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Gran Depresión

La Gran Depresión, también conocida como Crisis del 29, fue una crisis
económica mundial que se prolongó durante la década de 1930, en los años
anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Su duración depende de los
países que se analicen, pero en la mayoría comenzó alrededor de 1929 y se
extendió hasta finales de la década de los años treinta o principios de los
cuarenta. Fue la depresión más larga en el tiempo, de mayor profundidad y
la que afectó a mayor número de países en el siglo XX. En el siglo XXIha
sido utilizada como paradigma de hasta qué punto se puede producir un
grave deterioro de la economía a escala mundial.
La llamada Gran Depresión se originó en Estados Unidos, a partir de la
caída de la bolsa del 29 de octubre de 1929 (conocido como Crac del 29 o
Martes Negro, aunque cinco días antes, el 24 de octubre, ya se había
producido el Jueves Negro), y rápidamente se extendió a casi todos los
países del mundo.
La depresión tuvo efectos devastadores en casi todos los países, ricos y
pobres, donde la inseguridad y la miseria se transmitieron como una
epidemia, de modo que cayeron la renta nacional, los ingresos fiscales, los
beneficios empresariales y los precios. El comercio internacional descendió
entre un 50% y un 66%. El desempleo en Estados Unidos aumentó al 25%,
y en algunos países alcanzó el 33%.
Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente afectadas, especialmente
las que dependían de la industria pesada, y la industria de la
construcción se detuvo prácticamente en muchas áreas. La agricultura y las
zonas rurales sufrieron la caída de los precios de las cosechas, que alcanzó
aproximadamente un 60%.234 Ante la caída de la demanda, las zonas
dependientes de las industrias del sector primario, con pocas fuentes
alternativas de empleo, fueron las más perjudicadas.5
Los países comenzaron a recuperarse progresivamente a mediados de la
década de 1930, pero sus efectos negativos en muchas zonas duraron
hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.6 La elección de Franklin
Delano Roosevelt como presidente y el establecimiento del New Deal en
1932, marcó el inicio del final de la Gran Depresión en Estados Unidos. Sin
embargo, en Alemania, la desaparición de la financiación exterior a
principios de la década de 1930 y el aumento de las dificultades
económicas, propiciaron la aparición del nacional-socialismo y la llegada
de Adolf Hitler al poder.
Antecedentes
Consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial[editar]
Artículo principal: Consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial tuvo consecuencias económicas profundas y


duraderas al poner fin al orden económico internacional existente desde la
segunda mitad del siglo XIX. Supuso un descenso demográfico directo e
indirecto de alrededor del 10% de la población europea y de un 3,5% del
capital existente.7 Desde el punto de vista financiero, el conflicto bélico
conllevó un gasto público descomunal en Europa financiado por deuda
pública tanto interna como externa que supuso la multiplicación por seis de
la deuda ya existente; también generó la creación de dinero, lo que supuso
una fuerte presión inflacionista.
En el transcurso de la guerra, diversas naciones no participantes en el
conflicto como Estados Unidos y Japón se apoderaron de algunos
mercados internacionales, tradicionalmente dominados por los europeos,
que en ese momento centraban sus esfuerzos industriales en la producción
militar. En el sector agrícola, la demanda exterior de productos alimenticios
de los países participantes creció durante la guerra, lo que estimuló la
producción agrícola de los países neutrales, que al acabar la guerra y volver
a la situación anterior vieron cómo contaban con una oferta excesiva de
productos agrícolas, lo que forzó una reducción de los precios en este
sector, que sufrió grandes pérdidas.
La guerra también estableció un nuevo mapa político de Europa con nuevas
fronteras que trastocó la estructura económica y comercial del continente, al
romper mercados y perder eficiencia económica, con lo que fueron
necesarias nuevas inversiones.
Las reparaciones económicas impuestas por los vencedores de la guerra a
los derrotados fueron astronómicas. La cantidad fijada para Alemania por
el Comité de Reparaciones, en 1921, fue de 132.000 millones de marcos
oro,8 lo que significaba, en su momento inicial, el pago anual del 6 por
ciento del producto interno bruto (PIB) de ese país. Los acreedores
cobraron solo una pequeña parte de las deudas, a costa de que la
economía internacional perdiese oportunidades de fortalecimiento y
crecimiento.7
Crecimiento de Estados Unidos
Artículo principal: Felices años veinte

Tras el final de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos experimentó un


fuerte crecimiento económico, y desplazó a Gran Bretaña del liderazgo
económico mundial. Durante los años previos a la Gran Depresión se
incrementó en aquel país la producción y la demanda de sus productos, con
una profunda transformación productiva dominada por la innovación
tecnológica. Del optimismo y de la bonanza económica también participó
la Bolsa, que vivió un prolongado incremento de las cotizaciones, lo que
permitió la formación de una burbuja especulativa, financiada por el crédito.
Desde antes del verano de 1929, varios
indicadores macroeconómicos habían empezado a sufrir un suave
descenso, sin que los economistas de la época lo detectaran y se tomaran
las medidas preventivas adecuadas.

