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13 nudos en la espuma (poemas de Jorge Eduardo Eielson)

Vallejo & Co. presenta algunos poemas del escritor y artista plástico peruano Jorge Eduardo
Eielson, quien este 2014 hubiera cumplido 90 años de vida. El autor murió en 2006,
dejándonos una vasta obra literaria en diversos géneros: poesía, narrativa y dramaturgia; así
como una significativa obra plástica muy recordada por sus “Nudos” y “Quipus”, además de
una interesante cantidad de instalaciones.
La presente muestra consta de 13 poemas elegidos de sus más importantes poemarios:
Reinos (1944), Doble diamante (1947), Tema y variaciones (1950), Habitación en Roma
(1952), Noche oscura del cuerpo (1955), Ceremonia solitaria (1964), Sin título (2000) y
Celebración (2001).
Vallejo & Co. reproduce los poemas de esta muestra con la necesaria autorización de la
heredera de Jorge Eduardo Eielson, Martha Canfield, quien cuenta con todos los derechos
reservados sobre la publicación de todas las obras de este insigne escritor.

Por: Jorge Eduardo Eielson

© Martha Canfield

Selección de poemas: Mario Pera

Crédito de la foto: © Herman Schwarz, Miraflores-Perú, 1981

13 nudos en la espuma
(muestra de poemas de Jorge Eduardo Eielson)

Parque para un hombre dormido

Cerebro de la noche, ojo dorado

De cascabel que tiemblas en el pino, escuchad:

Yo soy el que llora y escribe en el invierno.


Palomas y níveas gradas húndense en mi memoria,

Y ante mi cabeza de sangre pensando

Moradas de piedra abren sus plumas, estremecidas.

Aun caído, entre begonias de hielo, muevo

El hacha de la lluvia y blandos frutos

Y hojas desveladas hiélanse a mi golpe.

Amo mi cráneo como a un balcón

Doblado sobre un negro precipicio del Señor.

Labro los astros a mi lado ¡oh noche!

Y en la mesa de las tierras el poema

Que rueda entre los muertos y, encendido, los corona

Pues por todo va mi sombra tal la gloria

De hueso, cera y humus que me postra, majestuoso,

Sobre el bello césped, en los dioses abrasado.

Amo así este cráneo en su ceniza, como al mundo

En cuyos fríos parques la eternidad es el mismo

Hombre de mármol que vela en una estatua

O que se tiende, oscuro y sin amor, sobre la yerba.

Genitales bajo el vino


Óyeme tierra, así, escribiendo así,

En la espesura de pámpanos dormido:

Mi pecho frío junto a mis intestinos

Se ha cuajado. Mis dedos alhajados

Buscan el Árbol de la Noche, clavan

Sus uñas de imprenta en los racimos

De la Vida y de la Muerte. Óyeme tierra

De grandes frutos áureos y serpientes,

Luciérnaga entre muros de papiro,

Negro universo del quinqué y el sexo,

Justicia del gusano, mal Paraíso.

Mírame tierra, así escribiendo, así

Desnudo, Adán poeta, quieto y triste,

En esqueleto, sierpe y uva convertido.

(de Reinos)

Doble diamante

¿Conoces tu cuerpo esfera de la noche

esfera de la noche

Huracán solar conoces tu cuerpo


Conoces tu cuerpo conoces

Tu admirable cabeza tus piernas moviendo

El centro miserable

De mis ojos de oro

Mis ojos de oro de mirarte

De oro de soñarte

De llorarte?

¿Conoces tu cuerpo

Fuerza de los años

Calor de los planetas?

¡Ah criatura! Tu desnudez me ahoga

Tus zapatos me queman

Días imantados son mis noches

Vacío colmo encontrado asilo frío. Contigo

Los astros me aburren

Las especies lloran

Muero me levanto clamo vuelvo a morir

Clamando grito entre ramas orino y fumo caigo

Como un rayo fácilmente en tu garganta. Contigo

Sólo silencio placa de horrores sedimentos

Cascada inmóvil piedra cerrada

Abismos de oro nos persiguen

Rabiosos amigos
A través de rayos cantos blasfemias

Soles y serpientes mundos de vidrio

Pomos perdidos

Amaneceres con lluvia lluvia de sangre

Temperatura y tristeza.

¡Ah misteriosa! Odio tu cabeza pura

Imbécil terciopelo tigre de las alturas

Odio el círculo salado

En que te pienso oculta

Odio el peso de los días

Los pulpos que me beben gota a gota

Bebiéndote a la vez ¡somos rocío!

