Comentando las ideas de Stravinsky sobre el fenómeno musical
Víctor Javier González Duran
Igor Stravinsky comienza la segunda lección de poética musical, notando
la cercanía que apreciamos entre la música y algunos sonidos de la naturaleza, el cantar de los pájaros o el murmurar de un arroyo, pero señala que esto no es música propiamente. Llega con esto, a la afirmación que el sonido, pasa a ser arte, cuando se organiza y se le da un orden y estructura. Allí está el acto de componer. Haciendo la comparación con la pintura, señala que la música, es un arte que transcurre en el tiempo. A diferencia de la pintura, donde el arte es apreciado en una superficie física, en una tela, un lienzo o similar, con colores que captan nuestros ojos y estando estática ahí; la música, es un arte que transcurre en un tiempo acotado y no permanece. Requiere de nuestra atención y retención para poder apreciarla. Más objeto en cierta forma la diametral diferencia que expone Stravinsky en la contemplación de ambas expresiones artísticas. La música, efectivamente se presenta en un medio voluble por un acotado período de tiempo, tiempo impuesto por los intérpretes y el compositor. Sin embargo, tanto la pintura como la música, requieren gran cantidad de atención y retención para apreciarlas, teniendo la aspiración de a percibirlas en su cabalidad. No es suficiente una breve mirada para admirar una pintura, es más bien, una mirada alerta a cada detalle visual y sensitivo, en un tiempo, en el caso de la pintura, es propuesto por el mismo espectador en lugar del autor de la obra. Queda dando vuelta el tema del tiempo, que es fundamental en la concepción del fenómeno musical. Y sobre esto, Stravinsky repara sobre tres asuntos sobre el tema. Primero, existe un tiempo que tiene relación con la velocidad de interpretación, al que llamamos tempo. Éste, va en concordancia con el tiempo que existe entre cada nota, que forma el ritmo. Así, Stravinsky reprocha, que en la ignorancia musical, la gente suele señalar ante un aumento de velocidad, un cambio de ritmo, cuando lo que realmente ha sucedido, es un aumento de tempo, con las mismas relaciones de intervalos rítmicos que estaban con el tempo lento. Y por último, está el concepto del tiempo real o cronológico y el tiempo agógico o picológico. El primero, marca cuánto tiempo ha transcurrido, medidamente en una obra, mientras que el tiempo psicológico, responde a una intimidad que ocurre entre el oyente y la obra. Así, el auditor poniendo un caso común, puede sentir cómo una sinfonía completa, se le hace una breve obra, mientras que una breve composición serialista le pueden parecer muy extensa. Pienso que esto responde a gustos y a los intereses personales, del que lo hará propio. A su vez, como alude Stravinsky, también pasa por una relación de similitud y contrastes, donde la similitud crea una fácil digestión de un pasaje, mientras que un contraste crea un evento significativo en el tiempo, que hará que en su percepción, haya transcurrido más. Así, tomando el ejemplo anteriormente propuesto de una sinfonía y de una obra serialista, me surge la idea de que en la sinfonía, hay un contraste entre frases, lo que va creando una dinámica en tiempo lato, mientras que en el serialismo, cada nota, va creando un contraste con la nota anterior, con lo que en un corto período cronológico, tenemos un tiempo lato, en base a la cantidad de eventos contrastantes presentes. Para continuar, Stravinsky comienza a desarrollar el tema del sonido, el cual es el fundamento físico de la música. Dice que la gama de sonidos usados, corresponde a la sucesión de armónicos ordenados de manera diatónica. Define el concepto de intervalo como la relación de altura entre dos sonidos y el acorde como el complejo sonoro que resulta de la emisión de tres o más sonidos con distinta altura. Con respecto a la disonancia y la consonancia, lo ubica casi como un fenómeno social, en que hasta en nuestro lenguaje, asociamos la disonancia a algo conflictivo, que necesita una resolución. Más hoy en día, la academia ha disociado éstos conceptos y la disonancia se dejó de ver como algo que converge a otro algo, que sería la consonancia según la academia clásica; y se ha visto como una entidad propia. Stravinsky señala que esto no va a la par con la evolución de la instrucción y la educación del público, gente sin instrucción musical, quien por no tener un oído entrenado en el asunto, se le hace muy difícil de digerir una serie de disonancias sin resolver. En relación a esto, nota una necesidad de buscar un eje para establecer polos de atracción en nuestra música y según esto, la tonalidad es un medio para orientar la música hacia ésos polos y propone que toda música es una serie de impulsos que convergen hacia un punto definido de reposo. Sin embargo, aporta una satisfacción provisoria, no poseyendo un valor absoluto. Pero para ser justo, critica el término de atonal, por no quedar del todo claro, suponiendo algo que hace oído sordo a la tonalidad y ciertamente, parte de la tonalidad. Poniendo el caso que presenta. En una composición tonal, que salga a propósito de la tonalidad para establecer otra sería según él antitonal, en lugar de atonal. Por último, habla del melos, vocablo que viene del griego y que muy acertadamente, denota como un elemento que induce al oído a notar cierta acentuación. Siendo una sucesión de sonidos que están organizados en un determinado tiempo y con un determinado sistema de sonidos dentro de su gama, sobresale del tejido sonoro en el que está inmerso y corresponde a un mismo nivel distinguible. Está muy presente en la melodía acompañada, pero hay que reconocer texturas donde o bien se combinan muchos melos para crear un tejido complejo, o simplemente no existe y legítimamente es música con todas sus letras. En síntesis, para hablar del fenómeno musical, Igor Stravinsky, expresa la necesidad de una organización intervenida conscientemente para definir algo como arte, o en este caso música. Habla respecto al tiempo, donde se involucra la rapidez, el ritmo y la lúdica que se crea para condicionar una percepción prolongada o expedita. Luego, va al sonido propio, donde habla de la organización de los sonidos con respecto a la altura de ellos. Y finalmente, habla del melos, presencia y ausencia. Es interesante la manera en que desarrolla el tema del tiempo, sin embargo, sobre la tonalidad y la organización de la altura de sonidos y las ideas que presenta del melos, me parecen un poco restrictivas para referirse tan ampliamente como pretende, al fenómeno musical, sin haber mencionado aspectos de construcción de escalas, ni armonías ni tejidos sonoros, cualidades timbrísticas, etc.