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Título: Estigma de la esquizofrenia: Factores implicados en su producción y métodos de intervención

Autores: Autonell J*, Ballús-Creus C**, Busquets E*

AULA MÉDICA PSIQUIATRIA (2001) 1:53-68

*Psiquiatra. Sant Joan de Déu. Serveis Salut Mental. Barcelona


**Psicólogo. Hospital Clínico y Provincial. Barcelona

I-INTRODUCCIÓN: Formulación del concepto.

A lo largo de la historia occidental el concepto de estigma ha ido evolucionando. Para los

sociólogos1 el término estigma ha pasado de referirse a signos físicos que marcan una condición

(traidor, esclavo, etc.) o un mal (lepra, viruela, etc.) a designar preferentemente al mal en sí mismo y

no a sus manifestaciones corporales. Se trataría de una categoría asociada a "desviación" y que incluye

un conjunto de condiciones como delincuencia, criminalidad y vagancia, entre otras. Estos grupos son

diferentes entre sí y los individuos que caen en estas clasificaciones no están unidos por ninguna

característica en común entre sus conductas. La única razón para agruparlos conjuntamente la

constituiría el hecho de que comparten ciertos aspectos de sus situaciones sociales y que están

expuestos a experiencias comunes en su trato con miembros de la comunidad "normal". En este

sentido "desviación" está estrechamente ligada a "estigma", y los procesos sociales a discutir se

solapan con los que afectan a otros grupos sujetos a devaluación y discriminación por sus

conciudadanos, como los miembros de determinadas minorías étnicas, los pobres o los desempleados.

Platón en el Alcibíades II atribuye a Sócrates la siguiente pregunta: "¿Cómo podemos vivir tranquilos

con tanta gente loca?". Aunque no existe constancia gráfica de la obra de Sócrates se puede deducir

que, al menos, en tiempos de Platón los enfermos mentales ya se veían afectados por el fenómeno de la

estigmatización.

Las personas que tienen trato con la persona estigmatizada no logran brindarle el respeto y la

consideración que los aspectos no contaminados de su identidad social habían hecho prever y que ellas

habían previsto recibir. Se hace eco del rechazo cuando descubre que algunos de sus atributos lo

1
E.Goffman,
justifican. Para los profesionales de la Salud Mental, el problema no residiría tanto en las cuestiones

físicas, como en las actitudinales. En la enfermedad mental la cuestión del estigma deviene una parte

importante de las consecuencias de la enfermedad que en muchas ocasiones impide o dificulta una

evolución satisfactoria de la misma2.

Las formulaciones psiquiátricas del problema omiten incorporar los procesos sociales a la dinámica del

trastorno mental, las investigaciones en el campo genético, bioquímico, psicológico, buscan diferentes

agentes causales, pero emplean modelos similares: sistemas dinámicos que se localizan en el interior

del individuo e incluso en las teorías no organicistas se relegan los procesos sociales a un lugar

insignificante3. Desde la perspectiva de la teoría de los roles sociales, el etiquetado diagnóstico tendría

una influencia perniciosa en la vida de las personas con esquizofrenia.

El estigma contribuye en gran medida a aumentar la carga percibida por los familiares4, pero no queda

asociado al índice de hospitalizaciones. En muchas ocasiones las familias lo soslayan mediante el

secretismo que mantienen para su entorno acerca de la medicación y las sesiones de terapia familiar.

Pero esta sensación de carga también puede aminorarse mediante técnicas terapéuticas específicas a

largo plazo que incluyan soporte emocional no intrusivo. Los familiares pueden beneficiarse de

programas de orientación para las familias de estos pacientes.

Desde una perspectiva sistémica5, se considera que los enfermos mentales constituyen uno de

los grupos más estigmatizados de nuestra sociedad. Gran parte de esto se debe al miedo a la

incomprensión de las enfermedades mentales y a la desproporcionada publicidad otorgada a los pocos

enfermos que manifiestan conductas disociadoras o violentas.

