- Los artistas (especialmente los poetas) han tenido el monopolio del sentido de la
historia. “Ellos debido a su proximidad inmediata con las religiones de los pueblos y, en
consecuencia, a su trato con los valores sagrados, esto es, aquellos valores que no se
reducen a los de aquellas cosas que son susceptibles de intercambio comercial. Walter
benjamín se refiere a este fenómeno como el “aura” de la obra de arte” p.213.
- La ruptura que tiene lugar en la modernidad con respecto a ese monopolio del sentido
de la historia. “Todos empezamos a buscar la felicidad en este mundo, y los oficios de
poeta y de artista perdieron esa autenticidad de la que habían disfrutado durante siglos,
convirtiéndose en profesiones del sector del espectáculo destinadas al entretenimiento
de las masas. La obra de arte extravió su origen y comenzó el proceso de destrucción de
su “aura” y de su valor de culto, la ruptura de los vínculos con lo elemental” p.214.
- Como reacción antes esa nueva distribución funcional de la modernidad, tiene lugar
una rebelión moderna por parte de poetas, artistas, filósofos; la reclamación de una
esfera autónoma respecto del compromiso político exigido por la Historia mundial.
“Valiéndose del procedimiento de la separación de poderes, amparados por las
constituciones modernas Ilustradas, los artistas e intelectuales constituyeron una
jurisdicción propia e independiente con respecto a la política, la religión , la moral, la
propaganda o el negocio del espectáculo, que en el caso de los artistas supuso la
institucionalización del “Arte” como esfera independiente y que permitía a sus
profesionales controlar tanto la producción cultural de su sector como la evaluación
independiente y cualitativa de sus productos.”. p.216.
- Las vanguardias sólo tienen sentido dentro de un marco con jurisdicción autónoma
como el de la institución “Arte”. Y sin embargo, “significaron una rebelión
antimoderna contra esa “solución” al problema, una sublevación contra la jurisdicción
artística” que pretendía recuperar la autenticidad perdida con la modernidad,
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reclamando esa dimensión sagrada de “auricidad” que se había perdido con la
separación del Arte de la vida operado por dicha institucionalización, degradando el
carácter comunitario de las artes a la condición de “placer” privado de los individuos
que compran y venden obras. p.216.
- Esta radicalización de las vanguardias contra las bases jurídicas del “Arte” es
interpretada por Walter Benjamin según los parámetros de estetización de la política” y
politización del arte; “utilización retrógrada de la sacralidad tradicional de la obra de
arte para ponerlo al servicio de una sospechosa reconstrucción de la comunidad de culto
que desemboca en el culto al líder y en la exaltación patriótica de los ritos sacrificiales
de la guerra (fascismo), y la disolución del arte en la vida y puesta a disposición del
pueblo, de sus métodos y procedimientos (comunismo)”. P.219.
- Pero la experiencia terrible generada por las dos guerras mundiales, la falta de
distanciamiento entre población civil y militar y la desaparición del aura “heroico” de la
guerra, la cantidad de sangre derramada y toda la barbarie acontecida, evidenciaron que
la Historia mundial estaba quedándose sin reservas de sentido.” Es en ese contexto en
el que aparece la Fuente de Duchamp. p.222.
2
- El fracaso reside en el descarriamiento del tren de la Historia, en que no pudo llegar al
destino de su consumación final, en que ese futuro del que la vanguardia eran
avanzadilla nunca llegó. “Perdieron la guerra contra sus enemigos y quedaron presos en
su territorio, condenados a un permanente estado de malestar,” p.223.
- “Los artistas, por su parte, no pueden hacer más que reproducir una y otra vez la
acción de guerra contra el enemigo, la acción de suprimir la distancia entre lo real y lo
representado, Y en dicha acción, queda inmediatamente convertida en “representación”
y absorbida por la Historia del Arte, y es necesario por tanto volver a empezar cada vez,
como Sísifo, desde el principio, porque la intervención se borra en cuanto fracasa y en
cuanto queda desnaturalizada como representación.” No se trata, pues, de exponer
urinarios, sino de reiterar la acción revolucionaria de eliminar la distancia estética.
p.227.
-En ese gesto de repetición hasta el infinito del acto revolucionario de eliminar la
distancia pero sin llegarse a consumar totalmente, deviene en rebelión pero sin romper
los marcos constituyentes que le dan soporte. p.228.
-Todo lo que hemos visto hasta ahora se debe ¿al éxito o al fracaso de las vanguardias?
“¿Es posible ganar una guerra después de haber sido derrotado en ella?”p. 229.
3
Malestar como valor al que no se quiere renunciar: necesidad de la
(no)vanguardia posmoderna de que perdure su supuesto enemigo el Arte
moderno para seguir existiendo.
-El “Arte” está en la actualidad muy corroído y “deteriorado”, “como lo están los
profesores de Estética y de Historia del Arte y las universidades donde enseñan, como
lo están la política, la democracia parlamentaria, la crítica y, en definitiva, la
modernidad en general” p. 230.
«CHOBA B CCCP» (*Disco Back in the USSR, o The Russian, Album de Paul
McCartney)
-Pero, “¿qué ha sido, pues, tras las guerras mundiales, de aquel proyecto vanguardista
de la politización del arte?” Aunque no triunfara causó igualmente “importantes
estragos” p. 233.
-“La detención de la historia del arte no ha generado otra historia, sino un modo de
continuidad o de persistencia completamente distinto del decurso histórico y parecido a
lo que venimos llamando disturbios” p. 234
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feminista, archivista, especulativo…), en el formato perpetuamente fluctuante de
las exposiciones temporales, que reina bajo el dominio de “los ritmos
productivos y los flujos financieros” p. 235.
La Historia Mundial, como la del Arte, cobra una forma fantasmal, que vuelve
al tiempo estacional, cíclico, aunque irregular; una historia ya sin sentido y no
mecánica. El arte -y su estado-, permite hacer este diagnóstico “ya que
constituye la imagen más luminosa de este tiempo nuestro y el modo más seguro
de auscultar” p. 235.
-Politización del arte: “Podría parecer que el derecho (de los artistas posvanguardistas) a
seguir en estado de malestar encierra la pretensión de mantener los resultados estéticos
de las vanguardias y de soslayar, en cambio, su intención política” p. 236. “PERO
NO ES ASÍ EN ABSOLUTO”.
- Crítica de Pardo a esta vinculación político vanguardista que adopta una “legitimación
ideológica” de tipo “estalinista” p. 240. A la larga esto lleva a justificar unos medios
atroces para cumplir los fines elevados de unos discursos críticos que han “perdido sus
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condiciones estéticas de posibilidad”. A este respecto, no le parece extraño a Pardo que
ahora “vemos muy frecuentemente a los filósofos neocomunistas en centros de arte
contemporáneo” p. 241. “El artista […] al rechazar su autonomía, se ha quedado
huérfano de discurso crítico”. APUESTA POR LA AUTONOMÍA DEL ARTE [¿No
habrá perdido asimismo ya esas condiciones de posibilidad?]