momento en que los alemanes entraban a Francia,
el 10 de junio de 1940, comprometiéndose enormemente a extender toda ayuda material a cualquier país que
resistiese el avance alemán, el resto es historia ya conocida. Hitler por Alemania, Mussolini por Italia, y el
emperador Heroito por Japón, convirtieron unas guerras regionales en un conflicto mundial al declarar la
guerra a los Estados Unidos. El empeño de Hitler por derrotar a los rusos le hizo perder su sexto ejército en el
invierno de 1943, fue entonces cuando los Estados Unidos, Inglaterra y Rusia vieron la posibilidad de destruir
al ejército alemán y en configurar un orden nuevo a nivel mundial, si bien cada uno de estos países tenía su
propia visión de cómo lograrlo.
Las visiones de la posguerra variaban según las naciones. Inglaterra pensaba que se debería de restablecer
un cierto equilibrio de poder al estilo de la diplomacia europea tradicional, Francia exigía neutralizar
definitivamente a Alemania el cual era la finalidad de la guerra para ellos, y Rusia quería extender su radio de
acción por Europa Central como hizo la diplomacia zarista rusa tradicional. Pero los Estados Unidos no habían
entrado a la guerra para liberar a Europa y dejarla que se gobernara a la forma tradicional europea. El objetivo
de los Estados Unidos era crear un nuevo orden de cooperación y armonía. Para Stalin y Rusia, la diplomacia
no era más que una herramienta más para definir equilibrio de fuerzas. Para los Estados Unidos establecer el
nuevo orden mundial “pacífico y democrático” era el objetivo de su diplomacia. Hecho que a Stalin le movía
a pensar que los Estados Unidos no podían moverse por principios abstractos, como libertad o democracia, y
que en ello había algo oculto y no podía comprender que la diplomacia norteamericana se moviera por tales
principios de autodeterminación de la Europa Central. Esto provocó que la URSS, enormemente debilitada en
recursos humanos y materiales después de la guerra , desconfiara de Estados Unidos y asumiera una posición
de potencia intacta haciendo creer que controlaría Europa con su modelo de sociedad y establecería una esfera
soviética a su alrededor. Esta actitud junto a los continuos regateos con los negociadores estadounidenses, iba
a cambiar por completo la actitud de los Estados Unidos, “de buena voluntad”. Esto era el comienzo del
enfriamiento de las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética y así dio comienzo a la Guerra Fría
y el comienzo de lo que serían las relaciones internacionales entre ambas potencias. El discurso de Stalin en
1946, donde declaro que el sistema de organización soviético era la mejor forma de estructurar la sociedad,
dio a pensar desde entonces a los estadounidenses que sería este entonces el enemigo a vencer en todo el
mundo. Los Estados Unidos llegaron a la conclusión de que sin cambio de la mentalidad soviética no habría
resultados en las negociaciones entre oriente y occidente. Una vez asumida esta posición por los Estados
Unidos los asesores del presidente de la política exterior comienzan con la resistencia práctica a la filosofía
política del sistema soviético.
La política exterior norteamericana dirigió sus pasos a la oposición, a parar, a contener la expansión
soviética en el mundo, Las lecciones aprendidas en el caso de la política exterior norteamericana, la
incapacidad de maniobra de sus políticos para cambiar el concepto de un territorio fuera de la esfera de defensa
a pesar del envío de tropas para evitar el socavamiento de su posición en el nuevo orden bipolar del mundo.
China supo combinar, al enfrentarse a una superpotencia, los factores militares y los diplomáticos, y aprendió
que definitivamente no podría haber otro enfrentamiento bélico con los estadounidenses, hecho que no se
produjo durante el resto de la Guerra Fría. Los Estados Unidos pensando que la Unión soviética estaba detrás
de todo esto, redoblaron esfuerzos. La sobredimensión que los norteamericanos dieron a la URSS. Fue en
contra de estos y en Europa se produjo el rearme y la cohesión de los aliados. La reacción de Stalin fue una
amplia actividad para siempre tratar de resolver la Guerra Fría.
Como hemos visto no siempre la seguridad nacional de los Estados Unidos ha sido el eje de su política
exterior. Desde la Revolución de Independencia contra Inglaterra, a la Guerra Fría contra la URSS, han tenido
la voluntad de combatir por sus intereses, sus creencias y sus ambiciones. Los norteamericanos han ido a la
guerra por distintos motivos, por su independencia como nación en 1775 contra Inglaterra, por el honor y el
comercio en 1812, nuevamente contra Inglaterra, por territorio en 1846 contra México, por “humanidad” e
imperio en 1898 contra España, por el derecho a la neutralidad en 1917 durante la primera guerra mundial y
por la seguridad nacional en 1941 durante la segunda guerra mundial.
Desde el 1945 los Estados Unidos se han comprometido en un enfrentamiento mortal por contener el
comunismo y defender el modo de vida “democrático”, sus principios y valores. La dinámica de los
acontecimientos parece evidenciar la complejidad de la política de seguridad nacional en un entorno mundial
más compacto. Estados Unidos asumiría desde el fin de la Guerra Fría una posición de absoluto predominio
en el terreno militar que le serviría de principal sustento a su liderazgo político. El fortalecimiento de la
posición de los estadounidenses como potencia mundial ocurrido a finales de la década de los años 80
constituyo uno de los resultados más trascendentales de lo que en aquel momento comenzaba a denominarse
como el Nuevo Orden Mundial, como primera reacción ante los cambios que habían ocurrido, sin que en
realidad se hubiera configurado ese “Nuevo Orden Mundial”, ni mucho menos existiera una estrategia
estadounidense para lidiar con él. El problema del reordenamiento del sistema de relaciones internacionales se
complica porque no solo se podría comprender integrando las nuevas tendencias y perspectivas del resto de
los actores principales, incluyendo las potencias en fase declinante y de descomposición, o el de aquellas que
se encuentran en ascenso, sino los conflictos nacionales y regionales emergentes. Por ello las definiciones
estratégicas estadounidenses y sus conceptos de seguridad nacional deben elaborarse a partir, entre otros
factores, de las predicciones que estos eventos se tengan en Estados Unidos, con cierta independencia de la
objetividad o calidad de las evaluaciones.
El éxito militar y político en la primera Guerra del Golfo contra Irak, parecía marcar claramente las pautas
del ejercicio del liderazgo estadounidense en la Posguerra Fría, pero otras experiencias demostraban cuan
complejo y difícil de gobernar podían tornarse escenarios supuestamente sencillos, como la intervención
“humanitaria” en Somalia en el 1992, donde los Estados Unidos no estaba conforme con ser el policía del
mundo, sino que también quiso convertirse en el “trabajador social del mundo”.
El siglo XX, fue un siglo que comenzó con la intervención de los Estados Unidos en distintos países de
Latinoamérica, sigue con la Primera Guerra Mundial en 1914 y culmina en el 1991 con el Fin de la Guerra
Fría. Es importante señalar que este conflicto fue una verdadera guerra desarrollada en diversos frentes de
batalla como lo fuero Cuba, Corea, Berlín, Vietnam, Checoslovaquia, Afganistán, etc. En estas diversas
“combates y batallas” se enfrentaron los Estados Unidos y la Unión Soviética. El fundamentalismo islámico
es el enemigo declarado de los Estados de finales del siglo XX, y pareciera corresponder con la visión del reto
que representaba la URSS durante la Guerra Fría, en tanto se apoya en una filosofía distinta y pretende
extenderse como lo era el comunismo.

