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PRESENTACIÓN

Crónica de una muerte anunciada, es una fascinante obra del escritor Gabriel García
Márquez, en donde el personaje Santiago Nasar es asesinado por los hermanos Pedro
Y Pablo Vicario, según ellos por haber deshonrado a su hermana Ángela Vicario
quitándole la virginidad, por lo cual, luego de que esta se casara con Bayardo San
Román, es devuelta a casa de sus padres.

Todos en el pueblo saben que matarán a Santiago Nasar, menos él, quien se entera de
este gran suceso minutos antes de morir a manos de Santiago Nasar, sin poder hacer
nada para evitarlo…

En esta oportunidad, los estudiantes de la I.E.Pr. San Rafael Arcángel, nos


complacemos en presentar la adaptación teatral de esta magnífica novela perteneciente
al Realismo Mágico, y se puedan deleitar con la dramatización de la misma.

Los autores
ESCENA I

NARRADOR: Era agosto, cuando Bayardo San Román llegaba al pueblo por primera vez, llegó
en el buque semanal.

ABRIR TELÓN

(Aparece Bayardo San Román portando unas alforjas guarnecidas de plata que hacían juego
con su correa).

PUEBLERINO 1: ¡Parece marica! Es una lástima, porque está como para comérselo vivo.

PUEBLERINO 2: Está nadando en oro.

PUEBLERINO 3: Es un hombre muy extraño.

PUEBLERINO 4: Es muy encantador.

CERRAR TELÓN

NARRADOR: Nadie nunca supo a qué vino, aunque cuando más adelante se lo preguntaron,
dijo que estaba yendo de pueblo en pueblo buscando con quién casarse.
ESCENA 2

NARRADOR: Bayardo San Román vivía en una pensión para hombres, y cierto día del mes de
setiembre aproximadamente a las 2 de la tarde, mientras estaba haciendo una siesta en un
mecedor de la sala ve por primera vez a Ángela Vicario y a su madre.

ABRIR TELÓN

(Ángela Vicario y su madre, vestidas de negro, atravesaban la calle con dos canastas de flores
artificiales).

BAYARDO SAN ROMÁN: ¡Señora!

PROPIETARIA DEL HOSPEDAJE: Sí joven, dígame. ¿Necesita algo?

BAYARDO SAN ROMÁN: ¿Sabe quién es aquella joven?

PROPIETARIA DEL HOSPEDAJE: Es la hija menor de la mujer que la acompaña. Se llama


Ángela Vicario.

(Bayardo San Román sigue a Ángela Vicario con la mirada, hasta el otro extremo de la plaza.)

BAYARDO SAN ROMÁN: ¡Tiene el nombre bien puesto!

(Bayardo San Román recuesta su cabeza en el respaldar de la silla, y vuelve a cerrar los ojos).

BAYARDO SAN ROMÁN: Por favor, cuando despierte, recuérdeme que me voy a casar con
ella.

CERRAR TELÓN
ESCENA 3

NARRADOR: Tres personas que estaban en la pensión confirmaron que el episodio había
ocurrido, pero otras no lo creyeron y decían que Bayardo San Román y Ángela Vicario se habían
visto por primera vez en las fiestas patrias de octubre, durante una verbena de caridad en la que
ella era la encargada de las rifas.

ABRIR TELÓN

(Bayardo San Román llegó a la verbena y fue derecho al mostrador atendido por la rifera lánguida
de luto hasta la empuñadura).

BAYARDO SAN ROMÁN: ¿Cuánto cuesta esa ortofónica?

ÁNGELA VICARIO: No está en venta. Es para rifar.

BAYARDO SAN ROMÁN: Mejor, así será más fácil, y además, más barata. Deme los boletos
de la rifa. ¡Los compraré todos!

NARRADOR: Ángela Vicario quedó impresionada, pero por razones contrarias del amor,
detestaba a los hombres altaneros, y nunca había visto uno con tantas ínfulas. Su contrariedad
fue mayor cuando cantó la rifa de la ortofónica, en medio de la ansiedad de todos.

ÁNGELA VICARIO: El número ganador es: 275

BAYARDO SAN ROMÁN: Ese es mi número, señorita. ¡He ganado!

CERRAR TELÓN
ESCENA 4

NARRADOR: Esa noche, al regresar a su casa Ángela Vicario encuentra un regalo adornado
con cinta de organza.

ABRIR TELÓN

ÁNGELA VICARIO: ¿Qué es eso?

PADRES DE ÁNGELA VICARIO: Tiene una tarjeta de dedicatoria con tu nombre.

(Ángela Vicario lee en la tarjeta el nombre de Bayardo San Román, abre la caja de regalo y
descubre la ortofónica dentro).

ÁNGELA VICARIO: Pero, ¿cómo supo que era mi cumpleaños?

PURA VICARIO: No lo sé, hija mía. Pero, ¿por qué ese hombre te hace esa clase de regalo?
Qué motivos le habrás dado.

ÁNGELA VICARIO: Les juro que no le he dado motivos, ni siquiera lo conozco, recién hoy lo he
visto por primera vez en la verbena. ¡Creánme, por favor!

PEDRO Y PABLO VICARIO: Si es así, entonces llevemos la ortofónica para devolvérsela a su


dueño.

CERRAR TELÓN

NARRADOR: Y lo hicieron con tanto revuelo que no hubo nadie que la viera venir y no la viera
regresar. Con lo único que no contó la familia fue con los encantos irresistibles de Bayardo San
Román. Los gemelos no reaparecieron hasta el amanecer del día siguiente, turbios de la
borrachera, llevando otra vez la ortofónica y llevando además a Bayardo San Román para seguir
la parranda en la casa.

ABRIR TELÓN

PEDRO Y PABLO VICARIO: Vamos Bayardo, vamos a casa para que conozcas a toda la familia.

BAYARDO SAN ROMÁN: Será todo un honor para mí, muchachos.

