Observar, pronosticar
y controlar el tiempo.
Apuntes sobre los especialistas
meteorológicos en el Altiplano
Central
México
Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas
2015
384 p.
(Serie Antropológica, 25)
Fotos, cuadros
ISBN 978-607-02-6594-5
Formato: PDF
Publicado: 5 de agosto de 2015
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/
libros/observar/pronosticar.html
1
Este registro formó parte de mi trabajo de campo para la tesis de doctorado (cfr. Alicia
Juárez Becerril, El oficio de observar y controlar el tiempo. Los especialistas meteorológicos en el Altiplano
Central. Un estudio sistemático y comparativo, tesis de doctorado en Antropología, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de
Investigaciones Antropológicas, 2010). Debido a la peculiaridad que caracteriza el ritual, éste ha
sido analizado en otras ocasiones por diversos especialistas de los cuales destacan varias
investigaciones que tienen como propósito evidenciar, en su momento, dicha ceremonia. Thomas
Grigsby (“In the Stone Warehouse: The Survival of Cave Cult in Central Mexico”, Journal of Latin
American Lore, University of California, Los Angeles, v. 12, n. 2, 1986, p. 161-179) da el primer
registro de las ofrendas a los aires en las cuevas de San Andrés de la Cal en 1983. Posteriormente,
Liliana Huicochea (“Yeyecatl-yeyecame: petición de lluvia en San Andrés de la Cal”, en Johanna
Broda y Beatriz Albores (coords.), Graniceros. Cosmovisión y meteorología indígenas de Mesoamérica,
México, El Colegio Mexiquense/Universidad Nacional Autónoma de México, 1997, p. 233-254)
y Chacón en 1992. Johanna Broda y Alejandro Robles (“De rocas y aires en la cosmovisión
indígena: culto a los cerros y al viento en el municipio de Tepoztlán”, en Johanna Broda y
Catharine Good (coords.), Historia y vida ceremonial en las comunidades mesoamericanas: los ritos
agrícolas, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia/Universidad Nacional Autónoma
de México, 2004, p. 271-288), en 1995, bajo una reflexión analítica sobre la continuada vigencia de
la creencia en los aires en la región de Tepoztlán. Maldonado durante el periodo de 1996 a 1998
(cfr. Alicia Juárez Becerril, Peticiones de lluvia y culto a los aires en San Andrés de la Cal, Morelos,
tesis de maestría en Antropología, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales, Instituto de Investigaciones Antropológicas, 2005). Ana María
Salazar (“Yeyecatl-yeyecame: el espectro simbólico-religioso mesoamericano de las peticiones
de lluvia en el paisaje cultural tepozteco”, en Noemí Quezada (ed.), Religiosidad popular México-
Cuba, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones
Antropológicas/Plaza y Valdés, 2004, p. 99-110) en 1997 y 1998. Alicia Juárez Becerril (Los aires
y la lluvia. Ofrendas en San Andrés de la Cal, Morelos, México, Editora de Gobierno del Estado de
Veracruz, 2010). En una perspectiva más general, consúltese a Kim Lim Se-Gun (El cambio, sus
características y el ecosistema en un pueblo campesino mexicano, tesis de doctorado en Antropología,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, 1999) para
1998 y a César Ruiz (San Andrés de la Cal. Culto a los señores del tiempo en rituales agrarios,
Cuernavaca, Universidad Autónoma del Estado de Morelos/Centro de Investigaciones y
Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, 2001) para el año 2000.
específicos del paisaje. En dichos espacios habitan los aires, seres vo-
látiles concebidos como niños, relacionados con el ciclo agrícola.
Cabe señalar que se ha hecho un estudio previo en la misma comu-
nidad (investigación de campo en los años 2004 y 2005),2 lo que ha
permitido tener una continuidad en los datos y una perspectiva más
general en relación con el ritual. Una de las particularidades del ritual,
en la que se hará énfasis en este registro etnográfico, es el conteo siste-
mático, ordenado y detallado de cada uno de los objetos que se colocan
en la ofrenda a los aires en el poblado de San Andrés de la Cal, los cua-
les están siempre en concordancia con los elementos del paisaje: cuevas,
manantiales, peñascos, resumideros y abrigos rocosos, entre otros. Se
trata de espacios que los especialistas rituales conciben como “lugares
en donde habitan los aires”. En este sentido, estamos hablando de “pai-
sajes rituales” en torno a un simbolismo convencional que se expresa
en un juego de relaciones numéricas, rituales y ofrendas. De tal manera
las cuentas, representadas en el total de figuras y paisajes, constitu-
yen la esencia de las cosas y la eficacia intencionada del ritual.
