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A ULAS

DE
VERANO
Instituto
Superior de
Formación del
Profesorado

LA BIOÉTICA
EN LA EDUCACIÓN
SECUNDARIA

MINISTERIO
DE EDUCACIÓN
Y CIENCIA
LA BIOÉTICA EN LA
EDUCACIÓN SECUNDARIA

SECRETARÍA GENERAL
DE EDUCACIÓN
MINISTERIO
DE EDUCACIÓN
INSTITUTO SUPERIOR
Y CIENCIA DE FORMACIÓN
DEL PROFESORADO
MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIA
SECRETARÍA GENERAL DE EDUCACIÓN
Instituto Superior de Formación del Profesorado

Edita:
© SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA
Subdirección General de Información y Publicaciones

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Colección: AULAS DE VERANO
Serie: Ciencias

LA BIOÉTICA EN LA EDUCACIÓN SECUNDARIA

A la altura de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo era frecuente
que los problemas éticos, fueran cuales fueren, acabaran siempre en la dico-
tomía Este-Oeste, o Capitalismo-Socialismo. Ésta parecía ser la vía terminal
común de la práctica totalidad de las cuestiones morales, hasta el punto que de
su resolución se hacía depender todo lo demás. A partir de 1970, el panorama
cambió bruscamente. La confrontación Este-Oeste fue sustituida por la de
Norte-Sur, es decir, Desarrollo-Subdesarrollo. Poco a poco, el mundo se fue
convenciendo de que tanto el desarrollo del Primer Mundo como el subdesa-
rrollo del Tercero son insostenibles, y que sólo la llegada de un Desarrollo
sostenible haría posible respetar nuestras obligaciones morales para con la vida,
tanto presente como futura. De este modo, el tema de la vida se ha ido convir-
tiendo en el centro de la reflexión ética en las postrimerías del segundo milenio
y el inicio del tercero. Su resultado quizá más significativo es el nacimiento de
la Bioética.

No es correcto entender la bioética como una más entre las éticas apli-
cadas, aquella que trata de los problemas morales suscitados por las ciencias
biomédicas. No es una ética profesional más, o el nuevo rostro de la vieja ética
médica. La bioética es mucho más que eso: es un nuevo tipo de reflexión ética.
Cada siglo tiene que hacer su propia ética, aunque sólo sea porque los proble-
mas morales son nuevos, distintos, y nunca se identifican completamente con
aquellos que dieron lugar a la reflexión de siglos anteriores. Por eso conviene
ver la bioética como un nuevo tipo de ética, y no sólo como una nueva especi-
ficación de las éticas clásicas.

Esto cabe expresarlo de otra manera, diciendo que la ética tiene siempre
por objeto la realización de valores, y los valores se hallan siempre soportados
por los hechos. Los hechos científicos del siglo XX han hecho alumbrar nuevos
valores y han multiplicado los conflictos de valores. La resolución de esos con-
flictos exige tener en cuenta las situaciones concretas, con sus circunstancias y
sus consecuencias. Sólo así podremos saber qué valores deberán primar en cada
momento. Llevar a cabo este ejercicio de análisis es el objeto de la deliberación,
el procedimiento ético por antonomasia.
Dirección editorial del volumen La bioética en la educación secun-
daria: DIEGO GRACIA

Coordinación: MARTÍNEZ MARTÍNEZ, José Antonio.

Autores:

DE ABAJO, Francisco J.
FEITO GRANDE, Lydia
GRACIA, Diego
JÚDEZ, Javier
ÍNDICE

Origen, fundamentación y método de la bioética . . . . . . . . . . . . . . . . . 9


Diego Gracia

El progreso responsable: bases lógicas y éticas de la investigación


clínica de sanidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Francisco J. De Abajo

Problemas bioéticos en el inicio de la vida: menores, anticonceptivos


y aborto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Lydia Feito Grande

Problemas bioéticos en el inicio de la vida: ingeniería genética y


clonación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Lydia Feito Grande

El final de la vida: esperar lo mejor, prepararse para lo peor . . . . . . . 151


Javier Júdez

Índice
Bioética ecológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233
Diego Gracia

Ediciones del Instituto Superior de Formación del Profesorado . . . . . . 259

7
ORIGEN, FUNDAMENTACIÓN Y MÉTODO
DE LA BIOÉTICA1

Diego Gracia
Profesor de Historia de la Medicina y Bioética
Universidad Complutense de Madrid