CERRAR TELÓN
ESCENA 5

NARRADOR: La penuria de espíritu de Ángela Vicario se agravaba con los años. Tanto, que
cuando se supo que Bayardo San Román quería casarse con ella, muchos pensaron que era
una perfidia de forastero. Sin embargo, la familia lo tomó en serio y con gran alborozo. Solo
solicitaron que el novio acreditara su identidad pues lo que sabían de él no iba más allá de la
tarde en que desembarcó con su atuendo de artista, y era tan reservado sobre su origen que
hasta el engendro más demente podía ser cierto.

Pero, era Ángela Vicario la que no quería casarse con él, considerando que era demasiado
hombre para ella; y porque Bayardo San Román no había intentado seducirla a ella, sino que
hechizó a su familia con sus encantos.

Reunida en su casa, la familia de Ángela de Vicario acordó el casamiento de la hija menor con
Bayardo San Román.

ABRIR TELÓN

HERMANAS DE ÁNGELA VICARIO: Pero hermanita, cásate con él, se ve que es un gran
hombre. ¡Qué suerte tienes!

PONCIO VICARIO: Hija, debes de casarte con él, no debes rechazar una propuesta de
matrimonio de un hombre como él.

PURA VICARIO: Nosotros somos una familia dignificada por la modestia, no tenemos derecho
alguno de despreciar aquel premio del destino.

NARRADOR: Los gemelos se mantuvieron al margen por considerarlo vainas de mujeres.

ÁNGELA VICARIO: Pero yo no lo amo, apenas si lo conozco.

PURA VICARIO: ¡También el amor se aprende!

CERRAR TELÓN
ESCENA 6

NARRADOR: A diferencia de los noviazgos de la época, que eran largos y vigilados, el de Ángela
y Bayardo fue de solo cuatro meses. No fue más corto porque Pura Vicario exigió esperar a que
terminara el luto de la familia por la pérdida de una de sus hijas.

Una noche Bayardo San Román le preguntó a Ángela cuál era la casa que más le gustaba, a lo
que ella, sin saber por qué se lo preguntaba, le respondió que la casa más bonita era la quinta
del viudo de Xius.

Esa misma noche, Bayardo San Román fue al Club Social…

ABRIR TELÓN

(Bayardo San Román llega y se sienta a la mesa del viudo de Xius a jugar una partida de dominó)

BAYARDO SAN ROMÁN: Le compro su casa.

VIUDO DE XIUS: No está a la venta.

BAYARDO SAN ROMÁN: Se la compro con todo lo que tiene dentro.

VIUDO DE XIUS: Joven, los objetos que hay en mi casa fueron comprados por mi esposa en
toda una vida de sacrificios, y para mí cada uno de ellos sigue siendo como una parte de ella.

(El viudo de Xius habla con el alma en la mano)

BAYARDO SAN ROMÁN: De acuerdo. Entonces, véndame la casa vacía.

VIUDO DE XIUS: No señor, no puedo venderla, esa casa tiene mucho de mi vida y la felicidad
de mi matrimonio.

CERRAR TELÓN

NARRADOR: Al cabo de tres noches, ya mejor preparado, Bayardo San Román volvió a la mesa
de dominó.

ABRIR TELÓN

BAYARDO SAN ROMÁN: Viudo. ¿Cuánto cuesta la casa?

VIUDO DE XIUS: No tiene precio.

BAYARDO SAN ROMÁN: Diga uno cualquiera.

VIUDO DE XIUS: Lo siento, pero ustedes los jóvenes no entienden los motivos del corazón.

BAYARDO SAN ROMÁN: Digamos cinco mil pesos.

VIUDO DE XIUS: Juega limpio, esa casa no vale tanto.

BAYARDO SAN ROMÁN: Diez mil. Ahora mismo, y con un billete encima del otro.
(El viudo mira a Bayardo San Román con los ojos llenos de lágrimas.)

(Al viudo no le sale la voz, y niega sin vacilación en la cabeza).

BAYARDO SAN ROMÁN: Entonces, hágame un último favor. Espéreme aquí cinco minutos.

NARRADOR: cinco minutos después, en efecto, volvió al Club Social.

(Bayardo San Román pone sobre la mesa diez gavillas de billetes de a mil)

CERRAR TELÓN

NARRADOR: El viudo de Xius murió 2 años después, murió de eso, pues no solo había vendido
su casa con todo lo que tenía dentro, sino que le pidió a Bayardo que le fuera pagando poco a
poco.
ESCENA 7

NARRADOR: Nadie hubiera pensado, ni lo dijo nadie, que Ángela Vicario no fuera virgen. No le
había conocido novio anterior y había crecido junto con sus hermanas bajo el rigor de una madre
de hierro. Tan aturdida estaba que había decidido contarle a su madre para librarse de ese
martirio., pero dos de sus confidentes, que le ayudaban a hacer flores de trapo, le disuadieron
de su buena intención.

ABRIR TELÓN

ÁNGELA VICARIO: Amigas, he decidido contarle a mi madre que ya no soy virgen.

AMIGA 1: No, no vayas a hacer esa locura.

AMIGA 2: Amiga, la mayoría de mujeres pierde la virginidad en accidentes de la infancia.

AMIGA 1: Claro, además, hasta los maridos más difíciles se resignan a cualquier cosa siempre
que nadie lo sepa.

AMIGA 2: Sí, amiga. Incluso la mayoría de los hombres llegan tan asustados a la noche de
bodas, que son incapaces de hacer nada sin la ayuda de nosotras.

AMIGA 1: A la hora de la verdad no pueden responder de sus propios actos. “Solo creen en lo
que ven en la sábana”.

AMIGA 2: Solo tienes que hacerle creer que eres virgen manchando tu sábana de rojo y tiéndela
al día siguiente abierta al sol en el patio de tu casa la “mancha del honor.”

AMIGA 1: Tú tranquila.

