Simón Bar-Jona hijo de Jonás, era un rudo y sencillo pescador del lago de
Genesaret, en Betsaida en la región de Galilea.
Es generoso, reconoce sus limitaciones, pero cree en el que lo llama. Dice sí,
un sí valiente y generoso, y se convierte en discípulo de Jesús.
Pedro quien contesta en nombre de los demás: "Tú eres el Cristo" (Mc 8,
29), es decir, el Mesías. Esta respuesta de Pedro se la había donado el Padre
que está en los cielos (cf. Mt 16, 17), encierra en sí como en germen la
futura confesión de fe de la Iglesia.
"Pedro, el apóstol"
La multiplicación de los panes. "El pan que yo voy a dar es mi carne por la
vida del mundo" (Jn 6, 51). Muchos de los discípulos se echaron atrás, las
palabras de Jesús fueron difíciles también para Pedro. Cuando Jesús
preguntó a los Doce: "¿También vosotros queréis marcharos?", Pedro en
nombre de todos, respondió: "Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras
de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios"
(cf. Jn 6, 66-69).
San Juan, al relata el primer encuentro de Jesús con Simón: "Tú eres Simón,
el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas", que quiere decir "Piedra"" (Jn 1, 42).
Nombre que luego fue traducido en griego por Petros, en latín Petrus. No
era sólo un nombre; era un "mandato". En el Antiguo Testamento, el cambio
del nombre por lo general implicaba la encomienda de una misión.
Simón, Simón, yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, cuando te
hayas vuelto a mí, ayuda a tus hermanos a permanecer firmes” (Lucas 22,31-
32).
Pedro niega “tres veces” a su Maestro, el Señor le confirma por “tres veces”
que él será el “pastor de sus corderos y de sus ovejas” (Juan 21,15-17).
Pedro aparece como el primer apóstol de los paganos (7), y también de los
judíos (Gálatas 2,7-8).