El uso de diagnósticos psiquiátricos puede conllevar graves prejuicios y perjuicios para las personas a

las que se “etiqueta” 6 debido a que el estatuto epistemológico del diagnóstico psiquiátrico es diferente

al de otras especialidades médicas y además puede tener repercusiones sociales y legales como
2
(R.L.Binder,1999).
3
Scheff, 1966
4
(I.R.H.Falloon y cols. 1984)
5
(C. Anderson y cols. 1988)
6
(Witztum, 1995)
pérdida de libertad, de derechos, de oportunidades. Por su potencialidad para producir estigma el

diagnóstico psiquiátrico plantea problemas éticos en mayor medida que otras especialidades médicas.

El estigma es un elemento que dificulta la mejoría de la calidad de vida del enfermo mental7. Esto no

es debido a un fallo de la psiquiatría en el tratamiento de su enfermedad principal, sino una

consecuencia directa de la conversión del término en una metáfora difamatoria. En el caso de la

esquizofrenia no se trata únicamente del nombre de una enfermedad. Al igual que en el caso del

cáncer, el SIDA y antiguamente de la tuberculosis, es al mismo tiempo una metáfora. El concepto

representa lo máximo posible, nada de lo cual es bueno. Entonces la palabra esquizofrenia deviene la

metáfora de una difamación. Se produce un impacto en las situaciones cotidianas en las que pueden

encontrarse las personas que sufren esta enfermedad, las dificultades para relacionarse, para encontrar

trabajo e, incluso, la dificultad que representa para ellas el hecho de encontrar a alguien con el que

identificarse, de quién poder sacar un modelo. Si bien, de acuerdo con las definiciones clásicas, el

estigma es un signo visible, la enfermedad mental no lo es. Por ello consideran que los enfermos

mentales no están directamente desacreditados por su estigma, pese a estar desacreditados. Por esta

razón se considera importante regular e incrementar la información acerca de estas enfermedades. La

administración de esta información puede tener éxito, pero puede tener un mal resultado si la

población 'normal' revela sus prejuicios en presencia de individuos que están escondiendo sus

estigmas. Además puede conllevar el riesgo del rechazo.

Angelo Barbato8 (2000), presidente de la World Association for Psychiatric Rehabilitation, define el

estigma como un conjunto de actitudes negativas y de creencias hacia la gente etiquetada como

enfermos mentales y añade que se trata de fenómeno profundamente enraizado en el trasfondo de la

sociedad que no solamente se da en la comunidad sino también en los servicios de salud mental.

7
(A.Finzen y U.Hoffman-Richter1997)
8
Angelo Barbato
II-INDICADORES Y FACTORES DE RIESGO

El estigma es un constructo multifacético que incluye actitudes, sentimientos, creencias y

comportamientos, lo que explicaría la variabilidad de indicadores utilizados para evaluarlo en los

proyectos de investigación. Hay una necesidad de determinar indicadores válidos y fiables para la

evaluación del estigma9.

El conjunto de actitudes y creencias, influenciadas por la cultura, los valores y las normas sociales,

implicados en producción de estigma es muy heterogéneo, lo que supone una amplia gama de

factores de riesgo identificables.

Investigando el papel del etiquetado en un estudio poblacional10 realizado en Alemania para mayores

de 18 años se comprobó que el hecho de explicitar la etiqueta de esquizofrenia contribuía a que las

personas entrevistadas citaran factores biológicos como causa del problema, y la tendencia del paciente

y su familia a sentirse culpable disminuía, pero tenía efectos negativos sobre la visión del pronóstico.

Los autores concluyen que no tienen argumentos a favor o en contra de explicitar el diagnóstico.

