Sandra Cornejo
A mi hijo Mateo, siempre.
A Luciana, María Paula,
Fernanda Cornejo y Pilar Tagliero,
por el abrigo.
A mis hermanos José, Jesús y Alejandro,
compañeros de juego.
A mamá y papá, con el amor de la madurez.
I
En un punto de la trama
el orden cambia
la idea de alejarse
se curva
desciende la pendiente.
En un punto de la trama
el orden cambia
quebradizo se hace el gris
simple el horizonte.
Santuario
Unidas
como cuando anclábamos pactos en el futuro
mencionamos
el cordero para el almuerzo
las abuelas especiales
la familia.
En las antípodas
en los detalles
la vida fue haciéndonos.
A Carol, en El Maitén
Un lago
No te animabas a zambullirte
-el agua de un lago siempre es fría, casi helada-
yo apenas jugaba con los pies descalzos
en el oleaje.
Sangré.
Sangrar no es buena cosa antes del parto.
Ahora
cuando mi hijo va y viene por los caminos del Señor
siento su presencia natural, como la lluvia o el ciruelo
pero hay un instante, en cada día,
que vislumbro el milagro
-la diferencia-
y agradezco.
Del lado de la mañana
Era preferible
su hierra en el umbral
su río gravitando en el estanque
para qué una ruinosa despedida
si bajo el cobertizo
lo humano remansaba.
No te alejes.
II
No te alejes.
Anís
Si vieras
esa otra taza de té servida
ese otro relato en lo espeso de tu tono
si vieras
el ártico matiz de la penumbra
si pudieras oír
y accediera la memoria
contada la historia de otro modo
verías
verías
Un orden cambia
pero la rosa mosqueta aún crece entre los espinos
y las yemas germinan en las araucarias.
Tomaré La Trochita
para que me devuelva a lo intangible
porque lagos y ríos permanecen encadenados.
No pude irme
no pretendo alejarme
del lugar hermoso desaparecido
al que pertenezco.
II
Lo eterno y lo quebrado
Dentro
en un mundo parecido al nuestro
me aguardan
amigas de otra vida
reencontradas
no sé muy bien, todavía, por qué.
En Cösmiko
La defienden.
Es una antorcha que pasan
de mano en mano.
La refugian
como si de algo sirviera
o para alguien la cuidaran.
La contemplan.
En círculos
pintan sobre la pared
“nunca muere”.
Murciélagos de la medianoche
mutantes
migratorios.
Nos recuerdan
lo que fuimos
lo que no habríamos sido
si no fuera por ella
la poesía.
Leo en el I Ching
lo eterno y lo quebrado colisionan.
En su decantada sabiduría
el libro sapiencial me orienta.
Descanso
entre sus dos extremos
sobre el movimiento cambiante de las cosas.
Así la persistencia
cuyo sabio lirismo
es inocente.
Cuadratura
En el sistema primario
de tu mente
se proyectan planetas
dispuestos en cruz.
Es tarde.
Aún no subiste a las rocas más altas.
La marea arrecia
y en tu entendimiento
esa luna frágil
ese mar fugado
parecieran los brazos de un sol.
El mal
Si fuera posible
golpéate tres veces en los huesos
antes de asirte a su mano rota.
Una cicatriz
En mi mente y mi cuerpo
quedé yo
-hijo de alguien-
venido un día al universo.
Desde entonces
con mi alma floto
en la placenta a la cual
a medias pertenezco
solo de mí
como cada uno de nosotros
pero más desnudo todavía.
Isla de los manzanos
Ir hacia adentro.
Empezar en el fin.
III
Íntima paz
En el Parque Forestal
cerca de la calle Monjitas
Lila y la mejor de las suertes
me confían este Infarto del alma
que leo sobre un banco.
“Te escribo.
¿Has visto mi rostro en alguno de tus sueños?”
Y eso basta.
II Lo eterno y lo quebrado
Contextos
En Cösmiko
Lo eterno y lo quebrado
Cuadratura
El mal
Una cicatriz
Aguachada
Nombre
Isla de los manzanos
Soplo
Agradecimientos