Este estudio etnográfico evidencia la apropiación de elementos de
la observación de la naturaleza y del culto agrícola, lo que equivale a
un conocimiento de prácticas ancestrales en permanente reelaboración,
como resultado de un proceso sincrético que preserva elementos de la
cosmovisión prehispánica mesoamericana, en el contexto del sincre-
tismo con la religión católica.
Kim Lim Se-Gun (El cambio, sus características y el ecosistema en un pueblo campesino mexicano)
3
registra que, anteriormente, la ceremonia en San Andrés se realizaba el primer viernes de mayo,
pero se ha tenido que atrasar debido a la demora de las lluvias. Druzo Maldonado menciona
que antes (1996-1998) se hacía en el segundo viernes del mes (comunicación personal, 18 de
marzo de 2005). Por lo tanto, se deduce que la fecha es variable y no pasa del mes de mayo,
según los preparativos y la organización de la gente en relación con el clima, es decir, con el
adelanto o el retraso de la lluvia. Según el registro de mi trabajo de campo, en 2004 se realizó el se
gundo viernes (14 de mayo) y en 2005, 2007, así como en 2008 fue el primero del mes de mayo.
4
Consúltese en este libro el capítulo “Culto a las montañas y al viento en el Altiplano
Central”, apartado “Los aires en la región de Morelos”, y el capítulo “La interacción con las
divinidades”, apartado “Los niñitos y los aires”. Cfr. para Tepoztlán: Oscar Lewis (Tepoztlán. Un
pueblo de México, México, Joaquín Mortiz, 1968), John Ingham (Mary, Michael & Lucifer, Folk
Catholicism in Central Mexico, Austin, University of Texas Press, 1986) y Johanna Broda y Alejandro
Robles (“De rocas y aires en la cosmovisión indígena: culto a los cerros y al viento en el municipio
de Tepoztlán”); para Hueyapan: Laurencia Álvarez, La enfermedad y la cosmovisión en Hueyapan,
Morelos, México, Instituto Nacional Indigenista, 1987 (Serie de Antropología Social, Colección
Instituto Nacional Indigenista, 74); para Tetelcingo: Alicia Barabas y Miguel Bartolomé, Ritual
y etnicidad entre los nahuas de Morelos, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
Centro Regional Morelos, 1981 (Cuadernos de los Centros Regionales); para El Vigilante: “El
caso de doña Pragedis en la lógica de la fuerza del rayo”, en Johanna Broda y Beatriz Albores
(coords.), Graniceros. Cosmovisión y meteorología indígenas de Mesoamérica, México, El Colegio
Mexiquense/Universidad Nacional Autónoma de México, 1997, p. 289-299; para Coatetelco:
Druzo Maldonado, Dioses y santuarios: religiosidad indígena en Morelos. (Época prehispánica, colonial
y etnografía actual), tesis de doctorado en Antropología, México, Escuela Nacional de Antropología
e Historia, 1998, “Cerros y volcanes que se invocan en el culto a los aires en Coatetelco, Morelos”,
en Johanna Broda, Stanislaw Iwaniszewski y Arturo Montero (coords.), La montaña en el paisaje
ritual, México, Universidad Nacional Autónoma de México/Consejo Nacional para la Cultura
y las Artes, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2001, p. 395-417, y Religiosidad indígena.