Los pulpos luminosos que gobiernas

Los cedros empapados por tu aliento

Los siglos de hermosura en que agonizo

La luna y mis deseos de matar

La imagen de tus labios frescos los ríos y los montes

Los pasos encantados de mi mano

En tu garganta.

¡Ah mis 30 000 flores vivas

Suave ejército vespertino batallón perfumado!

Rotación de mi cuerpo
Hazme volver a mi cuerpo

Destrúyeme los ojos en el acto

Las uñas y los dientes sobre el fruto

Conviérteme en silencio.

Deja rodar mis lágrimas en cambio

Sobre el espejo que adoro

Sobre la viva atroz remota clara

Desnudez que me disuelve

Sobre el diamante igual que me aniquila

sobre tantísimo cielo y tanta perfección enemiga

Sobre tanta inútil hermosura

Tanto fuego planetario

Tanto deseo mío.

(de Doble diamante)

Impromptu

éste es tu cuerpo o nada

una nube o una rueda

un caballo o cinco dedos

qué alegría estoy vivo


o la lluvia

un ruido de tijeras

cuatro pasos un silbido

un grito una habitación

otro grito

un cometa en el cielo

un cuchillo en la boca

dos ojos abiertos una esfera

dos ojos más

siete brazos una mano

tres o cuatro tigres

una cabeza rubia

un beso de mamá

cuarenta espejos rotos

cuarenta tíos carlos

un teléfono sonando

un cadáver en el suelo

un señor aburrido

una historia cualquiera

un teléfono sonando

tres o cuatro tigres

qué tarde me acuesto

estoy solo

una palabra u otra

no importa qué cosa


un teléfono sonando

un cadáver en el suelo

una raza de perro

un perfume de francia

etcétera etcétera

(de Tema y variaciones)

Via della Croce

Frecuentemente

cuando estoy sentado

en una silla

y estoy solo

y no he dormido

ni comido ni bebido

ni amado

tengo la impresión

de caer en un abismo

amarrado a mis vestidos

y a mi silla

y de irme muriendo suavemente

acariciando mil vestidos


y mi silla

tengo la impresión

de caer en un abismo

y de improviso asistir

a una remota fiesta

en el fondo de una estrella

y de bailar en ella

tiernamente

con mi silla

Foro romano

todas las mañanas cuando me despierto

el sol arde fijo en el cielo

el café con leche humea en la cocina

yo le pregunto a quien me acompaña

¿cuántas horas he dormido?

pero nadie me responde

abro los ojos y los brazos buscando un apoyo

toco mi mesa de madera y la noche cae con violencia

un relámpago apaga la luz del sol

como la luz de una vela

vuelvo a preguntar
¿el café con leche de hace siglos humea aún en el polvo?

pero nadie me responde

en la oscuridad me levanto y lo bebo

pero compruebo que la leche está helada

y el café encendido yace como el petróleo

a varios kilómetros bajo tierra:

una silenciosa columna se desploma entre mis brazos

convertida en cenizas

bruscamente el sol vuelve a elevarse

y a declinar rápidamente

en una tempestad de hojas y pájaros rojizos

dentro de mi habitación el crepúsculo brilla un instante

con sus cuatro sillas de oro en las esquinas

trato de recordar mi infancia con las manos

dibujo árboles y pájaros en el aire como un idiota

silbo canciones de hace mil años

pero otra columna de cenizas se desploma entre mis brazos

y mis manos caen cubiertas de repentinas arrugas

claramente ahora el agua del lavabo

me recuerda mis primeros baños en el río

vagos rumores desnudez perfumes viento

cerdos empapados bajo la sombra de los naranjos

¿mi memoria es quizás tan inmortal como tu cuerpo

cuando te desnudas ante mí

tú que no eres sino un pedazo de mármol


montaña de polvo

columna

reloj de ceniza

hueso sobre hueso que el tiempo avienta en mis ojos?