Se ha estudiado la relación entre etiqueta diagnóstica y atribución de conducta violenta11 en dos

muestras de conveniencia (*), una primera procedente de estudiantes de psicología y la segunda de

profesionales de un Centro de Salud Mental neoyorkino, mediante la presentación de la simulación de

una conducta violenta en un paciente esquizofrénico comparándolo con la de una persona no

diagnosticada, y no se hallaron efectos de etiquetado al realizar la atribución causal de la conducta

violenta. La etiqueta sola no produciría estigma, si se considera la atribución causal de violencia

indicador de estigma. Se plantea la posibilidad de que las palabras consideradas como políticamente

correctas para designar a los pacientes psiquiátricos (“cliente”, “consumidor”, “usuario”, etc.) puedan

producir el mismo efecto de estigmatización que las tradicionales.

9
(Sartorius, 1997).

10
(Angermeyer, 1996)
11
(Boisvert, 1999),
Hay estudios que muestran que los propios pacientes no tienen preferencias sobre las denominaciones

que prefieren.12

Para estudiar en una muestra de conveniencia, cual es el tipo de información que más ayuda a reducir

el estigma en la esquizofrenia13, se utilizaron cinco indicadores de estigma (deseo de distancia social,

percepción de peligrosidad, características de personalidad y de habilidades atribuidas a los pacientes y

reacción afectiva). Los resultados indican que el etiquetado es otro elemento que puede producir mas

etiquetado que la propia conducta de los pacientes; en general, la información en la que se mencionan

los síntomas de la fase aguda es la que tiende a crear mas estigma, más incluso que la palabra

esquizofrenia por sí sola. La gente que no tiene contacto previo con estos pacientes suele asociarlos

más a conductas peligrosas, si es comparada con la gente que tiene, o ha tenido, algún contacto con

ellos. La información sobre la existencia de recursos asistenciales disminuye el estigma. . Se propone

la reducción del estigma mediante el incremento de la convivencia en la vida cotidiana con los

pacientes cuando están recuperados.

Estudios en muestras representativas de población general14 utilizando como indicadores las

reacciones emocionales hacia las personas con trastorno mental y el deseo de distancia social, se

observa también que el tener o haber tenido contacto con personas con enfermedad mental disminuye

el estigma.

En una reciente revisión15 se comprueba las graves consecuencias del estigma sobre la vida de las

personas con esquizofrenia, tanto disminuyendo las posibilidades de empleo, de vivienda, de

adaptación social y la autoestima, como aumentando la depresión, la ansiedad y la carga familiar. Entre

los factores que producen estigma se señalan el etiquetado, características propias de los pacientes,

(habilidades sociales, síntomas positivos y negativos y alteraciones conductuales), subrayando como

factor clave la percepción de peligrosidad. El contacto y la información contribuyen a reducir estigma.


12
(Mueser, 1996).

13
(D.L.Penn et al. 1994),
14
(Angermeyer, 1996)
15
(Penn 1998)
En un estudio cuyo objetivo era evaluar el tipo de información que puede contribuir a disminuir

estigma16, se ofreció a un grupo de personas seleccionadas a partir de muestras de conveniencia,

información correctiva, tal como dar cifras de riesgo de violencia de sujetos con esquizofrenia

comparadas con otros grupos de población, y se comprobó que esto puede disminuir el prejuicio sobre

peligrosidad en la población, mientras que dar información sobre la sintomatología puede carecer de

este efecto. En este estudio se manejaron cifras comparativas de violencia entre diferentes grupos

(entre los que abusan de drogas está en el 34,7% de los pacientes hospitalizados, para los alcohólicos

en el 24,6% mientras que para lo enfermos con esquizofrenia y para los depresivos hospitalizados las

cifras son del 12,7% y del 11,7% respectivamente. Estas cifras son bastante coincidentes con el 11% en

pacientes con esquizofrenia hallado en población española17, lo que refuerza la opinión de que se

cuenta con datos fiables referidos a diferentes poblaciones de personas con esquizofrenia. En

conclusión, se trataría de ofrecer a la población información sobre los datos disponibles procedentes

de estudios científicos evitando dar información sobre síntomas.