Historia y etnografía: Coatetelco, Morelos, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
2005, 168 p. (Colección Científica. Serie Etnográfica); para Ocotepec: Miguel Morayta, “La
tradición de los aires en una comunidad del norte del estado de Morelos: Ocotepec”, en Johanna
Broda y Beatriz Albores (coords.), Graniceros. Cosmovisión y meteorología indígenas de Mesoamérica,
México, El Colegio Mexiquense/Universidad Nacional Autónoma de México, 1997, p. 217-232;
para San Bartolomé Atlacholoaya: Ulises Fierro, “Culto en Cueva Santa: una perspectiva histórica
y etnográfica (Atlacholoaya, Morelos)”, en Johanna Broda y Catharine Good (coords.), Historia y
vida ceremonial en las comunidades mesoamericanas: los ritos agrícolas, México, Instituto Nacional de
dicen que, en toda esta comarca sujeta de Tepuztlán, que no hay fuente
ni lago, ni otra cosa notable, más de una fuente que sale, junto a la estancia
de San Andrés, de una peñas: hay una poquita agua en tiempo de verano
y, en tiempo de aguas, hay más cantidad. Corre como un cuarto de legua,
poco menos, y luego da en una cueva que está entre unas peñas de cal. Y
dicen que allí se sume y que no se ha sabido a dónde va salir, y que,
antiguamente entraban allí a hacer sus adoraciones; y que para ello, los
descolgaban con un mecate y sus ocotes o teas encendidas. Y dicen que
era de veinte brazas el mecate con que los descolgaban y que, abajo,
hallaban un pedazo de llano como una casa y, de allí, iba la cueva a la
larga por allí delante, muy lejos, que no le vieron el cabo. Y dicen que
oían hablar gente y hallaban mazorcas de maíz y otras cosas, las cuales
sacaban y las enseñaban por gran negocio.10
9
Existe otra evidencia que sustenta los cultos en las cuevas durante la época prehispánica;
es el hallazgo ocurrido entre 1992-1993 de ofrendas prehispánicas en la cueva de Chimalacatepec,
en el poblado de San Juan Tlacotenco, sujeto del gran centro religioso de Tepoztlán. Según los
autores, no existen datos específicos acerca de si esta ofrenda fue depositada en un evento
comunitario. Más bien parece que fueron unos cuantos especialistas religiosos (graniceros) los
que se adentraron en el interior del cerro para actuar como encargados de la comunidad. Cfr.
Johanna Broda y Druzo Maldonado, “Culto en la cueva de Chimalacatepec, San Juan Tlacotenco,
Morelos”, en Johanna Broda y Beatriz Albores (coords.), Graniceros. Cosmovisión y meteorología
indígenas de Mesoamérica, México, El Colegio Mexiquense/Universidad Nacional Autónoma de
México, 1997, p. 201.
10
Juan Gutiérrez de Liébana, “La villa de Tepuztlán y sus estancias, en la pintura (1580)”,
en René Acuña (ed.), Relaciones geográficas del siglo xvi, México, Universidad Nacional Autónoma
de México, Instituto de Investigaciones Antropológicas, 1985, t. 1, n. 6, p. 191-192.
La preparación
11
Johanna Broda, “¿Culto al maíz o a los santos? La ritualidad agrícola mesoamericana en
la etnografía actual”, en Johanna Broda y Catharine Good (coords.), Historia y vida ceremonial en
las comunidades mesoamericanas: los ritos agrícolas, México, Instituto Nacional de Antropología e
Historia/Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, p. 61-82.
12
Julio Glockner, Los volcanes sagrados. Mitos y rituales en el Popocatépetl e Iztaccíhuatl, México,
Grijalbo, 1995.
para cubrir los gastos necesarios. El comité para recaudar los fondos
de esta colecta está formado por lugareños del poblado que, con el
apoyo de la ayudantía municipal, solicitan la cooperación voluntaria
de los habitantes de San Andrés, así como a las comunidades de San-
ta Catarina y de Tepoztlán. Generalmente, la recolección en San An-
drés de la Cal y Santa Catarina empieza a mediados de abril, para
poder ir de puerta en puerta; por su parte, la recolección en Tepoztlán
se hace unos días antes de la celebración.
Después de reunir la cantidad necesaria, siguen las compras. Éstas
por lo regular se hacen un día o dos antes del viernes; sin embargo ha
sucedido que se llevan a cabo el mismo día de los “amarres”, es decir,
el jueves por la mañana. El hecho de hacer las compras no es nada
sencillo, puesto que la especialista ritual invierte toda la mañana, e
incluso la tarde, buscando las cosas13 y escogiendo los productos de
mejor calidad y a buen precio. Es necesario mencionar que el ayudan-
te municipal lleva un registro de lo que se va gastando y siempre va a
la orden de doña Jovita, la ofrendadora “oficial”, quien escoge en dónde
y qué comprar.
Los “amarres”
Es necesario señalar que de todos los objetos que se compran han sido
13 los que se han adquirido de cada uno, porque en los últimos
siete años, de 2004 a 2009, habían sido 13 los lugares donde se colo-
caron las ofrendas. Sin embargo, en años anteriores y en la actualidad
el número ha variado, ya que han sido 7 lugares en 1983,16 9 de 1992
a 1997,17 y 11 sitios para el año 2000.18 De tal forma, el total de los ob-
jetos colocados está siempre en concordancia con el total de lugares
ofrendados y, por lo tanto, las cuentas deben ser exactas. Habrá algu-
nos elementos que se triplican, e incluso otros se multiplican por 5,
dando, según Danièle Dehouve,19 una connotación de riqueza y fer-
15
Comunicación personal de doña Jovita Jiménez. Pláticas realizadas durante el trabajo de
campo señalado. Los testimonios que se registran de aquí en adelante sin citar son de ella.