Origen, fundamento y método de la bioética


INTRODUCCIÓN

1. EL NACIMIENTO DE LA BIOÉTICA
1.1. Factores desencadenantes
1.1.1. El desarrollo espectacular de la biología
1.1.2. Toma de conciencia de los riesgos de la investigación
científica
1.1.3. Las nuevas técnicas aplicadas a la biomedicina
1.1.4. La emancipación de los pacientes
1.2. La recepción española

2. FUNDAMENTACIÓN DE LA BIOÉTICA
2.1. La experiencia moral
2.2. Momentos de análisis del acto moral
2.2.1. Los hechos
2.2.2. Los valores
2.2.3. Los deberes
2.3. La exigencia de responsabilidad moral
2.3.1. El peligro de los reducionismos
2.3.1.1. Reduccionismo técnico
2.3.1.2. Reduccionismo religioso
2.3.1.3. Reduccionismo jurídico
2.3.2. La virtud de la prudencia

9
La bioética en la Educación Secundaria

3. EL MÉTODO DE LA BIOÉTICA
3.1. La liberación moral
3.1.1. Nota sobre la deliberación en Aristóteles
3.1.2. La liberación en la actualidad
3.2. Los problemas en bioética médica y su análisis
3.2.1. Identificación de un problema moral
3.2.2. Procedimiento de análisis

4. CONCLUSIÓN

5. BIBLIOGRAFÍA
Origen, fundamento y método de la bioética

INTRODUCCIÓN

La bioética es una nueva disciplina moral creada recientemente como


consecuencia de los cambios científicos, tecnológicos, sociales y medioambien-
tales acaecidos en la segunda mitad del siglo XX. En su origen pudo ser con-
fundida con una ética práctica, o con una ética profesional, dado que otra disci-
plina más antigua y arraigada, la ética o filosofía moral, ya se venía encargan-
do de los aspectos teóricos de la acción humana. Sin embargo, pronto se vio que
la mayor parte de los problemas de los que se hubo de ocupar la bioética nece-
sitaban no sólo de una respuesta práctica urgente que la ética clásica no le podía
ofrecer, sino su propia fundamentación y metodología. Quería esto decir que
mientras la ética tradicional podía seguir siendo válida para dar respuesta a
algunos problemas morales de carácter interpersonal, dejaba de serlo respecto
de los nuevos problemas que se empezaron a desencadenar con el desarrollo
espectacular de las ciencias de la vida. Así es que desde entonces la bioética no
ha hecho más que crecer en los países desarrollados, dando lugar a un nuevo
modo de plantear y resolver los problemas morales que tienen que ver con la
vida en un sentido muy amplio. Y como, al fin, la vida es el valor más impor-
tante de cuantos existen en la naturaleza, podemos decir que la bioética se ha
convertido en la actualidad en una ética global; su objeto se extiende al ser
humano, a las futuras generaciones y al medioambiente.

1 Laredacción de este artículo ha sido realizada por Carlos Pose, profesor del Instituto
Teológico Compostelano, Universidad Pontificia de Salamanca.

10
Diego Gracia

En lo que sigue vamos a analizar tres temas esenciales en cualquier intro-


ducción a la bioética. En primer lugar, comenzaremos por ofrecer alguna infor-
mación sobre el origen de la bioética. Este origen tuvo lugar en los EE.UU. por
al menos cuatro factores, dos de corte biológico y otros dos de corte médico: el
desarrollo espectacular de la biología, la toma de conciencia de los riesgos de
la investigación científica, la aplicación de nuevas tecnologías a la biomedicina
y la emancipación de los pacientes. Algunos de estos factores, como se verá,
son comunes a otros lugares, por lo que la bioética es un movimiento que rápi-
damente se extiende a buena parte de Europa y, en concreto, a España. En
segundo lugar, nos detendremos en el análisis y construcción de los juicios
morales, es decir, en eso que podemos llamar fundamentación de la bioética. A
partir de lo que se va a considerar como estructura formal de toda justificación
moral, la obligación moral, recorreremos los tres momentos más importantes
de todo acto de decisión moral: hechos, valores y deberes. Aún dentro de este

Origen, fundamento y método de la bioética


apartado veremos cómo la acción moral tiene que brotar de una conjunción de
estos tres momentos en eso que se ha llamado en el siglo XX acto de responsa-
bilidad moral, o como ya lo llamara Aristóteles, acto prudencial. Lo contrario
sería caer en una serie de reduccionismos inaceptables, aunque muy frecuentes,
como son el reduccionismo técnico, el religioso o el jurídico. En tercer lugar,
cerraremos esta introducción con la descripción de los aspectos más importan-
tes del método de la bioética. Método será aquí entendido como procedimien-
to de toma de decisiones ante una diversidad de conflictos morales. Como vere-
mos, lo que pone en marcha este procedimiento es lo que también desde
Aristóteles se vienen llamando deliberación. La deliberación se viene definien-
do como el modo de tomar decisiones en situación de incertidumbre. Este méto-
do aparecerá aquí perfectamente estructurado, mas, como advertiremos, la deli-
beración no es una mera fórmula o esquema a seguir, sino la capacidad y acti-
tud guiada de alumbrar la mejor solución ante un conflicto de valores.