Causas.
En 1925, la economía mundial se hallaba bastante equilibrada: la
producción había vuelto al nivel de antes de la Primera Guerra Mundial, la
cotización de las materias primas parecía estabilizada y los países que
atravesaban un periodo de alta coyuntura eran numerosos. Sin embargo, no
era un retorno a la belle époque. Una serie de equilibrios tradicionales
quedaban alterados: la producción y el bienestar progresaban de manera
espectacular en unas partes (Estados Unidos, Japón), mientras que en
otras (en particular, en el Reino Unido), perdida la prosperidad anterior a la
guerra, la población vivía abrumada por el desempleo y las crisis
endémicas.[cita requerida]
Al mismo tiempo, los estadounidenses complicaban de singular manera la
posición de los europeos. La deuda internacional no podía pagarse sino
con oro o mercancías, y los estadounidenses frenaban sus importaciones
de Europa con los nuevos derechos de aduana, cada vez más elevados, al
tiempo que utilizaban su superioridad para imponer sus exportaciones
a Europa.
Plan Dawes y Plan Young
Por otra parte, los Estados Unidos disponían de las mayores reservas
de oro del mundo y, para mantener el patrón oro, hubo de conceder
cuantiosos préstamos a Europa. Tal fue el origen de los
planes Dawes y Young.
En 1924, la economía estadounidense vivía en plena era de prosperidad, y
la guerra europeala acrecentó: durante tres años sucesivos, los Estados
Unidos fueron los proveedores de un mercado casi ilimitado, mientras las
potencias europeas se aniquilaban entre sí. La capacidad industrial de los
Estados Unidos también había aumentado considerablemente, y su
agricultura progresaba a idéntico ritmo.
Desde 1925, la actividad de la Bolsa de Nueva York había evolucionado tan
vertiginosamente como la producción industrial del país. La cotización de
las acciones subía regularmente de año en año, y fueron numerosos los
estadounidenses que hallaron en la especulación de la bolsa la fuente de
una rápida fortuna: la fiebre de operar a la bolsa tentaba a todos los estratos
de la población de modo irresistible, tanto rentistas y jubilados como
aprendices, que ignoraban todo lo relativo a la industria, a la economía y a
la misma bolsa. Todo el mundo consideraba que la economía del país se
encaminaba hacia niveles insospechados, y todos estaban persuadidos de
que las "mejores acciones" podían conseguirse con muy poco dinero,
pensando que debía aprovecharse de aquella buena suerte antes de que
pudiera terminarse.
La continua demanda hizo subir las acciones a alturas increíbles, y pronto la
cotización en la bolsa fue pura especulación, que nada tenía de común con
la auténtica solvencia de la sociedad.
Mientras sólo se trató, para el ciudadano medio, de invertir sus economías,
la especulaciónsiguió dentro de ciertos límites más o menos razonables,
pero transcurrió el tiempo y los estadounidenses empezaron a operar en la
bolsa con dinero prestado.
Una acción de cien dólares nominales podía obtenerse solo por diez,
mientras el resto, llamado "excedente" -o sea, noventa dólares-, se pagaba
a crédito. Si la acción seguía subiendo, todo iba perfectamente: un alza del
10 por ciento, esto es, que pasara de 100 a 110 dólares proporcionaba
al accionista un beneficio neto del 100 por ciento sobre los 10 dólares que
en realidad había desembolsado. En cambio, si la acción bajaba en un 5 o
en un 10 por ciento, el corredor bursátil exigía nuevo pago al contado, y si el
cliente no podía hacer frente al mismo, se veía obligado a vender con
pérdidas, con el fin de cubrirse él y cubrir a otros posibles acreedores.
Entre los pequeños especuladores -decenas de millares de ciudadanos-,
eran muy pocos los que poseían reservas de liquidez apreciable.

Desarrollo de la crisis
El crack bursátil
Multitud reunida en la intersección de Wall Street con Broad Street,
al enterarse de la quiebra de la bolsa en 1929.
Artículo principal: Crac del 29

