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¿Cómo mostrarle a un ciego la experiencia del ver?

Para responder a esta pregunta voy a basarme en un artículo escrito por Cristina Oyarzabal quien
es una maestra especializada en personas ciegas, que se dedica a las ciencias de la educación y
ostenta un titulo como magister en psicoanálisis.
El mencionado artículo lleva por nombre “punto de vista del ciego” y en él, la autora expone su
tesis primordial como una demostración de que “el ciego es capaz de reconstruir todo cuanto del
espacio nos procura la visión” (Oyarzabal p. 1). Argumentando dicha tesis de la siguiente forma
al afirmar que en realidad una persona ciega no esta privada de nada, debido a que sencillamente
si una persona como tal nace con la condición de la ceguera, en verdad son las personas que tienen
una visión común, las que se compadecen de ella, pero la persona ciega en realidad no extraña esa
experiencia y para demostrar su afirmación la autora usa el siguiente ejemplo:
Citando la respuesta de Nicolás Sounderson quien en su momento fue uno los matemáticos más
célebres del siglo XVI, y quien, por supuesto era ciego, ante la siguiente pregunta que le
formularon ¿acaso estaría contento de que sus ojos funcionaran? ante la cual él respondió:
Me gustaría igualmente tener brazos largos; Me parece que mis manos me informarían
mejor sobre lo que pasa en la luna que sus ojos o sus telescopios; además, los ojos dejan
de ver antes que las manos de tocar, por lo que seria mucho mejor entonces, que
perfeccionaran en mí el órgano que tengo antes que el que me falta (Diderot 1974).
Lo anterior según la autora es una narración de Diderot que fue realizada por este en el año 1974
y esta titulada como “carta sobre ciegos para uso de los que ven” con lo anterior lo que quiere
resaltar la autora, es que una persona ciega no quiere ver en realidad, lo que ve alguien sin su
condición, debido a que el mismo tiene otras formas de percepción como, por ejemplo, el tacto
altamente desarrolladas.
Esta maestra de igual modo desmiente que la oscuridad tal y como la experimenta una persona con
una visión sana, no está presente en el mundo de los ciegos, sino que, por ejemplo, una joven con
una condición de ceguera incluso puede llegar a imaginarse el tono de piel, la contextura, y otras
cualidades de una persona exclusivamente por el tono de su voz.
Tanto así que inclusive se desarrollaron experimentos en el siglo XVIII llevados a cabo por
Molyneux en los que él se planteó la siguiente cuestión:
“Supongamos un ciego de nacimiento a quien se le ha enseñado a distinguir por medio del tacto
un cubo de una esfera de metal que tengan igual volumen, de modo que este ciego solo pudiera
saber al tocar cada objeto cual era el cubo y cual la esfera” (Oyarzabal p. 3).
Frente a esta un genio como John Locke, afirmo que el ciego que pudiese ver los objetos, es decir
que recuperara su visión, seria incapaz de diferenciar los dos objetos, porque sencillamente no
podría determinar cómo aquellas dos cosas que afectaban a su tacto deberían afectar a sus ojos.
De modo que cuando le preguntaron al sujeto que había recuperado su visión si podría distinguir
el cubo de la esfera con la vista, este les respondió que si podía, porque en realidad no sabía cómo
debía ser su experiencia de visión, aunque para dar con esta afirmación esta persona anteriormente
ciega tuvo que tocar los objetos con sus manos porque, por ejemplo en otro caso a otro ciego lo
operaron, pero antes de ello lo llevaron a una exposición de arte en la que le permitieron tocar con
sus manos las obras, y luego al recuperar la visión le pidieron que identificara la obra que había
tocado con su visión, y no pudo hacerlo, sino hasta que le permitieron volverla a tocar y este con
sus ojos ya en condiciones pero cerrados totalmente afirmo “ahora puedo verla”.
Otro paciente que recupero la visión y antes de ello usaba su bastón como guía, cuando vio el
mundo afirmo que no podía de ninguna forma determinar algo básico como el tiempo ni la
distancia, sin su bastón, frente a esta situación un neurólogo de nombre Juan Casas afirmo que:
Un ciego de nacimiento solo carece de referentes externos como los colores, pero eso es un
hecho secundario, un fenómeno de matización de las imágenes no resulta indispensable
para la percepción y para imaginar no resulta necesario ver, ya que la elaboración de la
percepción de las imágenes no depende de la vista (Oyarzabal p. 5).
En ese sentido la sensación de una persona ciega respecto de su sentido del tacto le proporciona
variables tales como la presión, la temperatura, el movimiento, y estos a su vez son interpretados
por el cerebro, y por ende pasan a través del sistema nervioso suministrándole matices como
formas y espacio, que su cerebro transforma en sensaciones tales como las de una persona con una
visión sana o normal.
Esta visión incluso se podría afirmar es superior a una visión normal o natural, debido a que tiene
un carácter geometral que no se ubica en un espacio específico, sino que una persona ciega solo
necesita de su tacto para lograr seguir la forma de una figura geométrica, porque este le
proporciona un mapeo de puntos espaciales de la misma lo que es superior a lo que proporciona la
experiencia de la visión.
Por ultimo el autor expone un diálogo bastante interesante que muestra una resolución y conclusión
referente a la pregunta central del texto y en el que participa Diderot y una persona ciega que este
estaba estudiando:
(DIDIEROT =D) (PERSONA= P)
D: Señorita imagine un cubo
S: Bien
D: Imagine un punto en centro del cubo
S: Y esta
D: Trace líneas rectas desde ese punto a los ángulos entonces, ¿cómo se dividirá el cubo?
S: En seis pirámides iguales y cada una de ellas con las mismas caras, la case del cubo y la mitad
de su altura
D: Es cierto ¿pero ¿cómo lo vio?
S: En mi cabeza como usted

El punto de esta conversación, en conclusión, es que una persona ciega incluso se podría considerar
tiene una mejor experiencia “visual” que una persona con esa cualidad intacta, sencillamente
porque para ver no necesariamente se tienen que usar los ojos, debido a que de igual forma se
pueden usar las manos, o la imaginación y el resultado sería incluso superior, por lo que no se hace
necesario inventar una formula, o manera de mostrarle a una persona ciega la experiencia de la
visión.
Referencias:
Cristina Oyarzabal. Punto de vista del ciego. 09/02/18, de Pagina 12 Sitio web:
https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-78307-2006-12-28.html

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