S.XXI: El Nuevo Despliegue Militar Norteamericano


En estos momentos, el sistema imperialista estadounidense, y en especial a lo que se refiere a la política de
acceso a los recursos naturales del mundo ha optado por la creación de alianzas regionales o globales,
haciéndolos salir así del caparazón de su política unilateral y aislacionista. Los estadounidenses evidencian
una situación de inestabilidad caracterizada por la ausencia de un reto significativo que permita articular o
recomponer su antigua política exterior utilizada durante la época de la Guerra Fría. En su lugar se ha venido
ensayando con un listado de retos que han pretendido sustituir el “reto comunista”. Tal es el caso del
narcotráfico, el terrorismo, y la subversión, la visión ambientalista de la seguridad, la migración descontrolada,
la proliferación de armas, el fundamentalismo islámico, y la implementación de la democracia en el mundo
entero.
Todo parece indicar que el S.XXI se caracterizará por la existencia de una intensa puja por el apropiamiento
de los recursos naturales no renovables que cada día son más escasas, y aquí encontramos la verdadera
finalidad de la política exterior norteamericana y su posición de crear alianzas regionales o globales.
Podemos decir que la estrategia imperialista norteamericana del siglo XXI, ha sido la de reemplazar la
existencia de las colonias con las que dispone una potencia, por la nueva versión de su política expansionista
y parasitaria de crear la instalación de bases militares en distintos países “aliados”. Estos nuevos “organismos”
mejor dicho “aliados” no logran entender que el colonialismo del siglo XXI no tiene nada que ver para los
Estados Unidos con la conquista y apropiación de territorios y mercados, sino por el control de los recursos
naturales estratégicos que cada día se hacen más escasos. El personal militar norteamericano está presente en
135 países de los casi 190 que forman la ONU. Esto significa que las tropas norteamericanas se encuentran
presentes en el 70% de los países del mundo. Los Estados Unidos, después de convertirse en la única
superpotencia que opera sin oposición en el escenario internacional, no han reducido su despliegue militar,
sino que lo han rediseñado, mejorado e incrementado.
Latinoamérica es un área sumamente inestable para las expectativas norteamericanas, el mayor problema
viene porque esta región suministra una parte sustancial del petróleo y el gas que consume el mercado
estadounidense. México y Venezuela son los mayores productores de petróleo de la región, Colombia exporta
petróleo y carbón, mas tiene muchas fuentes de agua para producir energía eléctrica a través de plantas
hidroeléctricas, Argentina además de su aporte de petróleo, tiene su territorio próximo a Paraguay, y al acuífero
Guarani una de las mayores reservas de agua dulce no contaminada del mundo. En Centroamérica se
encuentran reservas con gran potencial de explotación de petróleo: en la región del Peten en Guatemala y en
la región del Limón en Costa Rica. Además la geografía de nuestra Latinoamérica, por sus grandes afluentes
es especialmente apta para la realización de fuentes hidroeléctricas que pueden abastecer de energía barata a
las grandes empresas multinacionales.
Estos recursos naturales Latinoamericanos son los motivos por los cuales los Estados Unidos han
aumentado su presencia militar en la región. Esto se materializa con la instalación de nuevas bases militares
en el área y el refuerzo de las ya existentes, el entrenamiento militar de los ejércitos Latinoamericanos, la venta
de armas, la instalación de sistemas de inteligencia y vigilancia, además de la vergonzosa influencia” presión
diplomática” y económica ejercida contra los débiles países y gobiernos Latinoamericanos. Los Estados
Unidos también han manifestado su interés en establecer instalaciones militares en El Salvador, Tierra de
fuego Argentina, y controlar la base de lanzamiento de cohetes espaciales de Brasil.
