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Rodrigo Vilanova de Allende *

Asentamientos de la Triple Alianza en su frontera


norte: el Valle del Mezquital

E n el ámbito de la investigación arqueológica regional, los estudios de pros-


pección son los que más datos arrojan. Ya sea como consecuencia de proyectos
bien estructurados, de rescates o de salvamentos, la información obtenida en
los recorridos de superficie mezcla cronologías, espacios y culturas de una ma-
nera casi arbitraria sumiendo al arqueólogo en la ardua tarea de organizar e in-
terpretar acertadamente estos datos. En realidad lo que se quiere evitar es que
este procedimiento sea un mero preámbulo para la excavación del sitio más pro-
metedor. Los estudios de patrón de asentamiento abarcan desde la explicación
de fenómenos macrorregionales a partir de relaciones microrregionales, hasta
la comprensión de la influencia del medio ambiente en la disposición de los
asentamientos (cfr. González, 1979 y Silva y Hernández, 1991). Este tipo de
estudios responden, inevitablemente a “[...] el interés particular de cada in-
vestigador” (González, op. cit.: 31.)

Una de las herramientas que llaman más la atención para complementar di-
chos estudios es la modelización, es decir, desarrollar representaciones del fe-
nómeno descrito con la finalidad de observar relaciones a partir de variables
definidas por el autor y de los datos obtenidos. Hay que tomar en cuenta las li-
mitantes de este tipo de estudio ya que el pretender definir de manera total
los procesos y dinámicas culturales de una sociedad pretérita a través de los
datos rescatados en superficie —por cuantiosos que puedan ser— resulta poco
factible. Esto debido a la enorme cantidad de factores involucrados en las to-
mas de decisiones de un asentamiento.

Irónicamente la antigua estrategia metodológica de abarcar una gran cantidad


de datos y variables para definir así con mayor claridad nuestro problema no es
necesariamente la opción más viable en algunos estudios arqueológicos.1 Así,

* Miembro del Proyecto Valle del Mezquital (PVM) de la licenciatura en Antropología, ENAH, bajo la
dirección del Dr. Fernando López Aguilar.
1
La necesidad de aproximarse a los problemas científicos de una manera alternativa (i.e. no
determinista) se ha tratado con anterioridad por muchos investigadores: Moscovici, 1996; Prigogine,
1996; Mandelbrot, 1997; Nótale, 1997; Prigogine, 1997. Véase Vilanova, 2001: 18 -22.
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ARQUEOLOGÍA 28  julio-diciembre 2002

t Distribución general de
los sitios aztecas en el
228 228 Valle del Mezquital

227 227
Tecozautla

Ixmiquipan
226 Alfajayucan
Huichapan
225
Chapantongo
Actopan
Hualtepec
224
Mixquiuala