16
Thomas Grigsby, “In the Stone Warehouse: The Survival of Cave Cult in Central Mexico”.
17
Liliana Huicochea, “Yeyecatl-yeyecame: petición de lluvia en San Andrés de la Cal”; Ana
María Salazar, “Yeyecatl-Yeyecame: el espectro simbólico-religioso mesoamericano de las
peticiones de lluvia en el paisaje ritual tepozteco”.
18
César Ruiz, San Andrés de la Cal. Culto a los señores del tiempo en rituales agrarios.
19
Danièle Dehouve, La ofrenda sacrificial entre los tlapanecos de Guerrero, México, Plaza y
Valdés, 2007.
—Tamalitos. Son tamales pequeños sin sal, hechos por las señoras en la
noche del jueves. “Tanto el molito, como los tamalitos, son comida que
nosotros comeremos después de haber cumplido. Todos compartimos
los mismos alimentos, ellos y nosotros.”
13 bolsitas con tamalitos
—Velas o ceras. “Las velas simbolizan la luz, la fe para poder pedirles con
humildad todo lo que necesitamos… lo que nos hace falta.”
13 velas de color blanco, rojas o amarillas
—Papel de china con los colores nacionales (verde blanco y rojo). Sirve como
mantel o “mesa” donde se colocará la ofrenda. Los colores representan
el símbolo de la identidad nacional mexicana. “Para que sepan los Seño-
res que ‘esto’ es de nuestra parte, de nosotros.”
13 tríos (1 verde, 1 blanco, 1 rojo)*
* En este caso se hace presente la multiplicación de 3 manteles × 13
lugares = 39 manteles en total. Sin embargo, aunque su conteo se valora
únicamente en tríos, es pertinente señalar que se respeta la cuenta indi-
vidual de 13 verdes, 13 blancos y 13 rojos.
—Papel de china de muchos colores. Éstos deben ser alegres, recordando que
los aires toman su esencia, en este caso el colorido. El papel se corta en
tiras y con él se envuelve cada una de las frutas.
Por favor, háganlo bien; es para los Señores… ¡no, así no! Miren nada
más qué estambres tan mal cortados y disparejos; no es al aventón, no:
despacito… tenemos toda la noche, o qué, ¿ya se cansaron? Y eso que ya
estoy vieja… ora ustedes… A los aires no les va a gustar… y si no… ni
modo… ya saben lo que pasa…
Las ofrendas deben oír misa para que las bendiga el padre… esto es muy
importante porque también al Señor, Nuestro Dios, y a todos los santos
y a la Virgen se les ofrece nuestra ofrenda… porque todos ellos, al igual
que los airecitos… perciben el olor… El aviso de los cohetes también sube
hasta arriba y les llega…
Tome uno aunque no fume… haga como que lo hace, por lo menos ab-
sorba el humito… es un arma, porque si los aires la ven desprotegida se
le pueden meter y sólo con una limpia se le quita la enfermedad… se le
puede ir la boca de lado, hinchar un ojo o las partes del cuerpo…
21
Oración de doña Jovita a los aires, 14 de mayo de 2004. La oración varía según el
especialista ritual, quien utiliza sus propias palabras y sentimientos.
La comunión
22
Esta idea se tiene respecto del ritual de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, pues,
según ella, la comida se comparte con los cerros y los volcanes que han sido convocados a
recibir y “merecer” sus alimentos. Consúltese en el capítulo “Culto en los grande volcanes:
Popocatépetl e Iztaccíhuatl” de este libro los apartados “Registro etnográfico del cumpleaños
de don Goyito Popocatépetl” y “Registro etnográfico del ritual de petición de lluvias en la vol-
cana Rosita Iztaccíhuatl”.