En el 2001, siete días después del ataque de la Twin Towers en Nueva York, según la revista estadounidense
Newsweek, personal de asesoramiento muy cercano al presidente George W. Bush, le presento un plan de
respuesta militar que incluía el bombardeo e invasión de la región llamada La Triple Frontera, que es el área
donde ubica las fronteras de Brasil, Paraguay y Argentina, cuyo objetivo consistía en atacar a la misma vez
tres distintos blancos sorpresivos a modo de respuesta destinada a enviar un mensaje a todos los países del
mundo de que los Estados Unidos respondía militarmente al terrorismo (revista estadounidense Newsweek,
edición del 18 de septiembre del año 2001. Desde entonces las agencias de inteligencia estadounidenses mejor
conocidas por las siglas den FBI y la CIA, sostienen que las células terroristas de Ciudad del Este en Paraguay,
son la principal amenaza a la seguridad de los Estados Unidos en el continente americano.
En mayo de 2005, los Estados Unidos han firmado un tratado con el gobierno de Paraguay que les permitirá
contar con una nueva base militar en la localidad de Mariscal Estigarribia, Provincia de Boquerón, en el
llamado Chaco Paraguayo. Esta instalación está situada a 250 kilómetros de Bolivia, próxima a las provincias
argentinas de Formosa y Salta; y a la estratégica región de la Triple Frontera la cual querían bombardear e
invadir varios años atrás. Desde esta nueva instalación militar estadounidense se encontraran en excelentes
condiciones para controlar las reservas gasíferas y petrolíferas de Bolivia, localizadas se los departamentos de
Santa Cruz de la Sierra y Tarija. Es necesario señalar, que Bolivia cuenta con grandísimas reservas de gas
natural, y con el gobierno de movimiento socialista anti-norteamericano de Evo Morales. Estas reservas de gas
boliviano han sido estimadas en 27 trillones de pies cúbicos que alcanzarían para exportar al ritmo actual hasta
el año 2024. Actualmente el gas comprende el 14% de la energía consumida en los Estados Unidos. En el año
2020, por la construcción de 272 centrales eléctricas, incrementará el consumo de gas hasta el 55% de los
recursos en ese país Lo cierto es que la nueva base militar estadounidense tendrá una localización estratégica
clave para el control tanto del Acuífero del Guaraní, como del gas boliviano.
Por último, no es posible dejar pasar por alto que las principales instalaciones militares de Suramérica están
localizadas en puntos estratégicos que rodean la región de la amazona brasileña, el lugar de la última gran
reserva natural de agua, flora medicinal, fauna y reserva de madera con que cuenta la humanidad. Aquí se
acumula 1/5 parte del agua dulce del mundo (el rio amazonas es el rio más largo y caudaloso del mundo, en
que desembocan mas de 10,000 afluentes). El territorio amazónico, con una superficie aproximada de 8
millones de kilómetros cuadrados distribuidos entre ocho países, representando el 44% del territorio
sudamericano.
Para concluir podemos decir que el destino final de estos recursos, el cuándo y quien se apoderará de los
mismos parece ser la preocupación y el objetivo principal del gobierno estadounidense, y para las empresas
multinacionales de ese país que aspiran a aprovechar los grandes negocios que la explotación de esta región
encierra.
Autor: Harold Chittenden- Feb 2006.

1. ¿Cómo empieza el expansionismo norteamericano y que situación genera la Doctrina de Monroe?


2. Explica que propone esta doctrina y como se dio la aplicación de la misma en México
3. ¿Qué contradicciones hubo en la aplicación de esta Doctrina?
4. Establezca que situación se plantea en el marco de la guerra fría y cuál es el objetivo de EEUU
5. ¿Cómo va afianzando su liderazgo después de la Guerra fría?
6. ¿Qué cambios de estrategia se generaron en el siglo XXI y como se afinzo la misma?
7. ¿Qué expectativas se generan respecto a Latinoamerica?

Anda mungkin juga menyukai