¿no recuerdo acaso las últimas horas de la noche

cuando te besaba enfurecido sobre mi catre de hierro

como si besara un cadáver?

yo le pregunto a quien me acompaña

amor mío velocísimo

¿cuánto tiempo ha pasado desde entonces

cuántas horas

cuántos siglos he dormido sin contemplarte?

pero nadie me responde

Primavera en Villa Adriana

esta mañana de abril

las hojas verdes cubren

el corazón de paolo

que no puede caminar

ni decir una palabra

porque la vida pesa

esta mañana de abril


como un templo de papel

en el oxígeno puro

y si dijera una palabra

tan sólo una palabra

ardería el mundo entero

Poema para destruir de inmediato sobre poesía la infancia y otras metamorfosis

Damas y caballeros

las ventanas abiertas

ya no dan al cielo

como hace tanto tiempo

ni la pálida luna

que todos conocimos

alumbra el corazón

de los pastores

una pared muy alta

de cemento ciertamente

y una columna de humo

ocupan el lugar

que antes ocupaban

la pálida luna

leopardiana
y la retama

los burgueses dicen

es horrible

la municipalidad

no defiende nuestra luna

nuestro cielo

nuestras nubes

pero yo no comprendo

no comprendo francamente

cuántas veces me despierto a medianoche

con los bolsillos llenos

de centellas

y es tan grande mi alegría

que se despiertan los vecinos

con un balde de agua fría

considerando un peligro

el mismo cielo encendido

y mi alegría

pero repito

no comprendo

quién fundó la luna

sobre roma

fabricó también el humo

el cemento y la mierda

perdonen la grosería
en cuanto al cielo

y a la luna

o la retama

¿cómo pueden reclamar

lo que nunca han conocido

sino en los pálidos versos

de un pálido poeta?

pero si las ventanas abiertas

ya no dan al cielo

ni a la pálida luna

estas puertas son en cambio

las misteriosas puertas

que dan a otras puertas

(recuerdo los veranos

de mi infancia en el perú

recuerdo una puerta de madera

un grupo de caballos empapados

y la luz de un lamparín

en el ocaso

recuerdo todavía

un viejo loro adormecido

en una silla

dos o tres caballos más

bajo la lluvia

y un plato de frijoles
en la mesa

pero no recuerdo bien

a qué hora

un torbellino de ceniza

me arrebató todo eso

y cayó la puerta de madera

cayó la luz del lamparín

y otra puerta de cristal

se abrió enseguida

hace millares de años

yo crucé esa puerta

fácilmente

pero en mi corazón

sucedieron varias cosas

que no entiendo

la pelota que yo arrojaba

al cielo gris de lima

la puerta que yo había creído

de madera

y hasta los mismos huesos

de mi madre enferma

se volvieron de turquesa

el mar brotó del caño roto

de la cocina

y desapareció por la ventana


del comedor

la luna ni la vi

y yo

qué tal idiota

me puse a llorar de inmediato

tras de un ramo

de retama

luego llegó una tía

con un rayo en la sortija

y una inmensa mantilla

llegaron luego un ruido

de cascabeles

y un vecino asustado

arrastrando una silla

sólo entonces

como lo hacía cada día

mi madre tomó asiento en ella

y murmuró

«el café con leche se enfría

criatura mía

¿qué estás esperando?»)

damas y caballeros

podéis creerme ahora

amanecer es horrible

en estas condiciones
cada catre de hierro

es mi condena

cada silla de madera

una tortura

cada puerta que se cierra

una hecatombe

pero os repito

damas y caballeros

os repito

cuántas veces

me despierto a medianoche

con los bolsillos llenos

de centellas

y sin que nadie me descubra

como es ya mi costumbre

me pongo a llorar de inmediato

en la retama

estornudo sonrío

y hasta fumo un cigarrillo

entre las flores

y es tan grande mi alegría

que se despiertan los vecinos

con un balde de agua fría

puesto que a nadie se le ocurre

que fumar un cigarrillo


estornudar sonreír

o llorar entre las flores

sea sólo de alegría

(De Habitación en Roma)

10

escribo algo

algo todavía

algo más aún

añado palabras pájaros

hojas secas viento

borro palabras nuevamente

borro pájaros hojas secas viento

escribo algo todavía

vuelvo a añadir palabras

palabras otra vez

palabras aún

además pájaros hojas secas viento

borro palabras nuevamente

borro pájaros hojas secas viento

borro todo por fin


no escribo nada

(de Mutatis mutandis)

Cuerpo de tierra

Todo lo que veo sobre la tierra

Me convence que jamás seré un hombre

Ni una mujer ni una hormiga

Y ni siquiera una persona educada

No me corto el pelo ni la barba

Sino cuando el cielo me lo pide

El cocodrilo es mi hermano querido

Las cucarachas mi única familia

Comparto con la yerba y con el sapo

El amor a la lluvia con la araña el arte

De levantar castillos de saliva

Así avanzo avanzo todavía

Generalmente en cuatro patas

Encima de dos zapatos

O debajo de un sombrero

(de Noche oscura del cuerpo)


Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo

Penetro tu cuerpo tu cuerpo

De carne penetro me hundo

Entre tu lengua y tu mirada pura

Primero con mis ojos

Con mi corazón con mis labios

Luego con mi soledad

Con mis huesos con mi glande

Entro y salgo de tu cuerpo

Como si fuera un espejo

Atravieso pelos y quejidos

No sé cuál es tu piel y cuál la mía

Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo

Tu sangre brilla en mis arterias

Semejante a un lucero

Mis brazos y tus brazos son los brazos

De una estrella que se multiplica

Y que nos llena de ternura

Somos un animal que se enamora

Mitad ceniza mitad latido

Un puñado de tierra que respira


De incandescentes materias

Que jadean y que gozan

Y que jamás reposan

(de Ceremonia solitaria)

Gardalis

A Michele, rey de Gardalis

Camino entre mi sombra

Y la sombra de los pinos. Mi cuerpo

Es un puñado de hierba a la deriva

Y el bosque azul que me rodea

Soy yo mismo que respiro. Y a no distingo

Entre el abeto y mi barba crecida. Camino

Y cada resplandor cada penumbra

Cada cereza esmaltada

Son una sola cosa con mi paladar

Y con mi sexo. Gotas brillantes aparecen

Entre mi pupila y los verdes frutos

Del naranjo. Surgen abanicos

De frescura y diamantes que no duran


Sino el tiempo de un suspiro

La mariposa nace alegremente

Donde el gusano muere y nada crece

Sin haber sido antes otra criatura

Que tal vez soy yo tal vez una ardilla

Que se afana en la espesura. Gritos y silbidos

Acompañan el esqueleto que hace poco

Era una gacela asustada

Y que ahora esplende en la corola

De una flor amarilla. Todo vuela

Todo canta o se arrastra sin remedio

Como el repentino sapo de oro

Que también es parte de mi vida

Llora la hiedra por un lado y por el otro

La fiesta de la alondra y la cigarra

Empieza en el fondo de mi sangre

Mi corazón sigue sin esfuerzo

La marcha misteriosa de una hormiga

Que no veo. No hay lucero

Que no brille en mi cabeza pero también

En un charco de agua sucia. Las viejas ramas

Del olivo se confunden fácilmente

Con mis huesos y no hay sabor más perfecto

Que el milagro encerrado

En una gota de agua


Todo es redondo y perfumado

Y hasta mi propio cuerpo es una jungla

Donde el amor es como la lluvia

Mi pensamiento una tortuga

Que apenas sostiene el cielo

en un pedestal de nada. Un efluvio sagrado

De jazmín y madreselva cruza la floresta

Como una esfera celeste

Todo me hiere y todo me ilumina

Yo soy la flecha que vuela

Y también el animal herido

Me desespero por una frágil criatura

Por un pájaro que muere pero me oculto

Tras de una máscara de flores

Sólo comparto mi tristeza con los sauces

Mi alegría con la liebre

Que ahora corre a mi lado. No beberé jamás

La copa de rocío que amanece

Cada mañana entre el follaje

Ni el rayo de sol que tanto espero

En la palma de la mano. Pero abrazo

El viejo roble como si fuera mi hermano

(¡Qué lejos ya qué lejos

Las débiles casas de los hombres

Las infinitas ruedas del dolor


Y la fatiga la oscura llamarada

Que todo lo llena de ceniza!)

Yo soy tan sólo un árbol

Que camina un animal que florece

Una piedra que sonríe

Y la humilde rana que canta junto al río

Canta también junto a mi pecho.

Se inclina el sol en la floresta

Sube la luna baja el ciervo al arroyo

Como a una cita secreta

Sigo sus huellas su orina luminosa

Hasta su reino de alabastro

Pero en el fondo del agua

En lugar de su belleza

Lleno de felicidad y de pena

Veo sólo mis ojos que lloran

Puesto que yo soy el ciervo

Pero también el arroyo

(de Celebración)

No me es posible escribir
Sin recordar

Por lo menos tu nariz padre César


No me es posible enterrar tu perfil

En una rima y nada más. El fulgor

Que pone en marcha mi esqueleto

Y tiñe mi sangre de rojo

No viene de las estrellas

Sino de ti padre César

Tú que ayunabas noche y día

En este mundo pero te nutrías

Del universo ¿cómo hiciste

Para convertir tu sollozo

En pan de todos tu desesperación

En agua pura?

(de Sin título)

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