La crisis se originó en los Estados Unidos, a partir de la caída de la bolsa de


Wall Street de 1929 (conocido como Martes Negro, aunque cinco días
antes, el 24 de octubre, ya se había producido el Jueves Negro), y
rápidamente se extendió a casi todos los países del mundo.
La coyuntura del alza, denominada allí Big Bull Market, descansaba así
sobre una base sumamente frágil. Todo el sistema se derrumbó en octubre
de 1929, y en pocos días -en cuestión de horas, incluso-
las cotizaciones perdieron todo cuanto habían ganado durante meses o,
mejor dicho, durante años. Los pequeños especuladores quedaron
arruinados y tuvieron que vender con enormes pérdidas, y al cundir el
pánico los grandes capitalistas se encontraron también con dificultades.
El 23 de octubre de 1929 las cotizaciones registraron una pérdida media de
18 a 20 puntos, y pasaron de mano en mano unos seis millones de títulos;
al día siguiente, nueva caída de las cotizaciones, entre 20 y 30 puntos, e
incluso de 30 a 40 para las grandes empresas.
En tan crítico momento, los primeros bancos del país y los corredores de
bolsa más destacados intentaron salvar los negocios y reunieron 240
millones de dólares para sostener las cotizaciones mediante compras
masivas, y en aquella sola jornada cambiaron de mano trece millones de
acciones.
Tan desesperada tentativa produjo sólo resultados de carácter
momentáneo; el lunes 28 de octubre, se produjo un nuevo descenso de 30
a 50 puntos, y al día siguiente -que pasó a la historia con el nombre de
"Martes Negro"- fue la jornada más sombría de Wall Street. El pánico fue
absoluto: en pocas horas, dieciséis millones y medio de acciones se
vendieron con pérdidas a un promedio del 40 por ciento.
Más tarde, en noviembre, cuando se habían calmado un poco los ánimos,
las cotizaciones habían descendido a la mitad desde el comienzo de la
crisis de la bolsa, y no menos de 50.000 millones de dólares se habían
desvanecido como el humo, con lo que quedaron en evidencia la
inseguridad y fragilidad de los sistemas financieros.
La quiebra de la Bolsa de Nueva York fue el momento más dramático de
una crisis sin precedentes; de todos modos, el derrumbamiento de Wall
Street no fue el prólogo ni la causa de la crisis económica mundial: fue sólo
su más espectacular síntoma.
Los primeros indicios de recesión se dejaban sentir ya en los países
productores de materias primas, mientras Wall Street vivía aún en plena
euforia, primer síntoma de la falta de vigilancia y prevención de las
situaciones cambiantes, por exceso de confianza. La depresión tenía
causas múltiples: tras un periodo de fuerte expansión, sobrevino una crisis
de coyuntura y adaptación, que podría decirse "normal", pero que estalló
con violencia inaudita. De todas formas aquella crisis "normal" hasta cierto
punto, era asimismo estructural, resultado de la guerra y sus funestas
consecuencias, tales como la presión fiscal, las deudas de guerra y
las reparaciones alemanas.[cita requerida]
La racionalización y las nuevas técnicas industriales y agrícolas contribuían
igualmente a la crisis. El aumento de producción por hora trabajada, sin
aumentar la mano de obra, es beneficioso para la industria, pero no en
todas las circunstancias. Un ritmo de expansión demasiado rápido acarrea
dificultades de transición y adaptación. La racionalización del trabajo
suprime empleos, y los trabajos disponibles para otros sectores de la
producción, al haber desempleo, no pueden adaptarse siempre con
suficiente rapidez; por tanto, este problema de readaptación provoca, en la
mayoría de los países, un bache importante apenas transcurre el periodo de
alta coyuntura. Aparte de ello, las dificultades internas y la inestabilidad de
la política mundial impedían entonces la elaboración de cualquier
planificación a largo plazo.
La quiebra norteamericana no fue en sus comienzos sino una quiebra de
índole bolsística, el brusco estallido y desmoronamiento de un mito creado
por los especuladores; no obstante, sus consecuencias fueron hondas y
duraderas. Las personas arruinadas a causa del derrumbamiento de la
bolsa de valores limitaron sus gastos, los afortunados que todavía disponían
de algún capital quedaron atemorizados y se negaban a invertirlo de nuevo,
y las fuentes de crédito se agotaron. Las consecuencias de todo ello fueron
fatales en general para Europa y en particular para la economía alemana,
que dependía casi por entero de los préstamos de los Estados Unidos a
corto plazo.
La quiebra del sistema bancario
La inexistencia en Estados Unidos de un sector bancario fuerte de ámbito
nacional y la quiebra inicial de algunos bancos hizo que la crisis bancaria se
extendiera por todo el país, lo que multiplicó los efectos de la crisis.
La Reserva Federal era la única que podía haber evitado una caída en
cadena de los bancos mediante concesión de liquidez de forma masiva a
los bancos, pero los gestores de la Reserva Federal, muy al contrario,
redujeron la oferta monetaria y subieron los tipos de interés, y provocaron
una oleada masiva de quiebras bancarias. Esta reducción de la oferta
monetaria también provocó el inicio de un proceso deflacionista y la
reducción drástica del consumo y el comienzo de una intensa depresión.
Efectos de la crisis
La depresión subsiguiente fue la peor de la historia estadounidense.
Durante al menos tres años y medio todos los indicadores sociales y
económicos reflejaron un progresivo deterioro de la situación. En 1932
el producto interno bruto (PIB) había disminuido un 27 por ciento, y
la producción industrial, un 50 por ciento. La inversión ni siquiera
alcanzaba para el mantenimiento de las instalaciones existentes. Bajo
estas presiones, el sistema bancario acabó por derrumbarse. En 1933,
el desempleo llegó al 25 por ciento. Solo en 1940 se recobró el nivel de
14,9
producción previo a 1929, y esto se debió al estallido de la II Guerra
Mundial. Durante los primeros años de la depresión, entre 1929 y
1932, el índice general de precios en Estados Unidos disminuyó el 35,6
por ciento.9 Muchos economistas piensan que este proceso
de deflación fue responsable de la profundidad y duración de la
depresión, y también parece probable que esta prolongada deflación
sólo fue posible por la política del Sistema de Reserva Federal de
disminuir la oferta monetaria.101932