223

Atacuba
2220000

Tula

41 42 43 44 45 46 47 48 49 50

Cabeceras
0 10 20 km

al encontrarse con una extensión como la del son las más abundantes sino que son las que se
Valle del Mezquital y la enorme cantidad de in- identifican más fácilmente. De este modo se evi-
formación que se ha obtenido del mismo, re- tan problemas sobre datos interpretados equí-
sulta difícil resistir la tentación de comentar vocamente, o bien que al estudiar el desarrollo
sobre los asentamientos y sus distribuciones, del imperio de la Triple Alianza se adopte una
así como la posibilidad de desarrollar un mode- postura de preferencia, ya sea a favor de las am-
lo del patrón de asentamiento que no sólo sea biciones imperialistas de la Triple Alianza o en
interpretativo sino propositivo y generador de contra de sus esfuerzos expansionistas. Sin duda
diálogo. De esta manera presento los estudios alguna, es cuestión de enfoques sin embargo al-
preliminares de lo que espero eventualmente go tan simple como esta elección genera la adop-
sea un modelo de patrón de asentamiento para ción de ciertos puntos de vista que incluyen
los sitios aztecas en el Valle del Mezquital, ha- obviar o ignorar datos históricos, arqueológicos
ciendo uso de geometría fractal, así como de y hasta etnográficos.
teoría de atractores.2
Siguiendo esta línea, resulta relativamente co-
En nuestro estudio elegimos los asentamientos mún escuchar planteamientos sobre cómo el
aztecas en razón del dato arqueológico: las evi- imperio azteca se encontró en una situación de
dencias de ocupación azteca en general no sólo decadencia y deterioro, incapaz de mantener
una autoridad en las provincias conquistadas, co-
2
mo lo prueban las constantes rebeliones y los
Las sociedades humanas distan de comportarse de una
manera lineal y determinista, es lógico el recurrir a estas dos grandes esfuerzos de los tlatoque mexica para
alternativas científicas que han demostrado su valía en muy suprimir estos desplantes de autonomía desca-
diversos campos de la ciencia, desde astronomía y geografía rriada. Al mismo tiempo, se destacan las proezas
(Mandelbrot, 1997: 49, 125-126), hasta economía
(Mandelbrot, 1999) y arqueología (Rodríguez et al., 1995;
militares de los enemigos del imperio —ge-
Bali y López, en prensa; Haas y Creamer, entre otros). neralmente la confederación tarasca y la alian-
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ASENTAMIENTOS DE LA TRIPLE ALIANZA EN SU FRONTERA NORTE: EL VALLE DEL MEZQUITAL

za tlaxcalteca—, resaltando la incapacidad de Xocoyotzin realizaron incursiones para reafir-


los aztecas de someter a estos grupos. Si bien mar las fronteras y lealtad de las provincias que
estos planteamientos son comprensibles como incluían la región de la Teotlalpan,3 así como
un punto de vista interpretativo, no contem- las provincias de Xilotepec, Axocopan, Atoto-
plan el hecho que la dinámica imperial azteca nilco, Hueypochtla (Carrasco, 1996:187 y López
distaba de ser análoga a los parámetros occiden- Aguilar, 1997:71).
tales. Al contrario, para que el imperio pudiera
crecer en sus primeros momentos de desarro- El altepetl, o cabecera de provincia fue parte
llo, era necesaria una dinámica de conflicto a fundamental del sistema político azteca, en él
través de la cual se establecían, confirmaban y se recibían los tributos de la provincia y se cana-
modificaban las relaciones de vasallaje —y por lizaban a las capitales (López y Viart, 1993).
supuesto, tributo— entre el incipiente impe- En los grupos hñahñü del norte de la Cuenca
rio de la Triple Alianza y sus vecinos. El imperio existió una organización semejante: el andehé,
se desarrolló con un ritmo de expansión y con- el cual, al igual que el altepetl, estaba delimi-
tracción que se reproducía nuevamente con ca- tado de una manera difusa ya que sus límites
da coronación de un huey tlatoani mexica. Así, territoriales estaban en función de las familias
queda claro que es Itzcoatl el primero en reali- que tributaban a la cabecera, lugar donde se
zar incursiones bélicas por parte de la Triple establecía el tlatoani. De esta manera, la cabe-
Alianza al exterior de la Cuenca de México, cera podía tener un límite territorial “bien defi-
mientras que los tlatoque que intervinieron en nido”, pero no necesariamente acotado por su
lo que sería la frontera norte del imperio fue-
ron Moctezuma Ilhuicamina y Axayacatl. Por su
3
parte, Ahuizotl (quien alrededor de 1488 so- La Teotlalpan comprendía la parte oriental del actual Valle del
Mezquital; fue un término regional que delimitaba el norte
metió de manera definitiva a las provincias de de la Cuenca de México y la región de los señoríos de Tollan
Xilotepec, Chiapan y Xocotitlan) y Moctezuma y Apazco (Vilanova, 2001: 108).

t Distribución de sitios
pertenecientes a la Triple
Alianza en el Valle del
Mezquital.