En una encuesta sobre estigma y discriminación18, realizada entre 1300 usuarios de Estados Unidos,

Canadá e Irlanda se muestra como resultado una gran variedad de fuentes de estigma entre los que se

cuentan las comunidades, las familias, las iglesias e incluso los cuidadores de salud mental. Para los

encuestados la experiencia de "Estigma" incluía gente realizando comentarios hirientes u ofensivos,

descripciones ofensivas o despectivas en noticiarios, películas o novelas y en algunas ocasiones se

sentían objeto de un trato despectivo o de menosprecio al ser tratados como menos competentes al

conocerse su enfermedad. También acusaban que se les recomendase disminuir las expectativas sobre

su vida. De todas maneras también los había que aseguraban no haber estado nunca preocupados

porque los demás les contemplasen desfavorablemente y por las consecuencias que ello pudiera tener.

Pero otro dato que también arroja esta encuesta es que un 70% de ellos afirman haber evitado hablar de

sus enfermedades en el momento de buscar, por ejemplo, un trabajo. La encuesta sugiere que las
16
(Penn, 1999)
17
(C.Ballús-Creus y M.García,2000)
18
por O.F.Wahl (1999),
familias y los clínicos tienen que ser conscientes de que entre los consejos y guías que se brindan a los

pacientes existe la posibilidad de dar por sentadas sus incapacidades subestimando sus potencialidades.

En estudios de base poblacional en muestras grandes y representativas realizados en USA19 y Gran

Bretaña20 se coincide en que un gran porcentaje la población tiene un conocimiento razonable sobre los

trastornos mentales, su tratamiento y su pronóstico, pero mantiene una opinión estereotipada sobre la

peligrosidad e impredicibilidad de las personas con enfermedad mental, persistiendo opiniones

negativas sobre ellas y se expresa un deseo de mantener la distancia social. El conocimiento objetivo,

que se detecta que tiene una amplia proporción de la población, sobre algunos aspectos de la

esquizofrenia (tratamiento o pronóstico) no parece tener influencia en disminuir el deseo de distancia

social u otros sentimientos o actitudes involucrados en el estigma.

Los resultados avanzados por Europa Press21 de un estudio poblacional realizado en España muestran

que la situación en nuestro país es diferente a la observada en los estudios citados. Aquí los afectados,

familiares y personal sanitario son los que presentan mayor rechazo, mientras que la población que

carece de contacto la enfermedad apenas muestra discriminación. La mayoría de la población (83%)

desconoce la enfermedad y su tratamiento. Dado que los resultados del estudio español son

preliminares y se desconoce la metodología utilizada es prematuro discutir si las diferencias se deben a

factores transculturales o al diseño metodológico del estudio.

En una muestra de conveniencia en la que se estudia la influencia de la relación interpersonal sobre la

estigmatización22, aparecen como los factores más determinantes la percepción de extrañeza que

tienen los participantes en el estudio al observar a las personas con esquizofrenia y la presencia de

déficits en habilidades sociales y de síntomas negativos en los enfermos.

III-LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

19
(Link, 1999),
20
(Crisp, 2000)
21
(recogidos en la Web de Medicinatv, 14 de septiembre del 2000)
22
(Penn, 2000),
En un estudio mediante una encuesta, realizada a partir de seis cortes transversales en muestras

representativas de población alemana23, acerca de la opinión que esta tiene sobre los enfermos

mentales inmediatamente después de dos atentados que en 1990 sufrieron Oskar Lafontaine (Canciller

del Partido Socialdemócrata) y Wolfgang Schäube (Secretario de Interior de aquel país), atentados a

los que ambos sobrevivieron pese a que el Sr.Schäube resultó con una paraplejía como consecuencia