Instituto Universitario de Análisis Económico y Social. Universidad de


Alcalá11

Los sectores más gravemente afectados por la depresión fueron la


agricultura, la producción de bienes de consumo y la industria pesada. Esto
provocó que ciudades como Detroit y Chicago, que dependían de la
industria pesada, sufrieran la crisis con más intensidad. A su vez, hubo
ciudades dependientes de una sola industria que terminaron totalmente
arruinadas. En 1932, el nivel de actividad al que estaba funcionando la
industria era tan bajo que incluso una eventual demanda del mercado podía
ser satisfecha sin necesidad de inversión y sin recurrir a más mano de obra.
De modo semejante, el sector de la vivienda estaba también saturado de
casas vacías cuyos propietarios no habían podido hacer frente a
las hipotecas. Sin embargo, lo que más se resintió fue la confianza de los
empresarios, quienes poseían grandes dudas sobre la utilidad de nuevas
inversiones. El hundimiento de la bolsa fue además una causa directa de la
reducción de los beneficios empresariales y destruyó el incentivoindividual
al ahorro, y se redujo así el volumen de los recursos destinados a la
inversión. El nivel extraordinariamente bajo de los ingresos agrícolas fue
decisivo y retardó considerablemente la recuperación. La agricultura fue el
sector más deprimido de la economía, y los productores habían disminuido
sus ingresos en un 70 por ciento. Gran parte de las cosechas no se
vendían, y comenzaron a disminuir la producción demasiado tarde. A su
vez, como la gran mayoría de los pequeños agricultores estaban
endeudados, se veían forzados a vender sus productos o a perder sus
propiedades.
El funcionamiento del sistema bancario norteamericano fue el factor
individual que mayor influencia tuvo sobre la profundidad alcanzada por la
depresión. Los bancos se apoyaban en unas pocas industrias locales y eran
muy susceptibles a las retiradas de fondos. Al producirse una corrida
bancaria masiva, los ahorros se tornaron menores que los ingresos y los
bancos no podían prestar dinero. A su vez, las garantías, como las casas,
contra las cuales se habían vendido los préstamos eran invendibles. A
pesar de la debilidad del sistema bancario, su derrumbamiento pudo
haberse evitado, pero el gobierno no hizo nada para rescatar a los bancos.
Es más, lo que se pensaba en ese entonces era que la depresión suponía
una purga que desembarazaría a la economía de sus aspectos menos
eficientes, y que las bancarrotas y los despidos eran parte necesaria de este
proceso de retorno al equilibrio.