0 10 20 km
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área de actividad e influencia (López, 1997:68, hñü y los recién llegados aztecas (López, 1997:
141). El proceso de creación de un altepetl im- 145). Éstos, al incursionar en la región del Valle
plicaba una “fundación” a través de la cual éste del Mezquital se encontraron con asentamien-
obtuviera calidad oficial, también era preci- tos y ciudades con una historia inmediata de
so que se diera la presencia de un nuevo linaje vasallaje a Xaltocan y una historia a largo plazo
—representado en las familias “fundadoras”4— que los remonta y vincula con la cultura de Las
establecido por un tlatoani que organizara y ad- Mesas (Xajay), con ocupaciones teotihuacanas
ministrara al altepetl y, finalmente, dioses par- y con desarrollos toltecas (recordemos que
ticulares e instituciones como un mercado y Xaltocan se fundó tras la caída de Tula) (Polgar,
prisión.5 Resultaba entonces común, que un 1998:47 y López et al., 1998:31-34).
altepetl se fragmentara y creara uno nuevo a
partir de la periferia de una cabecera previa que Es en la región de Huichapan y Tecozautla don-
hubiera alcanzado límites poblacionales, espa- de se desarrolló principalmente la cultura de
ciales o simplemente tensiones socio-políticas Las Mesas, independiente de Teotihuacan y
suficientes como para desencadenar la nueva vinculada a la cultura Chupícuaro. Esta cultura
fundación. Esto implicaría empezar otra vez el se vería poco afectada por el colapso de los
proceso delimitando un nuevo territorio, gene- asentamientos teotihuacanos en la región de-
ralmente alejado del centro rector original. bido a sus relaciones con otras regiones y cultu-
ras (Polgar, 1998: 47 y López et al., 1998:29). El
De esta forma, queda claro que la población de territorio en medio de estos dos desarrollos
la Teotlalpan y las provincias de Xilotepec y sería ocupado eventualmente por los descen-
Ajacuba (Axocopan) tenían una organización po- dientes de dichos grupos, así como de otomíes
lítica equiparable a la del imperio, situación que quienes ya habían ocupado la región incluso
facilitó su incorporación al sistema tributario antes del año 600 d.n.e. Este lugar les sirvió
de la Triple Alianza. para consolidarse como una cultura indepen-
diente que sobreviviría como producto indirecto
Antes de la conquista azteca, la población de la de estas culturas (López y Fournier, 1998:47 y
región —hñähñü en su gran mayoría— perte- López et al., 1998:31-34), así como de los fenó-
necía al señorío de Xaltocan cuya capital se en- menos Coyotlatelco y la prominencia tolteca en
contraba en el Valle de México. Cuando éste la región, misma que sería adoptada como un
fue sometido por los tepanecas, la población resurgimiento y que implicaría una distribución
emigró fuera de la Cuenca de México (Carrasco, territorial de asentamientos muy parecida a la
1996: 154, 164-165; López et al., 1988: 107). Más que encontrarían más tarde los aztecas al ocu-
tarde, con el dominio de la Triple Alianza, los par el Valle del Mezquital.
aztecas no sólo controlarían Xaltocan sino que
se establecerían “cabeceras dobles” en las pro- Dichos asentamientos indican un claro proceso
vincias otomíes conquistadas, sin duda alguna en su distribución desde Tula hacia Ixmiquil-
vinculadas a los dos linajes existentes: los hñä- pan, asimilando la cultura tolteca mientras que
se mantenía una relación con El Bajío y los gru-
4
pos del norte —vinculados también con las cul-
De acuerdo con López Aguilar (1997: 65 y 66) la fundación
consistió en una “... metamorfosis de un grupo migratorio a turas de Las Mesas— gracias al fácil acceso al
sedentario o tal vez un proceso de llegada mítica o real ...” valle de San Juan del Río. Tras el colapso de Tu-
5
Obviamente, la fundación y formación de un altepetl fue la, los asentamientos que tributaron y forma-
particular para cada uno de ellos, sin embargo ciertas
características (como rituales de fundación e instituciones ron parte de esta cultura tuvieron que pasar por
elementales para formar la nueva provincia) permanecían un proceso de readaptación en el que desarro-
constantes, al menos como requisitos a cubrir para poder llaron nuevas relaciones inter e intrasitiales.
hablar de un altepetl; los elementos constitutivos y cotidianos
de Alfajayucan seguramente no diferían mucho de los de
Para ello fue preciso dejar definitivamente el
Huichapan (Vilanova, 2001: 140). estilo de vida tolteca —olvidándose las causas
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ASENTAMIENTOS DE LA TRIPLE ALIANZA EN SU FRONTERA NORTE: EL VALLE DEL MEZQUITAL