1. EL NACIMIENTO DE LA BIOÉTICA

El término “bioética” lo introdujo Van R. Potter por primera vez a finales de


1970 en un artículo titulado “Bioethics, the science of survival”. Al año siguiente,
en apenas unos meses, ese término volvía a salir de su mano, ahora como título de
un libro, Bioethics: Bridge to the Future2. Sin duda, el término resultó afortunado
y ampliamente aceptado, y ello contribuyó enormemente a una reflexión extensa
en torno a un problema que ya venía siendo de gran preocupación entre los cientí-
ficos e investigadores del momento: a medida que crece nuestro conocimiento de

2 POTTER, Van R. Bioethics: Bridge to the Future. Englewood Cliffs. Prentice-Hall.


New Jersey, 1971.

11
La Bioética en la Educación Secundaria

la realidad y nuestra capacidad de actuar sobre ella, crece también nuestra incerti-
dumbre sobre el futuro de los ecosistemas, y lo que es peor, sobre el futuro de la
humanidad. Consecuentemente, en tanto que biólogo y ecologista, lo que Potter
demandaba con la creación de este neologismo era algo aparentemente tan senci-
llo como una “ética de la vida”, pues eso es lo que significa etimológicamente
“bio-ética” (bíos, vida y éthos, ética), y para ello creía inevitable una nueva disci-
plina – la llamada bioética – que fuera capaz de poner en comunicación, como si
de un “puente” se tratara, a dos orillas, la representada por las ciencias de la vida
y la representada por la ética o filosofía de los valores. Si no se lograba que el
conocimiento engendrado por las ciencias de la vida fuera acompañado de una
reflexión moral, las consecuencias podían ser devastadoras.

Algo posteriormente, en principio de modo desligado de lo anterior3, el tér-


mino bioética era utilizado por el médico André Hellegers en el que se denomi-
naría “Joseph and Rose Kennedy Center for the Study of Human Reproducción
Origen, fundamento y método de la bioética

and Bioethics”, centro dependiente de la Universidad de Georgetown, y que más


tarde pasaría a llamarse Kennedy Institute of Ethics. La preocupación por los pro-
blemas relacionados con el origen de la vida estaba ahora en la base de este naci-
miento casi simultáneo del término bioética, lo que nos indica que la eclosión de
esta nueva mentalidad no constituye un fenómeno fortuito, sino que es fruto de la
confluencia de una pluralidad de factores.

Por lo tanto, la bioética puede definirse como el intento de llevar la refle-


xión moral tradicional más allá del principio de universalización que I. Kant
había formulado referido sólo al ser humano. Tanto los problemas del origen de
la vida, como los problemas del equilibrio de la vida, van a pasar a ser, con la
constitución de la bioética como disciplina nueva, objeto de reflexión moral. No
por casualidad el creador del propio término será, al mismo tiempo, quien publi-
que un libro titulado Global Bioethics4. Aquí “global” tiene un significado más
amplio que “universal”, pues no sólo incluye una reflexión moral sobre el ser
humano, sino también sobre el medioambiente y las futuras generaciones.

1.1. Los factores desencadenantes

La bioética es, ante todo, un fenómeno norteamericano. Allí surge en el


último tercio del siglo XX por la confluencia de al menos cuatro factores, que

3 Cf. REICH, W. T., “The word ‘bioethics’: its birth and the legacies of these who
shaped its meaning”. Kennedy Institute of Ethics Journal, 1994; 4: 319-36; ID., “The
word ‘bioethics’: the struggle over its earliest meanings”. Kennedy Institute of Ethics
Journal, 1995; 5: 19-34.
4 POTTER, Van R. Gobal Bioethics. Michigan State University Press. Michigan, 1988.

12
Diego Gracia

son los que vamos a analizar a continuación: el desarrollo espectacular de la


biología, la toma de conciencia de los riesgos de la investigación científica, la
aplicación de nuevas tecnologías a la biomedicina y la emancipación de los
pacientes5.

