Índice
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1Etimología
2Historia
3Véase también
4Referencias
5Bibliografía adicional
Etimología[editar]
Resiliencia viene del término latín resilio, «volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar». El
término se adaptó al uso en psicología y otras ciencias sociales para referirse a las personas
que a pesar de sufrir situaciones estresantes no son afectadas psicológicamente por ellas.2
Historia[editar]
El término resiliencia se ha utilizado de formas diversas. Entre los psicólogos, Emmy Werner,
en 1995 se refiere a tres usos generales del término resiliencia: buen desarrollo a pesar de
alto riesgo social; mantención de las competencias pese al estrés continuo; y recuperación
después del trauma.1 3
Emily Hunter, en 1999, conceptualiza la resiliencia como un continuo entre dos polos:
«resiliencia menos que óptima» y «resiliencia óptima». En el caso de adolescentes sometidos
a riesgo psicosocial que responden en forma menos que óptima, este tipo de respuesta
incluye «tácticas violentas de supervivencia, comportamientos de alto riesgo y abandono
social y emocional», y que el pronóstico más probable es que sean adultos mal adaptados.1
Michael Rutter, entre 1999 y 2000, define resiliencia como la resistencia relativa al riesgo
psicosocial, sin necesariamente esperar un resultado positivo, sino más bien enfocado en la
forma o proceso en que la persona enfrenta el riesgo. Rutter desarrolló sus estudios a partir de
tres áreas de investigación: el estudio de poblaciones de alto riesgo como la de los hijos de
padres con enfermedades mentales; los estudios sobre temperamento realizados en la
década de los 60 y el estudio de las diferencias a nivel individual para enfrentar las distintas
situaciones de vida.124
Suniya Luthar, entre el 2000 y el 2006, define resiliencia como una adaptación positiva pese a
la adversidad, enfatizando los dos elementos que la constituyen: la adversidad significativa y
la adaptación positiva, lo cual lleva a la conclusión de que la resiliencia sólo se mide
indirectamente a través de estos elementos. Esta idea es compartida por varios
investigadores.15
El psiquiatra y psicoanalista Boris Cyrulnik divulgó este concepto que extrajo de los escritos
de John Bowlby. Es un término que se toma de la resistencia de los materiales que se doblan
sin romperse para recuperar la situación o forma original. Por ejemplo un arco que se dobla
para lanzar una flecha, o los juncos bajo la fuerza del viento. Cuando un sujeto o grupo es
capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada y puede sobreponerse
a contratiempos o incluso resultar fortalecido por estos. Actualmente, la resiliencia se aborda
desde la psicología positiva, la cual se centra en las capacidades, valores y atributos positivos
de los seres humanos, y no en sus debilidades y patologías, como lo hace la psicología
tradicional. El concepto de resiliencia se corresponde aproximadamente con el término
«entereza».6 Es superar algo y salir fortalecido y mejor que antes.
La resiliencia es la capacidad de afrontar la adversidad. Desde la Neurociencia se considera
que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de
estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los
acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos (Instituto Español de Resiliencia).
Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de estrés, como por ejemplo el debido
a la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso psíquico o físico, a prolongadas
enfermedades temporales, al abandono afectivo, al fracaso, a las catástrofes naturales y a las
pobrezas extremas.
Podría decirse que la resiliencia es la entereza más allá de la resistencia. Es la capacidad de
sobreponerse a un estímulo adverso.
Entonces se podría decir que la resiliencia es "un proceso dinámico que tiene como resultado
la adaptación positiva en contexto de gran adversidad", por consiguiente veamos cada termino
que integra este concepto como por ejemplo:
Adversidad: Hace referencia a que el individuo logre una adaptación positiva a pesar de estar
o haber pasado por una situación de adversidad (vivir en la pobreza).
Adaptación positiva: Hace referencia a que el individuo llega alcanzar expectativas sociales
asociadas a una etapa de desarrollo y cuando en esta etapa no ha tenido signos de
desajustes.
Proceso dinámico: Hace referencia a la interacción dinámica entre múltiples factores de riesgo
y factores resilientes, los cuales pueden ser familiares, bioquímicos, fisiológicos, cognitivos,
afectivos, biográficos, socioeconómicos, sociales y/o culturales.