iniciales— y generar un estilo de vida propio, vinculadas al señorío otomí, sino como los lími-
es decir, local. Esto se aprecia al observar varias tes noroccidentales del imperio azteca. De la
fundaciones de poblados junto a los lugares que misma manera, y una vez sometidos los territo-
antes habían sido sitios toltecas, comunidades rios del Valle del Mezquital, los poblados ya exis-
enteras se desplazaron a las inmediaciones de- tentes, así como las fundaciones realizadas por
jando “atrás” su pasado. La historia de los asen- la Triple Alianza —principalmente al noroeste,
tamientos en la región comienza a adquirir con rumbo al valle de San Juan del Río— goza-
forma: sitios nuevos a unos cuantos metros del rían de cierta estabilidad y cohesión social, sien-
sitio tolteca. La gente no cambia, pero la cul- do los únicos momentos de tensión aquellos
tura es otra. previos a la creación de un nuevo altepetl. De
esta forma la frontera noroccidental de la Tri-
Durante el desarrollo de Xaltocan poblaciones ple Alianza, en el Valle del Mezquital, quedó
locales como Ixmiquilpan y Mixquiahuala co- definida por los poblados de Atlan, Huichapan
braron una gran importancia regional iniciándo- y Tecozautla.
se así el proceso de jerarquización regional y de
fundaciones de altepeme (Carrasco, 1996: 285). Esto por supuesto, no quiere decir que los con-
flictos resultantes entre grupos sometidos y los
Así, tras desaparecer la hegemonía xaltocana, ejércitos de la Triple Alianza no fueran menos vio-
la expansión de la Triple Alianza permitió a las lentos o de menor importancia, al contrario, los
poblaciones del Valle del Mezquital continuar procesos de rebelión contaban con buenas posi-
con un desarrollo nuevo que mantuvo una rela- bilidades de liberarse del yugo azteca y de man-
ción similar a la estructura política que lo prece- tenerse independientes del mismo. Pensamos
día pero con la influencia y cosmovisión azteca que si fuera de otra manera, las rebeliones no
permeando este nuevo proceso. Su desarrollo sólo no serían un fenómeno tan común sino que
no fue más como un conjunto de ciudades no tendrían absolutamente ninguna razón de

t Sitios aztecas
asociados a sitios
toltecas.