1.1.1. El desarrollo espectacular de la biología

Uno de los primeros factores que ha contribuido al nacimiento de la bioéti-


ca tiene mucho que ver con el desarrollo de la biología a partir de los años cuaren-
ta. Ninguna ciencia ha progresado lo que la biología en la segunda mitad del siglo
XX. Tanto ha sido así que ello ha dado lugar a la creación de la Biología molecu-
lar, la nueva disciplina que está permitiendo conocer a nivel molecular los meca-
nismos, tanto de la herencia como de la formación y desarrollo de los seres vivos.
Y aplicada al estudio de la información de la herencia, ha dado lugar al nacimien-

Origen, fundamento y método de la bioética


to de la Genética Molecular, que estudia, como se sabe, lo más pequeño en el orden
de la vida, esto es, las moléculas que contienen la información genética.

Los biólogos preocupados por la duplicación celular y por la generación


de nuevos organismos han intentado responder a varias preguntas: ¿existe un
programa de transferencia de la información genética?, ¿en qué parte de la célu-
la se localiza?, ¿cuál es su composición química?, ¿cómo funciona? Desde
comienzos del siglo XX, e incluso desde antes, los investigadores iban buscan-
do la base físico-química de la información genética, que, naturalmente, debía
estar en el interior de la célula. Y como las estructuras químicas constituyentes
de la materia viva son fundamentalmente tres, glúcidos, lípidos y prótidos, y las
estructuras más complejas son estas últimas, pensaron, equivocadamente, que
la información genética tenía que venir vehiculada por ellas. Esto desvió la
investigación durante décadas, hasta que en 1944, Avery, McLehod y McCarthy
descubrieron, trabajando con dos variantes fenotípicas del neumococo, que la
información de las diferencias fenotípicas se transmitía a través del ADN. Por
tanto, la base física, o mejor, química de la información genética estaba en los
ácidos nucleicos. Posteriormente, en 1952, Alfred Hershey y Martha Chase con-
firmaron este hallazgo. A partir de aquí todo sucedió muy rápidamente. En con-
creto, al año siguiente, en 1953, James Watson y Francis Crick descubrieron la
estructura del ADN, lo que proporcionó una buena información de cómo fun-
cionaba, etc. El progreso ha sido tan enorme que desde hace poco más de una
década el reto de la Genética molecular era obtener la secuencia completa del
genoma humano, esto es, descifrar todo el ADN y llegar a todo el patrimonio de
genes de la especie humana, tarea que está prácticamente terminada.

5 Cf. JONSON, A. R. The Birth of Bioetics. Oxford University Press. New York, 1998

13
La Bioética en la Educación Secundaria

En consecuencia, la biología de estos últimos sesenta años, desde el des-


cubrimiento de la molécula de ADN, ha dado un salto de gigante en el conoci-
miento de los genes y de su funcionamiento. Esta explosión de nuevos conoci-
mientos ha dado paso a otra nueva disciplina, la Ingeniería Genética, gracias a
la tecnología del ADN recombinante ensayada a principios de los setenta. Ahora
bien, la Ingeniería Genética, en cuanto conjunto de técnicas y de estrategias que
permiten obtener nuevas combinaciones de material hereditario manipulando “a
elección” los genes, planteó ya desde el principio numerosos problemas mora-
les. ¿Se debe hacer todo lo que se puede? ¿Son previsibles las consecuencias?
¿Quién establece los fines de la investigación e intervención genética? El enor-
me potencial de la Ingeniería Genética ofrece fundadas esperanzas en orden al
beneficio de muchas personas (reproducción asistida, terapia génica, produc-
ción masiva de alimentos, etc.), pero a nadie se le oculta sus peligros. En los
últimos años la comunidad científica cobró sensibilidad máxima hacia este
cruce de caminos y comprendió la necesidad de guiar la investigación biológi-
Origen, fundamento y método de la bioética

ca desde una reflexión moral. Ello vino propiciado, como en seguida veremos,
por lo que ya sucediera en el campo de las ciencias físicas en la primera mitad
del siglo XX. El nacimiento de la bioética es fruto, por lo tanto, de este desarro-
llo espectacular de las ciencias de la vida y de la incertidumbre que genera la
intervención humana en áreas cada vez más ajenas a su propio control.