La difusión de la crisis
La depresión norteamericana de la actividad económica fue acompañada
por una reducción adicional del préstamo hacia el extranjero y una fuerte
contracción de la demanda de importaciones. Esto produjo una gran
reducción del flujo de dólares hacia Europa y el resto del mundo. Dada la
importancia de Estados Unidos en la economía mundial, el impacto de su
crisis sobre el resto del mundo fue fuerte; por eso se dice que Estados
Unidos exportó su crisis. Prácticamente todos los países padecieron
declives tanto en la producción industrial como en el PIB, y la URSS fue la
principal excepción al estar aislada de los estragos del capitalismo moderno.
El siguiente cuadro muestra la caída de la renta y la producción industrial
entre el comienzo de la crisis en 1929 y 1932, año que marcó el momento
de mayor profundidad en el descenso de los indicadores económicos.
A principios de 1931, si bien persistía la deflación y la desocupación era
alta, los países más afectados eran los exportadores de materias primas, y
varios de ellos debieron abandonar el patrón oro. Sin embargo, con la
quiebra del Credit Anstalt, el principal banco de Austria, se produjo una fuga
de capitales en Alemania, Gran Bretaña y en Estados Unidos, quien decidió
terminar con el patrón oro. Hacia finales de 1932, casi todos los países del
mundo lo habían hecho.
Alemania, logró una moratoria en el pago de las reparaciones de la deuda
pero igual decidió aumentar las tasas de interés. Esto provocó una
profundización en la caída de la actividad económica y un incremento de la
desocupación. La devaluación del marco fue descartada por temor a la
inflación. La alta desocupación creó un clima de conflictividad social y
política que allanó el camino a la llegada de Hitler al poder. Gran Bretaña,
por su parte, abandonó el sistema monetario tradicional dejando flotar la
libra, esto produjo su depreciación. Esto fue la demostración del liderazgo
británico y permitió que la economía británica se recuperara de forma
razonable librada de las condiciones impuestas por una moneda
sobrevaluada y altas tasas de interés.
En poco tiempo se produjo la desorganización y la destrucción parcial de la
maquinaria que movía la economía internacional. Los países buscaron una
salida individual a la crisis al desaparecer la cooperación financiera. Esto
produjo un deterioro de los términos de intercambio y significó el descenso
de los precios de las materias primas respecto a los productos
manufacturados. En un contexto de escasez de crédito, el resultado para los
países periféricos fue la pérdida de reservas y la depreciación del tipo de
cambio. Los países periféricos adoptaron dos tipos de políticas: las pasivas
y las activas. La pasividad fue el mantenimiento de la ortodoxia monetaria y
cambiaría con respecto a los países centrales, y fue realizado por países
pequeños con alta dependencia del mercado como Haití, Honduras y
Panamá. Las políticas activas fueron modificar el tipo de cambio, controlar
las importaciones, intervencionismo estatal e industrialización por
sustitución de importación. Estos fueron el caso de Argentina, Brasil y
Uruguay.
El hundimiento del comercio internacional
Uno de los factores de propagación de la crisis fue el hundimiento brutal del
comercio internacional, que llegó a perder dos terceras partes del valor
alcanzado en 1929. Este descalabro del comercio trasladó los efectos de la
crisis hasta aquellos países que tenían sus economías abiertas al exterior.
El hundimiento del comercio internacional se prolongó durante mucho
tiempo. En 1938 el valor del comercio mundial se situaba todavía por debajo
de la mitad del nivel del año 1929. La razón del mantenimiento de la caída
fue la adopción generalizada de políticas comerciales proteccionistas
encabezadas por Estados Unidos y Gran Bretaña que desencadenaron
una guerra comercial que junto con la bajada de la demanda por la propia
depresión redujo el comercio mundial.13 Durante la década se tomaron
diversas medidas:
Control de cambios: diferentes formas de restricciones oficiales sobre las
transacciones privadas de divisas extranjeras. Los gobiernos exigieron de
los exportadores las divisas recibidas por sus ventas entregándoselas a los
importadores como pago de sus compras, en ambas operaciones el precio
era fijado por el gobierno. Esto produjo aislamiento y favoreció el desarrollo
de las industrias internas al limitar la entrada de mercaderías.
Acuerdos bilaterales: buscaban el equilibrio entre las cuentas mutuas de
dos países que querían mantener alto el nivel de comercio sin movilizar oro
ni divisas. Un ejemplo son los acuerdos de compensación que consistía en
una forma moderna de trueque en los cuales no era necesario ningún tipo
de movimiento monetario. Otro tipo de acuerdo bilateral era el clearing, que
consistía en abrir una cuenta en cada país a través de los cuales se
efectuaban los pagos por exportación e importación. Alemania fue uno de
los que utilizó estos dos tipos de acuerdos. Finalmente, los acuerdos de
pagos, que se establecían entre países con tipo de cambio fijo y países con
controles de cambio, buscaban resolver los problemas de deudas
congeladas e intereses impagos de los últimos países. Fueron utilizados
preferentemente por Gran Bretaña.
Aranceles al comercio: las tarifas fueron el mayor obstáculo para el
intercambio internacional de bienes. Incluso Gran Bretaña, país con fuerte
tradición liberal, aprobó una ley de derechos de importación que imponía
una tasa del 10% sobre todas las importaciones fuera de la Commonwealth.
El colapso en el que se encontraba la economía en 1932 fue extendiendo la
idea de que era necesaria la colaboración internacional para combatir la
crisis comercial y financiera. Por esta razón, se convocó a la Conferencia
económica mundial en 1933. Pero como Estados Unidos salió del patrón oro
convirtiendo al dólar en una moneda fluctuante, la reunión se clausuró sin
ningún éxito.
Tres años más tarde, con el dólar estabilizado, se produjeron nuevos
intentos de cooperación internacional como el acuerdo tripartito entre
Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, con el objetivo de regular los tipos
de cambio. Varios países hicieron acuerdos regionales como el de la
Cuenca del Danubio en el cual Hungría, Rumania, Bulgaria y Yugoslavia
concedieron preferencias arancelarias a sus productos. Pero el pacto más
famoso fue el realizado por los países de la Commonwealth en la
Conferencia de Ottawa celebrada en 1932, donde se acordó un sistema de
preferencias mutuas para las importaciones provenientes de los miembros
de la comunidad.

El papel del keynesianismo


John Maynard Keynes, economista británico, considerado como uno de los más influyentes
del siglo XX, cuyas ideas tuvieron una fuerte repercusión en las teorías y políticas económicas.

La crisis tuvo profundas repercusiones en el universo de la teoría general.


