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CONDENACION

La acción y efecto de condenar se denomina condena. Se trata de


la sentencia que un juez o un tribunal impone a un reo tras un juicio. Por
ejemplo: “El violador recibirá una condena ejemplar, de acuerdo a lo
anticipado por fuentes cercanas al proceso”, “Mañana se conocerá la
sentencia del caso Gutiérrez”, “Sin condena, no hay justicia”.

tencia, del latín sententia, es una impresión u opinión que una persona
defiende o apoya. El término es utilizado para hacer referencia al fallo
dictado por un tribunal o un juez y a la declaración que deriva de un
proceso judicial. En este sentido, una sentencia es una resolución de
carácter jurídico que permite dar por finalizado una contienda.

Término juicio, que proviene del latín iudicium, tiene diversos usos. Se
trata, por ejemplo, de la facultad del alma que permite distinguir entre el
bien y el mal o entre lo verdadero y lo falso. El juicio es, por otra parte,
una opinión, un dictamen o un parecer.

DEREDENCIÓN

Redención es un concepto cuya raíz etimológica se encuentra


en redemptio, un vocablo de la lengua latina. Se trata de la acción y la
consecuencia de redimir (salvar o rescatar a alguien, dar por terminado un
castigo, liberar algo que estaba hipotecado o embargado).

RESTAURACIÓN

Este verbo proviene de un vocablo latino que se utiliza para denominar


la acción y efecto de restaurar (reparar, recuperar, recobrar, volver a
poner algo en el estado primitivo). El término tiene varios usos diferentes
según el contexto.

"Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús"
(Romanos 8:1).

La justificación es lo opuesto a la condenación.

Dios declara que el pecador creyente tiene una relación correcta con Él,
pero esto no le hace justo. Un pecador no tiene ninguna justicia propia, y
por lo tanto no puede ser inocente. Sin embargo, Dios declara a los
creyentes en Cristo justos sobre la base de la expiación de Cristo.
El pecador creyente es declarado por Dios justo solo por la gracia
mediante la fe en Jesucristo.

La gracia de Dios es la causa de nuestra justificación.

Romanos 3:24 dice, "siendo justificados gratuitamente por su gracia,


mediante la redención que es en Cristo Jesús".

Ningún individuo puede hacerse justo ante Dios, sin importar lo mucho que
lo intente, porque es un pecador. La Biblia declara: "No hay justo, ni aun
uno" (3:10). La razón es por cuanto "todos pecaron y están destituidos de
la gloria de Dios" (v. 23).

Ya que nosotros somos pecadores condenados dignos de muerte como un


castigo por nuestros pecados, alguien más debe hacer el trabajo de justicia
por nosotros (6:23). Nosotros no merecemos o somos dignos del amor de
Dios. La fuente de nuestra relación correcta con Dios es Su propia gracia
gratuita.

La fundación de nuestra justificación es la obra terminada de Jesucristo en


la cruz.

Fue Cristo "a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su
sangre para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados "(3:25).

Dios puede ahora libremente justificarnos a causa de la obra terminada de


Jesucristo. Cristo pagó nuestra deuda del pecado en su totalidad cuando
murió por nosotros (5:6, 8). Somos "justificados por Su sangre".

La justificación es un acto de justicia porque cuando Dios justifica a los


pecadores, Él no está declarando a la gente mala ser buena, o diciendo que
ellos no son pecadores. Él está de acuerdo con el hecho de que todos los
seres humanos son pecadores. En la justificación, Él los declara legalmente
justos, libres de cualquier responsabilidad a la ley que ellos han
quebrantado.

El motivo de nuestra justificación es la muerte de Cristo.

Los medios de nuestra justificación es la fe en la persona y obra de


Jesucristo.
Jesús "a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su
sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su
justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica a l que es de la fe de
Jesús"(3:25-26).

La fe es el canal por el cual la justificación se convierte en nuestra


personalmente. El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por
la fe de Jesucristo (5:1; Gal. 2:16).

La fe es esencial para nuestra justificación, y es un don de Dios para


nosotros (Efesios 2:8-10). No se trata de obras para que nadie, pero Dios
pueda obtener el crédito por nuestra salvación. Dios lo hace, y la recibimos
libremente por la fe solamente.

Incluso después de toda la vida de servicio de sacrificio y la vida cristiana,


el creyente no tiene obras en las que apoyarse. Él no tiene méritos ante un
Dios santo. La justificación es siempre por la gracia mediante la fe, ahora,
y en el cielo ante el trono del juicio de Dios (Ro. 3:30; 5:1).

La justificación del pecador se lleva a cabo objetivamente en Cristo, y es


apropiado subjetivamente cuando los pecadores ponen su fe en Él.

El apóstol Pablo nunca habla de justificación aparte de la fe.

El resultado de nuestra justificación es una unión vital con Cristo.

El fundamento de todo lo que Dios hace por y en nosotros es esta unión


vital con Cristo (Romanos 5:1-11). Nosotros ahora estamos "en Cristo
Jesús".

Nuestra victoria en la vida cristiana se realiza en nuestra vida diaria por


estar "en Cristo." Nosotros disfrutamos de una personal, vital, viva relación
con Cristo.

"Ahora ninguna condenación hay para los que están en Cristo." Dios
libremente y plenamente nos declara justos. Esta "fe-justicia" es el final de
la "ley-justicia", la cual nunca fue una "justicia verdadera" que satisface la
"perfecta justicia de Dios."

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