Adaptación social
La adaptación es, en sociología y psicología, el proceso por el cual un grupo o un individuo
modifica sus patrones de comportamiento para ajustarse a las normas imperantes en el medio
social en el que se mueve. Al adaptarse, un sujeto abandona hábitos o prácticas que
formaban parte de su comportamiento, pero que están negativamente evaluadas en el ámbito
al que desea integrarse, y eventualmente adquiere otros en consonancia con las expectativas
que se tienen de su nuevo rol. La adaptación, en este sentido, es una forma
de socialización secundaria, ya que opera tomando como base las habilidades sociales con
las que el sujeto ya cuenta.
Casos típicos de situaciones que implican adaptación son los cambios en rol profesional o
educativo —como el ingreso a estudios superiores de un sujeto cuyo origen social no está en
la clase profesional liberal— o las migraciones, temporales o definitivas, que exigen la
adopción rápida de cánones de comportamiento ajenos al milieu original del individuo.
Según la intensidad con que el individuo se conforma a las expectativas del grupo, suele
distinguirse el acatamiento —en que las acciones públicas del sujeto se ajustan a la norma,
pero sus opiniones y acciones privadas no se ven afectadas—, la identificación —en que el
individuo hace suyos los principios y normas del grupo en el ámbito y período acotado al que
pertenece a él, pero la asimilación no es duradera— y la internalización —en que el sujeto
acepta como propios los principios de juicio y evaluación codificados en las normas del grupo.
El control social sobre el cumplimiento de las normas lleva, por lo general, a que aún los
individuos cuyos intereses y formación no los inclinan al acatarlas efectivamente las
obedezcan. La severidad de las sanciones —que no se corresponde simplemente con el nivel
en que éstas han sido institucionalizadas en organismo específicos dedicados a ratificarlas—
permite distinguir entre costumbres, cuyo incumplimiento puede resultar excéntrico,
vergonzoso o aún anormal, y acarrear principalmente incomodidades, y morés, normas que
definen lo aceptable en el terreno social y cuya violación granjea la exclusión del círculo social
o aún sanciones legales.
Una recopilación de L. D. Crow y un grupo de colaboradores, sitúa la cuestión a principios de
los 60: Reading in Abnormal Psicology, traducido como Conducta adaptada en Ed. Paidós. Es
un conjunto de un buen número de definiciones y análisis de la doctrina científica.
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Conformismo[editar]
Otros autores evalúan el grado en que el individuo está dispuesto a apartarse establemente de
los hábitos propios previamente adquiridos para garantizar la estabilidad de la relación como
su capacidad de conformismo.
Existen diseños experimentales para proporcionar una estimación cuantitativa del
conformismo, elaborados sobre todo a partir de las experiencias diseñadas por Solomon
Asch y Stanley Milgram; los experimentos de Asch permiten estimar la presión que la opinión
expresa de otros miembros del grupo ejerce sobre las decisiones propias —lo que se ha dado
en llamar presión de los pares—, mientras que los de Milgram se centran en la capacidad de
aceptar órdenes de una persona en situación de autoridad, aun cuando entran en conflicto con
los propios principios.
Investigaciones de esta última clase se habían integrado también en la elaboración de
la escala F, un índice que intentaba medir el grado de autoritarismo de la personalidad, en los
estudios llevados a cabo por Theodor Adorno, Else Frenkel-Brunswik, Daniel Levinson y R.
Nevitt Sanford.
Sin embargo, algunas personas, sobre todo misántropos, opinan que el conformismo es un
trastorno mental que utilizan las personas para "engañarse a si mismos" de que la realidad en
la cual ellos viven, es la mejor realidad, sin ser esto cierto en la mayoría de los casos, teniendo
como consecuencia un falso estado de felicidad. Esta idea de conformismo muestra al
conformismo como una represión de la propia realidad del ser que, tarde o temprano,
desembocará en la infelicidad o, en casos extremos, problemas mentales.
Groupthink[editar]
En situaciones de alta presión para la conformidad —sobre todo aquellas en que el grupo es
fuertemente homogéneo, cohesionado y dotado de autoridad fuerte pero difusa—, el ajuste de
las acciones individuales a lo que se estima anticipadamente que será el consenso del grupo
lleva a la adopción de decisiones que individualmente cada miembro hubiera considerado
inapropiadas, en una forma de profecía autocumplida. Este fenómeno,
denominado groupthink o síndrome de pensamiento grupal, afecta especialmente a las
organizaciones de gran escala, sobre todo cuando no disponen de una
estructura burocrática que defina metódicamente las responsabilidades; la reciente evolución
de los modelos de gestión empresarial se ha mostrado particularmente sensible a él.