La caída de la producción y la prolongación en el tiempo de altas tasas de
desocupación pusieron en duda las concepciones neoclásicas. Estas
destacaban que los desajustes ocasionados por las variaciones de la
actividad económica serían superados a partir del libre funcionamiento de
las fuerzas de mercado. En el marco de la crisis del 30 surgieron posturas
heterodoxas que recomendaban una política activa frente a la depresión, la
más importante es el Keynesianismo. Sus dos aspectos principales son: Los
fenómenos deben ser contemplados desde una perspectiva global y
macroeconómica; y el Estado ocupa un lugar significativo dentro del sistema
económico.
La argumentación de Keynes atacaba la concepción neoclásica del
desempleo. Si los empresarios reducen los salarios en una situación de
desempleo, el flujo de la capacidad adquisitiva (es decir, la demanda
agregada) disminuye paralelamente con la bajada de los sueldos. La
contracción de la demanda afectará por tanto a los empresarios y
aumentará el desempleo. No puede esperarse en este supuesto una
reacción espontánea de fuerzas que corrigieran la situación, pues el
equilibrio con desempleo y menos producción puede ser permanente. De no
aparecer pues inversión privada, sería el estado el que debe intervenir para
elevar el nivel de la inversión, incrementando el gasto público para
recuperar la demanda. Esto corresponde a una política económica anti-
cíclica, que se traduce necesariamente en un aumento del déficit fiscal en
momentos de crisis para lograr reactivar la economía.
La recuperación en Estados Unidos
El primer New Deal
Al asumir Roosevelt la presidencia en 1933 se aprobaron rápidamente
varias leyes en el Congreso como fondos asistenciales para desocupados,
precios de apoyo para los agricultores, servicio de trabajo voluntario para
desempleados menores de 25 años, proyectos de obras públicas en gran
escala, reorganización de la industria privada, creación de organismo
federal para salvar el valle del Tennessee, financiación de hipotecas,
seguros para los depósitos bancarios y reglamentación de las transacciones
de valores. Estas leyes crearon nuevos organismos encargados de llevar a
cabo estas medidas. El New Deal, había sido elaborado durante la carrera
presidencial por un grupo de intelectuales, que Roosevelt reunió en torno
suyo, conocidos como el ‘Brains Trust’.
El problema más importante para Roosevelt era la quiebra casi total del
sistema bancario, a tal punto que era imposible cobrar un cheque. La
producción industrial, por su parte, había tocado fondo en 1932. La crisis
bancaria era esencialmente de confianza y pudo ser solucionada fácilmente.
En un discurso radial, Roosevelt informó la población sobre la reapertura de
los bancos incitando a depositar ya que no se corrían más riesgos, por lo
que varios individuos volvieron a depositar. La recuperación de los bancos
no fue más que el preludio de una revisión a fondo del sistema financiero,
gravemente distorsionado desde 1929 por la contracción del crédito, el
incremento de las deudas y el impago de las hipotecas.
Otro problema importante en 1933 era el desempleo. La primera medida
adoptada en este terreno fue la creación de campamentos de trabajo donde
los desempleados realizaban tareas de conservación de parques naturales
y otros espacios verdes. Si bien el Gobierno federal encaró la realización de
obras públicas, estas no llegaron a compensar la enorme reducción
experimentada por el gasto a nivel estatal y municipal. El New Deal nunca
dispuso de un programa concreto para bajar la desocupación mediante
obras públicas ya que se carecían de proyectos de antemano y la
planificación requería tiempo. Los proyectos debían autofinanciarse lo que
hacía difícil su elaboración. Además, para lograr el máximo beneficio social
había que emplear a la mayor cantidad de mano de obra posible, ya sea
calificada como no calificada por lo que estos empleos eran tachados de
constituir en la práctica una auténtica limosna. No solo el New Deal no pudo
disminuir considerablemente el desempleo, sino que los trabajos otorgados
eran precarios al tratarse de obras públicas que por su propia naturaleza no
duraban mucho tiempo.
El New Deal se enfrentó constantemente al dilema de emplear el dinero en
aliviar el sufrimiento actual o en estimular la economía para el futuro. Gran
parte de las inversiones del New Deal procedían de los impuestos, ya que
de otro modo, el gobierno federal tendría que haber aceptado un déficit
presupuestario. Esto significaba que una parte del dinero destinado a pagar
el sueldo de los nuevos empleados se deducía del salario del que disfrutaba
de un empleo. Esto comprueba que Roosevelt desconocía de fondo las
medidas recomendadas por Keynes ya que este indicaba que el aumento
de gasto, y en consecuencia, del déficit era algo positivo en épocas de
crisis.
Otro problema gravísimo, era el bajo y permanente nivel de las rentas
agrícolas. Era necesario aumentar los precios y ello se conseguía
disminuyendo la producción agraria. Para lograrlo, se concedían primas a
aquellos agricultores que deseaban producir menos. Esto implicaba que al
menos una parte del costo recayera sobre el consumidor, que en algunos
casos estaba en la miseria si se trataba del proletariado de las grandes
urbes. Sin embargo, el aumento del nivel de vida de los agricultores
significaba más dinero, más demanda y más empleo. Igualmente, estas
medidas no lograron disminuir la producción y gran parte de los subsidios se
utilizaron para la compra de fertilizantes lo que aumentó la productividad.
Otra medida para aumentar los precios fue la devaluación del dólar pero
tampoco tuvo éxito. Lo que sí logró aumentar los precios agrícolas fue la
severa sequía que azotó la zona Oeste a lo largo de la década.