CERRAR TELÓN
ESCENA 8

NARRADOR: Ángela se casó con esa ilusión, y Bayardo San Román, por su parte, con la ilusión
de comprar la felicidad con el peso descomunal de su poder y su fortuna, pues cuanto más
aumentaban los planes de la fiesta, más ideas de delirio se le ocurrían para hacerla más grande.

Bayardo intentó retrasar la boda por un día, para que los casara el obispo, pero Ángela se opuso.

La fiesta terminó por convertirse en un acontecimiento público.

Trajeron tantos regalos que fue preciso restaurar el local olvidado de la primera planta eléctrica
para recibir los más admirables, y el resto lo llevaron de una vez a la antigua casa del viudo de
Xius que ya estaba lista para recibir a los recién casados.

ABRIR TELÓN

NARRADOR: Poncio Vicario sentado solo en un taburete en el centro del patio. Lo habían puesto
ahí pensando quizás que era el sitio de honor, y los invitados tropezaban con él, lo confundían
con otro, lo cambiaban de lugar para que no estorbara, y él movía la cabeza nevada hacia todos
lados con una expresión errática de ciego demasiado reciente, respondiendo saludos fugaces
que nadie le hacía.

Ángela Vicario, sin el velo y la corona y con el vestido de raso ensopado de sudor, había asumido
de pronto su cara de mujer casada.

Santiago Nasar, Cristo Bedoya, Bayardo San Román y Ángela Vicario se sientan en una misma
mesa.

SANTIAGO NASAR: Te ha costado muchísimo la boda, Bayardo. Calculo, hasta este momento,
que habrás gastado unos nueve mil pesos.

(Ángela Vicario se siente incómoda por el comentario de Santiago Nasar).

BAYARDO SAN ROMÁN: (jactándose) Casi, pero apenas estamos empezando. Al final será
más o menos el doble

NARRADOR: Todo era diversión y felicidad, todos tomaban y reían alegremente; y Bayardo San
Román aprovecha para fugarse con su esposa.

CERRAR TELÓN

NARRADOR: La parranda pública se dispersó en fragmentos hacia la media noche, y solo quedó
abierto el negocio de Clotilde Armenta a un costado de la plaza. Santiago Nasar, Luis Enrique y
su hermano, y Cristo Bedoya, se fueron para la casa de misericordias de María Alejandrina
Cervantes. Por allí pasaron entre muchos otros los hermanos Vicario.
ESCENA 9

ABRIR TELÓN

NARRADOR: Pura Vicario ya se había dormido cuando tocaron a la puerta.

(Tocan la puerta despacio, tres veces)

(Bayardo estaba con la camisa de seda sin abotonar)

(Bayardo agarra por el brazo a Ángela que se encontraba en la sombra y la pone cerca de su
madre).

NARRADOR: Pura Vicario creyó que se habían desbarrancado con el automóvil y estaban
muertos en el fondo del precipicio.

PURA VICARIO: Ave María Purísima. Contesten si todavía son de este mundo.

(Bayardo San Román no entra, sino que empuja con suavidad a su esposa hacia el interior de la
casa, sin decir una palabra).

BAYARDO SAN ROMÁN: (Dando un beso en la mejilla a Pura Vicario): Gracias por todo, madre.
Usted es una santa. (Se retira).

PURA VICARIO: (Sosteniendo por el pelo con una mano y golpeando con rabia a Ángela) ¡Cómo
pudiste hacer eso! ¡Creías que no te iban a descubrir!

NARRADOR: Y así, Pura Vicario golpeaba con furia a su hija, Ángela no podía ni hablar, en el
fondo quería que todo pasara… Un poco antes de las tres la madre de Ángela llama a sus hijos
con urgencia para pedirles que regresen a su casa

PURA VICARIO: ¡Hijos, vengan a la casa, urgente! Bayardo San Román ha devuelto a su
hermana.

PEDRO VICARIO: ¡Qué! Tranquilízate, mamá. Ya vamos.

NARRADOR: Tocan a la puerta, eran los gemelos que presurosos habían regresado a casa
luego de haber estado bebiendo por la celebración de la boda de su hermana. Y ahora estaban
enterados de su deshonra.

(Pura Vicario abre la puerta).

PEDRO Y PABLO VICARIO: ¿Dónde está, madre? ¿Dónde está?

(Los gemelos encuentran a su hermana tumbada bocabajo en un sofá del comedor y con la cara
macerada a golpes. Ángela ya no estaba asustada y había dejado de llorar).

PEDRO VICARIO: (temblando de rabia) Anda, niña. Dinos quién fue.

(Ángela se demoró apenas el tiempo necesario para decir el nombre).

ÁNGELA VICARIO: (con énfasis) Santiago Nasar.

CERRAR TELÓN
ESCENA 10

NARRADOR: Después de que la hermana les reveló el nombre, los gemelos Vicario pasaron
por el depósito, y escogieron los dos cuchillos mejores: uno de descuartizar, de diez pulgadas
de largo por dos y media de ancho, y otro de limpiar, de siete pulgadas de largo por una y media
de ancho. Envuelven los cuchillos y se van a afilarlos en el mercado de carnes.

(Los gemelos aún se encontraban con sus trajes de paño oscuro que habían usado para la boda).

Faustino acababa de abrir su mesa de vísceras cuando vio llegar a los gemelos.

ABRIR TELÓN

FAUSTINO SÁNCHEZ: Buenos días, muchachos. Hoy es lunes, no viernes.

PABLO VICARIO: ¡Quién no lo sabe, pendejo!

FAUSTINO SÁNCHEZ: ¿Y a qué han venido tan temprano? Apenas si son las 3:20 de la
madrugada. Y sin haberse cambiado de traje…

PABLO VICARIO: Solo venimos a afilar los cuchillos.

NARRADOR: Y así lo hicieron, afilaron los cuchillos en la piedra giratoria, como lo hacían
siempre. Mientras hablaban del esplendor de la boda con otros carniceros.