Psicología social[editar]
En la teoría psicológica de Enrique Pichon-Rivière, la adaptación se entiende como la
capacidad de proporcionar una respuesta adecuada y coherente a las exigencias del medio;
mientras la noción sociológica se centraba en la compatibilidad de los hábitos con las
características socialmente aprobadas, la psicológica enfoca el problema desde la capacidad
intelectual y emocional de hacer frente a las demandas del entorno.
Pichon-Rivière distingue una adaptación pasiva, expresada en comportamientos visibles
ajustados a las expectativas del terapeuta —grosso modo asimilable a la noción anterior—,
como vestirse de una manera adecuada, comer regularmente y de acuerdo a las normas,
responder predeciblemente en la conversación, que sin embargo no implica modificaciones
profundas en la estructura psíquica. Un molde estereotipado de comportamiento regular se
sobreimprime, en este caso, a una estructura pulsional desconectada de éste, en un estado
que Pichon-Rivière llama de alienación. En una adaptación activa, son las propias condiciones
pulsionales del sujeto que se transforman, permitiendo a éste un contacto real y adecuado con
su medio.
Emile Durkheim, uno de los fundadores de la sociología moderna e introductor del término "anomia".
Se denomina anomia (del griego ἀνομία / anomía: prefijo ἀ- a- «ausencia de» y νόμος /
nómos «ley, orden, estructura») a la falta de normas o incapacidad de la estructura social de
proveer a ciertos individuos de lo necesario para lograr las metas de la sociedad. El término es
utilizado en sociología y ciencias sociales.
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1Historia
o 1.1La anomia como individual
o 1.2La anomia como desorden social
2Otras interpretaciones
3Bibliografía
4Referencias
5Véase también
Historia[editar]
Se trata de un concepto que ha ejercido gran influencia en la teoría sociológica
contemporánea. También ha ofrecido una de las explicaciones más convincentes de la
conducta desviada en el individuo y en la sociedad.
La anomia como individual[editar]
El término fue introducido en primer lugar por el sociólogo Émile Durkheim en La división del
trabajo en la sociedad (1893): "Un estado sin normas que hace inestables las relaciones del
grupo, impidiendo así su cordial integración", así como en su obra; El suicidio (1897) y
posteriormente por el sociólogo estructuralista Robert K. Merton (Social Theory and Social
Structure, 1949; "Teoría social y estructura social") y en (1964) en Anomie, anomia and social
interaction: contexts of deviant behavior: "Las estructuras sociales ejercen una presión
definitiva en ciertas personas de la sociedad, de tal manera que producen una conducta
inconformista en vez de una conformista".
En su libro El suicidio, Durkheim estudia las causas y tipologias de esta conducta y encuentra
que se caracteriza por una pérdida o supresión de valores (morales, religiosos, cívicos...) junto
con las sensaciones asociadas de la alienación y la indecisión. Y esta disminución de los
valores conduce a la destrucción y la reducción del orden social: las leyes y normas no
pueden garantizar una regulación social. Este estado lleva al individuo a tener miedo,
angustia, inseguridad e insatisfacción y lo pueden conducir al suicidio. La anomia casera
también induce el suicidio: una alta tasa de divorcios, por ejemplo, lo favorece
estadísticamente. La anomia es una falta de regulación de la sociedad sobre el individuo, al
que impide limitar sus deseos sufriendo un mal "infinito".
La anomia es, pues, en nuestras sociedades modernas, un factor regular y específico
de los suicidios; es una de las fuentes de que se alimenta la frecuencia anual [...] El
suicidio anómico se distingue en que no depende de la manera como los individuos se
unen a la sociedad, sino de la forma en que ella los reglamenta. (Émile Durkheim, El
suicidio)
La anomia es bastante común cuando el entorno social asume cambios significativos en
economía, por ejemplo, ya sea para bien o para mal, y más generalmente cuando existe
una brecha significativa entre las teorías ideológicas y valores comunes enseñados y la
práctica en la vida diaria.
La anomia se entiende quizá mejor y más profundamente
entre autonomía y heteronomía a través de los conceptos de Karl Marx de valor de uso y
valor de cambio, y las ideas de Carl Gustav
Jung sobre introversión y extraversión retomadas por Erich Fromm en su distinción entre
"amar" y "ser amable".
La anomia como desorden social[editar]
El término anomia, que se emplea en sociología para referirse a una desviación o ruptura
de las normas, es también utilizado para señalar las sociedades o grupos en el interior de
una sociedad que sufren un caos debido a la ausencia de reglas de buena conducta
comúnmente admitidas, implícita o explícitamente, o peor: debidas al reinado de reglas
que promueven el aislamiento o incluso el pillaje más que la cooperación.