Sitios aztecas asociados a sitios toltecas


0 10 20 km
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ser. Estos procesos tampoco fueron excluyentes drían dos altepeme. Las distancias entre los
de los señoríos otomíes ya que también presen- asentamientos más antiguos guardan cierta
taron una resistencia —al menos inicial— a la constancia, mientras que las fundaciones re-
presencia de la Triple Alianza (López, et al., cientes (como Alfajayucan) claramente surgen
1988: 105-107). del territorio perteneciente a otros altepeme
previamente establecidos, como Chapantongo
Obviamente, la anexión del Valle del Mezquital e Ixmiquilpan. Posiblemente la próxima fun-
a la Triple Alianza produjo consecuencias más dación de altepetl en el Valle del Mezquital se
allá de la resistencia a la eventual asimilación diera en Tecozautla.
del nuevo régimen. La región había pasado por
un proceso histórico en el cual tuvo que transfor- De esta forma, partiendo de la base que el im-
marse por la introducción de los nuevos seño- perio azteca estaba estructurado con base en el
res al mismo tiempo que se adaptaba a las nue- altepetl, es preciso tener en cuenta que la dis-
vas posturas oficiales (v.g. la fundación de tribución de asentamientos aztecas en una re-
asentamientos con guarniciones al noroeste del gión dada incluirá necesariamente el (los)
Valle para proteger la zona de posibles incur- poblado(s) que funjan como cabecera de la re-
siones tarascas o chichimecas). Así la expansión gión. Al mismo tiempo el potencial de un asen-
de la Triple Alianza se dio de acuerdo con sus tamiento de recibir la calidad de altepetl o in-
necesidades y aspiraciones a pesar de ser modu- cluso de ser fundado para tal fin, siempre estará
ladas por las naciones que habitaban cada re- presente.6 En caso de existir ya una población
gión conquistada. De esta manera y dado que con un sistema equivalente (como el andehé),
se trataba de la misma gente, el patrón de asen- el imperio simplemente confirmaba su condi-
tamiento azteca en la región del Valle del ción de cabecera: un ejemplo parece haber sido
Mezquital está relacionado con el patrón de el caso de Ixmiquilpan. Una vez establecidas
asentamiento previo y vinculado a su vez con las cabeceras, ya sea por fundación o confirma-
materiales toltecas. Con el fin de evitar friccio- ción, la dinámica que ejercía la Triple Alianza
nes innecesarias que propiciaran colapsos, fue procuraba ser lo más laxa posible en cuanto a
preciso que el imperio mantuviera abiertas cier- su nucleación para favorecer posibles fragmen-
tas posturas; por otro lado, la autonomía a con- taciones del altepetl en caso de que tensiones
servar su propia identidad permitía hacer más al interior resultaran demasiado desestabilizan-
llevadera la sociedad con el imperio. tes como para que la cabecera original las so-
lucionase. De esta manera se producirían dos
Al establecerse un control en las provincias, los tipos de fundaciones de asentamientos y al-
altepeme fungieron como centros rectores ad- tepeme: uno enfocado a las necesidades de la
ministrativos, políticos y muchas veces reli- Triple Alianza y otro de acuerdo con la distri-
giosos. Ellos se encargaban de congregar a la bución local.
población e impedir su segregación. General-
mente, a raíz de las relaciones entre la pobla- En el Valle del Mezquital, el patrón de asenta-
ción, los señores y los recolectores de tributos miento imperial se desplazó hacia el noroeste
(calpixques) se generaron las principales fric- de una manera regular, siguiendo los lineamien-
ciones al interior del altepetl. Éste al alcanzar tos desarrollados previamente y consistentes en
un momento en el que no se pudiera mantener la fundación de altepeme, sin olvidar la posibili-
a la población o las relaciones de la misma fueran dad de un fraccionamiento futuro. El desarrollo
demasiado conflictivas, sufría una fragmen- local, por otra parte, presenta un crecimiento
tación que provocaba una fundación y el conse-
6
cuente reajuste de un nuevo altepetl, a partir En este caso, se puede contemplar la posibilidad de que el
poblado de Tecozautla, fundado durante la ocupación azteca
de una fracción del territorio del altepetl origi- de la región, fuera eventualmente contemplado como
nal, esto es, de un altépetl en tensión, deven- altepetl.
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ASENTAMIENTOS DE LA TRIPLE ALIANZA EN SU FRONTERA NORTE: EL VALLE DEL MEZQUITAL

t Distribución de
altepeme o cabeceras
de provincia.