(Pedro sosteniendo los dos cuchillos y alternándolos en la piedra, y Pablo dándole vuelta a la
manivela).

PEDRO VICARIO: ¡Fue una boda grandiosa!

CARNICERO 1: Sí, chicos, todo estuvo muy bonito, pero estuve esperando mi ración de torta.

CARNICERO 2: Yo también, pero nunca llegó, y eso que nosotros somos compañeros.

PABLO VICARIO: No se preocupen, más tarde les haremos llegar su ración, se lo prometemos.

PEDRO VICARIO: Sí. Más tarde, porque ahora vamos a matar a Santiago Nasar.

FAUSTINO SÁNCHEZ: (Bromeando) ¿Y por qué van a matar a Santiago Nasar, habiendo tantos
ricos que merecen morir primero?

PEDRO VICARIO: Santiago Nasar sabe por qué.

NARRADOR: Luego, los gemelos salieron dispuestos a hacer lo que indicaron.

CARNICERO 1: ¿Escucharon eso? Han dicho que matarán a Santiago Nasar.

CARNICERO 2: Hablan tonterías, esas son vainas de borrachos.

NARRADOR: Sin embargo, Faustino Sánchez se quedó con la duda, y se la comunicó a un


agente de la policía que pasó poco más tarde a comprar.
LEANDRO PORNOY: Buen día, señor Faustino, véndame una libra de hígado, es para el
desayuno del alcalde.

FAUSTINO SÁNCHEZ: Claro que sí, ahora mismo le atiendo…

(Faustino Sánchez corta la carne, mientras aprovecha para contarle lo sucedido al agente).

FAUSTINO SÁNCHEZ: Agente Pornoy, ¿sabe que los gemelos Vicario andan diciendo que
matarán a Santiago Nasar? Si bien están borrachos, y puede ser solo cosas de borrachos, es
mejor prevenir cualquier desgracia.

CERRAR TELÓN
ESCENA 11
NARRADOR: Clotilde Armenta acababa de reemplazar a su marido en su negocio, se puso en
el mostrador. Era el sistema habitual. La tienda vendía leche al amanecer y víveres durante el
día, y se transformaba en cantina desde las seis de la tarde.

Los hermanos Vicario llegaron a las 4:10 de la madrugada.

ABRIR TELÓN

PEDRO VICARIO: Una botella de aguardiente de caña, por favor.

CLOTILDE ARMENTA: Muchachos, a esta hora ya no se expende bebidas alcohólicas. Sin


embargo, por tratarse de ustedes, los atenderé.

(Los gemelos se quitaron las chaquetas de paño, las colgaron con mucho cuidado en el espaldar
de las sillas, cuando se acaban la botella, pidieron otra botella).

PABLO VICARIO: Otra botella, por favor.

(Los gemelos tenían la camisa sucia de sudor seco y una barba del día anterior que les daba un
aspecto montuno).

NARRADOR: La segunda botella se la tomaron más despacio, sentados, mirando con insistencia
hacia la casa de Plácida Linero, en la acera de enfrente, cuyas ventanas estaban apagadas. La
más grande del balcón era la del dormitorio de Santiago Nasar.

PEDRO VICARIO: Señora Clotilde, ¿ha visto luz en esa ventana?

CLOTILDE ARMENTA: No. (extrañada) ¿Le pasó algo?

PEDRO VICARIO: Nada. No más que lo andamos buscando para matarlo.

(Clotilde Armenta se da cuenta de los dos cuchillos que llevaban envueltos en trapos de cocina).

CLOTILDE ARMENTA: ¿y por qué quieren matarlo tan temprano?

PEDRO VICARIO: Él sabe por qué.

CERRAR TELÓN

NARRADOR: Clotilde Armenta, preocupada por lo dicho por los hermanos Vicario, dejó a estos
en la tienda, y se fue a despertar a su marido para contarle lo que había pasado.

ABRIR TELÓN

CLOTILDE ARMENTA: ¡Rogelio, despierta! Los gemelos Vicario están en la tienda, y han dicho
que matarán a Santiago Nasar.

ROGELIO DE LA FLOR: No seas pendeja, esos no matan a nadie, y menos a un rico.

CERRAR TELÓN

NARRADOR: Ante la respuesta de su marido, Clotilde volvió a la tienda, y vio a los gemelos que
conversaban con el agente Leandro Pornoy, pero no oyó lo que hablaron.

ABRIR TELÓN

CERRAR TELÓN
ESCENA 12

NARRADOR: Eran poco antes de las cuatro cuando el coronel Lázaro Aponte se había
levantado, cuando luego de afeitarse recibe una llamada.

ABRIR TELÓN

LEANDRO PORNOY: Buenos días, mi coronel. Lo llamaba para informarle que estuve hablando
con los hermanos Vicario y me han dicho que van a matar a Santiago Nasar, por favor, haga algo
para evitar que esta desgracia ocurra.

CORONEL LÁZARO APONTE: No te preocupes, todo estará bajo control.

NARRADOR: El coronel no se dio prisa, se vistió con calma, se hizo varias veces hasta que le
quedó perfecto el corbatín de mariposa, y se colgó en el cuello el escapulario de la Congregación
de María para recibir al obispo. Para luego sentarse a la mesa a desayunar.

ESPOSA DEL CORONEL: ¿Te enteraste que Bayardo San Román devolvió a Ángela Vicario?

CORONEL LÁZARO APONTE: Dios mío, (burlándose) ¿Qué va a pensar el obispo?

NARRADOR: Antes de terminar el desayuno recordó lo que le contó el agente Leandro Pornoy,
juntó las dos noticias y descubrió que casaban exactas.

CERRAR TELÓN

ABRIR TELÓN

NARRADOR: Entonces se fue a la plaza, ya eran las 5 de la mañana y empezaba a llover.

PUEBLERINO: (Deteniendo al coronel y hablándole en secreto) Los hermanos Vicario están


esperando a Santiago Nasar para matarlo.

