musicalidad en su poesía; apenas hay algún poema con rima, y las aliteraciones son muy
esporádicas y nunca regulares. Se ha especulado que este estilo que ha dado lugar a
poesía para ser leída más que para ser recitada pudo deberse a la tuberculosis que sufrió
el poeta, que le creaba dificultades a la hora de leer en voz alta o de recitar, pero sea
cual sea la razón, el hecho es que el estilo de Aleixandre se volcó desde los inicios de su
poesía hacia la imagen, más que hacia recursos literarios orientados a la sonoridad. Así,
el análisis de la imagen es un punto fundamental a abordar en cualquier aproximación a
la poesía aleixandrina.
La idea dominante respecto a la poesía contemporánea es que el poeta es un
creador absoluto, que ni imita ni interpreta la naturaleza, sino que inventa una realidad
previamente inexistente. Por tanto, ya a partir de Baudelaire, y sobre todo con Verlaine,
la irracionalidad ha tenido gran importancia en la poesía occidental contemporánea, y
específicamente en la española a través de su influjo en el modernismo español.
La poesía contemporánea es ruptura en cuanto a las ficciones imaginativas, pero
también con toda una era que llega hasta el Romanticismo. Esta ruptura trajo una nueva
manera de tratar las imágenes que ya está presente en Bécquer y en Juan Ramón
Jiménez, pero no es hasta los poetas superrealistas que llega a su cumbre.
El carácter irracional de la imagen visionaria y su subjetivismo indican que su
aparición en la literatura no podía producirse hasta que entrasen en crisis el
racionalismo estricto de los siglos anteriores, y hasta que el subjetivismo hubiese
alcanzado su punto culminante.
Lo que Bousoño denomina imagen visionaria se caracteriza porque el poeta
llamará iguales a dos términos A y B no porque se parezcan objetivamente, sino porque
despierten en el contemplador un sentimiento similar. Al elevarse al rango lírico, debe
ser universal, es decir, la ecuación establecida por el poeta debe ser legitimada por un
amplio grupo de lectores. Por tanto, la imagen1 no está acotada dentro de un sentimiento
particular, y las emociones que despierta en el lector son independientes y previas al
reconocimiento intelectual de la semejanza entre los términos puestos en comparación.
El poemario Sombra del Paríso mezcla imágenes tradicionales con estas nuevas
formas de asociación no lógicas, que parten del subconsciente o del sueño del poeta.
Aleixandre extrae sus recursos del surrealismo, y encuentra en este movimiento la base
para la figuración continuada que ya había empezado a desarrollar en otras obras pero
que alcanza su cúspide en este poemario.
1. De aquí en adelante, usamos el término “imagen” para aludir al concepto de Bousoño de “imagen
visionaria”.
Las imágenes que aparecerán a lo largo del poemario están íntimamente
relacionadas con los campos semánticos en los cuales se mueve el poemario, por lo que
es interesante detenerse a examinar el vocabulario que utiliza Aleixandre para
conformarlas.
Uno de los principales campos semánticos es el paisaje. Sin embargo, pese a la
inspiración que extrae Aleixandre de la Málaga de su infancia, ni el paisaje de este
poemario corresponde a ningún paisaje real ni la intención principal de los poemas no es
descriptiva.
El paisaje es inventado, o descubierto, en los recuerdos subconscientes del autor,
y la intención del poeta es comunicar sensaciones, emociones y sueños a través de las
imágenes que elaborará basándose en descripciones de este paisaje.
Con mucha frecuencia se repiten en el poemario palabras que se refieren a la
naturaleza inanimada, como pueden ser “mar”, “cielo”, “tierra”, “sol”, etc. Acorde a
esto, Aleixandre hace referencia fundamentalmente a los colores azules, verdes y
blancos.
A menudo, estos elementos de la naturaleza aparecen con una función simbólica,
y especialmente el océano o el mar son utilizados para representar la eternidad, el
tiempo que escapa de la comprensión humana.
Como señala Bousoño, de los cincuenta y dos poemas de que consta Sombra del
Paraíso, once están constituidos por una sola imagen, desarrollada de forma visionaria
y que se extiende todo a lo largo de la composición. Otros veintidós poemas están
formados por una visión principal de la que dependen otras subsidiarias, y los
diecinueve restantes se hallan recorridos por múltiples imágenes entretejidas.
Esto se debe precisamente a los temas tratados en el poemario, ya que la propia
exploración del inconsciente es de la misma índole que la imagen visionaria (por
ejemplo, los sueños adoptan la mayoría de las veces el aspecto de visiones).
Es común en las imágenes aleixandrinas el que al desarrollarse emitan a su vez
nuevas imágenes, de forma que se da una acumulación. En ocasiones esto ocurre de
forma gradual, pero también puede ocurrir de forma abrupta, mediante una sucesión de
imágenes que es casi una superposición. Un ejemplo de esto es el siguiente fragmento
de Plenitud de amor, en el que se atribuye a un elemento real A (el mar) una imagen B
(plumón) que emite otra de segundo grado C (pecho) sin continuarse:
Bibliografía:
BOUSOÑO, CARLOS (1968): La poesía de Vicente Aleixandre, Madrid, Editorial
Gredos.
BOUSOÑO, CARLOS (1999): Teoría de la expresión poética, Madrid, Editorial Gredos.
DE LUIS, LEOPOLDO (1976): Introducción a la tercera edición de ‘Sombra del
Paraíso’, Madrid, Clásicos Castalia.