1.1.2. Toma de conciencia de los riesgos de la investigación científica

Para la comunidad científica existe un antes y un después de la Segunda


Guerra Mundial. Antes de la Segunda Guerra Mundial la ciencia todavía vivía
en la era positivista, se consideraba neutra desde el punto de vista moral. No
existía regulación ética para la investigación científica. Cuando en plena Guerra
Mundial un grupo de científicos se reúnen en torno a la figura de Oppenheimer
en el denominado “Proyecto Manhatan” en el intento de construir la primera
bomba atómica, nadie es claramente consciente de lo que puede llegar a ocurrir.
La ciencia se consideraba pura, moralmente neutra. La introducción de los valo-
res en los actos científicos vino como consecuencia de los daños producidos por
el lanzamiento de las dos bombas atómicas en dos ciudades Japonesas,
Hiroshima y Nagasaki, en 1945, fecha que más tarde se recordará como
momento en el que la ciencia sucumbe al pecado y pierde la inocencia. A par-
tir de ahí la comunidad científica toma conciencia de la responsabilidad de sus
investigaciones. Donde antes se decía “neutralidad de la ciencia” ahora se va a
decir “responsabilidad de la ciencia”.

La Segunda Guerra Mundial significa, por tanto, un cambio de rumbo en la


valoración moral de la actividad científica, e incluso la aparición de un nuevo
modo de entender la “responsabilidad moral”, expresión que ya venía siendo habi-

14
Diego Gracia

tual en la literatura filosófica. Hasta la Segunda Guerra Mundial se entendía que


cada uno era responsable de lo que hacía, y no más. A partir de la Segunda Guerra
Mundial hay una conciencia generalizada de que no sólo se es responsable de lo
que se hace, sino también de lo que no se hace. Es lo que se ha dado en llamar “res-
ponsabilidad sin culpa” o “responsabilidad total”. Es la tesis de todos los existen-
cialismos. Todos somos responsables de todo. La sociedad toma conciencia de que
el peligro nuclear, por ejemplo, no afecta sólo a la población de un país, sino que
pone en riesgo la propia vida sobre el planeta. La ciencia, se dirá posteriormente,
tiene que estar controlada por criterios ajenos a la propia ciencia y de modo glo-
bal, dado que el problema de la investigación es algo que incumbe a todos6.

Pues bien, todo esto que se originó en la primera mitad del siglo XX por
efecto de un desarrollo monumental de las ciencias de la materia, y la posterior
aplicación práctica sin control externo (o sin límites), va a tener una influencia

Origen, fundamento y método de la bioética


decisiva en la segunda mitad del siglo XX ante el también espectacular desarrollo
de las ciencias de la vida, sobre todo la ecología y la biología. No es casual que a
comienzos de los años 70 se cree en Canadá un movimiento ecologista de lucha
contra el empleo de armas de destrucción masiva llamado Greenpeace, o que en el
año 1975 por primera vez miembros de la comunidad científica de los EE.UU., en
este caso básicamente biólogos moleculares, se pusieran de acuerdo en aceptar una
moratoria en determinado tipo de investigaciones genéticas, eso que se ha llama-
do “Moratoria de Asilomar”. Más tarde se elaborará un código asumiendo las
barreras biológicas y físicas allí establecidas7. Las barreras biológicas consistían
en utilizar como soporte o sustrato biológico cepas bacterianas incapaces de sobre-
vivir en ambientes naturales (es decir, fuera del laboratorio), así como usar elemen-
tos autorreplicantes o vectores (plásmidos o virus) que sólo pudieran crecer en
huéspedes específicos. Las barreras físicas se referían al establecimiento de medi-
das físicas de seguridad en los laboratorios (trajes especiales, campanas de presión
negativa, sistemas de incineración de residuos, etc.), así como de entrenamiento del
personal adecuado. Es el comienzo de la aplicación del “principio de precaución”
como principio moral de la investigación científica.

Éste es pues el contexto en el que se van generando las condiciones para


que una nueva disciplina como la bioética obtenga carta de naturaleza en ese

6 La literatura en este punto es abundante. Una botón de muestra: BORN, M. La cien-


cia en la era atómica; JONAS, H. El principio de responsabilidad; SASTRE, J. P. El
humanismo es un existencialismo. Todo ello posiblemente en GRACIA, D. La respons-
abilidad moral (en elaboración).
7 La regulación de Asilomar en GRACIA D. “Problemas filosóficos de la ingeniería
genética”. En Lacadena J. R.; Gracia, D.; Vidal, M.; Elizari, F. J. Manipulación Genética
y Moral cristiana. Fundación Universitaria San Pablo. Madrid, 1988, págs.: 55-120.

15
La Bioética en la Educación Secundaria

momento, en un intento por hacer compatibles los hechos científicos y los valo-
res humanos según la fórmula que había empezado a emplear Van Potter con la
creación del propio término, como ya hemos visto.