Altepeme
0 10 20 km

interno en el que los recursos fluyen de las peri- Triple Alianza) están distribuidos con rumbo
ferias hacia los centros rectores; en estos últimos noroeste, asociados siempre a fuentes de agua
los recursos serán redistribuidos, marcando así y evitando elevaciones de importancia. Confor-
una clara diferencia entre la tendencia impe- me la cosmovisión azteca se hace más común,
rial de expansión —de manera similar, aunque los asentamientos se ajustan a esta nueva diná-
con variaciones de acuerdo con cada caso en par- mica social, desplazándose hacia la ruta de mas
ticular, al resto de las conquistas de la Triple fácil acceso al valle de San Juan del Río, a partir
Alianza— y la complejización en aumento de los de cabeceras previamente fundadas. Lógica-
desarrollos locales. Entre otras variables, se frag- mente, los procesos de frontera no se restrin-
mentan al interior con cada nuevo poblado que gieron simplemente a los límites exteriores del
se funda y con el constante incremento de po- imperio, al interior también se pueden apre-
blación y recursos que maneja. ciar fronteras sobre todo en cuanto a los movi-
mientos demográficos se refiere. De esta ma-
La orografía de una región es uno de los prime- nera, el sur del Valle era una zona a punto de
ros elementos que deben tomarse en cuenta alcanzar una saturación demográfica7 dificultan-
en el análisis de la distribución de sitios arqueo- do los movimientos migratorios del Valle hacia
lógicos; sin embargo en el Valle del Mezquital la Cuenca. Simultáneamente, las fronteras con
los principales obstáculos naturales —como son los territorios tarascos y el señorío de Metztitlán
las elevaciones centrales de la caldera del cerro representaban dificultades superiores a lo que
Hualtepec o las áreas áridas del norte del valle, pudiera ser una tendencia hacia la región de San
en la región de Jonacapa— no presentaron ma-
yor reto a los pobladores de la región, ya que
7
lograron establecer los sitios de Jonacapa y el En 1570 la población de Ixmiquilpan era de
aproximadamente 5,400 habitantes, mientras que Actopan
templo ceremonial del Hualtepec. Los asenta- contaba con 12,000, y Xilotepec con 12,900 (López, 1997:
mientos aztecas (esto es, las fundaciones de la 111).
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Juan del Río, la cual funge como una frontera El imperio de la Triple Alianza de Mexico-Te-
borrosa (en cuanto a que no es un espacio clara nochtitlan, Texcoco y Tlacopan abarcó una gran
y rígidamente demarcado), ya que los únicos diversidad de territorios, ecosistemas y cultu-
materiales aztecas presentes en la zona son ras; interactuó con los pueblos de diversas
vajillas de contacto azteca V (Juan Carlos Saint- maneras prefiriendo sin duda una coexistencia
Charles, centro INAH Querétaro; comuni- pacífica a la represión violenta.11 Asimismo pro-
cación personal).8 De esta manera queda clara curó mantener la estabilidad y cosmovisión im-
la ausencia de asentamientos previos a la Con- perial a través de la influencia que ejercía la
quista en la región. presencia azteca en los poblados subyugados en
los ámbitos político, económico, religioso, cul-
En cuanto a la supuesta debilidad de la Triple tural y social. Un claro ejemplo del comporta-
Alianza en la región, cabe mencionar que las miento expansionista azteca se aprecia en la
acciones bélicas aztecas estaban destinadas mu- conquista de Chalco por Moctezuma I: Mexico-
chas veces a un desgaste, como demuestran las Tenochtitlan desgastó a su enemigo con guerras
guerras floridas contra Metztitlán, Chalco y floridas y conflictos en la periferia del territo-
Tlaxcala, pueblos difíciles de someter de un solo rio chalca, erosionando su poder hasta tener al
golpe. Se generó así esta estrategia guerrera señorío en una posición favorable para conquis-
justificada en guerras floridas principalmente tarlo definitivamente (Davies, 1997:68-77); los
(Carrasco, 1996, Hassig, 1988 y Vilanova, 2001), mismos procesos y estrategias serían aplicados,
a través de los procesos de legitimización de con ligeras variantes, a la alianza tlaxcalteca y
los tlatoque mexicas y no de una invasión total en las demás campañas de la Triple Alianza.
y absoluta. Esta política siempre rindió resul-
tados favorables a pesar de que en cada cambio Se puede considerar que el proceso de expan-
de monarca tendía a mostrar un incremento en sión de la Triple Alianza, al pasar por todos los
costos tanto de recursos humanos como logís- niveles del sistema, se encuentra de nuevo en
ticos,9 requiriéndose un cambio de estrategia el inicio o punto de partida original (Hofstadter,
tarde o temprano, durante el clímax de la Tri- 1998:12); dicho de otra manera, tras la corona-
ple Alianza. Es claro que en el caso particular ción de un nuevo tlatoani era necesario realizar
del Valle del Mezquital este proceso fue lleva- una campaña para obtener cautivos y afianzar
do a un ámbito regional, directamente coordi- en el poder al nuevo soberano. Posteriormente
nado por el imperio. De la misma manera, la la expansión sería retomada e interrumpida úni-
incapacidad de la Triple Alianza para conquis- camente por la ocasional rebelión o eventos
tar los territorios tarascos se limitó a su frontera ajenos como fenómenos ambientales. Por su-
con Tzintzuntzan, ya que en su frontera nor- puesto que una vez subyugadas las nuevas
occidental, la Triple Alianza no tenía desafío provincias, las relaciones entre éstas y el impe-
alguno.10 rio fueron a elección de los nuevos súbditos.
Dependiendo de la voluntad de los pueblos
8
Bali y López (en prensa), manejan no sólo la distribución de
subyugados a participar en el desarrollo del
asentamientos en el Valle del Mezquital sino su interacción imperio, la presencia azteca se volvía más o me-
con la frontera de la denominada Mesoamérica. Asimismo nos tolerable y lentamente era absorbida, ma-
consideran la elaboración de un modelo de asentamiento,
nifestándose en la vida cotidiana, tanto en los
relacionado con las distancias inter sitiales y la tendencia de
distribución de los asentamientos. aspectos demográficos —en el Valle hubo va-
9
Algunos autores, comentan que los esfuerzos de rias fundaciones aztecas con colonos originarios
legitimización de los emperadores romanos implicaban el de la Cuenca—, como en el uso de cerámica
incremento en gastos para superar al gobernador previo.
Este proceso no difiere demasiado de las campañas de
11
coronación aztecas (Tainter, 1995). En otro trabajo se señaló: “... aunque no por ello se escatimó
10
De la misma manera, uno podría preguntarse sobre la en el uso de esta última, de hecho la represión militar era
incapacidad de los señoríos tarascos por deshacerse de la una constante en la vida de los poblados tributarios al
presión azteca en sus fronteras sureñas. imperio ...” (Vilanova, 2001:145).
101
ASENTAMIENTOS DE LA TRIPLE ALIANZA EN SU FRONTERA NORTE: EL VALLE DEL MEZQUITAL

