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del Hombre), Karl Spiessebeberger describe algunos de los experimentos de Reichenbach: «Una de las

salas en la cual el barón Von Reichenbach realizó la mayoría de sus experimentos, carecía de ventanas,
de manera que no podía entrar luz alguna. En la oscuridad absoluta, los sensitivos observaban, después
de una hora o más, fenómenos lumino-

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sos, que no podían explicar. Al comienzo se formaba alrededor de las manos de los presentes una
especie de humo gris. Luego, las manos parecían "una silueta sobre un fondo de suave luminosidad".
Después, cada dedo presentaba una prolongación luminosa, a veces tan larga como el propio cuerpo,
desde la cabeza hasta los pies de la siguiente manera: "El lado derecho del cuerpo, incluido brazo y
mano, en una luminosidad celeste-azul, y el lado izquierdo del cuerpo, rojizo o amarillo-rojo. Las
radiaciones de los ojos eran más brillantes que las de los dedos. De los orificios nasales surgían rayos
luminosos; hasta el aliento tenía luminosidad" (sic).» Cuando Reichenbach levantaba el brazo, sus
sensitivos veían que la luminosidad de ese brazo disminuía, y cuando lo bajaba, el aura aumentaba en su
luminosidad. De esto el científico constataba lo siguiente: «La luz ódica (el aura) cambia en relación a la
cantidad de sangre contenida en las venas del cuerpo físico.» Además, constataba que el estado de
salud dependía del grado de actividad, de viveza, de la misma aura. (Esto precisamente es lo que la
ciencia médica soviética está estudiando en la actualidad.) Reichenbach observó también, con su grupo
de sensitivos, infinidad de animales como gatos, pájaros, mariposas, etc. También, como se ha dicho
antes, con ocres y minerales —cristales de turmalina, diamantes y cristales de roca, etc.—, sus
experiencias fueron continuas. Por cierto, y consta en todos sus estudios, que los órganos de
reproducción de las flores son extremadamente lumisosos. Asimismo lo inorgánico mostraba la típica
coloración polar, especialmente los imanes y los cristales. Cómo, por ejemplo, se desprendía de una
varilla metálica fuertemente imantada «una llama chisporroteante», azul en el polo norte de la varilla, y
amarillo-rojiza en su polo sur. Levantada ésta verticalmente, la llama «Od» se elevaba y formaba en el
techo de la sala un fino círculo luminoso de hasta 75 cm. de diámetro. «Los cristales producen sobre los
sensitivos el mismo efecto que la radiación ódica del hombre, siendo en los cristales la "fuerza
modeladora". El "Od", que para él es portador de la fuerza vital, da forma y vida a los cuerpos» (Doctor
Reichenbach).

3. - EN LOS CONFINES

34 J. ROCA MUNTAÑOLA

Todos estos estudios, ya lejanos, es curioso que hayan sido considerados actualmente como algo digno
de atención y respeto. Pocos serán los que discutan la realidad del aura humana y sus tonalidades, pues
se conoce la gran importancia que puede tener para infinidad de estudios, tanto en medicina como en
otras varias ramas de la ciencia, hasta en criminología, donde algún día podrá tener gran importancia.
Hoy sabemos, mejor dicho, conocemos por el estudio que se ha realizado con los sensitivos, sujetos,
metagnomos, mediums, etcétera, que generalmente sólo se distinguen tres colores fundamentales en el
aura humana, que representan: el cuerpo físico, el psíquico y el espiritual, pero con infinidad de
tonalidades cambiantes en los dos primeros, donde «lee» el sensitivo... Las oscilaciones emocionales,
como la avidez, los sentimientos, el deseo sexual, los afectos, las contrariedades (de este orden, no
espirituales), se expresan en el aura astral tanto en la forma, como en el color (y sus variantes), cosa que
ve perfectamente el sensitivo. Por lo tanto —y es muy importante tenerlo en cuenta—, los colores del
aura no son fijos, sino simplemente cambiantes según sea la salud, las emociones, los deseos o pasiones,
hasta el estado de nuestra «consciencia». Fijos, son únicamente aquellos fundamentales que
demuestran al sensitivo la verdadera espiritualidad, las condiciones constantes de carácter (lo invariable
en el ser humano), el talento, como también lo son a veces los vicios funestos muy arraigados, que son
parte ya de la persona. Ahora bien; algunos «privilegiados» sensitivos dicen que distinguen hasta
«cinco» auras en el cuerpo humano, lo que realmente no es así. Entre la mayoría de los sensitivos
tratados, lo ha sido una famosa vidente de la provincia de Tarragona (1), de gran estimación por
algunos, que igualmente incursiona en el pasado que en el futuro con la mayor facilidad; se trata de
persona de inmejorable condición económica y que jamás aceptó remune-

(1) En realidad sólo es una, pero con tres colores básicos, correspondientes a los estados o cuerpos:
físico, psíquico y espiritual de la persona, aunque los colores son cambiantes algunas veces y por
diversas circunstancias. (Experiencias y estudio personal con la sensitiva doña C. S. de M., 1973 y 1974.)

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ración alguna por el bien que hace. Nos consta asimismo que constantemente medita sobre la ética de
todo lo que estima, y de ello extrae su propia moral. Pues bien; dicha señora distingue tres auras, por
decirlo de forma gráfica, para que el lector lo entienda; lo que sucede, es que son tres colores básicos
del aura: el espiritual, el psíquico y el fí- sico, pudiendo saber en todo momento el estado físico actual de
la persona que tiene delante, así como la enfermedad que algunas veces sólo está en el estado astral; o
sea, que puede prever, adelan- tarse y atajar la enfermedad, antes de que la misma penetre en el soma.
Por otra parte, afirma esta sensitiva, que efectúa diariamente el viaje astral, lo que le facilita su trabajo,
el cual

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