CORONEL LÁZARO APONTE: ¿Sabe dónde están?

PUEBLERINO: Sí, en la tienda de Clotilde Armenta.

CERRAR TELÓN

NARRADOR: El coronel se fue a la tienda de Clotilde Armenta, y efectivamente, allí encontró a


los gemelos.

ABRIR TELÓN

(El coronel se acerca donde los hermanos Vicario, y sin hacer preguntas, les quita los cuchillos).

CORONEL LÁZARO APONTE: ¡Váyanse a dormir! Imagínense qué les va a decir el obispo si
los encuentra en ese estado.

(Los gemelos salen y el coronel se acerca a Clotilde Armenta)

CORONEL LÁZARO APONTE: (Mostrando los cuchillos) Ya no tienen con qué matar a nadie.

CLOTILDE ARMENTA: (Desilusionada) No es por eso. Es para librar a esos pobres muchachos
del horrible compromiso que les ha caído encima.

CORONEL APONTE: No se detiene a nadie por sospechas. Ahora es cuestión de prevenir a


Santiago Nasar, y feliz año nuevo.

CERRAR TELÓN
ESCENA 13

NARRADOR: Los hermanos Vicario salieron de su casa, y en el camino se detuvieron en la casa


de Prudencia Cotes, la novia de Pablo Vicario, entraron para tomar el primer café.

ABRIR TELÓN

(Los gemelos entran y saludan a la madre de Prudencia Cotes)

PABLO VICARIO: ¿Ya está nuestro café?

PRUDENCIA COTES: Aún no.

PABLO VICARIO: Entonces, lo dejamos para después. Ahora llevamos prisa.

MADRE DE PRUDENCIA COTES: Me lo imagino, hijos. El honor no espera. Pero quédense, ya


casi estará.

NARRADOR: Y esperaron, fue entonces que Pedro Vicario pensó que el hermano estaba
perdiendo tiempo a propósito.

(Prudencia Cotes sale con un rollo de periódicos viejos para animar la lumbre de la hornilla. Antes
de retirarse, Pablo Vicario le quitó dos secciones de periódicos y le dio una al hermano para
envolver los cuchillos).

(Los gemelos se retiran).

CERRAR TELÓN
ESCENA 14

NARRADOR: Clotilde Armenta no había acabado de vender la leche cuando volvieron los
hermanos Vicario con otros dos cuchillos envueltos en periódicos, después de haber ido a
hacerlos afilar nuevamente donde Faustino Sánchez y haber dicho a la gente que se encontraba
allí que le sacarían las tripas a Santiago Nasar.

(Uno era de descuartizar, con una hoja oxidada y dura de doce pulgadas de largo por tres de
ancho, que había sido fabricado por Pedro Vicario, el otro era más corto, pero ancho y curvo).

PEDRO VICARIO: Señor Rogelio de la Flor, por favor, présteme sus utensilios de afeitar,
tenemos la barba muy crecida.

(Clotilde Armenta le llevó la brocha, el jabón, el espejo de colgar y la máquina con la cuchilla
nueva, pero él se afeitó con el cuchillo de destazar).

CLOTILDE ARMENTA: (Observando a Pedro Vicario) Parece un matón de cines, es el colmo


del machismo.

(Pablo Vicario se afeitó de modo más humilde con la máquina prestada).

NARRADOR: Se bebieron la botella en silencio, muy despacio contemplando la ventana


apagada de la casa de enfrente, mientras llegaban clientes fingidos que llegaban solo con la
intención de saber si era cierto que estaban esperando a Santiago Nasar.

CERRAR TELÓN
ESCENA 15

NARRADOR: Santiago Nasar entró a su casa a las 4:20, sin encender la luz porque el foco de
la escalera permanecía encendido. Se tiró sobre la cama en la oscuridad y con la ropa puesta,
pues solo le quedaba una hora para dormir.

Se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.

(Santiago Nasar vestía un pantalón y una camisa de lino blanco, iguales a las que se había
puesto el día de la boda).

ABRIR TELÓN

SANTIAGO NASAR: Madre, me duele la cabeza. Debe ser que tomamos mucho en la boda. No
encuentro la aspirina.

PLÁCIDA LINERO: (Sonríe) Debe ser eso, tranquilo, ya pasará.

SANTIAGO NASAR: Madre, he soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía
una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo
salpicado de cagada de pájaros.

PLÁCIDA LINERO: Todos los sueños con pájaros son de buena salud. ¿Y por qué estás vestido
así, si hoy es lunes?

SANTIAGO NASAR: Olvidaste que hoy llega el obispo. Quizá tenga oportunidad de besarle el
anillo.

PLÁCIDA LINERO: Ni siquiera se bajará del buque. Echará una bendición de compromiso, como
siempre y se irá por donde vino. ¡Odia a este pueblo!

(Él asiente sonriendo y besa la mano de su madre antes de salir).

PLÁCIDA LINERO: Parece que va a llover, mejor llévate un paraguas.

(Santiago Nasar dijo adiós con la mano y salió para tomar su café).

CERRAR TELÓN
ESCENA 16

NARRADOR: Santiago Nasar llega a la cocina para tomar su café. Victoria Guzmán estaba
despellejando tres conejos para el almuerzo.

ABRIR TELÓN

SANTIAGO NASAR: (Agarrando del brazo a Divina Flor) Ya estás en tiempo de desbravar.

VICTORIA GUZMÁN: (mostrándole el cuchillo ensangrentado) Suéltala, blanco. De esa agua no


beberás mientras yo esté viva.

NARRADOR: Victoria Guzmán arrancó de cuajo las entrañas de un conejo y les tiró a los perros
las tripas.

SANTIAGO NASAR: No seas bárbara. Imagínate que fuera un ser humano.

NARRADOR: Pero Victoria Guzmán siguió cebando a los perros solo por amargarle el desayuno
a Santiago Nasar.

(Divina Flor le abre la puerta, y Santiago Nasar sale de la casa para ir a ver al obispo).

