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Reconozco el enorme aporte epistémico y práctico que tuvieron tales postulados,
no obstante hay que subrayar también que privilegiaron una interpretación eco-
nomicista y biologisista de la enfermedad, al abordarla como modificación de la
biología. Y aunque pugnaron por explicar lo biológico y lo social como producción
social se mantuvo la escisión entre lo biológico y lo mental como esferas indepen-
dientes de producción. Y de lo que se dio cuenta fue de una idea de sujeto social
pero preso de la ideología. Asimismo la expresión cultural de los trabajadores
quedó soterrada recuperándose más adelante con la incursión de la antropología
médica en la salud de los trabajadores, a través del estudio del proceso salud-enfer-
medad-atención comprendido como un proceso articulador de saberes, prácticas y
actores sociales, desatándose particularmente la experiencia y sentir del sujeto en
su calidad de enfermo. Véase en Ramírez, 2010ª y 2011.
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En la UAM-X en la maestría en Medicina Social y en la de Ciencias en salud de
los trabajadores se pueden revisar numerosos estudios realizados desde esta pers-
pectiva.
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En Antropología es la especialidad en Antropología física, la que mayormente se
interesa por estudiar estos temas, que más adelante se fundamentan con mayor
solidez en la confluencia entre ésa especialidad y otra denominada Antropología
Médica. Véase en Ramírez, 2010b.
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Una biología gradada por clases significa reconocer que determinada conforma-
ción corporal, las bajas tallas, la desnutrición y la enfermedad laboral, entre otras
condiciones corporales, son producto de la lucha de clases, es decir de la inequidad
económico-social.
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El conjunto de ideas, conceptos y datos empíricos que se suscriben en este trabajo
provienen básicamente de la tesis de licenciatura en Antropología Física de Ra-
mírez (1991) y de sus diarios de campo realizados entre 1983 y 1984.
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Debo mencionar que para ese momento uno de los aspectos más focalizados en
la investigación era la enfermedad laboral, y a sabiendas que el proceso productivo
minero generaba un deterioro pulmonar reconocido como silicosis, se realizó una
medición sobre la capacidad vital a fin de contar con un dato contundente que
mostrara las consecuencias del proceso productivo. La medición se realizó, pero
siempre fue cuestionada en diferentes medios.
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Incorporar este planteamiento a la Antropología Física tenía el propósito de des-
tacar que la evolución humana y la transformación de la capacidad biológica del ser
humano no se dio exclusivamente a través de la mutación genética sino también a
través de la evolución intencional y no orgánica de la tecnología. Véase en Drucker,
1960.
Ruta metodológica
Durante los primeros meses del 1980, en las minas y en los barrios
mineros de la Ciudad de Pachuca había una efervescencia sindical
imposible de soslayar. Antes propiamente de iniciar la investigación
me imbuí en la historia de bonanzas y penurias, del distrito minero
de Pachuca y Real del Monte guardada en los archivos, pero también
en las calles. Minas y mineros aparecieron como el marco de una
explotación absoluta del subsuelo y del cuerpo. Las minas fueron el
escenario de la explotación, túneles de perpetua obscuridad atiborra-
dos de polvo, humedad, agua y silencio, perturbado por la barreta, el
marro o la perforadora. Los mineros eran los protagonistas, pensados
desde la antropología física como sujetos desposeídos cuyo único bien
accesible era su cuerpo expropiado para la acción de producir en un
ejercicio cotidiano que lo desgasta, lo enferma, lo sujeta y lo domina.
Era un escenario ideal si el propósito estaba en comprender cómo,
los factores socioeconómicos y culturales del proceso de trabajo mi-
nero, se incrustaban en el cuerpo. En ese contexto de trabajo y de
vida cotidiana los mineros se expresaron en busca de mejoras sala-
riales. Me fui interesando en esas expresiones y me acerqué a grupos
de mineros que relataban brevemente un conflicto con la patronal
debido a los bajos salarios y otro con los líderes sindicales por consi-
74
Si bien Foucault no habla de enfermedad laboral, sus reflexiones sobre el poder
y el nacimiento de la clínica, (Foucault, 1966) permiten ver que la “ojeada” que la
biomedicina realiza sobre los cuerpos produce un discurso de verdad, un derecho
de origen. Así es factible comprender que solo ésta puede definir si se está enfermo
o no, desdibujando con frecuencia toda experiencia del sujeto. Para el presente tra-
bajo la percepción y experiencia de la enfermedad es el tema que interesa rescatar.