1.1.3. Las nuevas técnicas aplicadas

Factores de origen biomédico están también en la base del nacimiento de la


bioética. Ello es compatible con el supuesto doble origen del término “bioética”
mencionado más arriba. Se trata aquí de subrayar cómo los avances tecnológicos
aplicados a la medicina han revolucionado de modo insospechado la gestión de los
llamados confines de la vida, esto es, el origen y el fin de la vida, hasta el punto
de hacer muy difícil la toma de decisiones por parte de los profesionales de la
salud. En cuanto al origen de la vida, tanto los descubrimientos de la biología
molecular como la capacidad humana de intervenir y modificar el propio proceso
generador de la vida con técnicas de ingeniería genética, clonación, etc., han
Origen, fundamento y método de la bioética

supuesto un nuevo enfoque de todo lo que rodea esa primera fase de la vida. El
médico tiene un nuevo papel respecto del origen de la vida. Ya no es un mero
espectador de ella, sino que su capacidad técnica de intervenir en el proceso vital
le hace responsable del mismo. Y no se trata sólo de intervenciones de profundo
calado como las mencionadas, que todavía son de uso muy limitado o prohibitivo
en seres humanos, sino de otras técnicas como la reproducción asistida, el diagnós-
tico prenatal, el aborto, la anticoncepción, etc. Todas ellas son técnicas cada vez
más demandadas por la sociedad, pero ninguna de ellas está exenta de riesgos. El
médico no siempre sabe cómo actuar, o actúa sin tener una conciencia muy clara
de cuáles pueden ser las consecuencias de su intervención.

El final de la vida es la otra fase del proceso vital que genera no menos
problemas morales. También aquí el médico puede intervenir hasta extremos
que nadie podía imaginarse no hace mucho tiempo. Si se trata de enfermos agu-
dos o críticos, la sofisticación de las técnicas de soporte vital permite controlar
y alargar la vida a una ingente cantidad de personas. Si se trata de enfermos cró-
nicos, su control en la última fase de la vida, a pesar de su dramatismo, ha mejo-
rado infinitamente. Tanto en un caso como en otro, los hospitales disponen hoy
de salas para estos dos tipos de pacientes, las llamadas Unidades de Cuidados
Intensivos y las llamadas Unidades de Cuidados Paliativos. De hecho estas salas
suelen estar llenas, lo que supone en sí mismo un problema. Pero a su lado aso-
man otros como el de saber hasta cuándo se puede alargar la vida de una perso-
na, por más que técnicamente sea posible, y de qué modo, etc. Se trata de cues-
tiones a las que el médico no puede responder con los criterios morales tradi-
cionales en los que se ha formado, y de ahí la razón por la que nació un nuevo
modo de enfocar estos problemas, esto es la bioética, en este caso como ética
de los confines de la vida.

16
Diego Gracia

1.1.4. La emancipación de los pacientes

Otro factor ligado al mundo de la medicina y que viene a complicar


todavía más lo anteriormente analizado es la mayor autonomía y capacidad de
decisión del enfermo. Ello tiene una incidencia directa en la conocida relación
clínica. Tradicionalmente, al menos desde los tiempos hipocráticos, el médi-
co se rigió por el hoy llamado criterio de beneficencia que ordena “favorecer,
o no perjudicar”8. En su interpretación paternalista, el médico actuaba de con-
formidad con su saber y siempre en beneficio del paciente, pero sin contar
con el paciente. Es más, según la ética médica tradicional, un buen paciente
era un buen obediente, es decir, aquel que escucha, asiente y obra en conse-
cuencia. La razón de esta tesis es que la enfermedad no sólo afecta al orden
físico, sino también al psicológico y moral.

Origen, fundamento y método de la bioética


Pues bien, todo esto comienza a cambiar hacia el último tercio del siglo
XX. La revolución comenzó esta vez no en los despachos sino en la calle, a
través de un fuerte movimiento en defensa de los derechos humanos de los
grupos que no los disfrutaban en plenitud. Fue el caso, en los EE. UU., de la
lucha que emprendió Martin Luther King en los años sesenta en favor de los
derechos civiles de los afroamericanos. En Europa este movimiento se hizo
sentir a través de las manifestaciones de Mayo del 68. No fueron las únicas
reivindicaciones, pero todas ellas han tenido un denominador común: la lucha
por la “libertad de algo” que no se tenía. Así es que fue la época de la “libe-
ración de la mujer”, de la “liberación de los animales”, de la “teología de la
liberación”, y también la “liberación de los enfermos”, incluso de los “enfer-
mos mentales”. Para lo que aquí nos interesa, y como consecuencia de esta
lucha, en 1969 se elabora el primer código de derechos de los enfermos. Es el
inicio de una nueva relación médico-paciente. A partir de aquí los enfermos
empiezan a reivindicar activamente el respeto de su condición adulta, y los
médicos asumen cada vez con mayor convicción que el enfermo puede deci-
dir sobre su cuerpo y su vida, al menos hasta cierto punto. Ese punto es el que
se intenta negociar precisamente a través del que se ha comenzado a llamar
desde entonces “consentimiento informado” y que ha venido a constituir el
nuevo modo de tomar decisiones entre el médico y el paciente. Ahora bien,
este cambio de paradigma no se hizo sin resistencia de los profesionales sani-
tarios. De hecho, el derecho al consentimiento informado ha sido ganado en
los juzgados, no en los despachos clínicos. Y este conflicto ha contribuido,
una vez más, al nacimiento de la bioética.

