decidimos a realizar un esfuerzo y nos sometemos a un proceso de evaluación para ser admitidos dentro de una universidad; ¿por qué? ¿Para qué? Y ¿con que fin? Cada uno de nosotros tenemos las respuestas a estas preguntas.
Cada ser humano tiene la capacidad de
forjarse un destino, de llegar a una meta y de cumplir sus objetivos. Es esa capacidad la que nos hace tomar decisiones y enrumbar un camino que por conciencia deseamos llevar a lo largo de nuestra vida.
La decisión que compartimos en común es la
de seguir en un proceso de enseñanza dentro de nuestra universidad, educándonos para ser futuros profesionales emprendedores de las distintas ciencias que hemos elegido para desarrollarnos. Es por eso que desde el momento en que somos participes del desarrollo educacional de nuestra institución debemos de asumir con responsabilidad y conciencia lo que por voluntad propia decidimos seguir, sin tener que someterse a los cuestionamientos y mandatos de ciertos docentes que manchan la imagen de nuestra casa de estudios y muchas veces nos dejan ridiculizados frente a la sociedad.
Cuando se empieza a desfallecer en el
camino de la carrera queriendo, obtener beneficios sin trazar objetivos y cumplir responsabilidades es donde empezamos a ceder el protagonismo a los docentes y autoridades que tienen ansias de poder, mas no de servir; siendo víctimas de manipulación, a sabiendas de que el eje principal de nuestra institución somos nosotros los estudiantes y no aquellos que se esconden detrás de una vocación de servicio para obtener beneficios personales.
Los estudiantes somos el pilar fundamental
de la UNT ; pilar que ha permitido, con excepciones, ser corroído por la mediocridad de pensar que una nota asegura el desarrollo dentro de nuestras vidas futuras como profesionales; y se llega a mendigar por ella siendo avasallados por quienes buscan lucrar de nosotros, pues ¿donde queda la integridad moral de quien por esfuerzo propio hizo meritorio su ingreso?.