Robert K. Merton se interesó en la anomia a finales de los años treinta del siglo XX y
describió las reglas que, si no son seguidas, conducen a ella:
Unas normas que determinen los medios que permitan a la gente acceder a esos fines
culturales.
Otras interpretaciones[editar]
Carlos Santiago Nino, en Un país al margen de la ley (1992), señala sobre la base de
la sociedad argentina una larga serie de conductas observables que configuran un
conjunto social anómico: la forma en que se transita por los espacios públicos, cómo
estos son cuidados, la naturalidad con que se evaden las responsabilidades cívicas
"pago de impuestos, por ejemplo", la forma en que se contamina el ambiente, la
extensión de la corrupción, etc. Testimonios todos de una sociedad abrazada a la
ilegalidad entendida como falta de respeto a las normas; según Nino, el factor
anómico opera por sí mismo en la generación de niveles bajos de eficiencia y
productividad, y distingue tres tipos de ilegalidad diferentes:
c) La que llama anomia boba, que implica situaciones sociales en las que todos
resultan perjudicados.
La anomia boba no es resultado de intereses o valoraciones que la ley no pudo
satisfacer y que se buscan satisfacer al margen de ella: es una forma de
inobservancia que produce una disfuncionalidad en la sociedad. Para caracterizarla,
Nino presenta el siguiente razonamiento:
Se podría decir que hay anomia cuando la no observancia de alguna norma en un
cierto grupo social, sería eficiente, en el sentido de que ese estado de inobservancia
sería óptimo respecto de cualquier otra situación posible; o sea, en ese estado nadie
estaría peor y alguno, por lo menos, estaría mejor. Sin embargo, este criterio no es
operativo si tomamos como parte del grupo social relevante a individuos que tienen
propósitos lógicamente incompatibles con los de los demás. La eficiencia de una
acción colectiva es anómica, si la inobservancia de una determinada norma conduce a
una suma agregada mayor de satisfacción de preferencias, descontando cierta
frustración de preferencias. Por el contrario una acción social es anómica, en el
sentido de "ilegalidad boba", si resulta menos eficiente que cualquiera otra que podría
darse en la misma situación colectiva y en la que se observa una cierta norma.
Robert K. Merton señaló que la conducta anómala puede considerarse como un
síntoma de disociación entre las aspiraciones culturales y los caminos
socialmente estructurados para llegar a dichas aspiraciones.
Nino sugiere que las normas sociales se formulan para reducir las anomalías y
permitir alcanzar los fines o aspiraciones. La inobservancia de tales normas, en el
caso de la "anomia boba", adquiere básicamente tres formas:
Bibliografía[editar]
Carlos Santiago Nino, Un país al margen de la ley: estudio de la anomia como
componente del subdesarrollo argentino. Buenos Aires: Emecé Editores,
1992.
Emile Durkheim, De la division du travail social, PUF, Paris, 1991. En
castellano: El suicidio (1897), trad. por Lucila Gibaja, Buenos Aires, ed.
Schapire, 1965.
Emile Durkheim, Le suicide : étude de sociologie, PUF, Paris, 1999.
Jean Duvignaud, Herejía y subversión. Ensayos sobre la anomia, Icaria, 1990
isbn=9788474261707
Marco Orrù, Anomie: history and meanings, Allen and Unwin, Boston Mass,
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Marshall Barron Clinard, ed. Anomie and deviant behavior: a discussion and
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Peter Atteslander, ed., Comparative Anomie Research : hidden barriers,
hidden potential for social development, Ashgate, Aldershot, 1999.
Peter Waldmann, El estado anómico : derecho, seguridad pública y vida
cotidiana en América Latina, Iberoamericana, Madrid, 2006.
Philippe Besnard, L’anomie : ses usages et ses fonctions dans la discipline
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Realino Marra, Suicidio, diritto e anomia. Immagini della morte volontaria nella
civiltà occidentale, Edizioni Scientifiche Italiane, Napoli, 1987, ISBN 209776.
Realino Marra, Geschichte und aktuelle Problematik des Anomiebegriffs, in
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Robert King Merton, Social theory and social structure, The Free Press, New
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Rüdiger Ortmann, Abweichendes Verhalten und Anomie: Entwicklung und
Veränderung abweichenden Verhaltens im Kontext der Anomietheorien von
Durkheim und Merton, Iuscrim, Freiburg, 2000.