75
Los médicos eran egresados de la Universidad Autónoma Metropolitana y tra-
bajaban directamente con el Comité Ejecutivo de la Sec. 1 del STMMSRM. Su
contacto me permitió la cercanía con diversos trabajadores.
76
Desde luego que mi posición de antropóloga investigadora también estaba tamiza-
da por el género y la clase. No obstante, como lo apunté en otro trabajo (Ramírez,
2013) desde una perspectiva marxista la función del investigador tendría que ser,
no la de legitimar el orden social sino cuestionarlo, reconociendo la desigualdad
social y por ello a favor de las clases dominadas. Este compromiso implicaba, en
buena medida, un proceso de desclasamiento, para poder lograr con mayor eficacia
la función del intelectual, que era precisamente ser mediador entre los conjuntos
sociales y el Estado.
77
El audiovisual se formó a partir de la información proporcionada por los partici-
pantes y de sus relatos más destacados. Fue así como escuchándose y viéndose en
las imágenes que daban forma al proceso de trabajo minero, desde la extracción al
beneficio, fueron comprendiendo las diversas formas de explotación, los riesgos de
trabajo, su deterioro físico y su miedo como fenómenos compartidos en la colec-
tividad.
78
Entrevista, 4 de Noviembre de 1983.
79
A partir de ésta se recabó información gráfica sobre el interior de las minas y la
planta de beneficio, así como información sobre las características del trabajo y sus
diversas representaciones (de ingenieros y mineros) que sirvieron para la realiza-
ción del audiovisual. Todo el material de campo fue producido por quien suscribe.
80
Dicha encuesta consignó 74 preguntas que abarcaron: historia laboral, formas de
relación laboral con la empresa -categorías, jornadas, turnos, salarios-. Condiciones
de trabajo y condiciones de vida. Problemas de salud: enfermedades y accidentes.
81
A través de ésta se logró profundizar en la percepción y representaciones de los
mineros sobre su trabajo, su cuerpo, sus necesidades, expectativas, experiencias co-
tidianas que, se pensaban, daban forma a su conciencia social.
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En todos los participantes, estimé la capacidad vital forzada (CVF) consistente
en la medición del volumen máximo de aire espirado por el sujeto de forma for-
zada, ya que suele ser el parámetro más estudiado para predecir el daño pulmonar.
Esta medición reveló que cerca del 64% de ellos tenían afecciones pulmonares de
diversa índole. Fue una prueba que los mineros estuvieron interesados en hacer,
mostrándose juguetones con el tema de que “soplar en el aparato” podía ser una
muestra de virilidad. El problema de las creencias y los sentires deben ser analiza-
dos en la investigación sociocultural, (Ramírez, 2016) pues así como los mineros se
interesaron en la prueba de función respiratoria, no se mostraron completamente
abiertos a dejar medir sus cuerpos para registrar peso, talla y circunferencias (bra-
quial y torácica), como elementos para predecir estados nutricionales, dejando de
alguna manera endeble el estudio en virtud de que ya no podían asociarse los datos
antropométricos con los de la capacidad vital. Una de las mayores observaciones a
este trabajo fue precisamente que tal información no reflejaba una muestra repre-
sentativa estadísticamente. Debido a ello la información solo se quedó consignada
a la tesis de licenciatura. Véase en Ramírez, 1991.
83
16 en las minas de San Juan Pachuca, 21 en la mina del Álamo y 9 en los llamados
terreros o minas antiguas que se dejan de trabajar por escasa producción.
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Notas del diario de campo, Marzo de 1983. Aunque todavía para esa fecha se creía
que las mujeres no debería entrar a las minas porque traen mala suerte, un nuevo
discurso se volvía permisivo a éstas. Como quiera que sea bajé, dos veces. La segun-
da ocasión me acompañó un fotógrafo amigo mío quien me ayudó a compilar la
información gráfica mientras yo hacía algunas entrevistas.
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Aún en fechas recientes si uno busca literatura sobre salud de los mineros en
México encontrará escasa información con datos claros que refieran al momento
actual. Más aún podremos ver con claridad los avances tecnológicos pero la inmi-
nente permanencia del riesgo que amenaza sin cambios substanciales la integridad
física y mental del minero. Es como lo ha mencionado Méndez (2011) al volver
a reflexionar sobre las tragedias de, la mina en Atacama, al norte de Chile y la de
Pasta de Conchos, que pese a los grandes avances tecnológicos, respecto del acci-
dente, la enfermedad y la muerte, el escenario laboral minero puede representarse
metafóricamente como una “historia sin tiempo”.