del mismo. El primero fue perpetrado por una mujer de 42 años que estaba diagnosticada de

esquizofrenia y que le atacó blandiendo un gran cuchillo de carnicero. El segundo fue perpetrado por

un drogadicto también diagnosticado de esquizofrenia, que le disparó dos veces con un revólver,

alojándose una de las balas en la espina dorsal. Utilizando como indicador de estigma la distancia

social, los resultados obtenidos fueron: a/ Se produjo un pronunciado incremento de la distancia social

hacia los enfermos de esquizofrenia de forma contingente a ambos intentos de asesinato. b/ En los dos

años posteriores la distancia mantenida por la población general disminuyó. c/ La distancia social

hacia la gente que sufre depresión permaneció inalterable durante el tiempo en el que se realizaron las

observaciones. d/ En los Landers (regiones) de la antigua R.D.Alemana no hubo ningún cambio en la

distancia social hacia los enfermos con esquizofrenia. Coinciden también con otros estudios en que las

personas que más rechazo presentan a estos enfermos son los que tienen niños pequeños. En todo caso

se concluye que la opinión pública es sensible a los actos de los enfermos mentales, y que en este

fenómeno, el papel de los medios de comunicación es de capital importancia a la hora de presentar a

los enfermos.

En un artículo en que se analizan los tópicos acerca de los enfermos mentales24: satanizados,

personalidades dobles, personajes como el Freddy Kruegger de Pesadilla en Elm Street o el Norman

Bates de Psicosis, el clásico de Alfred Hitchkock, quien después de recibir el alta de su psiquiatra

comete doce asesinatos a cual más brutal. El autor sugiere mas cuidado con los términos: loco,

maníaco, psicosis, esquizoide, etc. Critica seriamente el lenguaje de muchos periódicos como un titular
23
(Angermeyer, 1996).
24
F.Bowers (1999)
(Angermeyer, 1996).
de The Examiner que rezaba: "Psicópata asesina a un caníbal", refiriéndose a un asesinato perpetrado

por un paciente psiquiátrico contra otro. Un lenguaje como este provoca miedo, discriminación y

rechazo por parte de la población general. Se considera que la desinformación generada por la prensa

en este sentido es realmente dañina y perjudicial para los enfermos mentales y su imagen. En este

sentido cabe citar El Periódico de Catalunya, que el día 17 de Septiembre del 2000 publicó un artículo

de opinión sobre "La esquizofrenia de la arquitectura" firmado por Juli Capella, o un título equivalente

aparecido mucho tiempo atrás en El País: "La esquizofrenia del entrenador" firmado por M.Vázquez-

Montalbán y Jorge Valdano.

A partir de los resultados de una encuesta entre usuarios de servicios de salud mental en la que tres

cuartas partes de los que contestaron piensan que los medios ofrecen información no contrastada o

bien muy negativa sobre los enfermos mentales, se remarca la necesidad de colaborar entre los medios

de comunicación y los profesionales y los usuarios de servicios de atención psiquiátrica25.

Intervenir en la disminución de estigma y discriminación implicará, para los psiquiatras, tomar

iniciativas heterodoxas de sus prácticas habituales, como participar activamente en los diversos medios

de comunicación26 para ofrecer a la opinión pública información correctiva relacionada con los

trastornos mentales.

IV-ESTUDIOS CONTROLADOS DE INTERVENCIÓN

Estudios de intervención han ensayado la evaluación de la efectividad de la información y de la

educación en la disminución del estigma y la discriminación. En un estudio controlado de

intervención comunitaria27 28, llevado a cabo en Londres, se evaluaba la evolución de las actitudes y

conductas de aceptación entre el vecindario de dos pisos asistidos para enfermos mentales sitos en dos

calles londinenses de parecidas características.

25
(Ferriman, 2000).