NARRADOR: Debajo de la puerta hay un sobre donde le avisaban a Santiago Nasar que lo iban
a matar. Y le revelaban el lugar y los motivos, pero él no lo vio, ni lo vio nadie sino hasta después
de cometido el crimen.

CERRAR TELÓN
ESCENA 17

NARRADOR: Después de casi tres horas de espera en la tienda de Clotilde Armenta, los
gemelos se habían quedado dormido, pero despertaron casi por coincidencia cuando salía
Santiago Nasar.

ABRIR TELÓN

CLOTILDE ARMENTA: Por el amor de Dios, déjenlo para después, aunque sea por respeto al
señor obispo.

(Los gemelos Vicario reflexionaron, y uno de ellos que se había levantado volvió a sentarse)

NARRADOR: Ambos siguieron con la mirada a Santiago Nasar cuando empezó a cruzar la plaza.
« Lo miraban más bien con lástima».

CERRAR TELÓN
ESCENA 18

NARRADOR: El obispo nunca bajó del buque. Santiago Nasar tenía motivos para sentirse
defraudado. Había contribuido con varias cargas de leña a las solicitudes públicas del padre
Carmen Amador, y además había escogido él mismo los gallos de crestas más apetitosas. Pero
fue una contrariedad momentánea.

ABRIR TELÓN

MARGOT: ¡Hola, Santiago!

SANTIAGO NASAR: ¡Hola Margot! ¡Cuánto habrá costado la boda!

CRISTO BEDOYA: Calculemos. Han sacrificado cuarenta pavos y once cerdos para los
invitados, y cuatro terneras que el novio puso a asar para el pueblo en la plaza pública.

SANTIAGO NASAR: ¡Cuántos animales!

MARGOT: ¿Y las bebidas?

CRISTO BEDOYA: Se consumieron 205 cajas de alcoholes de contrabando y casi 2000 botellas
de ron de caña.

NARRADOR: Santiago Nasar soñó en voz alta.

SANTIAGO NASAR: Así será mi matrimonio. No les alcanzará la vida para contarlo.

MARGOT: ¡Qué suerte la de Flora Miguel!

(Santiago sonríe)

NARRADOR: Margot solía invitarlo a desayunar cuando había caribañolas de yuca.

MARGOT: Santiago, te invito a desayunas en casa, mamá está preparando caribañolas de yuca.

SANTIAGO: Gracias. Me cambio de ropa y te alcanzo.

(Santiago se mira el brazo y se da cuenta que no tiene su reloj)

SANTIAGO: (Dirigiéndose a Margot) ¿Qué hora es?

MARGOT: Las 6.25.

SANTIAGO NASAR: Dentro de un cuarto de hora estoy en tu casa.

MARGOT: Pero, vamos. Ya está servido el desayuno.

SANTIAGO NASAR: Ve avanzando. Primero voy a cambiarme y ponerme ropa de montar, debo
estar temprano en el Divino Rostro.

(Santiago Nasar toma del brazo a Cristo Bedoya y se lo lleva hacia la plaza).

CERRAR TELÓN
ESCENA 19

NARRADOR: En el trayecto a su casa, a Margot le contaron la tragedia que ocurriría. Y al llegar


a su casa…

ABRIR TELÓN

MARGOT: (Notando que había un plato de más para el desayuno) ¿Y eso, para quién es?

LUISA SANTIAGA: Es para Santiago Nasar, me dijeron que lo habías invitado a desayunar.

MARGOT: ¡Quítalo!

LUISA SANTIAGA: (sorprendida) ¿Por qué? ¿Qué pasó?

MARGOT: Me acaban de decir que Ángela Vicario fue devuelta por su esposo por no ser virgen,
y sus hermanos van a matar a Santiago.

CERRAR TELÓN

ABRIR TELÓN

LUISA SANTIAGA: (poniéndose los zapatos de tacones y una mantilla).

ESPOSO DE LUISA SANTIAGA: Para dónde vas.

LUISA SANTIAGA: A prevenir a mi comadre Plácida. No es justo que todo el mundo sepa que
le van a matar el hijo, y que ella sea la única que no lo sabe.

ESPOSO DE LUISA SANTIAGA: Tenemos tantos vínculos con ella como con los Vicario…

LUISA SANTIAGA: Hay que estar siempre de parte del muerto.

ESPOSO DE LUISA SANTIAGA: Espérate y me visto.

NARRADOR: Pero ella ya estaba en la calle.

ESPOSO DE LUISA SANTIAGA: (Dirigiéndose a su hijo Jaime) Jaime, acompáñala tú.

(Jaime corre donde su madre y se agarra de su mano).

CERRAR TELÓN

NARRADOR: Ya en la calle…

ABRIR TELÓN

LUISA SANTIAGA: Hombres de mala ley (decía en voz muy baja), animales de mierda que no
son capaces de hacer nada que no sean desgracias.

PLUEBLERINO 1: No se moleste, Luisa Santiaga, ya lo mataron.

CERRAR TELÓN
ESCENA 20

NARRADOR: Mientras Cristo Bedoya buscaba a Santiago Nasar para prevenirlo, pues ya se
había enterado que querían matarlo, este se había ido a casa de Flora Miguel, su novia.

Flora Miguel, ya se había enterado de los motivos por los que querían matar a Santiago Nasar,
y lloraba de rabia.

ABRIR TELÓN

FLORA MIGUEL: No creo que los gemelos quieran matarlo, seguro lo andan buscando para que
casarlo a la fuerza con Ángela Vicario para devolverle su honra.

NARRADOR: Flora Miguel llena de rabia ponía en orden el cofre de las cartas que Santiago
Nasar le había mandado desde el colegio.

Flora Miguel esperaba a Santiago Nasar y lo vio acercarse.

FLORA MIGUEL: Entra.

(Santiago Nasar pasa)

FLORA MIGUEL: (poniendo el cofre en las manos de Santiago Nasar) Aquí tienes, y ¡Ojalá te
maten!