8 Cf. HIPÓCRATES. Tratados Hipocráticos. Gredos. Madrid, 1985.

17
La Bioética en la Educación Secundaria

1.2. La recepción española

Se ha planteado últimamente si la bioética es un fenómeno exclusivamen-


te norteamericano o cabe hablar de una bioética europea y, por lo tanto, de una
bioética española9. No se discute que la bioética haya nacido en los EE.UU. Lo
que se discute es si la bioética que hoy se hace en España es el resultado de una
mera “difusión” del movimiento originado en Norteamérica, u obedece además
a una serie de factores históricos de “emergencia” nacional. Hay razones para
decantarse por esta segunda opción.

Ante todo, en España se han sucedido los mismos factores que acabamos
de ver anteriormente que justificaban el nacimiento de la bioética en
Norteamérica. Tanto los conocimientos biológicos y los avances tecnológicos,
por un lado, como todo lo que significa el cambio de paradigma en la relación
médico-paciente, por otro, son factores a los que España no ha sido ajena. Por
Origen, fundamento y método de la bioética

el contrario, ha habido un nuevo factor, de menor incidencia en los EE.UU., que


ha favorecido el nacimiento de la bioética en España y en Europa. Se trata del
modelo público de asistencia sanitaria. Tanto en Europa como en España el ejer-
cicio de la medicina es predominantemente público. En el caso de España es el
Estado nacional quien dirige y costea los gastos de la asistencia sanitaria a toda
la población a través del denominado Sistema Nacional de Salud. Como es evi-
dente, esto plantea una serie de problemas muy distintos a los que plantearía
una asistencia sanitaria privada, por ejemplo, un conflicto entre eficiencia y jus-
ticia. La obligación de atender a todos los habitantes del territorio con igualdad
de prestaciones sanitarias, o de permitir ingresos hospitalarios de larga duración
sin coste alguno, puede entrar en conflicto con otra obligación no menos real
como es la gestión eficiente de unos recursos siempre limitados y escasos. Es
claro que el deber de justicia social lleva a asegurar las contingencias básicas de
todos los ciudadanos, por ejemplo, las sanitarias, pero plantea muchos proble-
mas el determinar qué necesidades son éstas, si han de cubrirse todas gratuita-
mente, etc.

España contaba, además, con la vigencia de una serie de usos y costum-


bres morales que favoreció que la bioética prendiera. Nos referimos a la inefi-
cacia de la Deontología médica puesta en circulación por los Colegios de médi-
cos a partir de finales del siglo XIX. La función de estas instituciones es la de
regular el ejercicio de la profesión médica en todo el territorio estatal, promo-
viendo la excelencia moral y exigiendo el estricto cumplimiento de una serie de

9 Cf. GRACIA, D. “La maduración de la bioética en España” (texto impreso).

18
Diego Gracia

deberes propios de la profesión. Para ello existen las llamadas Comisiones de


Deontología, Derecho médico y Visado, encargadas de analizar las conductas de
todos aquellos médicos infractores de las normas establecidas en el Código
Deontológico. No hace más de treinta años estos Códigos han pasado a llamar-
se Códigos de ética médica. La razón de este cambio se debe al fracaso de la
Deontología médica. No sólo no han servido para promover la excelencia moral
del ejercicio profesional, sino tampoco para controlar las conductas incorrectas
de de los médicos infractores, dado que los miembros del tribunal son compa-
ñeros de profesión.

Todo esto significa que España ha sido un receptor adecuado para el sur-
gimiento de la bioética. El movimiento general que se desencadenara en los
EE.UU. en torno a los años setenta, encuentra aquí condiciones favorables para
su emergencia. Algunas de ellas son coincidentes con las del país emisor, tales

Origen, fundamento y método de la bioética


como el desarrollo tecnológico de la biomedicina o la emancipación de los
pacientes; otras son incluso específicas, tales como la socialización de la asis-
tencia sanitaria y consecuentemente la explosión de costes. A todo ello hay que
añadir la ineficacia de la deontología profesional.