26
(Salter & Birnes, 2000)
27
Woltf
28
Woltf
Se administró al vecindario, antes de la inauguración de las casas o pisos protegidos, una encuesta

llamada Inventario de Actitudes hacia los Enfermos Mentales que evalúa Miedo y Exclusión, Control

Social y Buena Voluntad. Miedo y Exclusión incluye ítems como "Es inquietante pensar que hay gente

con problemas mentales en el vecindario", Control Social incluye ítems como "Tan pronto como una

persona da muestras de alteración mental, debería ser hospitalizada", y finalmente Buena Voluntad

incluye ítems como "Necesitamos adoptar una actitud mucho mas tolerante hacia los enfermos

mentales

Algunos de los resultados fueron: un 60% de los encuestados era capaz de nombrar al menos dos o

mas enfermedades mentales, la esquizofrenia era nombrada por el 74%. El 52% era capaz de distinguir

correctamente entre enfermedad mental y discapacidad mental. Un 74% pensaba que los enfermos

mentales no son mas o menos inteligentes que los demás. El 78% pensaba que podía decir si alguien

tenia o no una enfermedad mental. Un 83% de los encuestados atribuía al entorno la causa de las

enfermedades mentales. Un 70% de los encuestados decían que contactarían con el médico de

cabecera si veían a algún amigo o vecino dando signos de enfermedad mental, un 26% recurriría al

trabajador social del barrio. Un 75% piensa que el tratamiento consiste en medicación. Dos tercios de

los encuestados consideran que la otra gente trata mal a estos enfermos. Un 60% de ellos decían tener

amigos con enfermedades psiquiátricas entre el vecindario, sólo un 1% afirmaba no tener ningún

contacto con los pacientes. También eran minoritarios los vecinos que se oponían a la instalación de las

casas protegidas en el vecindario. Los resultados muestran, al igual que otros estudios parecidos, que

quienes muestran mas rechazo hacia estos enfermos son aquellas personas que tienen niños pequeños.

Además de estos también los vecinos pertenecientes a minorías étnicas, los de clases sociales mas

bajas y los que han recibido una menor educación, muestran mas rechazo.

Los resultados tras la intervención muestran que determinados programas educativos pueden

favorecer las actitudes y conductas de aceptación de personas afectadas aún sin mejorar

sustancialmente el conocimiento objetivo de la enfermedad


En un estudio de intervención controlado en muestras de conveniencia, utilizando como indicadores

una serie de actitudes estigmatizantes29 (la posición autoritaria que contempla a los enfermos como

irresponsables y que, por tanto, son los demás los que han de tomar las decisiones por ellos, la posición

benevolente que contempla a los pacientes como niños que necesitan ser cuidados y, finalmente, la

posición miedosa y excluyente que considera que los enfermos han de ser temidos y por ello excluidos

de la sociedad, como la actitud atribuida a Sócrates anteriormente citada). Utilizando como

intervención un programa educativo se comprueba que determinados programas pueden modificar

favorablemente las actitudes de benevolencia y deseo de distancia social. Los cambios hallados están

mediatizados por el conocimiento previo de la enfermedad mental y la experiencia de contacto con

personas enfermas. Los cambios por educación son mayores en personas sin contacto previo.

No se observan cambios en las actitudes autoritarias, aunque en un estudio anterior30, utilizando los

mismas medidas de estigma, se observaron también cambios en estas actitudes .

V-ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN

Se ha propuesto como medida para disminuir estigma la asociación de individuos de condiciones

semejantes31. Así los grupos formados disponen de una serie de funciones como proveerles de un

medio protegido para que se puedan relacionar, informarles y constituir un soporte emocional

específico mediante la transmisión o modelado de mecanismos de adaptación, así como ofrecer un

conjunto de ideas para reinterpretar las experiencias de sus miembros, reevaluando su estatus o

excusando su conducta. En este sentido sugiere el modelo de Grupo de Autoayuda como el más

indicado para estos propósitos.