t Sitios arqueológicos
con material azteca, así
como sus vínculos con
la cultura tolteca y su
presencia en las
fuentes históricas.

Sitios aztecas con evidencia arqueológica


Altepeme
0 10 20 km
Sitios aztecas mencionados en fuentes
Altepeme mencionados en fuentes
Sitios aztecas asociados con sitios toltecas

común y la aceptación e interacción con las fun- paz azteca produjo una reestructuración al in-
daciones posteriores al dominio de la Triple terior de las provincias conquistadas, las cuales
Alianza.12 transformaron su cultura en una que incluyó la
coexistencia con el nuevo régimen y sus repre-
Conclusiones sentantes.13 La interacción de los grupos some-
tidos con regiones fuera del imperio se vieron
En resumen, la presencia azteca en el Valle del auspiciadas y modificadas por la Triple Alianza
Mezquital se caracteriza por ser dinámica y al ya que dichas relaciones contemplaban los be-
mismo tiempo estabilizante. Fue dinámica en neficios que reproducían a la misma. De esta
cuanto a que la expansión imperial es una labor manera, en la región noroeste del Valle del Mez-
constante: provincias enteras son sometidas quital se perciben tres grandes factores en la
mientras que poblados y ciudades se rebelan distribución de sus asentamientos. El primero
ocasionando un despliegue y flujo de recursos es, evidentemente, la historia de la región: la
hacia la zona en conflicto. Al mismo tiempo, la arqueología del Valle del Mezquital incluye
la presencia de culturas no sólo con altos gra-
12
Estos procesos están destinados a desarrollar una mayor dos de complejidad sino también con una ocu-
cohesión al interior del grupo. Pérez Taylor (2000: 8) pación temporal lo suficientemente grande
menciona: “… para que un grupo se mantenga unido tiene
que delimitar sus fronteras territoriales a nivel del espacio
geográfico y ambiental, al igual que en relación con los
13
espacios que establecen sistemas de integración de un De acuerdo con Pérez Taylor (2000: 6) la cultura es: “… el
pasado común aceptado, como la posibilidad de adoptar un conglomerado de acciones posibles que llevan a una
conocimiento y su práctica consecuente, que lo determina sociedad a conservar un intercambio de conocimientos y
para tener una conformación étnica”. prácticas con ella misma y con otros grupos.”
102
ARQUEOLOGÍA 28  julio-diciembre 2002