NARRADOR: Santiago Nasar quedó tan perplejo que el cofre se le cayó de las manos y sus
cartas sin amor se regaron por el suelo. Trató de alcanzar a Flora Miguel en el dormitorio, pero
ella cerró la puerta.

(Santiago Nasar toca varias veces, y la llama con voz muy fuerte)

SANTIAGO: (tocando varias veces y llamándola insistentemente) Flora, abre la puerta, Flora…

(Salieron varios de sus familiares)

NARRADOR: El último en salir fue Nahir Miguel, su padre, y la llamó en su lengua:

NAHIR MIGUEL: Naba’at – Abre la puerta.

(Nahir abre la puerta y entra al dormitorio de la hija, mientras la familia contempla absorta a
Santiago Nasar que estaba arrodillado recogiendo las cartas del suelo y poniéndolas en el
cofre).

NARRADOR: Nahir Miguel salió luego de unos minutos, hizo una señal con la mano y la familia
desapareció.

NAHIR MIGUEL: Santiago, ¿sabes que los hermanos Vicario te están buscando para matarte?

SANTIAGO NASAR: (Pálido, perdiendo el dominio y perturbado) ¡Qué!

NAHIR MIGUEL: Tú sabrás si ellos tienen razón o no. Pero en todo caso, ahora no te quedan
sino dos caminos: o te escondes aquí, que es tu casa, o sales con mi rifle.

SANTIAGO NASAR: ¡No entiendo un carajo!

NAHIR MIGUEL: (Quitándole el cofre de las manos). Serán dos contra uno.

(Santiago Nasar se retira).

CERRAR TELÓN
ESCENA 21

NARRADOR: La gente se había situado en la plaza como en los días de desfiles. Todos lo vieron
salir, y todos comprendieron que ya sabía que lo iban a matar y estaba tan azorado que no
encontraba el camino a su casa.

ABRIR TELÓN

PUEBLERINO 3: Por ahí no, turco, por el puerto viejo. (Gritó alguien desde el balcón)
(Santiago Nasar buscó la voz.)

YAMIL SHAIUM: Entra a mi tienda turco.

NARRADOR: (De todos lados empezaron a gritarle, y él dio varias vueltas al revés y al derecho
por tantas voces). Era evidente que entraría por la puerta de atrás pero la puerta principal estaba
abierta.

PEDRO VICARIO: Ahí viene.

NARRADOR: Ambos hermanos lo vieron al mismo tiempo. Pablo Vicario se quitó el saco y lo
puso en el taburete, y desenvolvió el cuchillo en forma de alfanje. Antes de abandonar la tienda
sin ponerse de acuerdo, ambos se santiguaron.

(Clotilde Almendra agarró a Pedro Vicario por la camisa y le gritó)

CLOTILDE ALMENDRA: Corre por tu vida Santiago.

NARRADOR: Santiago Nasar estaba cincuenta metros de su casa. (Corrió a la puerta


principal).Cinco minutos antes Victoria Guzmán había hablado con Plácida Linero y le dijo que
todo el mundo comentaba que iban a matar a Santiago Nasar.

NARRADOR: Plácida Linero vio a través de la puerta a los hermanos Vicario que venían
corriendo hacia la casa con los cuchillos. Desde el lugar donde se encontraba podía ver a los
hermanos pero no podía ver a su hijo. Corrió a otro ángulo para poder ver.

CERRAR TELÓN

NARRADOR: Plácida Linero corrió y puso la tranca en su puerta, y creyendo que su hijo estaba
a salvo subió al segundo piso. Pero solo por segundos Santiago no logró entrar y solo tuvo que
darles frente a los hermanos.

ABRIR TELÓN

NARRADOR: Santisgo Nasar levantó la mano para detener el golpe con el cuchillo de Pedro
Vicario.

SANTIAGO NASAR: Hijos de puta!

NARRADOR: El cuchillo le atravesó la palma de la mano derecha. Santiago grita tanto que todos
lo escuchan.
Pedro Vicario retira el cuchillo y le asestó un segundo golpe casi en el mismo lugar. Volvieron a
darles golpes hasta que Santiago cayó retorcido dándole la espalda.

Pablo Vicario que estaba a su izquierda le dio el único golpe en el lomo y un chorro de sangre
caía en la camisa. Santiago se repuso y se apoyó en la parte de la puerta pareciendo que
ayudaba más a su muerte. Los hermanos Vicario lo acuchillaron contra la puerta dándole golpes
alternos y fáciles. Santiago Nasar no caía fácilmente por lo que desesperados por el griterío de
la gente Pablo Vicario le dio un tajo horizontal en el vientre, los intestinos afloraron con una
explosión. Santiago seguía sin caer hasta que vio sus tripas al aire y le hizo caer arrodillado. Su
madre buscaba a gritos a Santiago.

PLÁCIDA LINERO: ¡Hijo! ¿Dónde estás?

(Santiago se puso de costado con agonía sosteniendo sus tripas)

NARRADOR: Santiago tuvo que caminar más de 100 metros para darle vuelta a la casa y entrar
por la puerta de la cocina. Tuvo todavía bastante lucidez para no tomar el camino de la calle,
sino que entro por la casa contigua. Poncho Lanao, su esposa y sus cinco 5 hijos no se habían
percatado del asunto. Empezaban a desayunar cuando vieron a Santiago Nasar entrar lleno de
sangre y sosteniendo sus tripas.

PONCHO LANAO: ¡Dios mío, qué te ha pasado!

NARRADOR: Pero Santiago Nasar caminaba con la prestancia de siempre, midiendo bien sus
pasos y con la belleza de siempre.

Caminó frente a la mesa donde estaban ellos dándole una sonrisa y seguía caminando por los
dormitorios hasta la salida posterior de la casa.

Wenefrina Márquez lo vio cuando se encontraba en el patio de su casa.

