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.Escuchar.

"...Pobrecita, si lo entendieras estarías viva."

A veces, cuando llueve y es de noche, me siento y dejo que el papel me hable.


Con su voz de tinta negra me cuenta cosas, se ríe de mí, y hasta hace que yo
también me ría,
mientras lo escucho con el lápiz en la oreja. Se arruga y estira intentando
modular, y me borra en el tímpano
cuando cree haberse equivocado. Creo que no miente, aunque a veces me cansa, y
entonces fumo.
De hecho, ahora mismo estoy fumando, porque se puso a hablar de teología y
como que...mmm...

-Papel: ...y es que ahí está la razonabilidad del creer; justo después de que
creemos. Hay un momento en el que, iluminados por la linterna celestial,
saltamos el desague de la duda y nos lanzamos sin temor al vertedero de la fé.
Lo hacemos confiados, sabiendo que caeremos sobre bolsas de basura blandas,
muy blandas. Cierto es que el salto es difícil, pero con una ampolleta potente
como la de nuestra linterna, se puede medir fácilmente la distancia del
salto...mientras las pilas no se acaben.
Pero el asunto de fondo es que la inteligencia tiene un rol fundamental en
nuestra creencia: la usamos después de creer, como para adornar un poco.
Tambien queda bonito poner frases en latín, porque así es más dificil entender y
puede repetirse todo de memoria, así, biendecorrido.
La idea es que...

Sí, sí sé que marea un poco pero no sé...me gusta escucharlo. Piensen, es un


papel: lleva toda su puta vida gritando lo que otros le dicen y, considerando que
el noventa y nueve por ciento de las veces es mierda, no me parece un oficio muy
agradable. Él tiene voz, ¿saben? Que lo hagan transmitir a Vargas-Llosa ya, puede
ser mala suerte, ¿pero obligarlo a explicar el Evangelio? ¿hacer que un ser
razonable recite como cierta la Alucinación de los Panes? No sé, crei que ya no
quedaban esclavos...

Y empieza a oler a podrido, a ratones,


y no me digas que lo quieres.
Si lo quisieras, falso de mierda,
no le darías que-decires,
le darías comos para que dijera los suyos,
y porqués para que los argumentara bien.
Si lo quisieras, viejo hipócrita,
le darías palabras para crearse,
no cuentos a imitar.

Ja,ja,ja...si lo quisieras, claro,


qué le vamos a hacer,
si lo quisieras lo querrías...

...pero sí, el escritor también puede explotar. Cuando deja de sólo mostrar y se
tienta y afirma, ahí, sí, ahí, puede comenzar su despotismo. Manipula, asevera
árboles verdes en un desierto de dudas gris y lo peor es que Papel y Pensar le
creen. De hecho, Papel recién le hacía caso, tomando semiverdades de Rahner
ridiculizadas por su pretensión de tener, de poseer algo más que la duda, la
angustia y el vacío.
No sé...de nuevo me descubrí hablando...

- Papel: Pensar no puede vivir de respuestas, sólo de preguntas. Miente cuando


dice que busca para encontrar, pues aunque es cierto que busca, busca y eso...
Con Filosofía se exige a sí mismo funcionar donde no funciona, pero sin la
esperanza de que lo haga, ya que si eso ocurriera, se acabaría ahí mismo. Nada
se puede resolver; la conclusión es hastío y luego muerte; restos inertes de ideas
antes inquietas. Queremos la duda, pero aún hay mentes tratando de matarla,
ja,ja, y más encima con argumentos; ¡todavía queda quien quiere afirmar!

...y sí, lo reconozco...acaba en Dios, hoy acaba en Dios. Mirar la existencia,


tratar de abarcarla pensando-sintiéndola y entender que no queremos atar
todos los cabos sueltos. Estar conscientes de que somos sólo camino, de que
cerrar el círculo es no poder dibujar más. Aceptar con humildad que
necesitamos el espacio vacío al final para poder seguir divagando. Para que
tenga sentido pensar tiene que estar pendiente la última respuesta, y bien se
puede poner a Dios ahí. Cabe perfectamente en el último puesto sin ocupar, en
ese lugar que desune lo razonable con cortante incertidumbre. Es un punto,
independiente, que por ser otra cosa separa la cosa.
Ja,ja,ja...no tiene relación, es absoluto, el todo, Lo, etc...Curioso encontrar a
Dios entre las dudas, pero el pensamiento parece necesitarlo.

Aunque en verdad no lo necesita a él, necesita algo, cualquier cosa. Decir que es
Dios es ponerle ese nombre a lo que tiene que estar fuera de nuestro alcance, es
usarlo como sinónimo de lo desconocido. De hecho, no deberíamos llamarlo de
ninguna forma para no transformarlo en solución, el concepto tiene que quedar
en el aire, quizá ni siquiera entenderse y, por lo mismo, no explicarse,
no...perdón.

...Ja,ja,ja...Sí, se contradice y a veces por matar, mata mucho, pero ¿saben qué?
en parte igual lo entiendo...no sé.

Ya se cansó de arrugarse y estirarse, por fín está plano sobre las cenizas de la
mesa.
Su tinta afónica se calló, me saqué el lápiz de la oreja y fumé... y no pasó nada.

Tristán Vera, 2007.

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