El segundo New Deal


El segundo New Deal se implementó en el segundo mandato de Roosevelt
y consistió en la promulgación de una ley sobre la vivienda, la puesta en
marcha de la seguridad social, la creación de organismos de planificación
regional, el respaldo a los sindicatos y un sistema fiscal más progresivo con
impuestos más elevados a los ingresos y a la riqueza. Igualmente, las
consecuencias de las nuevas imposiciones a los ricos fueron insignificantes
y no hubo tal redistribución de la riqueza. En 1929 las constituciones de
sindicatos en forma irrestricta. Las empresas tuvieron que aceptar la libertad
de sindicación de sus empleados. Se logró la sindicalización de los
trabajadores de las industrias de producción en masa; todos los empleados,
cualquiera que fuera su calificación, debían integrarse a un mismo sindicato
industrial en tanto el gobierno federal los emplearía como "correas de
transmisión" de las normas estatales sobre asuntos laborales.
En estas circunstancias, el gobierno cometió un grave error económico que
retrasaría en dos años la recuperación. En 1936, el ritmo de expansión era
acelerado y los precios subieron rápidamente. Temiendo un auge
especulativo, Roosevelt puso fin al déficit presupuestario y al año siguiente
la economía se sumió en una depresión que no sufría ningún otro país y
aumentó el desempleo. Tan pronto como el gobierno redujo los gastos, los
empresarios perdieron la confianza y dejaron de invertir. Roosevelt seguía
sin entender la política fiscal, pensaba que era la obra pública y no el déficit
presupuestario lo que promovía el empleo. Los gastos federales
aumentaron en 1938 pero la hostilidad hacia el New Deal había aumentado.
A medida que el desempleo se prolongaba, crecía la impopularidad de
Roosevelt.
Si bien se dice que el segundo New Deal fue un ‘giro a la izquierda’, no era
en absoluto hostil a los empresarios, lo que hizo fue poner al burócrata
donde había fracasado el hombre de negocios hasta que la empresa
privada pudiera florecer de nuevo. Por haber sabido evitar una solución más
radical fue el salvador del capitalismo. El efecto más perdurable del New
Deal fue aumentar el poder del gobierno federal y del presidente en
particular: se redujo el poder de los Estados y el presidente y su gabinete
sustituyeron al Congreso como principal fuente legislativa. La sociedad
estadounidense experimentó una profunda transformación debido al
incremento del poder federal y presidencial sobre la economía. Por eso el
auténtico legado del New Deal fue revolucionar las expectativas.

La Segunda Guerra Mundial


En los albores del ingreso de los Estados Unidos en la Segunda Guerra
Mundial, doce años después del fatídico 24 de octubre de 1929, el gasto
federal equivalía al 10% del PIB de los Estados Unidos. De una fuerza
laboral de 56 millones de trabajadores, el gobierno federal empleaba a
cerca de 1,3 millones, el 2,2% en trabajos civiles y militares regulares y a
otros 3,3 millones (5,9%) en programas de emergencia de alivio laboral.
Otros 10 millones, que representaban el 20% de la población activa, aún
estaban desempleados. La deuda nacional había crecido a casi 40 mil
millones de dólares.[cita requerida]
Las medidas restrictivas que la administración Roosevelt realizó sobre el
comercio, la propiedad y la libre empresa provocaron que el capital
necesario para reactivar la economía fuera gravado con impuestos y
forzado a pasar a la economía sumergida.[cita requerida] Cuando los Estados
Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial, en 1941, Roosevelt intentó
cambiar la agenda económica con el resultado de que gran parte de esos
capitales se canalizaron a través de la industria bélica en lugar de
destinarse a la producción de bienes de consumo. Desde 1940 la 2ª guerra
mundial ya producía un gran demanda de los productos estadounidenses.
En un principio, Estados Unidos sólo iba a intervenir en la guerra como
proveedor de productos de guerra a los países aliados (especialmente Gran
Bretaña y Francia). Esto hizo que el desempleo se redujera porque se
revitalizó la industria. Dado que Estados Unidos no había sido atacado no
podía intervenir de manera activa en la guerra, pero con el ataque Japonés
a la base de Pearl Harbor entra de lleno en todos los frentes.
En tiempos de guerra, al presidente Roosevelt se le conceden poderes
extraordinarios. Esto le dio poder para organizar un nuevo aparato
administrativo y movilizar a la comunidad científica para la guerra. Se fue
construyendo lo que va a ser la economía de la pos-guerra.

La recuperación europea
La recuperación en el Reino Unido
La política económica británica en los años 1930 estuvo marcada por la
trascendente decisión de abandonar el patrón oro en 1931. La flotación de
la Libra no fue acompañada de una mayor intervención estatal como en los
otros países. La nueva política británica se sustentó en el crédito barato y
en el proteccionismo. Las posibilidades de acceso a préstamos a bajo costo
fue uno de los factores que contribuyó a impulsar el mercado de la
construcción. Por otro lado, el establecimiento de una política arancelaria
dio por finalizado un período de casi noventa años de libre comercio, con la
importante consecuencia de colocar al mercado interno como motor del
crecimiento. Este rasgo se vinculaba con la pérdida de competitividad de los
productos ingleses y con las posibilidades de expansión del consumo de
masas que se desarrollaría plenamente en la posguerra.
Si bien la economía británica experimentó una recuperación más
prolongada y sostenida que la del resto de los países industriales, hubo dos
aspectos negativos importantes: el alto desempleo y la concentración
empresarial producto del proteccionismo y la preferencia imperial. Gran
Bretaña, la potencia industrial menos concentrada en 1914.