WENEFRINA MÁRQUEZ: ¡Santiago, hijo, que te pasa! (Este la reconoció)

SANTIAGO NASAR: Que me mataron niña Wene. (Después, entró a su casa por la puerta
trasera y se desplomó de bruces en la cocina).

CERRAR TELÓN
ESCENA 22

NARRADOR: Luego del asesinato a Santiago Nasar, los gemelos irrumpen jadeando en la
iglesia, perseguidos de cerca por un grupo de árabes enardecidos.

ABRIR TELÓN

(Los gemelos ponen los cuchillos con el acero limpio en la mesa del padre Amador, ambos se
encontraban cansados y tenían la ropa de sudor y de sangre).

PEDRO Y PABLO VICARIO: Lo matamos a conciencia, pero somos inocentes.

PADRE AMADOR: Tal vez ante Dios…

PABLO VICARIO: Ante Dios y ante los hombres, fue un asunto de honor.

CERRAR TELÓN
ESCENA 23

NARRADOR: luego del cruel asesinato que le dieron a Santiago Nasar, el alcalde del pueblo dijo
que era necesario realizar una autopsia para conocer la causa de su muerte. Se solicitó llamar
al Dr. Dionisio Iguarán, pero como este se encontraba fuera de la ciudad ordenaron que la
autopsia fuera realizada por el padre Amador, ya que en el pueblo no había refrigeradora donde
guardar el cuerpo de Santiago.

Luego de realizada la autopsia, el padre entrega los resultados al alcalde.

CERRAR TELÓN
ESCENA 24

El juicio duró apenas tres días, en los cuales se interrogaron a muchas personas del pueblo para
averiguar cómo había ocurrido tan macabro crimen a manos de los hermanos Vicario y con
cuchillos que el juez no pudo describir, por lo que solo atinó a dibujarlo en el sumario.

ABRIR TELÓN

JUEZ: Señorita Margot, sírvase dar su declaración sobre el asesinato.

MARGOT: Juro que a pesar de que muchos en el pueblo sabían que iban a matar a Santiago
Nasar, yo lo ignoraba. De haberlo sabido, me lo hubiera llevado para mi casa aunque fuera
amarrado.

JUEZ: Amigas de Ángela Vicario.

AMIGA 1: Ángela, me había contado su secreto desde antes de casarse, pero no me había
revelado nombre alguno.

AMIGA 2: A mí también me lo contó, éramos muy amigas, pero tampoco me dijo nombre alguno.
Nos dijo el milagro, pero el santo.

JUEZ: Señora Ángela, ¿sabía usted quién era el difunto Santiago Nasar?

ÁNGELA VICARIO: (desde su sitio) Fue mi autor.

JUEZ: Señora Plácida Linero.

PLÁCIDA LINERO: Mi hijo no salía nunca por la puerta de atrás cuando estaba bien vestido.

JUEZ: Señora Victoria Guzmán.

VICTORIA GUZMÁN: Ni yo ni mi hija sabíamos que a Santiago Nasar lo estaban esperando para
matarlo.

JUEZ: Pedro Vicario, adelante.

PEDRO VICARIO: Santiago Nasar no puso resistencia, parecía que quería que acabáramos de
matarlo y en partes iguales. Ya no volvió a gritar, al contrario, me pareció que se estaba riendo.
Por eso seguimos acuchillándolo contra la puerta. Fui yo quien tomé la decisión de matarlo, y
Pablo no hizo más que seguirme. Sin embargo, cuando nos quitaron los cuchillos, yo quise
desistir del crimen, y fue mi hermano quien tomó el mando.

JUEZ: Pablo Vicario, sírvase dar su declaración.

PABLO VICARIO: Me sentía como cuando uno va corriendo en un caballo. Debía seguir. Por
eso es que entré a la pocilga a buscar los otros dos cuchillos con los que dimos muerte a
Santiago. Mi hermano estaba orinando y se demoró muchísimo, que creí que solo quería perder
el tiempo. Pero debíamos matarlo, era un asunto de honor.

ABOGADO: Como ve, señor Juez, el homicidio fue en legítima defensa del honor.

PEDRO Y PABLO VICARIO: Además. Hubiéramos vuelto a hacerlo mil veces por los mismos
motivos.

CERRAR TELÓN
ESCENA 25

NARRADOR

Lo último que quedó de Bayardo San Román fue un recuerdo de víctima. Dejaron la quinta
intacta, después de algunos años, la quinta empezó a desmigajarse. El coche de bodas se fue
desbaratando en la puerta, y al final no quedó sino la carcacha podrida por la intemperie. De
Ángela Vicario, en cambio, se tuvo siempre noticias de ráfagas que inspiraron una imagen
idealizada, todos los que la vieron en esa época coincidían en que era absorta y diestra en la
máquina de bordar, y que a través de su industria había logrado el olvido. Flora Miguel se fugó
por despecho con un teniente que la prostituyó, Don Rogelio de la Flor no sobrevivió a causa de
la conmoción que sufrió al ver a Santiago Nasar ser atacado, Plácida Linero sucumbió a la
costumbre de masticar semillas de cardamina al no haber interpretado bien el sueño de su propio
hijo.

Ángela nunca dejó de mandarle cartas a Bayardo San Román, hasta que este cierto día regresó
con todas sus cartas sin abrir.

Todo lo que se pudo rescatar del sumario 27 años después del crimen en el Palacio de Justicia
de Riohacha fueron 322 pliegos salteados de los 500 que debió de tener este. En el sumario no
apareció el nombre del juez, Ni en ninguno de los pliegos que Santiago Nasar había sido el
causante del agravio. Al parecer para el juez y también para los amigos más cercanos de
Santiago Nasar su comportamiento en las últimas horas fue prueba terminante de su inocencia,
ya que su reacción no fue de pánico, como tanto se ha dicho, sino que fue más bien el
desconcierto de la inocencia.

Santiago Nasar murió sin entender su muerte.

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