Bajo el punto de vista del derecho2 hay autores que se plantean si el hecho de juzgar a los enfermos

mentales por su posible peligrosidad puede restringir sus libertades civiles. Plantea una reflexión muy

interesante cuando se pregunta si cuando se da un caso de violencia, promovido por un enfermo

29
(Holmes,1999),
30
Keane (1991,
31
(M.J.Eales, 1993)
2
mental, no sería interesante además de atender a la víctima, tratar de comprender y conocer las causas

y las vivencias por parte del enfermo. Sostiene que cuando existe una firme alianza terapéutica entre el

terapeuta y el paciente, este se comporta de una forma mucho más controlada, la cual es una posición

que para un experto psicoterapeuta puede parecer bastante lógica.

El nuevo Código Penal español supuso un gran avance en la mejora de las garantías de los enfermos

mentales pero todavía persisten elementos en los que se pueden rastrear los efectos del estigma y la

discriminación32

Basándose en los estudios empíricos y desde la perspectiva de la psicología social se realizan

propuestas de intervenciones de largo alcance33, semejantes a las realizadas por el Rotary club en 1991

y por la Nationalle Alliance for the Mental Ill (NAMI) en 1997, para combatir el estigma y la

discriminación. Una primera estrategia sería aumentar el contacto de la comunidad con los enfermos.

Este método tiene limitaciones porque se desconocen los mecanismos por los que el contacto

disminuye el estigma y además puede resultar poco eficiente, por caro. Segunda estrategia: trabajar

con los medios de comunicación. Tercera: aumentar las habilidades sociales de los pacientes y es aquí

donde los programas asistenciales pueden tener un papel relevante en la disminución del estigma.

V-DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Un elemento que tiende a pasar desapercibido es la relevancia que el comportamiento del mismo

paciente tiene en la generación del estigma. La conducta desarrollada por muchos de los enfermos, con

o sin consciencia de enfermedad, es ya de por sí estigmatizante y les identifica sino como enfermos, sí

como personajes raros o diferentes del resto de la sociedad. La presencia de los síntomas positivos y

sus consecuencias en el comportamiento, y/o de los síntomas negativos y la falta de habilidades

sociales, son elementos determinantes a la hora de generar estigma entorno suyo, alimentando la

percepción de extrañeza, la atribución de impredictibilidad y de riesgo de violencia son factores que

determinan estigma en la comunidad.


32
(Espinosa, 1997)

33
(Komana, 1997)
. El tratamiento y rehabilitación de las personas con esquizofrenia es una vía básica para disminuir

estigma y discriminación. El trabajo con los pacientes puede consistir en el rescate de aquellas partes

conservadas de la persona y de la personalidad, lo que nos permitirá hablar de personas con

enfermedades (personas con esquizofrenia, por ejemplo), más que de enfermos (esquizofrénicos,

siguiendo el ejemplo)

Los familiares no están exentos de una gran responsabilidad en la generación y mantenimiento del

fenómeno. Sus actitudes unas veces sobreprotectoras de la privacidad del paciente, otras

excesivamente celosas de su anonimato, resultan en un comportamiento esquivo hacia la sociedad y

hacia la posibilidad de recibir ayuda tanto de su entorno, como de los medios de comunicación. El

papel de las familias y sus asociaciones, así como las de los propios enfermos, deberá ser

determinante. Algunas asociaciones (NAMI, por ej.) han iniciado el trabajo intentando aprovechar el

conocimiento obtenido en los estudios de base empírica..

Los profesionales de la Salud Mental siempre están enfrentados al dilema de comunicar o no el

diagnóstico en situaciones clínicas. La teoría del etiquetado no se puede confirmar mediante medios

empíricos, los estudios no pueden concluir si es mejor un procedimiento u otro. Por esta razón el

profesional tiende a actuar según las necesidades de cada situación y sus criterios personales, teniendo

pocas veces en cuenta las consecuencias del posible “etiquetado”. Además, en algunas ocasiones son

percibidos por sus pacientes como generadores de estigma. Quizá serían necesarias investigaciones

que intentasen objetivar si hay actitudes o prácticas asistenciales que potencialmente pueden contribuir

a causar estigma.