como para pasar desapercibida a la población La conquista, sometimiento y consecuente


que permaneció en la región (Polgar, 1998: 48). incorporación de una región o poblado por par-
La población del Valle del Mezquital no era de te de la Triple Alianza difícilmente puede
colonos en tierras desconocidas sino de grupos reducirse a una lista de elementos y factores
con una capacidad de interacción e identidad constitutivos, haciendo de lado aquellos datos
propias, esto es, con una dinámica social abier- incómodos o insuficientes.14 Al contrario, es la
ta a elementos y relaciones alóctonos, así como constante reflexión sobre los mismos fenómenos
con conflictos propios. El siguiente factor es la lo que permite al investigador comprender la
pertenencia a la Triple Alianza que implica no multivocidad de un fenómeno y acontecimiento
sólo el pago de tributos sino el replanteamien- arqueológico. Es en este último aspecto donde
to de las interacciones interiores y exteriores la modelización de un fenómeno bien estudia-
de la región, así como el acatamiento a la políti- do permite replantear líneas de interpretación
ca —exterior e interior— e ideología general y facilitar ejercicios metodológicos. En el caso
del imperio. A pesar de la flexibilidad que pu- del modelo que se plantea para esta investiga-
diera o no ofrecer el sistema azteca, los con- ción, las variables que se contemplarían serían:
trastes ideológicos y religiosos (por ejemplo) 1) las jerarquías de los asentamientos, 2) las re-
siempre serán una posible fuente de fricciones. laciones previas a la Triple Alianza y poste-
Finalmente, el desarrollo y tendencia expansio- riores a su arribo en la región —concretamente
nista de la Triple Alianza representa un elemen- la reorganización de los sitios y sus vínculos con
to importante ya que no sólo se incrementó la los asentamientos fundados a partir del nuevo
densidad de población con la presencia azteca orden establecido—, 3) la tendencia y des-
en la región, sino que la interacción con zonas plazamientos hacia el Valle de San Juan del
otrora indiferentes a la localidad se torna en in- Río. El modelo todavía no se ha elaborado, sin
tercambios no del todo bien vistos. Al mismo embargo los datos obtenidos hasta el momento
tiempo, las ambiciones de la Triple Alianza obli- demuestran que las posibilidades reflexivas e
gan a considerar nuevas rutas de expansión. interpretativas continuarán presentándose al
arqueólogo como opciones para comprender
De esta manera, queda claro que los fenóme- procesos históricos que difícilmente pueden ser
nos involucrados en el desarrollo territorial az- sometidos a una versión oficial de la historia,
teca distan de ser simples afanes expansionistas. cualquiera que ésta sea.

14
Después de todo, el mismo “contexto arqueológico” y su
interpretación están formados por las relaciones observadas
por el investigador y su bagaje teórico, incapaz de
comprender el significado auténtico y original de dicho
contexto. De acuerdo con Raymundo Mier (Vilanova, 2001:
129), se trata de “unidades morfogenéticas estructuradas”.
103
ASENTAMIENTOS DE LA TRIPLE ALIANZA EN SU FRONTERA NORTE: EL VALLE DEL MEZQUITAL

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