La recuperación en Francia
La economía francesa, de buen comportamiento en la posguerra, se vio
enfrentada a la crisis, cuando en 1931, Gran Bretaña y otros numerosos
países decidieron abandonar el patrón oro. Hasta ese momento, la
devaluación del franco y el proteccionismo hicieron que Francia fuera
alcanzada débilmente por la crisis. El problema se presentó ante la
disyuntiva de mantener el patrón oro, favorecido por su gran cantidad de
reservas de este material, o devaluar. La decisión de mantener el patrón
oro, por el temor a la inflación, impuso una línea de acción deflacionaria
para adecuar los precios franceses a los niveles mundiales en un marco de
devaluación general. Así, se promovió la deflación mediante la reducción de
gastos, una baja en los salarios y el mantenimiento de altas tasas de
interés. Esto provocó tensión social, caída de las inversiones y ningún
resultado positivo.
Sin embargo, en 1936, un nuevo gobierno de carácter socialista produjo un
viraje de significación. Se abandonó el patrón oro con la consecuente
devaluación del franco, se realizó un moderado plan de obras públicas, se
regularon los precios agrícolas y se aumentaron los salarios. El traslado
inmediato de los incrementos salariales a los precios relanzó la inflación y
reapareció la tensión social. A principios de 1939 la economía francesa
pareció despegar debido al aumento de los gastos militares, pero la entrada
en la guerra y la ocupación por parte de Alemania al año siguiente
cambiaron el rumbo de la historia de Francia.

La recuperación en Alemania y el nacimiento del Nazismo

Discurso de Hitler en 1935.

Hacia 1933, la economía alemana no había superado aún el impacto


negativo de la política económica implementada por un gobierno que había
apostado por la deflación para salir de la crisis. Como la economía alemana
dependía fundamentalmente de los préstamos estadounidenses, la
reducción de los mismos a partir del 1929, tuvo efectos directos en la
economía. La decisión del gobierno de mantenerse en la ortodoxia generó
más desempleo, la caída del producto interno bruto y el colapso del sistema
bancario. La mala situación social, más el temor del avance del comunismo
son claves para entender la llegada de Hitler y el partido Nacional Socialista
al poder. Los comunistas alemanes fueron acusados del incendio del
Reichstag, y en un clima de terror e inseguridad, se le otorgó el poder
absoluto de una forma legal y constitucional.
El nazismo se caracterizaba por un ultranacionalismo totalitarista y
expansionista, anticomunismo, antiliberalismo, antisemitismo y por la idea
de supremacía racial del pueblo alemán. La política nazi en relación a lo
económico estuvo caracterizada por el alto grado de intervención estatal.
Los objetivos finales de esta política económica eran el control totalitario de
la sociedad, los planes bélicos y la idea de superioridad racial. El sistema
económico fue parte del sistema político de dominación.
La recuperación alemana comenzada en 1933, estuvo caracterizada por la
creación de empleo y en una serie de disposiciones fiscales con el objetivo
de favorecer a las grandes empresas. El gasto militar subió del 3% del PIB
en 1933 al 23% en 1939. El sector estatal fue el mayor inversor y el mayor
consumidor en la economía alemana disminuyendo el papel de la economía
de mercado por las regulaciones impuestas por el Estado. A su vez, se
profundizó la concentración en las distintas áreas de la economía, rasgo
característico de la estructura productiva alemana.
Bibliografía

es.wikipedia.org/wiki/Gran_Depresi%C3%B3n
Otras: bibliografías consultadas.

1. Johhanson, Robert H.; Bernanke, Ben S. (2007). Principles of


Macroeconomics (3rd edición). Boston: McGraw-Hill/Irwin.
p. 98. ISBN 0073193976.

2. Volver arriba↑ «Commodity Data». US Bureau of Labor Statistics.


Consultado el 30 de noviembre de 2008.

3. Aldcroft, Derek H., "Historia económica mundial del siglo XX, De Versalles a Wall
Street". 1919-1929, Barcelona 1985.

4. Galbrarth J., "El crack del 29", Barcelona 1975.

5. Hayek, Friedrich A. von. Contra Keynes y Cambridge. Unión, Madrid, 1996. ISBN 84-
7209-308-5

6. Keynes, John M. (Lord Tilton) La Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero.
Aosta, Madrid, 1998. ISBN 84-88203-05-5
Anexos

Madre migrante, foto de Dorothea Lange, muestra a los


desposeídos cosechadores de California, y se centra en Florence Owens Thompson,
de 32 años, madre de 7 hijos, en Nipomo, California (marzo de 1936).

Multitud reunida en la intersección de Wall Street con Broad


Street, al enterarse de la quiebra de la bolsa en 1929

PIB estadounidense en el período 1910–1960.


La franja rosa resalta los años de la Gran Depresión (1929–1939)

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