La especialista meteorológica
de la comunidad23
Yo nací aquí en San Andrés, en la calle de Leyva núm. 10, la casa se llama,
bueno el lugar se llama Cuaxochpa en náhuatl, pero de todos modos en
el documento así lo tiene y, yo soy nacida y criada aquí en San Andrés,
no fui para el otro lado ni me trajeron de otro lado, soy de aquí, legíti-
mamente de San Andrés.25
Un día viene mi mamá, y allí por el campo hay unos camotes que se
sacan… y fuimos a sacar el camote… y allí uno rasca con sus dedos… Y
estaba yo rascando… y sentí algo. Dije: “¡Ay, me picó algo!”… Le dije a
mi mamá: “Tengo una espina”… Ella me dijo: “No, hija, ¿cómo vas a tener
una espina? No se ve nada. ¿En dónde se encajó? No, no es espina”…
“Entonces, ¿qué es?”… “Pues no sé… yo creo que de nacimiento”… ¿Por-
que dónde lo agarré?… Y nadie me lo puso… y ya… hasta que me mue-
ra lo voy a llevar… Pero si tiene uno valor… otras señoras no tenían… Si
23
Quiero agradecer las atenciones de doña Jovita y su familia a lo largo de casi siete años.
Su amabilidad y confianza permitieron largas horas de plática sobre su vida y el ritual.
24
Liliana Huicochea, “Yeyecatl-Yeyecame: petición de lluvia en San Andrés de la Cal”,
p. 235.
25
Testimonio de doña Jovita, tomado de Lilia Huicochea, ibidem, p. 235-236.
tenían valor iban a las cuevas… ya grandes señoras, no les pasó nada
nunca (testimonio de doña Jovita, entrevista, febrero de 2004).26
Ella asume que fue de esta manera la forma en que recibió el “don”
para ser asignada curandera, partera, y, posteriormente, para trabajar
con el temporal. Hasta la fecha se le palpa en la yema de su dedo
meñique de la mano derecha un pequeño bulto que, efectivamente, se
siente como una espina. Según doña Jovita:
Siempre, cuando salía yo de las cuevas, me sentía muy feliz por haber
hablado con los aires, por cumplirles a ellos y por cumplir con mi
26
Todos los testimonios que se citan de la especialista ritual fueron recopilados durante mi
trabajo de campo (2004-2009).
Doña Jovita trabaja para “los Señores”, representados por los aires
insertos en el paisaje, el cual conoce a la perfección. Actualmente, a
sus más de 90 años, sigue parcialmente al mando de la organización
del ritual de petición de lluvias, pero en cuanto a su participación en
colocar las ofrendas en el interior de las cuevas, como lo hacía en años
anteriores, su actividad ha disminuido, ya que sólo puede ir a tres
lugares cercanos. Ella es consciente de su edad y de su cansancio; por
ende, no le molesta la nueva gente que se está incorporando, siempre
cuando lo haga con respeto.
29
Druzo Maldonado, Dioses y santuarios: religiosidad indígena en Morelos. (Época prehispánica,
colonial y etnografía actual); “Cerros y volcanes que se invocan en el culto a los aires en Coatetelco,
Morelos”; “El culto a los muertos en Coatetelco, Morelos (una perspectiva histórica y etnográfica)”,
en Johanna Broda y Catharine Good (coords.), Historia y vida ceremonial en las comunidades
mesoamericanas: los ritos agrícolas, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia/
Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, p. 177-196; Religiosidad indígena. Historia y
etnografía: Coatetelco, Morelos.
30
Druzo Maldonado, Religiosidad indígena. Historia y etnografía: Coatetelco, Morelos, p. 67.
31
Testimonio de don Juan, tomado de Maldonado, ibidem, p. 68.
32
Maldonado, Religiosidad indígena. Historia y etnografía: Coatetelco, Morelos.
33
Ibidem, p. 71.
34
Ibidem, p. 74.
35
Idem.
36
Ibidem, p. 67.
37
Ibidem, p. 74.
Maldonado señala que existen ocasiones en que las banderitas se visten de otros colores:
39
amarillo, rosa y azul marino. Para los lugareños se trata de un lujo para los aires, gusto que hay
que cumplirles (ibidem, p. 70).
40
Ibidem, p. 71.
41
Maldonado describe detalladamente en Religiosidad indígena. Historia y etnografía: Coatetelco,
Morelos el proceso de elaboración del mole verde y el pollo (de rancho), así como de los tamales
nejos o quanextli en miniatura.
42
Ibidem, p. 68.
Ibidem, p. 73.
43
47
Catharine Good, “Ofrendar, alimentar y nutrir: los usos de la comida en la vida ritual
nahua”, en Johanna Broda y Catharine Good (coords.), Historia y vida ceremonial en las comunidades
mesoamericanas: los ritos agrícolas, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia/
Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, p. 316.