Los medios de comunicación tienen un papel determinante en formación de las corrientes de opinión

de la sociedad. De esta manera su forma de colaborar en la solución del problema puede consistir en

dos compromisos. Primero, en no usar, de forma gratuita o despectiva, expresiones referentes a las

enfermedades mentales, de la misma manera que por consenso no se utilizan expresiones relacionadas

con otras condiciones clínicas o intelectuales. Segundo, ante las noticias relacionadas con conductas
alarmantes o violentas de las personas con esquizofrenia debería contemplarse un dispositivo que

permitiera a profesionales y otros colectivos implicados (familiares, enfermos, etc.) intervenciones

ponderando la situación, con un mismo grado de protagonismo en los medios como la noticia en sí.

Una de las aportaciones del pensamiento postmoderno, el lenguaje políticamente correcto, que ha

tenido efectos beneficiosos en la disminución de discriminación en algunos colectivos (raza, sexo, etc.)

que han padecido graves consecuencias de la misma, no ha mostrado los mismos resultados en el caso

de la enfermedad mental.

En todo caso, persisten dudas sobre el origen, condiciones y razones del estigma, siendo este

contemplado de muy diferentes maneras según la situación u orientación de quién lo contemple. Así si

bien para los teóricos clásicos el estigma tiene su origen en situaciones de determinadas personas en

tiempos remotos, para los clínicos que trabajan cotidianamente con estos pacientes, sin lugar a dudas,

tiene otras connotaciones y efectos, como así mismo los tienen también para teóricos de la psiquiatría,

autoridades sanitarias en general, los familiares de los enfermos o los propios pacientes. De lo que

existen pocas dudas es de que probablemente en un breve lapso de tiempo aparecerán un sinnúmero

de cuestionarios para medir el fenómeno desde diferentes puntos de vista.

La información es una buena vía de entrada hacia la sensibilización de la sociedad, si bien de algunos

estudios se desprende que la información en sí misma no es determinante en el cambio de actitudes. En

este sentido, como se ha mencionado anteriormente, en la última década diferentes organizaciones han

tenido iniciativas para combatir el fenómeno del estigma. Hasta el momento se desconocen los

resultados de las mismas. El problema persiste, por lo cual en la próxima década va a ser abordado

cada vez con mas medios y con mas propiedad y conocimiento del problema, así la selección de los

mensajes a ofrecer tiene que ser muy cuidadosa. Utilizar información veraz recogida en los estudios

empíricos, combinada con juicios valorativos que incorporen el concepto de protección, asumiendo la

creencia, sustentada por parte de la opinión pública, de que las personas con esquizofrenia son
diferentes, puede ser un criterio a utilizar en las campañas de educación para aumentar su efectividad

en la disminución del estigma y la discriminación.

Los aparatos legislativo y judicial han sido escasamente evaluados en su relación con el estigma. Los

campos relacionados con los derechos, la imputabilidad, la incapacitación son muy sensibles a la

casuística de las enfermedades mentales. La aplicación práctica de un determinado cuerpo de leyes y

jurisprudencia puede ser tanto generadora de estigma como consecuencia de los efectos del estigma en

los órganos legislativos y los sistemas judiciales. El desarrollo de conocimientos de ética aplicada al

tratamiento legal de las personas con esquizofrenia es un vector fundamental por su potencial impacto

en su estatuto civil.

(*)-Consideramos muestras de conveniencia a las escogidas por razones de factibilidad y

disponibilidad para ser estudiadas en un laboratorio de psicología social. Esto no afectaría a la

validez interna del estudio, pero podría ser discutible la generalizabilidad de los resultados.

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