2. FUNDAMENTACIÓN DE LA BIOÉTICA

Una vez visto el origen de la bioética, hemos de intentar comprender ahora


su fundamento, es decir, la fundamentación de los juicios morales. Se trata de dar
a conocer los instrumentos desde los que se han de poder resolver los nuevos pro-
blemas morales planteados por la realidad biológica y biomédica actual. Todos
hacemos juicios morales y todos argumentamos de cara a actuar no sólo bien, sino
excelentemente, pues la excelencia debería de ser el objetivo de las decisiones
humanas. Pero una cosa es que todos hagamos juicios morales, incluso que no
podamos no hacerlos, y otra muy distinta el modo cómo los hacemos o dónde los
anclamos para que tales juicios sean los mejores. La distancia que separa un
aspecto del otro es lo que aquí aparece reflejado en los dos enunciados siguien-
tes: la experiencia moral y la exigencia de responsabilidad moral. Lo que facilita-
rá el tránsito de un lado a otro es un tercer enunciado: los momentos del análisis
del acto moral. Son los tres puntos que vamos a recorrer a continuación.

Esta concepción dual del hecho moral es, en realidad, muy vieja10. Ya
antiguamente Aristóteles hablaba, por un lado, de la tendencia humana a la feli-

10 Cf. GRACIA, D. “Introducción”. En Como a Arqueros al blanco. Estudios de bioéti-


ca. Triacastela. Madrid, 2004, págs.: 9-11.preso).

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La Bioética en la Educación Secundaria

cidad (lo que para él define formalmente el acto moral) y, por otro, de las vir-
tudes o deberes concretos que han de guiar su conducta. Y más modernamen-
te, tanto Heidegger como Zubiri repiten el mismo esquema. Para el primero,
el hombre tiene la condición de “yecto” (o “arrojado”), previa a cualquier ini-
ciativa suya, y por eso su vida consiste necesariamente en “pro-yecto”. Para
el segundo, el ser humano está necesariamente “ligado” a la felicidad y por
eso ha de “apropiarse” las mejores posibilidades en orden a su perfección. Por
lo tanto, en todo acto moral, previo a cualquier iniciativa humana, siempre hay
algo que lo constituye y lo posibilita. Y puesto que siempre se trata de una
“tendencia” o de una “ligación”, es normal que a eso se le llame “ob-liga-
ción”, la expresión que mejor define la condición moral del ser humano. Ésa
es la experiencia moral primaria. Todo lo demás es ulterior. Vamos a verlo
muy brevemente.

2.1. La experiencia moral


Origen, fundamento y método de la bioética

Toda definición y fundamentación de la ética, o de la bioética, ha de par-


tir de algo muy elemental: la experiencia moral. La experiencia es siempre un
dato primordial, individual y concreto, un momento de acceso a la realidad últi-
mo e irreductible más atrás del cual no se puede ir. La experiencia es siempre
un hecho inapelable e impuesto, un contenido de la realidad que se muestra,
pero que no se demuestra. La experiencia nunca se explica, porque es inexpli-
cable. Es lo que se llama un “hecho” en términos fenomenológicos. El conteni-
do de la experiencia es un hecho, mientras que todo lo que digamos de ella son
teorías. Quiere decirse que la explicación de la experiencia ya no es experien-
cia, o al revés, que la experiencia es punto de partida de toda explicación. Por
eso se suele afirmar que la experiencia se tiene o no se tiene, y una vez que se
tiene caben todo tipo de explicaciones, pero sin ella no cabe ninguna. De ahí su
importancia. ¿Cuál es la experiencia moral? Ésta no es otra que la experiencia
de la obligación; la obligación es un hecho moral, el factum del que hay que par-
tir. Todo ser humano (a) hace juicios morales; (b) siente que hay cosas que debe
hacer y cosas que no debe hacer; y (c) se pide cuentas a sí mismo y a los demás,
tanto de lo que va a hacer como de lo que ya ha hecho. He aquí tres caracterís-
ticas esenciales de la experiencia moral: es una experiencia universal, es una
experiencia imperativa y es, en fin, una experiencia justificativa. Es universal,
porque todo ser humano la posee, aunque no la haga consciente ni reflexione
sobre ella. Es imperativa, porque ordena y manda lo que se ha de hacer en la
vida con uno mismo y con los demás. Es justificativa, porque tanto de lo que se
hace como de lo que no se hace nos vemos obligados a pedir cuentas, y a dar-
las, por ejemplo, cuando somos nosotros los que no cumplimos lo prometido u
ordenado. Todo ser que experimente estas tres notas en sí mismo puede estar
seguro de que es un sujeto moral.

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