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En los casos que estudió, la sintomatología resaltaba, palidez extrema de la piel,
perturbaciones en el aparato digestivo, evacuaciones sanguinolentas, edema en cara
y pies, vértigo y cansancio.
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Un dato importante consignado en el diario de campo revela que “al momento
de la contratación en la Cía. RDMyP, muchos jóvenes y viejos se presentan con
documentos que avalan su escolaridad o su experiencia laboral anterior, otros li-
teralmente de cuerpo entero, así solamente. Para aquellos que no cuentan con do-
cumentos, bastó una mirada corporal, por parte del personal administrativo como
buscando en cada segmento la fuerza o la destreza. Y si además de ello el sujeto
cuenta con la rudeza y rasgos fuertes del indígena, es seleccionado para el trabajo
más rudo y peligroso que es la mina de El Álamo” (8 julio de 1983).
Cuerpo y trabajo
... entré a trabajar al Álamo hace dos años, esa mina es el infierno,
es la muerte. De veras que se necesitan muchos... para seguir traba-
jando. Allá en el Paricutín donde estamos, todos los del contrato tra-
Sociedades Mineras en América Latina 173
bajamos casi desnudos. Aunque ténganos las botas, el lodo lo traemos
siempre embarrado, algunos hasta pescan piojos, llagas en el cuerpo; y
las manos y los pies se agrietan... Bien desnudos estamos como nacien-
do de la tierra, pero también tranzados por la tierra. Yo siento que
estar en el Álamo es como estar castigado, es como castigar al propio
cuerpo... (Honorio, junio 1983).
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Algunos refirieron sentir nervios no por los riesgos de trabajo sino por la situa-
ción en la que se encontraban en el trabajo y en su vida. Por ejemplo “son muchos
nervios para alcanzar la producción que nos exigen, es que yo trabajo a destajo… y
pus si se necesita dinero por los chamacos, la escuela, los frijolitos ya sabe…” “me
da coraje que me parto la madre allá abajo y el sueldo es una miseria” (Otilio, notas
de diario de campo, julio de 1984).
89
En la propia Cía. RDMyP se pudo ver que los supervisores están atentos a ver
quiénes son los trabajadores que se enferman constantemente o bien aquellos que
fingen tan solo para ausentarse, según ellos.
90
En virtud de que en Antropología Física este tipo de indagación no tenía antece-
dentes, se optó por utilizar instrumentos que por lo menos en la medicina social
habían sido de utilidad para indagar la situación de salud de los trabajadores. Véase
en Laurell y Márquez, 1983.
91
Es importante destacar que un estudio químico (Cruz, 1982) realizado con 200
mineros de la Cía. demostró que el 100% resultó parasitado, encontrándose hasta
9 tipos de parásitos. De ese total de mineros, el 40% presentó una sola especie, el
36.5% dos especies, el 17.5 tres especies y el 6% cuatro especies. El estudio con-
firmó además la presencia de uncinaria entre la muestra en un 23%, parásito que
desde principios del siglo XX estaba presente en las minas y era el responsable de
la palidez extrema de la piel, perturbaciones en el aparato digestivo, evacuaciones
sanguinolentas, edema en cara y pies, vértigo y cansancio definiéndose por la ca-
rente higiene y seguridad industrial.
Problemas de
alcoholismo 12 26.6 9 26.4 11 13.92
Dermatosis
por contacto 11 24.4 6 17.6 16 20.25
Problemas
auditivos 8 17.7 10 29.4 18 22.78
Problemas
Gastrointestinales 7 15.5 7 20.5 14 17.72
Problemas
circulatorios 1 2.2 0 0 1 2.2
Accidentes 0 0 0 0 0 0
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Fue Juan Luis Sariego, a quien siempre le agradeceré, quien me insistió que debía
acercarme a la antropología médica pues mis interesen debían fundamentarse a
partir de sus elementos conceptuales. Y efectivamente este acercamiento me per-
mitió avances considerables en las siguientes investigaciones que realicé.
Bibliografía
Castera, Philippe. (1887). Las minas y los mineros. México, Tipografía Literaria
Filomeno Mata.
Deleule Didier y Francois Guéry. (1975). El cuerpo productivo. Teoría del cuerpo
en el modo de producción capitalista. Argentina, Editorial Tiempo Contempo-
ráneo.
Laurell, Asa Cristina. (1982). “La Salud-Enfermedad Como Proceso Social.” Revis-
ta Latinoamericana de Salud 2, no. 1: 7–25.